Cronopios y mancuspias: lo que las pseudopalabras revelan sobre nuestro cerebro

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Celia Martínez Tomás, Investigadora predoctoral FPU en el Departamento de Psicología Experimental, Procesos Cognitivos y Logopedia, Universidad Complutense de Madrid, Universidad Complutense de Madrid

Ilustración para la portada de _Historias de cronopios y de famas_, de Julio Cortázar. Alfaguara.
El escritor argentino Julio Cortázar en los jardines de la UNESCO en París, 1968.
Sara Facio.

¿Alguna vez has leído o escuchado una palabra que no existe… pero que parecía de verdad? En una de sus obras más conocidas, Historia de cronopios y de famas, Julio Cortázar definió a los cronopios como criaturas verdes y húmedas, desordenadas y soñadoras. Lo mismo hizo con las mancuspias, animales convexos, de respiración cutánea y hábitos sedentarios. A pesar de que nunca hemos visto un cronopio o una mancuspia, con apenas unos detalles somos capaces de imaginarlas, darles forma o textura e, incluso, de atribuirles personalidad. Estas cadenas de letras inventadas empiezan a cobrar sentido sin necesidad de que nadie nos las explique.

No es un fenómeno exclusivo de la literatura. Lo que ocurre cuando los escritores acuñan términos como mancuspia, cronopio o ambonio es un ejemplo de lo que sucede cuando nos enfrentamos a lo que en el ámbito científico denominamos pseudopalabras: secuencias de letras inventadas que siguen las reglas ortográficas y fonológicas de un idioma, pero que carecen de significado.

Leer palabras que no existen, pero casi

El cerebro humano es especialmente hábil para detectar regularidades y patrones cuando leemos. Por eso, cuando nos encontramos con pseudopalabras que se parecen mucho a una palabra real –como cholocate en lugar de chocolatees más fácil equivocarnos y leerlas como si fueran palabras de verdad.

En cambio, si vemos una pseudopalabra menos parecida a una palabra, como choconate, nos parece más evidente que algo no encaja. De hecho, al leerlas, se ponen en funcionamiento las mismas áreas que se activan cuando leemos una palabra real. Regiones como el giro frontal inferior y el giro temporal superior –dos zonas relacionadas con el reconocimiento léxico y fonológico– empiezan a trabajar para buscar significados donde no los hay.

¿Abidas? o ¿Adidas? Así te engañan las letras

El uso de este tipo de estímulos nos ha proporcionado información muy interesante sobre cómo procesamos el lenguaje. Gracias a las pseudopalabras, conocemos la importancia que tiene identificar correctamente las letras durante la lectura. Tenderemos a confundir con una palabra real aquellas en las que una de sus letras es reemplazada por otra visualmente parecida. Este fenómeno ha sido ampliamente explotado por los falsificadores de distintos productos. A las personas nos cuesta darnos cuentas de que unas zapatillas con el logotipo Abidas, no han sido fabricadas por la conocida marca de ropa deportiva Adidas.

Por otra parte, el denominado efecto de transposición de letras nos ha mostrado que cuando leemos necesitamos codificar la posición de las letras de las palabras para su adecuada comprensión. Este efecto consiste en la tendencia a identificar como palabras aquellas pseudopalabras formadas a partir del intercambio de la posición de dos letras de una palabra real. Por ejemplo, confundiremos con relativa facilidad la pseudopalabra amzaon
con amazon, al transponer las letras m y z. Por el contrario, al reemplazar estas mismas letras por la c y la e nos resultará mucho más fácil distinguir la pseudopalabra amceon del nombre de la conocida marca comercial.

Kiki suena puntiagudo. Bouba suena redondo

A partir del sonido de las pseudopalabras, podemos tener la impresión de que están expresando conceptos relacionados con el tamaño, la forma o, incluso, la emoción. Esto se conoce como el efecto bouba/kiki. Y es que se ha demostrado que tendemos a asociar los sonidos agudos, como kiki o takete, con formas puntiagudas. Por el contrario, tendemos a vincular los sonidos suaves, como los de las pseudoplabras bouba o maluma, con formas redondeadas.

Nuestro cerebro, de hecho, parece estar preparado para establecer estos vínculos. Áreas cerebrales como la corteza auditiva y la corteza visual, encargadas de procesar sonidos y formas, junto a regiones relacionadas con el lenguaje, como la circunvolución frontal inferior izquierda y la circunvolución supramarginal izquierda, trabajan conjuntamente para que esa simple cadena de sonidos pueda cobrar sentido en nuestra mente.

Quizá, por este tipo de asociaciones entre el sonido y el significado, no sea casualidad que Cortázar imaginara a los cronopios como seres cálidos, alegres y juguetones.

Pseudo(palabras) que emocionan

El empleo de pseudopalabras también nos ha proporcionado información muy valiosa sobre cómo adquirimos los significados emocionales. ¿Cómo es posible que aquello que no existe nos genere emoción? La clave está en que emparejamos pseudopalabras con expresiones faciales de emoción, sonidos y hasta olores agradables o desagradables. Pasado un tiempo, su lectura nos despertará emociones parecidas a la de los estímulos con los que fueron asociados.

Además, las pseudopalabras que derivan de palabras emocionales tardan más en reconocerse que aquellas que derivan de palabras neutras. De esta forma, será más rápido identificar drocedario (dromedario) como pseudopalabra que irtus (ictus). Esto muestra que el contenido emocional de la palabra original influye en cómo procesamos y reconocemos las palabras inventadas. ¡Cómo si las emociones facilitaran la interpretación de lo desconocido!

Ya hemos visto que las pseudopalabras no son solo una mera cadena de letras. Lewis Carroll era ya consciente de esto cuando hizo que Alicia se enfrentase a un singular personaje en su poema Jabberwocky: “Era la asarvespertina, y los flexilimos toves giroscaban y taladraban en la loma…”. A cualquier lector le costará un esfuerzo adicional entender lo que dice.

Ilustración de Jabberwocky, por John Tenniel.

Sin embargo, al leer pseudopalabras como “tulgoso” o “vorpal”, no podemos dejar de sentir una atmósfera amenazante o la presencia de un peligro inminente.

Y, mientras meditaba melancólico, ¡el Galimatazo, con ojos de fuego, vino silbando por el bosque tulgoso y burbujeaba mientras iba luego! ¡Zas! ¡Zas! ¡Zas! ¡Y la vorpal espada una y otra vez fue triscando veloz! Y dejolo muerto, y con su cabeza regresó galopando triunfador.

En conclusión, como exclamó Alicia mientras caía por la madriguera del conejo en el país de las maravillas, el lenguaje que no existe es cada vez más ¡curiorífico y curiorífico!

The Conversation

Celia Martínez Tomás recibe fondos del Ministerio de Universidades con una ayuda para la Formación de Profesorado Universitario (FPU)

José Antonio Hinojosa Poveda recibe fondos del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades.

Ana Baciero de Lama y Miguel Lázaro no reciben salarios, ni ejercen labores de consultoría, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del puesto académico citado.

ref. Cronopios y mancuspias: lo que las pseudopalabras revelan sobre nuestro cerebro – https://theconversation.com/cronopios-y-mancuspias-lo-que-las-pseudopalabras-revelan-sobre-nuestro-cerebro-261127

La sorprendente conexión entre una foca, una almeja y un calamar

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Antonio Figueras Huerta, Profesor de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto de Investigaciones Marinas (IIM-CSIC)

Los fócidos o focas verdaderas (Phocidae) son una familia de mamíferos adaptados al medio acuático. Wikimedia Commons., CC BY

Hace unos días, mi editora habitual en The Conversation me retó a encontrar qué tienen en común estos tres animales marinos tan diferentes. Una foca leopardo de 400 kilos, una diminuta almeja que se entierra en la arena y un calamar que se propulsa a chorro. Pensé que sería imposible. Estaba equivocado.

Imaginemos la escena: la foca se lanza sobre un témpano de hielo tras haber buceado a más profundidad que la altura del Empire State Building. La almeja desaparece en la arena en segundos, usando únicamente la fuerza de su musculoso pie. El calamar atraviesa el océano a toda velocidad, mostrando cambios de llamativos colores en su piel. ¿Qué podrían compartir estas criaturas?

Tras una inmersión profunda en la investigación, encontré cuatro conexiones fundamentales que revelan cómo la evolución, al enfrentarse a los mismos problemas, a menudo llega a soluciones similares.

Son ingenieros hidráulicos

Aquí es donde las conexiones se vuelven realmente sorprendentes. Los tres dominan la hidráulica, el uso de fluidos a presión para generar fuerza, el mismo principio que impulsa las grúas de construcción y los frenos de un coche.

Los bigotes de las focas actúan como un radar.
Wikimedia Commons., CC BY

Los bigotes de la foca no son solo pelo facial. Conforman un sofisticado sistema de sónar que lee los cambios de presión en el agua. Cada bigote está repleto de terminaciones nerviosas que detectan el más mínimo rastro hidrodinámico dejado por un pez. Así, la foca puede seguir esta estela invisible para rastrear a su presa hasta a 180 metros de distancia.

Aplicando el mismo principio de una forma completamente distinta, la almeja convierte su pie en un taladro muscular. Al bombear fluido desde su cavidad corporal hacia el pie, crea un ancla rígida y, luego, contrae sus músculos para arrastrar su concha hacia la arena. Es una maravilla de la ingeniería de bajo consumo.

Y si el uso que la almeja hace de la hidráulica es sutil, el calamar la convierte en un arma. Con el fin de atrapar a sus presas, presuriza el fluido de sus tentáculos para lanzarlos hacia delante a más de dos metros por segundo. Por otro lado, para defenderse, su manto actúa como el motor de un jet, expulsando agua violentamente para escapar del peligro a gran velocidad.

Se construyen con el mismo material: la piedra caliza

Esta conexión fue la que más me sorprendió: un mamífero y dos tipos diferentes de moluscos utilizan el carbonato cálcico como material de construcción de su organismo.

En el caso de la foca, esto implica integrar ese carbonato cálcico en su esqueleto, en huesos que le ayudan a gestionar la flotabilidad durante inmersiones profundas. También tiene diminutas piedras en el oído u otolitos, estructuras calcáreas esenciales para el equilibrio en su mundo submarino tridimensional.

La almeja, una maestra arquitecta, construye con esta molécula una elaborada concha cuya microestructura es más resistente que muchas cerámicas industriales, una fortaleza contra depredadores y la presión.

Como todos los bivalvos, la chirla (Chamelea gallina) construye su concha con carbonato cálcico.
Wikimedia Commons., CC BY

Y, sorprendentemente, el calamar, descendiente de ancestros con concha como la almeja, conserva una pequeña parte de esta herencia. Posee unos pequeños y bellos órganos de equilibrio en su cabeza llamados estatolitos que, al igual que los otolitos de la foca, le ayudan a orientarse mientras navega por el océano.

Los tres externalizan su capacidad cerebral

Decir que tienen “cerebros de repuesto” podría ser simplificar demasiado, pero cada animal ha desarrollado una forma asombrosamente eficaz de gestionar tareas complejas descentralizando su sistema nervioso.

La foca, por ejemplo, puede dormir solo con medio cerebro. Este sueño “unihemisférico” permite que una mitad descanse mientras la otra permanece alerta, en una especie de piloto automático biológico. Además, una gran parte de su cerebro está dedicada exclusivamente a procesar los datos de sus bigotes, creando en esencia un “ordenador” especializado en detectar flujos.

El calamar europeo o calamar común (Loligo vulgaris) tiene neuronas repartidas por sus brazos, como parte de un sistema nervioso descentralizado.
Wikimedia Commons., CC BY

El calamar opera con un principio de delegación similar, aunque a una escala mucho mayor. Dos tercios de sus neuronas no están en su cerebro, sino en sus brazos, cada uno de los cuales puede saborear, tocar y actuar de forma semiindependiente. Esto le permite cazar con dos brazos mientras otro explora una grieta en busca de su próxima comida.

Incluso la aparentemente simple almeja sigue este patrón. Sus nervios se distribuyen en grupos llamados ganglios cerca de los órganos que controlan. Esto significa que no necesita un centro de mando para las acciones básicas: el hardware local se encarga de ello.

Un mismo (y duro) maestro: el océano

¿Qué significa todo esto? Los tres representan tres viajes evolutivos distintos: las almejas evolucionaron a partir de moluscos primitivos para convertirse en filtradores sedentarios; los calamares surgieron del mismo linaje para ser depredadores activos e inteligentes; y las focas representan una rama de la vida completamente diferente, los mamíferos, que abandonó la tierra y rediseñó sus cuerpos para el mar.

Sus similitudes revelan una verdad fundamental sobre la evolución. Es como si tres equipos de ingenieros recibieran materiales de partida diferentes, pero el mismo desafío: prosperar en el océano. Necesitaban moverse eficientemente, encontrar comida, evitar ser aplastados y navegar por un mundo sin suelo firme. Y las soluciones que encontraron convergieron.

Distintos puntos de partida, destino compartido

Todos usaron la hidráulica para el movimiento y la percepción. Todos usaron el carbonato de calcio, fácilmente disponible, como soporte estructural. Y todos desarrollaron sistemas nerviosos especializados para gestionar la inmensa carga de datos de su entorno.

Diversidad del orden extinto de los pterosaurios.
Wikimedia Commons., CC BY

Este patrón, conocido como evolución convergente, aparece en todas partes. Aves, murciélagos y pterosaurios desarrollaron el vuelo de forma independiente. Tiburones (peces) y delfines (mamíferos) desarrollaron de forma independiente cuerpos hidrodinámicos. Y el ojo ha evolucionado de forma independiente docenas de veces.

La próxima vez que veamos una foca, recordemos que estamos observando una solución elegante a los mismos problemas de ingeniería que una almeja resolvió quedándose quieta y un calamar resolvió convirtiéndose en un cohete viviente.

Esa es la belleza de la evolución. Es el sistema definitivo para resolver problemas, y su creatividad no tiene fin.

The Conversation

Antonio Figueras Huerta no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. La sorprendente conexión entre una foca, una almeja y un calamar – https://theconversation.com/la-sorprendente-conexion-entre-una-foca-una-almeja-y-un-calamar-262015

Geografía del deshielo: playas que narran la historia climática de la Antártida

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Lidia Ferri Hidalgo, Investigadora del Proyecto PARANTAR (Ref. PID2020-115269GB-I00), especializada en glaciología y geomorfología glaciar, Universidad de Oviedo

Caminata por una playa polar en en Punta Barnard, Isla Livingston (Antártida). Jordi Rovira (2024)

Hace aproximadamente 20 000 años, durante la última glaciación, la Antártida alcanzó su máxima expansión de hielo. A partir de ese momento comenzó un proceso gradual de derretimiento y retroceso glaciar que, debido al calentamiento global, se ha intensificado notablemente en las últimas décadas

La pérdida de hielo en la Antártida no solo contribuye a aumentar el nivel del mar: también altera las corrientes oceánicas y afecta a los ecosistemas polares. Sin embargo, sus consecuencias no se limitan al océano o al clima. Uno de los efectos menos visibles –pero igual de reveladores– es la elevación del terreno, que ha dejado al descubierto playas levantadas, testigos silenciosos del retroceso glaciar.

El fenómeno del rebote isostático

Cuando una enorme masa de hielo cubre la superficie terrestre, como ocurrió en la última glaciación, su peso deforma la corteza terrestre y la hunde. A medida que los glaciares pierden masa, esa carga disminuye y el terreno comienza a levantarse lentamente. Este fenómeno se conoce como rebote isostático o posglaciar, y sigue activo hoy en día, aunque cada vez ocurre de forma más lenta.

En 1743, el físico Anders Celsius realizó la primera estimación del ascenso del terreno tras la última glaciación en las costas de Suecia. Sabía que allí existían unas rocas donde, siglos atrás, descansaban las focas cerca del mar. Sin embargo, cuando el científico visitó la zona, observó que dichas rocas estaban lejos de la costa, lo que le hizo pensar que el nivel del mar había descendido. En realidad, era el terreno el que se había elevado al liberarse del peso del hielo.

Una de las evidencias más visibles de este ascenso son las llamadas playas levantadas: antiguos niveles de costa que quedaron por encima del mar actual. Estas playas “fósiles” son archivos naturales que registran los cambios pasados del nivel del mar, y con ello, las transformaciones del clima.

Playas levantadas en las Islas Shetland del Sur

Las Islas Shetland del Sur, frente a la península antártica, albergan algunas de las playas levantadas más estudiadas del continente. Desde mediados del siglo XX, exploradores y científicos de distintas disciplinas comenzaron a investigar estas antiguas líneas de costa, conscientes de que conservan la memoria del retroceso glaciar y del ascenso del terreno.

En las principales áreas libres de hielo de estas islas, como la península Byers en la isla Livingston o la península Fildes en la isla Rey Jorge, se conservan varios niveles de playas levantadas. Cada uno guarda pistas sobre cómo el rebote isostático y los pulsos de deshielo transformaron el paisaje en este rincón antártico.

La reconstrucción de esta historia se logra determinando la edad de las playas a través de diversas técnicas de datación. Si bien el método más tradicional ha sido el radiocarbono –aplicado sobre restos orgánicos, como huesos de pingüinos, focas o fragmentos de conchas y algas–, recientemente se han incorporado técnicas más precisas, como la luminiscencia ópticamente estimulada (OSL) y la datación por isótopos cosmogénicos, que permiten datar directamente rocas y sedimentos según el tiempo que llevan expuestos a la luz o a la radiación cósmica.

Gracias a estos métodos se sabe que las playas levantadas que alcanzan entre 15 y 22 metros de altitud sobre el nivel del mar actual en la península Byers se formaron hace aproximadamente entre 9 500 y 8 700 años. Lo que confirma que esta región ya estaba libre de hielo durante el Holoceno medio, una etapa del pasado marcada por condiciones climáticas más cálidas.




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Lo que pasa en la Antártida no se queda en la Antártida

Aunque parezca lejana y aislada, la Antártida influye directamente en el equilibrio del planeta. El deshielo contribuye a la subida del nivel del mar, altera la circulación oceánica y afecta el equilibrio climático global. También afecta, como hemos visto, al levantamiento del terreno.

Estudiar estas playas levantadas no es sólo una forma de entender el pasado, sino una herramienta clave para anticipar nuestro futuro climático. Comprender cómo respondió la corteza terrestre al deshielo en el pasado mejorará la precisión de los modelos actuales que predicen los cambios relativos del nivel del mar y el comportamiento de los glaciares antárticos en un mundo que cada vez se calienta más y más, poniendo en peligro el desequilibrio de la vida.

The Conversation

Lidia Ferri Hidalgo actualmente está contratada en el proyecto de Investigación PARANTAR Ref. PID2020-115269GB-I00, financiado por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades del Gobierno de España.

ref. Geografía del deshielo: playas que narran la historia climática de la Antártida – https://theconversation.com/geografia-del-deshielo-playas-que-narran-la-historia-climatica-de-la-antartida-260775

Antibióticos ‘inteligentes’: ¿puede acabar la IA con la resistencia antimicrobiana?

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Antonio Tarín Pelló, Farmacéutico especializado en terapias antimicrobianas y modelos de predicción matemáticos, Universidad CEU Cardenal Herrera

isak55/Shutterstock

La resistencia antimicrobiana es uno de los mayores desafíos de la medicina moderna. Cada año aumentan las infecciones y cada vez son más difíciles de tratar. Si no logramos actuar de forma efectiva, en 2050 podría ser la principal causa de muerte a nivel mundial.

Según el informe Global Burden of Disease Study, publicado en The Lancet, en 2019 se estimaron 4,71 millones de muertes asociadas a infecciones resistentes, 1,27 millones de ellas directamente atribuibles a esa causa. Son cifras que reflejan una crisis sanitaria creciente, impulsada no solo por el uso indebido de antibióticos en medicina y ganadería, sino también por la escasez de información sobre este problema de salud en la sociedad y por la falta de desarrollo de nuevos fármacos eficaces.

Diferencia de fases y tiempos entre el desarrollo de fármacos a partir de la síntesis de novo y el método de reposicionamiento de fármacos.

Alternativas a los antibióticos

Ante este panorama, urge encontrar soluciones efectivas. Una de ellas es tratar infecciones sin necesidad de utilizar fármacos antimicrobianos mediante la fagoterapia (el uso de virus que infectan bacterias) o el desarrollo de péptidos antimicrobianos.

Otra estrategia menos conocida es el reposicionamiento de fármacos. Consiste en buscar, con ayuda de la IA y otras técnicas, nuevas aplicaciones terapéuticas para medicamentos o moléculas que ya se encuentran registrados y aprobados. Esto reduce el tiempo y el coste que supone el desarrollo de nuevos fármacos, porque son moléculas que han superado las fases iniciales de seguridad.

¿Antibióticos en antidepresivos?

En lo que se refiere a las enfermedades infecciosas, la estrategia de reposicionamiento ya ha identificado diversas moléculas con actividad antibiótica previamente desconocida. Por ejemplo, algunos antiinflamatorios como el diclofenaco y el ibuprofeno. Nuestra propia investigación ha detectado también esa actividad en antidepresivos y antipsicóticos.

Para este proceso es clave la aplicación de modelos de predicción matemáticos, que pueden anticipar la eficacia de compuestos contra microorganismos resistentes analizando grandes volúmenes de datos biomédicos. Por eso, los modelos que combinan IA y bioinformática son de gran interés para la industria farmacéutica que desarrolla nuevos fármacos.

Simulaciones que ahorran tiempo y recursos

En primer lugar, la IA puede simular interacciones entre fármacos y patógenos a nivel molecular, lo que permite anticipar cómo los microorganismos podrían desarrollar resistencia y ayudar a diseñar antibióticos más robustos. Estas simulaciones ahorran tiempo y recursos, además de proporcionar una comprensión más profunda de los mecanismos de resistencia.

Relaciones entre inteligencia artificial, machine learning y deep learning y cómo operan estos modelos.

Así, mediante el análisis de grandes bases de datos biomédicos –genes, proteínas, fármacos…–, los modelos basados en aprendizaje automático han predicho la actividad antibacteriana de compuestos como los análogos del péptido mastoparan derivados del veneno de avispa.

Otro enfoque exitoso ha sido la simulación molecular, que predice cómo “se mueve” una molécula al interactuar con la proteína de interés. Esta herramienta permitió identificar las propiedades antimicrobianas de algunos antihipertensivos, como el olmesartán y el valsartán, frente a bacterias patógenas como Pseudomonas aeruginosa o Streptococcus pneumoniae.

Además, los últimos avances exploran metodologías nuevas, como los estudios transcriptómicos (el estudio de genes de un organismo y la expresión de estos en proteínas y metabolitos) y el análisis topológico de datos. Este último, a pesar de tratarse de una estrategia “joven”, ha demostrado su utilidad en la identificación de potenciales antimicrobianos mediante el reposicionamiento de fármacos ya registrados por la Administración de Alimentos y Medicamentos estadounidense (FDA por sus siglas en inglés).

El potencial del análisis topológico

El análisis topológico de datos es un modelo de predicción matemático que aplica la geometría y la topología; es decir, a partir de los datos disponibles de una molécula crea un mapa, normalmente tridimensional, que recopila toda la información estructural y funcional de dicha molécula. Este método nos ha permitido identificar moléculas con potencial antibiótico tras identificar similitudes estructurales entre proteínas humanas y proteínas de la bacteria Escherichia coli, responsable del 90 % de las infecciones urinarias en todo el mundo.

Los resultados obtenidos mediante simulación por ordenador o análisis computacional nos revelaron posibles direcciones de desarrollo de nuevos antibióticos a partir de la estructura química de algunos antidepresivos, antipsicóticos, antitumorales y antihistamínicos.

Una nueva era en la lucha contra las infecciones

Estos hallazgos refuerzan la idea de que el reposicionamiento de fármacos, combinado con herramientas computacionales, puede ofrecer nuevas soluciones terapéuticas a las infecciones resistentes a los antibióticos conocidos. Con una mejora de precisión de los modelos actuales, sería posible desarrollar de una manera más rápida y eficaz un nuevo arsenal antimicrobiano. Y estaría disponible a una velocidad mayor a la que los microorganismos adquieren las resistencias.

En un contexto donde la resistencia antimicrobiana representa una de las tres mayores amenazas para la salud global, apostar por enfoques basados en IA y modelado computacional no solo es una opción viable, sino una necesidad urgente para garantizar tratamientos efectivos frente a las enfermedades infecciosas.

Es posible que estemos a las puertas de una nueva era en el tratamiento de infecciones, donde, con ayuda de la IA, los antibióticos del futuro sean diseñados y optimizados por ordenador. ¡Ojalá sean “antibióticos inteligentes”!

The Conversation

Antonio Tarín Pelló recibe fondos de Fundación Española para la Ciencia y Tecnología (FECYT).

Beatriz Suay García recibe fondos de Fundación Española para la Ciencia y Tecnología (FECYT).

María Teresa Pérez Gracia recibe fondos de Fundación Española para la Ciencia y Tecnología (FECYT).

Sara Fernández Álvarez recibe fondos de Fundación Española para la Ciencia y Tecnología (FECYT).

ref. Antibióticos ‘inteligentes’: ¿puede acabar la IA con la resistencia antimicrobiana? – https://theconversation.com/antibioticos-inteligentes-puede-acabar-la-ia-con-la-resistencia-antimicrobiana-260112

¿Sigue siendo lujo si todos pueden tenerlo? El dilema de las marcas exclusivas

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Veronica Rosendo Rios, Profesora de Marketing, Universidad Pontificia Comillas

Establecimientos de marcas de lujo en el aeropuerto de Estambul (Turquía). Aleksandar_Markov/Shutterstock

¿Es el lujo realmente un privilegio reservado para una minoría selecta? ¿Qué implica democratizar el lujo? Durante siglos, este ha sido un símbolo de exclusividad destinado a satisfacer los gustos y aspiraciones de las élites económicas. Sin embargo, el panorama está cambiando de manera acelerada. En los últimos años, la industria del lujo ha experimentado un crecimiento sin precedentes, alcanzando un valor de 353 000 millones de euros en 2022 y con estimaciones que prevén un aumento del mercado hasta un rango de 540 000 a 580 000 millones de euros para 2030.

Factores como la globalización, los cambios en los patrones de consumo, la digitalización de los mercados, la proliferación de nuevos canales de distribución como el comercio electrónico y el crecimiento de la clase media han impulsado este cambio, permitiendo que marcas emblemáticas como Gucci, Prada y Louis Vuitton amplíen su alcance hacia públicos más amplios y diversos.

Este fenómeno, conocido como “democratización del lujo”, está reconfigurando profundamente la industria, haciendo que bienes y servicios históricamente exclusivos sean cada vez más accesibles.

Esta transformación del mercado ha desempeñado un papel clave en el crecimiento de numerosas marcas de lujo y las ha consolidado como los gigantes globales que conocemos hoy en día. Por ejemplo, los ingresos globales de LVMH, el mayor conglomerado de marcas de lujo mundial, superan los 86 000 millones de facturación anual y se ha multiplicado por siete en las últimas dos décadas (según informes de la compañía). Una parte de este crecimiento, entre otros factores, puede atribuirse a la democratización del lujo.

Un reflejo claro de esta tendencia se observa en la proliferación de outlets de lujo. En estos espacios, marcas tradicionales de prestigio ofrecen productos de alta gama a precios más asequibles, atrayendo a una creciente clase media aspiracional y transformando el mercado del lujo en un espacio más inclusivo.

¿Oportunidad o amenaza?

Para las marcas de lujo el reto está en expandir su alcance –y con ello, en principio, su rentabilidad– sin comprometer la exclusividad que define su identidad. Para los consumidores aspiracionales, esta mayor accesibilidad representa una oportunidad para adquirir bienes que simbolizan estatus y aspiraciones.

Sin embargo, estudios recientes revelan que los consumidores tradicionales de lujo (en contraste con los nuevos consumidores aspiracionales) perciben esta estrategia como una amenaza o “traición” simbólica.

Esta percepción surge de la idea de que las marcas democratizadas ya no reflejan los valores, el estatus o la exclusividad con los que estos consumidores solían identificarse. Por tanto, este fenómeno plantea un nuevo reto estratégico para las marcas, que deben equilibrar la atracción hacia los consumidores aspiracionales sin alienar su base de clientes tradicionales.

Lograr este equilibrio requiere una gestión cuidadosa que contemple las tensiones inherentes entre accesibilidad y exclusividad. Pero ¿es posible satisfacer las expectativas de ambos segmentos de consumidores sin diluir la esencia del lujo?

El desafío de equilibrar exclusividad y accesibilidad

Estas compañías se enfrentan, por tanto, a una paradoja compleja: cómo ampliar su base de clientes sin comprometer la esencia de exclusividad que las define. Ampliar su alcance puede generar nuevas oportunidades de crecimiento de mercado y potencial rentabilidad, pero también conlleva el riesgo de erosionar su valor de marca y atractivo simbólico entre aquellos consumidores que siempre han percibido estos bienes como únicos.

Por otro lado, hay que tener en cuenta que aunque la democratización del lujo se ha implementado en mercados tanto desarrollados como emergentes, es en estos últimos donde la tensión entre exclusividad y accesibilidad se intensifica. En las economías emergentes, caracterizadas en general por ser sociedades marcadamente jerarquizadas, el consumo de bienes ostentosos prevalece como forma clave de expresión de estatus. Esto plantea un desafío adicional, ya que las estrategias de democratización pueden diluir el poder de señalización social que caracteriza a las marcas de lujo en estos mercados.

Por esta razón, investigaciones recientes desaconsejan a las marcas globales de lujo aplicar estrategias homogeneizadas de democratización en mercados internacionales. En su lugar, recomiendan que contemplen las complejidades contextuales de cada mercado y adapten las estrategias de democratización a las particularidades locales de los mismos. Este enfoque no solo permite un desempeño óptimo, sino que también evita la posible erosión de su posicionamiento y atractivo global.

En resumen, alcanzar el equilibrio entre accesibilidad y exclusividad requiere estrategias cuidadosamente seleccionadas y un enfoque continuo en la innovación. Estrategias como ediciones limitadas, colaboraciones estratégicas o experiencias personalizadas pueden ser efectivas en determinados casos, pero encontrar el balance adecuado sigue siendo un desafío.

En última instancia, las marcas de lujo deberán explorar nuevas formas de preservar su atractivo distintivo, adaptándose a las dinámicas cambiantes de un mercado cada vez más inclusivo.

The Conversation

Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.

ref. ¿Sigue siendo lujo si todos pueden tenerlo? El dilema de las marcas exclusivas – https://theconversation.com/sigue-siendo-lujo-si-todos-pueden-tenerlo-el-dilema-de-las-marcas-exclusivas-247521

‘Aya de Yopougon’ desafía la creencia de que a Occidente no le interesa leer historias africanas

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Manuel Gómez Campos, PDI Traducción e Interpretación, Universidad de Córdoba

Fotograma de la adaptación al cine del cómic ‘Aya de Yopougon’. IMDB

La serie de cómics Aya de Yopougon, creada por la marfileña Marguerite Abouet, ha marcado un antes y un después en la literatura escrita por mujeres del África francófona. Esta obra constituye un ejemplo claro de cómo la literatura puede llegar a rincones de todo el mundo y, además, conquistar a un público de edades muy diferentes.

Pero ¿cuáles han sido las claves de su éxito? ¿Cómo llega a nuestras manos? Y, sobre todo, ¿qué tiene Aya para conquistar?

Las barreras de los críticos literarios

Las obras de autoras como Ken Bugul, Fatou Diome o Mariama Bâ se desarrollan en países como Senegal, Mali, Benín o Costa de Marfil, y sus protagonistas son, en su mayoría, africanos, lo cual no debe sorprendernos demasiado.

Fotografía de una mujer negra que sonríe.
La escritora Fatou Diome en 2015.
Claude Truong-Ngoc / Wikimedia Commons, CC BY-SA

No obstante, a lo largo de la historia, la literatura femenina africana francófona ha sido tachada de “local”. Algunos críticos literarios o académicos han considerado que estas obras se centraban demasiado en aspectos africanos y que, por tanto, no iban a interesar a un público más occidental.

Así lo explica la traductora Laura Remei Martínez-Buitrago: “El no-conocimiento es uno de los grandes hándicaps que tienen que lograr vencer. Esta opinión generalizada de las casas editoriales la he visto con muchas obras: demasiado africano para ser aceptado por el mundo occidental, dicen”. Otros críticos literarios han optado por situar y delimitar, en un mismo grupo, a todos los escritores africanos en torno a una “unidad cultural negra” ligada a los problemas del mundo negro.

A modo de ejemplo, la obra de la escritora Aminata Sow Fall, considerada pionera de la literatura femenina africana francófona, tardó tres años en ver la luz. La editorial estimó inicialmente que los occidentales no iban a comprenderla al estar centrada en una cultura local. La autora senegalesa respondió a la editorial que finalmente todo el mundo tiene un origen y, por tanto, un lugar de pertenencia, lo que nos hace a todos locales. Su novela Le Revenant fue rechazada en un primer momento, pero finalmente la misma editorial la publicó en 1976. Afortunadamente, con el tiempo se ha convertido en un clásico de la literatura africana francófona.

Trabas en el negocio

Sin embargo, la barrera de los críticos literarios no es la única que han debido, deben y deberán sobrepasar las autoras. Para que una obra llegue a un público mayor, las escritoras africanas necesitan encontrar editorial.

Un aspecto que puede parecer simple ha generado una compleja desigualdad, como se ha comprobado en el caso de las escritoras beninesas, quienes se han enfrentado a la falta de interés por publicar sus obras incluso en su propio país. Ante esta situación, muchas han optado por editoriales extranjeras para asegurar la difusión de sus textos.

Portada del libro _L'engrenage_ de Hortense Mayaba.
Portada del libro L’engrenage de Hortense Mayaba.
The University of Western Australia

Ejemplo de ello son Gisèle Hountondji, quien prefiere escribir únicamente cuando recibe pedidos procedentes de Europa, u Hortense Mayaba, quien asegura que en Benín no se promueven las obras literarias. Estas autoras han tenido que publicar sus obras en editoriales extranjeras para conseguir que puedan leerse.

Pero ¿acaso la literatura debe mantener siempre un cierto aspecto global para ser de interés? A primera vista, la respuesta podría parecer sencilla, pero el debate es más profundo.

Las historias han traspasado culturas desde tiempos inmemoriales, sin que sus raíces locales impidan su impacto universal. Obras como Cumbres borrascosas de Emily Brontë, ambientada en los paisajes de Yorkshire, en el norte de Inglaterra, o Las uvas de la ira de John Steinbeck, que retrata la migración y las dificultades de Estados Unidos, son ejemplos de narrativas profundamente ligadas a un territorio y una realidad específica, pero que han alcanzado reconocimiento mundial.

Si estas historias han trascendido sus fronteras geográficas y culturales, ¿por qué no sucede lo mismo con ciertas narrativas africanas que reflejan realidades locales?

La recepción de la novela gráfica Aya de Yopougon

Podemos medir el nivel de éxito de una obra, entre muchos otros parámetros, analizando las traducciones que dicha obra ha tenido a otros idiomas. Se considera así que ha llegado, o ha tenido la posibilidad de llegar, a un público mayor.

Portada de un cómic en el que aparecen tres chicas charlando.
Portada de uno de los libros de Aya de Yopougon.
Norma Editorial

La serie de historietas de Aya de Yopougon ha sido traducida a quince lenguas y ha conseguido vender más de 800 000 ejemplares desde su primera publicación en 2005. Este logro la sitúa como una de las obras más vendidas de la literatura africana contemporánea.

Marguerite Abouet, autora de la obra, se dio cuenta que la gente tenía un gran desconocimiento sobre África y que debía explicar su continente, alejándose de los estereotipos. Primero lo hizo a través de un personaje llamado Akissi y después con la protagonista de las historias de Aya de Yopougon. Los relatos pasaron de publicarse como novela a transformarse en novelas gráficas gracias al ilustrador Clément Oubrerie.

Aya es una chica marfileña que vive en uno de los barrios más populares de Abidjan: Yopougon. Las historias cuentan las aventuras de esta joven, sus inseguridades, sus sueños y los de otros personajes del mismo barrio. La serie se caracteriza por representar la vida marfileña sin estereotipos y mostrar la esencia del barrio, siendo un gran ejemplo de una obra que no se centra exclusivamente en lo que los medios de comunicación a menudo reflejan del continente africano: miseria y barbarie.


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No cabe duda de que una literatura tan creativa y llena de diálogos con referencias culturales, onomatopeyas o expresiones propias de Costa de Marfil plantea una dificultad añadida para su traducción a cualquier otra lengua. Estos retos son propios de numerosas obras literarias llenas de imaginación, neologismos y estilo propio.

Aya de Yopougon es una muy buena manera de que los lectores se acerquen a la cultura marfileña, independientemente de su país de origen. Su reciente adaptación al cine ha ampliado aún más su alcance, y su éxito demuestra que las narrativas africanas pueden tener una proyección internacional sin necesidad de tener que ajustarse a cánones ajenos a su identidad cultural.

The Conversation

Manuel Gómez Campos no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. ‘Aya de Yopougon’ desafía la creencia de que a Occidente no le interesa leer historias africanas – https://theconversation.com/aya-de-yopougon-desafia-la-creencia-de-que-a-occidente-no-le-interesa-leer-historias-africanas-222035

De recibir descargas eléctricas a triturar gusanos: por qué el aburrimiento nos vuelve impredecibles

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Sergio Pirla, Profesor Ayudante Doctor, Dept. Organización de Empresas, Universidad de Zaragoza

El filósofo danés Kierkegaard decía que el aburrimiento es el origen del mal. ¿Exageraba o tenía razón? A continuación explicaremos cómo un estado emocional que solemos ignorar podría estar detrás de muchas de nuestras decisiones más cuestionables.

El aburrimiento es un estado emocional desagradable que surge cuando nos enfrentamos a situaciones poco estimulantes. Se caracteriza por una sensación de inquietud, falta de interés y dificultad para mantener la atención en la tarea actual.

Suele ir acompañado de una notable búsqueda de estímulos externos y un aumento en la impulsividad. Es precisamente esta búsqueda impulsiva de estimulación la que puede empujarnos a tomar malas decisiones.

Un claro ejemplo aparece en un experimento publicado en la revista Science. Los investigadores pidieron a un grupo de voluntarios que pasaran 15 minutos en una sala sin nada que hacer más que “entretenerse con sus propios pensamientos”. Durante ese tiempo, los participantes tuvieron la opción de autoadministrarse una descarga eléctrica que previamente habían probado y calificado como desagradable.

De hecho, los voluntarios afirmaron que estarían dispuestos a pagar por evitar recibir otra descarga. Sin embargo, durante los 15 minutos sin poder hacer otra cosa, el 67 % de los hombres y el 25 % de las mujeres se administraron al menos un shock eléctrico (con un participante llegando a la sorprendente cifra de 190 descargas eléctricas en los 15 minutos del estudio).

La escapada a través de los riesgos

En el experimento, la descarga eléctrica funcionaba como una forma de estimulación ante el aburrimiento. En la vida cotidiana, también buscamos maneras de escapar de esta emoción, y una de ellas –quizás la más poderosa– es asumir riesgos.

La mayoría de los riesgos conllevan un componente estimulante. Por eso no sorprende que quienes tienen una mayor propensión a aburrirse muestren una tendencia más elevada a conducir de forma temeraria, participar en conductas sexuales de riesgo o consumir alcohol: todos ellos comportamientos con un evidente potencial dañino.

Esta relación entre aburrimiento y conductas de riesgo resulta especialmente pronunciada entre quienes más tienden a aburrirse: los hombres jóvenes.

Los comportamientos temerarios como respuesta al aburrimiento también son frecuentes en uno de los contextos donde más se experimenta esta emoción: el trabajo. Por ejemplo, varios estudios demuestran que quienes se aburren con mayor frecuencia en el entorno laboral son también más propensos a distraerse, fingir que están ocupados e incluso a sustraer equipamiento o materiales de la empresa.

Aburrimiento y rasgos sádicos

Pero la toma de riesgos no es la única manera de escapar del aburrimiento. Otra vía –igual de poderosa– es buscar estimulación en nuestro entorno social. En algunos casos, esta búsqueda puede traducirse en algo positivo, como cuando encontramos dicha estimulación en la ayuda a los demás.

En otros casos, la búsqueda toma un tinte oscuro. La evidencia científica demuestra que el aburrimiento es especialmente pernicioso cuando se da en ciertos individuos, particularmente aquellos que presentan rasgos sádicos.

Las personas con estos rasgos tienden a disfrutar al causar daño o malestar a los demás, y encuentran divertido o estimulante comportarse de esa forma. Por eso, el aburrimiento en este tipo de individuos se ha relacionado con una variedad de conductas indeseables, que van desde insultar o amenazar en redes sociales, hasta el acoso escolar (bullying) o incluso el maltrato físico en contextos como el cuidado de los hijos.

La evidencia más llamativa fue recogida por el psicólogo alemán Stefan Pfattheicher y sus colaboradores. En este experimento, los investigadores mostraron a un grupo de participantes un vídeo de una cascada durante 20 minutos para inducir aburrimiento. A otro grupo le pusieron un documental sobre los Alpes (de similar duración) pensado para mantener su interés.

Durante los vídeos, los participantes estaban sentados de forma individual frente a una mesa en la que había tres vasos con gusanos vivos y una trituradora de café modificada. Aunque la trituradora había sido alterada para que los animales no sufrieran ningún daño, los participantes fueron informados de que podían usar la máquina para triturar los gusanos si así lo deseaban.

Al termino de los vídeos, solo 1 de los 62 participantes que vio el documental sobre los Alpes intentó triturar un gusano (un 1,6 %). De entre quienes vieron el vídeo de la cascada, 12 de 67 intentaron triturar al menos un gusano (un 17,9 %).

Experimentos con incentivos monetarios

¿Siempre tomamos peores decisiones si estamos aburridos? No necesariamente. Hay situaciones en las que el tedio no nos empuja necesariamente a asumir riesgos ni a comportarnos de manera antisocial.

Por ejemplo, un estudio con 1 300 participantes no encontró que el aburrimiento influyera en la decisión de invertir pequeñas sumas de dinero entre opciones seguras o arriesgadas. De manera similar, otro trabajo con más de 3 500 personas no halló efectos del hastío sobre la generosidad: los participantes no fueron más propensos a donar dinero a otros ni a reducir el pago que estos recibirían por participar en el estudio.

Estos dos últimos estudios comparten ciertas características que los distinguen de los anteriormente citados. Se trata de experimentos con incentivos monetarios reales, en los que la tarea principal consiste en distribuir una pequeña suma de dinero. Es decir, se basan en decisiones que carecen de un valor estimulante importante.

Y es que, si la decisión es ya de por sí aburrida, aburrirnos no nos hace decidir mal.

The Conversation

Sergio Pirla no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. De recibir descargas eléctricas a triturar gusanos: por qué el aburrimiento nos vuelve impredecibles – https://theconversation.com/de-recibir-descargas-electricas-a-triturar-gusanos-por-que-el-aburrimiento-nos-vuelve-impredecibles-261718

¿Tomamos las decisiones de forma libre?

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Diego Emilia Redolar Ripoll, Associate professor, UOC – Universitat Oberta de Catalunya

Si antes de tomar una decisión dedicamos un rato a pensar racionalmente, eso implica integrar y evaluar múltiples factores, unos externos a la persona y otros de naturaleza interna. Una de las primeras cosas que hacemos en estos casos es sopesar, es decir, comparar el valor de las diferentes opciones entre las que tenemos que elegir. Y a partir de ahí generamos una regla que nos permita seleccionar la alternativa más valiosa en nuestro caso.

Ciertas áreas de la corteza prefrontal, como la región dorsolateral y la corteza cingulada anterior, son críticas para escoger porque permiten sopesar el valor a largo plazo de cada opción en las decisiones que tomamos.

Imaginemos que nos piden que elijamos para desayunar entre un pastel de chocolate o un yogur con fruta. Sabemos que el lácteo es la alternativa más saludable, pero puede que el pastel nos atraiga más, dado que su sabor es más gratificante. ¿Gana lo sano o lo sabroso? En 2009, un estudio reveló que la actividad de la corteza prefrontal ventromedial estaba correlacionada con la preferencia por el gusto del alimento, sin importar si era saludable o no. Por el contrario, la actividad de la corteza prefrontal dorsolateral se disparaba cuando el sujeto descartaba un alimento que le resultaba especialmente apetecible, pero que, lamentablemente, no era sano.

Con los resultados de este estudio, podríamos afirmar que la región ventromedial es capaz de analizar el valor de las opciones a corto plazo, mientras que la zona dorsolateral nos ayudaría a incorporar en nuestra decisión consideraciones del valor a largo plazo de las dos opciones. En cierto modo, ambas actúan como si fueran un demonio y un ángel, hablándonos en uno y otro oído durante la toma de decisiones.

¿Y de qué depende que gane el ángel o el demonio? La neurociencia nos dice que hay diversos factores que pueden mover la balanza hacia un lado o el otro: desde las diferencias individuales (lo que tradicionalmente llamamos “fuerza de voluntad” de cada uno), hasta la magnitud del premio (no es lo mismo un pastel de chocolate que un viaje a Islandia, donde sopesamos el gasto que nos supone frente a lo bien que nos lo vamos a pasar), pasando por el estado físico (si estamos más cansados o con más sueño) o emocional (si nos sentimos más tristes o más alegres).

Damos prioridad a lo familiar

Las personas no siempre tomamos las decisiones basándonos en una evaluación racional que sopesa sus costes y beneficios a corto o largo plazo. Muchas se adoptan siguiendo reglas que nos permiten simplificar las situaciones más complejas o difíciles. A falta de más información, solemos decantarnos por la opción más familiar.

Esto nos permite tomar una decisión de una forma más rápida y sencilla, dado que lo familiar se relaciona con la popularidad y otras características positivas. En este sentido, se huye de la ambigüedad y de las situaciones en las que desconocemos las probabilidades de los posibles resultados.

Por ejemplo, imagine que lo único que conocemos del polo es que se trata de un deporte donde dos equipos con cuatro jugadores cada uno, montados a caballo, intentan llevar una pequeña pelota hacia la portería del rival. Resulta que acudimos a un experimento en la universidad y nos piden que apostemos una cantidad nada despreciable de dinero por uno de los equipos que se enfrenta en un partido de polo. ¿Cómo escogemos?

En situaciones de ambigüedad como esta, en la que debemos tomar una decisión casi sin datos, se activan la corteza orbitofrontal (porción que queda por encima de los ojos) y regiones laterales de la corteza prefrontal. La primera se enciende, seguramente, debido a que vivimos la situación como algo aversivo, que no nos gusta y nos desconcierta. En el caso de las regiones laterales de la corteza prefrontal, su activación refleja la necesidad de plantearnos las probabilidades para construir una regla de decisión: no se tiene información, pero, aun así, se buscan posibles indicios sobre los que sustentar la elección.

Pulsar botones del cerebro para entender la generación de ideas

Existen técnicas que, de forma no invasiva, nos permiten activar o inactivar regiones corticales durante unos minutos para hacer pruebas cognitivas y analizar cómo afecta el aumento o la disminución de la excitabilidad de las neuronas de esas regiones. Son las denominadas “técnicas de estimulación cerebral no invasiva”.

Imaginemos que tenemos la hipótesis de que determinada región de la corteza cerebral es crítica para el cálculo aritmético. La podemos inhibir con este tipo de técnicas y, a continuación, hacer pruebas en las que el participante tenga que demostrar sus habilidades de cálculo. Si la región es cardinal para esa función, el voluntario lo hará peor que cuando realice estas tareas sin estimulación (de hecho, este experimento lo llevamos a cabo en nuestro laboratorio, pero ahora esta historia no viene al caso).

Pues bien, la investigación sobre estimulación cerebral no invasiva ha empezado a examinar de forma empírica los efectos del razonamiento sobre la creatividad, algo importante en la toma de decisiones. En este sentido, algunos estudios han demostrado que la inhibición de diferentes regiones laterales de la corteza prefrontal disminuye los mecanismos de control cognitivo, lo que facilita la generación de ideas creativas. Es decir, si se inhibe el funcionamiento de determinadas regiones cerebrales, podemos aumentar la creatividad de esas personas.

En 2021, un equipo de investigadores llevó a cabo un estudio en el que incrementaban la excitabilidad de las neuronas de la corteza prefrontal con el objetivo de analizar cómo afectaba a la generación de ideas novedosas en función de las demandas de la tarea. Los participantes tenían que leer frases a las que les faltaba la última palabra, y se les pedía que la completaran con un final poco común pero apropiado. Se observó que cuando se activaba la corteza prefrontal, aumentaba la adecuación y disminuía la novedad (y, por lo tanto, la creatividad) de las respuestas de los participantes.

Ese mismo año, llevamos a cabo un experimento en nuestro laboratorio para analizar cómo la inhibición de determinadas regiones de la corteza prefrontal modificaba la toma de decisiones de riesgo. Propusimos a los participantes que hinchasen un globo. Cada vez que soplaban iban ganando dinero que después se llevarían a casa. No obstante, cada globo estaba programado de forma aleatoria para explotar con un determinado número de insuflaciones.

Así vimos que inhibir zonas dorsolaterales de la corteza prefrontal hacía que los participantes se arriesgaran más, pero los resultados parecían depender de su personalidad. Es decir, no todos nos comportamos igual cuando tomamos decisiones en circunstancias de riesgo. En parte, esto se explica por el funcionamiento de regiones implicadas en el control cognitivo (que incluye todas las funciones ejecutivas superiores, incluido el razonamiento), pero también por la personalidad de cada uno.

La razón sin emoción es como un general sin ejército

Por último, las emociones también pueden influir en las decisiones que tomamos, cómo esbozamos el futuro o a qué prestamos atención y, después, recordamos. ¿Qué pinta, entonces, la razón? Emoción y razón han de ir de la mano, deben estar en equilibrio. La razón puede ayudar a generar nuevas respuestas emocionales que sean capaces de sustituir los sentimientos que ya tenemos, potenciándolos o añadiendo argumentos que los modifiquen y adapten a la situación que vivimos o al contexto social y normativo en el que nos encontramos. En los pacientes que presentan lesiones en regiones cerebrales críticas para las emociones, los procesos racionales se ven menoscabados a medida que el procesamiento de la información emocional no es correcto.

En palabras de Ignacio Morgado, “la razón sin emoción es como un general sin ejército; la emoción sin razón es como un coche sin frenos”.


La versión original de este artículo ha sido publicada en la revista Telos, de Fundación Telefónica.


The Conversation

José A. Morales García colabora con Telos, la revista que edita Fundación Telefónica.

ref. ¿Tomamos las decisiones de forma libre? – https://theconversation.com/tomamos-las-decisiones-de-forma-libre-262074

El sufrimiento mudo e invisible de los peces

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Rubén Bermejo Poza, Profesor Ayudante Doctor en el Departamento de Producción Animal UCM, Universidad Complutense de Madrid

Adnan Buyuk/Shutterstock

Cada año, más de mil millones de peces son capturados o criados en Europa para el consumo humano. Son parte esencial de la alimentación, de las mesas, supermercados y recetas tradicionales. Sin embargo, a diferencia de otros animales de granja como las vacas, cerdos o gallinas, su bienestar sigue siendo una asignatura pendiente. Y no por falta de consumo, sino por una larga historia de ignorancia y desinterés.

Lo que la ciencia dice sobre la conciencia en peces

Durante mucho tiempo, se pensó que sentir dolor requería tener una corteza cerebral, como la que tienen los mamíferos. Y como los peces no la tienen, se asumió que no podían sufrir. Pero esta visión ha empezado a cambiar gracias a nuevas investigaciones en neurociencia y comportamiento animal. Hoy sabemos que los peces tienen cerebros distintos, pero no menos complejos. Muchas especies poseen estructuras que, aunque diferentes en forma, cumplen funciones similares a las de los vertebrados superiores. Pero más allá de lo que tienen dentro del cráneo, lo realmente revelador es cómo se comportan.




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Por ejemplo, los estudios de la investigadora británica Lynne Sneddon y su equipo han mostrado que truchas arcoíris a las que se les inyecta ácido acético en los labios desarrollan respuestas conductuales duraderas, como frotarse contra superficies duras, pérdida de apetito, inmovilidad y cambios en su comportamiento exploratorio. Sin embargo, lo más revelador es que dichas reacciones disminuyen o desaparecen si se administra un analgésico, lo que sugiere una experiencia modulada de dolor, y no una mera respuesta refleja. Es decir, no solo sentían, sino que esa molestia podía aliviarse.

Además, estudios en peces cebra, tilapias, doradas o cíclidos han demostrado capacidades cognitivas avanzadas. Se ha documentado en ellos aprendizaje por observación, memoria espacial, reconocimiento individual y toma de decisiones estratégicas. Observaciones que apuntan a una vida mental más rica y sensible de lo que tradicionalmente se ha asumido.

En 2011, un equipo de investigadores brasileños expuso peces cebra a distintos tipos de estímulos estresantes para ellos. ¿Qué ocurrió? Los peces comenzaron a evitar zonas abiertas, permanecían inmóviles más tiempo y reducían su actividad. Son cambios de comportamiento similares a los observados en mamíferos con síntomas de ansiedad. Y lo más interesante: esos cambios se mantenían en el tiempo y variaban según la historia individual de cada individuo.




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Incluso se ha observado que algunos peces muestran lo que se llama “fiebre emocional”, también conocida como fiebre psicógena o hipertermia, donde aumenta la temperatura corporal debido al estrés emocional y no por una infección o enfermedad. Investigadores de la Universitat Autònoma de Barcelona observaron que peces cebra sometidos a un estrés previo preferían situarse en aguas más cálidas que aquellos sin ese estímulo estresante.

Puede haber conciencia sin corteza

La idea de que la conciencia depende exclusivamente de la corteza cerebral ha sido cuestionada por muchos neurocientíficos en la última década. Se ha demostrado que la conciencia no depende de una estructura específica, sino de redes funcionales que pueden estar presentes en cerebros muy distintos al nuestro. La Declaración de Cambridge sobre la Conciencia, firmada en 2012 por un grupo internacional de neurocientíficos, afirma que muchos animales no humanos, incluidos los peces, probablemente poseen los sustratos neurológicos necesarios para tener experiencias conscientes.

Esto no significa que los peces piensen como nosotros, o que su dolor sea idéntico al dolor humano. Pero sí implica que pueden experimentar sufrimiento de forma significativa para ellos, y por tanto, merecen consideración moral. La conciencia no es un fenómeno exclusivo de primates ni de mamíferos; es una propiedad evolutiva que puede surgir de múltiples formas en la naturaleza.

Si aceptamos esta posibilidad, o si no la descartamos, la pregunta que sigue es inevitable: ¿no deberíamos actuar con cautela y proteger a estos animales como lo hacemos con otros vertebrados?




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Un gran vacío legal en Europa

Pese a esta creciente evidencia científica, la legislación europea sigue siendo ambigua y limitada en cuanto al bienestar de los peces. El artículo 13 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea reconoce a los animales como “seres sensibles” y establece que las políticas comunitarias deben tener en cuenta su bienestar. Sin embargo, este reconocimiento se aplica de forma desigual: existen directivas específicas y obligatorias para animales terrestres, pero no para peces.

En el caso de la acuicultura, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) ha emitido recomendaciones técnicas sobre buenas prácticas durante el transporte y el sacrificio de peces en los años 2009 o 2020, pero estas directrices no tienen carácter vinculante. En otras palabras, los Estados miembros no están obligados legalmente a seguirlas.

Muchos países de la Unión Europea permiten todavía métodos de sacrificio que la comunidad científica considera crueles. Por ejemplo, se sigue utilizando el desangrado sin aturdimiento, la asfixia fuera del agua y métodos mecánicos como el golpe en la cabeza (percussive stunning) que no siempre se aplican correctamente. En algunos casos, los peces pueden tardar minutos o incluso horas en morir, lo cual sería inaceptable en cualquier otro animal de granja.

Esta falta de regulación contrasta con los avances logrados en otros sectores ganaderos. Para cerdos, aves o vacas, existen normas claras y exigibles que prohíben causar sufrimiento innecesario y establecen estándares de manejo. ¿Por qué los peces siguen siendo una excepción?




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Un sufrimiento invisible pero real

Parte del problema radica en cómo percibimos a los peces. No emiten sonidos que podamos reconocer como gritos, no expresan emociones en su rostro y habitan un medio físico que nos resulta ajeno. Esta “distancia empática” ha facilitado que su sufrimiento permanezca invisible, tanto para los legisladores como para los consumidores.

Bajo el agua reina lo que podríamos llamar El sonido del silencio, parafraseando la icónica canción de Simon & Garfunkel: una ausencia de voces que defiendan su causa, una indiferencia social y política ante su posible sufrimiento. Pero el hecho de que no escuchemos su dolor no significa que no exista.

Desde un punto de vista biológico, muchas especies de peces poseen sistemas nerviosos complejos, con nociceptores (receptores del dolor), redes neuronales organizadas y capacidades cognitivas que van mucho más allá de la simple supervivencia. Algunos estudios incluso han documentado el uso de herramientas, el reconocimiento de sí mismos en espejos (en algunas especies como el lábrido limpiador) y vínculos sociales duraderos.

La forma en que se sacrifican actualmente muchos peces no resiste un análisis ético. La asfixia fuera del agua, por ejemplo, es uno de los métodos más utilizados, y puede implicar una lenta agonía. Otras prácticas, como el enfriamiento en hielo vivo o la exposición al CO₂, tampoco garantizan una pérdida de consciencia inmediata. Si aplicáramos estos métodos a otros animales de granja serían considerados inaceptables.




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Una llamada a la acción

La buena noticia es que no estamos obligados a seguir ignorando este problema. Hay soluciones técnicas disponibles para reducir el sufrimiento, como sistemas de aturdimiento eléctrico o mecánico adecuados, mejores prácticas en transporte y estándares de manejo más humanos. Solo falta voluntad política y presión social.

Ante esta situación, muchos expertos en ética animal, neurociencia y bienestar están reclamando un cambio legislativo urgente. Instituciones como el FishEthoGroup, eñ Eurogroup for Animals o Compassion in World Farming han lanzado campañas públicas para exigir a la Unión Europea que legisle sobre el bienestar de los peces.

Implementar estas medidas no solo es una cuestión de ética, sino también de sostenibilidad y salud pública. El sufrimiento previo al sacrificio influye en la calidad del producto final: un pez estresado libera más cortisol) lo que afecta la textura y el sabor de su carne. Además, los consumidores están cada vez más informados y preocupados por el origen ético de los alimentos.

La ciencia ya ha hecho su parte: ha demostrado que muchos peces son seres sintientes, con capacidades cognitivas y emocionales que no pueden ser ignoradas. Ahora le toca a la política responder. Mientras tanto, cada uno de nosotros, como ciudadanos y consumidores, también puede tomar decisiones más informadas: exigir transparencia, apoyar la investigación y elegir prácticas alimentarias más responsables. La pregunta fundamental no es si pueden sufrir sino por qué seguimos actuando como si no lo hicieran.

Es hora de que las leyes reflejen lo que la ciencia ya ha demostrado. Y también es hora de que, como ciudadanos y consumidores, empecemos a escuchar ese silencio bajo el agua.

The Conversation

Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.

ref. El sufrimiento mudo e invisible de los peces – https://theconversation.com/el-sufrimiento-mudo-e-invisible-de-los-peces-261244

Nuevos hallazgos en Marruecos revelan sus conexiones prehistóricas con Europa

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Hamza Benattia, Prehistory, Universitat de Barcelona

Excavación del enterramiento en forma de cista, en Daroua Zaydan, cerca de la ciudad de Tánger. H. Benattia et al.

Al hablar de enterramientos antiguos en el norte de África, muchos piensan enseguida en las pirámides y monumentos de Egipto. Sin embargo, recientes descubrimientos revelan que el noroeste de África también cuenta con un pasado prehistórico rico y apasionante.

La península de Tánger, en Marruecos, resulta especialmente interesante. Se encuentra situada en el lugar donde el mar Mediterráneo se encuentra con el océano Atlántico. Separada por tan solo 14 kilómetros de España por el estrecho de Gibraltar, esta zona ha sido durante mucho tiempo una encrucijada entre continentes y culturas.

Hasta ahora, se asumía que la península de Tánger había sido una zona periférica y aislada durante la prehistoria reciente. Hasta que nos propusimos explorar si esto era cierto o si, por el contrario, la región simplemente había sido poco explorada por proyectos anteriores.

A través de dos proyectos arqueológicos, en Kach Kouch y en la zona del Tahadart (el presente estudio), investigamos tanto la fachada atlántica como la mediterránea de la península de Tánger.

Tánger, una caja de sorpresas para arqueólogos

El objetivo era estudiar la región con métodos y técnicas arqueológicas modernas, incluidas dataciones radiocarbónicas. Para entender cómo esta región pudo estar conectada con otras regiones, utilizamos Sistemas de Información Geográfica, que permiten modelar y calcular los posibles caminos y rutas de comunicación. También analizamos el terreno y el paisaje mediante imágenes satelitales y obtenidas con dron.

En una fase posterior, junto a un equipo de jóvenes arqueólogos del Instituto Nacional de arqueología y patrimonio de Marruecos (INSAP), realizamos prospecciones y excavaciones sobre el terreno.

Lo que descubrimos superó todas nuestras expectativas. Lejos de ser un lugar vacío y aislado, la península de Tánger está llena de evidencias de que allí vivieron y murieron personas, y celebraron ceremonias, durante miles de años.

Nuestra esperanza es que estos hallazgos contribuyan a replantear el papel del noroeste de África como un cruce cultural que ha conectado distintas regiones desde hace milenios. Esta región podría cambiar nuestra comprensión de la prehistoria reciente de las regiones bañadas por el Atlántico y el Mediterráneo.

Un paisaje prehistórico de rituales y enterramientos

Nuestro estudio, publicado en African Archaeological Review, presenta el descubrimiento de decenas de nuevos yacimientos arqueológicos, incluidos enterramientos prehistóricos, lugares con arte rupestre y menhires.

Hasta ahora, la investigación sobre el arte rupestre y los enterramientos en el norte de África se había centrado en zonas como el valle del Nilo, el Sáhara o las montañas del Atlas. Nuestros descubrimientos revelan que la costa noroccidental de Marruecos fue un importante centro cultural durante la Edad del Bronce, hace más de 4 000 años.

La diversidad de prácticas funerarias, los lugares rituales, el arte rupestre simbólico y los monumentos megalíticos únicos reflejan un rico patrimonio prehistórico que trasciende las fronteras geográficas, políticas y culturales actuales. También pone de relieve los intercambios y contactos de larga duración entre esta región y el Mediterráneo, el Atlántico y el Sáhara.

La tumba de Daroua Zaydan

Uno de los yacimientos más notables que excavamos se encuentra en Daroua Zaydan, cerca de la actual ciudad de Tánger. Allí descubrimos una pequeña cámara funeraria construida con cuatro losas verticales de piedra y cubierta por una losa mayor. Un conjunto de piedras en forma de media luna probablemente marcaba el acceso a la cámara.

Aunque la tumba había sido saqueada en el pasado, recuperamos varios restos óseos humanos fuera de la cista –enterramiento de piedra con forma de caja o ataúd–. Uno de ellos fue datado por radiocarbono entre 2118–1890 a. e. c. Esta fecha coincide con tradiciones funerarias similares al otro lado del estrecho de Gibraltar, en Iberia, y con actividad de asentamiento en la Edad de Bronce antiguo en Kach Kouch, a unos 65 km al sureste del yacimiento de Daroua Zaydan.

Las necrópolis de cistas ya habían sido documentadas anteriormente en la región, pero la mayoría fueron excavadas entre principios y mediados del siglo XX. En aquella época, los arqueólogos no contaban con los métodos actuales que permiten conocer detalles importantes como su cronología y forma de construcción. Daroua Zaydan constituye la primera cista datada por radiocarbono en el noroeste de África.




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Kach Kouch, el asentamiento que reescribe la historia de la Edad del Bronce en el norte de África


Monumentos, depósitos rituales y conexiones atlánticas

Nuestros hallazgos apuntan a la existencia de un paisaje ritual prehistórico complejo en la península de Tánger. Probablemente, estaba conectado con otras regiones atlánticas y mediterráneas a través de un “lenguaje” ritual y simbólico compartido.

Una de las pistas nos la da una espada de la Edad de Bronce hallada en los años 1920 en el río Loukkos. Se piensa que fue fabricada en Gran Bretaña o Irlanda y pudo haber llegado al norte de África a través de redes de intercambio atlántico. Lo más probable es que fuera arrojada deliberadamente al río –una práctica ritual documentada en ríos de la Europa atlántica–. Esto sugiere que las comunidades del norte de Marruecos formaban parte de un mundo cultural y simbólico más amplio, conectado a la prehistoria atlántica.

Otro ejemplo es el círculo de piedras de Mzoura, compuesto por 176 menhires. Este yacimiento, excavado en los años 1930, es único en el norte de África, pero guarda un gran parecido con otros círculos megalíticos de la Europa atlántica, como Stonehenge. Durante nuestro trabajo de campo, también descubrimos nuevos menhires y arte rupestre, situados a lo largo de rutas de comunicación prehistóricas. Esto sugiere que pudieron funcionar como marcadores territoriales o lugares rituales.

Antes de nuestra investigación, solo se conocía un abrigo con arte rupestre pintado en el noroeste de Marruecos: el de Magara Sanar. Ahora hemos documentado 17 abrigos con pinturas y 5 con grabados.
La variedad de símbolos y escenas incluye patrones de puntos, líneas geométricas y figuras humanas. Todo ello sugiere la existencia de vínculos con el arte prehistórico de la península ibérica, el atlántico y el Sáhara.

Por qué esto es importante

Nuestra investigación no solo llena un vacío en el mapa arqueológico: también abre nuevas vías para la exploración científica en la región. La península de Tánger alberga un patrimonio prehistórico reciente rico y en gran parte no documentado. Merece más atención por parte de investigadores, responsables de patrimonio y del público en general.

Es necesario aplicar medidas de protección más firmes, ya que la zona está experimentando un rápido desarrollo urbano. El turismo está en auge y el saqueo continúa siendO generalizado. Esperamos que nuestro trabajo impulse nuevas investigaciones arqueológicas, con excavaciones y dataciones por radiocarbono en yacimientos clave.

The Conversation

Hamza Benattia director del Tahadart Archaeological Project recibe fondos del National Institute of Archaeology and Heritage of Morocco (INSAP), the Prehistoric Society Research Fund, the Stevan B. Dana Grant of the American Society of Overseas Research, the Mediterranean Archaeological Trust Grant, the Barakat Trust Early Career Award, the Centre Jacques Berque Research Grant, the Institute of Ceutan Studies Research Fund and the University of Castilla La Mancha.

ref. Nuevos hallazgos en Marruecos revelan sus conexiones prehistóricas con Europa – https://theconversation.com/nuevos-hallazgos-en-marruecos-revelan-sus-conexiones-prehistoricas-con-europa-260226