Source: The Conversation – (in Spanish) – By Ascensión Vicente Hernández, Profesora Titular de Ortodoncia, Universidad de Murcia
El chupete y el dedo son grandes aliados del consuelo infantil, pero también pueden afectar la salud bucal. Si se mantienen más tiempo del recomendable, estos hábitos de succión pueden alterar el crecimiento de los maxilares y la posición de los dientes. Saber cuándo y cómo retirarlos es fundamental para evitar problemas futuros.
Succionar para sobrevivir; succionar para calmar
La succión comienza siendo un reflejo, es decir, una respuesta motora involuntaria. Se observa por primera vez en los fetos a las 14 semanas de gestación hasta que, a medida que el cerebro madura, el comportamiento se vuelve voluntario (entre los 4 y 6 meses de edad).
Este reflejo es fundamental para que el recién nacido pueda alimentarse, pero no tiene el mismo fin cuando los bebés crecen un poco y succionan el chupete o el dedo. Por eso los llamamos hábitos de succión no-nutritivos.
¿Qué encuentra el niño en ellos? Algo muy importante: consuelo y relajación. Y si el menor está en calma, también lo están los padres. Algunos estudios han evidenciado cómo el uso del chupete se asocia con menor estrés materno, una mejor relación madre-hijo y una percepción más positiva de la afectividad del niño.
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Entonces, ¿por qué alterar la calma familiar retirando estos hábitos? Porque si se mantienen en el tiempo pueden afectar al desarrollo de dientes y maxilares.
Los efectos de succionar el chupete y el dedo son parecidos. Lo que solemos encontrar en los niños que lo siguen practicando cuando se van haciendo mayores son unos dientes superiores separados y con inclinación hacia fuera. En cambio, los dientes inferiores se inclinan hacia la lengua.
También se altera el crecimiento del maxilar, haciendo que desarrollen un maxilar más estrecho de lo normal. El hueso no crece bien porque, cuando en la boca se introduce el chupete o el dedo, la lengua deja de estar en contacto con él. Y es ella el principal estímulo para su crecimiento.
Si el maxilar es más estrecho de lo normal, a veces la mandíbula se desvía para que puedan contactar los molares. Si no se corrige en edades tempranas, esto puede provocar una asimetría facial.
Otra característica que vemos en las bocas de estos niños es lo que nosotros llamamos “mordida abierta anterior”, un espacio entre los dientes superiores e inferiores a nivel vertical. A edades tempranas, a veces solo es un problema dentario, pero en otras ocasiones puede deberse a una alteración del crecimiento, necesitando en estos casos un tratamiento más complejo.
Cuanto más tiempo esté el chupete o el dedo en la boca, mayores serán sus efectos. Y, al contrario de lo que piensan muchos padres, el uso del chupete durante el tiempo dedicado al sueño sí tiene efectos, debido a las muchas horas en las que ese objeto está actuando. No olvidemos que un niño de entre 3 y 5 años suele dormir de 10 a 13 horas al día.
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Cuándo y cómo decir adiós al chupete y al dedo
Lo ideal es que estos hábitos cesen alrededor de los 2 años, momento que suele coincidir con la erupción de la última muela de leche. Si se eliminan en torno a esta edad, los efectos son leves y suelen revertir con el propio crecimiento del niño. A partir de ese momento, cuanto más se alargue en el tiempo su retirada, las consecuencias irán siendo más evidentes y el hábito se irá consolidando.
Generalmente, alrededor de los 2 años no suele ser complicado eliminar estos comportamientos, sobre todo el chupete. Se puede ir retirando paulatinamente o de manera tajante, en función de cada niño. En ambos casos se requiere firmeza y paciencia. Es aconsejable que los progenitores celebren los logros de sus pequeños y les ofrezcan alternativas, como un peluche para dormir.
Si el hábito persiste y hay posibilidad de razonar con el niño, se pueden emplear refuerzos positivos o establecer un sistema de recompensas por los logros conseguidos. Cuando ninguna de las anteriores estrategias resulta suficiente, es necesario colocar un aparato en la boca.
No obstante, no podemos olvidar que lo más importante de todo es que el niño esté convencido de que quiere dejar el hábito. Como, normalmente, la succión del dedo es más difícil de retirar que el chupete, los padres deben estar atentos para que el niño no sustituya ese objeto por el dedo.
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El dedo como refugio
Como apuntábamos, en ocasiones, el hábito de succión digital es muy difícil de eliminar, ya que existen factores psicológicos asociados. También puede ocurrir que, tras años de la eliminación de la costumbre, el niño comience a hacerlo de nuevo.
Esto suele suceder tras situaciones que pueden ser traumáticas para el menor,
como la muerte de un familiar cercano, durante el divorcio de los padres o debido a problemas en el colegio. Es decir, en el momento que se genera tensión emocional en el niño, éste se refugia en el dedo para liberarla.
Cuando llega la adolescencia, el hábito de succión digital persistente suele ser sustituido por el de morderse las uñas.
Como muestra la evidencia, chuparse el dedo o usar chupete es habitual durante los primeros años de vida porque ayuda a los más pequeños a sentirse seguros y a calmarse. Pero si el hábito se mantiene, puede afectar al desarrollo orofacial. Además, es importante fijarse si el gesto es solo costumbre o si sirve de consuelo frente a la ansiedad, la inseguridad o la falta de apoyo emocional.
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Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.
– ref. ¿Cuándo eliminar el chupete o evitar que el bebé se chupe el dedo? Una guía para madres y padres – https://theconversation.com/cuando-eliminar-el-chupete-o-evitar-que-el-bebe-se-chupe-el-dedo-una-guia-para-madres-y-padres-268531
