Source: The Conversation – (in Spanish) – By Irene Gassín Mondaca, Profesora de Enseñanza Bilingüe en el Máster en Profesorado, Universidad Pablo de Olavide

Cada vez es más frecuente que los padres decidan criar a sus hijos en un idioma que no es ni su lengua nativa ni la lengua de la sociedad en la que viven. Por ejemplo, en España resulta cada vez más común escuchar a padres españoles hablando a sus hijos en inglés en el parque o a la salida del colegio. A menudo, son padres que han logrado un nivel avanzado en inglés tras muchos años de esfuerzo y que pretenden ahorrarles ese “sufrimiento” a sus hijos o abrirles las puertas a un mundo cultural internacional.
Este fenómeno, conocido como “bilingüismo no nativo” o como “inmersión lingüística en el hogar”, no es nuevo ni se da solo en España. Los primeros casos datan de los años 60, y se ha constatado la práctica en más de 14 países, entre los que destacan Eslovaquia, España, Turquía, Polonia y Corea.
Los precursores del fenómeno
El primer caso documentado de inmersión lingüística en el hogar se remonta a 1965, en la antigua Yugoslavia. A lo largo de siete años, el lingüista N. R. Dimitrijević (nativo de serbio) habló con su hijo únicamente en inglés y analizó el desarrollo lingüístico del niño en serbio (lengua del entorno) y en inglés.
La práctica no tuvo ninguna repercusión negativa en el nivel de serbio del niño. No obstante, este autor sí observó que su hijo entendía el inglés mejor que lo hablaba, y que además su nivel en esta lengua iba disminuyendo poco a poco a medida que su entorno social fue adquiriendo mayor peso, especialmente los amigos del colegio. Esto consolidó el serbio como su lengua dominante.
En la Australia de los años 70, un profesor de alemán llamado George Saunders crió a sus tres hijos en alemán (pese a que él era nativo en inglés) y analizó su desarrollo lingüístico a lo largo de 12 años con vídeos y pruebas de nivel. En este caso, los niños alcanzaron un gran dominio en ambos idiomas, comparable al de otros niños bilingües de padres nativos. Este autor recogió su experiencia en dos manuales, de lectura recomendada.
Tras estos dos casos pioneros, el interés académico sobre esta política lingüística familiar fue cada vez mayor, intensificándose en la última década. En un reciente proyecto, hemos realizado una revisión sistematizada de lo investigado, analizando los 46 estudios y 13 manuales que han tratado la inmersión lingüística en el hogar hasta la fecha. Estos resultados pueden organizarse en torno a los tres grandes agentes implicados: los padres, los niños y el entorno social.
Los padres: miedos y estrategias
Miedos recurrentes de los padres a la hora de tomar esta decisión son transmitir errores lingüísticos que los niños heredarán (al no tratarse de un idioma nativo) o provocar un retraso en el lenguaje de los niños por confundirlos con dos lenguas. Esto no es nuevo: en las primeras décadas del siglo XX, el bilingüismo familiar se consideraba una práctica poco recomendable e incluso perjudicial para el desarrollo lingüístico e intelectual de los niños, aunque se tratase de una familia en la que los progenitores tuvieran lenguas maternas distintas (por ejemplo, una madre china y un padre francés).
A finales de siglo, sin embargo, ya se demostró que el bilingüismo no resulta negativo para el desarrollo de los niños, y recientemente incluso que puede llegar a ser igual de beneficioso que otros estímulos intelectuales, como la música. Dicho esto, los padres que se decidan por esta práctica deben considerar si se sentirán cómodos en todos los escenarios que la crianza involucra, que van desde gestionar una rabieta y cantar una canción infantil hasta tratar temas complejos como política y religión. Puede que estos padres nunca se hayan enfrentado a esos contextos, pero podrán adquirir el vocabulario necesario a través de vídeos, libros o consultas a amigos.
En cualquier caso, los errores lingüísticos menores no deberían ser una preocupación, puesto que los niños escucharán el inglés de muchas más fuentes que neutralizarán esa transmisión (películas, cuentos, canciones, otros hablantes, etcétera).
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Otra decisión es la política lingüística familiar concreta. ¿Serán uno o los dos progenitores los que hablarán la lengua extranjera, o lo harán solo en determinados lugares o rutinas? Ante esto, es importante aclarar que se suele establecer como guía que para que un niño sea bilingüe ha de escuchar la lengua minoritaria un mínimo del 25 % de las horas que pasa despierto.
Por otro lado, ¿se usarán técnicas más monolingües (como fingir que no entienden el español si su hijo se dirige a ellos en esa lengua) o más bilingües (como seguir adelante en inglés, como si nada)? En principio, son las primeras las que más éxito tienen en el desarrollo lingüístico de los hijos, aunque hay que tener en cuenta siempre el bienestar de los niños y la armonía del hogar. Es decir: si usar una estrategia más estricta causa estrés o frustración en el niño, será conveniente usar otra mas flexible.
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Por último, serán muy importantes los recursos de apoyo externos que favorecen que los niños se expongan a otras fuentes escritas y auditivas en la lengua extranjera, además de la de los padres: libros o cuentos en inglés, series o dibujos en la televisión, canciones, tutores privados o incluso viajes al extranjero en familia.
Los niños: su desarrollo lingüístico en las dos lenguas
La mayoría de los estudios concluye que el desarrollo lingüístico de los niños bilingües por inmersión lingüística en el hogar es comparable al de otros niños bilingües o monolingües. En etapas tempranas ocurren fenómenos como la interferencia lingüística (por ejemplo, el uso de palabras que se parecen en inglés y en español o estructuras que se calcan de una a otra lengua). No obstante, al poco tiempo los niños controlan este valioso recurso de transferencia lingüística.
En todos los estudios, sin embargo, se describe el mismo patrón: la lengua del entorno suele acabar consolidándose como la dominante. Así, el inglés, en el caso de un contexto español, tiende a ocupar una posición subordinada. Los niños muestran más capacidad para entenderlo que para hablarlo, debido a las escasas oportunidades de entrar en contacto con este idioma en comparación con el español. Este desequilibrio se acentúa cuando entran en el colegio y comienzan a socializar con otros niños y adultos en español. Por esta razón, la apuesta más segura sería que los dos progenitores hablen la lengua extranjera en casa, estrategia conocida como “lengua minoritaria en el hogar”.
Por último, son pocos los estudios que se centran en los sentimientos de los niños. Aunque la experiencia suele ser positiva, en algunos casos se menciona un cierto rechazo o resistencia hacia el uso del inglés en el hogar, especialmente cuando los niños entran en el colegio. Es ahí cuando empiezan a ser más conscientes de su realidad lingüística y se dan cuenta de que sus padres saben hablar la lengua que se habla en el colegio y que hablan sus amigos. En ocasiones, estas dificultades llevan incluso al abandono de la práctica de la inmersión lingüística en el hogar por parte de las familias.
La sociedad: el impacto del entorno
La sociedad desempeña un papel bastante relevante en este tipo de bilingüismo. Frecuentemente, las personas del entorno no comprenden por qué una familia iba a renunciar al uso de su lengua materna.
Cuestiones como la identidad o la transmisión de emociones, a menudo muy ligadas a la lengua materna, entran en juego en este tipo de debates, aunque en ninguno de los 59 estudios se identifica el problema de la falta de afecto. Es más, frente a la inmersión lingüística en el hogar en lenguas no nativas pero que tienen gran difusión (como el inglés), hay casos constatados de familias que han criado a sus hijos en esperanto, una lengua artificial o planificada.
En contraposición, hay familias que sí reciben un apoyo social que refuerza la práctica de la inmersión lingüística en el hogar. En estos casos, la armonía familiar no se ve afectada, y se pueden concentrar los esfuerzos en la transmisión de la lengua.
Hacia dónde vamos
¿Merece la pena todo este esfuerzo? ¿Aprenden mejor los niños una segunda lengua si se emplea la inmersión lingüística en el hogar? Los testimonios de los padres estudiados así lo indican. Incluso los que abandonan la práctica afirman que ha sido una experiencia muy enriquecedora de la que no se arrepienten.
No obstante, son pocos los autores que realizan medición lingüística del nivel de los niños, y se confía en la percepción de los padres. Por ello, si ha llevado a cabo la inmersión lingüística en el hogar o conoce a alguien que lo haya hecho, le invitamos a participar en nuestra investigación. Queremos analizar qué factores resultan clave para un desarrollo adecuado y cuáles son las estrategias más efectivas. Su colaboración es fundamental.
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Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.
– ref. Criar a los hijos en una lengua no materna: lo que dice la ciencia – https://theconversation.com/criar-a-los-hijos-en-una-lengua-no-materna-lo-que-dice-la-ciencia-268113
