Las empresas con buena reputación atraen talento, clientes y dinero

Source: The Conversation – (in Spanish) – By M. Dolores Guerrero-Baena, Profesora Titular de Universidad. Área de Economía Financiera y Contabilidad. Universidad de Córdoba., Universidad de Córdoba

Javier Bermúdez Zayas/Shutterstock

Detrás de más del 99 % del tejido empresarial español no hay grandes corporaciones sino historias de esfuerzo: la panadería de toda la vida, la startup innovadora del compañero de colegio o el taller de confianza de la familia. Estas pymes generan alrededor del 60 % de la riqueza nacional.

Sin embargo, en un mercado globalizado y dominado por grandes empresas que pueden gastar cientos de miles de euros en marketing, ¿cómo pueden competir estas empresas? La respuesta la encontramos en un activo intangible inmensamente poderoso: su reputación.




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La reputación como ventaja competitiva

La reputación empresarial no puede ser vista como un lujo reservado a las grandes multinacionales, sino como una herramienta estratégica y fundamental para la supervivencia y el crecimiento de las pymes.

En los últimos años han aumentado las investigaciones sobre el tema. Este boom no es casual: en un entorno digital, donde la opinión de un cliente puede viralizarse en segundos, gestionar lo que se dice y se piensa de una empresa es más crucial que nunca.

Desde las universidades de Jaén y Córdoba, analizamos más de 260 artículos académicos sobre reputación en pymes. Nuestro objetivo ha sido entender qué sabemos, qué falta por investigar y cómo podemos ayudar a las pymes para aprovechar este superpoder.

Teorías sobre reputación corporativa

La investigación académica se apoya en varias teorías que explican la importancia de la reputación empresarial. Una de las más utilizadas es la teoría de la empresa basada en los recursos y las capacidades, que considera la reputación como un activo estratégico difícil de imitar por la competencia.

También es clave la teoría de las señales, según la cual, una buena reputación funciona como una señal de fiabilidad para clientes, proveedores e inversores. Otra teoría, la de la legitimidad, plantea que la reputación garantiza la aceptación del negocio por parte de la sociedad.

Otra cuestión fundamental para las pymes, y especialmente en las que son empresas familiares, es que la reputación del fundador o de la familia se transfiere directamente a la empresa. Se crea así un vínculo de confianza personal que las grandes corporaciones no pueden copiar.

La reputación también está ligada a dos conceptos:

  1. Identidad corporativa: cómo se ve la empresa por dentro, cómo la perciben sus empleados.

  2. Imagen de marca: cómo se ve la empresa desde fuera.

Cuando identidad corporativa y marca están alineadas, la reputación se fortalece y, generalmente, los beneficios crecen.




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El impacto en el bolsillo

Un reciente estudio del Centro de Finanzas Sostenibles y Responsables de España, en colaboración con la Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa, revela que 3 de cada 4 pymes cree que llevar a cabo acciones ASG (ambientales, sociales y de gobernanza) proporciona beneficios. El principal, la mejora de la reputación.




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Además, no solo se tienen que llevar a cabo esas acciones, sino que también se deben comunicar: “lo que no se cuenta, no cuenta”. Y más cuando la sostenibilidad es una preocupación muy presente en la sociedad.

Una buena reputación tiene efectos económicos tangibles: los clientes están dispuestos a pagar más por productos y servicios de empresas en las que confían. Además, inversores y entidades financieras valoran la reputación como un indicador de confianza. Una buena imagen se traduce en menores costes a la hora de conseguir préstamos y en una mayor facilidad para atraer a inversores, incluso en los mercados bursátiles.

De hecho, para las pymes más grandes que deciden salir a bolsa, la reputación es fundamental. En las ofertas públicas iniciales, donde los inversores no tienen un historial de rendimiento bursátil, la reputación de la empresa influye sobre el éxito de la operación.

Los grupos de interés, la clave

La reputación no se construye en el vacío. Empleados, clientes, proveedores, comunidades locales… los conocidos como stakeholders influyen en cómo se percibe una empresa. Al fin y al cabo, la reputación no es algo que la empresa posea sino una percepción en la mente de sus grupos de interés. Por ello, crearla y mantenerla es vital para la pyme.

El empleado orgulloso de su empresa es el mejor embajador. Una buena reputación como empleador atrae y retiene talento, reduce el absentismo y aumenta la productividad de sus trabajadores. Además, la confianza de los clientes genera lealtad a la marca. En la era digital, gestionar la reputación online a través de las redes sociales y las reseñas es imprescindible para que confíen en ti.




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Invertir en reputación es invertir en futuro

En definitiva, los consumidores valoran la transparencia, el compromiso y el saber hacer de las empresas. De ahí que las pymes no puedan ignorar la importancia de su reputación.

Mientras los gigantes invierten en grandes campañas de comunicación, las pymes cuentan con un superpoder más cercano y auténtico: la implicación personal de sus dueños, su conexión con la comunidad y su capacidad para construir relaciones basadas en la confianza. No se trata de gastar más, sino de gestionar mejor. Y eso empieza por entender que la reputación no es un lujo, sino una necesidad.

Una reputación sólida permite a las pymes diferenciarse, fidelizar clientes, atraer talento y acceder a mejores condiciones de financiación. La buena “fama”, construida sobre la calidad, la confianza y la innovación, es un recurso valioso (y difícil de copiar por la competencia). En un mundo que valora cada vez más la autenticidad, puede que la reputación sea un activo intangible. Pero sus efectos son muy tangibles. Por ello, cuidarla es una de las inversiones más rentables para las pymes.

The Conversation

El estudio publicado en la revista Review of Managerial Science ha sido financiado a través del Proyecto de Investigación del Ministerio de Ciencia e Innovación (Gobierno de España) “La información financiera y no financiera como herramienta en la gestión reputacional” (PID2021-124494NBI00).

ref. Las empresas con buena reputación atraen talento, clientes y dinero – https://theconversation.com/las-empresas-con-buena-reputacion-atraen-talento-clientes-y-dinero-261834

Más allá de Freud: Edipo y Electra en los adolescentes de hoy

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Joan Tahull Fort, Profesor de sociología de la educación, Universitat de Lleida

YAKOBCHUK VIACHESLAV

A los 16 años, Marta no podía soportar a su madre. Todo lo que decía le parecía una crítica. Su forma de vestir, sus opiniones, incluso el modo en que le servía la comida: todo lo interpretaba como juicios personales hacia ella. Era como si estuvieran en una guerra constante donde cualquier frase podía iniciar una discusión.

En cambio, con su padre era otra persona: se mostraba dulce, receptiva y buscaba su aprobación constantemente. Para muchos adultos, este tipo de situaciones es solo parte de “la edad del pavo”. Sin embargo, desde una mirada psicológica, estos gestos pueden reflejar un proceso más profundo: una etapa simbólica que todo adolescente atraviesa a su manera.

Se trata del proceso de separación-individuación, conocido en el psicoanálisis clásico como complejo de Edipo o Electra, y que hoy se reinterpreta como una fase natural del desarrollo emocional en la que el adolescente busca diferenciarse psíquicamente de sus figuras parentales. Ya no se concibe necesariamente ligado a la sexualidad o al deseo, sino a la necesidad de construir una identidad autónoma.

Una tensión necesaria para crecer

Este conflicto, originalmente descrito por Freud, suele ubicarse en la primera infancia, pero en la adolescencia se experimenta de nuevo con otros matices. El adolescente deja de ver a sus padres como figuras omnipotentes y comienza a cuestionarlos, compararse con ellos, rivalizar e incluso idealizar.

Hoy, además, este proceso se ve influido por la exposición constante a redes sociales y entornos digitales, donde los adolescentes encuentran nuevos modelos de identidad, valores y formas de relación que pueden chocar o alejarse de los de su familia. Este proceso es conflictivo, pero esencial; representa el primer paso hacia la autonomía emocional y la identidad adulta.




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Redefinición de vínculos

Álex, de 17 años, siempre tuvo una relación cercana con su madre. Pero desde hace un año, cualquier gesto suyo le resulta irritante. La percibe como invasiva, controladora y, sobre todo, incapaz de entenderlo. En cambio, con su padre, que está menos presente, mantiene una relación ambivalente. A veces lo admira profundamente; otras veces lo desafía. Cuando lo supera en algún juego o discusión, siente una victoria que va más allá del momento: es la prueba de que ya no es un niño.

Este tipo de dinámicas, lejos de ser una excepción, son hoy entendidas como expresiones de un cambio estructural en la identidad y la transición a la vida adulta. Es un momento en el que el joven deja de identificarse de manera exclusiva con sus padres para buscar —o crear— sus propios referentes. Este proceso se conoce como redefinición de vínculos primarios y construcción de la autonomía relacional.

Del mito freudiano a la adolescencia de hoy

Freud planteaba que durante la infancia el niño desarrolla un vínculo emocional fuerte con uno de sus progenitores y una rivalidad inconsciente con el otro. Esa tensión se resuelve al aceptar los límites impuestos por la realidad –por ejemplo, la imposibilidad del deseo incestuoso– y al interiorizar figuras de autoridad.

Hoy se sabe que la resolución de estos conflictos no sigue un patrón universal ni sexualizado. Las relaciones familiares son más diversas, incluyendo familias monoparentales, homoparentales y composiciones multigeneracionales. A esto se suman cambios en los modelos de crianza, más dialogantes y menos jerárquicos, que ofrecen a los adolescentes mayor espacio para expresarse, pero también más responsabilidad emocional antes de estar totalmente preparados.




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Límites internos ante la influencia materna o paterna

Lo que no cambia, incluso en los distintos tipos de familias, es que todo adolescente necesita aprender a poner sus propios límites internos –decidir hasta dónde se deja influir–, diferenciarse emocionalmente de sus padres para no vivir bajo su sombra y buscar otras figuras de referencia, dentro o fuera de la familia, que le ayuden a construir su identidad.

Este proceso no es un trastorno, sino un ritual social y psicológico de separación e individuación. Si en la infancia el niño dependía emocionalmente de sus padres, en la adolescencia necesita liberarse de esa dependencia para construir su identidad. El conflicto tiene una función: ayuda a romper los lazos simbólicos de fusión y a establecer una distancia saludable. Y no se da necesariamente con el progenitor del mismo sexo, sino con quien representa la autoridad, el control o la sobreprotección, sea quien sea. En otros casos, aparece una idealización del otro progenitor o de una figura externa, que actúa como espejo de los deseos del adolescente.

Ambos comportamientos, el rechazo y la idealización, pueden combinarse, como en el caso de Marta, que se distancia de su madre mientras idealiza a su padre, pero también pueden darse por separado: hay adolescentes que idealizan al progenitor menos involucrado. Lo esencial no es la forma concreta que adopta, sino la función simbólica: diferenciarse de quien ejerce control y apoyarse en otra figura que ofrezca un espejo para construir la propia identidad.

¿Qué pasa si no se resuelve?

No todos los adolescentes logran atravesar este periodo con facilidad. En algunos casos, especialmente cuando no se da esa rebeldía o se reprime, quedan atrapados en una lealtad inconsciente que les impide despegar. Jóvenes que siguen buscando aprobación excesiva de sus padres o que no se atreven a tomar decisiones por miedo a decepcionarlos pueden estar experimentando una dependencia emocional crónica.

Del mismo modo, quienes eligen parejas con características muy similares a las de sus progenitores, sin cuestionar si eso les hace felices, pueden estar repitiendo patrones no resueltos. Resolver este conflicto no significa romper la relación familiar ni dejar de querer a los padres. Significa redefinir el vínculo desde una posición más simétrica y autónoma.

¿Cómo acompañar esta transición?

La familia tiene un papel central en este proceso. Lejos de juzgar o minimizar los cambios, lo ideal es que los adultos puedan comprender que el conflicto es parte del crecimiento. Algunas estrategias útiles son:

  • Validar las emociones sin juzgar: el malestar adolescente necesita contención, no corrección inmediata.

  • Aceptar la crítica sin personalizarla: cuando un adolescente cuestiona todo, está explorando nuevos valores.

  • Dar espacio sin abandonar: los jóvenes necesitan experimentar el mundo por sí mismos, pero sabiendo que tienen una base segura a la que volver.

  • Poner límites claros pero negociables: la autoridad rígida puede aumentar la rebelión; en cambio, los acuerdos favorecen la responsabilidad.

  • Evitar los triángulos: no es recomendable que un progenitor se alíe con el hijo para criticar al otro; eso refuerza el conflicto y genera más confusión.

En este contexto, las redes sociales y las interacciones digitales también juegan un papel ambivalente: pueden ofrecer apoyo y nuevos referentes positivos, pero también exponen al adolescente a comparaciones constantes y presiones de imagen que afectan su autoestima. Por eso, la escuela, el grupo de amigos y figuras externas son claves para ofrecer modelos de relación saludables y diversos.

Del conflicto al reencuentro: el inicio de un nuevo vínculo

Con el tiempo, Marta, aquella adolescente que discutía con su madre y buscaba refugio en su padre, empezó a cambiar. No fue de un día para otro. Pasaron varias crisis, llantos, distancias y reconciliaciones. Pero un día, ya con 18 años, se sorprendió al notar que disfrutaba conversar con su madre sin pelear. Que su padre ya no era tan “perfecto” como lo veía antes. Y que ella, Marta, podía decidir por sí misma. Ya no necesitaba la aprobación para sentirse válida, ni la rebelión para sentirse libre. Había aprendido a ser ella misma.

De manera similar, Álex también logró dar ese paso. Tras meses de distancias y choques con su madre, empezó a escucharla sin sentirse amenazado y a relacionarse con su padre sin idealizarlo ni competir constantemente. Descubrió que podía pedir consejo sin someterse, y defender sus decisiones sin romper los lazos. Para él, como para tantos adolescentes, resolver este conflicto significó dejar de ser “el hijo de” para empezar a ser él mismo.

El proceso de diferenciación emocional en la adolescencia es un rito de paso. Detrás del caos emocional, las contradicciones y los conflictos, está el nacimiento de un sujeto con identidad propia. Y como todo nacimiento, viene con dolor, desconcierto y también con esperanza. No se trata de eliminar el vínculo con los padres, sino de transformarlo. Pasar de un amor basado en la necesidad a un amor basado en la libertad. Pasar de la obediencia ciega al diálogo. De la imitación a la creación.

The Conversation

Joan Tahull Fort no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. Más allá de Freud: Edipo y Electra en los adolescentes de hoy – https://theconversation.com/mas-alla-de-freud-edipo-y-electra-en-los-adolescentes-de-hoy-262964

Los viajes de Lady Holland y George Eliot, dos británicas en la España del siglo XIX

Source: The Conversation – (in Spanish) – By María Jesús Lorenzo Modia, Catedrática de Filología Inglesa, Universidade da Coruña

‘Un paisaje. Recuerdos de Andalucía, costa del Mediterráneo, junto a Torremolinos’, de Carlos de Haes. Museo del Prado

Estamos a comienzos del siglo XIX, poco después de los sucesos de la Revolución francesa. Es la época de la Regencia en el Reino Unido, un momento en el que se desencadena la guerra de la Independencia española (1808-1814) contra los franceses con el apoyo británico. Hierve el romanticismo y en 1837 comienza la época victoriana, el cenit de la industrialización y del imperio británico.

En estos años, España es un destino común para los europeos que viajan, tanto por su relevancia política y cultural como por su exotismo, además de por su posición estratégica en las rutas a América.

Destaca así la visita de dos mujeres con gran relevancia literaria y política, cuyas experiencias quedaron reflejadas en sus escritos sobre la península.

Alternando con las mentes privilegiadas del país

La primera de las viajeras ilustres sería Elizabeth Vassal Fox (1773-1840), conocida como Lady Holland por su matrimonio con Henry Richard Vassall Fox, tercer barón Holland. Henry, político liberal y uno de los grandes hispanistas de ese período, era además sobrino del ministro de Asuntos Exteriores de Gran Bretaña, Charles Fox.

Lady Holland sobresalió en su tiempo porque reunía en su casa de Londres a las grandes mentes pensantes y políticas del Reino Unido, y a todos los extranjeros que llegaban a la capital británica. Holland House acogió a muchos intelectuales españoles exiliados, como Gaspar Melchor de Jovellanos o José María Blanco White, pero también incluía en sus tertulias a Sir Walter Scott, Lord Byron, Charles Dickens, Thomas Macaulay, Benjamin Disraeli y Robert Southey.

Elizabeth Fox visitó España varias veces, hasta el punto de que escribió un diario hispano, editado por el Earl of Ilchester, que no vio la luz hasta 1910 como The Spanish Journal of Lady Holland.

En Inglaterra consideraban que los viajes al sur de Europa eran terapéuticos, probablemente debido al cambio de aires a climas más secos y calurosos. Por eso, el primer viaje de Lady Holland a la península tuvo como objetivo mejorar la salud de su hijo, aunque también pudo deberse al interés hispanista del matrimonio. De hecho, estuvieron en la península tres años, entre 1802 y 1805, y posteriormente en noviembre de 1808, durante la guerra de la Independencia.

Elizabeth, muy bien conectada con las altas esferas políticas de su país y con la intelectualidad europea, también tenía en España contactos con las élites gobernantes y con los intelectuales del país. De hecho, durante su estancia en A Coruña fue recibida por el cónsul británico de la ciudad y por la familia de la escritora Emilia Pardo Bazán. En su relato se ve que también visitaban con frecuencia a los industriales y comerciantes británicos de las localidades que transitaban.

Pintura de una mujer sentada con un niño pequeño y un perro a los pies.
Retrato de Lady Holland con su hijo, de Louis Gauffier.
Museé Fabre/Wikimedia Commons

Además, el matrimonio acudía invitado por sus pares hispanos a recepciones, bailes, espectáculos taurinos y casas de campo. Como ejemplo podemos citar sus visitas a Jerez de la Frontera, Cádiz y Granada, donde asistieron a un espectáculo de Guaracha con el virrey de México, Miguel José Azanza, o la recepción que les hizo Carlos IV cuando llegan a Aranjuez.

En el texto, la autora destaca también sus visitas a los teatros para disfrutar de las representaciones, en particular de Shakespeare, Lope de Vega y Calderón. En el corral de comedias de la calle de la Cruz de Madrid acudieron a ver una obra del hispanoamericano Juan Ruiz de Alarcón y Mendoza. Igualmente, Elizabeth menciona su gusto por los poemas burlescos de Quevedo e indica su cambio de idea en relación con Don Quijote de la Mancha, un libro que, en su lectura en Inglaterra, le había resultado monótono y burlesco y ahora lo encuentra perfecto.

La religión también le llamó la atención. En particular, las prácticas de la Inquisición –que, en el momento de su viaje, todavía no se había abolido–. En su texto relata su visita a la cárcel y a las salas del Santo Oficio en Murcia, que no pudo visitar en su totalidad por estar reunidos sus miembros. Cuenta que en ellas vio instrumentos de tortura de hierro y un sambenito, esto es, “una gorra de cartón con dibujos de serpientes, escorpiones y demonios vomitando llamas”.

Asimismo, queda patente su gran interés por disfrutar de los maestros españoles de la pintura, entre ellos Antonio Palomino de Castro y Velasco y Murillo.

Un viaje también para investigar

La segunda británica que paseó por España fue Mary Anne Evans, conocida por su seudónimo George Eliot, autora de, entre otras novelas, Middlemarch y considerada una de las mejores escritoras del período victoriano.

Retrato de la escritora George Eliot.
Retrato de la escritora George Eliot.
Wikimedia Commons

Su viaje y el de Lady Holland son mucho más similares de lo que pueda parecer al inicio, precisamente porque sus circunstancias son diferentes. Los primeros, como hemos visto, se relacionaban con soltura en los círculos políticos e intelectuales. Eliot, décadas más tarde (en 1868), viajó acompañada de su pareja, el filósofo y crítico literario británico George Henry Lewes, una persona también aquejada de mala salud a la que el clima español le venía bien. Como este no estaba separado oficialmente de su esposa (con la que mantenía un matrimonio abierto), la escritora había sido rechazada por su propia familia y tampoco era admitida en las reuniones sociales en Londres, públicas o privadas.

Su respiro era viajar por Europa. Al igual que Elizabeth, Eliot asistió en España a las representaciones teatrales que encontraba en las ciudades que visitaba. La pareja dio cuenta en sus respectivas correspondencias de que buscaban autores españoles concretos cuando llegaban a una librería.

Otro de los elementos coincidentes entre las viajeras es su interés por el arte. Eliot visitó todos los templos y museos en los que podía encontrar obras de los grandes maestros de la pintura española, especialmente en Sevilla, El Escorial y Madrid.

La escritora buscaba inspiración en la cultura española, especialmente para su obra The Spanish Gypsy: A Poem, que publicaría en 1868, tres años después de su viaje. La recepción de este texto, traducido al castellano como La gitanilla española, poema dramático, fue un éxito en el mundo anglosajón. Con motivo del bicentenario del nacimiento de Eliot, en 2020 vio la luz la primera edición en castellano.

Así, estas dos mujeres se trasladaron a España originariamente por problemas de salud de la familia, pero, como demuestran sus publicaciones, también por interés genuino en el país.

The Conversation

María Jesús Lorenzo Modia recibe fondos de Ministerio de Ciencia, Innovaciín y Universidades a través del proyecto “Posthuman Intersections in Irish and Galician Literatures” Research Project, MCI and ERDF, ref. PID2022-136251NB-I00. Ella trabaja para la Universidade da Coruña y para la Universidad Internacional Menéndez Pelayo en Galicia

ref. Los viajes de Lady Holland y George Eliot, dos británicas en la España del siglo XIX – https://theconversation.com/los-viajes-de-lady-holland-y-george-eliot-dos-britanicas-en-la-espana-del-siglo-xix-262457

Una encuesta en Gaza revela que aún hay gazatíes que creen en la paz

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Ángel Gómez Jiménez, Catedrático de Psicología Social, UNED – Universidad Nacional de Educación a Distancia

Anas-Mohammed/Shutterstock

Si bien parece que Hamás ha aceptado una propuesta de alto el fuego por parte de Israel, el ejército israelí ha comenzado a prepararse para tomar la ciudad de Gaza. Después del fracaso del alto el fuego de enero y del acuerdo de intercambio de rehenes por prisioneros, y tras meses de una guerra devastadora y despiadada, el futuro de Gaza y de sus 2,1 millones de habitantes parece cada vez más incierto.

Cuando las consecuencias de este conflicto hacen pensar que podría no terminar nunca, que dejará un trauma insuperable o que, en el peor de los casos, alimentará deseos de venganza, un estudio que hemos publicado recientemente en la revista New England Journal of Public Policy muestra que muchos gazatíes siguen albergando la esperanza de alcanzar la paz.

¿Luchar o no luchar?

La investigación fue dirigida por el grupo ARTIS International y el Oxford University Changing Character of War Center, y llevada a cabo por el Palestinian Center for Policy and Survey Research (PSR). El diseño del estudio y el control de los datos estuvieron a cargo de los dos autores que firmamos este artículo.

Nuestro objetivo era examinar los componentes psicosociales de la disposición a luchar. Para ello se entrevistó a una muestra representativa de 500 participantes, en muchos casos procedentes en refugios, y durante días en los que el alto el fuego en enero estaba aparentemente garantizado.

Las encuestas las realizaron investigadores locales con gran experiencia en trabajo de campo y en la detección de respuestas insinceras. Los participantes respondían a un cuestionario que incluía medidas interactivas, en una plataforma que ha resultado de gran utilidad en la recogida de datos en otros contextos, por ejemplo en el conflicto en Siria entre combatientes e ISIS, con terroristas islamistas y miembros de bandas en prisión, o durante el reciente conflicto entre Rusia y Ucrania.

Un conflicto difícil de resolver

El estudio reveló que la simpatía hacia Hamás disminuyó desde los primeros meses de la guerra. Sin embargo, debido al bajo apoyo a otras alternativas políticas, Hamás recuperó gradualmente su influencia sobre Gaza. Además, la guerra, en lugar de suavizar los objetivos políticos de los gazatíes, redujo el apoyo a una solución negociada con Israel.

Los datos también mostraron que los habitantes mantenían un fuerte compromiso con sus valores y con su identidad nacional y religiosa. Este compromiso los predisponía a realizar sacrificios personales si fuera necesario. Mantener valores fundamentales puede empoderar a las personas para enfrentarse a oponentes con recursos mucho mayores, y los habitantes de Gaza no son una excepción.

Por otro lado, de la encuesta se deduce que es improbable que se produzca un avance hacia la paz con Israel que no tenga en cuenta el mantenimiento de los valores fundamentales de los habitantes de Gaza, al menos en un grado mutuamente tolerable.

Cuando la paz es posible

Debido a la dificultad de dar pasos hacia la paz en un conflicto de larga duración como este, nuestro desafío consistió en dar un primer paso para identificar los componentes psicosociales que podrían favorecer un cambio hacia la paz. Para ello, nos basamos en investigaciones previas de negociadores experimentados en conflictos que parecían irresolubles, las cuales sugieren que una auténtica consolidación de la paz requiere la humanización o rehumanización del adversario.

Nuestro estudio ofrecía un escenario propicio para evaluar si la humanización del enemigo podría predecir la disposición de las personas a realizar sacrificios personales por conseguir la paz en tiempos de guerra y, de ser así, explorar qué factores podrían explicar la asociación entre la humanización del oponente y la voluntad por realizar un intenso sacrificio por conseguir la paz con él.

Solo un 10 % de los participantes humanizaba a los israelíes

La paz es difícil de conseguir, pero no imposible. Los resultados mostraron que solo un 10 % de los participantes humanizaba a los israelíes (con una puntuación por encima del punto medio de la escala). Y fueron justo estos participantes los que se mostraron dispuestos a realizar sacrificios por lograr la paz, como perder su trabajo o fuente de ingresos, luchar e incluso morir.

Los gazatíes que humanizan a los israelíes están dispuestos a realizar sacrificios por lograr la paz.
Berit Kessler / Shutterstock

Además, nuestro estudio reveló por qué la humanización del enemigo promueve esta disposición: al humanizar a Israel, los participantes confiaban más en sus ciudadanos, consideraban la consecución de la paz como algo “sagrado” y aumentaban su apoyo a mantener un contacto positivo entre ciudadanos palestinos e israelíes.

Pese a sus limitaciones, este estudio constituye un primer paso importante al señalar posibles vías para que los ciudadanos involucrados en un conflicto de esta magnitud estén dispuestos a alcanzar la paz con su enemigo, así como los mecanismos que podrían facilitarlo.

The Conversation

Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.

ref. Una encuesta en Gaza revela que aún hay gazatíes que creen en la paz – https://theconversation.com/una-encuesta-en-gaza-revela-que-aun-hay-gazaties-que-creen-en-la-paz-262258

Los alimentos ultraprocesados podrían no ser el enemigo público número uno de nuestra dieta

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Graham Finlayson, Professor of Psychobiology, University of Leeds

JeniFoto/Shutterstock

Los alimentos ultraprocesados se han convertido en perversos villanos en los debates sobre nutrición. A las patatas fritas, las comidas preparadas y los refrescos, entre productos fabricados industrialmente, se les culpa de una amaplia gama de problemas de salud actuales, desde la demencia hasta la obesidad y la epidemia de “adicción a la comida”.

Es más, algunos expertos sostienen que están “formulados específicamente y comercializados de forma agresiva para maximizar el consumo y los beneficios de las empresas”, secuestrando los sistemas de recompensa de nuestro cerebro para hacernos comer más allá de nuestras necesidades.

Los responsables políticos han propuesto intervenciones audaces: etiquetas de advertencia, restricciones de comercialización, impuestos e incluso prohibiciones totales cerca de las escuelas. Pero ¿en qué medida esta urgencia de acabar con los ultraprocesados se basa en pruebas sólidas?

Mis colegas y yo quisimos dar un paso atrás y averiguar qué es lo que realmente hace que a la gente le guste un alimento concreto. Y también qué les impulsa a comer en exceso, no solo a disfrutarlo, sino a seguir comiendo después de haber saciado el hambre. Trabajamos con más de 3 000 adultos del Reino Unido y con más de 400 alimentos cotidianos. Lo que descubrimos cuestiona la narrativa simplista de los alimentos ultraprocesados y ofrece nuevos matices que nos pueden ayudar a avanzar.

Comer por placer en lugar de por hambre

Hay dos conceptos que a menudo se confunden en el discurso sobre la nutrición: que un alimento nos “guste” y que lo comamos en exceso por placer en lugar de por hambre. Por ejemplo, a mucha gente le gusta el sabor de la avena, pero rara vez se da un atracón de avena. No es el caso del chocolate, las galletas y el helado, que además de gustarnos solemos devorar sin saber ponerle fin.

Para nuestra investigación, realizamos tres grandes estudios en línea en los que los participantes calificaron fotos de raciones de alimentos sin marca según cuánto les gustaban y la probabilidad de que comieran en exceso. Los alimentos eran productos reconocibles en una cesta de la compra típica: patatas asadas, manzanas, pasta, pollo, natillas… Más de 400 en total.

A continuación, sopesamos las respuestas teniendo en cuenta tres aspectos: el contenido nutricional de los alimentos (grasa, azúcar, fibra, densidad energética), su clasificación como ultraprocesados según el ampliamente utilizado sistema Nova –un método de clasificación de alimentos que agrupa los alimentos según el grado y la finalidad de su procesamiento– y la percepción que tenían las personas de ellos (dulces, grasos, procesados, saludables, etc.).

Una mirada sesgada de lo que comemos

Algunos resultados eran previsibles: a las personas les gustaban los alimentos que comían más a menudo, y los alimentos ricos en calorías eran más propensos a provocar un consumo excesivo.

Pero la conclusión más sorprendente se derivó del papel de las creencias y las percepciones. El contenido nutricional era importante: las personas calificaban los alimentos ricos en grasas y carbohidratos como más agradables, y los alimentos bajos en fibra y ricos en calorías como más “adictivos”. Pero lo que la gente creía sobre los alimentos también importaba, y mucho.

Percibir un alimento como dulce, graso o muy procesado aumentaba la probabilidad de comer en exceso, independientemente de su contenido nutricional real. Los alimentos que se consideraban amargos o ricos en fibra tenían el efecto contrario.

En una encuesta, pudimos predecir el 78 % de la variación en la probabilidad de que las personas comieran en exceso combinando datos nutricionales (41 %) con creencias sobre los alimentos y sus cualidades sensoriales (otro 38 %). En resumen: nuestras ideas preconcebidas de los alimentos afectan a cómo los comemos tanto como su contenido nutricional real.

Esto nos lleva a los alimentos ultraprocesados. A pesar del intenso escrutinio, clasificar un alimento como “ultraprocesado” aportó muy poco a nuestros modelos predictivos.

Una vez que tuvimos en cuenta el contenido nutricional y la percepción de los alimentos, la clasificación Nova explicaba menos del 2 % de la variación en el gusto y solo el 4 % en el consumo excesivo.

No todos los ultraprocesados son iguales

Eso no quiere decir que todos los alimentos ultraprocesados sean inofensivos: muchos son ricos en calorías, bajos en fibra y fáciles de consumir en exceso. Pero la etiqueta de “ultraprocesado” es un instrumento poco preciso. Agrupa productos tan distintos como los refrescos azucarados, los cereales enriquecidos o las barritas proteicas.

Algunos de estos productos pueden ser poco saludables, pero otros pueden ser útiles, especialmente para personas mayores con poco apetito, personas con dietas restringidas o aquellas que buscan una nutrición práctica.

El mensaje de que todos los ultraprocesados son malos es demasiado simplista. Las personas no comen basándose únicamente en las etiquetas de los alimentos: comen en función del sabor de los alimentos, cómo les hacen sentir y cómo encajan con sus objetivos de salud, sociales o emocionales.

Basar las políticas en las etiquetas de estos alimentos podría ser contraproducente. Las etiquetas de advertencia podrían alejar a las personas de alimentos que en realidad les benefician, como los cereales integrales, o crear confusión sobre lo que es realmente poco saludable.

En su lugar, recomendamos un enfoque más informado y personalizado:

  • Mejorar la educación alimentaria, ayudando a las personas a comprender qué hace que los alimentos sean satisfactorios, qué provoca los antojos y cómo reconocer sus señales personales de comer en exceso.

  • Reformular con intención, diseñando productos alimenticios que sean agradables y saciantes, en lugar de recurrir a opciones “dietéticas” insípidas o a aperitivos ultraapetecibles.

  • Abordar las motivaciones para comer. No hay que perder de vista que las personas comen por muchas razones más allá del hambre, como por comodidad, conexión y placer. Apoyar hábitos alternativos y maximizar el disfrute podría reducir la dependencia de alimentos de baja calidad.

Lo importante no es si algo viene o no en un paquete

Algunos ultraprocesados sí merecen que nos preocupemos: aquellos ricos en calorías, que se comercializan de forma agresiva y a menudo se venden en porciones excesivas.

Pero etiquetar categorías enteras de alimentos como malos basándose únicamente en su procesamiento pasa por alto la complejidad del comportamiento alimentario. Lo que nos impulsa a comer y a comer en exceso es complicado, pero no imposible de entender. Ahora disponemos de datos y modelos para desentrañar esas motivaciones y ayudar a las personas a adoptar dietas más saludables y satisfactorias.

En última instancia, las características nutricionales y sensoriales de los alimentos, y cómo las percibimos, son más importantes que si algo viene en un paquete o no. Si queremos fomentar buenos hábitos alimenticios, es hora de dejar de demonizar grupos de alimentos y empezar a centrarnos en la psicología que hay detrás de nuestras elecciones.

The Conversation

Graham Finlayson ha recibido financiación de Horizon Europe, UKRI y Slimming World.

James Stubbs es consultor de Slimming World UK. Recibe financiación de UKRI.

ref. Los alimentos ultraprocesados podrían no ser el enemigo público número uno de nuestra dieta – https://theconversation.com/los-alimentos-ultraprocesados-podrian-no-ser-el-enemigo-publico-numero-uno-de-nuestra-dieta-263566

Genética forense para identificar a los “padres” del Cabernet Sauvignon, el Chardonnay y otros vinos

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Gemma Marfany Nadal, Profesora Catedrática de Genética, Universitat de Barcelona

Rostislav_Sedlacek/Shutterstock

El vino forma parte de la cultura mediterránea. El resultado de la fermentación del jugo de uva prensada (agua y alcohol acompañados de compuestos químicos volátiles –como aldehídos, cetonas, ésteres…– o no volátiles –como azúcar, flavonoides, terpenos…– en proporciones muy variables) ha acompañado los rituales, fiestas, comidas y momentos de socialización o descanso de los humanos muy probablemente desde el Paleolítico.

La vid salvaje de la que salían aquellos primeros “vinos” produce sus frutos en racimos. Y aunque sus bayas son mucho más pequeñas que las variedades cultivadas, cuando maduran son dulces. Seguramente, nuestros ancestros de las sociedades cazadoras recolectoras aprendieron pronto que estos racimos eran una fuente de energía muy sabrosa y portable. Y seguramente, el vino se descubrió por azar, tras encontrar el jugo de las uvas muy maduras, con inicio de fermentación alcohólica por las levaduras que hay sobre el hollejo (la piel que recubre la uva).

Rastreando el origen del Cabernet Sauvignon

Cuando disfrutamos de una copa del vino Cabernet Sauvignon pocas veces pensamos cómo se cultiva la cepa de la que se obtienen las uvas productoras. Quizás incluso asumimos, sin decirlo, que todas las cepas del mundo con este nombre son genéticamente la misma cepa, clones idénticos derivados de una única cepa original que, al gustarnos tanto el vino que generaba, decidimos clonar millones y millones de veces, cubriendo millones de hectáreas cultivadas.

Y en efecto, así es. Usamos reproducción asexual para cultivar las vides, reproduciendo una y otra vez al mismo individuo que ya existía originalmente. Como hacemos con las patatas Kennebec o las manzanas Fuji cuando vamos al mercado: consumir el clon del clon del clon de una cadena de clones de una planta original que nos cautivó por su sabor y textura.

Genética forense aplicada al vino

Pero ¿cómo podemos saber cuál es el origen genético de la cepa de Cabernet Sauvignon? ¿Es posible rastrearlo? Una biotecnóloga de plantas de California llamada Carole P. Meredith se hizo esa pregunta en los años noventa. Mediante técnicas de genética forense, empezó identificando y caracterizando secuencias repetidas cortas variables en el genoma de Vitis vinifera, para posteriormente analizar genéticamente distintas cepas de interés comercial y otras cultivadas en las regiones supuestamente de origen, hasta identificar las cepas parentales.

Cual detective forense de una serie televisiva, Meredith descubrió, sin lugar a dudas, que Cabernet Sauvignon (uva tinta) es la hija directa de dos progenitores muy apreciados también: Cabernet franc (uva tinta) y Sauvignon blanc (uva blanca). Muy seguramente, fue una polinización al azar, alrededor del siglo XVII en la región de Burdeos, la que dio lugar a esta apreciada variedad.

Poco después, Meredith y colaboradores identificaron cuáles eran las cepas parentales de la segunda cepa más cultivada en el mundo, la Chardonnay: Pinot noir (uva negra) y una cepa de uva blanca llamada “gouais blanc”, poco apreciada. Esta cepa la trajo de su tierra natal el emperador romano Probo, originario de la provincia centroeuropea de Panonia, y la donó a la Galia para promocionar el cultivo vinícola. Sin embargo, no produce vinos de alta calidad. Ambas vides estaban ampliamente cultivadas en Francia durante la Edad Media y, por tanto, la probabilidad de cruzamiento al azar era alta. De hecho, de estos mismos parentales, además del Chardonnay (uva blanca), también han surgido otras cepas hijas de alto valor enológico, como la Gamay (uva tinta).

Tempranillo y Syrah

Tras estos éxitos de identificación genética, y considerando el gran número de variedades cultivadas en países (algunas muy antiguas), se han realizado estudios genéticos de viñas y variedades actuales, pero también de viñas salvajes y de pepitas encontradas de cultivares más antiguos. Todo ello ha permitido establecer las relaciones genéticas entre distintos tipos de vides.

Por si alguien tiene curiosidad sobre la variedad Tempranillo, tan extendida en la península ibérica bajo distintos nombres, se sabe que esta cepa es hija de un cruzamiento entre la variedad Albillo Mayor (todavía cultivada en el centro de España) y la Benedicto (no muy apreciada, y que probablemente ya no se cultiva).

En cuanto a la variedad Syrah, es de origen francés y no tiene ninguna relación con la ciudad persa de Shiraz, aunque el exotismo de esta improbable relación fue y continúa siendo utilizado como elemento de marketing.

Todo el conocimiento genético que se deriva de las plantas de cultivo que nos interesan debe ser salvaguardado en bancos de germoplasma: allí se almacenan años de selección natural y artificial por humanos para que las plantas cultivadas tengan cualidades especiales para nuestro consumo. En la vid, permite descubrir qué variantes genéticas concretas pueden ser interesantes para determinadas características organolépticas del vino producido o para resistencias naturales a plagas.

La enología del futuro: ¿nuevas cepas producidas por ingeniería genética?

Los cruzamientos dirigidos tenían sentido durante el siglo XX e inicios del siglo XXI. Sin embargo, ahora que el genoma de la vid está completamente secuenciado, también se puede comparar el genoma de referencia con el de cualquier otra variedad para descubrir qué variantes genéticas nos interesan, de forma que podrían ser introducidas mediante edición genética, sin necesidad de cruzamientos genéticos ni selección posterior de descendientes. ¿Nos esperan nuevas cepas de vinos producidas por ingeniería genética dirigida?

Podemos vaticinar que la enología del futuro se combinará con la biotecnología para la mejora genética de cepas, para la resistencia de estas al cambio climático y a situaciones climáticas extremas, y para elaborar vinos de calidad que puedan presentar características organolépticas similares o muy diferentes a la de los vinos actuales.

Por cierto, que tras abrir la caja de Pandora de la genética de las variedades vinícolas, Carole P. Meredith se retiró de la investigación en el laboratorio y se dedicó a plantar sus propios viñedos y a producir vino Syrah junto a su marido en el valle de Napa, en California. Sus caldos son muy apreciados por los conocedores del buen vino.

The Conversation

Gemma Marfany Nadal recibe fondos para la investigación en enfermedades raras a partir de convocatorias competitivas del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, y del CIBERER. Además, es miembro de la Comisión de Bioética de la UB, miembro de la Comisión Nacional de Bioética de Andorra y Ombudsperson de la Fundació CERCA. También es “síndica de greuges” (ombudsperson) de CIVIC AI.

ref. Genética forense para identificar a los “padres” del Cabernet Sauvignon, el Chardonnay y otros vinos – https://theconversation.com/genetica-forense-para-identificar-a-los-padres-del-cabernet-sauvignon-el-chardonnay-y-otros-vinos-263471

Las mujeres embarazadas reciben células fetales que permanecen en su cuerpo y su cerebro

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Jorge Romero-Castillo, Profesor de Psicobiología e investigador en Neurociencia Cognitiva, Universidad de Málaga

Dariia Pavlova/Shutterstock

En la mitología griega, la Quimera era un ser híbrido compuesto por partes de diferentes animales. Pero existe equivalente en el mundo real.

La Quimera era un monstruo mitológico que lanzaba fuego por la boca, con la parte delantera de un león, el centro de una cabra y la trasera de un dragón. Según la leyenda, era hija de Tifón y de Equidna y tenía tres cabezas, una de cada uno de los animales que la componían.
Shrivastava et al., 2019., CC BY-SA

Según la RAE, la palabra quimera tiene varios significados. En biología, concretamente, se utiliza para referirse a la coexistencia de dos poblaciones celulares genéticamente diferentes en un mismo individuo, como sucede al trasplantar órganos.

Y si las células son recibidas por el organismo huésped en cantidades por debajo del 1 % (por ejemplo, tras una transfusión de sangre), hablamos de microquimerismo. Sin duda, la manifestación más intrigante de microquimerismo ocurre de forma natural durante un proceso fascinante: la gestación.

¿Quién soy “yo”?

Durante el embarazo, se ha constatado que hay un flujo bidireccional de células entre la madre y el feto (incluso aunque haya un aborto) que da lugar a microquimerismo. Las funciones principales de este proceso, común entre mamíferos placentarios, parecen ser:

  1. Inducir inmunotolerancia para prevenir el rechazo fetal.

  2. Mejorar los resultados de futuros embarazos.

  3. Asegurar la transferencia de recursos maternos a la descendencia.

Este flujo es asimétrico: se transfieren más células del feto a la madre (microquimerismo fetal, originalmente descubierto en 1893) que viceversa (microquimerismo materno). Algunos de los muchos órganos humanos maternos donde pueden encontrarse células fetales son: la piel, los riñones, el hígado, la tiroides, las mamas (influyendo en la lactancia), los pulmones, el corazón y el cerebro.

Además, un planteamiento interesante revela que los hermanos y hermanas menores también podrían obtener células de sus hermanos y hermanas mayores. Esto ocurriría porque las células quedarían alojadas en el cuerpo de la madre y posteriormente serían transferidas a los sucesivos fetos.

Durante el embarazo, las células fetales (representadas por puntos naranjas y verdes) ingresan al cuerpo materno, aumentando en frecuencia con el incremento del tiempo gestacional. Asimismo, cada feto hereda células de origen materno (puntos morados). Se ha predicho que también se podrían obtener células de sus hermanos y hermanas mayores, como se muestra con las células del bebé naranja circulando en el cuerpo del bebé verde.
Adaptado de Boddy et al., 2015., CC BY-NC

Se ha demostrado que las células microquiméricas pueden permanecer en el cuerpo durante décadas, y puede que incluso de por vida. Si se supone que cualquier descendiente podría recibir células obtenidas por la madre durante su propia vida fetal, las probabilidades de albergar células de muchas personas en nuestro cuerpo aumentan considerablemente.

Estos hallazgos han desdibujado los límites biológicos y filosóficos del “yo” y están desafiando nuestras ideas sobre la individualidad.

Un negocio celular: entre la protección y el daño

El impacto del microquimerismo fetal sobre la salud de la madre (y de la descendencia) está siendo investigado con gran interés. Por ejemplo, se ha observado en estudios experimentales con ratones que, en casos de daño cardíaco o hepático, estas células pueden contribuir a la regeneración del tejido afectado, funcionando como una especie de sistema de reparación “donado” por las crías.

Además, investigaciones con seres humanos han sugerido que tienen un papel protector en ciertos cánceres, como el de pulmón y el de tiroides, y pueden contribuir a cicatrizar heridas.

Pero no todo son buenas noticias. Otras investigaciones con humanos han relacionado el microquimerismo con varias enfermedades autoinmunes, como la
esclerosis sistémica y el lupus eritematoso, entre otras. En estos casos, el sistema inmune materno podría identificar a las células fetales como “no propias” y atacarlas, lo que desencadenaría una respuesta inflamatoria perjudicial.

Este posible conflicto inmunológico plantea interrogantes sobre cómo el cuerpo materno “negocia” con esta presencia de células extrañamente familiares.

Migrar para establecerse en el cerebro

Hace relativamente poco, un estudio (el primero en la historia) revelaba la presencia de microquimerismo en el cerebro humano: se ha encontrado ADN con el cromosoma sexual Y (de varón) en múltiples lugares del cerebro de 37 mujeres ya fallecidas (de 59 mujeres totales).

El hallazgo es revolucionario. No se trataba de células pasivas, sino que estaban activas antes de morir, integradas funcionalmente en el tejido cerebral.

Para llegar allí, las células traspasan la placenta durante el embarazo y terminan atravesando la barrera hematoencefálica, una estructura altamente selectiva que regula el paso de sustancias entre la sangre y el cerebro. Superar uno de los sistemas de defensa más estrictos del organismo añade aún más misterio al descubrimiento.

Papel sobre la salud física y psicológica

La evidencia de que existen células microquiméricas en el cerebro ha abierto una atrayente línea de investigación sobre su implicación en el bienestar físico y psicológico de las madres. Por ejemplo, se está comenzando a analizar qué función tienen en varios tumores cerebrales, como el meningioma y el glioblastoma.

Las flechas señalan la identificación de células de varón (rojo para X y verde para Y) en el cerebro de una madre (con dotación cromosómica XX) mediante una técnica con fluorescencia (FISH, Fluorescence In Situ Hybridization) en un meningioma. El recuadro inferior derecho muestra una versión ampliada. Este estudio proporciona evidencia de que las células fetales pueden migrar al cerebro materno, persistir durante períodos prolongados (incluso décadas) y diferenciarse en neuronas funcionales. De momento, no se puede determinar la presencia en el cerebro de una madre de células que provengan de sus hijas (cisexuales), porque al compartir ambas la dotación cromosómica XX, no pueden diferenciarse mediante esta técnica convencional. Pero no hay razones para pensar que no ocurra.
Adaptado de Broestl et al., 2018., CC BY

Una investigación española reciente ha detectado células de varón (XY) en el epitelio olfatorio de madres (XX), lo que podría contribuir a generar un vínculo materno-filial mediante señales olfativas. También asocian una menor presencia de estas células con padecer depresión, lo que sugiere su posible utilidad como biomarcadores de trastornos psicológicos. Sin embargo, aún no se ha demostrado una relación causal.

En esta línea, el primer estudio que reveló microquimerismo en el cerebro humano también ha ofrecido resultados interesantes. Se ha observado que las mujeres con una menor prevalencia y concentración de células de varones en su cerebro tienen mayor probabilidad de tener alzhéimer.

Estos resultados son asombrosos, pero aún estamos lejos de comprender realmente qué papel tienen sobre la salud.

No dar pábulo a bulos

Desgraciadamente, hay bulos que se propagan por redes sociales (como que “las mujeres guardan en su cerebro células de todos los hombres con los que han tenido relaciones sexuales”) que distorsionan las conclusiones reales sobre el microquimerismo. Solo son opiniones hechas por pseudoespecialistas, de corte machista y apoyadas en una falacia ad verecundiam: aceptar una proposición solo por autoridad (a veces ni siquiera la tienen), sin dar argumentos lógicos.

El primer estudio que reveló la presencia de ADN con cromosomas XY en cerebros de mujeres jamás cita las relaciones sexuales como posible fuente de ADN (y tampoco se ha demostrado en ningún otro estudio). Un autor del mismo lo deja claro (aquí no hay una apelación irracional a la autoridad, sino un argumento fundamentado en datos experimentales):

Cualquier sugerencia de que el ADN masculino se conserva de las parejas sexuales no tiene respaldo científico.

Los bulos sí tendrían que convertirse en mitos. Deberíamos preguntarnos ¿quién soy “yo”? para difundir contenido sin contrastar y evitar pseudoinformaciones: el conocimiento científico no se negocia. Es triste que rumores falsos y manipulados migren para establecerse en el cerebro de forma tan veloz, si su papel no consiste en mejorar la salud física o psicológica. Frente a ello, solo queda divulgar con rigor, sin dar pábulo a bulos. ¿Será esto una quimera?

The Conversation

Jorge Romero-Castillo no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. Las mujeres embarazadas reciben células fetales que permanecen en su cuerpo y su cerebro – https://theconversation.com/las-mujeres-embarazadas-reciben-celulas-fetales-que-permanecen-en-su-cuerpo-y-su-cerebro-262542

Medicamentos biológicos y biosimilares: los nuevos aliados de la medicina moderna

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Zuriñe Eraña Pérez, Doctoranda en Tecnología Farmacéutica, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea

New Africa/Shutterstock

Durante años, la medicina se ha basado principalmente en fármacos sintéticos. Sin embargo, en la actualidad, los llamados medicamentos biológicos han ganado terreno, especialmente en el tratamiento de enfermedades complejas que no responden bien a las terapias convencionales. ¿En qué se diferencian de los tradicionales?

Construir con Lego o plantar un árbol

Imagine que le mandan construir una casa de Lego. Con instrucciones claras y piezas idénticas, puede reproducirla fácilmente una y otra vez sin errores. Así funcionan los medicamentos tradicionales o sintéticos: son moléculas pequeñas creadas en un laboratorio mediante reacciones químicas precisas, como el paracetamol o la aspirina.

Ahora, imagine que tiene que plantar un árbol. En este caso, no basta con seguir un manual: necesita una semilla viva, condiciones climáticas adecuadas y mucha paciencia. Y por mucho que se esfuerce, no conseguirá cultivar dos árboles exactamente iguales. Pues así son los medicamentos biológicos: moléculas grandes y complejas, fabricadas por organismos vivos, como células animales, bacterias o levaduras. No se sintetizan en tubos de ensayo, sino que se producen dentro de seres vivos.

Como francotiradores en nuestro cuerpo

Estas diferencias hacen que la fabricación y comercialización de los medicamentos biológicos sea muy distinta. Estos fármacos contienen principios activos, como proteínas complejas, anticuerpos o incluso hormonas, derivados de fuentes biológicas. Algunos ejemplos conocidos son la insulina para la diabetes –que fue el primer medicamento biológico aprobado en España, en 1982–, la eritropoyetina para tratar la anemia o los anticuerpos monoclonales usados en ciertos tipos de cáncer y enfermedades autoinmunes.

Estos tratamientos actúan como francotiradores en nuestro cuerpo: reconocen una diana concreta –una proteína alterada, una célula enferma, un proceso inflamatorio– y actúan sobre ella con mucha precisión, minimizando efectos secundarios.

Por eso, suponen un hito en la medicina personalizada. Han revolucionado el tratamiento de enfermedades graves y crónicas como la diabetes, la esclerosis múltiple, la enfermedad inflamatoria intestinal, el cáncer y muchas otras patologías, algunas de ellas con pocos tratamientos eficaces disponibles. Según el Ministerio de Sanidad de España, más del 20 % de la población sufre alguna enfermedad crónica que puede requerir un medicamento biológico en algún momento de su vida, especialmente en patologías donde son la única opción eficaz.

Garantizar el acceso a estos tratamientos es crucial, no solo para mejorar la calidad de vida de los pacientes, sino también para la sostenibilidad de los sistemas de salud. Actualmente, más del 40 % de los nuevos medicamentos aprobados por la EMA (Asociación Europea del
Medicamento) son biológicos, y esto está impulsando una mejora en el tratamiento de muchas enfermedades.

Biosimilares: una alternativa más asequible

Sin embargo, producirlos es costoso y complejo. Hay que modificar mediante ingeniería genética células vivas para que fabriquen proteínas específicas, purificarlas, validar su estructura y función… Cualquier pequeño cambio en el proceso puede afectar al producto final. Por eso, un solo tratamiento biológico puede superar los 20 000 € anuales por paciente, lo que ejerce una gran presión sobre los presupuestos públicos y limita el acceso para muchos pacientes.

Aquí es donde entran los biosimilares: versiones más asequibles de los medicamentos biológicos que no comprometen su eficacia. Habitualmente se comparan con los medicamentos genéricos, ya que pueden producirse y venderse una vez expira la patente del medicamento original, lo cual reduce significativamente los costos asociados a la investigación y el desarrollo.

Diferencias con los genéricos

Sin embargo, aunque persiguen un objetivo similar –reducir el gasto farmacéutico y democratizar el acceso a los tratamientos–, los biosimilares son mucho más complejos.

Un genérico es una copia exacta del principio activo del fármaco original. Como las moléculas sintéticas son simples y fácilmente replicables, el medicamento genérico se aprueba rápidamente. En cambio, los medicamentos biológicos no se pueden copiar de forma idéntica. Si bien los biosimilares se fabrican con altísima precisión, puede haber pequeñas variaciones derivadas del propio proceso biotecnológico, igual que no hay dos árboles idénticos, aunque provengan de la misma semilla.




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Un biosimilar es, por tanto, una versión altamente similar a su biológico de referencia en calidad, eficacia y seguridad, pero no es una copia exacta. Por eso, para su aprobación, se debe demostrar, mediante estudios comparativos rigurosos, que no existen diferencias clínicamente relevantes. Esto los hace más caros que los medicamentos genéricos, pero más baratos que los biológicos.

El uso de biosimilares sale a cuenta. En España, por ejemplo, se estima que ha supuesto un ahorro de más de 5 162 millones de euros entre 2009 y 2022, según datos de la Asociación Española de Biosimilares (BioSim), lo que ha permitido reinvertir en innovación, financiar nuevos tratamientos y reducir listas de espera. El primer biosimilar aprobado en Europa fue en 2006, con la hormona de crecimiento humana recombinante, y desde entonces, su adopción no ha parado de crecer.

Obstáculos para su plena implantación

A pesar de sus beneficios, los biosimilares afrontan desafíos. La desconfianza de algunos profesionales y pacientes, que los perciben como “copias de segunda”, es uno de los mayores obstáculos. Sin embargo, pasan por los mismos controles de calidad rigurosos que cualquier medicamento autorizado por la EMA.

Otro reto es la intercambiabilidad, es decir, la sustitución del biológico original por su biosimilar. En España, esto no es automático y depende del criterio médico, pero cada vez hay más evidencia científica que respalda la seguridad de estos intercambios.

También resulta clave la educación sanitaria: cuanto más informados estén los profesionales y los pacientes, mayor será la confianza en su uso.

Un ejemplo de ciencia justa

En definitiva, los medicamentos biológicos y biosimilares representan un cambio de paradigma, pasando de tratamientos generalistas a soluciones personalizadas, dirigidas a las causas moleculares de las enfermedades. Su expansión permite que más pacientes accedan a terapias innovadoras, mientras se preservan los recursos del sistema sanitario.

En un mundo donde el coste de la innovación amenaza con aumentar la brecha en el acceso a la salud, los biosimilares actúan como un puente, conectando el progreso científico con la equidad. Son un ejemplo de cómo la ciencia puede ser no solo eficaz, sino también justa.

The Conversation

Este artículo fue finalista del Premio Luis Felipe Torrente de Divulgación sobre Medicina y Salud, organizado por la Fundación Lilly y The Conversation

ref. Medicamentos biológicos y biosimilares: los nuevos aliados de la medicina moderna – https://theconversation.com/medicamentos-biologicos-y-biosimilares-los-nuevos-aliados-de-la-medicina-moderna-261503

Así eligen los partidos a sus líderes y candidatos en España: ¿debería replantearse?

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Carles Pamies, Investigador posdoctoral, Instituto de Políticas y Bienes Públicos (IPP), Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)

Los últimos plenos del Congreso en España y sus acalorados debates ponen de manifiesto que los procedimientos y criterios de selección interna de los líderes y representantes políticos merecen una revisión. Estos, además, volverán al candelero cuando los partidos se preparen para las elecciones varias previstas para 2026 y 2027.

La selección de líderes y candidatos no es un tema menor en democracia, ya que afecta directamente a la calidad de la representación de la ciudadanía (corrupción incluida), las decisiones sobre cuestiones del bien común, la legitimidad de los políticos y los partidos y, en último término, la erosión de la democracia vía desafección y desapego hacia las instituciones.

Existen diferentes tipos de selección que van desde métodos más cerrados (eligen las élites del partido) y centralizados (desde las ejecutivas centrales) a más inclusivos (eligen los militantes o, incluso, los votantes o simpatizantes) y descentralizados (desde los territorios, por ejemplo). En España, la situación es heterogénea, como muestra un vistazo a las normas de selección y configuración de candidaturas.

Primarias, compromisarios y delegados

El PP prima la votación a compromisarios que se adhieren a las distintas listas que compiten. El PSOE usa un abanico de sistemas que van desde las primarias a los delegados para elegir las candidaturas electorales.

Prácticamente desde un inicio, partidos nuevos como Podemos o Ciudadanos hicieron de las primarias un estandarte diferencial, aunque derivaron hacia mecanismos controlados por las elites del partido. Sin embargo, otros partidos también relativamente recientes como Vox, utilizan métodos incluso más cerrados que los de los partidos tradicionales.

Más allá de las normas internas, los partidos tienen una vida social intensa que facilita y condiciona su funcionamiento. Esto explica que los parlamentarios tengan percepciones diferentes acerca de cómo han sido elegidos para ir en las listas.

Desde 2009 les preguntamos sobre esto. Los resultados indican que las formas inclusivas de selección están en retroceso, como muestra el gráfico siguiente.

A la espera de los resultados de la cuarta encuesta a representantes –cuyo trabajo de campo estamos terminando–, parece que la apertura de la selección en los partidos está en declive. No obstante, la selección no suele tener una sola etapa, y no todas las fases son igual de importantes.

Que un candidato sea elegido en última instancia por primarias no significa que estas sean el factor más determinante. A menudo, los líderes salientes nombran públicamente un sucesor, quien tendrá, casi con seguridad, la ventaja comparativa que le otorga el espaldarazo de su mentor. Otras veces, para ajustar los resultados de las primarias a la normativa (a veces por cuestiones de género) intervienen los órganos de los partidos.

¿Por qué los partidos eligen unos métodos de selección u otros? Hay elementos de peso que suelen ponderarse antes de tomar decisiones, así como razones a favor y en contra.

Quienes prefieren las primarias suelen insistir en que estas legitiman la selección al trasladar la decisión al conjunto de militantes, simpatizantes o votantes. Esta ganancia en “legitimidad democrática” puede mejorar la imagen del partido y/o reforzar la implicación de la militancia en la organización.

También se suele argumentar que ese sistema genera efervescencia colectiva entre militantes y simpatizantes de la que se puede derivar un aumento (más o menos temporal) de la expectativa de voto y de la afiliación.

Las primarias se suelen considerar como un instrumento de transparencia en la selección. Los candidatos en liza tienen que exponer ideas y medidas sobre las que en el futuro se les puede pedir que rindan cuentas. Son vistas también como un instrumento de renovación interna y, en este sentido, configuran un supuesto dique a la Ley de Hierro de la Oligarquía, formulada por Robert Michels, la cual establece que todas las organizaciones, incluso aquellas que buscan la democracia o son sus actores principales, inevitablemente desarrollan una estructura oligárquica. La renovación puede facilitar que una facción no se perpetúe en el puesto.

Finalmente, el recurso a las primarias parece encajar bien con el artículo 6 de la Constitución española, que prevé que la estructura y el funcionamiento de los partidos deben ser democráticos.

Fraudes y posibles pucherazos

Aquellos que, por el contrario, se oponen a las primarias, suelen insistir en distintos tipos posibles de fraude que afectan a las nuevas afiliaciones patrocinadas o motivadas por un candidato, a la potencial manipulación de las reglas y a posibles pucherazos. Se suele argumentar que, cuando hay varias candidaturas, se generan divisiones internas difíciles de restañar y que puede haber desequilibrios en la disposición de recursos materiales y financieros de los candidatos.

El posicionamiento del “aparato” del partido puede también afectar el resultado de las primarias que, además, pueden generar desequilibrios en términos de representación. A veces, durante las primarias se favorecen determinados perfiles respecto a otros (por ejemplo, a los varones en detrimento de las mujeres), requiriendo ajustes para encajar las listas con las exigencias legales o las cuotas que menoscaban parte de determinadas visiones de lo que deberían ser las primarias.

A su vez, con este sistema se facilita la intervención de grupos externos con intereses espurios que pretendan hacer avanzar su agenda o potenciar discursos populistas difíciles de adaptar a políticas públicas. Además, queda sin resolver el interrogante de a quién se rinden cuentas cuando se ha sido elegido por un sistema inclusivo y descentralizado.

Los partidos son los guardarraíles de la democracia y responsables últimos de a quién ubican en las instituciones de representación. Como tales, ponderan qué estrategias de selección resultan más útiles para maximizar los retornos en términos tanto electorales, de representación y de manejo de las expectativas e intereses de sus miembros, simpatizantes y potenciales votantes.

Si, además, prestan atención de forma honesta y transparente al tipo de políticos que entran en las instituciones y qué comportamiento promueven con los rivales y con la ciudadanía, podrían evitarse espectáculos como los habituales en la política en España, entre los que se encuentran los recientes debates sobre el currículum de los políticos y las actuaciones posteriores .

The Conversation

Carles Pamies recibe fondos de la Agencia Estatal de Investigación a través del proyecto “Polarización afectiva en democracias avanzadas: el impacto de las élites políticas en la ciudadanía en España (PID2023-151795NB-I00) dirigido por Leonardo Sánchez Ferrer (UBU) y Xavier Coller (UNED).

Xavier Coller recibe fondos de la Agencia Estatal de Investigación a través del proyecto “Polarización afectiva en democracias avanzadas: el impacto de las élites políticas en la ciudadanía en España (PID2023-151795NB-I00) codirigido con Leonardo Sánchez Ferrer (UBU).

ref. Así eligen los partidos a sus líderes y candidatos en España: ¿debería replantearse? – https://theconversation.com/asi-eligen-los-partidos-a-sus-lideres-y-candidatos-en-espana-deberia-replantearse-261312

Literatura gastronómica: somos lo que comemos (y leemos)

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Alejandra del Carmen Meza Servín, Associate professor, Universidad de Guadalajara

Fotograma de la serie inspirada en la novela ‘Como agua para chocolate’, de Laura Esquivel. IMDB

“El mole se preparó con la receta que Tita había heredado de Nacha… una receta antiquísima que se pasaba de generación en generación, siempre en manos de la mujer encargada de la cocina”.

Esta cita proviene de la obra romántica, exponente del realismo mágico, Como agua para chocolate, de Laura Esquivel, ejemplo de cómo una novela puede narrar historias, transmitir afectos y preservar identidades a través de la comida.

En este libro, cada capítulo incluye una receta tradicional mexicana. Ingredientes como el chocolate, el chile o el mole no solo sazonan la trama, sino que reflejan la riqueza agrícola y cultural de México. A través de la cocina (y en la cocina) Tita, la protagonista, expresa sus emociones, mostrando cómo la gastronomía puede ser un lenguaje universal y haciendo que el lector pueda saborear sus lágrimas y pasiones.

Gastronomía literaria

Pero el de Como agua para chocolate no es el único caso. Porque la comida en la literatura va más allá de simples descripciones culinarias. Es un puente entre culturas, emociones y tradiciones.

Chocolat de Joanne Harris, ambientada en un pequeño pueblo francés, muestra cómo el cacao –gracias a la tienda de bombones que abre una forastera en un pueblo– puede romper prejuicios y unir comunidades.

Una mujer tras un mostrador habla con una señora mayor frente a ella.
La chocolatería de Chocolat (en la foto, su adaptación cinematográfica) se convierte en un punto de reunión de diferentes personas del pueblo.
FilmAffinity

Muchas novelas gastronómicas también destacan el uso de ingredientes locales y de temporada, un principio clave de la cocina sostenible. Por ejemplo, Entre pólvora y canela, de Eli Brown, rescata sabores afrocaribeños basados en especias como la canela y la pimienta. Estos ingredientes no solo dan identidad a los platos, sino que promueven el comercio justo y la agricultura local.

Otro ejemplo fascinante donde lo culinario se entremezcla con la narrativa se encuentra en la trilogía de novelas históricas Azteca, de Gary Jennings. En estas recreaciones del México prehispánico, se describe detalladamente cómo los personajes preparan platillos con maíz, frijol y chile, los ingredientes básicos e inseparables de la dieta mesoamericana. A través de la elaboración de tortillas, tamales, salsas y diversos guisos, el lector se sumerge en la vida cotidiana y ritual de esta civilización, donde la comida funge como pilar cultural y social.

La novela Un viaje de diez metros, de Richard C. Morais, ofrece un rico tapiz de enseñanzas culturales y psicológicas. El relato sigue al joven chef indio Hassan Haji y su familia, quienes inauguran un pequeño restaurante en Francia justo enfrente de un establecimiento Michelin. La historia se convierte en una profunda exploración de la asimilación cultural frente a la preservación de la identidad. Más allá de ser una deliciosa inmersión en el mundo de la alta cocina, la novela aborda las diferencias dimensiones que puede tener la gastronomía en aspectos como el duelo, la resiliencia y la búsqueda de la excelencia.

Rescate de técnicas ancestrales

Las novelas también preservan conocimientos culinarios en riesgo de desaparecer. Como agua para chocolate detalla métodos como la nixtamalización del maíz –para transformar el grano en masa– o el uso del metate como utensilio de cocina. Estos procesos, aunque laboriosos, son más sostenibles que las alternativas industriales.

Portada del libro Delirio de Laura Restrepo
Delirio, de Laura Restrepo, recibió el Premio Alfaguara de Novela en 2004.
Penguin Libros

Delirio, de Laura Restrepo, desarrolla platos tradicionales andinos como el ajiaco –un tipo de sopa– con papas nativas, cuya elaboración depende de la biodiversidad local.

Y El último chef chino, de Nicole Mones, se distingue por su profunda exploración de la cocina tradicional como un tesoro cultural y filosófico. A través de la mirada de Maggie McElroy, una periodista estadounidense que viaja a Pekín para cubrir la muerte de un afamado chef, la novela revela la lucha por preservar estas prácticas milenarias frente a las presiones de la modernidad y la globalización.

Literatura en la educación culinaria

La literatura que abarca temas gastronómicos puede ser una herramienta educativa que vincula comida, cultura y sostenibilidad. Escuelas líderes ya la usan para formar chefs, conscientes de su impacto social y ambiental.

Estos textos enriquecen la formación culinaria y combaten la homogenización alimentaria. Además, al revivir recetas olvidadas, promueven la diversidad biocultural.


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Por ejemplo, el Culinary Institute of America (CIA) incluye análisis de textos literarios en sus cursos de cultura alimentaria. A través de ellos, los estudiantes exploran cómo las descripciones reflejan contextos históricos y geográficos, además de los cambios en la alimentación, técnicas e ingredientes que se han realizado a lo largo de décadas e, incluso, siglos.

En Italia, la Universidad de Ciencias Gastronómicas de Pollenzo (fundada por Slow Food) utiliza obras literarias para discutir el valor simbólico de los alimentos. En Colombia, la Escuela Taller de Bogotá emplea obras de Laura Restrepo para enseñar gastronomía local.

Y en Perú, las escuelas culinarias usan La guerra del fin del mundo, de Mario Vargas Llosa, para analizar cómo la comida refleja desigualdades sociales. Esto fomenta una visión más ética de la gastronomía.

Más allá del recetario

A través de novelas y cuentos donde la alimentación es un pilar en la narrativa, es posible entender historias, respetar temporadas y valorar a quienes cultivan los alimentos. Incluso, reflexionar sobre nuestros hábitos de consumo alimenticio y el impacto que tienen, como sucede con Cadáver exquisito, de Agustina Bazterrica. Ahí la autora, con una prosa cruda y directa, despoja al acto de comer de cualquier romanticismo, exponiendo la deshumanización inherente a la producción industrializada de alimentos.

La obra de Bazterrica nos obliga a mirar críticamente la indiferencia con la que a menudo tratamos el origen de lo que comemos, y nos confronta con la idea de que el capitalismo y la comercialización excesiva de la vida pueden desdibujar peligrosamente los límites de la moralidad.

En un mundo donde domina la comida rápida, estos textos son un recordatorio: la buena gastronomía nace de raíces profundas, nos acompaña a lo largo de nuestra vida e impacta significativamente en la producción cultural y artística de cada país y región del mundo.

Así, una novela puede convertirse en un recetario, hacernos viajar a través de la comida o convertirse en una nueva influencia para experimentar la vida a través de la alimentación.

The Conversation

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ref. Literatura gastronómica: somos lo que comemos (y leemos) – https://theconversation.com/literatura-gastronomica-somos-lo-que-comemos-y-leemos-260041