Ventajas de la realidad virtual para la clase de Educación Física

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Salvador Pérez Muñoz, Profesor en el área de Educacion Física y Ciencias del Deporte, Universidad Pontificia de Salamanca

Práctica de voleibol con gafas de realidad virtual. sportoakimirka/Shutterstock

Actualmente, la tecnología ha cambiado muchos aspectos en nuestra vida, desde lo que hacemos cada día hasta cómo aprendemos en el colegio. Incluso la Educación Física está cambiando gracias a nuevas herramientas mezclan lo físico con lo digital.

Según nuestra reciente investigación, la realidad virtual, la realidad aumentada y la realidad mixta pueden ayudar a que los estudiantes se sientan más motivados. También pueden mejorar su forma de moverse y aprender. Además, pueden hacer que todos los alumnos participen, sin importar sus necesidades. Así, la clase se vuelve más inclusiva.

Realidad virtual, aumentada y mixta en educación física

Antes de explicar cómo aplicar estas tecnologías, definamos a qué nos referimos con cada una de ellas:

  • La realidad virtual crea un mundo totalmente digital e inmersivo donde la persona puede moverse e interactuar con lo que ve.

  • La realidad aumentada añade imágenes o sonidos digitales al mundo real. No cambia lo que hay alrededor, solo lo mejora. Así, las personas ven más detalles y sienten más interés.

  • La realidad mixta une lo mejor de las dos anteriores: mezcla objetos digitales con el entorno real. Todo ocurre al mismo tiempo y de forma interactiva.




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Su uso en Educación Física no supone reemplazar el ejercicio con tecnologías, sino justo lo contrario. Dichas tecnologías sirven para hacer la actividad física más divertida y variada, ayudándonos a movernos más.

¿Cómo usarlas?

Existen programas que permiten correr, hacer yoga o corregir posturas. También ayudan a medir cómo lo estamos haciendo. Incluso es posible convertir el ejercicio en un juego.

Todo esto se hace mientras nos movemos, con la ayuda y la guía de un asistente virtual. La experiencia es activa, realista y muy atractiva.




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Por ejemplo, FitXR ofrece la posibilidad de entrenar sin salir de casa utilizando gafas de realidad virtual. Esta aplicación es una opción ideal para quienes no tienen tiempo de ir al gimnasio o no se sienten cómodos en ese entorno. Por su parte, Jumpr, FunFit y Starri utilizan la realidad aumentada para realizar ejercicio físico usando el móvil. Otra aplicación que utiliza la realidad mixta es Holofit, con la que ses realizan carreras o ejercicios en entornos virtuales superpuestos al espacio real.

Los beneficios para la Educación Física

  1. Mejora de habilidades para moverse. varios estudios muestran que usar estas herramientas ayuda a mejorar el movimiento. Por ejemplo, con la realidad aumentada, los estudiantes pueden ver en tiempo real si están colocando correctamente sus cuerpos y pueden corregir errores.

  2. Creación de lugares seguros para practicar deportes difíciles o peligrosos, como esquiar o escalar, gracias a la realidad virtual.

  3. Más motivación y ganas de participar. El elemento tecnológico puede hacer que el ejercicio sea más divertido, ya que introducen elementos lúdicos e interactivos. En este sentido, también se ha descubierto que algunos videojuegos que obligan a moverse aumentan el interés y el compromiso por practicar deportes.

  4. Ayuda para estudiantes con necesidades especiales. Estas tecnologías permiten que todos los alumnos puedan participar, incluso quienes tienen dificultades. Se pueden adaptar las actividades para que sean seguras y efectivas para cada persona. Varios trabajos] [muestran] que usar realidad virtual y aumentada mejora la motivación, la memoria y el control del cuerpo en estudiantes con diversidad funcional.

  5. Diseño de clases de manera más personalizada, adaptando la actividad para cada alumno, según su ritmo y nivel.

  6. Beneficios cognitivos. Este tipo de actividades mejora la atención y la memoria, favorece la interacción y estimula la creatividad. Además, crea un buen contexto para usar metodologías activas en las clases de Educación Física.




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Desafíos y cuestiones a tener en cuenta

El uso de esta tecnología en la clase de Educación Física, o para hacer ejercicio en casa, no debe consistir solamente en ponerse unas gafas de realidad virtual y empezar a hacer ejercicio o dárselas a los estudiantes. Es imprescindible disponer de tecnologías específicas, algo que no está al alcance de todo el mundo, y entender lo suficiente para manejar el software. También se necesita un lugar amplio para usarlas bien y muchas de ellas cuentan con opciones de pago que limitan su potencial en la enseñanza de la Educación Física.

The Conversation

Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.

ref. Ventajas de la realidad virtual para la clase de Educación Física – https://theconversation.com/ventajas-de-la-realidad-virtual-para-la-clase-de-educacion-fisica-257664

Más allá del glifosato: radiografía de los pesticidas presentes en los cultivos europeos

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Manuel Conde Cid, Investigador postdoctoral en el área de Edafología y Química Agrícola, Universidade de Vigo, Universidade de Vigo

BG Media/Shutterstock

El incremento en la demanda de alimentos debido al crecimiento poblacional, junto con la reducción de tierras cultivables, ha hecho que el uso de pesticidas en agricultura sea esencial para garantizar la seguridad alimentaria. Estos productos desempeñan un papel clave tanto en el aumento del rendimiento agrícola como en la mejora de la calidad de los alimentos. Se estima que reducen en torno a un 30 % las pérdidas de cultivos provocadas por plagas y enfermedades.

Como consecuencia, su uso ha crecido de manera notable en las últimas décadas. A nivel global, el consumo agrícola de pesticidas pasó de 2,8 millones de toneladas en 2010 a 3,5 millones en 2022, lo que supone un incremento del 25 % en apenas 12 años.

El uso de pesticidas en Europa

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), los pesticidas se definen como cualquier sustancia o mezcla de sustancias destinada a prevenir, destruir o controlar plagas. Generalmente, se clasifican según el tipo de organismo que controlan. Los principales grupos son: insecticidas, fungicidas, herbicidas, nematicidas, acaricidas, rodenticidas y bactericidas.

El consumo agrícola de pesticidas en la Unión Europea (UE) supone aproximadamente un 13 % del total mundial. Aunque de manera más moderada que lo observado a nivel global, el uso de estos compuestos en Europa también presenta una tendencia creciente, pasando de 402 229 toneladas en 2010 a 449 038 en 2022, lo que supone un incremento del 12 %.

Este aumento más moderado se debe principalmente a las regulaciones más estrictas en Europa. En este sentido, en 2023 la UE disponía de 444 pesticidas autorizados para el control de plagas, mientras que 954 estaban prohibidos o no aprobados y 43 se encontraban en proceso de evaluación.

Impacto en el medio ambiente y la salud

Aunque los pesticidas han contribuido significativamente a aumentar la producción agrícola, su mala utilización y abuso ha generado importantes preocupaciones ambientales y de salud pública.

Se estima que menos del 15 % de los pesticidas aplicados alcanzan la plaga objetivo, mientras que el resto se dispersa en el medio ambiente, contaminando suelos, aguas y aire. Generan así importantes riesgos para la salud ambiental, tales como toxicidad hacia organismos no objetivo, pérdida de biodiversidad y desarrollo de resistencias en plagas, entre otros.

Además, los residuos de pesticidas pueden incorporarse a la cadena alimentaria a través de la ingesta de cultivos y agua, aumentando el riesgo de enfermedades humanas, como trastornos neurodegenerativos, cardiovasculares, endocrinos, respiratorios, renales, reproductivos e incluso cáncer.




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Pesticidas en campos de trigo europeos

El trigo es uno de los cereales más importantes del mundo y constituye la principal fuente de alimento para casi la mitad de la población mundial. Por eso, en el marco del proyecto SoildiverAgro (liderado por David Fernández Calviño, de la Universidad de Vigo), investigadores de distintos países europeos hemos analizado la presencia de 614 pesticidas en 188 campos de trigo (93 convencionales y 95 ecológicos) distribuidos en ocho países con diferentes climas y tipos de suelos.

Nuestros resultados se han publicado recientemente bajo el régimen de libre acceso en la revista Journal of Hazardous Materials.

Mapa de Europa con puntos de colores que indican la situación de los campos de trigo estudiados
Ubicación de los campos de trigo estudiados y zonas pedoclimáticas (definidas según el clima y el suelo) en las que se encuentran.
Fernández Calviño et al., 2025, CC BY-SA

El 99 % de los campos de trigo bajo agricultura convencional presentó al menos un pesticida. En total, se detectaron 73 compuestos diferentes. Los más frecuentes fueron el óxido de fenbutatín (insecticida) y el AMPA (metabolito del glifosato), ambos presentes en el 44 % de las muestras, seguidos por el herbicida glifosato y el fungicida epoxiconazol, presentes en el 39 % de las muestras.

Otros residuos de pesticidas frecuentemente detectados fueron boscalid, tebuconazol, bixafeno, diflufenican y metabolitos del DDT, siendo detectados en más de un 20 % de las muestras.




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Los resultados mostraron diferencias notables según la región de Europa. La zona continental (Alemania) registró la mayor presencia de residuos de pesticidas, tanto en cantidad (concentración promedio de 0,46 mg/kg), como en diversidad (promedio de 13,5 pesticidas diferentes por parcela). Le siguieron las zonas atlánticas de Dinamarca y Bélgica.

En el extremo opuesto, la región panónica (Hungría y Serbia) mostró los niveles más bajos (promedio de 0,02 mg/kg por parcela).

Químicos que persisten años después de su prohibición

Un hallazgo preocupante fue que en los campos ecológicos también se detectaron residuos de pesticidas. Concretamente 35 pesticidas diferentes, de los cuales solo uno (Spinosad) está autorizado en agricultura orgánica. Esto indica la persistencia durante años de dichos pesticidas una vez cambiado el sistema agrícola de convencional a orgánico, así como la transferencia de residuos de pesticidas entre diferentes campos agrícolas.

Además, 31 de los compuestos detectados estaban prohibidos en el momento de la realización del estudio. Esto confirma la alta persistencia de ciertos pesticidas, detectables incluso más de 40 años después de su prohibición.

También evaluamos el riesgo ecológico de los diferentes pesticidas detectados. Los pesticidas más preocupantes fueron los fungicidas epoxiconazol, boscalid y difenoconazol, y los insecticidas imidacloprid y clothianidin. Por el contrario, herbicidas como el glifosato y su metabolito AMPA, aunque omnipresentes, mostraron un riesgo ecológico relativamente bajo.

Un riesgo para los ecosistemas y las personas

Los resultados de nuestro trabajo demuestran que los residuos de pesticidas están presentes de forma generalizada en los campos agrícolas de Europa y del mundo. Para mejorar esta situación, es fundamental avanzar hacia un uso más sostenible de estos químicos.

En este sentido, la sustitución de compuestos altamente persistentes y tóxicos por alternativas menos dañinas, como bioinsecticidas, productos derivados de plantas y microorganismos benéficos, puede disminuir considerablemente la contaminación del suelo y del agua, así como el impacto sobre la biodiversidad.




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Otra vía complementaria es la promoción de prácticas agrícolas que mejoren la salud del suelo y la resistencia natural de los cultivos, como la rotación de cultivos, la labranza reducida, el uso de coberturas vegetales y la agricultura orgánica certificada. Estas medidas no solo ayudan a reducir la necesidad de pesticidas, sino que también facilitan la degradación y eliminación de los residuos existentes en el suelo, limitando su transferencia a otros ecosistemas y a la cadena alimentaria.

La combinación de regulación estricta y adopción de buenas prácticas agrícolas constituye, por tanto, un camino prometedor para minimizar los riesgos de los pesticidas mientras se mantiene la productividad agrícola.

The Conversation

Manuel Conde Cid recibe fondos de Xunta de Galicia (Axudas de apoio á etapa de formación posdoutoral).

ref. Más allá del glifosato: radiografía de los pesticidas presentes en los cultivos europeos – https://theconversation.com/mas-alla-del-glifosato-radiografia-de-los-pesticidas-presentes-en-los-cultivos-europeos-264288

¿Por qué la ciencia y el arte se necesitan?

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Elisa Garrido Moreno, Profesora del Departamento de Historia del Arte (UAM), Universidad Autónoma de Madrid

Versión coloreada de la lámina _Universum_, de Camille Flammarion (1842-1925), en _L’atmosphère : météorologie populaire_, Hachette, Paris, 1888. Camille Flammarion.

¿Realmente existe una mirada científica opuesta a una visión artística del mundo? Si repasamos la historia del arte y de la ciencia, encontraremos una respuesta rotunda.

Así, hace décadas que el historiador británico Martin Kemp ha analizado esta cuestión a través de sus estudios sobre la figura de Leonardo da Vinci, que encarna la fusión originaria de ciencia, naturaleza y arte. Sus estudios científicos no solo documentaron el cuerpo humano y la naturaleza con precisión, sino que generaron nuevas perspectivas estéticas en la pintura y la escultura.

Un vínculo muy estrecho

Más tarde, en el Barroco, el entendimiento de la perspectiva y el desarrollo de la óptica matemática permitió a artistas como Caravaggio (1571-1610) o Diego Velázquez (1599-1660) crear efectos dramáticos de luz y espacio.

Ascidiacea o ascidias, recogidas en el libro Kunstformen der Natur (1904).
Ernst Haeckel

Los avances científicos del siglo XIX marcaron profundamente obras como Frankenstein (1816) de Mary Shelley, donde la idea de dar vida a un ser humano a través de la electricidad se basaba en los experimentos de Luigi Galvani (1737-1798).

La observación de formas orgánicas a través del microscopio abrió a algunos artistas, como Joan Miró (1893-1983) o Vasili Kandinsky (1866-1944), una increíble ventana a un universo de formas. Como muestra el documental Proteus, científicos como Ernst Haeckel (1834-1919) popularizarían litografías detalladas de organismos que influirían en el Art Nouveau, el surrealismo y otros movimientos.

Bocetos de las fases lunares.
Galileo Galilei.

Astrónomos que bebieron del arte

Grandes artistas se inspiraron en el conocimiento científico, pero las ramas de la ciencia que tienen mucho que agradecer a las artes no se quedan atrás. Galileo Galilei (1564-1642) no solo observaba los cielos con su telescopio: fue capaz de mostrar con detalle todas las fases de la luna en unas excepcionales acuarelas. Sin ellas, hubiera sido imposible transmitir su conocimiento. De la misma manera, Maria Clara Eimmart (1676-1707), dibujante y astrónoma, nos dejó una importante colección de láminas que nos maravillan por su intersección entre arte y astronomía.

Viaje al interior del cuerpo

A través del lenguaje artístico, también Andrea Vesalio (1514-1564) abrió nuestra visión hacia el interior de esta máquina que es nuestro cuerpo. Su obra De humani corporis fabrica (1543) nos permitió descubrir la anatomía con todo detalle gracias a sus elaborados dibujos.

De humani corporis fabrica (1543) contiene muchos dibujos extremadamente detallados de disecciones humanas, algunos de ellos en posturas alegóricas.
Vesalio.

Siglos después, Santiago Ramón y Cajal (1852-1934) nos mostró por primera vez las neuronas, hasta entonces invisibles para el ojo humano. Con sus dotes para la ciencia y el dibujo, nos enseñó la belleza de las conexiones neuronales.

Mundos lejanos sobre el papel

Además, la exploración de otros mundos y la ciencia de la navegación no hubieran sido posibles sin otra de las grandes artes visuales: la cartografía, que ha dado lugar a lo largo de los siglos a bellas ilustraciones de la Tierra.

Del esplendor de las profundidades del océano se ocupó Marie Tharp (1920-2006), quien creó el primer mapa científico en relieve del fondo del océano Atlántico. Producciones como estas nos demostraron que la naturaleza, además de formar un espacio vital para el desarrollo del conocimiento científico, es una fuente infinita de belleza.

Mapa panorámico de los fondos oceánicos del mundo basado en los apuntes científicos de Marie Tharp and Bruce Heezen, dibujado por Heinrich C. Berann (1977).

Con el desarrollo de las ciencias naturales, también las plantas, flores y animales de las regiones más lejanas llegarán a los gabinetes para poder ser estudiadas en forma de dibujos. Es imposible no maravillarse con las láminas de naturalistas como la científica y exploradora Maria Sibylla Merian (1647-1717), que ilustró, por primera vez, la metamorfosis de los insectos de la forma más bella y detallada.

Metamorphosis insectorum Surinamensium, lámina de Maria Sibylla Merian (1647–1717).
Wikimedia Commons.

La tecnocracia o estancar el saber

A pesar de las evidencias, el imparable camino hacia la hiperespecialización académica, cada vez más arraigada, hace resurgir el debate sobre artes o ciencias una y otra vez. Recientemente, el artículo “Art and Science. A Relationship that Permeates the Construction of Human Knowledge About the World” (Arte y ciencia. Una relación que permea la construcción del conocimiento humano en el mundo, 2024) defendía que la educación artística no solo beneficia al conocimiento de la ciencia en sus aspectos técnicos, sino que también es un factor necesario para comprender su dimensión filosófica y conceptual. La cuestión no es nueva.




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En una famosa conferencia, luego publicada con el título The Two Cultures and the Scientific Revolution (Las dos culturas y la revolución científica, 1959), el físico y novelista inglés Charles Percy Snow definió la separación entre artes y ciencias como “las dos culturas”, argumentando que esta ruptura de comunicación entre ciencias y humanidades es una de las principales razones que explican la incapacidad que muestran las naciones para resolver los grandes problemas mundiales.

Poco después, Snow publicó una secuela titulada The Two Cultures: A Second Look (Las dos culturas: una segunda mirada, 1963), donde afirmaba que la falsa creencia de la separación entre ciencias y humanidades se debía a un declive de la educación y el poco interés que había entre investigadores por colaborar entre disciplinas. Y, lo más importante: denunciaba que esta distancia es empobrecedora y limitante.

Progreso en busca de sentido

En el brillante ensayo La utilidad de lo inútil (2013), Nuccio Ordine amplió la cuestión y criticó la errónea consideración de las humanidades como algo prescindible, defendiendo el valor del arte, la literatura y el pensamiento libre frente a una sociedad obsesionada con la tecnocracia, la utilidad inmediata y el beneficio económico.

En palabras de Ordine, “si escuchamos únicamente el mortífero canto de sirenas que nos impele a perseguir el beneficio, sólo seremos capaces de producir una colectividad enferma y sin memoria que, extraviada, acabará por perder el sentido de sí misma y de la vida”.

Como conclusión, más allá de la evidente relación entre ellas, surge una cuestión más relevante: ¿por qué artes y ciencias se necesitan? Todas las investigaciones concluyen en un punto común: cuando personas de distintas disciplinas colaboran, producen interpretaciones más profundas, diversas y sensibles de la realidad. Algo muy necesario en un momento en el que urge que la ciencia y la tecnología asimilen sus sesgos y apelen a su dimensión más ética y humana.

The Conversation

Elisa Garrido Moreno no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. ¿Por qué la ciencia y el arte se necesitan? – https://theconversation.com/por-que-la-ciencia-y-el-arte-se-necesitan-264303

¿Cómo llevar a los adultos a ver una película infantil? Poniéndoles su banda sonora

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Juan Carlos Montoya Rubio, Especialista en didáctica de la música para el audiovisual. Profesor en la Facultad de Educación, Universidad de Murcia

Imagen de ‘Lilo & Stitch’, la versión animada de 2002, en la que el extraterrestre recibe clases de quién era Elvis. FilmAffinity

Una película de Minecraft, estrenada en abril de 2025, recaudó casi mil millones de dólares en la taquilla, probando su éxito entre el público familiar. Los adultos que hayan ido a verla habrán podido distinguir en su banda sonora una versión instrumental de “Just Can’t Get Enough”, de Depeche Mode.

La elección de esa canción no es casualidad. Desde hace tiempo el cine infantil no puede considerarse únicamente para niños. Es evidente que los argumentos de las películas han evolucionado, dejando de lado miradas ingenuas o inconvenientes con el momento actual.

No se trata solo de un cambio debido a la coyuntura social, sino que la propia manufactura de los filmes para el público infantil es cercana a la de producciones cinematográficas pensadas para otros sectores poblacionales. Esto hace, en ocasiones, que no sea sencillo definir franjas de edades para las películas. Y la música contribuye todavía más a difuminar las barreras entre generaciones.

Las motivaciones de una industria global

Preguntarse por qué interesa ampliar la audiencia de un producto cualquiera es hablar de la necesidad de buscar el éxito comercial, en este caso ligado al cine. Las películas infantiles actuales se consumen, en un porcentaje nada despreciable, en familia, y eso lleva mucha más gente a las salas que si su público objetivo fuese a ver una película solo o en pareja. De este modo, favorecer que el largometraje posea códigos que despierten el interés de los espectadores adultos es una estrategia sumamente acertada.

No cabe duda de que este público conecta de algún modo con los formatos y tramas de muchos contenidos audiovisuales dirigidos al mundo infantil. No obstante, se puede decir que, tras el modelo original de Disney, se produjo una evolución. En este sentido, compañías como DreamWorks remozaron argumentos y modelos de animación en aras de la generalización de las audiencias.

De igual modo, la propia adquisición de Pixar por parte de Disney responde, entre otros factores, a esta necesidad de revitalizar el cine infantil a través de un modelo de éxito probado entre crítica y público como son las producciones del estudio de animación digital.

La música en el cine: una herramienta poderosa

Una de las formas más potentes para cautivar al público adulto es el uso de la música. El cine es un compendio de lenguajes en donde el elemento sonoro penetra inconscientemente en el espectador.

En el plano al que nos estamos refiriendo, una de las formas más habituales y eficaces de atraer a ese público es la utilización de ciertos códigos culturales. Son elementos conocidos por los espectadores adultos que les sirven para generar una comprensión especial de la película.

Algunos de esos códigos se han ido perfilando a lo largo del tiempo y son usados a discreción y sin ningún pudor. Sirvan como ejemplo el uso de la wagneriana “Cabalgata de las Valquirias” ante la aparición de helicópteros en Apocalypse Now; la utilización de la “Tocata y Fuga en Re m.” de Bach para llevarnos a ambientes vinculados a vampiros; o la inclusión de “Pompa y circunstancia” de Elgar en todo tipo de actos académicos…

La ‘Cabalgata de las Valquirias’ de Wagner en Apocalypse Now.

Sin embargo, los que más nos interesan ahora se utilizan de manera puntual para asegurar que los espectadores adultos sigan enganchados a la película. Se trata de hacerles cómplices de su discurso para que lo asimilen mejor.

De Flashdance a Elton John

Son innumerables, y crecientes, los casos en los que los clichés musicales aparecen como elemento clave en las producciones cinematográficas actuales. En gran medida, el éxito a la hora de generar productos intergeneracionales se basa en el uso de estas referencias. No hay más que pensar en el modo en que la serie Los Simpson ha hecho de la alusión un elemento consustancial a su formato.

En las películas dirigidas al público infantil hay apariciones musicales que son clásicas por su nitidez. Por ejemplo, en Shrek 2 (2004), se apunta al mito cinematográfico de los ochenta Flashdance. Y en Gnomeo y Julieta (2011), la música de Elton John –y su propia estética– son un estímulo obvio para la comprensión adulta del largometraje.

‘Don’t Go Breaking My Heart’ de Elton John en Gnomeo y Julieta.

Por su parte, la española El lince perdido (2008) contiene una brillante referencia directa a la música de Antón García Abril (del programa televisivo El hombre y la tierra, de Félix Rodríguez de la Fuente). Este no es sino un guiño a un público que fue niño en la década de los setenta y los ochenta.

Seguimos en la actualidad

En las producciones recientes este proceder es una constante.

Así, por ejemplo, Kung Fu Panda 4 (2024) muestra adaptaciones de la ochentera “Crazy Train” de Ozzy Osbourne, y en Sonic 3 (2024), las niñerías de adultos se ilustran con el tema de los Beach Boys “Wouldn’t It Be Nice”.

No son las únicas. El éxito de Disney de este año Lilo y Stitch recurre, como ya hiciera la versión animada de 2002, a la música de Elvis Presley con una doble finalidad. Por un lado, busca evocar el ambiente hawaiano igual que el sonido de la steel guitar precede a las escenas de Bob Esponja. Por otro, intenta establecer un vínculo entre esa música y las circunstancias que llevan a identificar a Elvis con el archipiélago hawaiano, fundamentalmente el resorte de su éxito con el concierto Aloha from Hawaii.

Clip de una escena (en inglés) de Lilo & Stitch en la que el extraterrestre sirve como aguja y altavoz del tocadiscos para reproducir a Elvis.

En Gru 4, mi villano favorito (2024), los minions hacen referencia a Van Halen igual que en 2015 lo habían hecho con los Beatles. En aquella ocasión, los protagonistas salían por un alcantarillado de Abbey Road mientras los músicos cruzaban el paso peatonal al ritmo de “Love me do”.

Y, en un guiño de música a música, en la última versión de Cómo entrenar a tu dragón se genera una característica sonoridad al estilo del compositor John Williams, creador de las melodías de Star Wars, Indiana Jones o Parque jurásico, entre otras muchas.

Como vemos, la lista de ejemplos multirreferenciales no tendría fin. En esencia, son sonidos que nos abren a un cine para todos los públicos.

The Conversation

Juan Carlos Montoya Rubio recibe fondos del Ministerio de Educación y Formación Profesional a través de la Convocatoria de «Proyectos de Generación de Conocimiento» y a actuaciones para la formación de personal investigador predoctoral asociadas a dichos proyectos, en el marco del Plan Estatal de Investigación Científica, Técnica y de Innovación 2021-2023, como miembro del proyecto “Movimiento y música en el 1er ciclo de Ed. Infantil: diagnóstico y evaluación de la implementación de un programa de prácticas motrices musicalizadas con enfoque de género”

Alba María López Melgarejo y Norberto López Núñez no reciben salarios, ni ejercen labores de consultoría, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del puesto académico citado.

ref. ¿Cómo llevar a los adultos a ver una película infantil? Poniéndoles su banda sonora – https://theconversation.com/como-llevar-a-los-adultos-a-ver-una-pelicula-infantil-poniendoles-su-banda-sonora-264161

La otra victoria de Carlos Alcaraz: el Abierto del Equilibrio Mental

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Juan González-Hernández, Professor and Researcher on Personality, Sport and Health Psychology, Universidad de Granada

El deporte de alto nivel requiere una alta capacidad de resistencia psicológica que no siempre es visible donde los y las tenistas compiten contra el cansancio, la presión y sus propios pensamientos. Como el propio Carlos Alcaraz ha reconocido en varias entrevistas desde que ganara su primer Abierto de Estados Unidos en 2022, la carga de ser y mantenerte entre los mejores supone un desafío tan grande como cada partido decisivo en sí mismo.

Hablamos del Grand Slam más intenso, el que se juega en todas las superficies y se mantiene toda la temporada. Junto con el Abierto de Australia, Roland Garros, Wimbledon y el Abierto de Estados Unidos, es el quinto Grand Slam: el Abierto del Equilibrio Mental.

La autenticidad y aceptación como recursos estratégicos

En el deporte en general, y en las modalidades individuales en particular, el error se evidencia como mucho más inevitable y determinante. Es auténtico en su expresión y sincero en su esfuerzo. El tenista español Carlos Alcaraz ha tenido momentos de desconexión psicológica como en Roland Garros 2023, cuando los calambres en semifinales frente a Novak Djokovic se vieron agravados por el estrés competitivo. O tras la final olímpica de París 2024, que supuso un break mental” que le lastró hasta final de la temporada.

Tales experiencias, lejos de considerarse retrocesos, han sido lecciones. Ha sabido aceptar, parar, reformular, reconducir y dosificar la carga mental y física para convertir la temporada 2025 en la mejor trayectoria de un tenista a la edad de 22 años.

Lo demostró el pasado 7 de septiembre cuando conquistó su segundo título del Abierto de Estados Unidos, el sexto Grand Slam de su carrera, y se volvió a convertir en el número uno a nivel mundial.

Una mente extraordinariamente entrenada

Desde los ojos de un profesional de la psicología deportiva, y con el foco puesto como referencia para cualquier joven deportista, su puesta en escena y lo que proyecta sobre su funcionamiento psicológico es impecable. Se crece y se reafirma igual de honesto cuando se siente fuerte que cuando se muestra vulnerable.

Comparado con el adolescente que “pedía pista” en 2021 o 2022, el Alcaraz de 2024-2025 muestra un grado superior de madurez, de regulación psicológica y respeto por cada momento de su conexión con el momento deportivo.

Ya no se precipita en puntos o momentos de quiebre con la misma frecuencia; sabe manejar los silencios de la pista y la presión de ser favorito. En lo extradeportivo, probablemente lo más importante en su transición de joven a adulto, también ha sabido poner límites sanos como adolescente ante experiencias especiales: conserva momentos de desconexión con su familia y amigos en Murcia, mantiene una actitud cercana y humilde en el trato mediático y no oculta sus íntimos deseos de disfrutar de la vida, lo que contribuye a sostener su salud mental frente al ruido externo.

Probablemente veremos más de algún altibajo en el futuro –seguramente tenga que ver con el mantenimiento de su nivel competitivo, con su popularidad en cualquier rincón del mundo o con dejarse llevar y liberarse cuando se sienta vulnerable– como lo hay en la vida de cualquier persona, aunque en su caso se suma la gran carga de ser un prodigio.

Sus retos en tiempo real

Los retos se mantendrán y aparecerán otros nuevos, sus rivales buscarán nuevas formas de ganarle, recibirá las presiones habituales de todo lo que rodea al deporte de élite (la épica, la mercantilización…) y su vida personal propondrá nuevos esfuerzos y adaptaciones que nos harán ver nuevas versiones del talento de Carlos Alcaraz. Y todo ello, seguramente televisado y en tiempo real.

El Abierto del Equilibrio Mental no otorga un trofeo ni suma puntos ATP, pero define la duración y la calidad de una carrera llena de sensatez y sana autenticidad. Alcaraz, con solo 22 años, ya ha mostrado que su crecimiento no depende únicamente de su drive o de su físico privilegiado, sino de su capacidad de aprendizaje psicológico.

Gestionar la presión dentro y fuera de la pista (mucho más impredecible), aprender a mantener el foco constante y realista y recuperarse de los golpes invisibles son, en definitiva, de las victorias más difíciles y duraderas.

The Conversation

Juan González-Hernández no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. La otra victoria de Carlos Alcaraz: el Abierto del Equilibrio Mental – https://theconversation.com/la-otra-victoria-de-carlos-alcaraz-el-abierto-del-equilibrio-mental-264848

“Esta es mi vida”: claves psicológicas y riesgos de la sobreexposición en redes sociales

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Oliver Serrano León, Director y profesor del Máster de Psicología General Sanitaria, Universidad Europea

Anicka S/Shutterstock

“Hoy me han despedido y no sé qué hacer con mi vida”. “Acabo de salir de terapia y me siento rota”. “Aquí están las cosas que me da vergüenza admitir”. Frases como estas, acompañadas de vídeos llorando en TikTok o Instagram o hilos interminables en X, se han convertido en fenómenos virales. Lo que antes se reservaba a la intimidad de un diario personal o una charla con un amigo, hoy se expone ante millones de personas.

El oversharing –la tendencia a compartir en exceso la vida privada en redes– crece a un ritmo vertiginoso, impulsado por la promesa de empatía, validación y compañía digital. Pero ¿qué nos lleva a abrirnos de esta forma? ¿Qué ganamos y qué arriesgamos al desnudar nuestras emociones en público?

Confesiones virales e hilos emocionales

En TikTok, cobra fuerza la tendencia conocida como “social media is fake, here are things I’m ashamed to admit” (“las redes sociales son falsas, aquí hay cosas que me avergüenza admitir”, resumido en el hashtag #socialmediaisfake), donde usuarios –muchos de ellos de la generación Z– comparten sus inseguridades más profundas, desde la ansiedad ante la carrera profesional hasta temores sobre su valía personal. Este tipo de contenido despierta empatía y solidaridad, pero también abre la puerta a comparaciones poco saludables.

Por otra parte, en Reddit o X proliferan los hilos confesionales, donde frases como “necesito contar esto porque no puedo más” inician relatos de desahogo emocional, rupturas, soledad o ansiedad. Estas narrativas generan respuestas masivas de desconocidos que ofrecen consejos o simplemente compañía virtual.

En el ámbito familiar, un ejemplo específico es el fenómeno del sharenting, cuando progenitores publican detalles íntimos sobre sus hijos en redes sociales. Aunque muchas veces bienintencionado, este comportamiento puede afectar la autoestima y privacidad de los menores, pues crean una imagen idealizada e incluso expuesta sin su consentimiento.

¿Por qué compartimos tanto lo privado?

La validación digital –mediante likes y comentarios– activa circuitos de recompensa en el cerebro, incluyendo zonas como el núcleo accumbens, que también responden a estímulos gratificantes en entornos cara a cara. Esta retroalimentación rápida puede desencadenar una liberación de dopamina y reforzar la tendencia a compartir contenidos altamente emocionales.

Sin embargo, reducir el fenómeno del oversharing a un simple “subidón de dopamina” resulta demasiado simplista. Las motivaciones para exponer lo íntimo en redes sociales incluyen también factores sociales, culturales y psicológicos más amplios. Atribuir nuestras conductas digitales únicamente a este neurotransmisor no cuenta con respaldo neurocientífico ni promueve una comprensión profunda.

El apoyo social es otro motor clave de la sobreexposición en redes sociales. Compartir experiencias difíciles en redes puede generar una sensación de comunidad y contención, especialmente cuando hay respuestas empáticas de desconocidos. Algunas investigaciones señalan que publicar relatos sobre enfermedades mentales en redes facilita el acceso a redes informales de apoyo, aprendizaje de estrategias de afrontamiento y sensación de pertenencia.

Durante la pandemia, también se observó que el apoyo digital tuvo un impacto positivo en la salud mental de muchos usuarios, aunque se enfatizó que el tipo y la calidad de dicho soporte es lo que determina su eficacia.

Por último, también aparece el efecto catártico: plasmar lo que sentimos en forma de texto o vídeo permite organizar los pensamientos y enfrentar emociones. El oversharing puede verse como una versión digital de un diario íntimo, solo que con una audiencia dispuesta –y lista para responder– en tiempo real.

Los riesgos del oversharing

Sin embargo, esta transparencia emocional puede acarrear graves consecuencias. En TikTok, no faltan ejemplos de usuarios que comparten crisis personales para meses después afrontar críticas virales, burlas o incluso amenazas tras haber dejado al descubierto áreas de su vida que preferirían olvidar.

La comparación social es otro riesgo frecuente. Ver a otros compartir sus procesos de terapia o duelo puede generar presión para hacer lo mismo, como si la visibilidad fuera una prueba de autenticidad. Este dinamismo puede aumentar la ansiedad y la sensación de insuficiencia en quienes no se sienten preparados para exponer tanto.

La dependencia de la aprobación externa entra en juego cuando nuestro bienestar emocional empieza a medirse en interacciones digitales: si una publicación íntima no tiene suficiente eco, es fácil sentirse rechazado o ignorado. Esto impulsa a compartir más, con mayor intensidad emocional, en busca de esa respuesta confirmatoria.

Además, la huella digital emocional es duradera. Incluso contenidos eliminados pueden persistir en capturas o difundirse indirectamente, reaparecer cuando menos lo esperamos y afectar a nuestra reputación personal o profesional.

Por último, el ejemplo del sharenting nos recuerda otro tipo de vulnerabilidad emocional: la de quienes no tienen voz –los niños–, cuyos límites se exceden sin que ellos puedan decidirlo, generando consecuencias psicológicas a largo plazo.

Privacidad emocional como autocuidado

Antes de compartir, vale preguntarse: ¿qué busco realmente al publicar? ¿Necesito validación o contención genuina, es decir, alguien que pueda escucharme y sostener mis emociones en un espacio seguro?

Reflexionar ayuda a evitar la exposición impulsiva. De hecho, establecer límites claros permite sentirnos seguros y emocionalmente equilibrados: tal como señalan expertos en salud mental, identificar y aplicar nuestros propios límites es crucial para el bienestar psicológico.

Definir qué aspectos personales no queremos exponer –como salud mental, relaciones o conflictos familiares–no solo nos protege, sino que fortalece la autoestima. Las herramientas de privacidad en redes sociales, como compartir contenido solo con “mejores amigos”, restringir comentarios o limitar la visibilidad de las publicaciones, son recursos valiosos para mantener un equilibrio entre conexión emocional y protección personal.

Además, la dimensión offline sigue siendo fundamental. El apoyo presencial, ya sea de familiares, amistades o profesionales, suele ofrecer una escucha más auténtica y sostenida que las interacciones digitales. De hecho, algunas investigaciones han demostrado que combinar grupos de apoyo a través de internet y de forma física beneficia la recuperación emocional y permite responder mejor a necesidades individuales.

Por último, los registros privados –como llevar un diario, grabar notas de voz o expresar las emociones a través del arte– también ofrecen vías seguras para procesar sentimientos sin exponerse públicamente.

La paradoja de compartir: autenticidad frente a vulnerabilidad

El oversharing refleja una paradoja de nuestra época: buscamos autenticidad y conexión en redes sociales, pero terminamos exponiendo nuestras heridas en escaparates donde la empatía convive con el juicio y lo privado puede volverse público para siempre.

Compartir puede tener efectos positivos inmediatos –validación, apoyo, catarsis–, pero también encierra riesgos que van desde la ansiedad social hasta la vulnerabilidad a largo plazo.

Cuidar nuestra privacidad emocional no es un signo de aislamiento, sino una forma consciente de autocuidado. En un ecosistema digital que premia la sobreexposición, reservar espacios de intimidad puede ser el gesto más valioso para proteger nuestra salud mental.

The Conversation

Oliver Serrano León no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. “Esta es mi vida”: claves psicológicas y riesgos de la sobreexposición en redes sociales – https://theconversation.com/esta-es-mi-vida-claves-psicologicas-y-riesgos-de-la-sobreexposicion-en-redes-sociales-264428

Cinco claves para entender las tensiones que vive Colombia rumbo a su cita con las urnas de 2026

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Mariana Ramos Algarra, Asesora de procesos académicos de la Especialización en Derechos Humanos, Derecho Internacional Humanitario y Justicia Transicional y Profesora de la Facultad de Estudios Jurídicos, Políticos e Internacionales, Universidad de La Sabana, Universidad de La Sabana

La política electoral en Colombia está marcada por límites geográficos. Veredas donde las disidencias de las FARC imponen control, pueblos bajo el Clan del Golfo, la principal banda de narcotráfico del país, o municipios en los que la guerrilla del ELN regula la entrada y salida de candidatos.

En 2022, la Misión de Observación Electoral (MOE) identificó 319 municipios en riesgo. La situación no ha mejorado mucho en 2025. Su directora, Alejandra Barrios, alerta que, hoy por hoy, hay regiones del país “donde los candidatos no van a poder hacer campaña de manera libre”. Un condicionante para una democracia que, aunque formalmente estable, sigue en el alambre ante el imperio de las armas.

Magnicidios, atentados y secuestros

Esta no es una preocupación abstracta. Desde finales de los ochenta, ningún ciclo presidencial ha transcurrido completamente libre de atentados o asesinatos de candidatos. Los magnicidios de Jaime Pardo Leal (1987), Luis Carlos Galán (1989), Bernardo Jaramillo (1990), Carlos Pizarro (1990), Álvaro Gómez Hurtado (1995), hasta llegar al caso más reciente de Miguel Uribe Turbay (2025), nos muestran el trágico final de líderes que querían cambiar el país desde su visión.

A estos episodios se suman los atentados, secuestros y agresiones contra candidatos presidenciales y otros dirigentes políticos. La violencia marcó las campañas de 2002, 2006, 2014 y 2022, lo que demuestra su presencia recurrente en el escenario electoral.

El reciente atentado contra Uribe Turbay, quien falleció pocas semanas después de ser tiroteado, revela de nuevo la fragilidad de las garantías democráticas. Esta secuencia revive la persistencia de una lógica violenta, que convierte el ejercicio democrático en algo profundamente incierto y vulnerable.

La historia reciente confirma que la violencia política en Colombia no es un accidente electoral, sino la manifestación visible de tensiones más hondas que nunca se han resuelto y que llegan intactas al 2026. Identificarlas es fundamental, no solo para explicar por qué el pasado sigue repitiéndose, sino para anticipar qué hará de esta contienda un escenario especialmente vulnerable.

A la luz de este panorama, pueden trazarse cinco claves para entender las tensiones que marcarán las elecciones. Tanto las legislativas del próximo marzo como las presidenciales, cuya primera vuelta está prevista para el 31 de mayo de 2026:

1. Un marco incompleto tras el acuerdo de paz

El Acuerdo de Paz firmado en 2016 con las FARC significó un punto de inflexión en la historia reciente, pero no logró consolidar una política de Estado en materia de seguridad y control territorial.

La ausencia de una estrategia de seguridad sostenida permitió que múltiples y antiguos actores armados (ELN, disidencias de las FARC y grupos paramilitares, entre otros) expandieran su influencia, restableciendo formas de gobernanza paralela en regiones históricamente golpeadas por el conflicto.

La estrategia de la llamada “paz total”, aunque ambiciosa en su planteamiento de negociar simultáneamente con distintos grupos, no ha logrado contener la violencia ni desmontar los incentivos económicos que alimentan la guerra.

Por el contrario, la necesidad de decretar el “estado de conmoción interior” en regiones como el Catatumbo y el recrudecimiento de la violencia urbana y rural en departamentos como Arauca, Valle del Cauca y Cauca evidencia que, lejos de superarse, el conflicto ha mutado. De cara al 2026, la disputa electoral se moverá en un terreno desigual, donde las garantías de seguridad dependerán de dinámicas locales más que de una política nacional coherente.

En lugar de un fortalecimiento institucional uniforme, lo que se observa es una reconfiguración del conflicto. Este refleja los vacíos de poder estatal, que pierde presencia territorial y muestra la debilidad de la fuerza pública, según apunta el expresidente, Juan Manuel Santos.

2. Polarización y desconfianza institucional

La actual polarización no solo divide ideas; genera una desconfianza activa hacia instituciones clave. El propio presidente, Gustavo Petro, ha cuestionado públicamente la legitimidad de la Registraduría Nacional, lo que erosiona la credibilidad del árbitro electoral.

La desinformación se convierte en una herramienta política para desacreditar adversarios o sembrar dudas sobre el proceso electoral en contextos polarizados como el colombiano.

En este clima, la contienda del 2026 enfrenta un riesgo inédito: que el resultado no sea evaluado por los actores políticos en función de su legitimad democrática e institucional, sino de su conveniencia. Es decir, más que la competencia entre proyectos de país, el gran interrogante es si el perdedor reconocerá los resultados sin abrir la puerta a una nueva crisis de gobernabilidad.

3. El peso del narcotráfico y las economías ilegales

Las economías ilícitas dejaron de ser un fenómeno periférico. En regiones como el Catatumbo, Putumayo, Cauca, Nariño y Urabá antioqueño operan como poderes paralelos que condicionan la vida política y social.

La Misión de Observación Electoral (MOE) ha definido una matriz de riesgos, que establece amenazas clave para la participación política. Entre estos riesgos destaca la financiación ilegal de campañas, que distorsiona el proceso electoral y representa un factor indicativo de posible fraude en los comicios.

La inseguridad es otro de los peligros detectados por el MOE. Desde las elecciones de 2022, más de 300 municipios estuvieron en riesgo alto o extremo por la convergencia de actores armados y economías ilícitas.

Estos territorios funcionan aún como sistemas de gobernanza paralela. Las organizaciones criminales no solo financian su guerra mediante el narcotráfico, la minería ilegal o la extorsión, sino que condicionan la vida cotidiana y limitan la autonomía del voto en zonas rurales.

La novedad de cara a 2026 no radica únicamente en la persistencia de estos fenómenos, sino en su fragmentación. Ya no existe un bloque hegemónico como los cárteles de los noventa o el paramilitarismo de los 2000, sino múltiples redes criminales. Algunas tienen vínculos internacionales, por ejemplo, con los carteles mexicanos que convergen en los mismos territorios. Este reacomodo hace más difícil una respuesta estatal coherente y aumenta la incertidumbre sobre las garantías democráticas.

4. Fragmentación política y del electorado

El sistema político colombiano vive un proceso de atomización que intenta trascender la polarización tradicional entre izquierda y derecha. Para las presidenciales de 2026 se evidencia una amplia proliferación de aspirantes. La Registraduría ha contabilizado 69 comités promotores de firmas, que ya recolectan apoyos ciudadanos, muchos de ellos con perfiles independientes y alejados de los partidos tradicionales.

Figuras como Vicky Dávila, Abelardo de la Espriella y Juan Daniel Oviedo, entre otros, se proyectan como outsiders. Otras figuras políticas, como Claudia López, David Luna, Mauricio Lizcano, Daniel Palacios o Mauricio Cárdenas, se postulan como candidatos independientes sin vinculación a ningún partido político.

En este contexto, las consultas interpartidistas de marzo serán decisivas. Si no logran articular candidaturas únicas, la atomización se profundizará, dispersando el voto y debilitando la capacidad de construir mayorías.

Tanto el Centro Democrático como el Pacto Histórico han anunciado su intención de definir un candidato único en las próximas semanas, con el fin de evitar esa dispersión interna y fortalecer su proyección nacional de aquí a marzo. De no concretarse estos acuerdos, la fragmentación del electorado podría persistir. Este hecho profundiza la volatilidad del escenario electoral y anticipa mayores desafíos de gobernabilidad.

5. Retorno de la violencia contra candidatos

Desde la Constitución de 1991, Colombia no había presenciado el asesinato de un candidato presidencial en ejercicio. Hasta el atentado del pasado 7 de junio contra Miguel Uribe Turbay.

Este hecho rompió más de tres décadas de relativa protección a los aspirantes presidenciales y reabrió una herida que parecía cerrada. La violencia contra Uribe Turbay no solo evoca aquel pasado sangriento, sino que advierte sobre un presente en el que la competencia electoral vuelve a estar marcada por el riesgo físico, tanto para los aspirantes a la presidencia como para quienes buscan un escaño en el Congreso.

La amenaza sobre los candidatos plantea un desafío crítico para las elecciones de 2026. Si el Estado es incapaz de garantizar la seguridad de quienes aspiran a la presidencia y al Congreso, la legitimidad misma del proceso democrático queda conculcada.

Los comicios del próximo año pondrán a prueba, una vez más, la capacidad del Estado y de la sociedad colombiana para sostener una democracia que, aunque resistente, continúa vulnerable frente a antiguas y nuevas amenazas. El desenlace no solo definirá quién gobierne, sino si el país logra blindar su sistema democrático frente a la violencia, la fragmentación y la desconfianza que lo acechan.

The Conversation

Mariana Ramos Algarra no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. Cinco claves para entender las tensiones que vive Colombia rumbo a su cita con las urnas de 2026 – https://theconversation.com/cinco-claves-para-entender-las-tensiones-que-vive-colombia-rumbo-a-su-cita-con-las-urnas-de-2026-264185

Medir (y entender) la incertidumbre para tomar mejores decisiones

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Anabel Forte Deltell, Doctora en Matemáticas y profesora en la Universidad de Valencia, Departamento de Estadística e Investigación Operativa, Universitat de València

Es irremediable, nos inquieta no saber. Es una sensación intrínseca al ser humano que suele poner el foco en el futuro –qué pasará mañana–. Pero la incertidumbre no vive solo en el calendario. También se instala en los porqués, en la comprensión de los procesos que desembocan en lo que sucede: ¿por qué mido 1,65 metros? ¿Qué nos lleva –o no– a desarrollar un cáncer? ¿Qué genes influyen en cierta enfermedad? No es solo preguntarse si, al lanzar una moneda, saldrá cara, sino qué mecanismos físicos y contextuales empujan ese resultado y en qué medida lo hacen.

No hay bola de cristal: la realidad es compleja, ruidosa y a veces caprichosa; y nuestro conocimiento resulta inevitablemente limitado. Lo que sí tenemos es un lenguaje para cuantificar esa falta de certeza y convertirla en algo con lo que podamos tomar decisiones: la probabilidad. Y contamos con una disciplina que ancla ese lenguaje a lo que observamos y medimos: la estadística.

La probabilidad de lo que nos preocupa

Quizás aterrizar la idea en un ejemplo nos ayude a entenderlo mejor. Pensemos en el cáncer de pulmón. La preocupación personal sobre la presencia de esta enfermedad se formula en términos binarios –“¿me tocará o no?”–, pero la respuesta a esta duda razonable la encontramos en la probabilidad. No es lo mismo que nos digan que la probabilidad de que desarrollemos esta dolencia es de un 3 %, de un 20 % o de un 80 %, ¿cierto? Ninguna cifra garantiza el desenlace final, pero cambiará las decisiones que tomemos respecto a la frecuencia con la que nos haremos revisiones, nuestros hábitos y nuestras prioridades.

La cuestión está entonces en cómo determinar esa probabilidad. Podemos centrarnos en la búsqueda de estimaciones construidas con datos de personas con condiciones parecidas de edad, exposición ambiental, hábitos, antecedentes, etc., sin perder de vista que se tratará de eso, de una estimación y, como tal, tendrá asociada, de nuevo, cierta incertidumbre. Así pues, un estudio serio no afirmará “su riesgo es de un 3 %” como si fuera una propiedad revelada, sino, “dadas sus características y los datos disponibles, el riesgo está muy probablemente entre un 1 % y un 5 %”. Además, ese “muy probablemente” también puede cuantificarse, tratando de poner rango y coherencia a lo que sabemos y a lo que no.

¿Y de qué depende la calidad de esa estimación? Pues básicamente de tres pilares. Primero, los datos: no se trata solo de cuántos, sino también de cuán bien representan a la población que nos importa. Segundo, el diseño: cómo se recogen esos datos, con qué controles, con qué cuidado para evitar sesgos. Tercero, el modelo: la simplificación matemática y las técnicas estadísticas que usamos para realizar la estimación y de cuya aplicabilidad dependerá obtener mejores o peores resultados con los mismos datos. Unos datos suficientes, obtenidos con un buen diseño y analizados con la técnica correcta nos llevarán siempre un paso más hacia el éxito.

A partir de aquí, asoma otra pregunta: qué variables están realmente implicadas en el riesgo. Volviendo al cáncer de pulmón, podemos valorar factores como tabaco, contaminación, ocupación, actividad física… Pero, ojo, porque ver que dos cosas se mueven juntas no basta para concluir que una causa la otra. Es posible que un gran estudio observacional encuentre que quienes hacen más deporte tienen menos cáncer de pulmón, pero quizá el vínculo real sea que quienes hacen más deporte no fuman.

Es lo que, en estadística, llamamos confusión. Para despejarla, necesitamos trabajar en ese segundo pilar del que hablábamos: diseños más específicos y exigentes nos permitirán elegir mejor qué variables incluir en el modelo o qué técnicas estadísticas serán más efectivas para dar una mejor respuesta con una mejor medida de la incertidumbre.

¿Cuánto me afecta?

Superada esa fase, la siguiente cuestión es la magnitud. No basta con saber si un factor influye, también necesitamos saber cuánto cambia el riesgo. Aquí conviene distinguir entre riesgo absoluto y relativo. Decir que “fumar duplica el riesgo” es hablar en términos relativos: si una persona no fumadora tiene 10 % de riesgo, duplicarlo lleva al 20 %. Suena igual de contundente cuando el riesgo pasa de 0,5 % a 1 %, pero el impacto práctico es distinto.

En este sentido, al hacer referencia al efecto de tal o cual hábito, puede que, en los medios de comunicación, hablen de riesgos relativos, de probabilidades o de ratio de probabilidades, pero lo verdaderamente importante es que esa jerga acabe convertida en números que quien lo lea pueda situar en su vida.

Y una última obviedad que nunca sobra: al ver escrito uno de estos valores, puede que se presente también un porcentaje. Es importante no confundirlo con una probabilidad y, en ese sentido, la probabilidad nunca supera el 100 %. Dar un valor es fácil. Interpretarlo y entender las reglas que lo rigen, ya no tanto.

Breve guía para entender la probabilidad

Volvamos al momento en que le informan de su probabilidad de sufrir cáncer de pulmón. Lo habitual es verla expresada en porcentajes (entre 0 % y 100 %). También puede expresarse en tanto por uno —3 % es 0,03; 20 % es 0,2— o como “x de cada N” donde, por ejemplo, uno de cada 1 000 equivaldría a 0,1 % (0,001) o tres de cada diez, a un 30 %.

El problema surge cuando, en un mismo texto, se mezclan formatos, ya que tendemos a fijarnos más en el total (N) que en la parte (x) y podemos creer que “uno de cada 1 000” supone un riesgo mayor que “uno de cada 100”, cuando en realidad estamos hablando de un 0,1 % frente a un 1 %.

Entendido el número, toca interpretarlo y, para ello, contamos con dos miradas diferentes. La mirada frecuentista entiende la probabilidad como la frecuencia con que veríamos un evento al repetir el proceso muchas veces. Funciona muy bien en contextos controlables y repetibles. Pero al hablar de la probabilidad de lluvia o de que una persona enferme –donde no podemos “repetir” el mismo día o la misma vida–, resulta más natural la mirada bayesiana, que trata la probabilidad como un grado de credibilidad coherente y actualizable con nueva evidencia mediante el teorema de Bayes.

Estas dos perspectivas también ayudan a entender la incertidumbre de las estimaciones. Los rangos de valores plausibles de los que hablábamos antes reciben el nombre de intervalos de confianza bajo el paradigma frecuentista o de intervalos de credibilidad bajo el bayesiano. En ambos casos, nos ayudan a medir la fiabilidad de la estimación. No es lo mismo un riesgo estimado entre 1 % y 5 % que entre 1 % y 10 %. Quizá ambas cifras nos dejen igual de tranquilos ante la enfermedad, pero el primer intervalo es más preciso y, por tanto, más informativo sobre lo que sabemos e indica, posiblemente, mejores datos o un mejor uso de estos.

En definitiva, la incertidumbre está presente en cualquier proceso cotidiano y no es posible eliminarla, pero sí medirla. Al hacerlo la volvemos visible y honesta. Probabilidad y estadística no prometen certezas, pero sí mejores preguntas y decisiones más conscientes. No se trata de controlar un bosque lleno de rincones oscuros sino de caminar por él con mejor criterio.


La versión original de este artículo ha sido publicada en la revista Telos, de Fundación Telefónica.


The Conversation

Anabel Forte Deltell colabora con Telos, la revista que edita Fundación Telefónica.

ref. Medir (y entender) la incertidumbre para tomar mejores decisiones – https://theconversation.com/medir-y-entender-la-incertidumbre-para-tomar-mejores-decisiones-264928

La selección: Freud, adolescentes y sueños

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Eva Catalán, Editora de Educación, The Conversation

Estatua de Freud hecha por David Černý en Praga. Gagarin Iurii/Shutterstock

Hace unos días tuve un sueño curioso. Pero no lo voy a contar aquí. Sé que no hay nada más aburrido que leer o escuchar el sueño de otra persona. De hecho, se podría considerar que “He tenido un sueño rarísimo” es una de las frases que más pavor produce en quien la recibe, casi comparable a leer en un whatsapp “Espera, que te mando un audio”.

Aun así, es difícil resistir la tentación de encontrarle sentido a lo que soñamos. Desde que tenemos constancia escrita de las vicisitudes del ser humano, los sueños han sido una preocupación recurrente. Eran uno de los instrumentos de los dioses de la mitología griega, por ejemplo, para inspirar o confundir a los pobres mortales.




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A principios del siglo XX Sigmund Freud quiso convertirlos en ciencia. En su artículo El libro que cambió cómo nos conocemos, Fernando Díez explica lo que supuso la publicación de La interpretación de los sueños:

“Freud escribió: ‘El sueño es la realización (disfrazada) de un deseo reprimido’. Esta idea, simple en apariencia, sacudió los cimientos de la psicología y la filosofía occidentales”, nos explica Díez. Y es que, aunque efectivamente hoy sabemos que los sueños no son necesariamente representaciones de deseos reprimidos, entender que hay toda una dimensión inconsciente de nuestra mente, formada de recuerdos, emociones y sentimientos que no tenemos racionalmente categorizados, es algo que hoy damos por hecho gracias en parte a Freud.




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Uno de los secretos de La interpretación de los sueños es que tiene, pese a ser un libro con intención científica, una gran riqueza literaria. Freud entendía el poder de las historias. Sus famosos complejos de Edipo y Electra aprovechan la fuerza de las narraciones y los personajes clásicos para explicar comportamientos que aún hoy forman parte de la psicología moderna, como nos explica Joan Tahull de la Universidad de Lleida en su artículo Edipo y Electra en los adolescentes de hoy.




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Algunas madres o padres se habrán encontrado ante esta situación: mi hija o hijo, que tan dulcemente escuchaba mis historias y me miraba con admiración, es hoy una persona adolescente a la que parece que todo lo que hago o digo molesta. Bienvenidos al proceso de separación-individuación. Tahull explica que los complejos freudianos de Edipo o Electra hoy “se reinterpretan como una fase natural del desarrollo emocional, no necesariamente ligado a la sexualidad o al deseo, sino a la necesidad de construir una identidad autónoma”. El adolescente deja de ver a sus padres como figuras omnipotentes y comienza a cuestionarlos, compararse con ellos, rivalizar e incluso idealizar.




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Aunque las familias de hoy son muy distintas de las de los pacientes de Freud, y los modelos de crianza podríamos decir que drásticamente diferentes, lo que no cambia, explica Tahull, es “que todo adolescente necesita diferenciarse emocionalmente de sus padres” para construir su identidad. Así, este proceso no es un trastorno, sino un ritual social y psicológico, un conflicto necesario para madurar.

Como vemos, la psicología moderna ha reubicado las metáforas freudianas, que mantienen su fuerza. Y para celebrarlo, y recordar al pionero psiquiatra en el mes en que se cumplen 86 años de su muerte, aquí va esta selección de artículos sobre su legado y sobre lo que hoy sabemos de psicología adolescente y de sueños.

The Conversation

ref. La selección: Freud, adolescentes y sueños – https://theconversation.com/la-seleccion-freud-adolescentes-y-suenos-264539

Así afectará el cambio climático al oleaje de los océanos, las rutas marítimas y la geopolítica

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Gabriel Ibarra Berastegui, Catedrático de Mecánica de Fluidos, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea

Es previsible que los cambios en el viento y la altura de ola en el Mediterráneo afecte a la importancia geopolítica del canal de Suez. Byvalet/Shutterstock

La mayor parte de los estudios científicos sobre clima se centran en las proyecciones futuras de temperatura debidas a las emisiones de gases de efecto invernadero. Un fenómeno que también afecta al oleaje de los mares.

Investigadores de la Universidad del País Vasco hemos analizado cómo el sistema atmósfera-océano terrestre absorbe los cambios de temperatura debidos al cambio climático e impacta en el medio marino. El calentamiento de la atmósfera se traslada de manera no lineal a los vientos y olas dando lugar a patrones complejos y con grandes diferencias en los distintos mares.

Los resultados obtenidos muestran que la evolución previsible del viento y la altura de las olas será muy desigual en los distintos océanos hasta finales del siglo XXI, con implicaciones futuras de tipo económico y geopolítico.

El Ártico: menos hielo y más olas

Un informe de la OCDE) señala las ventajas que el deshielo en el Ártico podría representar para el transporte marino de mercancías: se estima que el tiempo de tránsito se reducirá en un 40 % con respecto a la ruta actual entre Asia y Europa.

Sin embargo, una vez desaparecido el hielo, aunque sea de forma parcial, nuestro pronóstico indica que para finales de siglo, el Ártico sufrirá el incremento más importante de viento y altura de olas de todos los océanos.

Este importante aumento, sin duda, dificultará la navegación por lo que, incluso en ausencia de hielo, quizás haga que el tránsito comercial por el Polo Norte siga siendo casi imposible.

Por ello, es improbable que esta combinación de cambios en el Ártico resulte en un debilitamiento sustancial del tráfico marítimo que, a través de Suez y finalizando en el Mediterráneo, conecta hoy Asia y Europa.




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El Mediterráneo: olas, energías renovables y seguridad

El Mediterráneo constituye un eslabón clave en una segunda ruta marítima: la del petróleo y gas que se teje desde el Índico hacia Europa. En nuestra investigación, ambos mares muestran un comportamiento opuesto al del Ártico, con reducciones notables de viento y olas hasta finales de siglo. A nivel global, el Mediterráneo es el mar del que se esperan las mayores disminuciones tanto en viento como en altura de olas hasta el año 2100.

La década de 2010-2020 representa un punto de inflexión para un mar que en las pasadas décadas ha tenido un comportamiento constante y que ahora, hasta final de siglo, se encamina hacia una reducción de su viento y oleaje.

Proyecciones de cambios en la altura de ola hasta 2100 en el Mediterráneo.
Proyecciones de cambios en la altura de ola hasta 2100 en el Mediterráneo.
Gabriel Ibarra, CC BY-SA

La incipiente implantación de plantas de extracción de energía de las olas podría verse comprometida ya que el diseño elegido en la primera planta operativa del Mediterráneo, situada en Jaffa (Israel), se basa en unos pistones cuyo rendimiento depende de la altura de ola. La previsible disminución de altura de la olas trae nuevos desafíos al desarrollo tecnológico de futuras plantas similares en el Mediterráneo.

Por otro lado, también se esperan cambios en el sector eólico y los parques marinos proyectados para las próximas décadas, que deberán hacer frente a una caída en su producción debido a la disminución de la velocidad del viento.




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A lo largo del eje central del Mediterráneo, por donde transitan dos rutas marítimas fundamentales, las disminuciones de viento y oleaje estimadas en nuestro trabajo son del 2 % por década hasta finales del siglo.

Estos futuros cambios favorecerán una navegación más fluida en el Mediterráneo, lo cual conllevará un reto de seguridad adicional debido a la proliferación esperable de actividades ilegales, como el tráfico de armas, de drogas y personas.

Por ello, la propia estabilidad futura de los países ribereños representa en sí misma un reto para hacer del Mediterráneo un mar seguro para el tráfico de mercancías y el suministro energético.




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¿Se puede contar con rutas alternativas a futuro?

Un menor oleaje reduce tiempos de navegación y costes, por lo que estos cambios futuros debidos al cambio climático reforzarán el papel de esas dos rutas marítimas centradas en el Mediterráneo. Uno de los principales patrones globales que emergen en las proyecciones de vientos y olas hasta 2100 es una intensa asimetría entre los hemisferios Norte y Sur, concentrándose en este último los mayores incrementos. Por ello, hay que considerar, además, que la vía alternativa al Mediterráneo, es decir, rodeando África, se verá dificultada debido a un sostenido incremento de viento y olas esperable para las próximas décadas en el Indico y Atlántico Sur.

Este debilitamiento en las perspectivas de consolidación de rutas alternativas incrementa todavía más la importancia geopolítica de tres nodos clave en dichas rutas: el canal de Suez, el estrecho de Bab-el-Mandeb y el estrecho de Ormuz, crucial para el suministro global de gas y petróleo. Así lo confirman las recientes tensiones bélicas en el golfo Pérsico. Paradójicamente, hemos visto que en esta reciente crisis la relevancia clave de estos nodos ha actuado como factor de estabilización para el comercio mundial, ya que la proyección simultánea de los intereses vitales contrapuestos de diferentes actores internacionales ha resultado en el mantenimiento de las rutas abiertas.

Pacífico Norte y acceso al Atlántico

En otras zonas como el Atlántico y Pacífico Norte también se prevén reducciones de viento y altura de olas. Esto se traducirá en una navegación más fluida y con menos costes, reforzándose así la importancia geopolítica del canal de Panamá como eslabón estratégico en el tráfico marítimo mundial.

Los recientes movimientos por parte de Estados Unidos para asegurar su control constituyen un indicador de la extraordinaria relevancia que en las próximas décadas se espera tenga el canal de Panamá. Entre las razones de esta importancia destaca el esperable incremento del tráfico en las próximas décadas debido a una navegación cada vez más fluida.




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Geopolítica de las olas

Cuanto más favorables resultan las perspectivas geofísicas de consolidación de las actuales rutas de navegación hasta 2100, mayor es el potencial disruptivo que concentran los eslabones clave que las integran ante acontecimientos desestabilizadores de orden geopolítico.

Ante la falta de nuevas rutas alternativas, los actores interesados deberán concentrar sus esfuerzos en el control total o parcial de las actuales, lo cual paradójicamente puede dar lugar a acuerdos inesperados como el señalado más arriba en la reciente crisis del Golfo Pérsico.

Todavía se requieren estudios más regionalizados sobre la evolución, frecuencia e intensidad de futuros eventos marinos extremos. Con ellos será posible la previsión de escenarios para una mejor adaptación, planificación y gestión de los océanos. Esto permitirá también perfilar con más detalle las implicaciones económicas y geopolíticas derivadas de los cambios que sufran.

The Conversation

Gabriel Ibarra Berastegui recibe fondos de la Universidad del País Vasco.

ref. Así afectará el cambio climático al oleaje de los océanos, las rutas marítimas y la geopolítica – https://theconversation.com/asi-afectara-el-cambio-climatico-al-oleaje-de-los-oceanos-las-rutas-maritimas-y-la-geopolitica-260769