Source: The Conversation – (in Spanish) – By Juan Carlos Alvarez, Profesor de Criminalística en el Grado en Criminología. Especialista en Identificación Genética Humana, Universidad de Granada

Este artículo forma parte de la sección The Conversation Júnior, en la que especialistas de las principales universidades y centros de investigación contestan a las dudas de jóvenes curiosos de entre 12 y 16 años. Podéis enviar vuestras preguntas a tcesjunior@theconversation.com
Pregunta formulada por Juan, de 16 años, del IES Sierra de las Villas, Villacarrillo (Jaén)
Si examinas cuidadosamente la punta de tus dedos, observarás una red de curvas, espirales y ramificaciones. Se llaman crestas papilares y permiten que, junto con los surcos que hay entre ellas y las secreciones de nuestra piel (sudor y grasa) se forme un “dibujo” o huella dactilar al tocar un objeto.
El desarrollo de esas crestas papilares se produce en el feto –entre las semanas 10 y 16 de gestación– y depende de la interacción entre nuestros genes, el crecimiento del tejido de la piel y los movimientos, las presiones y la posición del feto dentro del útero.
Este proceso tan complejo hace que ni siquiera los gemelos idénticos tengan las mismas huellas. Aunque eso sirve para que la policía resuelva delitos, en realidad surgieron para ayudarnos a tocar, agarrar y explorar lo que nos rodea.
Tenerlas da muchas ventajas
Las huellas dactilares tienen, por lo tanto, una función básica: nos ayudan a interactuar con el mundo. Los científicos coinciden en que cumplen tres funciones principales:
1. Mejorar el agarre. Las crestas papilares aumentan el roce o fricción, igual que los dibujos de un neumático o tus zapatillas. Gracias a ellas podemos sujetar objetos pequeños o resbaladizos sin que se nos escapen, incluso con las manos húmedas.
2. Distribuir la presión. Al agarrar algo, las crestas reparten mejor la fuerza y evitan que la piel se dañe o se desgaste con facilidad.
3. Aumentar la sensibilidad táctil. Bajo las crestas hay terminaciones nerviosas que detectan vibraciones y texturas muy finas. Las crestas actúan, pues, como “amplificadores” del tacto, permitiéndonos sentir con mucha más precisión.
En otras palabras, nuestras huellas son una adaptación evolutiva que ha hecho posible que manipulemos herramientas, trepemos o toquemos con más eficacia. Gracias a ellas, acciones tan cotidianas como desbloquear el móvil o abrir un tarro resultan mucho más fáciles.
Pero, además, las crestas papilares tienen otra misión: canalizar el sudor. En la cima de muchas crestas se abren los poros de las glándulas sudoríparas ecrinas, que liberan pequeñas cantidades de agua y sales. Esto no solo ayuda a regular la temperatura corporal, sino que también mejora el contacto con las superficies, aumentando la fricción.
De la evolución al laboratorio forense
Aunque nuestras huellas evolucionaron con esos fines táctiles, tres propiedades la convierten en una herramienta indispensable para la identificación humana:

Wikimedia Commons, CC BY
1. Son únicas: cada persona tiene un diseño que hasta el momento nunca se ha visto repetido.
2. No cambian: permanecen invariables toda la vida, salvo que haya heridas muy profundas.
3. Son perennes: aparecen desde antes de nacer y persisten incluso tras la muerte.
Gracias a esto, la dactiloscopia (la ciencia que estudia las huellas, nacida a finales del siglo XIX) se ha convertido en apoyo fundamental en la investigación criminal.
Nacidos sin huellas
Sin embargo, algunas personas nacen con la piel de los dedos completamente lisa. Sufren un trastorno genético muy raro, localizado en el gen SMARCAD1, que recibe el nombre adermatoglifia. Tan infrecuente es este trastorno que las familias afectadas en el mundo se pueden contar con los dedos de una mano… aunque esa mano no tenga huellas.
En realidad, las personas con adermatoglifia llevan una vida normal, pero pueden tener más dificultades para manipular objetos o regular el sudor en esas zonas. En su día a día, pueden encontrarse con obstáculos curiosos: desde problemas en el control de pasaportes, hasta la dificultades para utilizar los sistemas de reconocimiento dactilar en el móvil.
Mucho más que una “firma” biológica
Ahora que conoces todo esto, la próxima vez que desbloquees el móvil con el dedo o dejes tu huella en un vaso, piensa que las huellas dactilares son el resultado de millones de años de evolución que te ayudan a agarrar, a sentir y a explorar el mundo con las manos.
Al fin y al cabo, cada una de nuestras huellas nos susurra un secreto: nacemos únicos, vivimos únicos y dejamos una marca única en el mundo porque no hubo ni habrá nadie como tú.

El museo interactivo Parque de las Ciencias de Andalucía y su Unidad de Cultura Científica e Innovación colaboran en la sección The Conversation Júnior.
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Juan Carlos Alvarez no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.
– ref. ¿Por qué tenemos huellas dactilares y para qué sirven realmente? – https://theconversation.com/por-que-tenemos-huellas-dactilares-y-para-que-sirven-realmente-267462
