Cuestiones a tener en cuenta antes de ‘irse de Erasmus’

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Fernando Díez Ruiz, Professor, Faculty of Education and Sport, Universidad de Deusto

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Cada vez es más común que los universitarios y estudiantes de secundaria deciden cursar parte de su formación en el extranjero. El auge de programas como Erasmus –creado en 1987 por la Unión Europea con el objetivo de estrechar lazos entre jóvenes de distintos países– ha dado lugar a una experiencia que, para muchos, cambia vidas. La popularidad del programa es tal que puede llegar a darse por hecho que pasar un año “de Erasmus” es lo normal, sin que nos paremos a pensar por qué y para qué lo hacemos.

¿Es una oportunidad real de crecimiento personal y académico, o se ha convertido en una vitrina de Instagram o vídeos virales de TikTok? ¿Se eligen destinos exigentes académicamente o, por el contrario, en función de otras consideraciones no académicas?

Si queremos ser fieles al concepto de “viaje de estudios”, hay una serie de cosas que deberíamos plantearnos para no pensar en el Erasmus como unas vacaciones disfrazadas de mérito académico.

Salir para mirar dentro

Estudiar en el extranjero ofrece una experiencia transformadora. Conocer otras culturas, convivir con personas de diferentes orígenes, enfrentarse a un idioma distinto o aprender a gestionar lo cotidiano sin el respaldo familiar obliga a crecer. Lo que parecía una simple movilidad académica se convierte en una prueba de madurez. En esa distancia física con el país de origen, muchos encuentran una forma inesperada de acercarse a sí mismos.

Los estudiantes que regresan suelen ser más autónomos, más resilientes y con una visión del mundo menos centrada en su propio país. Han ampliado su red de contactos, se han enfrentado a retos imprevistos y, en muchos casos, han descubierto vocaciones o inquietudes que no habrían surgido sin esa experiencia.

Ahora bien, ¿hasta qué punto ese crecimiento es realmente académico y no solo vivencial?

El riesgo de la superficialidad

Numerosas publicaciones en redes sociales nos devuelven la imagen de un Erasmus edulcorado: viajes de fin de semana, fiestas interminables, romances fugaces y pocas referencias al estudio. No faltan quienes ven en ello una oportunidad para presumir más que para aprender. El mensaje no es “mira lo que aprendo”, sino “mira lo bien que me lo paso”.

¿No estaremos, sin darnos cuenta, convirtiendo una herramienta educativa en un producto aspiracional más, medido en likes y stories?




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No hay que olvidar que el programa Erasmus nació con una visión profundamente política: crear una generación de europeos que se conozcan entre sí, que compartan aulas, valores y proyectos. En tiempos de tensiones nacionalistas, el Erasmus sigue siendo una herramienta poderosa de integración y cohesión.

Cómo elegir el destino y sacarle verdadero partido

Si bien no existen datos que midan el “compromiso ético” de los estudiantes con el espíritu del Programa Erasmus, sí es posible ayudarles a tomar decisiones más conscientes y provechosas. Estas serían algunas de las pautas a tener en consideración para una experiencia plena de movilidad internacional:

  1. No elegir sólo por el clima o las fiestas. Un destino cálido o de moda no garantiza una buena experiencia académica o personal. ¿Qué quiero aprender? ¿En qué quiero mejorar? ¿Qué ciudad o universidad me lo facilita?

  2. Investigar la calidad docente. Deberíamos revisar el ranking de la universidad y su posicion en nuestra área de estudios (si es buena o no). Algunos rankings que hacen esto son el QS Top Universities, Times Higher Education (THE) World University Rankings, Academic Ranking of World Universities (ARWU)-Ranking de Shanghái, U-Multirank o CWUR–Center for World University Rankings. También las asignaturas ofertadas, el nivel de idioma requerido, las metodologías de enseñanza que utilizan o si hay programas de apoyo a estudiantes internacionales. Es muy útil preguntar a personas que hayan estado allí antes.

  3. Tener en cuenta el contexto cultural. Ir a una ciudad donde se hable un idioma que no dominamos o donde la cultura sea muy distinta puede parecer arriesgado, pero también es una oportunidad única de salir de nuestra zona de confort y crecer.

  4. Ser honesto con uno mismo. ¿Buscar un Erasmus para descansar de la presión academica o para reinventarnos? Los dos objetivos son válidos, pero es importante tenerlos claros para no frustrarnos ni idealizar la experiencia.

  5. Prepararse antes de llegar. Aprender lo básico del idioma local, informarse sobre el coste de vida, el transporte, el alojamiento y las costumbres son cuestiones vitales. Cuanto más preparados vayamos, más autonomía ganaremos.

  6. Llevar un diario, blog o proyecto personal. Muchos estudiantes valoran haber documentado sus aprendizajes, sus cambios o sus decisiones durante la estancia. Puede ser en forma de vídeo, diario, blog o portafolio.

  7. Implicarse. Participar en actividades culturales, deportivas, tutorías, programas de voluntariado o asociaciones estudiantiles nos puede ayudar a sacar el máximo partido. Cuanto más demos, más recibiremos.

Es importante también tener en cuenta que el período para apuntarse suele ser desde noviembre a enero del curso anterior. Se tienen en cuenta las notas de los candidatos y su nivel de idioma de destino (se solicitan certificados oficiales). Lo normal es establecer para la elección de destino un orden del mejor posicionado al peor.

Más que una experiencia

Irse fuera a estudiar puede ser una oportunidad de oro para conocerse mejor, ampliar horizontes y crecer como persona. Pero no garantiza nada si no se vive con intención. Depende de cada uno aprovechar la experiencia para algo más que acumular fotos.

El programa Erasmus no es –ni debe ser– solo una aventura juvenil. Es mucho más que vivir una experiencia. Es una inversión en ciudadanía, en madurez y en construcción de puentes. Quienes la viven con autenticidad, difícilmente regresan siendo los mismos.

Elegir bien el destino, reflexionar sobre el propósito real de la estancia y no huir de la exigencia académica puede marcar la diferencia entre una experiencia significativa y una simple escapatoria.

The Conversation

Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.

ref. Cuestiones a tener en cuenta antes de ‘irse de Erasmus’ – https://theconversation.com/cuestiones-a-tener-en-cuenta-antes-de-irse-de-erasmus-256246