La selección: refugiados ucranianos en Polonia

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Lola Delgado, Editora de Política y Sociedad, The Conversation

Refugiados ucranianos esperan en Shehyni, Ucrania, para cruzar a Medyka, Polonia, el 14 de marzo de 2022. DBrownPhotos/Shutterstock

El testimonio de Theodor, un joven ucraniano que recalca haber cruzado la frontera “legalmente” desde Ucrania a Polonia, condensa una de las tensiones que atraviesan la experiencia del exilio: la necesidad de justificarse, de probar constantemente la legitimidad de la propia presencia.

La frase no es casual ni aislada; responde a un clima enrarecido en Polonia, donde la solidaridad inicial hacia los refugiados ucranianos ha ido dejando paso a la sospecha y al cansancio de muchos polacos.

Léna Georgeault, directora del Grado en Relaciones Internacionales de la Universidad Villanueva, pudo tomarle el pulso a muchos ucranianos que viven en Polonia y que sienten que la solidaridad del principio ha ido dando paso a un cierto recelo en el país de acogida.

La profesora reconstruyó con detalle algunas trayectorias. Theodor, Natalia u Oksana son rostros concretos de un fenómeno masivo: más de un millón de ucranianos en Polonia, según cifras oficiales, aunque probablemente sean más.

Huir con lo puesto

Sus historias no son homogéneas. Mientras algunos llegaron con becas y redes de apoyo institucional, otros huyeron con lo puesto, cargando el trauma de la guerra y enfrentándose a una burocracia incierta. Ese contraste revela la fractura entre quienes viven el exilio como oportunidad y quienes lo sufren como condena.

El telón de fondo es una guerra que, tras más de tres años, ha dejado de percibirse como temporal. La idea inicial de un conflicto breve se ha desvanecido, y con ella el optimismo de muchos refugiados. Para algunos, como Natalia, el deseo de volver a Ucrania se mantiene intacto; para otros, como Ivan, la certeza de que su hija, que estudia en la Universidad de Breslavia, no quiera volver erosiona los lazos con el país de origen. Esta tensión entre retorno e integración es uno de los dilemas centrales de toda diáspora.

Pero la dificultad no proviene solo de Ucrania. Polonia, país de acogida, atraviesa sus propios límites. Algunas organizaciones civiles intentan cubrir vacíos básicos –alojamiento, asesoría legal, espacios comunitarios–, mientras la política oficial oscila entre el humanitarismo y la instrumentalización.

El viraje es evidente: la llegada al poder del nacionalista Karol Nawrocki ha reconfigurado el relato, transformando la acogida de refugiados de gesto solidario en respuesta demográfica. En este marco, los ucranianos son bienvenidos si producen, si estudian, si trabajan; quienes no encajan en esa lógica quedan relegados.

La sospecha hacia los ucranianos rusoparlantes, vistos como una “quinta columna”, refleja hasta qué punto la guerra ha reconfigurado identidades y desatado nuevas exclusiones. Aquí la paradoja es evidente: mientras en el frente combaten miles de ucranianos cuya lengua materna es el ruso, en el exilio esa misma característica se vuelve motivo de sospecha.

La solidaridad parece haber pasado de largo

Las olas de solidaridad de los primeros meses de la invasión de Ucrania por parte de Rusia han pasado de largo mientras continuaban los ataques armados y los verbales entre mandatarios.

Los refugiados saben que el destino de Ucrania depende en buena medida de la ayuda occidental. Sin embargo, expresan frustración ante la lentitud y tibieza de Europa y Estados Unidos. Trump acaba de dar un giro enorme en su política y le ha mostrado a Zelensky su apoyo para que recupere los territorios ocupados por Rusia. Esto, cuando hace unos meses dio la vuelta al mundo el choque entre ambos mandatarios.

Para jóvenes como Theodor, estudiante, la realidad de las negociaciones, presupuestos y cálculos políticos resulta insoportable. La exigencia es clara: frente a Rusia, cualquier ambigüedad equivale a ceder terreno.

Lo que emerge del reportaje es un mosaico de incertidumbre. La solidaridad espontánea del inicio ha dado paso a la incomodidad y la fatiga; el sueño del retorno convive con la integración irreversible; la identidad ucraniana se afirma, pero a costa de fracturas internas. Y, sobre todo, se impone la sensación de estar en suspenso, atrapados entre un pasado perdido y un futuro que no llega.

En medio de esa incertidumbre, y como nos recuerda la profesora Léna Georgeault, los ucranianos siguen pagando en exilio y en sangre el precio de sostener a un país en guerra.

The Conversation

ref. La selección: refugiados ucranianos en Polonia – https://theconversation.com/la-seleccion-refugiados-ucranianos-en-polonia-266015

Suplemento cultural: tal como fuiste, Robert

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Claudia Lorenzo Rubiera, Editora de Cultura, The Conversation

Robert Redford y Barbra Streisand en _Tal como éramos_. FilMAffinity

Escribo esto mientras de fondo Barbra Streisand entona “The Way We Were”, canción de Tal como éramos, probablemente la película de Robert Redford que más me haya atravesado el corazón. Y es curioso que alguien con una personalidad tan comprometida y fuerte permanezca en mi memoria como el guapo y talentoso, pero pusilánime, Hubbell Gardiner.

No obstante, y alejándonos de mi recuerdo, es obvio que su muerte ha causado un gran impacto dentro y fuera del mundo del cine porque… bueno, porque todos tenemos “un Redford” que nos cambió la vida. Algunos lo encuentran en sus filmes mano a mano con Paul Newman, otros en sus retratos –e hizo varios– de periodista aguerrido y muchos cineastas lo reconocen en el ser humano real que inició una revolución en el mundo audiovisual: el Instituto y el Festival de Cine que llevan el nombre de su personaje en Dos hombres y un destino, Sundance.

Por si no saben por dónde empezar a recordar a una estrella de las que –ya casi– no quedan, esta es una semana perfecta para abrazar el suspense y la conspiración de Los tres días del cóndor que, como recuerda Pablo Castrillo Maortua, cumple 50 años. Porque si antes hablaba de su dúo dinámico con Newman, no es menor reflexionar sobre la espectacular pareja que formó el actor durante tantas películas con el director Sydney Pollack: Cóndor, Las aventuras de Jeremiah Johnson, Memorias de África o, efectivamente, Tal como éramos.

¿Qué está pasando en los States?

Precisamente de Robert Redford se acuerda también la autora de otro de los artículos de esta semana, uno que analiza el retrato que hacen dos filmes recientes de la situación actual en los Estados Unidos.

Uno de ellos se estrena hoy en España: Una batalla tras otra, la nueva película de Paul Thomas Anderson. En ella se alía con Leonardo DiCaprio para revisitar la novela de Thomas Pynchon Vineland. Si todo lo que acaban de leer les lleva a pensar que puede ser un proyecto demencial, creo que Steven Spielberg, que la vio tres veces, comparte esa opinión.

Una melodía en bucle

Hay canciones que, por alguna razón, se nos clavan en el cerebro. Tal vez forman parte de nuestra historia y las hemos escuchado y cantado tantísimas veces que son un resorte automático en nuestra mente. No sabemos por qué, pero salen solas.

Otras están “programadas” para causar ese efecto, aunque no lo busquemos. Y ahí estamos, a las ocho de la mañana, desayunando y cantando sin darnos cuenta una melodía que no tararearíamos voluntariamente si nuestras neuronas hubiesen tenido la deferencia de preguntarnos. Qué se le va a hacer. Es inevitable que, si Sonia y Selena nos taladraron los tímpanos con su canción, el cerebro vaya solo cuando alguien dice la frase “es que yo quiero bailar…”.

Hay formas de acallar estas “voces”, como explica Jorge Romero-Castillo. Personalmente, una de las que más me funcionan es pararme a mitad de canción, soltar una carcajada, y seguir con ella en voz alta hasta el final, para entretener a los presentes. Después de todo, las desdichas compartidas son menos desdichas.

Controlar el placer medieval

Ahora que se debate, en España pero también en muchos otros países, cómo regular la prostitución, merece la pena detenerse en las medidas que se tomaron en la Edad Media para controlarla y fiscalizarla pero no prohibirla. Después de todo, alegaban algunos, mejor que se dé rienda suelta a los deseos más oscuros en un espacio “seguro” y acotado que en todas partes… y sin poder cobrarlo.

Como bien explica Anna Peirats, el empeño por controlar los cuerpos ha estado presente en la historia de los seres humanos casi desde el inicio, y suele cebarse con los más vulnerables.

El ocio tranquilo

No seré yo la primera ni la última en observar que la marcada productividad de nuestra época ha infectado el tiempo libre. Ahora el ocio no consiste en no hacer, sino en hacer mucho.

Decía Aristóteles que para ser felices teníamos que desarrollar hábitos que nos hiciesen virtuosos. Con el tiempo estos hábitos se convertirían en rasgos de nuestro carácter y nos harían disfrutar de una “buena vida”. Para cultivar estos hábitos tenemos el ocio, el tiempo libre, un número de horas y días que nos permiten dejar de correr para poder pensar.

Es útil conocer las teorías del filósofo para intentar aplicarlas en el siglo XXI. Es más fácil hacerlo si estamos aislados en un lugar de recogimiento y reflexión, como por ejemplo un monasterio. Y si les suena extraño el concepto, sepan que creadores y artistas de todo tipo ya frecuentan estos espacios para buscar en ellos el silencio que, de momento, no podemos encontrar en nuestro día a día.

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ref. Suplemento cultural: tal como fuiste, Robert – https://theconversation.com/suplemento-cultural-tal-como-fuiste-robert-266111

Razones para estudiar humanidades en la era de la inteligencia artificial

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Francisco Zamora-Polo, Profesor Contratado Doctor del Área de Proyectos de Ingeniería. Departamento de Ingeniería del Diseño, Universidad de Sevilla

“Qué pena que te metas en Filología (o Historia, o Filosofía), con las notas tan altas que tienes podrías estudiar lo que quisieras”. Esta frase o alguna variación sobre la misma idea la han escuchado, probablemente, en algún momento de sus carreras muchos estudiantes e investigadores de disciplinas humanísticas. Es una expresión que indica un menor valor social o laboral de las humanidades, y que se refleja en el porcentaje tan pequeño de estudiantes que acaban eligiendo una carrera humanística en la universidad.

Según los datos oficiales de las estadísticas universitarias en España, tan sólo un 10 % de los estudiantes de grado se matriculan en estudios de Artes y Humanidades. Estas titulaciones son además las menos elegidas como primera opción.

Existe una percepción social y económica de que las humanidades no “son útiles” para el mundo, o para ganar dinero. Y lo cierto es que esa creencia de que los egresados en disciplinas de Artes y Humanidades tienen mayor índice de desempleo, salarios bajos y un mayor desajuste de éstos con el nivel de formación ha sido respaldada por algunos estudios.




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Algunas universidades están relegando estos grados universitarios a puestos de menor atención, o incluso sustituyéndolos progresivamente por otras propuestas formativas. Detrás de estas acciones está el bajo número de estudiantes que eligen estas carreras. Este bajo interés es algo que tiene repercusiones incluso en los planes de estudio de secundaria y primaria. Es una tendencia general en todo el mundo. Como señala la filósofa estadounidense Martha Nussbaum (Premio Princesa de Asturias de las Letras en 2012) en su obra Sin fines de lucro:

“En casi todas las naciones del mundo se está erradicando las materias relacionadas con las artes y las humanidades, tanto a nivel primario, como secundario y en las universidades. Concebidas como ornamentos inútiles por quienes definen las políticas estatales, en un momento en el que las naciones deben eliminar todo lo que no tenga ninguna utilidad para ser competitiva en el mercado global, estas carreras y materias pierden terreno, a gran velocidad, tanto en los programas curriculares como en la mente y el corazón de padres a hijos.”

Vocación de impacto en la sociedad

Sin embargo, no han desaparecido esos estudiantes que, con un expediente excelente, optan por las humanidades. ¿Por qué lo hacen? Hemos analizado recientemente historias personales de esos estudiantes “atípicos” para entender sus motivaciones.

Al ser entrevistados, estos informantes privilegiados expusieron un predominio claro de motivaciones internas (vocación, capacidad de servicio e interés personal) sobre las externas (empleo, estatus, influencia familiar) en la selección de la titulación. Es el caso de esta persona, que con una nota elevada, se decantó finalmente por uno de esos “saberes inútiles”:

“Mis notas de acceso a la universidad fueron buenas, saqué un 8,75 (sobre 10) y eso me dio la posibilidad de acceder a cualquier carrera de artes e incluso a algunas de ciencias. Tanto mi familia como mis compañeros querían que estudiara una carrera en la que me resultara fácil encontrar trabajo y que me proporcionara un buen estatus social y buenas condiciones de vida.”

Más que un trabajo

Los estudiantes con los que hablamos valoraban el impacto que su formación tenía sobre la sociedad. Para ellos, la elección de carrera no era simplemente un modo de procurarse un trabajo en el futuro, sino que percibían que con ellas podrían tener un protagonismo especial en la construcción de la sociedad, pues sus aspiraciones no eran tan solo laborales, sino vocacionales.

Entendían que la aportación a la sociedad a que estaban llamados desde sus estudios se realizaba en el cultivo de los valores humanísticos asociados a “las letras”: la reflexión filosófica, la belleza artística o la dimensión poética y lírica de la literatura, por poner solo algunos ejemplos.

Motivaciones internas

En una reciente tesis doctoral hemos evaluado el tipo de motivación que prevalecía cuando los estudiantes elegían modalidad de bachillerato (momento en el que, de manera tradicional, una persona se decanta por “ciencias” o “letras”).

Observamos que, aunque en general predominan las motivaciones externas (asociadas al salario o la empleabilidad), el alumnado con calificaciones altas que se decanta por humanidades y ciencias sociales valora más las motivaciones internas (el gusto por la disciplina, la capacidad de ser útil o la vocación).

No obstante, los estudiantes que tienen calificaciones altas eligen mayoritariamente la modalidad de ciencias y valoran motivaciones como la salida profesional o el estatus económico.

Dicho de otro modo, la tendencia general del alumnado con buenas notas, movido por motivaciones externas, es la de buscar una profesión rentable, mientras que el alumnado de calificaciones altas que se decanta por humanidades refiere motivaciones más vocacionales.

Saberes útiles

Esta motivación intrínseca tiene que ver con una concepción de las humanidades como un factor clave en la configuración de la sociedad, tal como proponía el pensador italiano Nuccio Ordine en La utilidad de lo inútil.

“Existen saberes que son fines en sí mismos, y que, precisamente por su naturaleza gratuita y desinteresada, alejada de todo vínculo práctico y comercial, pueden ejercer un papel fundamental en el cultivo del espíritu y en el desarrollo civil y cultural de la humanidad”.

¿Se puede poner de manifiesto la utilidad de estos saberes? En otro estudio que hemos hecho recientemente sobre el interés de las humanidades y las ciencias sociales para la construcción de la sociedad, proponíamos a un grupo de estudiantes de educación secundaria configurar su ciudad ideal tomando diez decisiones, vinculadas a las diversas modalidades de estudio que cursan.




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Durante el proceso se dieron cuenta de lo siguiente: para que en su ciudad hubiese un modelo de gobierno, sistema de justicia, educación, cultura o arte, era necesaria la presencia de saberes humanísticos y sociales con los que no contaban al principio de la intervención.

Aprender es necesario, por sí mismo

De manera popular, o incluso tradicionalmente, las humanidades se han percibido como el estudio o análisis de lo que otros hicieron (sea arte, literatura, filosofía, etc.), con poca aplicación práctica. Por eso, en un escenario cultural, social y tecnológico como el que vivimos, donde el acceso a los datos es inmediato y constante, estas disciplinas se consideran de poco valor.

El antiguo debate sobre la necesidad de exigir aprendizaje de contenidos y habilidades cuando estos estaban en los libros o en los ordenadores parece afectar especialmente a este tipo de saberes, los humanísticos. ¿Es preciso potenciar la adquisición y dominio de esta cultura general cuando todo se puede encontrar en la red?




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Evidentemente, sí. Una afirmación rotunda porque el objetivo no son los contenidos, sino el propio proceso de aprendizaje. Estas competencias “duras” son precisamente las que permiten el desarrollo de otras “blandas”, como son el pensamiento crítico, la autorregulación de aprendizajes o la actitud de curiosidad.

Estudiar a los grandes pensadores de la historia nos puede llevar a identificar el valor de la verdad en un contexto de noticias falsas y manipulación. Y conocer el devenir histórico de los conflictos del siglo pasado será un elemento clave para comprender cuán frágil es la paz en la que algunos vivimos, por poner solo algunos ejemplos.

El papel de las humanidades

En un contexto de menoscabo sistemático de las ciencias sociales y las humanidades en el currículo académico y en el interés general, la alfabetización científica es algo fuera de discusión. Pero las humanidades, como bien defendía el filósofo español José Ortega y Gasset, tienen una misión en la universidad: son el tronco principal de la cultura.

Avances tecnológicos como los algoritmos de inteligencia artificial generativa (IAG) nos obligan a hacernos preguntas que solamente las humanidades pueden ayudarnos a responder. Por esa razón, los estudios y disciplinas humanísticas deberían tener un carácter transversal para otros ámbitos de conocimiento (científicos, ciencias de la salud o tecnológicos).

En cuanto a las etapas de primaria y secundaria, dar mayor visibilidad a lo que los profesionales del ámbito humanístico aportan al bien común conduciría a potenciar las vocaciones humanísticas.

El escritor Isaac Asimov adivinó en su obra Yo, Robot que la tecnocracia era insuficiente y que siempre necesitaría del saber humano, ese que hizo cristalizar en sus Tres Leyes de la Robótica. Leyes que, más de dos mil años después, nos remiten inequívocamente al adagio latino de Terencio: “Nada humano me es ajeno”.

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Francisco Zamora-Polo es socio de la Aosciación Española de Ingeniería y Dirección de Proyectos (AEIPRO, de la Red de Estudios para el Desarrollo y de Ongawa. Colabora en la Cátedra de patrocinio “Ingeniería en la Industria Agroalimentaria – GOYA – Antonio Unanue” financiada por Goya Spain. Recibe financiación del programa propio de investigación de la Universidad de Sevilla.

Jesús Sánchez Martín y Mario Corrales Serrano no reciben salarios, ni ejercen labores de consultoría, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del puesto académico citado.

ref. Razones para estudiar humanidades en la era de la inteligencia artificial – https://theconversation.com/razones-para-estudiar-humanidades-en-la-era-de-la-inteligencia-artificial-260211

Adoptar a un mayor de edad para dejarle la herencia: el fraude para no pagar impuestos

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Juan Carlos Velasco-Perdigones, Profesor Dr. de Derecho Civil. Investigador del Instituto para el Desarrollo Social Sostenible. Magistrado Suplente de la Audiencia Provincial de Cádiz, Universidad de Cádiz

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La adopción de personas mayores de edad es más frecuente de lo que podríamos pensar. Una de las razones para llevarlo a cabo no tiene nada que ver con lazos emocionales o afectivos sino con cuestiones más prácticas y pecuniarias: el ahorro fiscal.

La adopción de un mayor de edad en muchas ocasiones tiene por finalidad el ahorro fiscal en el momento de la sucesión del adoptante, ya que el adoptado se beneficiaría de una carga impositiva muy exigua a la hora de recibir la herencia de sus adoptantes. Al fallecer el adoptante o adoptantes, la hija o el hijo adoptivo puede heredar con importantes reducciones fiscales, dependiendo de cada región. Porque para el fisco no es lo mismo que los herederos sean descendientes a que no tengan vínculos con el fallecido o sean parientes más lejanos, como los sobrinos.

Recientemente se ha desarrollado una investigación sobre el fraude de ley en el proceso de adopción del mayor de edad, poniendo de relieve la situación fraudulenta con la normativa actual y las posibles soluciones.

El ordenamiento jurídico vigente habilita a la adopción de mayores de edad de forma simplificada, con menos trámites que cuando se trata de un menor. Pero queda configurada por el ordenamiento como algo excepcional y solo cuando, inmediatamente antes de la mayoría de edad, la persona candidata a la adopción haya vivido acogida en la familia de los adoptantes o haya existido una convivencia estable con ellos de, al menos, un año.

El acogimiento previo tiene su sentido si se tiene en cuenta que el entonces menor ha participado en la vida familiar de la futura familia adoptante. El problema se plantea con la acreditación de esa previa convivencia estable del mayor de edad, en la que los promotores del expediente pretenden acreditar una apariencia de convivencia cuando realmente no trasciende más allá de los lazos normales entre los candidatos a adoptante y adoptado.

La distinta carga impositiva

Pongamos un ejemplo: un sobrino cercano a los 40 años –con buena relación con sus padres, todavía vivos– pretende ser adoptado por su tía de 70, soltera y sin hijos. Cuando la señora muere, el sobrino convertido en hijo adoptivo hereda su patrimonio con una carga impositiva menor al encontrarse en el grupo de descendientes y adoptados, y no en los grados de parentesco más distantes como sería el de tío-sobrino.

Porque la tributación del impuesto de sucesiones se establece en virtud de la relación de la persona heredera o legataria, es decir, una relación de parentesco más cercana con el causante (descendientes o adoptados) tendrá menos carga fiscal que una relación más lejana (tío-sobrino o tercero extraño).

Una persona adoptada que herede se considera como un descendiente (Grupo I y II), y en ese caso el impuesto de sucesiones está reducido o bonificado en una gran mayoría de comunidades autónomas (Madrid, Andalucía, Murcia, Galicia, Castilla y León, Extremadura, Canarias). Así, la cuota tributaria a pagar quedará reducida al mínimo, en algunos casos, a cero euros.

Al estar transferido el Impuesto de Sucesiones y Donaciones, cada comunidad autónoma (en materia sucesoria) aplica su propio régimen impositivo y de reducciones fiscales. Por ejemplo, en Andalucía, en el supuesto de herencias o legados a descendientes y adoptados valoradas en hasta un millón de euros, los herederos directos quedarían exentos del pago del impuesto.

Por el contrario, las herencias o legados recibidos por parientes colaterales, como puede ser un sobrino respecto de su tío, solo suponen una reducción fiscal de 10 000 euros, y los extraños –sin relación de parentesco– no tienen reducción alguna. Es decir, cuando no existe tal vínculo adoptivo y la relación es de tío-sobrino, en un caudal hereditario de un millón de euros, el impuesto podría rondar los 500 000 euros, dependiendo de las reducciones fiscales de cada comunidad.

En países con una carga fiscal importante, como España, la adopción de mayores de edad puede servir para transferir bienes y derechos entre individuos de una forma menos costosa desde el punto de vista fiscal. Mientras que otros países de la Unión Europea han apostado por la supresión del impuesto de sucesiones, España se convierte en uno de los lugares en los que sale más caro heredar

Cómo evitar este fraude

Con la regulación actual del art. 175 del Código Civil es fácil constituir una relación adoptiva simulada, ya que sólo se precisa acreditar una convivencia estable de al menos un año del candidato a la adopción con los eventuales adoptantes. Incluso, en caso de denegación de la adopción, el adoptante podría volver a solicitarla ante un tribunal distinto si cambia de domicilio, ya que no produce efectos de cosa juzgada y el Ministerio Fiscal, que es quien vela por la legalidad, es muy probable que sea distinto y desconozca del proceso fraudulento previo.

La solución a este problema pasa necesariamente por una reforma legal en la que se reformule la adopción del mayor de edad y se establezcan unos presupuestos claros que pongan coto a este tipo de fraudes.

Podría sustanciarse en la recuperación del artículo 175 del Código Civil, previo a la reforma del 2015, cuya redacción solo preveía la adopción del mayor de edad cuando hubiese existido una situación acreditada de acogimiento o convivencia ininterrumpida, iniciada antes de que el adoptando hubiese cumplido catorce años de edad. A ello habría que añadir una limitación a determinados supuestos.

Ahora, como ya se ha mencionado, solo se exige la prueba de la situación de acogimiento con los futuros adoptantes o de convivencia estable con ellos de, al menos, un año.

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Juan Carlos Velasco-Perdigones no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. Adoptar a un mayor de edad para dejarle la herencia: el fraude para no pagar impuestos – https://theconversation.com/adoptar-a-un-mayor-de-edad-para-dejarle-la-herencia-el-fraude-para-no-pagar-impuestos-243321

La ‘variante Frankenstein’ del covid: ¿amenaza real o exageración mediática?

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Daniel Sepúlveda Crespo, Investigador Miguel Servet, Instituto de Salud Carlos III

Desde hace unas semanas, la llamada “variante Frankenstein” del SARS-CoV-2 ocupa titulares en periódicos y televisiones. La imagen es potente: un virus que mezcla fragmentos de otros para escapar a nuestro sistema inmunitario. ¿Hay razones para la alarma? Desde la investigación, lo esencial es separar la evidencia de la especulación. A continuación, aclararemos qué sabemos y qué dudas persisten.

¿Qué es la variante XFG?

El nombre científico de la llamada variante Frankenstein es XFG, también conocida como Stratus. Es un linaje recombinante: surge cuando dos variantes coinciden en un mismo huésped y combinan parte de su material genético.

En este caso, XFG proviene de la mezcla de dos sublinajes de ómicron: LF.7 y LP.8.1.2. La Organización Mundial de la Salud (OMS) la incorporó como variante bajo monitoreo el 25 de junio de 2025, tras detectarse la primera muestra en enero de 2025. Esto significa que requiere vigilancia, pero no hay pruebas concluyentes de que represente un mayor riesgo.

Lo que sabemos hasta ahora

  1. Presencia global, impacto desigual. Según la OMS, XFG se ha identificado en más de 35 países. No obstante, su distribución es desigual: en muchos lugares sigue siendo minoritaria. En España, Andalucía confirmó sus primeros casos en julio, y en Madrid continúa la vigilancia activa en hospitales y laboratorios.

  2. Ventaja de crecimiento moderada. La OMS estima que XFG podría transmitirse algo más rápido que otras variantes, pero esto no implica automáticamente más gravedad o ingresos hospitalarios. Una publicación reciente apoya esta observación con matices: aunque sus mutaciones le dan cierta ventaja frente al sistema inmunitario, su unión al receptor ACE2 (la “puerta de entrada” a nuestras células) parece menos eficiente.

  3. Síntomas. Algunos medios han destacado un posible signo diferencial: la ronquera o voz áspera. No obstante, esta observación procede de reportes clínicos aislados. Los estudios publicados en The Lancet Infectious Diseases e Infectious diseases, así como un estudio en fase de prepublicación, coinciden en que no se han identificado síntomas diferentes a los de variantes recientes. De momento, no hay evidencia científica robusta que respalde un patrón clínico característico.

  4. Vacunas y protección. Los datos preliminares indican que las vacunas actuales, especialmente las basadas en JN.1 (la subvariante de ómicron dominante en 2024), siguen protegiendo frente a XFG: aunque muestran que la neutralización por anticuerpos se reduce moderadamente (aproximadamente a la mitad), esta no desaparece. Incluso en vacunados recientes con preparados de ARN mensajero, el riesgo de hospitalización continúa siendo bajo.

Lo que todavía no sabemos

La variante Frankenstein plantea varias preguntas que guiarán la investigación en los próximos meses:

  1. ¿Qué ventaja real de transmisión tiene frente a otras variantes?

  2. ¿Hasta qué punto escapa a la inmunidad previa por vacunas o infecciones?

  3. ¿Provoca más complicaciones en grupos de riesgo?

  4. ¿Es la ronquera un síntoma fiable o solo una coincidencia?

  5. ¿Seguirá predominando o será reemplazada por nuevas variantes?

  6. ¿Podría originar linajes aún más complejos?

Responder a estas preguntas requiere más secuenciación genómica, estudios de neutralización y registros clínicos. Sin embargo, la vigilancia ha disminuido en muchos países, lo que genera “puntos ciegos” justo cuando más datos necesitamos.

Más ciencia, menos Frankenstein

El apodo “Frankenstein” cumple su función de atraer atención, pero también puede inducir miedo innecesario. Los coronavirus llevan millones de años recombinando su genoma; lo que ocurre con XFG no es tan excepcional.

La diferencia es que hoy podemos detectar esas recombinaciones casi en tiempo real gracias a la secuenciación masiva y compartirlas en bases de datos globales. Eso permite vigilar, comparar y anticipar.




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De hecho, XFG no es el primer recombinante observado. Variantes como XE, XD o XF aparecieron en años anteriores y no llegaron a ser dominantes globalmente. La historia sugiere prudencia: no todas las recombinaciones generan amenazas mayores.

Por qué sí importa investigarla

Aunque no debamos alarmarnos en exceso, hay razones de peso para estudiar a XFG: no solo refuerza la vigilancia internacional y la capacidad de reaccionar ante cambios potencialmente críticos, sino que también ayuda a validar la eficacia de las vacunas actuales y a decidir si conviene actualizarlas. Además, mejora la comunicación pública, distinguiendo entre variantes con impacto real y aquellas que solo generan titulares inquietantes.

En otras palabras, XFG recuerda que el virus sigue evolucionando y que nuestra mejor defensa no es el miedo, sino la ciencia.

Aunque la llamada “variante Frankenstein” es real, no es un monstruo. Hasta ahora no hay evidencias de que cause enfermedad más grave ni de que supere la inmunidad de forma preocupante. Lo que sí ofrece es una oportunidad para aprender: mejorar la vigilancia, compartir datos y reforzar la investigación.

La mejor forma de convivir con titulares llamativos no es dejarnos arrastrar por ellos, sino transformarlos en conocimiento útil que nos prepare para lo que pueda venir.

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Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.

ref. La ‘variante Frankenstein’ del covid: ¿amenaza real o exageración mediática? – https://theconversation.com/la-variante-frankenstein-del-covid-amenaza-real-o-exageracion-mediatica-266390

La neurociencia revela que los músicos sienten el dolor de forma diferente

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Anna M. Zamorano, Assistant Professor, Aarhus University

Irek Pod/Shutterstock.com

Es bien sabido que aprender a tocar un instrumento puede reportar beneficios que van más allá de la simple habilidad musical. De hecho, las investigaciones demuestran que es una actividad excelente para el cerebro y que puede mejorar nuestras habilidades motoras finas, la adquisición del lenguaje, el habla y la memoria. Incluso puede ayudar a mantener nuestro cerebro más joven.

Después de trabajar durante años con músicos y ser testigo de cómo siguen ensayando a pesar del dolor que les causa realizar miles de movimientos repetitivos, empecé a preguntarme: si la formación musical puede remodelar el cerebro de tantas maneras, ¿también puede cambiar la forma en que los músicos sienten el dolor? Para responder la pregunta, mis colegas y yo hemos realizado un estudio.

Así nos cambia el dolor

Los científicos sabemos que el dolor activa varias reacciones en el cuerpo y el cerebro, modificando nuestra capacidad de atención y los pensamientos, así como nuestra forma de movernos y comportarnos. Si tocamos una sartén caliente, por ejemplo, el dolor nos hace retirar la mano antes de que nos quememos gravemente.

También cambia nuestra actividad cerebral. De hecho, suele reducir la actividad en la corteza motora, el área que controla los movimientos, lo que ayuda a evitar que utilicemos en exceso una parte del cuerpo lesionada.

Estas reacciones contribuyen a prevenir daños mayores si sufrimos una lesión. Pero si la molestia continúa durante más tiempo y el cerebro sigue enviando las señales de “no te muevas” durante demasiado tiempo, las cosas pueden salir mal.

Por ejemplo, si nos torcemos el tobillo y dejamos de usarlo durante semanas, eso puede disminuir nuestra movilidad y alterar la actividad cerebral en las regiones relacionadas con el control del dolor, lo cual puede aumentar el sufrimiento a largo plazo.

Las investigaciones también han descubierto que el dolor persistente puede reducir lo que se conoce como el “mapa corporal”, que es desde donde el cerebro envía órdenes sobre qué músculos mover y cuándo. Y esta merma, a su vez, está relacionada con un aumento del dolor.

Pero, aunque está claro que algunas personas experimentan más dolor cuando se reduce su mapa corporal, no todo el mundo se ve afectado de la misma manera. Algunas personas soportan mejor el dolor y sus cerebros son menos sensibles a él. Los científicos aún no comprenden del todo por qué ocurre esto.

Los músicos y el dolor

En nuestro estudio, queríamos analizar si la formación musical y todos los cambios cerebrales que provoca podrían influir en cómo los músicos sienten y afrontan el dolor. Para ello, se lo provocamos deliberadamente en las manos durante varios días tanto a músicos como a no músicos para ver si había alguna diferencia en cómo respondían.

Para imitar de forma segura las molestias musculares, utilizamos un compuesto llamado factor de crecimiento nervioso. Se trata de una proteína que normalmente mantiene los nervios sanos, pero cuando se inyecta en los músculos de la mano, provoca dolor durante varios días, especialmente al moverla. Es segura, temporal y no causa ningún daño.

Luego utilizamos una técnica llamada estimulación magnética transcraneal (EMT) para medir la actividad cerebral. La EMT envía pequeños pulsos magnéticos al cerebro que utilizamos para crear el mapa cerebral de la mano en cada participante del estudio.

Creamos estos mapas antes de la inyección y luego los medimos de nuevo dos días después y ocho días después, para ver si el dolor cambiaba el funcionamiento del cerebro.

Un hombre recibiendo terapia de estimulación magnética transcraneal.
La estimulación magnética transcraneal consiste en enviar pequeños pulsos eléctricos al cerebro.
Yiistocking/Shutterstock.com

Una diferencia sorprendente

Cuando comparamos los cerebros de los músicos y los no músicos, las diferencias fueron sorprendentes. Incluso antes de inducir el dolor, los primeros mostraban un mapa de la mano más preciso en el cerebro. Cuanto más tiempo habían dedicado a practicar, más refinado resultaba ese mapa.

Después de inducir el dolor, los músicos informaron de que sentían menos molestias que los no músicos. Y mientras que el mapa de la mano en los cerebros de los no músicos se redujo dos días después de sufrir el dolor, los de los músicos permanecieron sin cambios; sorprendentemente, cuantas más horas habían entrenado, menos dolor sentían.

Aunque en el estudio participaron solo 40 personas, los resultados mostraron claramente que los cerebros de los músicos respondían de forma diferente al dolor. Su entrenamiento parece haberles proporcionado una especie de amortiguador contra los efectos negativos habituales, tanto en la intensidad de las molestias que sentían como en la reacción de las áreas motoras de su cerebro.

Por supuesto, no implica que la música sea una cura para el dolor crónico, pero sí nos muestra que el entrenamiento y la experiencia a largo plazo pueden moldear la forma en que percibimos el dolor. Esto podría ayudarnos a comprender por qué algunas personas son más resistentes al dolor que otras, además de cómo podemos diseñar nuevos tratamientos para quienes viven con él.

Nuestro equipo está llevando a cabo más investigaciones para determinar si el entrenamiento musical también puede protegernos de la alteración de la atención y la cognición durante el dolor crónico. A partir de ahí, esperamos poder diseñar nuevas terapias que “reentrenen” el cerebro de las personas que sufren ese dolor persistente.

Para mí, esta es la parte más emocionante: la idea de que, como músico, lo que aprendes y practicas cada día no solo hace mejorar una habilidad, sino que puede, literalmente, reconfigurar nuestro cerebro de manera que cambie nuestra forma de experimentar el mundo, incluso algo tan fundamental como el dolor.

The Conversation

Anna M. Zamorano ha recibido financiación de la Fundación Lundbeck y de la Fundación Nacional Danesa para la Investigación a través del Centro para la Neuroplasticidad y el Dolor (CNAP).

ref. La neurociencia revela que los músicos sienten el dolor de forma diferente – https://theconversation.com/la-neurociencia-revela-que-los-musicos-sienten-el-dolor-de-forma-diferente-266495

¿Es posible convivir con las lluvias torrenciales en el Mediterráneo?

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Daniel Jato Espino, Investigador Sénior / Profesor en Ingeniería y Gestión Ambiental, Universidad Internacional de Valencia

Carretera inundada por las recientes lluvias en la Comunidad Valenciana. RTVE

Las lluvias torrenciales han vuelto a golpear el litoral mediterráneo. En solo unas horas, se han registrado hasta 246 l/m² en Amposta y 356,8 l/m² en Gandía. En Cullera, las precipitaciones alcanzaron “cifras históricas”, provocando desprendimientos y cortes de carreteras.

Estos episodios de intensas precipitaciones propios del principio del final del verano y principios del otoño no son nuevos. Sin embargo, su frecuencia e intensidad han aumentado en las últimas décadas debido al cambio climático. A pesar de ello, las lluvias no deberían considerarse el problema principal.

El verdadero desafío radica en cómo se ha construido y gestionado el territorio en estas zonas, que lo hace vulnerable a los efectos de las precipitaciones.

¿Se pueden evitar todos los daños?

El riesgo cero no existe. No obstante, sí es posible reducir significativamente las consecuencias si se adoptan medidas adecuadas.

Algunos daños son inevitables, especialmente cuando la lluvia supera cualquier capacidad de absorción o evacuación estimada. Muchos otros son recurrentes, pero evitables, ya que se deben a la construcción en zonas inundables, la falta de mantenimiento de infraestructuras o la urbanización sin drenaje adecuado. En estos casos, existen estrategias eficaces para reducir los daños provocados por las lluvias intensas.

1. Más infraestructura verde

Una de las medidas más relevantes es el fomento de la infraestructura verde. Elementos como parques inundables, jardines de lluvia o cubiertas vegetales permiten absorber el agua y disminuir la escorrentía. Estas soluciones también mejoran la calidad ambiental y social de los espacios públicos.

La renaturalización de espacios urbanos favorece la infiltración del agua en el suelo. En ciudades como Alcoy, se están restaurado barrancos como corredores ecológicos. Estas intervenciones conectan espacios naturales y reducen el riesgo de inundación, además de aportar valor paisajístico y ecológico.

2. Planificación territorial

La planificación territorial resulta clave. Evitar nuevas construcciones en zonas de riesgo es esencial para prevenir desperfectos y peligros para la población.

Asimismo, revisar los planes urbanísticos existentes e incorporar criterios de resiliencia (por ejemplo, prohibir nuevas construcciones en zonas inundables o exigir superficies permeables en nuevos desarrollos) permite anticiparse a futuros episodios extremos. Esta planificación debe ir acompañada de una gestión adecuada del drenaje urbano.

3. Sistemas de drenaje

Los sistemas de drenaje sostenible ofrecen una alternativa eficaz a los modelos convencionales. En lugar de canalizar el agua rápidamente hacia el alcantarillado, estos sistemas la retienen, filtran y liberan de forma controlada. Se trata de soluciones que imitan el ciclo natural del agua, como zanjas de infiltración, pavimentos permeables o depósitos de retención temporales.

Estos sistemas no vienen a sustituir a las redes convencionales de drenaje, sino que debe favorecerse la integración de ambas soluciones y enfatizar su mantenimiento. Muchos colectores presentan obstrucciones o no están adaptados a la nueva intensidad de las lluvias, lo que limita su eficacia. Los sistemas de drenaje sostenible, por su parte, ofrecen una mayor capacidad de adaptación y pueden integrarse fácilmente en entornos urbanos.




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Imitar a la naturaleza para evitar inundaciones en las ciudades


4. Educación para la ciudadanía

Por último, la educación y la gobernanza son factores determinantes. La coordinación entre administraciones y la participación ciudadana fortalecen la capacidad de respuesta. Las alertas tempranas permiten actuar con rapidez y evitar consecuencias graves.




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¿Cómo funciona el sistema de alerta de emergencias ES_ALERT utilizado en la dana de Valencia?


Ciudades esponja para convivir con el agua

El modelo de “ciudad esponja” ha dejado de ser experimental para convertirse en una estrategia urbana global frente al cambio climático. Estas ciudades no luchan contra el agua, sino que la integran en su diseño. Mediante soluciones basadas en la naturaleza, absorben, almacenan y reutilizan el agua de lluvia, reduciendo el riesgo de inundaciones y mejorando la calidad de vida urbana.

China ha liderado esta transformación. Ciudades como Shenzhen, Wuhan y Shanghai han incorporado humedales, superficies permeables y jardines de lluvia en su planificación. El objetivo nacional es que el 80 % de las áreas urbanas capten el 70 % del agua de lluvia para 2030.

En Europa, Alemania destaca por la magnitud de sus iniciativas. La instalación de cubiertas y fachadas verdes se ha promovido por los municipios. En 2019, dos tercios de las ciudades exigían cubiertas verdes en sus planes de desarrollo. Como resultado, en quince urbes con más de 500 000 habitantes, el 10 % de las cubiertas se clasifica como verdes (equivalente a alrededor de 0,8 m² por habitante).

En África, Beira (Mozambique) inició su transición tras el ciclón Idai en 2019. Se han incorporado sistemas de drenaje sostenible, vegetación urbana y restauración de humedales. El objetivo es aumentar la resiliencia frente a futuros eventos extremos.

Jakarta, en Asia, enfrenta un doble desafío: inundaciones y hundimiento del terreno por extracción de aguas subterráneas. La ciudad ha comenzado a rediseñar su infraestructura. Se prioriza la expansión de espacios verdes, el drenaje vertical y los pozos de infiltración.

Estos ejemplos muestran que no existe una única fórmula. Cada ciudad adapta las soluciones a su contexto climático, social y económico. Lo que comparten es una visión común: convivir con el agua en lugar de combatirla.

Hacia una cultura del agua adaptativa

Incluso con todas estas medidas, algunos daños seguirán produciéndose. Por ello, además de prevenir, conviene prepararse para responder. Esto implica contar con planes de emergencia, sistemas de alerta eficaces y una ciudadanía informada.

La resiliencia no consiste solo en soluciones técnicas. También es un asunto social, institucional y cultural.

Aprender a convivir con las lluvias no implica resignación. Necesitamos dejar de ver el agua como una amenaza y empezar a verla como un recurso y trabajar para transformar las ciudades para que sean más seguras, verdes y habitables.

The Conversation

Daniel Jato Espino no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. ¿Es posible convivir con las lluvias torrenciales en el Mediterráneo? – https://theconversation.com/es-posible-convivir-con-las-lluvias-torrenciales-en-el-mediterraneo-266408

El tráiler de la nueva ‘Cumbres Borrascosas’: un minuto y medio de pura controversia

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Lucía Celdrán Noguera, Contratada predoctoral en el Departamento de Filología Inglesa, Universidad de Murcia

Jacob Elordi y Margot Robbie en la nueva versión de _Cumbres Borrascosas_. FilmAffinity

El pasado 3 de septiembre, Warner Bros. lanzaba el esperado primer tráiler de la nueva adaptación del clásico de Emily Brontë, Cumbres Borrascosas, dirigida por Emerald Fennell. Menos de dos minutos bastaron para sembrar la polémica entre los futuros espectadores. Las redes sociales pronto se vieron inundadas por indignados defensores de la novela, apelando a la falta de fidelidad a la fuente literaria, el anacronismo o la hipersexualización como argumentos.

Desde foros académicos el posicionamiento fue más cauto, aunque tremendamente esclarecedor: el Brontë Parsonage Museum –hogar familiar de las escritoras y actual encargado de “conservar, interpretar, exhibir y fomentar” el estudio de su patrimonio– optó por hacer un llamamiento a la calma apelando al halo de controversia inherente a esta obra desde su publicación a mediados del siglo XIX.

¡Bueno! Esto sí que ha provocado una conversación. Igual que en 1847, tras la publicación de la novela de Emily. Y no olvidemos tampoco las críticas mixtas que recibió el libro en su momento. Siempre estamos contentos de que el trabajo de las Brontë siga
Tras la publicación del tráiler en sus redes, el museo se vio obligado a responder ante la avalancha de comentarios: ‘¡Bueno! Esto sí que ha provocado una conversación. Igual que en 1847, tras la publicación de la novela de Emily. Y no olvidemos tampoco las críticas mixtas que recibió el libro en su momento. Siempre estamos contentos de que el trabajo de las Brontë siga generando debate. Por favor, recuerden ser amables los unos con los otros en los comentarios’.
Brontë Parsonage Museum

Y es que si de algo ha sido siempre capaz la única novela de Emily Brontë es de generar polémica. Cumbres Borrascosas es un texto que habla de deseo reprimido, raza y etnicidad, traumas generacionales, relaciones tóxicas, duelo, lucha entre clases sociales, género.

No obstante, en su transición al medio audiovisual, estos elementos se pierden, dejando la trama reducida a un romance. Por ello, al contrario que otros clásicos, todavía no ha tenido una versión que se considere completa y haya sido unánimemente celebrada. La de Fennell, hasta ahora, no promete desmarcarse de esta tendencia sino llevarla a nuevos extremos.

Los amantes de las cumbres

Remontémonos a 1939, año en que se estrena la adaptación dirigida por William Wyler y protagonizada por Merle Oberon y Laurence Olivier en los papeles de los protagonistas de la primera parte del libro: Heathcliff y Catherine.

Producto de la Edad de Oro de Hollywood, esta versión elimina los elementos más enrevesados e incómodos de la trama. Por ejemplo, queda borrada la segunda generación de personajes, que son las víctimas de la crueldad y sed de venganza desencadenada por sus mayores. Como si de Romeo y Julieta se tratase, la espiral de odio generada entre las dos familias protagonistas –los Linton y los Earnshaw– muere con los amantes. Así, las figuras de los fantasmas de Heathcliff y Catherine cogidos de la mano perdiéndose en la distancia hacia las cumbres han quedado grabadas en el imaginario popular: al fin y al cabo, no sólo los libros sino también las películas tienen la capacidad de constituir canon.

La pregunta ahora es: ¿qué va a hacer esta nueva adaptación con su herencia?

En primer lugar, aceptarla. El póster oficial hace una inequívoca referencia al cine clásico, mostrándonos a los protagonistas envueltos en un hollywoodiense abrazo. Asimismo, llegará a los cines el día de San Valentín, toda una declaración de (románticas) intenciones.

Tres carteles que muestran un mismo tipo de abrazo en su diseño gráfico.
Comparativas de los carteles de Cumbres Borrascosas de 1939, la nueva versión que se estrenará en 2026 y la película clásica de Hollywood Lo que el viento se llevó.
Amazon/Filmaffinity

Por otro lado, doblar la apuesta. Donde otros directores sólo se han atrevido a sugerir, Fennell va a ser explícita. Su tráiler ofrece cuerpos semidesnudos, sudor, corsés, miradas lascivas y fetichismo. Su estética abigarrada recuerda a María Antonieta, Romeo + Julieta o Pobres Criaturas.

Además, todo sucede al ritmo de “Everything is romantic” (“Todo es romántico”) de Charli xcx. Esta canción aparece en el álbum BRAT, fenómeno electro-pop famoso (y premiado) por su descarada exploración de la feminidad, la sexualidad, las contradicciones y la complejidad emocional que implica ser mujer. Todos estos elementos, denominados “paratextuales”, no deben ser ignorados, dado que ayudan a descifrar claves de gran importancia escondidas a plena vista.

El casting: Barbie conoce al chico de moda

“Era moreno, y por el color de su tez parecía un gitano”.

Con estas palabras describe el narrador, Mr. Lockwood, a Heathcliff al comienzo de la novela. El protagonista masculino es un personaje marginal, un intruso; diferenciado del resto por su origen incierto.

En 1939, este Heathcliff quedó transformado en un contenido caballero. En los años 70 fue visto como un hombre más salvaje y agresivo y, de los 90 en adelante, adoptó un matiz trágico.

En 2026, llega Jacob Elordi, el rostro de moda de la industria. Ha pasado de interpretar papeles juveniles (Mi primer beso, Euphoria) a integrarse en la oscura y erótica Saltburn (también dirigida por Fennell en 2023) y ser “la criatura” en el Frankenstein de Guillermo del Toro (2025). Con este bagaje, su presencia en la futura Cumbres Borrascosas promete una mezcla entre el ostracismo del monstruo de Mary Shelley y el sex appeal del icono adolescente.

Un hombre en un páramo y una mujer en un coche de caballos.
Jacob Elordi y Margot Robbie en dos escenas de la nueva Cumbres Borrascosas.
IMDB

¿Y quién es ella? Nada más y nada menos que Margot Robbie: Harley Quinn, Isabel I, Sharon Tate, Barbie… A lo largo de su carrera ha cosechado papeles de mujeres que no pasan desapercibidas y, para más inri, Robbie es fundadora de LuckyChap, la productora que está tras esta película y que nació de un deseo de dar mayor preeminencia a los papeles femeninos. A pesar de la criticada diferencia de edad entre los intérpretes, tras esta elección existe el potencial de un primer acercamiento a Catherine Earnshaw desde el empoderamiento.

Un hombre de piel negra observa algo fuera de campo.
James Howson como Heathcliff en la versión de 2011 de Cumbres Borrascosas.
IMDB

Sin embargo, no es tanto lo que prometen sino lo que no cumplen lo que se ha convertido en motivo de debate. Y es que, con excepción de la adaptación dirigida por Andrea Arnold en 2011, no se ha vuelto a ver a un Heathcliff que encajase con la descripción de su creadora. Para decepción de los espectadores, esta versión vuelve a dar el papel protagonista a un actor con rasgos caucásicos.

En cuanto a Cathy, se corre el riesgo de volver a convertirla en un objeto de deseo, y no en la mujer que sueña con correr por los páramos “medio salvaje, fuerte y libre”, como la describió Brontë.

El futuro de Cumbres Borrascosas

¿Conseguirá la adaptación de Fennell romper la maldición que ha impedido a sus predecesoras ganarse a su entregado público? Hasta el 14 de febrero de 2026 no se podrán hacer declaraciones definitivas.

Sin embargo, sí hay una conclusión a la que se puede llegar a día de hoy: este tráiler ha conseguido mantener el espíritu provocador de Cumbres Borrascosas con vida. Este no es otro que el objetivo de la adaptación como fenómeno cultural y disciplina académica: analizar, conjeturar, debatir. Disfrutemos pues, hasta el día del estreno, de la incertidumbre.

The Conversation

Lucía Celdrán Noguera es beneficiaria de un contrato de Formación del Personal Investigador a cargo de la Fundación Séneca (Agencia de Ciencia y Tecnología de la Región de Murcia)

ref. El tráiler de la nueva ‘Cumbres Borrascosas’: un minuto y medio de pura controversia – https://theconversation.com/el-trailer-de-la-nueva-cumbres-borrascosas-un-minuto-y-medio-de-pura-controversia-265420

Resiliencia en casa: cómo ayudar a los niños a crecer fuertes día a día

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Azahara Leonor Miranda Gálvez, Profesora Ayudante a Doctor, Universidad Loyola Andalucía

Veja/Shutterstock

En los últimos años, los niños se han enfrentado a muchos retos que han dejado huella. La pandemia cambió sus rutinas, la tecnología transformó la manera en que nos relacionamos y la presión escolar llega cada vez antes, afectando incluso a los más pequeños.

Pero más allá de estos retos, en el día a día surgen situaciones cotidianas que, al igual que a los adultos, nos ponen a prueba, desde conflictos familiares o problemas con los amigos, hasta una separación o la pérdida de un ser querido. La vida, incluso en las mejores condiciones, consiste en eso. Como escribió Rumi, poeta y místico sufí del siglo XIII: “La herida es el lugar por donde entra la luz”. En otras palabras, cada reto que afrontamos es también una puerta abierta para aprender y crecer.

Aunque el deseo de evitar cualquier sufrimiento a nuestros hijos es una tendencia natural de todo padre o madre, también queremos criarlos para que sean capaces de afrontar dificultades. La resiliencia, que es la capacidad de adaptarse y crecer tras una dificultad, es clave para su bienestar emocional. Y no se nace con ella: se va construyendo poco a poco, con apoyos personales, sociales y comunitarios. Entre todos esos factores, la familia tiene un papel clave, porque es el primer lugar donde los niños aprenden a enfrentar los retos de la vida.




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Por qué la frustración es necesaria y puede ser positiva para el aprendizaje


En este artículo vamos a compartir consejos prácticos que las familias pueden usar todos los días para ayudar a los niños a hacerse más resilientes y acompañarlos de la mejor manera mientras crecen.

Transformar las dificultades en aprendizaje

El concepto resiliencia (y su diferenciación de conceptos más generales como “resistencia” o “fortaleza”) surgió con estudios como el de la psicóloga estadounidense Emmy Werner y su equipo en Hawái. Durante 40 años (entre los 50 y los 90), siguieron a un grupo de niños que crecían en extrema pobreza y comprobaron que alrededor de un tercio, a pesar de este punto de partida, llegaba a ser adulto competente y con buena salud mental. ¿Qué los diferenciaba de los demás?

La resiliencia se puede entender simplemente como la capacidad de adaptarse y recuperarse después de una dificultad. No significa ser invulnerable ni evitar el dolor, sino aprender a seguir adelante y, a menudo, aprender a usar herramientas que nos ayudarán a manejar mejor los retos futuros. No es un “rasgo especial” que solo tienen algunos, sino una capacidad común que se puede desarrollar con el apoyo adecuado. Además, se construye en las experiencias y relaciones de la vida diaria, no solo en situaciones extraordinarias.

Pautas para la familia

Todos los padres y cuidadores pueden ayudar a que los niños sean más resilientes. Se trata no tanto de evitarles los problemas, sino de estar a su lado mientras los afrontan y ayudarles a entender lo que sienten y a encontrar maneras de manejarlo. Esta es la manera de desarrollar herramientas que les sirvan ahora y en el futuro. Por eso, aquí compartimos algunas ideas prácticas para que los hijos “crezcan en resiliencia” desde casa.

  1. Educar en emociones. Escuchar sin juzgar y ayudar a los niños a poner palabras a lo que sienten es fundamental. Por ejemplo, si una niña se frustra al armar un puzle, podemos decir: “Veo que estás frustrada porque no encuentras las piezas. Es normal sentirse así, pero eso no significa que no lo estés haciendo bien”. De esta manera, les enseñamos a afrontar dificultades de forma constructiva.

  2. Promover la autonomía. Permitirles que hagan frente a pequeños retos y aprendan, incluso de los errores. Por ejemplo, no acudir inmediatamente a ayudarles con el puzle, sino esperar a que lo retomen en un tiempo y acaben descubriendo por sí solos la satisfacción de haberlo resuelto sin ayuda. O, por ejemplo, permitirles vestirse solos y solo ayudarles si realmente lo necesitan. Junto a esa autonomía, es importante que los niños se sientan acompañados y apoyados, ya sea en la familia o con los amigos, porque eso les da seguridad y les hace sentir que pertenecen a un grupo.

  3. Ayudarles a gestionar su autoexigencia y a comunicar sus necesidades. Por ejemplo, si un niño se siente abrumado por tareas escolares, puede aprender a decir: “Necesito un descanso antes de seguir” o “No puedo hacer esto ahora, ¿podemos reorganizarlo?”. En lugar de decirles exactamente qué hacer, los padres pueden enseñarles a poner en palabras lo que sienten y practicar juntos cómo se pide ayuda. De esta forma, desarrollan seguridad y confianza en sí mismos al enfrentar distintos retos, y también aprenden a cuidarse a sí mismos.

  4. Fortalecer la autoestima: establecer metas realistas y reconocer sus éxitos. Celebrar los pequeños logros ayuda a que los niños confíen en sí mismos y entiendan que cada paso cuenta en su aprendizaje. Así, van formando una autoestima fuerte que les permite hacer frente a desafíos, tomar decisiones y aprender de sus errores sin miedo. Por ejemplo, un niño con autoestima sana acepta las equivocaciones, aprende de ellas y sigue intentando, ya sea tras una mala nota o al no ser elegido para un equipo. La clave es valorar el esfuerzo y los logros reales, sin exagerar elogios, y enseñar que equivocarse es parte del aprendizaje.

  5. Dar ejemplos de resiliencia. No hay que olvidar que los niños aprenden principalmente mirando a los adultos, por lo que es muy importante mostrarles cómo afrontamos nuestras dificultades de manera positiva. Enseñar resiliencia no es solo darles herramientas, sino también ser un ejemplo. Además, los adultos podemos aprender y mejorar nuestras propias habilidades mientras acompañamos a los niños en su crecimiento.




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Pequeños gestos, grandes aprendizajes

Cuando acompañamos a los niños y les mostramos con el ejemplo cómo afrontar los retos, descubren que cada dificultad puede ser una oportunidad para aprender y crecer.

Los pequeños gestos diarios –escuchar con atención, reconocer un esfuerzo o poner límites con cariño– hacen una gran diferencia. ¿Qué hábitos de resiliencia podría empezar a practicar hoy con sus hijos?

The Conversation

Azahara Leonor Miranda Gálvez no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. Resiliencia en casa: cómo ayudar a los niños a crecer fuertes día a día – https://theconversation.com/resiliencia-en-casa-como-ayudar-a-los-ninos-a-crecer-fuertes-dia-a-dia-265414

Necesitamos científicos más comprometidos y gobernantes mejor informados

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Luis Felipe Reyes, Profesor de muy alto prestigio en Enfermedades Infecciosas, Universidad de La Sabana

La política y la ciencia deben caminar juntas para afrontar las muchas crisis interconectadas que asolan al planeta. Markus Spikse / Unsplash., CC BY

La ciencia nunca ha sido completamente neutral. Desde la definición de prioridades de investigación hasta la distribución de fondos, la política siempre ha marcado el rumbo del conocimiento.

Con la llegada de Donald Trump al poder, quedó en evidencia lo frágil que puede ser la relación entre ambos mundos. En 2020, Estados Unidos notificó su retiro de la Organización Mundial de la Salud, decisión que fue revertida por Joe Biden en 2021. Sin embargo, en 2025, la administración Trump volvió a presentar una solicitud formal de retiro, que será efectiva en 2026. Este hecho simboliza no solo una decisión política, sino también un rechazo directo a la cooperación científica global en plena era de crisis interconectadas.

En este contexto, la pregunta de si la ciencia debería ser política pierde sentido. Lo más pertinente es preguntarnos cómo la política puede ser más científica.

Bajo ataques y amenazas

Desde la Inquisición a nuestros tiempos, los ataques a la ciencia no son un fenómeno nuevo. En la actualidad, temas como el cambio climático, la salud sexual y reproductiva o las vacunas han sido objeto de campañas de desinformación y presiones políticas en distintos países.

La percepción de que la ciencia es “neutral” se desmorona cuando gobiernos o movimientos ideológicos deciden suprimir datos incómodos o desacreditar a investigadores. Según un artículo reciente publicado en la revista Science, “la cuestión de si la ciencia debería ser política ya es irrelevante, porque la ciencia siempre ha sido política y hoy lo es más que nunca”.

Diplomacia científica en tiempos de crisis

La diplomacia científica (es decir, el uso de la ciencia como puente en las relaciones internacionales) surgió como una estrategia optimista para enfrentar problemas globales. Sin embargo, un informe de 2025 de la Royal Society y la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS) reconoce que ese optimismo ha dado paso al realismo: la ciencia por sí sola no puede resolver conflictos armados, pandemias o la crisis climática.

El informe subraya que la relación entre ciencia y política es bidireccional. Esto refleja una realidad incómoda: la producción de conocimiento está moldeada por intereses geopolíticos, desigualdades estructurales y presiones económicas. Ignorar este hecho perpetúa asimetrías, especialmente entre el Norte y el Sur global.

El dilema de la neutralidad

Un caso reciente lo ejemplifica: el debate interno en la Royal Society del Reino Unido sobre si debía sancionar a Elon Musk por conductas que, según varios científicos, dañan la credibilidad de la institución. Algunos alegaron que expulsarlo sería un gesto político y pondría en riesgo la supuesta neutralidad de la academia; otros insistieron en que no actuar socavaría su misión de defender la ciencia.

Este dilema ilustra un punto clave: cuando las instituciones científicas eligen no intervenir, también están tomando una posición política. La inacción puede interpretarse como complicidad o indiferencia frente a los ataques a la evidencia.

Cuestión de responsabilidad social

El pensador chileno Humberto Maturana sostenía que la ciencia no puede desligarse de la sociedad, pues siempre está impregnada de valores, visiones del mundo y consecuencias prácticas. La pandemia mostró que la forma en que comunicamos la ciencia es tan importante como los datos en sí.
Como señala la académica Jane Gregory, no basta con que los científicos “se politicen” solo en tiempos de crisis. La participación debe ser constante, anticipatoria y basada en una comunicación clara y empática. De lo contrario, corremos el riesgo de que la ciencia se convierta en un recurso reactivo, en lugar de una herramienta para la toma de decisiones informadas.

¿Qué significa ser político sin perder legitimidad?

No se trata de que los científicos se conviertan en militantes partidistas. Más bien, debemos reconocer que toda investigación se desarrolla en un entramado de intereses y que tenemos la responsabilidad de defender la evidencia frente a la manipulación.

Esto implica participar activamente en el debate público, explicando hallazgos con un lenguaje accesible. Asimismo, es importante formar parte de espacios de decisión política, para asegurar que la evidencia oriente las políticas públicas.
De igual manera, necesitamos construir puentes con la sociedad, entendiendo que la confianza se gana a través de la transparencia y la rendición de cuentas.

La ciencia debe dejar que los datos hablen por sí solos, pero no basta con producirla: hay que traducirla, contextualizarla y transmitirla de forma que los responsables políticos puedan tomar decisiones más racionales y justas.

En definitiva, más que reclamar la neutralidad de la ciencia, lo que necesitamos es que la política adopte un enfoque más científico. Esto significa evaluar políticas con base en datos, medir sus impactos, corregir errores y reconocer incertidumbres.

La historia demuestra que los países que integran la ciencia en la política de manera sistemática son los que mejor enfrentan crisis sanitarias, climáticas y sociales. Y, también, que la marginación de la ciencia en la toma de decisiones trae consecuencias costosas: desde respuestas ineficaces a pandemias hasta la profundización de desigualdades globales.

Una invitación a la acción

La relación entre ciencia y política no es sencilla ni lineal, pero sí inevitable. En un mundo de crisis económicas, guerras, pandemias, contaminación química y cambio climático, los científicos no podemos permanecer en silencio ni al margen. La verdadera pregunta es qué tipo de política queremos construir con la ciencia como aliada.

Los datos pueden iluminar el camino, pero solo si quienes los generan asumen su rol social con valentía y compromiso. En última instancia, la política será más efectiva y la ciencia será más relevante, cuando ambas reconozcan que su destino está entrelazado.

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Luis Felipe Reyes no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. Necesitamos científicos más comprometidos y gobernantes mejor informados – https://theconversation.com/necesitamos-cientificos-mas-comprometidos-y-gobernantes-mejor-informados-265205