Islamofobia visual: el campo de batalla de la geopolítica también está en las pantallas de los videojuegos

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Antonio César Moreno Cantano, Grupo de investigación Seguridad, Desarrollo y Comunicación en la Sociedad Internacional de la UCM (UCM-971010-GR96/20), Universidad Complutense de Madrid

Desde la irrupción de la tecnología digital, los videojuegos –al igual que tiempo atrás el cine, la televisión o la literatura– se han sumado como actores relevantes en el campo de la confrontación ideológica entre EE. UU. y el mundo islámico.

Cada cierto tiempo se publican noticias sobre determinados títulos que han sido censurados, o directamente prohibidos, porque en algunas de sus misiones, narrativas o aspectos gráficos se “vulneraban” elementos propios de su identidad política, religiosa o cultural.

Este formato interactivo constituye una nueva forma de “geopolítica visual”, pues no solo transmiten un mensaje a través de una narración o reproducen escenarios reales o ficticios mediante sus espectaculares gráficos, sino que crean un “espacio de simulación” de carácter emocional que anticipa o aproxima de manera directa todo aquello que nos llega a través de otros canales y fuentes de información. Esto permite, en muchas ocasiones, que el poder político se refleje en los juegos.

Estados Unidos e Irán se ven las caras en la ‘soft war’

Irán aparece como uno de los países más activos en dar réplica a los discursos y narrativas norteamericanas en el ámbito cultural. Esto ha llevado a prohibir afamadas creaciones como Battlefield 3, que ambientaba una de las misiones en la ocupación de Teherán por parte de los marines, ya la creación de múltiples videojuegos que rechazan la perspectiva occidental sobre la “Guerra contra el Terror”.

Este tipo de maniobras, que se extienden también contra Israel, se vinculan al concepto de soft war –“guerra blanda”–, eufemismo para referirse a la propagación de ideas, cultura e influencias extranjeras a través de las tecnologías de la información y la comunicación.

De esta manera, hace poco los medios persas anunciaban un nuevo videojuego que, con el nombre de True Promise, glorificaba los lanzamientos de misiles contra territorio israelí en abril y octubre de 2024.

Jugar como un soldado palestino

Bajo unas coordenadas similares se posiciona el videojuego propalestino Fursan al-Aqsa, que debido a sus contenidos ha recibido fuertes críticas y censura (la más reciente en Reino Unido, donde ha sido eliminado de la plataforma digital Steam) y ha sido calificado por europarlamentarios italianos como terrorista y antisemita. Como replicó su creador, Nidal Nijm, “es muy subjetivo llamar propaganda terrorista al hecho de jugar como un soldado palestino contra los soldados israelíes”.

Este género de producciones son la respuesta a gran número de videojuegos occidentales que, con una clara intención ideológica o escaso interés a los elementos culturales del mundo árabe e islámico, lo ha estereotipado como “enemigo”, “intolerante”, “violento” y “terrorista”, como indican algunos estudios sobre el tema.

Esta islamofobia videolúdica se plasma en varios ejemplos, algunos de ellos muy recientes. En noviembre de 2021, un jugador de Call of Duty: Vanguard denunciaba desde su cuenta de Twitter que en una escena aparecían tiradas en el suelo varias páginas del Corán. De inmediato, los responsables de este título emitieron una nota pública disculpándose: “Call of Duty está hecho para todos. La semana pasada se incluyó por error contenido insensible hacia la comunidad musulmana, que desde entonces ha sido eliminado del juego”.

Tiempo atrás, otro usuario alertó que en Call of Duty: Modern Warfare 2, en un mapa aparecían escrituras del Corán grabadas en el marco de una pintura situada en un baño, considerado un lugar totalmente inapropiado para este tipo de mensajes religiosos.

Junto al Corán, otro de los símbolos más sagrados del islam es la Kaaba (dentro de la Gran Mezquita de La Meca), considerada la “casa de Alá”, centro de peregrinación más importante para los musulmanes. En el videojuego de acción y aventura fantástico Devil May Cry 3, la Kaaba aparecía como la entrada a una fortaleza demoniaca, generando un gran malestar entre gran número de jugadores de este credo.

Protesta de la Universidad Al-Azhar de El Cairo

También ha suscitado polémica Fortnite, uno de los battle royale –género donde un gran número de jugadores compiten entre sí en un mapa que se reduce progresivamente, hasta que solo queda un jugador o equipo victorioso– más famosos a nivel mundial, con más de 350 millones de cuentas registradas en 2021. La Universidad Al-Azhar de El Cairo emitió una nota de protesta contra este título porque para poder avanzar a otro nivel y conseguir más premios había que destruir un edificio que simulaba la Kaaba: “Esto afecta a las creencias y al respeto propio de los jóvenes y subestima la importancia de sus santidades. Por ello, el centro reitera la prohibición de todos los juegos electrónicos que fomenten la violencia o contengan ideas falsas que distorsionen la fe o muestren desprecio por las creencias religiosas”.

Este rechazo se extendió a otros países como Indonesia, donde el Ministro de Turismo y Economía Creativa pidió la eliminación de Fortnite. La respuesta de Epic Games, responsable del mismo, fue que se trataba de la creación de un jugador particular y que “nuestro equipo respeta todas las religiones”.

Esta índole de controversias y simplificaciones en el mundo del videojuego, lejos de resolverse, van en aumento. Algunos informes de la Unión Europea advierten que muchas plataformas como Steam, Discord o Twitch contribuyen a la radicalización online, ya sea a favor de los grupos de extrema derecha (que hacen de la islamofobia uno de sus caballos de Troya) o como herramienta de gamificación terrorista (ISIS).

Frente a este tipo de prácticas, no resta más que alfabetización digital, respeto a la diversidad cultural y responsabilidad a los grandes estudios y compañías de videojuegos, desde Washington a Teherán.

The Conversation

Antonio César Moreno Cantano no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. Islamofobia visual: el campo de batalla de la geopolítica también está en las pantallas de los videojuegos – https://theconversation.com/islamofobia-visual-el-campo-de-batalla-de-la-geopolitica-tambien-esta-en-las-pantallas-de-los-videojuegos-250541

Las vacaciones también enseñan: lo que los niños aprenden sin querer cuando no están en la escuela

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Joan Tahull Fort, Profesor de sociología de la educación, Universitat de Lleida

shutterstock Tatevosian Yana/Shutterstock

Con la llegada de las vacaciones escolares, muchas familias y docentes se preguntan qué pasa con los aprendizajes cuando paran las clases. ¿Se pierde el tiempo? ¿Se estanca el desarrollo? ¿Conviene seguir con tareas o actividades académicas para “no perder el ritmo”?

Estas preguntas ignoran algo fundamental: el aprendizaje no se detiene cuando termina el año escolar. Simplemente, cambia.

Durante las vacaciones, lejos de las estructuras formales académicas, los niños y jóvenes siguen aprendiendo –y mucho–, aunque de manera más informal, espontánea y emocionalmente significativa. En lugar de contenidos curriculares, lo que se cultiva en estos períodos de “descanso” son competencias igual de esenciales para la vida: habilidades sociales, autonomía, creatividad, gestión emocional, resolución de conflictos, conciencia del tiempo, sentir el aburrimiento…

Tiempo desestructurado y desarrollo cerebral

En nuestra sociedad, marcada por una obsesión con la productividad y el rendimiento, tendemos a ver el tiempo libre como un “vacío” que hay que llenar. Sin embargo, la neurociencia y la psicología del desarrollo llevan años demostrando que el descanso, el juego libre y la socialización entre iguales son fundamentales para el desarrollo cognitivo, social y emocional en la infancia y la adolescencia.




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Las vacaciones permiten algo que difícilmente ocurre en la escuela: el tiempo desestructurado. Un espacio sin objetivos definidos, sin evaluación ni presión externa, donde los niños pueden explorar el mundo a su manera, seguir su curiosidad, aburrirse (el aburrimiento también enseña) y encontrar formas propias de resolver problemas cotidianos.

Lo que se aprende sin querer

A continuación, enumero algunas de las habilidades y aprendizajes que se desarrollan naturalmente durante las vacaciones y son esenciales para la vida:

  1. Negociar y convivir con los demás. Durante el año escolar, las interacciones suelen estar mediadas por normas y figuras adultas que regulan el comportamiento. En cambio, en vacaciones –especialmente cuando hay tiempo compartido con hermanos, primos, vecinos o amigos–, los niños descubren la necesidad de negociar, acordar reglas, ceder, resistir y colaborar. Aprenden a convivir entre iguales, a veces con conflictos, pero también con reconciliaciones.

  2. Organizar el tiempo. Sin horarios rígidos, muchos niños y jóvenes aprenden a administrar su propio tiempo: cuándo levantarse, cuánto dedicar al juego, al descanso, a ayudar en casa o simplemente a estar en su mundo. Esta flexibilidad es clave para desarrollar autonomía y planificación personal.

    También existe el riesgo de un uso excesivo de los dispositivos electrónicos, lo que puede provocar que los jóvenes pasen más tiempo del necesario frente a las pantallas, descuidando otras actividades importantes como el descanso, el ejercicio físico o la interacción social.

    Cuando el móvil se convierte en el centro de la vida cotidiana de un adolescente, es fundamental abrir espacios de diálogo y reflexión. Encontrar un equilibrio entre la autonomía y ciertos marcos de contención puede ayudar a desarrollar un uso más consciente y saludable de la tecnología.

  3. Explorar sus intereses. Las vacaciones son una oportunidad para que los niños se reconecten con lo que les gusta. Tal vez pasen la tarde dibujando sus personajes favoritos, haciendo legos, hojeando revistas o cómics, mirando hormigas en el patio, probando nuevos juegos con sus amigos o ayudando a preparar el desayuno con la abuela. Es un tiempo de exploración libre, sin exámenes ni presiones externas. Aprenden por curiosidad, por gusto, y porque cada día pueden descubrir algo nuevo a su manera y ritmo.

  4. Desarrollar la creatividad. El tiempo libre favorece la creación de mundos imaginarios, historias inventadas, juegos espontáneos o manualidades improvisadas. Quién no recuerda su infancia, mirando las formas de las nubes e imaginando personajes, animales fantásticos o escenas que solo nosotros podíamos ver. Es en esos momentos aparentemente simples –dibujando, construyendo una cabaña o explicando historias– aparece la creatividad.

  5. Manejar el aburrimiento. En un primer momento, cuando se terminan las actividades organizadas, aparece el clásico “me aburro”. Para los adultos puede sonar como una queja o una señal de que algo falta, pero en realidad el aburrimiento es un motor. Enseña a los niños a tolerar la ausencia de estímulos inmediatos, a quedarse un rato con ellos mismos y a activar sus propios recursos internos. Al principio puede haber incomodidad, pero pronto aparece la chispa: un juego inventado, una historia… Muchos descubrimientos valiosos, ideas creativas y momentos de juego auténtico aparecen después del aburrimiento. Dar espacio a la pausa es dejar que surja la imaginación.

  6. Conectar con su mundo emocional. Los niños tienen más tiempo para sentir, pensar y hablar sobre lo que les pasa. El descanso físico y mental abre un espacio para las emociones que estaban contenidas o silenciadas. A veces basta una tarde tranquila, una conversación sin prisa o simplemente estar presentes para que surjan preguntas, miedos, sueños o alegrías que durante el año quedaban en segundo plano. Y quienes convivimos con ellos lo sabemos: en vacaciones, los hijos crecen más y consolidan conocimientos. Consolidan habilidades y competencias que estaban, pero todavía no se manifestaban.

  7. Vincularse con otros adultos y referentes. No todo pasa por la escuela o los padres. En vacaciones, los niños se relacionan con tíos, abuelos, vecinos, monitores o adultos en otros roles. Estos vínculos también enseñan: modelan formas de hablar, de actuar, de resolver problemas, y ofrecen una diversidad de perspectivas. Estos vínculos amplían su red de afectos y les dan un sentido de pertenencia más allá del núcleo familiar.




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El valor del juego y la desestructura

El juego libre es una de las actividades más serias y formativas de la infancia y la juventud. No todo debe tener un propósito académico para ser valioso. Jugar es, en sí mismo, una forma profunda de aprendizaje. Es en el juego donde se experimentan roles, se ensayan normas, se gestiona la frustración y se valora la creatividad.

Además, el hecho de que muchas de estas experiencias ocurren fuera de estructuras rígidas no las hacen menos valiosas; al contrario, son complementarias. De hecho, la desestructuración del tiempo hace los aprendizajes más personalizados, más duraderos y conectados con la realidad emocional del niño.

¿Qué pueden hacer las familias?

No se trata de convertir las vacaciones en otra escuela paralela ni llenar la agenda con actividades formales. Lo ideal es encontrar un equilibrio entre cierta estructura (rutinas básicas y límites claros) y cierta libertad.

Algunas ideas para acompañar son:

• Fomentar momentos de juego libre, incluso sin juguetes.

• Proponer tareas sencillas en casa que impliquen participación y responsabilidad.

• Conversar sobre lo que sienten, lo que les interesa, lo que sueñan.

• Dejar tiempo para el aburrimiento, sin llenarlo enseguida.




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Aprender fuera del aula

Las vacaciones no son una pausa en el aprendizaje: son un escenario distinto, con otras reglas, donde aparecen nuevas formas de conocimiento fundamentales para la vida. Reducirlas a un simple tiempo “improductivo” es no ver todo lo que está sucediendo en la mente y en el ámbito emocional de los niños y adolescentes.

Seguramente, la lección más importante sea que aprender no siempre requiere un aula en una escuela. A veces, basta con un grupo de amigos, un árbol para trepar, una conversación, una tarde sin nada que hacer… Porque, como decía el pedagogo Francesco Tonucci, “los niños no necesitan más deberes, necesitan más vacaciones, más tiempo libre, más juego y más calle”.

The Conversation

Joan Tahull Fort no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. Las vacaciones también enseñan: lo que los niños aprenden sin querer cuando no están en la escuela – https://theconversation.com/las-vacaciones-tambien-ensenan-lo-que-los-ninos-aprenden-sin-querer-cuando-no-estan-en-la-escuela-260262

¿Qué pasó con los supervivientes después de Hiroshima y Nagasaki?

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Agustín Rivera Hernández, Profesor de Periodismo, Universidad de Málaga

La Cúpula de Genbaku, la estructura del único edificio que permaneció en pie cerca del lugar donde explotó la primera bomba atómica el 6 de agosto de 1945, es hoy en día el Memorial de la Paz en Hiroshima. GC photographer/Shutterstock

La historia de la Segunda Guerra Mundial parece que acaba con el fin de los campos de concentración y la caída del régimen nazi. Que las bombas atómicas fueron el epílogo necesario (con o sin comillas) para la paz. Que Hiroshima y Nagasaki fueron arrasadas, hubo pérdidas humanas, pero no sufrieron. Esta es la imagen prefijada… que dista de la realidad.

En la primavera de 1995 estudiaba tercero de Periodismo en la Universidad de Málaga. Manu Leguineche, acaso el más brillante reportero internacional español del siglo XX junto a Manuel Chaves Nogales, dio una charla y yo me fui detrás de él para preguntarle cosas sobre Japón. Estaba leyendo aquellos días Los años de la infamia y me recomendó que fuera a Hiroshima; el 6 de agosto de hace ahora tres décadas se cumplía el 50 aniversario del lanzamiento de la bomba atómica.

Portada de _Hiroshima. Testimonios de los últimos supervivientes_.

Kailas Editorial

Aquella cobertura, que escribí para la sección internacional de Diario 16, cambió mi vida profesional. Me impactó la ausencia de rencor de los hibakusha, que etimológicamente significa “personas bombardeadas”. Escuché sus voces; esos testimonios que explicaban el momento de la explosión y lo que les afectó. Eran rostros tristes, pero no veía odio.

En 2023 publiqué Hiroshima: testimonios de los últimos supervivientes. Ahora, en 2025, en una nueva edición que lleva prólogo de Sergio del Molino (Premio Alfaguara 2024) y un epílogo con la cobertura en Oslo del Premio Nobel de la Paz para la organización japonesa Nihon Hidankyo, compuesta por hibakusha, reivindico el valor de los testigos, del factor humano, de conocer las vidas de las personas que sufrieron.

El estigma

¿Cuántos hibakusha siguen vivos? Por primera vez son menos de 100 000: 99 130 personas. Su edad media es de 86,13 años, según datos publicados el pasado mes de julio por el Ministerio de Bienestar japonés.

Aunque esta cifra parece abultada, no lo es tanto si se tienen en cuenta diversos factores. Por un lado, muchos tienen problemas mentales –demencia o alzhéimer– y no pueden contar su experiencia. Por otro, la gran mayoría no quiere hablar del momento de la explosión e incluso ni sus amigos más cercanos saben que son hibakusha. No lo dijeron porque hubiesen sufrido un estigma si reconocían que eran supervivientes. Además, comentarlo dificultaba conseguir un empleo y parejas e hijos por el miedo a que la descendencia naciera con algún tipo de secuelas físicas. Todavía no son muchos los que quieren relatar la experiencia.

Por eso es digno de mención el testimonio de gente como Takako Gokan. Cuarenta años después de la explosión atómica estaba con Sekiko, su hija, en un baño termal japonés cuando se dio cuenta de que la gente miraba sus quemaduras en brazos, vientre y piernas. Sekiko la tapó rápido con una toalla. Aunque ya estaba a salvo de las miradas y los comentarios, Takako decidió en ese momento que no iba a ocultar que era una superviviente. “Los niños pueden ser crueles”, me contó Takako, rememorando su infancia. “Algunos no entendían cómo podía estar bien si mis padres habían muerto. Ser huérfana estaba mal visto”.

Pasado y futuro de la bomba

El testimonio de los hibakusha resulta clave para conocer, 80 años después del bombardeo sobre la ciudad de Hiroshima, qué pasó aquel día de agosto a las 8:15 horas.

El avión Enola Gay lanzó Little Boy, la bomba que provocó la muerte inmediata de 70 000 personas, un número que ascendió a 140 000 a finales de ese año. Hasta aquel momento, Hiroshima tenía una población de 245 000 habitantes y su vida cotidiana era normal. Los efectos de la radiación, la llamada lluvia negra, se comenzaron a percibir desde esa misma tarde.

Una foto en blanco y negro de una ciudad arrasada.
Así quedó Hiroshima tras el lanzamiento de la bomba.
Everett Collection/Shutterstock

Nagasaki, la gran olvidada, fue la receptora de la segunda bomba atómica, pero no era la primera candidata tras Hiroshima; Kokura iba a ser el destino original. Fat Man, como se llamaba el explosivo atómico, cayó en paracaídas, como si lo hubieran disparado con una pistola con silenciador, sin prisa, desde el avión estadounidense llamado Bock’s Car hasta el objetivo. El viaje infernal duró 47 segundos. La bomba erró: explotó a quinientos metros de altura y tres kilómetros más tierra adentro de lo previsto, en parte debido al tiempo. En Hiroshima se había arrojado sin paracaídas.

Antes de todo esto, con una población diezmada y después de que Estados Unidos hubiera bombardeado Tokio, Japón estaba a punto de rendirse. Pero en ese momento, la nación americana y la Unión Soviética se encontraban inmersas en la siguiente pantalla. En realidad se estaban repartiendo el tablero geopolítico de la posguerra.

Las bombas atómicas no eran inevitables. Barton J. Bernstein, catedrático de Historia de la Universidad de Stanford, señala que, basándose en las memorias de posguerra del almirante William Leahy y del general Dwight D. Eisenhower, entre otros, comenzaron a surgir dudas acerca de su empleo en la guerra:

“Con el paso de los años, los estadounidenses se enteraron de que las bombas, de acuerdo con cálculos militares de alto nivel hechos en junio y julio de 1945, no habrían salvado probablemente medio millón de vidas en las invasiones, como Truman mantuvo a veces después de Nagasaki, sino menos de 50 000”.

Tampoco se calibró el impacto que iban a tener los artefactos en la vida de los habitantes de Hiroshima y Nagasaki. El término hibakusha tardó cinco o diez años en empezar a oírse. La prensa no publicaba mucha información sobre ellos, así que los ciudadanos no conocían demasiado lo que había ocurrido.

Hasta 1957 no hubo ningún tipo de apoyo para los supervivientes. Se siguieron las instrucciones que ordenaba Estados Unidos (que ocupó el país desde el final de la guerra hasta 1952) y el Gobierno japonés tampoco les prestó demasiada atención. Ahora tienen derecho a un chequeo médico dos veces al año. También han conseguido un apoyo económico, que depende del tipo de enfermedad, de entre 30 000 y 100 000 yenes.

En 1967, el psiquiatra estadounidense Robert Jau Lifton publicó Muerte en vida: sobrevivientes de Hiroshima, una obra clave que profundiza en el aspecto mental de quienes vivieron para contar la bomba, un asunto muy poco tratado hasta ese momento. Él fue quien acuñó el término que identificaba el “adormecimiento psíquico” que padecieron los hibakusha. Sostuvo que emplear bombas atómicas no era necesario:

“Japón estaba totalmente devastado. Habíamos bombardeado todas las ciudades importantes con armas convencionales. Y como saben, murieron más personas en los ataques a Tokio que en Hiroshima. En mi opinión, no era necesario usar armas nucleares para terminar la guerra”.

El escritor y Premio Nobel de Literatura japonés Kenzaburo Oé, en Cuadernos de Hiroshima, dice: “Vi cosas en Hiroshima que tenían mucha relación con la peor de las humillaciones, pero, por primera vez en mi vida, allí conocí a la gente más digna”.




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Actualmente, en la Tierra existen 4 000 cabezas nucleares listas para ser lanzadas. Esa es la gran amenaza que se cierne sobre la humanidad en estos momentos. Los hibakusha conocen mejor que nadie este peligro. Y les duele recordar. Las segundas y terceras generaciones de supervivientes, los hijos y los nietos de Hiroshima, están continuando el testigo de sus mayores y advirtiéndolo.

Por eso conviene recordar la cultura que conforma, de una manera clara, la identidad de las dos ciudades bombardeadas, convertidas ahora en emblemas del pacifismo internacional. Como dice el cenotafio del Parque de la Paz de Hiroshima: “No repetiremos el error”.

The Conversation

Agustín Rivera es autor de ‘Hiroshima: testimonio de los últimos supervivientes’, cuyo primer capítulo fue galardonado en 2024 con el III Premio Internacional de Periodismo Manuel Chaves Nogales. Con esta obra también fue Mención Especial del Jurado del Premio Rodolfo Walsh.

ref. ¿Qué pasó con los supervivientes después de Hiroshima y Nagasaki? – https://theconversation.com/que-paso-con-los-supervivientes-despues-de-hiroshima-y-nagasaki-262552

La biología explica por qué nos hacemos mayores de repente a los 44 y a los 60 años

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Francisco José Esteban Ruiz, Profesor Titular de Biología Celular, Universidad de Jaén

Bricolage/Shutterstock

Siempre hemos creído que el envejecimiento es un proceso lento y progresivo, casi como si los años nos fueran apagando poco a poco, de forma inexorable.

Así lo recogen manuales y revisiones médicas recientes, que siguen definiendo el envejecimiento biológico, en su modo más simple, como “alteraciones lentas y progresivas de la función física que empiezan en la madurez y concluyen con la muerte”.

Aunque esta imagen del tiempo –o la metáfora de un goteo constante de pérdidas– sigue dominando nuestra forma de entender la vejez, estudios recientes revelan que no envejecemos en línea recta, sino a saltos, con momentos precisos en los que, de pronto, todo cambia.

Esta hipótesis desafía décadas de modelos lineales y abre la puerta a una nueva manera de entender los cambios biológicos asociados al tiempo.

Lo que revela el laboratorio

La nueva visión del envejecimiento a saltos se apoya en un trabajo publicado en 2024 en la prestigiosa revista Nature Aging. Durante varios años, los investigadores siguieron de cerca la evolución molecular de más de un centenar de personas adultas, analizando hasta 135 000 moléculas distintas de cada voluntario. Se trata del mayor estudio longitudinal multiómico realizado hasta ahora sobre envejecimiento humano.

Lejos de encontrarse con un continuo suave de transformaciones, observaron un patrón interesante: casi todos los grandes cambios bioquímicos que acompañan al envejecimiento se concentran en dos momentos concretos de la vida adulta, aproximadamente a los 44 y a los 60 años.

En otras palabras, nuestras moléculas –y por tanto, nuestras células y órganos– parecen mantenerse estables hasta que, en condiciones normales, se producen transformaciones profundas y sincronizadas en muchos sistemas corporales.

Lo notable es que estos picos no se deben a un único tipo de molécula, sino que afectan a proteínas, metabolitos, lípidos, citoquinas, factores hormonales e incluso patrones epigenéticos, todos a la vez.

Esto da respaldo biológico a la sensación tan extendida de que, en ciertos momentos, uno “se hace mayor de repente” y nota un bajón físico o mental de golpe.

Hacerse mayor de repente

Esta idea no es completamente nueva. En 2019, ya se había publicado en Nature Medicine un extenso análisis de proteínas en sangre que señalaba tres grandes “picos” de envejecimiento fisiológico: a los 34, los 60 y los 78 años.

Sin embargo, el nuevo estudio realizado en 2024 es más completo al analizar otros tipos de moléculas, además de proteínas. Con ello se ha logrado precisar los dos saltos más intensos que ya se habían señalado anteriormente: uno en la mitad de la vida adulta, alrededor de los 44 años, y otro posterior, en torno a los 60.

Al analizar muchas más moléculas y tipos diferentes, este trabajo se centra en los dos saltos donde los cambios son más globales en el organismo, aunque no descarta que pueda haber otros más adelante.

¿Qué ocurre en estos saltos?

En el primer salto, que suele llegar antes de los cincuenta, se desencadena una cascada de cambios en el metabolismo de grasas, se alteran las vías de procesamiento del alcohol y la cafeína, y se modifican proteínas fundamentales para el corazón, los músculos y la piel.

Cuando llega el segundo, cerca de los 60 años, se acelera el deterioro de funciones inmunitarias y renales, se altera el metabolismo de la glucosa y aumentan los procesos celulares vinculados al envejecimiento y al riesgo de enfermedades crónicas.

Por eso, muchas personas notan que de pronto les cuesta más recuperarse tras un esfuerzo, o que aumentan las “pequeñas molestias” de un año para otro.

Estos saltos no distinguen entre hombres y mujeres, ni dependen del contexto reproductivo, como la menopausia. Aunque se observa cierta variabilidad entre individuos en el momento y la intensidad de los cambios, los patrones generales parecen responder a mecanismos comunes de la biología humana.

Las causas moleculares

Si bien aún no se conoce con exactitud el porqué de los saltos, sí se han detectado algunos de los mecanismos implicados. Una de las hipótesis más estudiadas propone que, al alcanzar cierto umbral de células envejecidas, podría desencadenarse una reacción en cadena que acelere el deterioro de los tejidos.

Además, la epigenética –las “marcas” que regulan a los genes– también sufre reconfiguraciones masivas en esos periodos, lo que provoca la activación o inactivación de cientos de genes de golpe.

Por último, en esos momentos críticos se detectan alteraciones coordinadas en moléculas clave del metabolismo energético, como NAD⁺, carnitinas y ácidos grasos. Estos cambios sugieren una posible disfunción mitocondrial, ya que las mitocondrias son los orgánulos encargados de producir la mayor parte de la energía celular y participan en múltiples procesos de envejecimiento.

Todo esto, que puede sonar abstracto o lejano, tiene implicaciones muy concretas en nuestra vida diaria.

Implicaciones prácticas

El impacto práctico es enorme. Por un lado, ofrece una explicación convincente a esa sensación que tantos expresamos que “de repente me siento mayor”.

Por otro, señala que esos momentos críticos pueden ser ventanas de oportunidad para intervenir y prevenir. Si sabemos que nuestros sistemas biológicos van a someterse pronto a un gran cambio, podríamos anticiparnos cuidando más la salud metabólica, cardiovascular o inmunitaria justo antes y durante esos periodos clave.

Mirando al futuro

Aunque aún quedan muchas cuestiones abiertas, como si será posible identificar las causas y mecanismos detallados del tercer salto alrededor de los 78 años que sugería el estudio de 2019, lo cierto es que el conocimiento de estos patrones nos permite mirar el envejecimiento con otros ojos.

A medida que se amplíen los estudios longitudinales y se integren más capas de análisis molecular, podríamos incluso anticipar con precisión cuándo está a punto de producirse un salto biológico individual.

Con todo, ya sabemos que nuestra vida no es solo una lenta cuesta abajo, sino una serie de etapas estables, interrumpidas por momentos de cambio profundo. Así, el secreto de envejecer mejor podría estar en prepararse para saltar cuando llegue el momento de hacerlo.

Y es que, como cantan Celtas Cortos, “a veces llega un momento en que te haces viejo de repente”.

The Conversation

Francisco José Esteban Ruiz recibe fondos para investigación de la Universidad de Jaén (PAIUJA-EI_CTS02_2023), de la Junta de Andalucía (BIO-302), y está parcialmente financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación, la Agencia Estatal de Investigación (AEI) y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER) bajo el proyecto PID2021-122991NB-C21.

ref. La biología explica por qué nos hacemos mayores de repente a los 44 y a los 60 años – https://theconversation.com/la-biologia-explica-por-que-nos-hacemos-mayores-de-repente-a-los-44-y-a-los-60-anos-262399

Suplemento cultural: nuestra vida desde Jesse y Céline

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Claudia Lorenzo Rubiera, Editora de Cultura, The Conversation

Julie Delpy e Ethan Hawke en ‘Antes del amanecer’. IMDB

Este texto se publicó por primera vez en nuestro boletín Suplemento cultural, un resumen quincenal de la actualidad cultural y una selección de los mejores artículos de historia, literatura, cine, arte o música. Si quiere recibirlo, puede suscribirse aquí.


Mi madre me llevó en 1995, hace 30 años, a los Minicines de Oviedo a ver Antes del amanecer. Yo tenía 9 años y me pareció un castañazo épico. “No se callaban”, le eché en cara cuando salimos. No tardé mucho, probablemente un lustro, en reconciliarme con la película y rendirme al encanto de la historia de amor de Jesse y Céline, trenzada a base de conversaciones.

Esta semana, tras editar el estupendo artículo de Celestino Deleyto y Marimar Azcona, volví a revisitarla y me quedé atrapada en un comentario que hace Jesse en los primeros minutos de la película. Cuando Céline le pregunta qué tal le está yendo en ese viaje a través de Europa en el que está inmerso, dice algo como que ha sido un asco pero que “estar sentado en un tren mirando por la ventana durante dos semanas le ha dado para pensar ideas que no se le hubiesen ocurrido de otra forma”. Esa frase me produjo escalofríos porque primero pensé “¿hace cuánto que no viajo en tren durante horas solo mirando por la ventana?” y eso me llevó al segundo razonamiento: “¿cuántas cosas interesantes no estoy pensando porque no le estoy dejando espacio al cerebro?”

De repente, Antes del amanecer, un relato precioso que idealizaba el enamoramiento joven, la magia de la conexión y el encanto de una vieja ciudad europea, se revelaba como una narración, hoy en día, mucho más cercana a la ciencia ficción que, por ejemplo, el Minority Report de Steven Spielberg.

Cómo ha cambiado el mundo… a pesar de que los seres humanos seguimos siendo los mismos.

To ChatGPT or not to ChatGPT?

El filósofo germano-coreano Byung-Chul Han ha sido galardonado con el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades. Su figura enciende debates entre quienes aprecian su cercanía a la gente y su claridad expositiva y aquellos que creen que, en esencia, utiliza pocas palabras para decir… también poco.

Jesús Zamora Bonilla es uno de los críticos con el personaje, un punto de vista que expuso en un artículo académico. Cuando le propusimos sintetizar sus tesis hizo algo poco ortodoxo y muy macarra que ha acabado resultando ser desternillante: le preguntó a ChatGPT cuáles son las principales críticas que se le hacen a Han. Cuando vio que la respuesta era, prácticamente, la misma que la suya y que estaba bien argumentada decidió mantener el texto hecho por la inteligencia artificial alegando que si el filósofo no hacía más que meterse con la IA, la IA debía tener derecho de réplica.

El artículo coincidió en el tiempo con otro, de Ronald Forero-Álvarez, en el que el investigador debatía si, al utilizar a ChatGPT para escribir un libro, la autoría debía compartirse entre el ideólogo y la máquina, y se preguntaba quién tenía que rendir cuentas en esos casos: el humano o la tecnología. En nuestro caso podemos decir que Zamora Bonilla es el responsable de su texto y que no le hemos pedido a ChatGPT que rellene una ficha de autor.

Merece la pena leer ambos artículos, tan lejanos a la Viena de Antes del amanecer, y plantearse preguntas exclusivas del mundo de hoy.

Peter Hujar y la primera imagen del Orgullo

Hace unos años leí un libro titulado Los optimistas, escrito por Rebecca Makkai, que narraba los primeros tiempos del sida en Estados Unidos (en concreto, en Chicago). La cubierta del libro era la foto (que está sobre estas líneas) de unos jóvenes que parecían manifestarse en medio de la calle de una ciudad. Sonreían, por lo que imaginé que iba acorde con el optimismo del título.

Después supe, gracias a Arte compacto y su imprescindible pódcast sobre la historia del arte, que la foto era obra de Peter Hujar.

Y finalmente Noemí Díaz Rodríguez escribió un estupendo artículo sobre esta imagen, creada para ilustrar el cartel que buscaba reclutar a gente para unirse a la que se convertiría, en 1970, en la primera marcha del Orgullo celebrada en Nueva York.

Cajón desastre

Después del susto que nos dio a finales de 2024, Raphael ha retomado su gira española. Estrella Fernández-Jiménez explica por qué, si cerramos los ojos y pensamos en el cantante, además de verle entonar seremos capaces de recrear en nuestra mente unos gestos que son solo suyos y que ha ido trabajando a lo largo de su carrera.

No tuvo una acogida tan popular, pero unos años después de Shakespeare enamorado se estrenó una película titulada Belleza prohibida, que narraba la revolución que supuso en el teatro inglés que las mujeres pudiesen volver a subirse a los escenarios.

Y esa época describe precisamente Laura Martínez García en su artículo, centrándose en lo revolucionario que fue que, de repente, en una sociedad tremendamente segregada, las actrices y dramaturgas pudiesen ocupar el espacio público.

Y para acabar cerrando el círculo, volvamos a los 90. Entre mi visita a los Minicines y este 20 de junio la comedia en España ha pasado de venderse en formatos como No te rías que es peor a promocionar los monólogos de Ignatius Farray o, hablando de ocupar el espacio público, a lanzar late nights presentados por mujeres como Henar Álvarez.

Si eso ha pasado en 30 años, ¡qué no habrá pasado en 120! De recopilar, documentar y analizar la historia del humor oral en España desde principios del siglo XXI se encargará a partir de ahora Humcor, el primer archivo digital dedicado a esta especialidad en el país. Doina Repede, su directora, aprovecha para explicar cómo hemos cambiado en esto de reírnos.

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ref. Suplemento cultural: nuestra vida desde Jesse y Céline – https://theconversation.com/suplemento-cultural-nuestra-vida-desde-jesse-y-celine-262532

Ya en la antigua Roma Séneca clamaba contra los turistas

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Freya Higgins-Desbiolles, Adjunct professor and adjunct senior lecturer in tourism management, University of South Australia

Este caluroso verano europeo, las protestas contra el turismo han acaparado los titulares de la prensa, desde Barcelona hasta Venecia, pasando por Mallorca y las islas Canarias. Sin embargo, los disturbios no se limitan a Europa.

Hace unas semanas, en Ciudad de México, varias manifestaciones pacíficas contra el turismo excesivo y la gentrificación por parte de los “nómadas digitales” extranjeros acabaron en violencia cuando un pequeño grupo de participantes destrozó escaparates y saqueó tiendas.

Y a principios de este año, la oficina de turismo de Japón instó a los australianos a cambiar sus viajes a Tokio y Kioto (donde se ha acusado a los turistas de acosar a las geishas) por destinos menos transitados. Los turistas han sido criticados por su mal comportamiento en la Antártida y Bali (donde el turismo representa entre el 60 % y el 70 % de su producto interior bruto).

Aunque el malestar por el exceso de turismo en Europa se remonta al menos a 2017, este año marca un hito: por primera vez, los activistas de todo el continente han coordinado sus protestas. Los lugareños han recurrido a grafitis contra el turismo en Atenas, ataques con pistolas de agua en Italia, Portugal y España, y una marcha acuática contra los cruceros en Venecia. Hasta el punto de que se han emitido advertencias de seguridad para los viajeros que vayan a Europa durante la temporada estival.

Las quejas más habituales se refieren al hacinamiento, la inaccesibilidad de la vivienda y los daños al entorno físico y natural. En otras partes del mundo también preocupan el desequilibrio de las políticas turísticas, la insensibilidad de los visitantes y la especulación inmobiliaria.

Pero las protestas locales contra el turismo no son nuevas. Tienen una larga historia: desde la antigua Roma y el Brighton del siglo XIX hasta Hawái y el Caribe tras el auge del turismo de masas en la década de 1950.

La antigua Roma y el Brighton del siglo XIX

El rechazo a los turistas se remonta a los inicios de las “escapadas”. En el año 51, el filósofo Séneca escribió sobre quienes huían de Roma para ir a la playa:

“¿Por qué tengo que ver a borrachos tambaleándose por la orilla o ruidosas fiestas en barcas […]? ¿Quién quiere escuchar las disputas de los cantantes nocturnos?”.

Esto podría haberlo dicho un lugareño que sufre los excesos alcohólicos del “turismo de despedidas de soltero” en la Ámsterdam actual. El choque cultural entre la vida de los habitantes, centrada en el trabajo y la familia, y el espíritu “despreocupado” de los visitantes es atemporal.

Incluso en la antigua Roma, los lugareños se quejaban de los turistas ruidosos en la playa.
Shutterstock

Los cimientos modernos del turismo actual se establecieron en el siglo XIX, en el Reino Unido. Entre ellos se encontraban la agencia de viajes creada por Thomas Cook, el desarrollo del ferrocarril y los barcos de vapor, y una cultura basada en lo que se conocía como el Gran Tour europeo.

Las protestas y el sentimiento antiturístico se desarrollaron rápidamente.

En el Reino Unido, por ejemplo, los ricos comenzaron a pasar sus vacaciones en la costa. Se construyeron centros turísticos para atenderlos, pero la irrupción de estos recién llegados afectó a menudo la vida de los residentes.

Los disturbios de Brighton de 1827 marcaron uno de los primeros enfrentamientos. Después de que los turistas se quejaran de las redes de pesca que ocupaban la playa y de la presencia hosca de los pescadores, los barcos pesqueros fueron retirados de la costa. Las protestas fueron reprimidas, los barcos desplazados de la playa principal de la ciudad y la sensibilidad de los turistas apaciguada.

Los disturbios contra el turismo en Brighton, Reino Unido, en 1827 protestaron por la retirada de los barcos pesqueros de la costa debido a las quejas de los turistas.
Detroit Publishing Co/Library of Congress/Wikipedia

En la década de 1880, varias protestas tuvieron como objetivo impedir que llegasen trenes llenos de visitantes al pintoresco Distrito de los Lagos del Reino Unido. “Las estúpidas manadas de turistas modernos se dejan vaciar como carbón de un saco en Windermere y Keswick”, escribió el filósofo John Ruskin. Los manifestantes lograron al menos una victoria temporal.

Cruceros, parques temáticos y ‘aloha marketing

Sin embargo, desde la Segunda Guerra Mundial, la catalizadora de las protestas fue la “masificación” del turismo como consecuencia de una industria globalizada y comercializada, cuyos símbolos fueron los cruceros, los aviones jumbo y los grandes parques temáticos.

El turismo de masas fue el resultado del crecimiento de las clases medias, a las que se concedieron vacaciones pagadas. Los sistemas de transporte hicieron que el turismo fuera más barato, más accesible y más amplio. Se desarrolló una cultura en la que ciertos segmentos de la población mundial comenzaron a considerar las vacaciones frecuentes como un derecho, en lugar de un privilegio excepcional.

El libro The Golden Hordes incluye un capítulo titulado “Paradise Rejected” (El paraíso rechazado). En él se documenta el sentimiento antiturístico local desde el Caribe hasta Hawái y Europa. Los autores, Louis Turner y John Ash, relatan violentos incidentes antiturísticos ocurridos en la década de 1970 en lugares como Jamaica.

Los gobiernos solían promocionarse a nivel nacional con “campañas de la sonrisa” para buscar que los turistas considerasen sus naciones como posibles destinos. Esto sucedía mientras muchos de estos países se estaban descolonizando y trazando caminos hacia la independencia.

Los indígenas Kanaka Ma’oli de Hawái llevan décadas protestando, según se ha ido desarrollando la industria. Además, en Hawái el turismo se ha basado en parte en el abuso de su cultura, especialmente en la comercialización del “aloha”, idealizando su forma de vida de forma estereotipada para atraer las fantasías exóticas de los viajeros.

Muchas de las protestas de Hawái tienen lugar en las playas, donde los lugareños informan a los visitantes del contexto político y la crisis de la vivienda provocada por el turismo. A partir de 2004, algunos activistas locales comenzaron a crear “desvíos” para los viajeros, con el fin de compartir con ellos las opiniones de los habitantes locales y contar historias alejadas de la narrativa comercial.

Recientemente, a raíz de la pronta reapertura del turismo tras los incendios de Maui de 2023, los hawaianos decidieron protestar con una “pesca” masiva. Una coalición organizó a los lugareños para colocarse con cañas y aperos frente a los complejos turísticos de la playa de Kaanapali, con el fin de llamar la atención sobre la falta de viviendas permanentes para los residentes y la lentitud de la recuperación tras el desastre.

Este es un claro ejemplo de turistificación, en el que los residentes sienten que se da prioridad al éxito turístico por encima del bienestar local.

Esta época también está siendo testigo de la competencia entre los gobiernos por albergar megaeventos deportivos, en parte por los beneficios turísticos derivados de ellos. Las ciudades brasileñas vivieron varias manifestaciones en protesta por los enormes costes que supuso la celebración de la Copa Mundial de Fútbol de 2014, que fueron reprimidas por los antidisturbios.

Las protestas podrían pronto dar paso a estrategias comunitarias más integrales. Se están organizando movimientos sociales contra el turismo excesivo y la turistificación. Por ejemplo, recientemente se celebró en Barcelona un congreso, convocado por la red global Stay Grounded, que reunió a participantes de toda Europa para crear coaliciones con el fin de empoderar a las comunidades.

Mirando atrás, “antiturismo” podría ser un término erróneo. Los locales no están necesariamente en contra de los turistas ni del turismo. Están en contra de los visitantes irrespetuosos, de una industria impulsada por el crecimiento a cualquier precio y de los gobiernos que no gestionan de forma eficaz en interés de sus residentes locales.

Desde hace mucho tiempo, está claro que tenemos que mejorar, y las comunidades locales, hartas, están tomando cartas en el asunto.

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Freya Higgins-Desbiolles fue cofundadora y participante del Tourism Alert and Action Forum, una red global que defiende los derechos de las comunidades en el turismo (actualmente inactiva). También ha participado en organizaciones de turismo responsable y ético, como la Responsible Tourism Network de Australia (ya desaparecida) y la organización Equality in Tourism (ya no afiliada), y ha colaborado con el Alternative Tourism Group of Palestine.

ref. Ya en la antigua Roma Séneca clamaba contra los turistas – https://theconversation.com/ya-en-la-antigua-roma-seneca-clamaba-contra-los-turistas-262530

No existe una varita mágica para eliminar todo el plástico del planeta

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Jordi Diaz Marcos, Profesor departamento materiales y microscopista , Universitat de Barcelona

Aleksandr Grechanyuk/Shutterstock

En apenas 70 años, hemos pasado de producir dos toneladas de plástico al año (en 1950) a más de cuatrocientas (en 2022). Además, estas cifras se han acelerado en el siglo XXI. Desde el año 2000, se ha fabricado más de la mitad de la cantidad total de plástico existente. Si seguimos esta progresión, se espera que para el 2050 la producción se acerque a los 1 500 millones de toneladas.

De esta enorme cantidad total de plásticos, se recicla menos de un 20 %. Está claro que a los grandes beneficios del plástico les acompaña una terrible mochila: la contaminación ambiental asociada, que cada día es más grande.

¿Y si con una varita pudiéramos eliminar los plásticos?

A pesar de que existe un amplio debate crítico sobre los plásticos, si nos queremos plantear de forma seria, sin demagogia, su sustitución, hemos de implicar a otros materiales como el vidrio, el metal, la madera o la cerámica. Estas alternativas, aunque útiles, presentan desafíos significativos.

En primer lugar, son materiales más pesados, lo que implica costes energéticos más altos. Por ejemplo, una botella de vidrio de un litro puede pesar hasta veinte veces más que una de igual capacidad de plástico.

Por otra parte, ¿qué sería de la deforestación de los bosques si la madera sustituyera a los plásticos y se utilizara de forma masiva? ¿Qué residuos se generarían por la producción masiva de vidrios y metales? Además, producirían residuos de difícil postprocesado y reciclado. La suma de todos estos factores implicaría un impacto muy pernicioso para nuestro planeta.

El caso de los hospitales

Los plásticos han transformado de forma irreversible nuestras vidas, pero su ausencia cambiaría radicalmente nuestra sociedad. Es, por lo tanto, crucial su uso responsable y el desarrollo de alternativas sostenibles para asegurar un futuro más limpio y saludable.

Así, sectores como la medicina o la automoción han evolucionado de una manera exponencial gracias al desarrollo de los plásticos. A todos los críticos de este material, que ven viable su sustitución, les preguntaría: ¿cómo gestionarían un hospital sin plástico? ¿De qué material fabricarían los guantes, tubos, jeringas o las bolsas de sangre y suero? ¿Qué implicaciones tendría la ausencia de plásticos en la seguridad y la higiene en los hospitales?

Es lícito y realista plantear, eso sí, que el plástico de un solo uso se utiliza en exceso en los centros sanitarios. Por ejemplo, un estudio en un hospital del Reino Unido demostró que una simple operación de amigdalitis generaba más de un centenar de piezas separadas de residuos de plástico.

En este momento, el plástico es esencial e insustituible en medicina; sin él se perderían muchas vidas.

¿Irremplazable o usado en exceso?

No solo el sector médico depende del plástico, otros también demandarían soluciones si este se eliminara. Desde el sector alimentario al de servicios o el tecnológico, plantearían preguntas tan básicas como: ¿podríamos mantener el ritmo frenético de crecimiento de dispositivos electrónicos en la sociedad actual? ¿Qué sería de las nuevas tecnologías?

La afirmación de que, sin plástico, nuestro sistema alimentario se desmoronaría es arriesgada, pero bastante realista. ¿Qué tipo de envases tendríamos? ¿Podríamos mantener igual de frescos y seguros los alimentos? ¿Podríamos garantizar el abastecimiento de comida a todos los confines del planeta?

¿Podemos entonces convivir sin plásticos? La respuesta es no, pero esto no es óbice para observar cómo el crecimiento desmesurado e insostenible de su utilización plantea un problema de difícil solución: la contaminación plástica.

La nanotecnología entra en acción

Si queremos tener un equilibrio respecto al uso responsable de los plásticos, debemos repensar fundamentalmente la forma en que los fabricamos, usamos y reutilizamos, para que no se conviertan únicamente en residuos sin uso. La economía circular puede ser un enfoque interesante para lograr este objetivo.

Es aquí donde entran en juego nuevos avances, como la nanotecnología diseñada para detectar cambios microbianos o bioquímicos en los alimentos. En este contexto, diversos equipos de investigación trabajan en “embalajes inteligentes”, que nos proporcionará información sobre el producto que contiene.

También será clave en el futuro la mejora de las técnicas de reciclaje y la apuesta decidida por el reciclaje químico, donde los residuos poliméricos cambian su estructura química para ser utilizados como materia prima en la fabricación de nuevos plásticos. Un enfoque totalmente ajustado a la economía circular. A pesar de sus beneficios, aquí todavía debemos superar ciertas barreras, como las energéticas y las de rendimiento en comparación con el reciclado mecánico.

Cambio de hábitos

Un mundo sin plásticos no es posible, pero un mundo con el actual consumo de ellos, tampoco. Así, una llamada a la acción para poner fin a nuestra dependencia de los plásticos debe ir acompañada de pasos claros y tangibles, con una comprensión de las implicaciones de nuestras elecciones.

Si queremos transitar hacia una economía circular, solo queda alejarnos del modelo actual de “consumir, fabricar, desechar”. Debemos rediseñar productos para que sean más duraderos, reutilizables, reparables y reciclables. ¿Estamos preparados para cambiar nuestros hábitos? La respuesta a esta pregunta marcará nuestro futuro con o sin plásticos.

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Jordi Diaz Marcos no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. No existe una varita mágica para eliminar todo el plástico del planeta – https://theconversation.com/no-existe-una-varita-magica-para-eliminar-todo-el-plastico-del-planeta-260530

El nacionalismo vuelve con fuerza: del siglo XIX al MAGA de Trump

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Manuel Torres Aguilar, Catedrático de Historia del Derecho y de las Instituciones y director de la Cátedra UNESCO de Resolución de Conflictos, Universidad de Córdoba

Un seguidor de Trump lleva la gorra con el lema MAGA. Roschetzky Photography/Shutterstock

La ideología nacionalista nacida a finales del siglo XIX marcó buena parte de la historia desde entonces hasta casi la primera mitad del XX. Ahora está llamando de nuevo a nuestro presente.

Algunos ejemplos actuales revisten elementos compartidos con esa vieja ideología. Uno se viene arrastrando desde hace mucho tiempo: la reivindicación de China sobre Taiwán. Otro lo tenemos a las puertas de Europa desde hace menos tiempo: la aspiración de Rusia a ser la Gran Rusia, con todo lo que ello conlleva.

Los grandes fastos de EE. UU en 2026

Ahora se une a este florecer del nacionalismo excluyente el MAGA –Make America Great Again, “Haz América Grande Otra Vez” en español– de Donald Trump, que va a encontrar en la celebración del 250 aniversario de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de Norteamérica, en 2026, su formulación más integrista y provocadora: la política antiinmigración y el renacido y furibundo nacionalismo MAGA.

Por su parte, en Europa los partidos de ultraderecha tratan de imitar el modelo, reivindicando el sentimiento nacional por encima de cualquier propuesta de multilateralismo o integración y tratando de atacar los cimientos de la Unión Europea con argumentos de lo más pintoresco.

De este modo hacen el trabajo sucio, cual caballo de Troya, al proyecto de Trump de debilitar y, si es posible, romper la Pax Europaea que se construyó sobre las cenizas de más de 55 millones de muertos.

Algunas de las actividades previstas para las celebraciones del próximo año en Norteamérica recuerdan mucho a los desfiles de nibelungos, deidades y mitos pangermánicos, exaltaciones de la pureza aria y demás que llenaron las calles de Alemania en los años previos a la II Guerra Mundial.

EE. UU. va a tener en 2028, una vez más, hasta unos Juegos Olímpicos –en Los Ángeles–, por si faltase algún ingrediente.

No es cuestión baladí el mensaje que quiere transmitirse desde el gobierno trumpista. El proyecto de reescritura de la historia norteamericana que están llevando a cabo –bajo la premisa de que hay que eliminar todas las mentiras introducidas por la cultura de la “izquierda radical”– cumple su deseo de hacer una historia sin historiadores. En ese sentido, se trabaja en una historia que modifique contenidos, museos, archivos y bibliografía, si es preciso, para exaltar el valor de lo propio frente a cualquier otro elemento integrador.

Raíces del nacionalismo

El nacionalismo tal y como lo conocemos no siempre ha acompañado a la humanidad. Es una ideología que apareció entre los años 1880-1914, aunque tiene sus atencedentes tras la Revolución Francesa. El término comenzó a usarse en Francia, Italia y Alemania para definir a los grupos ideológicos de derecha extrema que utilizaban las apelaciones a la patria frente a extranjeros, liberales y socialistas.

La base del nacionalismo es la voluntad de identificar emocionalmente al individuo con los elementos identitarios de su nación, frente a otros a los que considera inferiores, de modo que quien no comparta estos principios sea simplemente un traidor a la patria.

De otra parte, en cuanto a las conmemoraciones, celebraciones, centenarios y demás, no es algo que hunda sus raíces en la memoria de los tiempos. Es un invento también ligado al nacionalismo.

Baste recordar que, por mucho que busque cualquier investigador, no encontrará ninguna referencia al III Centenario del descubrimiento de América, y menos al segundo o al primero. Sencillamente, era algo que no existía en la conciencia política. Los reyes solo celebraban sus cumpleaños, onomásticas y algún que otro asunto religioso. La primera vez que se conmemoró tal efeméride fue en 1892, con motivo de los 400 años del viaje de Cristóbal Colón.

“Patria” y “España” no siempre fueron sinónimos

Con el ánimo de seguir relativizando la fortaleza de estos conceptos, es preciso recordar que en español la palabra “patria” no fue sinónimo de España hasta el siglo XIX, con anterioridad el término se refería a la localidad de nacimiento.

Algo parecido pasa con el italiano y la palabra “paese”. Cuando las comunidades locales tales como la aldea, el pueblo, la comarca iban debilitándose, la patria se convirtió en la metáfora para integrar al imaginario de la nación. La escuela, los nuevos medios de comunicación de masas, incluso la religión, fueron contribuyendo a crear y fortalecer el concepto de la comunidad, del yo frente a la comunidad del otro.

Es paradigmático el caso del Imperio austrohúngaro, en el que la conciencia de pertenencia a una nación no fue incompatible con la idea del apoyo a la monarquía habsbúrgica. Claro está, hasta que saltó por las aires tras la caída del Imperio y las naciones centroeuropeas acrecentaron su idea nacional, que desembocaría en las guerras europeas del siglo XX.

A la altura de 1914 ya no era la gloria individual o la conquista lo que inspiraba a los beligerantes, sino la idea de la amenaza al nosotros, de la agresión del ellos contra nuestra libertad y nuestra civilización. No es casual que la xenofobia encontrara también en este momento su mejor caldo de cultivo. Nuestra victoria ya no era la de nuestra gloria, sino la de la patria.

Solo basta recordar que después de la Gran Guerra, como la patria ya eran todos, se abandonó la idea del campo de batalla y nació el concepto de guerra total que encontraría su cenit en la II Guerra Mundial. En ella, los muertos eran todos, no solo los soldados, y las bombas iban contra todos: niños, mujeres, ancianos, civiles en general. Exactamente como hoy se hacen las guerras, atacando más a las retaguardias, a los civiles, y haciendo a toda la comunidad objetivo militar.

Desgracias en nombre de la nación

La nación, la patria, ha sido desde finales del siglo XIX el origen de las mayores desgracias de la humanidad. En cambio, los proyectos colectivos y de integración –Naciones Unidas, Unesco, Organización Mundial de la Salud, FAO y, por supuesto, la Unión Europea– han traído las épocas de mayor prosperidad y solidaridad mundial o regional y paz.

Advertidos estamos porque tenemos cerca los dos modelos. Después de Napoleón, hasta el nacimiento de los nacionalismos, Europa había vivido en paz. Luego acabó todo. El renovado protagonismo de esta ideología nada bueno puede augurar.

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Manuel Torres Aguilar no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. El nacionalismo vuelve con fuerza: del siglo XIX al MAGA de Trump – https://theconversation.com/el-nacionalismo-vuelve-con-fuerza-del-siglo-xix-al-maga-de-trump-261333

¿Funcionan las mantas refrescantes virales en TikTok?

Source: The Conversation – (in Spanish) – By María Dolores Martín Alonso, Materials Science PhD, IMDEA MATERIALES

nito/Shutterstock

TikTok tiene la asombrosa capacidad de convertir objetos cotidianos en milagros virales. Un día es una crema que borra las arrugas en segundos, al siguiente, una manta que promete noches frescas sin aire acondicionado. Las “mantas refrescantes” son el nuevo fetiche del algoritmo: vídeos con millones de visualizaciones muestran a influencers envolviéndose en tejidos que, según ellos, “absorben el calor corporal”.

Uno de los vídeos más comentados es el del portal SlashGear, que realizó una prueba práctica con una de las mantas virales más vendidas. Dejaron esa manta y una convencional al sol. ¿El resultado? La manta “refrescante” mostraba hasta 6 °C menos en su superficie exterior. A simple vista, parece una victoria… pero la física, como suele ocurrir, pide una segunda opinión.

La bajada de temperatura con la manta

¿Por qué muestra esa bajada en la temperatura si ni siquiera hay contacto humano? La clave está en cómo cada tejido absorbe, refleja o disipa el calor del entorno. Algunos materiales sintéticos, como el nailon o el polietileno modificado, reflejan más la radiación solar o se calientan menos al sol, lo que puede explicar esa diferencia superficial.

Esa diferencia, sin embargo, no garantiza automáticamente una sensación de frescor duradera cuando entramos en contacto con la manta. La sensación de alivio térmico al contacto se debe principalmente a la conductividad térmica. Algunos tejidos, como los mencionados nailon o polietileno, transfieren el calor de nuestra piel de forma más eficiente que otros, como el algodón. Es el mismo principio por el que un pasamanos metálico se percibe mucho más caliente al sol que uno de madera, aunque ambos estén expuestos a las mismas condiciones.

Por eso, muchas personas que prueban estas mantas en una habitación templada dicen que “sí, se nota más fresca”, al menos al principio. Pero esa sensación inicial no dura. En foros como Reddit es fácil encontrar experiencias que contrastan con la euforia inicial. “Los primeros diez minutos, genial. Luego fue como envolverme en papel film.”

El efecto desaparece al romper el equilibrio térmico

Lo que ocurre es que, tras absorber nuestro calor corporal, el tejido alcanza rápidamente el equilibrio térmico. Si ese calor no se disipa, por ejemplo, si estamos tumbados sin ventilación o hace mucho calor ambiental, la manta deja de ser fresca. Es decir, si no hay un mecanismo que mantenga el gradiente térmico, el efecto desaparece.

Sin embargo, hay mantas que sí logran mantener ese gradiente durante más tiempo. Lo hacen gracias a materiales específicamente diseñados para ello. Y ahí es donde entra en juego la física.

La física básica: un cambio de fase

El truco no está en el tejido, ni en la textura, ni en una fórmula secreta al estilo Coca-Cola. Está en un principio básico de la física térmica: el cambio de fase.

Cuando un material cambia de estado (por ejemplo, de sólido a líquido), necesita absorber una gran cantidad de energía sin aumentar su temperatura. Esa energía se llama calor latente de fusión. El ejemplo más cotidiano es el hielo: puede absorber mucho calor al derretirse, pero permanece a 0 °C hasta que se ha convertido en agua por completo.

En el caso de las mantas realmente refrescantes, se utilizan materiales llamados PCM (Phase Change Materials por sus siglas en inglés), diseñados para fundirse a temperaturas cercanas al confort térmico humano, entre 18 y 21 °C. Durante ese cambio de estado, absorben el calor del cuerpo sin calentarse hasta que todo el PCM haya fundido, lo que permite mantener una sensación de frescor durante más tiempo.

Imaginemos que nos tapamos con una manta llena de “cubitos invisibles” que se derriten justo a la temperatura ideal. Mientras lo hacen, se “beben” parte del calor que generamos al dormir. Esa es, literalmente, la esencia de una manta con PCM. Y lo mejor es que, una vez que el material ha terminado de fundirse, se puede “recargar” dejándola en un lugar fresco para que se solidifique de nuevo.

La manta del futuro

Para conseguir estas mantas realmente refrescantes necesitamos echar mano de la ciencia de materiales. No todos los sólidos se funden a temperaturas útiles para el confort humano que, al mismo tiempo, absorban una cantidad significativa de calor. Los PCMs más comunes se dividen en tres grandes grupos: orgánicos, inorgánicos y eutécticos.

Los PCMs orgánicos, como las parafinas, son populares por su estabilidad y bajo coste. Están compuestos por largas cadenas hidrocarbonadas que, al fundirse, absorben calor y se mantienen estables durante muchos ciclos térmicos. Su temperatura de fusión puede ajustarse eligiendo el número de átomos de carbono.

En el contexto de las mantas, estos PCMs se encapsulan en microestructuras, normalmente cápsulas poliméricas, que les permiten pasar de sólido a líquido sin escapar ni dañar el textil. El encapsulado protege al material de la degradación y permite que la manta soporte muchos ciclos sin perder eficacia.

¿Y están ya en el mercado o aún son ciencia de laboratorio?

Los cubitos invisibles ya son una realidad

Aunque hablar de “cubitos invisibles” suene a ciencia ficción, los materiales de cambio de fase ya están presentes en productos reales, no solo en mantas, sino también en ropa deportiva, calzado técnico o arquitectura bioclimática.

En el sector textil, varias marcas han comenzado a comercializar tejidos que incorporan microcápsulas de PCM. Una de las más conocidas es Outlast Technologies, que surgió a partir de colaboraciones con la NASA y aplica estas tecnologías en ropa térmica, sábanas o chaquetas.

Mientras tanto, la investigación sigue avanzando. Las líneas más activas se centran en mejorar la estabilidad a largo plazo, aumentar la conductividad térmica y desarrollar materiales más sostenibles y con el mayor calor latente de fusión por masa posible. El reto ya no es demostrar que funcionan, sino lograr que lo hagan de forma fiable, asequible y cómoda.

Como muchas modas virales, las mantas refrescantes tienen un pie en la realidad y otro en la exageración. Algunas sí funcionan, pero no por arte de magia ni por una “fórmula secreta guardada en un sobre lacrado”, sino gracias a principios bien conocidos de la física y la ingeniería de materiales. Y aunque su efecto no sea eterno ni milagroso, tal vez sea suficiente para pasar una noche de verano sin sudar la gota gorda.

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María Dolores Martín Alonso no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. ¿Funcionan las mantas refrescantes virales en TikTok? – https://theconversation.com/funcionan-las-mantas-refrescantes-virales-en-tiktok-261779

Peligros de la exposición de menores en redes sociales: una moda que debemos y podemos evitar

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Luis M. Rojo Bofill, Facultativo Especialista en Psiquiatría en H. La Fe, Valencia, Spain. Profesor Asociado, Universitat de València

Prostock-studio/Shutterstock

El sharenting, la exposición de información relacionada con menores por parte de sus cuidadores –una práctica que incluye imágenes, vídeos, o datos personales del menor– se ha vuelto cada vez más común.

Aunque el término hace referencia a los progenitores y cuidadores cercanos, atañe también a otras figuras de su entorno, como el profesorado. Todos ellos son referentes y modelos para el menor, quien puede resultar muy vulnerado por esta práctica en auge en las redes sociales.




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Información personal y huella digital

Una fuente de riesgos relacionados con el sharenting es la aportación de información que facilita la identificación e interacción con el menor. Este tipo de datos, como sus gustos o sus rutinas, son susceptibles de ser utilizados por terceros de manera inadecuada.

Además, la acumulación de información sobre la identidad y el pasado de una persona, su huella digital, también puede resultar fuente de muchos problemas. Una imagen comprometida, por ejemplo, podría dar lugar a una situación de acoso escolar, o formar parte de la misma. Por otro lado, compartir datos sobre la salud podría tener consecuencias futuras. Pese a esto, las publicaciones sobre los menores se comparten frecuentemente sin su consentimiento, un fenómeno que se ha disparado en los últimos años.

Esa exposición en redes sociales podría además tener consecuencias psicológicas en los menores, según están empezando a plantear algunos profesionales de la salud mental.




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Sharenting y autoimagen

La importancia que se concede a la imagen o al éxito cuando se genera contenido sobre el menor puede impactar en su manera de percibirse a sí mismo y a lo que le rodea. En estos casos, ese niño o niña es frecuentemente consciente de que su imagen está siendo compartida y, por tanto, juzgada por otros, lo que puede tener especial repercusión en una persona con un autoconcepto y pensamiento crítico que se encuentran en proceso de construcción.

Además, si la imagen es previamente editada, el mensaje que se transmite puede entenderse como: “tal y como eres no es suficiente para ser aceptado; tu imagen debe ser modificada para agradar”. Estos aprendizajes, que en el sharenting son promovidos por el entorno del menor, influyen en cómo la persona se considera y se compara con los demás.




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La mercantilización de los menores

Por otro lado, cuando el contenido en redes sociales está relacionado con menores tiene una mayor difusión. Esto promueve que, en ocasiones, los cuidadores compartan información, buscando más visibilidad, así como beneficios directos o indirectos. Ello supone una mercantilización de la imagen del niño o niña.

Es más, la repercusión aumenta si la información incluye imágenes comprometidas o del menor sufriendo. Aquí, no solo se nutre la huella digital, sino que el cuidador puede llegar a generar situaciones artificiales para grabarles en situaciones desagradables (por ejemplo, creando vídeos en los que se les humilla).

En algunos casos, cuando el pequeño está sufriendo, en vez de responder a su malestar de una manera que les ayude a regular sus emociones, se les graba, propiciando aprendizajes peligrosos sobre cómo gestionar las emociones.




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Desconfianza en su figura de referencia

Las dinámicas que ocurren en torno al sharenting influyen, además, en la relación entre el menor y sus cuidadores. Las situaciones que genera esta práctica puede incrementar la desconfianza hacia ellos. En casos extremos, los niños podrán llegar a dudar de si un paseo responde a un deseo de disfrutar juntos o a una necesidad de generar likes, o incluso de si un regalo es únicamente fruto de una colaboración.

De la misma forma, esta práctica pone en duda los límites de la intimidad propia y de la relación con el cuidador: si como hijo te cuento una experiencia muy personal o si como alumno te escribo una carta que acaba siendo pública, ¿qué parte de mí puedo confiarte? ¿Qué debería dejar de compartir sobre mí con los demás?

Responsabilidad compartida

El sharenting puede llevar la exposición de los menores al extremo, monetizándola, buscando impacto y seguidores. Pero no hace falta llegar tan lejos: una sola imagen ofrece datos de lugares, de edades, etc. Además, la propia fotografía puede ser empleada con finalidades malintencionadas. Por tanto, como profesionales, debemos recomendar evitar compartir datos de los menores en redes sociales.

Como familias, intentemos no subir imágenes de los pequeños de la casa a cualquier red social y, en caso de hacerlo, debería ser siempre de forma consciente, meditada, consentida y responsable. Precisamente ahora, en verano, no podemos dejar de señalar los riesgos potenciales de compartir imágenes o vídeos de menores en playas o piscinas.

Recordemos que esto incluye las fotos de perfil de Whatsapp, red en la que tenemos contactos con los que puede hacer años que no hablamos o con los que no tenemos confianza o son completamente desconocidos. Por eso resulta importante revisar la configuración o evitar poner imágenes con menores.




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Como educadores no debemos subir fotografías del alumnado a nuestras redes, ni a nivel personal ni como centros educativos. Aunque tengamos el permiso de los progenitores, deberíamos buscar otros modos de trasladar nuestras actividades por medios privados o sin exponer a los estudiantes. Al fin y al cabo, compartir experiencias del aula o del centro en redes sociales identificando al menor no responde a ningún objetivo didáctico o pedagógico.

Finalmente, como usuarios de redes sociales, intentemos no viralizar, compartir, comentar o dar like a vídeos, imágenes o a información relacionada con menores. Desde todos los ámbitos de la sociedad podemos contribuir, de un modo u otro, a cuidar a nuestros niños y niñas.

The Conversation

Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.

ref. Peligros de la exposición de menores en redes sociales: una moda que debemos y podemos evitar – https://theconversation.com/peligros-de-la-exposicion-de-menores-en-redes-sociales-una-moda-que-debemos-y-podemos-evitar-261501