La nueva ley de protección de menores ‘online’ choca con la industria tecnológica

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Juan José Guardia Hernández, Profesor agregado de Derecho administrativo, Universitat Internacional de Catalunya

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A comienzos del curso político de 2025, el Gobierno español propuso la Ley Orgánica para proteger a los menores en el entorno digital. La medida responde a una preocupación creciente en la opinión pública: el acceso al primer móvil se adelanta a los diez o doce años y la exposición a contenidos nocivos, como violencia, retos peligrosos o ciberacoso es ya habitual.

Diversos estudios ponen de manifiesto que el consumo de pornografía se ha incrementado de manera notoria y vinculan el uso intensivo de pantallas con alteraciones en la salud mental y un deficiente rendimiento académico.

Una capa de protección

El núcleo más visible, y novedoso, del proyecto de ley es el régimen de obligaciones para los fabricantes de dispositivos –teléfonos, tabletas, ordenadores, consolas o televisores inteligentes–. Estas medidas pretenden introducir, en la propia arquitectura tecnológica, una capa mínima de protección que complemente la responsabilidad familiar.

El proyecto de ley tiene algunos puntos controvertidos:

  • En primer lugar, se incrementan las obligaciones de información: los fabricantes deberán incluir, en el embalaje o en la documentación, advertencias claras sobre los riesgos para los menores. Entre otros aspectos, deberán indicarse el tiempo de uso recomendado por edad, la disponibilidad y configuración de los controles parentales y los efectos de un uso prolongado sobre el desarrollo cognitivo y emocional, incluido el descanso nocturno.

  • En segundo lugar, exige la incorporación nativa de control parental. Todos los dispositivos deberán venir equipados con un sistema activado por defecto en la configuración inicial. Este diseño pretende garantizar un mínimo universal de protección, de manera que –sin depender del grado de alfabetización digital de cada familia– todo dispositivo nuevo disponga de una barrera inicial configurable por adultos.

  • En tercer lugar, el texto prohíbe que los menores accedan a mecanismos aleatorios de recompensa en videojuegos, las conocidas “cajas botín”, por su potencial efecto adictivo y su similitud con los juegos de azar. Además, por debajo de ciertos umbrales de edad, la apertura de cuentas requieren consentimiento parental.

Qué dicen los fabricantes

La tramitación parlamentaria en curso de la nueva norma ha abierto un intenso debate. AMETIC, una de las patronales del sector digital y de fabricantes, ha presentado diversas propuestas de enmiendas a los grupos parlamentarios. Su argumento central es que imponer obligaciones técnicas y de etiquetado exclusivamente en España fragmentaría el mercado interior europeo, obligando a rediseñar dispositivos para un solo país y elevando los costes de producción.

Como alternativa, AMETIC propone limitar la aplicación de la ley a los teléfonos móviles, excluyendo tabletas, ordenadores y televisores. A su juicio, los tres últimos se utilizan principalmente en espacios comunes del hogar y, por tanto, bajo supervisión adulta, mientras que el móvil constituye el principal vector de acceso individual y fuera de casa.

Asimismo, propone sustituir el etiquetado físico por información digital accesible a través de una página web o de un código QR. Argumenta que no hay consenso científico sobre las recomendaciones de tiempo de uso y que el formato digital permitiría reducir el impacto ambiental del papel impreso.

También se opone a la activación automática del control parental de contenidos. La patronal defiende un modelo de “oferta informada” en el que los progenitores decidan durante la configuración inicial si desean activarlo. Añade que las herramientas actuales no pueden filtrar universalmente todos los contenidos ni todos los vectores de descarga y podría generar una falsa sensación de seguridad.

Y, finalmente, en materia de videojuegos, AMETIC propone eliminar la prohibición de las cajas botín para menores, alegando que no se ha acreditado una relación causal sólida entre su uso y las conductas adictivas.

Estas enmiendas reflejan un debate recurrente sobre la gestión del riesgo: hasta qué punto estamos dispuestos a asumir ciertos riesgos como parte inevitable de la vida cotidiana y qué medidas, como sociedad, aceptamos para prevenirlos o mitigarlos.

En efecto, por una parte, algunas observaciones de la industria resultan atendibles: la coordinación con los estándares europeos evita islas normativas costosas; el etiquetado digital puede ofrecer mayor flexibilidad y actualización; y es razonable reconocer los límites técnicos de los filtros de contenido.

Además, no puede ignorarse que el conocimiento científico sobre los efectos del uso de pantallas sigue siendo parcial, y que vivimos en un contexto de hiperregulación que con frecuencia complica la vida social y económica sin aportar beneficios evidentes

Ahora bien, limitar la ley a los móviles ignora que tabletas, ordenadores y televisores constituyen también puertas de acceso a internet y que el uso “compartido” no excluye consumos solitarios o nocturnos. Eliminar el diseño seguro por defecto o la información visible trasladaría toda la carga de la protección a las familias, cuya alfabetización digital y capacidad de supervisión son desiguales: muchos hogares no lo configurarían por desconocimiento o exceso de confianza.

Y respecto a las cajas botín, aunque el debate científico siga abierto, hay indicios de riesgo y correlación positiva con el juego problemático.

Recurrir al principio de precaución

En este punto, el principio de precaución, reconocido tanto en el derecho europeo como en el español, ofrece una posible vía de equilibrio: faculta a los poderes públicos para adoptar medidas preventivas cuando existan riesgos plausibles, incluso en ausencia de consenso científico.

No obstante, su aplicación ha de ser proporcionada y sujeta a revisión periódica, a fin de evitar un uso estratégico o abusivo orientado a eludir responsabilidades futuras, como ha ocurrido en España en algunas crisis pasadas.

A su vez, en aras de una justa distribución de beneficios y cargas, cabría considerar la indemnización a las empresas afectadas cuando soporten sacrificios económicos desproporcionados.

Por lo tanto, establecer un mínimo de obligaciones –información visible, control parental activado, verificación de edad y límites a las recompensas aleatorias– no frena la innovación: la orienta al bien común. Prevenir el daño no es paternalismo, sino sensatez al servicio de la dignidad humana y de la protección de los menores.

The Conversation

Soy miembro del proyecto de investigación titulado “La Persona como pilar jurídico y humanista del desarrollo sostenible en la Agenda 2030” financiado por la Universitat Internacional de Catalunya a través de las Ayudas a proyectos de investigación básica y aplicada 2024 (UIC Aid). Su duración se extiende desde el 1 de septiembre de 2024 hasta el 28 de febrero de 2026. No tengo financiación, filiación o vínculo alguno con ningún actor relevante de la industria digital.

ref. La nueva ley de protección de menores ‘online’ choca con la industria tecnológica – https://theconversation.com/la-nueva-ley-de-proteccion-de-menores-online-choca-con-la-industria-tecnologica-268615

La UE quiere que los europeos inviertan sus ahorros en sectores estratégicos

Source: The Conversation – (in Spanish) – By María Isabel Martínez Serna, Profesora Titular de Economía Financiera. Departamento de Organización de Empresas y Finanzas, Universidad de Murcia

En marzo de 2025, la Comisión Europea lanzó la Unión de Ahorros e Inversiones. Con ella quiere conseguir que el dinero que los ciudadanos europeos tienen depositado en cuentas bancarias se destine hacia inversiones en empresas y proyectos estratégicos de la Unión Europea.

En el primer trimestre de 2025, la tasa de ahorro de los hogares de la Unión Europea fue de 14,6 %. De esos ahorros, casi la tercera parte (el 31,2 %) están invertidos en efectivo y depósitos bancarios. Es un porcentaje muy elevado si se compara, por ejemplo, con el de Estados Unidos, que no llega al 12 %.

La preferencia de los europeos por productos bancarios seguros deja aproximadamente 10.000 millones de euros sin apenas rentabilidad. Bruselas quiere que se transformen en inversiones y actúen como motor del tejido productivo europeo.

Se necesita capital para los sectores estratégicos europeos

Europa debe afrontar cuestiones estratégicas como la transición ecológica, la digitalización, la competitividad y la seguridad. Las inversiones necesarias en estos sectores requieren de mucho capital. De hecho, la Mesa Redonda Europea de Industriales cuantifica las necesidades de financiación, sólo para la transición ecológica, en unos 800.000 millones de euros extra al año hasta 2030.

Los fondos públicos europeos son insuficientes para hacer frente a estos grandes retos. Por eso es necesario movilizar el ahorro privado. Con la Unión de Ahorros e Inversiones se busca animar a los ahorradores a participar más en los mercados financieros. Ese dinero podría financiar pymes, proyectos innovadores e infraestructuras sostenibles en Europa.

Frente a los depósitos bancarios, esta inversión implica asumir más riesgo, pero va acompañada de una mayor rentabilidad esperada. En todo caso, son alternativas que permiten diversificar la inversión y mejorar la expectativa de patrimonio futuro.

Desde el punto de vista de las empresas, la Unión de Ahorros e Inversión les abriría un abanico más amplio de fuentes de financiación y les facilitaría el acceso al capital que necesitan para sus proyectos.

De tener éxito la estrategia, tanto ciudadanos como empresas se beneficiarían, además, de que la economía europea ganaría en fuerza y competitividad.

Origen y medidas

La Unión de Ahorros e Inversiones no nace de la nada. Es un paso más allá en la Unión de Mercados de Capitales y está estrechamente relacionada con el Informe Letta, publicado en abril de 2024 bajo el título Mucho más que un mercado. Este informe urgía a completar la integración de los mercados financieros en la Unión Europea.

Ese es el primero de los tres ejes principales de la estrategia, que pueden resumirse en:

  1. Armonizar la regulación de los mercados financieros de los Estados miembros para avanzar hacia un mercado financiero único. El objetivo es que el dinero pueda fluir fácilmente entre los países de la Unión Europea, eliminando obstáculos: diferentes normativas, supervisión, fiscalidad, etc.

  2. Ofrecer a los ahorradores activos financieros más accesibles, comprensibles y transparentes: bonos emitidos por pymes, fondos de inversión adaptados a minoristas, plataformas paneuropeas de captación de fondos (crowdfunding), pensiones paneuropeas, etc. Además, se propone ofrecer incentivos fiscales a la inversión en este tipo de activos. Un ejemplo de nuevos productos: los fondos de inversión con la etiqueta “Finance Europe”, que garantizan que la mayor parte de los recursos van a financiar empresas y proyectos europeos.

  3. Mejorar el nivel de alfabetización financiera de los ciudadanos europeos para que puedan tomar decisiones informadas. Una mayor cultura financiera, unida a un asesoramiento adecuado, es condición necesaria para que aumente la confianza en el sistema financiero y prospere esta iniciativa.

Educación financiera: un pilar imprescindible

Sin las competencias adecuadas será difícil conseguir que los ahorradores inviertan en productos financieros algo más complejos y entiendan sus riesgos.

Según la última encuesta sobre alfabetización financiera en la UE, solo un 18 % de los europeos alcanza un nivel alto en este tipo de conocimientos, con grandes diferencias entre países. El caso de España es especialmente llamativo: ocupa el cuarto puesto por la cola en la clasificación. De hecho, de acuerdo con la Encuesta de Competencias Financieras publicada por el Banco de España en noiembre de 2023, buena parte de la población española tiene dificultades para entender conceptos básicos como inflación, interés compuesto o diversificación.

Además, una encuesta de Funcas (Fundación de las Cajas de Ahorros), realizada en septiembre de 2025, pone de manifiesto el gran desconocimiento sobre el sistema de pensiones de la población adulta española.

A la vista de esta realidad, Europa ha diseñado en coordinación con todos los Estados miembros la Estrategia Europea de Educación Financiera, que incluirá programas en escuelas y universidades y formación para adultos.

Para mejorar la efectividad a largo plazo de este programa, la Federación Bancaria Europa ha recomendado crear una red europea de educación financiera e incorporar este tipo de formación como materia obligatoria en primaria y secundaria.

Una apuesta de futuro para Europa

La Unión de Ahorros e Inversión es un salto cualitativo en la integración económica y financiera de la Unión Europea. Su éxito dependerá de la capacidad de Bruselas y de los Estados miembros para generar confianza, ofrecer productos financieros accesibles y, sobre todo, mejorar la educación financiera de los ciudadanos.

En un contexto global marcado por la competencia tecnológica, la transición verde y las tensiones geopolíticas, movilizar el ahorro europeo hacia proyectos estratégicos no es solo una cuestión de rentabilidad: es una apuesta por la soberanía económica de la UE.

The Conversation

María Isabel Martínez Serna recibe fondos de la Agencia Estatal de Investigación (proyecto PID2021-128829NB-I00) y de la Fundación Cajamurcia.

ref. La UE quiere que los europeos inviertan sus ahorros en sectores estratégicos – https://theconversation.com/la-ue-quiere-que-los-europeos-inviertan-sus-ahorros-en-sectores-estrategicos-260372

Materials Project: el reto de crear el ‘genoma’ de todos los materiales del mundo

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Paula Alvaredo Olmos, Profesora Titular en Ciencia e Ingeniería de Materiales, Universidad Carlos III

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Hace poco más de dos décadas, en 2003, el Proyecto Genoma Humano descifró por primera vez el mapa completo del ADN. Quizás, la mayor aportación de este enorme logro para la ciencia no fue el descubrimiento en sí, sino la decisión de poner ese conocimiento en abierto, como si de una biblioteca universal se tratara. Cualquier persona podía consultarlo y, gracias a ello, hoy la medicina personalizada, la biotecnología o la farmacología avanzan a un ritmo impensable entonces.

Algo parecido ocurrió en el 2013 con el Human Brain Project, cuyo objetivo era cartografiar el cerebro humano e integrar datos y modelos computacionales para comprender uno de los sistemas más complejos de la naturaleza. Más allá de los resultados concretos, lo más valioso de este proyecto ha sido la creación de plataformas abiertas donde investigadores de todo el mundo pueden trabajar sobre una base común.

Ambas iniciativas nacen de una sencilla pero poderosa idea: la ciencia avanza más rápido cuando los datos son abiertos y compartidos. No se trata solo de resolver un problema puntual, sino de construir infraestructuras de conocimiento que transformen la investigación en su conjunto.

Un mundo por descubrir

En la misma línea de esta filosofía, en 2011 se lanzó el Materials Project, desarrollado en el Lawrence Berkeley National Laboratory con financiación del Departamento de Energía de Estados Unidos. Su ambición era equiparable a la del genoma: levantar un mapa universal de los materiales, conocido como el “genoma de la materia”.

Pero ¿acaso no conocemos ya todos los materiales importantes? La respuesta es sorprendente: no, ni de lejos. Hoy dependemos de unos pocos miles de materiales, como el acero de los edificios, el aluminio de los aviones, el silicio de los ordenadores o el plástico de los envases. Pero las combinaciones posibles entre los elementos de la tabla periódica se cuentan por millones. Y la gran mayoría jamás se han sintetizado ni estudiado. Entre ellos podrían esconderse superconductores a temperatura ambiente, compuestos ultraligeros o aleaciones (mezcla de dos o más elementos de los cuales al menos uno es un metal) prácticamente indestructibles.

Durante décadas, esa información estuvo dispersa en artículos científicos, bases privadas o cuadernos de laboratorio. Obtener datos fiables sobre la estabilidad de un compuesto o sus propiedades electrónicas, magnéticas o mecánicas podía suponer años de trabajo experimental y enormes costes. Para cambiar esa dinámica, nació la plataforma del Lawrence Berkeley National Laboratory de Berkeley, cuyo fin es crear una biblioteca abierta y accesible de los materiales.




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Ejemplos de compuestos con propiedades sorprendentes

Gracias al Materials Project ya se han identificado materiales con el potencial de transformar tecnologías clave de nuestro día a día. Por ejemplo, se han propuesto electrolitos sólidos, que podrían dar lugar a baterías más seguras y duraderas al evitar riesgos de incendio y aumentar la autonomía de los vehículos eléctricos. Con el objetivo de reducir la dependencia del cobalto y avanzar hacia alternativas más sostenibles, también se han diseñado nuevos compuestos para cátodos (eléctrodos).

En el ámbito de la energía solar, esta base de datos ha permitido descubrir semiconductores abundantes y no tóxicos que podrían abaratar la fabricación de paneles fotovoltaicos, mientras que en la transición hacia el hidrógeno verde ha facilitado la selección de catalizadores más eficientes para la electrólisis del agua, el proceso por el que se crea esta energía.

Asimismo se han propuesto superconductores y otros materiales exóticos con propiedades singulares que podrían incorporarse en futuros ordenadores cuánticos, capaces de resolver problemas complejos que están fuera del alcance de las computadoras clásicas.

Y más recientemente, una colaboración con la inteligencia artificial de la empresa DeepMind predijo más de 380 000 materiales nuevos, varios de los cuales ya han sido sintetizados en laboratorio en cuestión de semanas, demostrando cómo la combinación de datos abiertos y algoritmos acelera el descubrimiento científico.




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Las estructuras del futuro

El “Genoma de la Materia” recopila información sobre estructuras cristalinas, energías de formación, diagramas de fase y propiedades electrónicas, magnéticas y mecánicas. Estos datos se usan para diseñar experimentos, alimentar simulaciones, entrenar algoritmos de predicción o detectar tendencias en el comportamiento de la materia.

Gracias a esta plataforma, hoy es posible orientar la búsqueda de nuevos materiales en lugar de depender solo del ensayo y error. Aun así, los cálculos computacionales tienen límites: no cubren todos los compuestos posibles y necesitan complementarse con más datos experimentales. Ese será el siguiente paso: integrar más resultados de laboratorio y seguir ampliando el mapa.

El valor de este proyecto va más allá de la ciencia de materiales. Representa una forma diferente de hacer ciencia: abierta, colaborativa y accesible. Su mensaje es claro: sin datos abiertos y de calidad, la inteligencia artificial no puede aprender; con ellos, puede revolucionar la manera en que descubrimos y usamos la materia.

En un mundo donde el conocimiento a menudo se convierte en negocio privado, optar por plataformas abiertas como Materials Project significa apostar por una ciencia más rápida y más justa.

The Conversation

Paula Alvaredo Olmos no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. Materials Project: el reto de crear el ‘genoma’ de todos los materiales del mundo – https://theconversation.com/materials-project-el-reto-de-crear-el-genoma-de-todos-los-materiales-del-mundo-264296

Así son las aulas de infantil, primaria y secundaria donde se aplica el pensamiento crítico

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Marta Rodríguez Pérez, Estudiante de Doctorado, Universidad de Huelva

Diferentes experiencias observadas por la autora del artículo en su investigación sobre pensamiento crítico en las aulas. Marta Rodríguez Pérez.

Estamos en una clase de Biología y Geología, en 4º de la ESO. El alumnado se encuentra inmerso en una lección relativa al corte geológico. La profesora explica la diferencia entre una falla normal y una falla inversa, y les comparte un truco que cree que les va a ayudar a diferenciarlas:

“Si al darle el sol hiciese sombra, estaríamos hablando de una falla normal. Si no, sería una falla inversa”, explica la profesora. Entonces, una niña alza la voz y comenta: “Pero está al revés”. “No, está bien. Cuando da la sombra, es normal”, responde la profesora, señalando el dibujo de la pizarra. “Pero depende de dónde esté el Sol”, insiste la estudiante. Risas. La chica se ruboriza.

Diferenciación entre falla normal e inversa.
Marta Rodríguez Pérez.

Esta escena aparentemente sin importancia ilustra varias cosas: a una chica que, tras haber reflexionado, siente que ha hecho el ridículo. Compañeros que ríen ante lo diferente, lo inesperado. ¿Cuál es la respuesta de la profesora ante esto? “La verdad es que tiene razón”.

¿Qué tiene de importante esta respuesta? Si esta docente hubiera hecho caso omiso, tal vez la habría desmotivado. Si hubiera dado su ejemplo como irrefutable, la habría silenciado. Sin embargo, esta profesora decidió contemplar el razonamiento de la chica, darle la razón y aceptar que se estaba equivocando. Volvió a hacer el dibujo, pero con el sol en una ubicación determinada.

Ante la saturación de contenidos: reflexión

Vivimos en tiempos frenéticos. Tiempos en los que la reflexión se arrincona y prima lo inmediato. El gesto de esta profesora, el de pararse, escuchar, validar la duda y autocorregirse en público, está fomentando algo muy valioso. La necesidad de pensamiento crítico.

Como parte de mi investigación de doctorado, he querido comprobar en la vida real cómo es posible aplicar el pensamiento crítico y potenciarlo en las aulas, observando métodos y actitudes en dos centros educativos pertenecientes a una localidad de Huelva: un colegio de infantil y primaria y un instituto de secundaria. El objetivo era entender las posibilidades y dificultades que supone adherirse a este modo de educar.

La habilidad que aglomera todos los saberes

¿Qué queremos decir cuando hablamos de un método de enseñanza que pone el pensamiento crítico en el centro? Significa entender al alumnado como personas capaces de pensar por sí mismas, de orientar las tareas a analizar y cuestionar la información, no sólo a almacenarla. También darles voz y abrir espacios de diálogo y expresión, debatir e investigar.

Como dice el experto Robert Ennis, pensar críticamente es, en esencia, “pensar de forma razonada y reflexiva para decidir qué creer o hacer”. Aglomera los tres tipos de saberes que anhelamos potenciar en nuestro alumnado: “saber”, “saber hacer” y “saber ser”. Es una manera de desarrollarse emocional, ética y actitudinalmente.

En todas las etapas educativas, los docentes dan un papel central a la mayéutica; es decir, ese método socrático que trata de conducir el pensamiento del alumnado a descubrir “la verdad” a partir de la formulación de preguntas. No se trata de ofrecerle respuestas fáciles, sino de ayudarlo a buscarlas. Las buenas preguntas inducen a la reflexión de los estudiantes.




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¿De qué manera concreta podemos fomentar esta habilidad desde las escuelas? Estas son las conclusiones, a partir de las buenas prácticas observadas.

El cuento y el pensamiento creativo en infantil

En la etapa de Infantil (entre los 3 y los 6 años), el cuento se convierte en la herramienta estrella para suscitar la reflexión filosófica desde edades tempranas; cuestión que concuerda con los principios de la Filosofía para niños y niñas del experto estadounidense Matthew Lipman.

A diferencia de la lectura tradicional (centrada en la comprensión), aquí el cuento se pausa y se usa como incentivo para el diálogo filosófico en asamblea. Por ejemplo, en el cuento de La caricia de la mariposa, se aprovechó el tema central de la historia (la muerte) para que el grupo compartiera no sólo experiencias cercanas a ella, sino sus creencias en torno al paradero de estos seres ya fallecidos.

Dibujos infantiles.
Recreación de mejores momentos tras la lectura de La caricia de la mariposa
Marta Rodríguez Pérez.

Las docentes, así, aprovechan el espacio de las asambleas para ejercitar la escucha y el diálogo. En ellas, el alumnado interpreta, valora las decisiones tomadas por los personajes e imagina finales alternativos. A menudo, las docentes utilizan preguntas para inspirarlo: “¿Qué habría ocurrido si el protagonista no hubiera tomado esa decisión?”, por ejemplo.

Pensamiento crítico en primaria

Atendamos al ejemplo de una maestra de ciencias participante:

“Voy a estudiar la flotabilidad. A mí me gusta coger un tarrito con agua. Hago una bolita de plata y, por otro lado, envuelvo una bola de plastilina en papel de plata. Entonces, las pongo en el tarro, pero una cae al fondo y la otra no. Pues tú les preguntas: ¿qué está pasando?, ¿por qué una flota y la otra no? Entonces los niños lanzan hipótesis, expresan qué piensan y por qué. Sólo entonces nos vamos al libro y comprobamos qué es lo que está ocurriendo, qué teoría es la que explica esa experiencia.”

Con experiencias como estas, los niños y niñas ponen en funcionamiento las seis habilidades cognitivas esenciales del pensamiento crítico:

  1. Interpretación: ¿Qué acaba de pasar? La profesora ha echado dos bolas que por fuera parecen iguales, y una se ha ido al fondo mientras la otra se queda en la superficie.

  2. Análisis: ¿En qué se diferencian? Tienen el mismo tamaño. Ambas tienen papel de plata. ¿Pesarán lo mismo?

  3. Evaluación: Aquí es cuando “lanzan hipótesis”, como decía la maestra, y las valoran. ¿Puede que una de ellas pese más? ¿El agua empujará a la bola?

  4. Inferencia: Con lo que he visto y escuchado de mis compañeros y compañeras, ¿qué conclusión saco?

  5. Explicación: Voy a explicarle al resto cuáles son mis conclusiones y por qué las defiendo. De igual modo, escucharé lo que los demás tienen que decir.

  6. Autorregulación: Es el “pensar sobre cómo pensamos”. Es cierto lo que decían otros compañeros. ¿Tiene sentido lo que yo he dicho? Tal vez me estoy equivocando. Vamos a comprobarlo en el libro.

Análisis de noticias: ¿reales o falsas?

En primaria también observamos una dinámica cuyo objetivo era distinguir entre hechos y opiniones. La maestra repartió a cada grupo una misma noticia publicada en diferentes medios de comunicación.

Grupo analizando la veracidad de una noticia.
Marta Rodríguez Pérez.

Cada estudiante, entonces, leía en voz alta la noticia que le había tocado y determinaban, en conjunto, la objetividad de la misma; prestando atención al tono o a la presencia de datos erróneos. Su fin era determinar si la información que estaban transmitiendo estaba o no sesgada.




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Imaginación y creatividad

Propuesta de pódcast sobre el tema religión vs. ciencia.
Marta Rodríguez Pérez.

El pensamiento crítico también es creativo. Los proyectos creativos y colaborativos como la elaboración de un pódcast también entra dentro de sus planes.

En este caso, una maestra de primaria aprovechó el asombro de su alumnado ante una noticia: la teoría del Big Bang fue propuesta por un sacerdote. Así, vio una oportunidad para debatir en torno a la compatibilidad entre la ciencia y la religión.

Experimentación y desafíos

El área de ciencias se convierte en un espacio privilegiado para trabajar el pensamiento crítico.

Una maestra de ese ámbito planteó la siguiente actividad: enseñó a sus estudiantes seis cajas de metal en las que había escondido previamente un objeto diferente. El cometido del alumnado era descifrar que había en ellas sin poder abrirlas.

Podían coger las cajas, agitarlas para escuchar el sonido del objeto de dentro, compararlas en peso. Sus observaciones individuales luego las compartían con el grupo, las consensuaban y proponían una hipótesis, proponiendo métodos para averiguar qué había dentro. Alguien, por ejemplo, dijo que sería interesante tener rayos X.

La maestra les explicó que así era la ciencia: nunca se sabe la absoluta verdad de las cosas. Muchos estudios parten de no saber nada, de lanzar hipótesis y estudiar la posibilidad de que estas sean ciertas, llegando a refutarlas e incluso a reformular hipótesis nuevas. Es un proceso lento que requiere de grandes investigaciones.

A día de hoy, el grupo sigue preguntándose qué habría en esas cajas.

El poder de la dramatización en Secundaria

Abrir espacios de debate con libertad de posicionamiento es otro método que fomenta el pensamiento crítico. En Secundaria, es importante adjudicar roles definidos para facilitar la participación de quienes no se atreven a intervenir con regularidad.

De esta manera, surgen propuestas como los debates estructurados, o la recreación de un juicio con roles preestablecidos (juez, defensa, persona acusada…). En la dinámica del llamado “teatro foro”, por ejemplo, el alumnado crea y representa conflictos reales surgidos de sus propias inquietudes, invitando al público a intervenir y proponer soluciones alternativas.

El propio profesorado recurre a dramatizaciones con las que simulan posturas contrarias a las ideas del alumnado, para que desarrollen sus habilidades de argumentación y evaluación.

Preguntas estimulantes, respuestas críticas

Pese a sus diferencias, todas estas propuestas tratan de buscar preguntas estimulantes ante hechos polémicos que necesitan de argumentos fundamentados para su tratamiento ético y abierto al diálogo constructivo.

Las experiencias observadas en estas escuelas demuestran la posibilidad de una educación más crítica y un modelo educativo más democrático, más responsable y más consciente.

The Conversation

Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.

ref. Así son las aulas de infantil, primaria y secundaria donde se aplica el pensamiento crítico – https://theconversation.com/asi-son-las-aulas-de-infantil-primaria-y-secundaria-donde-se-aplica-el-pensamiento-critico-267805

Tuneladoras, esos gusanos que horadan la Tierra para unir mundos

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Sandra Tarancón Román, Profesora e Investigadora Postdoctoral en Ciencia e Ingeniería de los Materiales, Universidad Politécnica de Madrid (UPM)

Una de las tuneladoras usadas para excavar el Eurotúnel, que conecta Francia e Inglaterra. Wikimedia Commons., CC BY

Bajo las ciudades, invisibles para quienes caminan sobre ellas, avanzan criaturas colosales. Son las tuneladoras, máquinas gigantes que perforan la Tierra con una mezcla de paciencia y poder. No corren: se arrastran lentamente, empujadas por motores hidráulicos y coronadas por una rueda de dientes metálicos que gira sin descanso contra la roca virgen.

Su misión es unir mundos que antes estaban separados: los barrios divididos por ríos o montañas, las orillas de una bahía, los extremos de una cuidad congestionada… Allí donde la superficie no ofrece espacio, las tuneladoras construyen el subsuelo del futuro: metros, conducciones, autopistas subterráneas que conectan lo que parecía inconexo.

Vista frontal del cabezal de una tuneladora funcionando, en este caso, para abrir un túnel bajo las cataratas del Niágara.
Vista frontal del cabezal de una tuneladora en operación.
Robbins.

Una carrera de obstáculos

Pero su viaje no es sencillo. Cada pieza libra una batalla microscópica contra lo imposible: cortar sin agrietarse, resistir al calentamiento por fricción, aguantar más que la propia piedra.

Las rocas (granito, cuarcita, basaltos) no se rinden fácilmente: la fricción entre el diente excavador y la roca genera temperaturas de varios centenares de grados. Es un infierno contenido bajo el suelo. Y, como siempre que dos cuerpos se rozan con violencia, el calor aparece.

A escala microscópica, ni la herramienta ni la roca son lisas: son paisajes de montañas y valles que chocan, se muerden y se deforman. Cada contacto libera energía en forma de calor. Hay que disiparlo con rapidez, porque si no el filo se recalienta, se ablanda, pierde resistencia. Nuestro héroe se descompone.

El material perfecto debería ser duro para no desgastarse, tenaz para no quebrarse y buen conductor térmico para mantener la cabeza fría. Pero lograr estas tres virtudes a la vez es extremadamente difícil: cada mejora en una propiedad suele deteriorar otra. Maximizar dureza, tenacidad, baja fricción, conductividad y baja oxidación simultáneamente, sobre todo a alta temperatura, es un auténtico oxímoron. La ciencia, como la vida, es contradictoria en una impotencia trágica: la suma de propiedades debe mantener el sistema en equilibrio.

Animación donde se muestra el proceso de avance de una tuneladora.
EXPERIENCE Acciona

Fricción, calor y microgrietas: el triángulo de la ruina

Cuando una tuneladora avanza, sus discos de corte no solo muerden roca: soportan presiones titánicas y vibraciones que provocarían jaquecas a cualquier ingeniero. En cada vuelta del cabezal, los contactos entre materiales generan pequeñas fracturas, microgrietas que crecen con el uso, como arrugas con la edad, en la superficie metálica de los discos de ataque.

Esas grietas, si no se controlan, se propagan sutilmente a lo largo del material y destruyen la herramienta. El calor agrava el problema: la dilatación térmica abre fisuras, la fricción acelera el desgaste y el ciclo se retroalimenta. Más fricción, más calor; más calor, más desgaste.

Este fenómeno no es exclusivo de las tuneladoras. Está presente en todas las actividades donde se corta o se perfora: desde el mecanizado de un cuchillo hasta el fresado de una prótesis dental. O, simplemente, al masticar. Cada vez que dos materiales se enfrentan, se libra una batalla entre energía y materia. Y cada derrota se traduce en deterioro, energía y tiempo desperdiciados, y toneladas de CO₂ arrojadas a la atmósfera.

Cortar consume… y mucho

El corte de materiales duros es uno de los procesos industriales más voraces en energía. Si la herramienta no es eficiente, el sistema necesita más potencia para mantener el rendimiento. En términos ambientales, eso significa más combustibles, más materiales, más electricidad, más emisiones.

A ello se suman los residuos de los fluidos refrigerantes, esas mezclas de agua, aceites y aditivos que enfrían y lubrican durante el mecanizado. Reducen la fricción y refrigeran el sistema, sí, pero generan desechos difíciles de reciclar y dañinos para la salud. Por esto la industria busca procesos más limpios –en seco o con mínima lubricación–, que exigen materiales capaces de resistir el calor sin perder la compostura.

Pero ¿cómo lograr materiales que soporten temperaturas extremas, disipen el calor y mantengan la dureza necesaria para horadar la Tierra sin devorarla?

Dimensiones de referencia de una tuneladora.
EXPERIENCE Acciona.

En busca del material perfecto

Esa pregunta inspiró la investigación de una tesis doctoral de la Universidad Politécnica de Madrid que ha explorado el corazón mismo del desgaste. En ella, tres candidatos se enfrentaron en duelo a 800 °C:

  • WC-12Co, el veterano carburo de volframio con cobalto: curtido, duro y resistente a la oxidación a altas temperaturas. El problema es que el cobalto es escaso y contaminante.

  • WC-FeNi, un carburo de volframio rejuvenecido con hierro y níquel, ecológico, de baja fricción, alta tenacidad y gran conductividad térmica.

  • Ti(C,N)-FeNi, el maestro zen de la templanza, compuesto de cinco elementos: titanio, carbono, nitrógeno, hierro y níquel. Es el único que permanece estable y sin degradación estructural.

El experimento fue tan literal como implacable: una bola de alúmina frotándose contra los tres materiales –junto a ensayos de resistencia mecánica, tenacidad de fractura y conductividad térmica– en condiciones extremas. Hasta temperaturas moderadas, el WC-FeNi destacó por su elegancia y eficiencia: menos fricción, menos calor, menor consumo energético. Pero al superar los 400 °C, el veterano WC-12Co mostró su astucia intacta: nadie resiste la oxidación como él. Mientras tanto, el sereno Ti(C,N)-FeNi, sin alardes, se mantuvo inalterable incluso más allá de los 600 °C.

Resumen comparativo del comportamiento de los tres materiales en procesos de corte y desgaste bajo diferentes condiciones térmicas.
Sandra Tarancón et al.

La conclusión no es definitiva: no hay un único héroe. Cada material tiene su papel según el contexto térmico. La respuesta no reside en encontrar “el mejor”, sino saber elegir “el adecuado”: el que mantenga el equilibrio entre dureza, tenacidad, fricción y conductividad térmica. Esa tétrada es la brújula hacia herramientas más duraderas, procesos más eficientes y menos contaminantes.

Los gusanos del progreso

Bajo nuestros pies, los gusanos mecánicos seguirán horadando la Tierra, cosiendo ciudades, países y continentes mediante túneles. Gracias a investigaciones como esta, en la que se desarrollan y caracterizan nuevos e innovadores materiales, lo harán con dientes más sabios: materiales capaces de cortar sin agotar el planeta.

Quizá, algún día, cuando una tuneladora horade rauda, sin apenas contaminar, recordemos que todo empezó con una bola de alúmina frotando un trozo de carburo bajo la atenta mirada de un microscopio. Porque, en la ciencia e ingeniería de los materiales –como en la vida–, lo pequeño también abre grandes caminos.

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Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.

ref. Tuneladoras, esos gusanos que horadan la Tierra para unir mundos – https://theconversation.com/tuneladoras-esos-gusanos-que-horadan-la-tierra-para-unir-mundos-267303

¿Investigamos lo que realmente importa? Una brecha incómoda en la ciencia médica del envejecimiento

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Sergio Palacios Fernández, Facultativo Especialista de Área de Medicina Interna, Universitat de València

Últimamente los hospitales están repletos de pacientes que superan los 85 años de edad. Sus ingresos han estado aumentando a un ritmo del 6 % al año en España. Tiene sentido si consideramos que la esperanza de vida sigue aumentando y, aunque vivimos más años, eso no necesariamente implica mejor salud.

Gran parte de esos años adicionales los afrontamos acompañados de enfermedades crónicas, lo que llamamos “expansión de la morbilidad”. Paradójicamente, muchas dolencias que afectan más a los mayores reciben poca atención científica.

¿Qué enfermedades suponen más ingresos hospitalarios en mayores?

Hay tres problemas que destacan claramente como principales causas de ingreso en mayores de 85 años, según sacaba a la luz en mi reciente tesis doctoral: insuficiencia cardíaca, infecciones respiratorias e infecciones urinarias. Si se mantienen las tendencias actuales, en 2030 estos tres diagnósticos provocarán casi un tercio de las hospitalizaciones en personas mayores

Por otro lado, problemas tradicionalmente vinculados al envejecimiento, como las fracturas de cadera o los ictus, están estabilizándose o disminuyendo. Probablemente se debe a la mejora de las medidas preventivas y a la implantación de hábitos más saludables. Sin embargo, reducir esos problemas no significa menos ingresos hospitalarios, sino únicamente cambios en los motivos de hospitalización.

Cuando una persona mayor es hospitalizada, esto suele marcar un punto crítico en su vida. Frecuentemente implica pérdida de autonomía y una rápida disminución de su calidad de vida. Por esta razón, estudiar las citadas enfermedades frecuentes es esencial para mejorar el cuidado en la edad avanzada.

El desfase entre hospitales y laboratorios

La investigación médica no siempre coincide con las necesidades clínicas más urgentes. Sorprendentemente, algunas enfermedades comunes en personas mayores tienen poca presencia en la literatura científica dedicada a este grupo de población. En concreto, las infecciones respiratorias pronto causarán casi el 13 % de los ingresos hospitalarios, pero solo representan el 0,5 % de los estudios en personas mayores de 80 años.

Algo parecido he observado que ocurre con las infecciones urinarias, que solo aparecen en el 4 % de las publicaciones. La neumonía apenas alcanza el 0,4 %. En cambio, los tumores, que solo motivan el 5 % de los ingresos, ocupan más del 30 % de la investigación científica en mayores.

Aunque en parte se deba a que muchos tumores se tratan fuera del hospital, también es posible que el prestigio, la financiación y la solidez de líneas de investigación ya establecidas sobre el cáncer acaban dejando fuera de la investigación otras enfermedades menos visibles pero más comunes

Consecuencias prácticas de esta brecha investigadora

La falta de investigación específica sobre esas enfermedades comunes afecta directamente a las personas mayores. Los profesionales médicos deben basarse en guías clínicas elaboradas para adultos más jóvenes, lo que provoca decisiones menos precisas, tratamientos menos efectivos y, en ocasiones, incluso inapropiados para pacientes mayores y frágiles.

Además, los temas que dominan la investigación determinan cómo se distribuyen los recursos económicos, los ensayos clínicos y la innovación tecnológica. Sin suficiente investigación es difícil mejorar el diagnóstico, la prevención y el tratamiento de estas enfermedades.

¿Cómo corregir este rumbo?

No se trata de abandonar las investigaciones actuales sobre cáncer u otras enfermedades relevantes. El reto está en ampliar el enfoque y dar más atención científica a patologías menos visibles pero muy frecuentes y limitantes.

Es fundamental diseñar estudios clínicos adaptados específicamente a personas mayores. Estos trabajos deben medir aspectos relevantes en esta etapa: autonomía, calidad de vida y tiempo sin enfermedad o ingresos hospitalarios

También es importante mejorar los registros y diagnósticos para identificar claramente las enfermedades más comunes en las personas de edad avanzada. Así se podrán orientar mejor los recursos y esfuerzos científicos.

Finalmente, utilizar datos masivos hospitalarios aplicados a la geriatría, podría ofrecer información precisa para actuar eficazmente. La investigación debe conectarse estrechamente con las necesidades clínicas reales, no solo con intereses académicos o editoriales.

Una ciencia médica verdaderamente al servicio de los mayores

La población de edad muy avanzada no es una excepción, sino una realidad creciente. Estas personas merecen vivir más tiempo con salud y calidad de vida, no acumulando días en el hospital.

La brecha entre investigación y necesidades clínicas es evitable. Podemos y debemos corregirla mediante una decisión colectiva. Investigar adecuadamente las enfermedades que afectan a los pacientes mayores es una decisión sensata, ética y socialmente necesaria para construir un sistema sanitario humano, justo y eficaz.


Artículo ganador del I Premio de Comunicación Científica de la Universitat de València en la modalidad de Ciencias de la Salud


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Sergio Palacios Fernández no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. ¿Investigamos lo que realmente importa? Una brecha incómoda en la ciencia médica del envejecimiento – https://theconversation.com/investigamos-lo-que-realmente-importa-una-brecha-incomoda-en-la-ciencia-medica-del-envejecimiento-260360

El estrés de los padres puede afectar al desarrollo intelectual y emocional de sus hijos

Source: The Conversation – (in Spanish) – By María J. García-Rubio, Profesora de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Internacional de Valencia – Codirectora de la Cátedra VIU-NED de Neurociencia global y cambio social – Miembro del Grupo de Investigación Psicología y Calidad de vida (PsiCal), Universidad Internacional de Valencia

Harbucks/Shutterstock

Sofía está en el parque con su hija de cinco años. Tiene el móvil en una mano y con la otra busca papeles del trabajo en el bolso. Está tensa. Su voz suena entrecortada cuando responde a su pequeña, que corre a enseñarle algo del arenero. “No puedo ahora, Emma”, le dice sin mirarla. Minutos después, la niña se frustra, tira la pala y empieza a gritar. La tensión de una contagia a la otra, en un bucle silencioso.

Escenas como esta son más comunes de lo que parece. Y no resultan inocuas, precisamente. Numerosas investigaciones destacan que en estos primeros años el cerebro infantil es altamente susceptible a factores biológicos, psicológicos y ambientales. Y entre ellos, el estrés de los padres ha emergido como un importante riesgo para que el desarrollo temprano se produzca adecuadamente.

La ventana de vulnerabilidad

Durante los dos primeros años de vida, el cerebro crece y se organiza a una velocidad sin precedentes, a través de procesos como la sinaptogénesis (formación de nuevas conexiones neuronales), la mielinización (recubrimiento de los axones de las células nerviosas para acelerar impulsos) y la formación de redes neuronales funcionales. Por eso se considera esta etapa como un periodo crucial para el establecimiento de las capacidades cognitivas y comportamentales que perdurarán a lo largo de la vida.

En consecuencia, las condiciones ambientales –como la presencia de estrés crónico en el hogar– pueden alterar las trayectorias de maduración cerebral. De hecho, diversas investigaciones han mostrado que bebés nacidos de madres con altos niveles de estrés fisiológico presentan patrones de actividad cerebral atípicos para su edad.

En particular, el estrés crónico materno (medido a través de cortisol en el cabello) se asocia con una maduración cerebral más lenta. Esta se manifiesta en el electroencefalograma por una menor actividad en rangos de frecuencia altos (ondas alfa y gamma) y mayor actividad en rangos bajos (theta). Son alteraciones que pueden generar consecuencias cognitivas duraderas.

De hecho, sin un adulto que ofrezca contención y apoyo, el estrés agudo (por ejemplo, el derivado de pobreza extrema, maltrato o depresión materna severa) puede debilitar la arquitectura del cerebro en desarrollo, con consecuencias negativas a largo plazo en el aprendizaje y otras funciones cognitivas.

No es sorprendente, entonces, que el desempeño cognitivo infantil se resienta cuando el ambiente familiar está muy tensionado. Los niños en edad preescolar con mayores dificultades en sus funciones ejecutivas (como la memoria de trabajo, el control de impulsos o la flexibilidad cognitiva) tienden a presentar niveles elevados de cortisol, al igual que sus padres.

En este círculo vicioso, el estrés de los cuidadores eleva el de los pequeños, lo que a su vez puede mermar su capacidad de autorregulación cognitiva.

Impacto emocional

El estrés de mamá o papá no solo afecta al intelecto infantil: también moldea profundamente su mundo emocional y social. Criarse en un hogar con niveles altos de tensión se ha vinculado con todo tipo de problemas emocionales y de comportamiento en los niños, como agresividad, ansiedad y síntomas depresivos. Los investigadores incluso han observado que los hijos de padres que reportan elevados niveles de estrés durante el primer año de crianza tienen el doble de probabilidades de presentar problemas de salud mental hacia los tres años de edad.

Una razón es el deterioro de las interacciones afectivas. Padres crónicamente estresados se muestran con frecuencia más irritables, menos pacientes y menos sensibles a las señales emocionales de sus hijos. La ciencia del apego nos dice que cuando un progenitor está sobrepasado, le cuesta más ofrecer el cuidado sensible y responsivo que un bebé o un niño pequeño necesita.




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Esto puede derivar en un apego inseguro del menor hacia sus padres; es decir, no siente plena seguridad o confianza en la disponibilidad emocional del adulto. Esto se ha relacionado estrechamente con problemas conductuales en la etapa preescolar y un peor ajuste emocional.

También se ha demostrado que los niños pueden “contagiarse” del estado emocional de sus cuidadores. La tensión constante en el rostro, la voz o las acciones bruscas de mamá o papá actúan como un mensaje no verbal que el niño interioriza, generándole a menudo inestabilidad emocional.

El poder de la resiliencia

Resulta evidente que las dimensiones cognitiva y emocional del desarrollo infantil están íntimamente entrelazadas con el bienestar de sus cuidadores. Cuando los padres se sienten abrumados, los niños lo sienten y lo reflejan en su desarrollo: puede verse en conexiones neuronales que maduran más lentamente, en palabras que tardan en llegar, en rabietas que se vuelven frecuentes o en miedos difíciles de calmar.

La buena noticia es que este impacto no tiene por qué ser permanente. Las investigaciones sugieren que diversos factores pueden moderar o amortiguar los efectos del estrés parental. Por ejemplo, contando con redes de apoyo familiar y social, recibiendo ayuda en la crianza o aprendiendo técnicas de manejo de estrés. Así, un estudio reciente reveló que la resiliencia familiar –la capacidad de la familia para adaptarse positivamente a la adversidad– atenuaba significativamente el impacto negativo del estrés materno en el desarrollo del niño.

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Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.

ref. El estrés de los padres puede afectar al desarrollo intelectual y emocional de sus hijos – https://theconversation.com/el-estres-de-los-padres-puede-afectar-al-desarrollo-intelectual-y-emocional-de-sus-hijos-267773

El agua que nos une

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Joan Tahull Fort, Profesor e investigador en sociología, especializado en dinámicas sociales y educativas contemporáneas, Universitat de Lleida

Río Guadalquivir a su paso por Sevilla, cerca del puente de Triana. JWCohen/Shutterstock

En España, la sequía condiciona la vida de más de 700 000 personas. Mientras en algunas ciudades el agua sale con naturalidad en las fuentes públicas, en otros territorios el caudal se ve a veces restringido por la escasez. Estas cifras no solo hablan de una crisis hídrica, sino también de una crisis social: el agua se ha convertido en un recurso en disputa y en un indicador de desigualdad.

El agua ha acompañado a la humanidad desde sus orígenes. No solo es indispensable para la vida, también ha sido y (sigue siendo) una fuente de significados culturales, espirituales y emocionales. A lo largo de la historia y en diversas culturas, el agua se ha vinculado con la fertilidad, la calma, la renovación o la trascendencia. Muchos mitos de creación sitúan el agua como el principio del mundo, del mismo modo que numerosos rituales de purificación la emplean como medio para recomenzar y limpiar.

Ríos, lagos, mares y manantiales han sido a lo largo de la historia escenarios privilegiados de contemplación y recogimiento. Espacios para tomar distancia del ruido cotidiano y reencontrarse con lo esencial.

Hoy, en pleno contexto de crisis climática, con sequías prolongadas, olas de calor extremo y episodios de contaminación que afectan directamente a ríos y costas, esta relación con el agua adquiere una relevancia nueva y urgente. El agua es un recurso en disputa y un reflejo de nuestra vulnerabilidad como sociedad.

El agua en la vida contemporánea

En pleno siglo XXI, esa relación persiste, aunque bajo nuevas formas. El agua aparece en la vida urbana y cotidiana de maneras diversas: quien corre junto a un río busca tanto ejercicio como introspección. Haruki Murakami dice literalmente en su libro De qué hablo cuando hablo de correr, en referencia al río Charles (Boston, Estados Unidos): “La gente se reúne en la ribera de este río como atraída por un imán”. Quien se sienta frente al mar encuentra un espacio para meditar; incluso el sonido de una fuente en la ciudad ofrece un respiro, una pausa en medio de la prisa.

Estudios recientes sobre blue spaces” (espacios azules) han mostrado que el contacto regular con entornos relacionados con el agua (incluso en ciudades) reduce el estrés, mejora el ánimo e incluso contribuye a la recuperación psicológica tras periodos de enfermedad, estrés, soledad, duelo… El agua proporciona descanso, bienestar y una manera de reconectar con uno mismo y con el entorno.

Lugar de encuentro y socialización

La relación del ser humano con el agua va mucho más allá de lo material. Además de sostener la vida, el agua organiza la convivencia: genera vínculos, articula encuentros y ofrece marcos comunes para celebrar, recordar o simplemente estar juntos.

Las orillas de ríos, lagos y mares han sido, históricamente, espacios donde las comunidades se reconocen y socializan. En las ciudades, el agua conserva ese papel de articuladora social: una fuente invita a detenerse, un estanque en el parque se convierte en escenario de juegos infantiles, y las riberas de un río urbano atraen tanto a quienes buscan calma como a quienes practican deporte. En los entornos rurales, lagos, embalses y manantiales mantienen la vida comunitaria, acogen fiestas, reuniones vecinales y refuerzan la identidad local.

Las playas, por su parte, representan el ejemplo más universal de este carácter compartido: millones de personas coinciden cada verano en torno al mismo escenario, compartiendo experiencias. Allí, lo privado y lo público se entrelazan en un mismo espacio, lo que convierte al litoral en un punto de encuentro masivo.

Así, el agua no es solo parte del paisaje: es un elemento social clave. Marca ritmos (temporadas, horarios y usos), multiplica las oportunidades de encuentro y aporta identidad cultural. Del ocio al deporte, de la contemplación a las celebraciones multitudinarias; el agua sigue siendo un bien común donde se construyen las comunidades y se transmiten experiencias.




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Agua y sociedad en el siglo XXI

En un mundo acelerado, hiperconectado y dominado por pantallas, el agua ofrece lo contrario: invita a la pausa, al ritmo lento, a la contemplación y al encuentro. Nos recuerda tanto nuestra vulnerabilidad frente a la escasez como nuestra capacidad de resiliencia y de hallar un equilibrio.

Cada vez más se habla de una “nueva cultura del agua”, un cambio de paradigma: del agua entendida como un recurso meramente productivo a un bien común, cuya gestión requiere enfoques ecosistémicos, participación ciudadana y principios de equidad social.

Este enfoque amplía la mirada con las siguientes perspectivas:

  • Acceso justo y seguro a espacios acuáticos de calidad. No se trata solo de regular consumos o caudales: el acceso cotidiano a riberas, playas, canales y fuentes actúa como determinante social de la salud.

  • Protección ecológica con reconocimiento del valor cultural y social de las orillas. Salvaguardar ríos, lagos y costas no es solo conservación biológica; es también salud pública, cohesión e identidad.

  • Del recurso al derecho. El agua no es únicamente naturaleza: estructura la vida comunitaria y está reconocida como derecho humano (agua potable y saneamiento), lo que implica obligaciones de no discriminación, asequibilidad y accesibilidad.

Desde esta perspectiva, diseñar ciudades con riberas accesibles, fuentes habitables o playas urbanas seguras deja de ser un lujo para convertirse en una política pública de salud y bienestar.

Este debate también plantea una pregunta clave sobre planificación urbana y justicia ambiental: ¿quién tiene acceso a los espacios acuáticos y quién queda excluido? En muchas ciudades, las zonas ribereñas se privatizan o transforman en espacios de consumo, limitando su función como bienes comunes. Incorporar esta dimensión permite entender el agua no solo como recurso natural, sino como derecho colectivo.




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Preservar un bien común

Cerca del agua se desarrollan nuestras experiencias colectivas: descansar, encontrarnos, estar con nosotros mismos y con los demás…

En tiempos de incertidumbre, el agua nos devuelve a lo esencial: el bienestar no se construye de manera aislada, sino en espacios compartidos. Por eso, cuidar las orillas (urbanas o rurales, marinas o fluviales) no es solo un gesto medioambiental: es preservar uno de los últimos bienes comunes capaces de sostener nuestra vida social, cultural y emocional.

El futuro de nuestra relación con el agua no está solo en las políticas de gestión o en las infraestructuras hidráulicas, sino en la capacidad de reconocerla como un bien común y como un vínculo social, cultural y emocional que nos une. En su cuidado está no solo la salud de los ecosistemas, sino también el bienestar y la cohesión de nuestras sociedades.

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Joan Tahull Fort no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. El agua que nos une – https://theconversation.com/el-agua-que-nos-une-264850

Cuando el enemigo está dentro: las emociones que nos hacen vulnerables a un ciberataque

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Lucía Halty, Profesora e investigadora del departamento de Psicología, Universidad Pontificia Comillas

Nanzeeba Ibnat / ISTOCK

¿Por qué algunas personas, incluso advertidas por las herramientas de seguridad y los antivirus, siguen haciendo clic en un enlace fraudulento? ¿Qué nos hace confiar más en un correo que nos promete un estupendo premio que en una alerta que nos invita a ser precavidos?

Cada día, millones de correos electrónicos intentan engañar a sus destinatarios mediante técnicas como el phishing, un tipo de ciberataque que busca obtener información confidencial –contraseñas, datos bancarios o credenciales corporativas– mediante la manipulación psicológica. Si bien la tecnología logra detener entre el 90 % y el 99 % de estos ataques, el pequeño porcentaje que logra pasar las barreras técnicas suele bastar para poner en peligro tanto a las organizaciones como al eslabón más débil de la cadena: el ser humano. Por eso, el siguiente gran avance pasa por comprender ese 1 % (y protegerlo).

El análisis del comportamiento de los usuarios ha sido, precisamente, el centro de la investigación del proyecto EVE (Emotions and Vulnerabilities Exposed and Protected), que ha dado como resultado un algoritmo capaz de aumentar nuestra ciberprotección. Integrado en una plataforma de neurociberseguridad, este algoritmo predice la vulnerabilidad del factor humano ante un ciberataque, basándose en diversas variables psicológicas. Se trata de un nuevo y pionero enfoque en ciberseguridad que une neurociencia, tecnología y psicología para predecir el riesgo humano ante un ataque digital y protegernos, así, de nosotros mismos.

Un cerebro preparado para sobrevivir… pero no en internet

Nuestro cerebro está programado para reaccionar con rapidez ante amenazas físicas. Cuando percibimos un peligro –un ruido repentino o una sombra inesperada–, se activa la amígdala, que pone en marcha una respuesta automática de defensa. Este mecanismo, conocido como sesgo de negatividad, nos ha permitido sobrevivir durante millones de años.

Sin embargo, en el entorno digital el sistema no se activa porque no tenemos factores de supervivencia: no hemos generado una respuesta instintiva a las amenazas, cosa que sí sucede cuando oímos el rugido de un león, incluso aunque nunca hayamos estado en la sabana. Como leer un correo electrónico aparentemente no pone en riesgo nuestra supervivencia, el cerebro no enciende la alarma emocional. Y cuando lo hace, suele ser en la dirección equivocada: el miedo se orienta hacia las consecuencias de no actuar, no hacia el ataque.

Mensajes como “Su cuenta será bloqueada si no actualiza sus datos” o “Ha perdido 1 000 euros de su cuenta bancaria, pulse aquí para recuperarlos” provocan miedo al castigo, no al engaño. Ese miedo “secuestra” la atención y deja todo el peso de la decisión al pensamiento racional, más lento y exigente. Si además estamos cansados, distraídos, estresados o bajo presión, nuestra capacidad para analizar el mensaje disminuye y el clic se vuelve casi inevitable.

Personalidad y contexto

El modelo científico que sustenta el algoritmo EVE se apoya en tres variables psicológicas y de personalidad clave, a las que se añaden variables contextuales, como la carga de trabajo, la multitarea, la presión del tiempo o el nivel de implicación con el asunto del correo. Todo ello puede aumentar o reducir nuestra capacidad para procesar la información de forma crítica.

La primera de esas variables es el Sistema de Inhibición del Comportamiento (BIS). Mediado por la ansiedad, quienes puntúan alto reaccionan con miedo ante posibles castigos y son más vulnerables a mensajes del tipo “si no actúas ahora, pierdes algo”.

Otro elemento a tener en cuenta es el Sistema de Activación del Comportamiento (BAS). Está asociado a la impulsividad y la búsqueda de recompensa, y los usuarios responden más fácilmente a mensajes que prometen beneficios inmediatos (“gana un premio”, “aprovecha la oferta”).

Finalmente, interviene la Necesidad de Cognición (NC), que mide la tendencia a disfrutar del pensamiento complejo. Las personas con NC suelen analizar más y caer menos, aunque pueden ser víctimas de correos que apelan a la curiosidad intelectual (“descubre más”, “lee este informe exclusivo”).

Integrando estos componentes, EVE ha generado un perfil dinámico de vulnerabilidad, que no pretende etiquetar a las personas sino entender en qué condiciones concretas cada individuo es más propenso a caer. Lejos de ser estático, el algoritmo entrena según la toma de decisiones y el comportamiento humano. Si cambia el nivel de vulnerabilidad, se alerta al usuario y a la organización de la transformación, porque lo que se pretende es un círculo virtuoso.

Este empieza con la validación del autodiagnóstico, de cómo somos, las variables psicológicas y rasgos de personalidad. A partir de ahí, se despliega un mecanismo que se basa en simulaciones de phishing para validar esa hipótesis continuamente. Así se genera un sistema de alerta, denominado semáforo, que se contrarresta con una serie de microhistorias que explican los procesos cognitivos por los que se ha caído o no en esa simulación. Y vuelta a empezar. En este círculo virtuoso, el algoritmo está siempre entrenando y aprendiendo del comportamiento de los usuarios.

Ciencia aplicada a una ciberseguridad más humana

Nuestro equipo probó el modelo en dos fases: primero con estudiantes universitarios y, después, con empleados de empresas, para aproximarse a contextos laborales reales. Cada participante completó pruebas de personalidad y se enfrentó a simulaciones de phishing mientras los investigadores medían tiempos de reacción, emociones evocadas y decisiones tomadas. Con esos datos, el algoritmo aprendió a predecir patrones de conducta y puntos débiles, y el usuario recibía píldoras de aprendizaje personalizadas sobre ciberseguridad.

Pero no todo el mundo tiene que recibir la misma formación para enfrentar una amenaza que llega por correo electrónico. Una persona con alta ansiedad no debería recibir el mismo entrenamiento que otra más impulsiva. Así, la formación adaptada al perfil psicológico puede reducir significativamente el riesgo de caer en la trampa y, sobre todo, evitar la falsa sensación de seguridad que generan los cursos genéricos.

De esta forma, el proyecto EVE marca un cambio de paradigma: entender la ciberseguridad no solo como un desafío técnico, sino como un fenómeno profundamente humano. Los ciberdelincuentes no atacan máquinas: atacan emociones. Por eso, los sistemas del futuro deberán aprender a protegernos también de nuestras propias vulnerabilidades.


La versión original de este artículo ha sido publicada en la revista Telos, de Fundación Telefónica.


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Lucía Halty no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. Cuando el enemigo está dentro: las emociones que nos hacen vulnerables a un ciberataque – https://theconversation.com/cuando-el-enemigo-esta-dentro-las-emociones-que-nos-hacen-vulnerables-a-un-ciberataque-269200

COP30: por qué debemos ser cautos ante el fondo de 125 000 millones de dólares para conservar bosques tropicales

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Víctor Resco de Dios, Catedrático de Ingeniería Forestal y Cambio Global, Universitat de Lleida

Selva amazónica en el Parque Nacional Yasuní, Ecuador. Maris Maskalans/Shutterstock

Los bosques absorben en torno al 30 % de las emisiones de gases con efecto invernadero. Lamentablemente, no sabemos cuánto tiempo durará este “sumidero” de carbono. A raíz de su creciente degradación, los bosques tropicales y boreales podrían liberar cantidades colosales de dióxido de carbono (CO₂) a la atmósfera. Si esto llegara a ocurrir, el cambio climático se aceleraría y amplificaría.

Algunos indicios sugieren que este proceso podría haber empezado ya: las emisiones de CO₂ batieron récords de crecimiento en 2024 debido a los megaincendios tropicales.

Preservar los bosques frente a su degradación y a la deforestación cuesta dinero. Por desgracia, muchos aumentan su valor tras ser transformados en cultivos o minas, o incluso después de un incendio, dado que se pueden cobrar créditos de carbono por la repoblación posterior. La clave para la conservación de los bosques pasa, por tanto, en lograr que el bosque en pie, sano y en buen estado de conservación valga más que un bosque quemado o roturado.

En la cumbre climática de Brasil, la COP30, se presentará un nuevo mecanismo financiero desarrollado con ese fin: la Tropical Forest Forever Facility (TFFF). Antes de explicar en qué consiste, conviene recordar que la TFFF no es la primera iniciativa financiera probiodiversidad.




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Gestión por comunidades rurales e indígenas

Los bosques no son ambientes puramente naturales, sino también culturales. Más del 90 %, incluso de los tropicales, han sido gestionados por el hombre durante los últimos 10 000 años. Lo que determina su estado de conservación, por tanto, no es la presencia o ausencia del ser humano, sino qué han hecho los humanos que gestionaban esos ambientes.

Ancestralmente, la preservación de los bosques estaba ligada al aprovechamiento por parte de las comunidades rurales o indígenas, y al posterior desarrollo de cadenas de valor. Esto es, la necesidad de leñas durante muchas generaciones, por ejemplo, fomentaba una gestión de los bosques sostenible en el tiempo.

Esta gestión se vio reforzada a partir del siglo XIX, con la creación de escuelas especializadas como la de los ingenieros de montes, que evaluaron y elevaron el conocimiento tradicional a conocimientos científicos y técnicos. Otro cambio importante lo encontramos en los años 90: se desarrollaron sistemas de certificación forestal que acreditan la sostenibilidad ambiental y social del aprovechamiento y, por ende, aumentan el valor de los productos.

“Canjear deuda por naturaleza”

Durante el siglo XX, sobre todo en la segunda mitad, surge una conciencia ambiental en la sociedad que es capitalizada por oenegés ambientalistas. Estas oenegés han sido muy creativas a la hora de encontrar fuentes de financiación. Un ejemplo lo encontramos en la operativa “canjear deuda por naturaleza”, iniciada por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF). A través de esta medida, un país del sur global puede ver reducida su deuda exterior (que es adquirida por una ONG o por los gobiernos de otros países) si acomete actuaciones de restauración de la naturaleza.

En 2021, por ejemplo, Belice redujo su deuda exterior en 216 millones de dólares tras comprometerse a destinar 107 millones a la conservación. En la actualidad existen más de 100 proyectos similares. Una parte importante de estos presupuestos se redirigen hacia entidades ambientalistas, que son las encargadas de acometer, o certificar, las actuaciones de restauración en colaboración con los gobiernos.

Los problemas con las entidades ambientalistas

Si bien los objetivos ambientales de estas iniciativas son positivos, se han denunciado los conflictos de interés y prácticas deficientes detrás de esos proyectos.

Este tipo de operativas implican, en la mayoría de casos, la sustitución de comunidades ancestrales por oenegés ambientalistas, tanto en su función como gestores de la tierra como en la recepción de los fondos. Como no podía ser de otra manera, estas medidas han desembocado en una gran tensión entre las oenegés y las comunidades rurales e indígenas.

En el año 2004, el antropólogo Mac Chapin ya advertía sobre cómo las entidades ambientalistas estaban abusando de las comunidades rurales e indígenas. En el tercer congreso de la Unión Internacional de la Naturaleza, Martin Saning’o, portavoz de los masái, declaraba abiertamente que eran enemigos de la conservación de la naturaleza: les estaban echando de sus tierras en pro de una supuesta conservación. Y en 2019 los periodistas Tom Warren y Katie Baker documentaron cómo esas expulsiones estaban siendo agravadas por violaciones, torturas y asesinatos a indígenas por parte de los guardas de reservas naturales, pertenecientes a grupos paramilitares, financiados por WWF.

Además, disciplinas científicas como la ecología o la dasonomía, junto con disciplinas sociales como la historia o la antropología, han documentado que la mejor forma de preservar los bosques está en su gestión por parte de las comunidades rurales o indígenas que de ella dependen.

Las oenegés ecologistas siempre han sido reticentes a admitir esta realidad: si el mejor gestor de la naturaleza está en las comunidades locales, estas entidades dejan de tener sentido. En la actualidad, las evidencias científicas sobre cómo las comunidades locales son las mejores gestoras tan abrumadoras, que han tenido que dar su brazo a torcer y admitirlo abiertamente.

El fondo que se lanzará en la COP30

Para conservar la biodiversidad, y asegurar que las comunidades rurales e indígenas siguen gestionando sus ecosistemas ancestrales, se ha diseñado la Tropical Forest Forever Facility (TFFF).

La TFFF sigue un esquema que en esencia ya se esbozó hace más de dos décadas: consiste en pagar por la preservación de los servicios que nos prestan los ecosistemas. Ahora bien, este mecanismo se articula a través de bonos.

En primer lugar, se crea un fondo de inversión alimentado por gobiernos e inversores privados que espera movilizar 125 000 millones de dólares. Este invierte su capital en un portafolio basado en mercados emergentes y economías en desarrollo, de manera que parte de las ganancias van a parar a los países con bosques tropicales seleccionados para recibir pagos.

Se utilizan sistemas de seguimiento forestal para vigilar si ha habido deforestación. Si se cumplen los objetivos, el país receptor recibe 4 dólares por cada hectárea forestal preservada, mientras que la deforestación y la degradación suponen una reducción de los pagos.

La creación de fondos financieros para la conservación de la biodiversidad no es nueva, ni tampoco lo es la venta de bonos, pero sí hay algunos detalles importantes del TFFF que son novedosos. El primero es que, por fin, las comunidades locales serán compensadas por su buen hacer: el 20 % de los ingresos, como mínimo, deben ir a esos gestores ancestrales.

El segundo es que no se financian proyectos particulares, sino políticas públicas. Esto es importante porque, a priori, garantiza que el Gobierno del país velará por su aplicación a escala nacional.

Ahora bien, tenemos que dejar bien claro que se trata de un fondo de inversión que, como cualquier otro, busca ganar dinero preservando la biodiversidad. El fondo especifica que los beneficios irán, en primer lugar, a los inversores y patrocinadores y el remanente, a pagos forestales.

Fondos de inversión parecidos a TFFF están en auge. A principios de año, Golden Sachs desarrolló un fondo que pretende movilizar 500 millones de dólares, nuevamente para preservar la naturaleza.

Estos fondos de inversión siguen la estela marcada por el Convenio de la ONU sobre Biodiversidad, que busca movilizar 200 000 millones de dólares anualmente para conservar la biodiversidad. Estamos hablando de mucho dinero y, en consecuencia, de un negocio colosal.

Necesitamos que los bosques cuidados valgan más que los destrozados. No sabemos si la TFFF, o el fondo de Goldman Sachs, servirá para tal fin. Lo que sí sabemos es que iniciativas similares estaban llenas de buenas intenciones y de grandes fracasos. Esperemos que esta vez sea diferente y que, por una vez, sean las comunidades locales, rurales e indígenas quienes resulten beneficiadas.

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Víctor Resco de Dios recibe fondos del MICINN.

ref. COP30: por qué debemos ser cautos ante el fondo de 125 000 millones de dólares para conservar bosques tropicales – https://theconversation.com/cop30-por-que-debemos-ser-cautos-ante-el-fondo-de-125-000-millones-de-dolares-para-conservar-bosques-tropicales-269142