Más humedades, menos luz, más ruido y más criminalidad: la precariedad habitacional fomenta la delincuencia

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Jonathan Torres Téllez, Profesor de Derecho Penal y Criminología, Universidad de Sevilla

Rodrigo Pukan/Shutterstock

La vivienda está en el centro del debate público en España. La atención se concentra sobre todo en la creciente dificultad de acceso a una (la edad de emancipación supera los 30 años de media, una de las más alta de Europa).

Sin embargo, el problema de la asequibilidad está invisibilizando otros aspectos de la vivienda que también son importantes para el bienestar de las personas, como su deterioro.

Según Eurostat, en 2020 el 19,7 % de la población española vivía en una vivienda con goteras o humedad (en 2023 este porcentaje se incrementó hasta el 23 %), unos valores superiores a la media europea (13,1 %).

Por su parte, el Instituto Nacional de Estadísticas también señalaba ese mismo año que un 10,8 % consideraba que su vivienda era demasiado oscura y que un 22,1 % tenía problemas de ruido.

Esta precariedad física de la vivienda causa molestias diarias a sus residentes. Pero es que también produce efectos negativos sobre la salud física y mental, según la literatura científica: mayor riesgo de enfermedades, estrés, ansiedad y conflictos interpersonales. Pero ¿y si también aumenta la delincuencia?

Qué ocurre cuando se deteriora el bienestar

La vivienda es un elemento material fundamental para las personas. En ella es donde desarrollamos nuestras vidas, llevamos a cabo los primeros procesos de socialización, ejercemos nuestra autonomía y nos proporciona un refugio que protege tanto nuestra privacidad como nuestra seguridad.

Cuando no reúne unas condiciones mínimas de habitabilidad y no se puede solucionar por falta de recursos económicos, se produce lo que se denomina “privación de vivienda”. Esta situación deteriora el bienestar de las personas e incrementa el riesgo de pobreza y exclusión social, lo que puede afectar a los niveles de criminalidad.

Esto último sucede porque las condiciones precarias de la vivienda son una forma más de desigualdad socioeconómica. Y según la economía del delito, esto favorece la delincuencia. Por un lado, se incrementa la motivación y las potenciales recompensas de los delincuentes al tener menos oportunidades de una vida digna. Por otro, aumenta la tensión social y erosiona los lazos comunitarios, creando controversias sociales que fomentan los actos delictivos.

Entre 2017 y 2020 se produjo un deterioro de las condiciones físicas de la vivienda en España. Esto supuso que la privación severa de vivienda se multiplicase por tres en apenas cuatro años, afectando al 3,4 % de la población total, según Eurostat. Esta evolución coincide justamente con un ligero repunte en la delincuencia en ese mismo periodo, tras cinco años consecutivos de descenso.

A más hacinamiento y falta de luz, más posibilidades de robos

Para examinar esta posible relación hemos analizado datos de 16 comunidades autónomas entre 2013 y 2019 en una investigación reciente, con especial atención a los delitos patrimoniales (robo con fuerza o violencia, hurto, etc.). Las condiciones físicas de la vivienda que tenemos en cuenta parten del indicador de privación de vivienda de Eurostat, que incluye también aspectos relacionados con la asequibilidad de la vivienda y su entorno: hacinamiento, temperatura no adecuada, falta de luz, ruidos y contaminación.

Los resultados que obtenemos muestran asociaciones significativas entre determinadas condiciones de la vivienda y la criminalidad. En particular, la falta de luz y el hacinamiento destacan por su relación positiva con hasta cuatro de las seis categorías delictivas analizadas (robo con violencia, hurtos, robo con fuerza y robo de vehículos).

Una posible explicación es que estas variables apuntan hacia la importancia de que se produzcan situaciones ideales para la comisión de un delito. Es decir, la poca iluminación reduce la visibilidad y la vigilancia, lo que dificulta detectar al delincuente. Y la mayor densidad residencial aumenta el número de potenciales víctimas y reduce el control vecinal, generando un caldo de cultivo para la inseguridad.

Otro dato destacable es la relación positiva entre la asequibilidad de la vivienda y la delincuencia total, especialmente con los delitos patrimoniales. Parece indicar que el problema de acceso a la vivienda en España podría estar afectando a la delincuencia por distintos motivos que requieren más investigación: incremento de la tensión social, entornos vulnerables, retraso de las etapas vitales como la emancipación, etc.

¿Sucede por igual en todas las provincias?

Una de las principales limitaciones del análisis es que se realiza a nivel regional. Esto impide identificar dinámicas a escala local que se producen en barrios o ciudades concretas. Esta limitación debe señalar el camino de las futuras investigaciones.

Si entendemos que la vivienda es un espacio de protección y seguridad, entonces su mejora puede convertirse en una herramienta efectiva para reducir la delincuencia y reforzar la cohesión social. Para ello los ayuntamientos y gobiernos autonómicos son claves mediante actuaciones como la rehabilitación urbanística o facilitar el acceso a una vivienda digna.

The Conversation

Jonathan Torres Téllez no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. Más humedades, menos luz, más ruido y más criminalidad: la precariedad habitacional fomenta la delincuencia – https://theconversation.com/mas-humedades-menos-luz-mas-ruido-y-mas-criminalidad-la-precariedad-habitacional-fomenta-la-delincuencia-262190