Joana Marcús, escritora: “Sin la comunicación con mis lectores en las redes sociales, hay libros que no sé cómo habrían terminado”

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Pablo Colado, Redactor jefe / Editor de Salud y Medicina

La juventud de Joana Marcús (Mallorca, 2000) no debe llamarnos a engaño: 23 libros publicados en internet y nueve en papel, con más de un millón de ejemplares vendidos, jalonan ya su trayectoria literaria. Empezó a publicar en Wattpad –una especie de Spotify gratuito de libros– a los trece años, y sus historias rápidamente engancharon a una legión de seguidores. El éxito de su última novela en formato físico, Etéreo (Montena), confirma a Joana como una estrella rutilante de la literatura juvenil.

¡La escritora española más leída en América Latina! ¿Cómo se puede encajar eso?

Intento seguir el consejo de mis padres: aceptar las cosas buenas y no dejar que me influyan de más. Lo que tengo claro es que es un orgullo. No solo por mis libros, sino también porque es una prueba más de que los jóvenes leen muchísimo.

También viviste desde muy joven el lado oscuro de la fama. A los 15 años sufriste acoso en el instituto. ¿Te marcó esa experiencia como escritora? Y en tu caso, ¿las redes sociales empeoraron la situación o te ayudaron a encontrar apoyo?

Creo que ha influido muchísimo en mi forma de ver el mundo. Cuando leo lo que escribía en esa época, puedo notar lo aislada que me sentía y la necesidad que tenía de encajar. Era una herida abierta. Ahora tengo la suerte de poder decir que es una cicatriz y, aunque sigo tratando el tema en mis libros, lo hago de otra forma.

Y las redes me ayudaron mucho, sí. Creo que hay un discurso muy extendido sobre su toxicidad, sus consecuencias negativas… Yo misma hablo de ello, en ocasiones. Aun así, me da mucha pena que nos perdamos algunas de las cosas buenas. En mi caso, por ejemplo, me ayudó a no sentirme sola. Como no encajaba con las personas que tenía alrededor, encontré una forma de hacerlo con las que estaban lejos de mí. De hecho, sigo conservando muchos amigos (y lectores) de esos años.

Cuéntame un poco qué es eso del romantasy, el género donde se ha encuadrado tu última novela, Etéreo, la primera parte de una bilogía. ¿Maridan bien el romanticismo y la fantasía?

Me parece una combinación muy completa, como escritora y como lectora. La parte de fantasía te permite jugar con el mundo a tu antojo, establecer tus normas e ir más allá de lo que quizá encontrarías en una novela contemporánea. Y la parte de romance te permite adentrarte de una forma muy especial en la vulnerabilidad de los personajes y sus relaciones. Tener esa clase de libertad como escritora es un soplo de aire fresco.

En él incorporas tu experiencia del bullying. ¿Crees que puede servir de ayuda a alguien que lo está viviendo?

De hecho, el tema del bullying siempre está presente. Una de las cosas que más me ayudó en su momento fue saber que no estaba sola, que había otras personas experimentando lo mismo que me había tocado vivir a mí. Que ahora pueda brindar ese apoyo es muy catártico, y hace que sienta que esa vivencia, por lo menos, me sirvió para algo.

Se ha definido tu estilo como rápido, vertiginoso. ¿Es imprescindible escribir así para enganchar a la generación que busca estímulos constantes en los carruseles infinitos de vídeos de TikTok o Instagram

Sí y no. Escribir es un acto muy íntimo, tienes que encontrar tu propia voz, ritmo y forma de expresarte. Todos lo tenemos dentro, pero hay que encontrarlo. Y expresarte de una forma concreta para apelar a una generación es un error.

A mí me gusta que mis libros se tomen su tiempo para desarrollarse, pero también disfruto con las escenas de diálogos rápidos y graciosos. Intento buscar un equilibrio entre las pausas y las rondas de fogonazos. No sé si es algo que pueda atraer a un público que tiene estímulos constantes, pero es mi estilo.

¿Percibes que existe un poco de menosprecio en el llamado “mundo de las letras” por el tipo de literatura que devoran tus lectores? ¿Subestiman lo que no conocen bien?

Creo que hay muchas ideas preconcebidas de lo que es correcto y lo que es incorrecto en nuestro mundillo, pero no todo el mundo las comparte. De hecho, te diría que cada vez tengo menos experiencias negativas. Quizá he aprendido a relacionarme en los círculos adecuados.

Puedes concebir la lectura como un hábito de entretenimiento o como un método de aprendizaje. Conozco a muchos lectores muy jóvenes que equilibran ambas facetas, entienden que algunos libros están enfocados para cultivarse y otros, solo para entretenerse. De la misma forma que no todas películas están hechas con la misma finalidad. A mí me gusta que haya variedad; de esa manera, en el futuro habrá más lectores.

Debes gran parte de tu éxito, o de la oportunidad de que te conocieran tus lectores, a Wattpad, una plataforma online de lectura y escritura que mucha gente de cierta edad no sabe ni que existe ¿Qué tiene de especial?

Muchas compañeras empezamos en Wattpad. Te da la oportunidad de leer y escribir de forma gratuita, en el idioma que prefieras, y llegar a un gran número de lectores de todo el mundo. Si bien es cierto que hoy en día ya hay muchos que no lo utilizamos tan a menudo, fue una gran forma de iniciarnos en el mundillo literario.

¿Podría decirse que existe un “estilo Wattpad”?

Para mí no tiene sentido decir eso. Si bien es cierto que compartimos algunos temas genéricos (romance, fantasía…), cada escritora tiene su propio estilo. Encasillar a un grupo de personas por el simple hecho de salir de la misma plataforma me parece un error, igual que me lo parecería englobar a todos los escritores que se dedican a la novela negra simplemente porque en todos ellos hay temas en común. La generalización solo provoca invisibilidad.

Se suele echar la culpa a las pantallas y las redes sociales de que los jóvenes lean cada vez menos. Tú eres la viva demostración de lo contrario, ¿no?

Supongo que sí. Otro asunto es que los jóvenes no lean lo que se les pide. Pero, siendo honestos, ¿no es mejor que lean lo que realmente disfrutan? De esa manera, estaremos creando futuros lectores. Imponiéndoles un libro que no van a disfrutar, solo crearemos resentimiento hacia la lectura.

En general, creo que el error está en asumir lo que necesitan los jóvenes. Si nos paráramos a hablar con ellos y preguntarles, quizá descubriríamos muchas cosas que nos sorprenderían.

¿Te habría costado más ser escritora en el mundo anterior a internet, sin redes sociales, sin contacto directo con los lectores?

Sí, definitivamente. La conexión que siento con mi comunidad me ha ayudado a salir adelante en muchas ocasiones. Hay libros que, de no haber sido por ella, no sé cómo habrían terminado o, incluso, si lo habrían hecho. Disfruto mucho de la cercanía que proporcionan las redes sociales.

¿Crees que hay tanta diferencia entre leer en pantalla y en hacerlo en papel, como opinan algunos? ¿Les pasa lo mismo a los lectores de tu generación?

Es muy subjetivo. Hay personas muy jóvenes que solo disfrutan leyendo en papel y gente de su misma edad que prefiere la practicidad del ebook. Personalmente, suelo usar la pantalla cuando viajo, pero siempre termino comprándome la versión en papel de los libros que más me gustan. El papel te otorga un sentido de pertenencia que una pantalla difícilmente podría replicar.

Y al hilo de lo anterior, ¿encuentras diferencias entre escribir un libro convencional y algo que se va a leer en Wattpad?

No. Al final, estás exponiendo tu trabajo al mundo exterior para que se juzgue y se opine sobre él. La única diferencia es que, en el método convencional, tienes a un equipo que te ayuda a perfeccionarlo. En Wattpad, eres tú sola con un portátil. Ambos métodos tienen su parte positiva y su parte negativa. A mí me gustan los dos, aunque ahora estoy más centrada en el formato convencional.

¿Te influyen mucho las opiniones de tus seguidores a la hora de escribir?

Tengo mucho contacto con ellos, sí, pero no me gustaría que influyeran en mi percepción sobre mis libros. Después de tantos años en internet, aprendes a crear un muro para protegerte. Es importante recordar quién es el escritor y entender que, por mucho que a un lector le guste tu historia, tú eres quien tiene la última palabra. Si te dejas influenciar por las opiniones de los demás y buscas su aprobación, jamás llegarás a complacer a todo el mundo. Y, por si eso fuera poco, dejará de ser tu libro.

Y, por último, te pido tu punto de vista como estudiante de Psicología: ¿cómo ves la salud mental entre la gente de tu generación?

Los que más me preocupa es la sobreinformación. Nos hemos acostumbrado a las respuestas inmediatas. Veo a gente muy joven manejando conceptos muy complejos de psicología con mucha soltura. También veo muchos autodiagnósticos. Y, aunque tiene su parte positiva, porque hace que nos centremos en lo que necesitamos, creo que también supone un problema.

De igual forma, nos estamos acostumbrando a exponer nuestra vida. Soy la primera que utiliza sus redes sociales de forma habitual, pero tengo veinticuatro años y entiendo cuáles son los niveles de exposición a los que quiero someterme. A veces, veo a niños muy pequeños con redes sociales y me da un poco de miedo. ¿Cuántas veces hemos comentado, entre risas, que menos mal que no teníamos redes en nuestra adolescencia?


Esta entrevista se publicó originalmente en la Revista Telos de la Fundación Telefónica, y forma parte de un número monográfico dedicado a la Generación Alfabeta.


The Conversation

ref. Joana Marcús, escritora: “Sin la comunicación con mis lectores en las redes sociales, hay libros que no sé cómo habrían terminado” – https://theconversation.com/joana-marcus-escritora-sin-la-comunicacion-con-mis-lectores-en-las-redes-sociales-hay-libros-que-no-se-como-habrian-terminado-260318

¿Los animales ven los mismos colores que las personas?

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Miren Bego Urrutia Barandika, Catedrática de Fisiología. Profesora/investigadora de Fisiología Animal en la Facultad de Ciencia y Tecnología y en el PiE (Estación Marina de Plentzia), Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea

Algunos insectos, como las abejas y las mariposas, ven colores invisibles a los humanos, en el rango del ultravioleta. Delbars/Shutterstock

Este artículo forma parte de la sección The Conversation Júnior, en la que especialistas de las principales universidades y centros de investigación contestan a las dudas de jóvenes curiosos de entre 12 y 16 años. Podéis enviar vuestras preguntas a tcesjunior@theconversation.com


Pregunta formulada por el curso de 3º de la ESO de Aranzadi Ikastola. Bergara (Gipuzkoa)


La respuesta a esta pregunta no es sencilla, porque ni siquiera todas las personas “ven” los mismos colores. Por ejemplo, quienes tienen algún tipo de daltonismo no sólo distinguen menos, sino que perciben de modo diferente una gran parte de los tonos.

En el otro extremo están las personas tetracrómatas, capaces de distinguir hasta 100 millones de tonalidades distintas, unas 100 veces más que la mayoría de las personas.

Hace bien poquito, también conocimos el curioso caso de los habitantes de Pingelap, que ven el mundo en blanco y negro. Y aún más recientemente, nos hemos sorprendido al saber que cinco participantes en un experimento llevado a cabo con tecnología ultrasofisticada han tenido la oportunidad de percibir un nuevo color denominado ‘olo’.

De acuerdo, no vale escudarse en la variabilidad existente en los humanos para no responder a la pregunta. Vayamos por partes.

¿Cómo distinguimos los colores los humanos?

La percepción del color es la interpretación que hace el cerebro de las señales (en forma de impulsos nerviosos) enviadas a la corteza visual por un tipo de fotorreceptores. Se llaman conos y están situados en la retina, al fondo de nuestros ojos.

Existen diferentes tipos de conos. En función de los pigmentos visuales que contienen presentan sensibilidades específicas para las longitudes de onda que componen la luz o espectro electromagnético. Así, las longitudes de onda que reflejan los objetos (esto es, su color) estimulan de forma concreta los diferentes tipos de conos. Finalmente, los colores que vemos (o, mejor dicho, lo que interpreta nuestro cerebro como tales) obedecen a una combinación formada por las respuestas de los distintos tipos de conos.

La mayor parte de las personas somos tricrómatas. Eso quiere decir que en nuestra retina tenemos tres tipos de conos, denominados rojo, verde y azul. Gracias a ellos podemos “ver” y distinguir colores correspondientes a longitudes de onda que van desde el azul-violeta hasta el rojo. Es lo que llamamos “espectro visible”.

Visible para los humanos, claro. Pero ¿qué ocurre con el resto de los animales?

¿Los animales también flipan en colores?

Con la prudencia que exige la práctica científica, podemos decir que la mayoría de animales probablemente no ven los mismos colores que nosotros. Sabemos que los fotorreceptores presentes en sus ojos se presentan un número y tipo de pigmentos diferentes a los de los humanos tricrómatas.

Y teniendo en cuenta cómo son esos conos, podemos apostar a que muchos de los animales de nuestro entorno flipan más bien poco.

Así, la mayor parte de los mamíferos no primates presentan visión dicromática; es decir, en sus retinas se han encontrado únicamente dos tipos de conos. Este es el caso, por ejemplo, de los perros, los gatos y los zorros.

Esto no significa que vean en blanco y negro: los perros, por ejemplo, distinguen perfectamente el amarillo y el azul, aunque tienen problemas para diferenciar los rojos y verdes. El caso de los toros es muy parecido al de los perros, por lo que, a pesar de la creencia popular, ¡el color rojo no les atrae!

Probablemente, los mamíferos perciben el mundo como las personas con algún tipo de daltonismo. Aunque existen algunas excepciones a la norma dicromática: unas pocas especies nocturnas y los mamíferos marinos. Los cetáceos, pinnípedos y manatíes presentan en general visión monocromática, lo que limita muchísimo su capacidad de discriminar colores.

Y también está el caso de las ballenas, que sí ven en blanco y negro: los análisis realizados en los ojos de rorcuales varados han demostrado que las retinas de estos animales carecen de conos. Parece tratarse de una adaptación extrema al entorno oscuro del océano.

La de los mamíferos primates –los humanos entre ellos– es otra excepción, puesto que junto con los marsupiales y una buena parte de los insectos presentan visión tricromática, aunque los espectros de absorción de los tres tipos de conos son diferentes en cada caso.

Colores invisibles para los humanos

De hecho, algunos tipos de insectos, como las abejas y las mariposas, pueden ver en el espectro ultravioleta (UV), capacidad que comparten con muchas aves y peces e incluso unos cuantos mamíferos.

A los humanos esto nos resulta extraño; no tenemos definido el color ultravioleta porque esa parte del espectro o bien queda fuera (o cerca del límite) de nuestro espectro de luz visible, o resulta bloqueada por las lentes de nuestros ojos.

Afortunadamente, en 2024, científicos especializados en la visión del color desarrollaron una tecnología para grabar vídeos que simulan de manera realista la visión de los animales.

Ojos superdotados

Ahora hablaremos de los animales que en teoría ven muchos colores. Mientras que la mayoría de los reptiles, anfibios, aves e insectos son tetracrómatas (tienen cuatro tipos de conos), algunos insectos y aves, incluidas las palomas y las mariposas papillón, entran en la categoría aun superior de pentacrómatas (cinco tipos). El pódium de los policrómatas lo encabeza el camarón mantis (Odontodactylus scyllarus), que presenta más de 12 tipos de pigmentos visuales.

Sin embargo, y como advertíamos al comienzo del artículo, la “visión” es un proceso complejo de integración de la información sensorial enviada por los fotorreceptores. En el caso del camarón mantis, desde 2014 se sabe que, a pesar de su arsenal de fotorreceptores, posee una capacidad para discriminar los colores bastante limitada. Y es que el potencial de su cerebro para integrar la información visual no es tan complejo como el de los humanos.

Para que un animal pueda discriminar colores es imprescindible que disponga de fotopigmentos con diferentes espectros de absorción en los órganos encargados de la visión. Pero tenerlos no garantiza la capacidad de distinguir colores.

En suma, con la información de la que disponemos hasta el momento, podemos sostener que la capacidad de ver y distinguir los colores no es universal: algunos animales no los ven, otros distinguen un número variable de ellos y muchos perciben colores para los que los humanos somos ciegos. ¡Un maravilloso ejemplo de diversidad!


La Cátedra de Cultura Científica de la Universidad del País Vasco colabora en la sección The Conversation Júnior.


The Conversation

Miren Bego Urrutia Barandika no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. ¿Los animales ven los mismos colores que las personas? – https://theconversation.com/los-animales-ven-los-mismos-colores-que-las-personas-253449

125 años del nacimiento de Ukichiro Nakaya: el sabio de la nieve

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Alberto Tomás Pérez Izquierdo, Catedrático de Electromagnetismo, Universidad de Sevilla

Ukichiro Nakaya con la cámara que construyó para estudiar los copos de nieve. Caltech.edu, CC BY

El estudio moderno de los copos de nieve debe mucho al físico japonés Ukichiro Nakaya. En la década de 1930, Nakaya recolectó y fotografió al microscopio más de 3 000 muestras de copos de nieve y las clasificó. El 4 de julio, en pleno tórrido verano, se cumplen 125 años de su nacimiento.

La nieve

Nakaya nació en la ciudad japonesa de Kaga en 1900 y se graduó en física en 1925 en Tokio. Tras hacer sus estudios de doctorado entre Tokio y Londres, obtuvo en 1930 una plaza de profesor en la Universidad Hokkaido de Sapporo. En Londres se especializó en física nuclear, pero en Sapporo, donde la temperatura media en invierno estaba entre los 3 y los 6 grados bajo cero, y sin apenas medios para otra cosa, se dedicó al estudio de la nieve.

Vídeo ganador del concurso de vìdeos de divulgación de la Facultad de Física 2020. Universidad de Sevilla.

El sabio de la nieve

Nakaya empezó sus estudios de los copos de nieve en 1932. Durante los primeros años observaba y fotografiaba al microscopio copos naturales recogidos tanto en los alrededores de la universidad como en una cabaña instalada en el Monte Tokachi, donde la temperatura media en invierno rondaba los diez grados bajo cero, pudiendo llegar a -20⁰ C.

Siglos antes, en 1611, el astrónomo Johann Kepler había publicado un pequeño tratado sobre la forma hexagonal de los copos de nieve, y en 1653 el filósofo Descartes fue el primero en describirlos así:

Estas eran pequeñas placas de hielo, muy planas, muy pulidas, muy transparentes, gruesas como una hoja de papel algo gruesa, pero tan perfectamente formadas en hexágonos, con los seis lados tan rectos, y los seis ángulos tan iguales, que es imposible para el hombre hacer algo tan exacto.

Hoy sabemos que los copos de nieve son pequeños cristales de hielo de estructura hexagonal. Forman un hexágono porque el enlace de los dos átomos de hidrógeno con el átomo de oxígeno del agua (H₂O) es de 106 grados, y ese ángulo es muy próximo a los 120 que forman dos lados de un hexágono. Así que, al congelarse, el agua tiende a formar cristales hexagonales.

Esta estructura subyace en todos los copos de nieve. Pero no son todos iguales: forman diferentes dibujos al crecer. Y en su aislamiento en la cabaña del Monte Tokachi, Ukichiro Nakaya logró clasificarlos según sus formas.

Una cámara para fotografiar nieve

Para entender estas formas necesitaba hacer crecer los copos de forma controlada. Ukichiro construyó una cámara en la que controlaba la temperatura, la humedad y el flujo de aire. Pero era necesario obtener una semilla a partir de la cual pueda crecer el cristal.

Tras años de pruebas y decepciones, encontró la semilla que necesitaba, y fue gracias a la punta de un pelo de conejo del abrigo de un colaborador. El agua se congelaba en torno a la punta y formaba lentamente los copos. Así, el 12 de marzo de 1936 Nakaya obtuvo los primeros copos de nieve artificiales. A partir de ahí descubrió que la temperatura y la humedad determinan conjuntamente el tipo de copo que se forma.

dos copos de nieve al microscopio
A la izquierda, el copo de nieve que creció en el pelo de un conejo; a la derecha, crecimiento natural.
Caltech.edu, CC BY

Resumió sus hallazgos en un diagrama que lleva su nombre. El diagrama morfológico de Nakaya predice la forma de un copo de nieve en función de la temperatura y la humedad del aire en que se ha formado. En un ambiente muy seco se tienden a formar cristales prismáticos sencillos con la simetría hexagonal de los cristales de hielo. Ello se debe a que el crecimiento es lento, y las caras del cristal se rellenan por completo.

Las estructuras ramificadas con dendritas, las que más llaman nuestra atención, se obtienen cuando la humedad es alta y el crecimiento, más rápido.

El papel de la temperatura es más complejo: por encima de -3,5  °C se forman placas, a temperaturas más bajas, entre -3,5 °C y -10 °C, surgen columnas. Bajando más la temperatura aparecen de nuevo placas y, por último, por debajo de los -22 °C se mezclan placas y columnas.

Los copos de nieve se forman en la atmósfera cuando el vapor de agua se condensa en torno a pequeñas partículas de polvo. Se produce un pequeño cristal de hielo que es el comienzo de la historia. A medida que el copo crece, va cayendo y pasando por zonas con distinta temperatura y distintos grados de humedad. Se van sucediendo así episodios de crecimiento más rápido con otros más lentos, lo que confiere a cada copo una forma única.

Cuando llega al suelo, el copo lleva grabada su historia en su forma. Nakaya lo expresó así en una película científica que él mismo realizó:

Un cristal de nieve es una carta enviada desde lo más alto del cielo.

Escuchar al hielo

Nakaya dedicó el resto de su vida al estudio de la nieve y el hielo, tanto en el laboratorio como en plena naturaleza, viajando por todo el mundo a los lugares más recónditos. Tras la Segunda Guerra Mundial trabajó para un laboratorio del Ejército de EE. UU. estudiando las nieves de las cimas de Hawái. Sus últimas investigaciones le llevaron a Groenlandia, donde participó en las primeras extracciones de hielo permanente para el estudio de los cambios climáticos del pasado.

Según su hija Fujiko Nakaya, artista gráfica que utiliza el hielo y la niebla en sus creaciones, Nakaya siempre decía que había que ser humilde, entregarse a la naturaleza para que la naturaleza hable: “Para entender al hielo, tienes que escuchar al hielo”

Estudios en la actualidad

Los copos de nieve siguen siendo objeto de estudio en la actualidad. Se trata de desentrañar el proceso de crecimiento de forma detallada y los algoritmos emulan su formación.

Algunos de estos algoritmos explotan una mera analogía. No se construyen a partir de un modelo físico de crecimiento de los cristales, sino que siguen una serie de reglas sencillas. Este es el caso del fractal de Koch. Otros intentan simular realmente los mecanismos físicos que determinan el crecimiento de los cristales. Un ejemplo de este tipo de algoritmo es el uso de la “Dinámica Molecular”.

De una u otra forma, los copos de nieve siguen fascinando por su simple complejidad.

Ukichiro Nakaya murió en 1962 en su Japón natal. Hoy, un tórrido día de verano, 125 años después de su nacimiento, recordamos al sabio de la nieve.

The Conversation

Alberto Tomás Pérez Izquierdo no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. 125 años del nacimiento de Ukichiro Nakaya: el sabio de la nieve – https://theconversation.com/125-anos-del-nacimiento-de-ukichiro-nakaya-el-sabio-de-la-nieve-259458

Inteligencia artificial, ¿comida rápida intelectual?

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Santiago Iñiguez de Onzoño, Presidente IE University, IE University

SvetaZi/Shutterstock

Aunque la inteligencia artificial ofrezca acceso inmediato a respuestas y pueda simular diálogos, claramente tiene limitaciones. Su uso exclusivo en el proceso de aprendizaje es una especie de comida rápida intelectual: conveniente y aparentemente satisfactoria, pero carente de la profundidad de una experiencia educativa bien elaborada.

En cambio, el aprendizaje real es un proceso lento, complejo y reflexivo, moldeado por la incertidumbre, el esfuerzo y el descubrimiento, que no puede ser totalmente externalizado ni acelerado. Aprender implica construir conocimiento mediante una participación directa, no consumir pasivamente contenido ya procesado.

El desarrollo de habilidades cognitivas como el pensamiento crítico, la introspección, el razonamiento lógico y la metacognición requiere de esfuerzo e intencionalidad. Estas son habilidades de orden superior que la IA no puede desarrollar por nosotros: deben ser cultivadas activamente por el estudiante. Aunque la IA puede apoyar este proceso, no puede reemplazar la disciplina mental ni la reflexión necesarias para un verdadero crecimiento intelectual.

El impacto de la IA en la educación

Investigaciones recientes muestran que las herramientas de IA influyen positivamente en el pensamiento creativo de los estudiantes, en particular al aumentar su autoconfianza y reducir la ansiedad. Estos hallazgos sugieren que, si se integran de manera reflexiva, las tecnologías de IA pueden potenciar tanto la innovación como el rendimiento académico.

En su libro Brave New Words (2024), Salman Khan presenta una visión fundamentada y optimista de cómo la IA puede mejorar la educación. Basándose en su experiencia con Khan Academy, el autor visualiza la IA como un socio que fomenta el diálogo socrático como herramienta para explorar ideas con curiosidad y creatividad. Según Khan, la IA puede personalizar la enseñanza, reducir la carga administrativa de los docentes y cerrar brechas educativas persistentes.

No obstante, también advierte sobre los peligros de su implementación sin control: riesgos relacionados con la privacidad de los datos, algoritmos sesgados e inequidad en el acceso. Khan propone una integración equilibrada y centrada en las personas, que promueva tanto la alfabetización en IA como una conciencia ética de su uso.

Riesgos cognitivos y necesidad de equilibrio

Más allá de las ventajas para el aprendizaje que ofrece la IA, un número creciente de investigaciones advierte sobre las consecuencias de su uso excesivo o exclusivo.

Un estudio publicado en 2024 destaca los peligros de la delegación cognitiva: la tendencia a sustituir el trabajo mental –como el razonamiento o la resolución de problemas– por el uso de la IA. Esta práctica, se argumenta, erosiona la implicación cognitiva profunda de los estudiantes y debilita el pensamiento crítico.

Una investigación publicada en 2023 mostró que los estudiantes que confiaron en resúmenes generados por IA obtuvieron resultados significativamente inferiores –hasta un 25 % menos– en pruebas de comprensión, en comparación con aquellos que estudiaron directamente de los materiales originales.

Se ha identificado también una tendencia hacia la pereza metacognitiva, pues las herramientas de IA reducen la motivación de los estudiantes para pensar de manera autónoma. Los expertos señalan que el uso pasivo de la IA debilita el aprendizaje controlado por el individuo y fomenta una participación superficial.

Estos resultados no invalidan el valor de la IA pero sí subrayan la importancia de una integración consciente y deliberada. La inteligencia artificial debe ser un andamiaje para el pensamiento, no un sustituto del mismo.

Las dimensiones sociales y humanas del aprendizaje

El aprendizaje no es solo un proceso cognitivo, también es profundamente social. En las universidades, buena parte del aprendizaje más significativo ocurre fuera del aula: en conversaciones informales con compañeros, en mentorías con profesores y en la búsqueda compartida de sentido, conocimiento y relaciones en las diversas comunidades que conforman la institución. Estas interacciones humanas son irremplazables. La IA puede simular respuestas, pero no puede replicar la empatía, la complejidad o el impacto transformador de una conexión humana real.

Aquí es donde el estudio de las humanidades desempeña un papel fundamental. Disciplinas como la filosofía, la historia, la literatura y las artes cultivan cualidades que las máquinas no pueden generar de forma original: juicio moral, creatividad, empatía y conciencia cívica.

Desde el comienzo de las universidades, las humanidades han sido esenciales para preparar a los estudiantes a vivir con sentido en un mundo diverso y complejo, a gestionar la incertidumbre y abordar preguntas no solo sobre lo que podemos hacer sino sobre lo que debemos ser. Una generación técnicamente competente pero éticamente desorientada no representa progreso.




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Una integración centrada en la persona

La IA es una herramienta poderosa, pero el centro de la educación reside en la curiosidad humana, la investigación crítica y el coraje de enfrentar la complejidad. Estas son las cualidades que transforman la información en comprensión y el conocimiento en sabiduría.

Por eso se necesita una integración equilibrada e intencional de la IA en la educación. Una adopción pasiva o un entusiasmo ciego no producirá resultados satisfactorios en el aprendizaje, y los educadores hemos de reflexionar críticamente sobre qué papel debe desempeñar la IA en el proceso educativo.

Para que la inteligencia artificial cumpla verdaderamente su cometido debe estar alineada con los valores fundamentales de la educación: el pensamiento independiente, la reflexión ética y la conexión humana significativa. Solo entonces podrá amplificar el potencial humano en lugar de reemplazarlo.


Una versión de este artículo se publicón en LinkedIn.

The Conversation

Santiago Iñiguez de Onzoño no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. Inteligencia artificial, ¿comida rápida intelectual? – https://theconversation.com/inteligencia-artificial-comida-rapida-intelectual-260098

Cuando pensamos con el coche: las palabras que usamos influyen en cómo nos movemos por la ciudad

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Lorena Pérez Hernández, Catedrática de Filología Inglesa. Lingüística cognitiva, Universidad de La Rioja

“Me costó toda una vida aprender a pintar como un niño”.

Pablo Picasso

A medida que cumplimos años, nuestra visión del mundo deja irremediablemente de ser nuestra. Liberarse de los filtros que se van interponiendo entre nosotros y la realidad es algo muy complejo. Los genios como Picasso son conscientes de ello; el resto normalmente no nos damos cuenta.

Una parte del mundo la vemos con los ojos, pero otra gran parte nos llega tamizada por el lenguaje y los procesos de socialización. Con frecuencia, resulta complicado identificar esta visión como parcial y sesgada. Así sucede también cuando observamos (y hablamos) de la movilidad urbana.

A menudo vemos coches aparcados encima de las aceras obstruyendo el paso. En ocasiones incluso en parques o paseos, aparcados de manera ilegal. En inglés la palabra carspreading describe la acción de estos conductores, haciendo un paralelismo con el término manspreading que designa el habitual despatarre masculino en los medios de transporte.

En español carecemos de una palabra que describa ese uso desconsiderado del espacio público. El vacío léxico dificulta la comunicación, y lo que no se puede nombrar pasa más desapercibido. Aquello de lo que no se habla difícilmente se puede evitar.

Un hombre con las piernas abiertas ocupando más espacio en el transporte público y un coche ocupando la acera.
El manspreading y el carspreading.
Eric Fischer/Wikimedia Commons-WNYC New York Public Radio/Flickr, CC BY-SA

Lo normal es el coche

La relación entre lengua y realidad es bidireccional. Los vacíos léxicos pueden venir determinados por modelos cognitivos –con frecuencia institucionalizados y dominantes– que nos hacen ver la realidad de manera sesgada. Uno de estos sesgos es la motonormatividad.

El pensamiento motonormativo enfatiza la conducción como forma de movilidad natural e impide juzgar como incívicos comportamientos al volante que en otros contextos identificaríamos casi como “antisociales”.

Esto se observa muy bien en los titulares de prensa que recogen accidentes automovilísticos y que a menudo utilizan diversas estrategias lingüísticas para silenciar la responsabilidad de los conductores.

La metonimia “coche” por “conductor”, por ejemplo, es una gran aliada de la motonormatividad. Titulares como “Un coche atropella a una joven” presentan automóviles que parecen tener vida propia. Curiosamente, la misma estrategia no suena natural cuando el vehículo es una bicicleta (“Una bicicleta atropella a un peatón”). En estos casos sí se suele hacer explícito el verdadero agente de la acción.

La voz pasiva también logra ocultar al responsable del atropello: “Herido grave un niño de 6 años tras ser atropellado”.

Si las estrategias anteriores no son suficientes para silenciar la responsabilidad de los conductores, siempre se puede echar la culpa a entes abstractos: “Los accidentes de tráfico se han cobrado la vida de 261 personas en lo que va de año” o “Un total de 1 755 personas fallecieron en las carreteras y calles españolas por culpa de un accidente de tráfico”.

La mentalidad motonormativa se extiende al uso de la cortesía verbal. A menudo los mensajes dirigidos a los conductores son más corteses (“Por favor, respeten los vados”) que los que damos a los niños (“Prohibido jugar al balón bajo sanción municipal”).

Un cartel de 'por favor respeten los vados' al lado de otro que dice 'prohibido jugar al balón menores de 4 años bajo sanción'.
Mensajes (educados) para los conductores y mensajes (categóricos) para los niños.
Facebook Ayto. de Alpera y Aragón noticias

Metáforas de movilidad

La motonormatividad es una forma de ver el mundo que forma parte de nuestro sistema conceptual y se plasma también en las metáforas que usamos para entender y hablar de la movilidad.

Hablamos metafóricamente de la movilidad como un sistema circulatorio en el que las calles son las venas y arterias de la ciudad, y los vehículos a motor la sangre que discurre por ellas. Los obstáculos a la movilidad motorizada ponen en peligro todo el sistema y la salud de la ciudad en su conjunto. Basta leer un artículo en el que se explica cómo la covid-19 consiguió “atacar” la esencia de las ciudades, “desconectando sus órganos” y “debilitando” el transporte público, entendido como “su sistema circulatorio”.

La metáfora de la ciudad como un cuerpo tiene una función instructiva, y nos permite entender cómo funciona la movilidad urbana.

Pero además de instructivas, las metáforas también legitiman distintas formas de ver el mundo. Por eso, diversos estudios enmarcados en la ecolingüística proponen desenmascarar las narrativas lingüísticas y metafóricas que silencian los problemas de una movilidad exclusivamente motorizada.

Resistir con metáforas

Las metáforas de resistencia son habituales en el discurso de los usuarios de nuevos tipos de movilidad urbana. Mediante su uso visibilizan los sesgos del lenguaje y el pensamiento motonormativo.

Algunas de estas metáforas se apoyan en narrativas institucionalizadas. Por ejemplo, parten de la visión común de la ciudad como un sistema circulatorio pero resaltan las consecuencias negativas de un modelo de movilidad exclusivamente motorizado. Así, los coches aparecen como el colesterol que causa el bloqueo de sus arterias poniendo en riesgo la salud de la ciudad en su conjunto.

También, apoyándose en las equiparaciones metonímicas entre conductor y tipo de vehículo, se señalan las consecuencias sanitarias negativas que la movilidad motorizada puede tener para sus usuarios (al facilitar la obesidad y el desembolso económico) y se comparan con otro tipo de movilidad activa.

Nuevas metáforas para una nueva movilidad

Sin embargo, las metáforas de resistencia no siempre se apoyan en marcos ya establecidos. Estudiar el lenguaje de los activistas por la movilidad ciclista permite identificar otros tipos.

Uno de ellos es la oposición explícita al pensamiento motonormativo y la crítica abierta al coche como el “dios” o “rey” de la ciudad. Como explica el arquitecto y urbanista Juan Carlos García de los Reyes, el reino de los peatones “no es de este mundo”. No hay lugar para los ciudadanos en ciudades que están completamente “sacrificadas al coche”.

Hay otras metáforas que encontramos en los discursos que abogan por una movilidad sostenible, con frecuencia equiparada a la movilidad ciclista o peatonal. Éstas sirven para implantar en el imaginario colectivo narrativas más compatibles con los objetivos de desarrollo sostenible.

Es el caso del reenmarcado de la ciudad que supone entenderla no como un trastero de coches sino como una casa habitable, promoviendo una reflexión sobre cómo repartimos el espacio urbano entre sus diferentes usuarios. A nadie se le ocurriría diseñar su hogar con el garaje en el centro y ocupando la mayor parte de la zona habitable de su vivienda. Sin embargo, eso es lo que ocurre en las calles, donde los coches ocupan la mayor parte del espacio transitable.

¿Cómo podemos cambiar la idea de circulación que tenemos actualmente?
Copenhague Design Co. (adaptado)

Particularmente alineadas con los postulados de la ecolingüística están aquellas que construyen la ciudad como un ecosistema urbano. Igual que en un ecosistema natural coexisten múltiples especies, en un sistema de movilidad autónomo urbano pueden convivir distintas formas de moverse, incluyendo también a peatones, ciclistas u otras formas de transporte alternativo.

Este tipo de metáforas están intentando promover un marco cognitivo diferente, equiparado a lo que se está empezando a conocer como “multiautoculturalismo”, o la reinterpretación de la ciudad como una sociedad en la que conviven distintas identidades vehiculares.

La motonormatividad lleva décadas usando el lenguaje como un mecanismo de dominación para imponer una forma de ver el mundo basada en el predominio del automóvil. Pero el lenguaje es también un potente instrumento de liberación. Las metáforas de resistencia nos ayudan a imaginar realidades alternativas. Lo que se puede imaginar habita en el umbral de lo posible.

Reformulando a Picasso, necesitamos reaprender a pensar (y hablar) sobre movilidad urbana si queremos construir modelos de ciudad más sostenibles.

The Conversation

Lorena Pérez Hernández es Investigadora Principal del proyecto OTRI “Research Project on Cognitive Models in Branding” (OTEM240725), investigadora en el proyecto “Partnership on University Plagiarism Prevention” (Social Sciences and Humanities Research Council of Canada #895-2021-1016) y miembro del Grupo GRISSU (Grupo Riojano de Investigación en Semántica, Sintaxis y Uso del Lenguaje; Universidad de La Rioja) y del Grupo de Acción ICON (Campus Iberus).

Laura Filardo-Llamas es investigadora principal del proyecto “Variación Semántica y Comunidades de Práctica en Redes Sociales” (SEMVARCOP) (Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, PID2023-148324NB-I00). Coordina el Grupo de Investigación Reconocido en Estilística Cognitiva (UVA) y es miembro del Grupo de Acción ICON del Campus Íberus.

ref. Cuando pensamos con el coche: las palabras que usamos influyen en cómo nos movemos por la ciudad – https://theconversation.com/cuando-pensamos-con-el-coche-las-palabras-que-usamos-influyen-en-como-nos-movemos-por-la-ciudad-256283

Irán podría volver a enriquecer uranio en pocos meses

Source: The Conversation – (in Spanish) – By J. Guillermo Sánchez León, Instituto Universitario de Física Fundamental y Matemáticas (IUFFyM), Universidad de Salamanca

Ultracentrifugadoras para obtener uranio enriquecido. Wikimedia Commons, CC BY

Desde la Revolución islámica de 1979, los líderes religiosos de Irán han manifestado en diversas ocasiones su intención de lograr la aniquilación de Israel. Estas amenazas han sido tomadas muy en serio por el Estado israelí, especialmente desde que, en agosto de 2002, se reveló que Irán, paralelamente a su programa nuclear civil, mantenía en secreto un programa de desarrollo de armas nucleares, violando así el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), del cual es firmante.

Este tratado ha sido un pilar fundamental para limitar el desarrollo de la tecnología nuclear a fines pacíficos y, sobre todo, para evitar la proliferación de armas nucleares más allá de los países que ya las poseían antes de 1967. Sin embargo, no ha impedido que otras naciones no firmantes del tratado, como India, Pakistán, Israel y Corea del Norte, hayan desarrollado sus propios arsenales nucleares.

La vigilancia del cumplimiento del TNP recae en el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA o IAEA), cuyos inspectores supervisan las instalaciones nucleares en todo el mundo, controlando en particular los inventarios y movimientos de materiales como el uranio y el plutonio.

¿Qué es el uranio enriquecido?

El uranio, en estado natural, esta básicamente formado por dos isótopos: U-238 y U-235. Para muchas aplicaciones civiles –como los reactores nucleares para generación de energía o la producción de isótopos para uso médico– es necesario enriquecer este elemento. Esto consiste en aumentar la proporción de U-235 por encima del 0,7 % que contiene el uranio natural.

El método más común para enriquecer es utilizar ultracentrifugadoras: cilindros de aproximadamente 10 centímetros de diámetro y 4 o 5 metros de altura. En estos cilindros, el uranio está en forma de hexafluoruro de uranio (UF₆) en estado gaseoso, lo cual requiere mantenerlo por encima de 56 ºC, ya que a temperatura ambiente es sólido. Las ultracentrifugadoras, que giran a altísimas velocidades, desplazan el U-235 hacia su centro, de donde es extraído.

El enriquecimiento necesario para usos civiles rara vez supera el 5 % de U-235, mientras que para la fabricación de armas nucleares se necesita que sea superior al 90 %. También puede emplearse plutonio-239, aunque su manejo y producción son tecnológicamente más complejos.

Instalaciones de riesgo en Irán

Muy pocos países posen la capacidad de enriquecer y este proceso se realiza en instalaciones civiles vigiladas por la OIEA, en ninguna de las cuales se obtiene uranio altamente enriquecido. De hecho, desde 1986, el número de ojivas nucleares en el mundo ha disminuido significativamente, aunque todavía persiste una cantidad capaz de provocar una catástrofe global.

Esta reducción generó un excedente de uranio y plutonio de uso militar, especialmente en EE. UU. y Rusia (anteriormente, Unión Soviética), lo que llevó a ambos países a deshacerse de una parte sustancial de sus reservas de uranio altamente enriquecido y plutonio.




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Una excepción es Irán, que ha utilizado su instalaciones de enriquecimiento para obtener uranio enriquecido por encima de lo justificable para fines civiles –energía, medicina, etc.–. En varias ocasiones, Israel ha atacado las instalaciones nucleares iraníes y, en una operación particularmente destacada, logró inutilizar sus ultracentrifugadoras mediante un sofisticado virus informático.

Tratado fallido

En 2015, bajo la iniciativa del presidente Barack Obama, se firmó un acuerdo nuclear entre Irán y las principales potencias mundiales. En él, Teherán se comprometía, entre otras cosas, a no enriquecer uranio-235 por encima del 4 %, bajo la supervisión del OIEA.

Desafortunadamente, en mayo de 2018, durante su primer mandato, el presidente Donald Trump decidió retirar a EE. UU. del acuerdo.

Aunque los inspectores del OIEA continuaron supervisando las instalaciones iraníes, ya no tenían autoridad para imponer restricciones al nivel de enriquecimiento, dado que el acuerdo dejó de estar en vigor. Su función se limitó a observar y documentar el uso de los materiales nucleares.

Imagen por satélite de las instalaciones nucleares de Natanz, antes de ser bombardeada por EE. UU. el 22 de junio de 2025.
Wikimedia Commons., CC BY

Los informes del OIEA indicaron que Irán poseía al menos 400 kg de uranio enriquecido al 60 %, justificado por Teherán como material para investigación. Supuestamente en respuesta a esta información, Israel bombardeó las instalaciones nucleares iraníes de Fordow, Natanz y Isfahán. Fordow y Natanz son instalaciones de enriquecimiento, mientras que Isfahán es un centro tecnológico con varios pequeños reactores nucleares de investigación.

Sin embargo, se sabe que muchas de estas instalaciones están protegidas bajo decenas de metros de tierra. Las propias autoridades israelíes reconocieron que con sus bombas no podían penetrar ese blindaje, por lo que solicitaron la intervención de EE. UU., que atacó las instalaciones con sus armas no nucleares de mayor potencia.

En las instalaciones de enriquecimiento, la liberación de sustancias nucleares es muy improbable y el riesgo para la población es escaso. No es así el caso de Isfahán, donde la destrucción de los reactores podría provocar al liberación de productos de fisión y, con ellos, una enorme cantidad de radiación.

Monumentos históricos en la ciudad iraní de Isfahán.
Wikimedia Commons., CC BY

Suficiente para tres bombas atómicas

Para las autoridades iraníes, este ataque era previsible y, aunque es posible que las instalaciones hayan sido destruidas, no hay garantía de que uranio altamente enriquecido no hubiera sido previamente trasladado. Los 400 kilos registrados por el OIEA puede almacenarse en tres o cuatro cilindros pequeños de UF₆, algo que es sencillo camuflar y transportar.

Esa cantidad bastaría para obtener, con relativa facilidad, unos 200 kg de uranio enriquecido al 95 %, suficiente para fabricar tres bombas atómicas rudimentarias similares a Little Boy, lanzada sobre Hiroshima en 1945.

Termonucleares, un peligro aun peor

Aunque Irán llegase a fabricar 2 o 3 bombas, es dudoso que las arrojase contra Israel o EE. UU. porque, probablemente, recibiría como respuesta unas decenas de bombas miles de veces más potentes que arrasarían su propio país. El peligro que se plantea es el grado de desarrollo tecnológico que dispone para fabricar sofisticadas bombas nucleares de segunda generación, las conocidas como termonucleares, mucho más destructivas.

Pequeñas cantidades de U-235 y/o Pu-239 pueden actuar como iniciadoras de la explosión termonuclear, recurriendo al efecto Ulm-Teller. Este consiste en el uso de una bomba atómica de fisión nuclear a modo de disparador, colocada cerca de una cantidad de combustible de fusión nuclear. El uso de la “implosión de la radiación” comprime el combustible de la fusión y consigue su encendido.

Con esa tecnología, que es la disponible por los países nucleares, 200 kg de uranio altamente enriquecido permitirían disponer de varias decenas de cabezas nucleares fácilmente transportables en misiles.

Hasta ahora teníamos, o creíamos tener, a través de las inspecciones de la OIEA, un conocimiento de las actividades nucleares que se realizaban en Irán. Rota esta vía, no es descartable que Irán busque seguir los pasos del Corea del Norte, que parece dispone de unas decenas de bombas atómicas funcionales, a costa de un gran aislamiento internacional.

Urge un compromiso internacional

En el momento de escribir estas líneas, Irán ha cortado las relaciones con la OIEA. Según Rafael Grossi, director general la OIEA, este país tendría capacidad para empezar a enriquecer uranio de nuevo en pocos meses.

En este escenario, es fundamental recuperar un control internacional de las armas nucleares, empezando por Estados Unidos y Rusia, que deben reducir sustancialmente sus arsenales como hicieron en el pasado. Por otro lado, algunas declaraciones del presidente Trump hacen dudar del compromiso que EE. UU. tiene en la defensa de los países europeos miembros de la OTAN frente a una amenaza nuclear rusa. Si no se dispone de esta garantía, la Unión Europea puede plantearse el desarrollo de una defensa nuclear propia.

De hecho, el presidente de Francia, único país de la UE con armas nucleares, se ha referido en alguna ocasión a la puesta a disposición de la UE de su arsenal. Es fundamental que EE. UU. disipe estas dudas. Si no, corremos el riesgo de entrar en un mundo donde las amenazas del uso de armas nucleares se multipliquen con los riesgos e incertidumbres que ello supondría.

The Conversation

J. Guillermo Sánchez León no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. Irán podría volver a enriquecer uranio en pocos meses – https://theconversation.com/iran-podria-volver-a-enriquecer-uranio-en-pocos-meses-260018

El tesoro químico oculto en el polvo de las calimas

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Laura Collado Brunete, Investigadora Titular en foto(termo)catálisis, IMDEA ENERGÍA

Calima en la ciudad de Málaga en marzo de 2022. Eduardo Frederiksen/Shutterstock

A menudo lo percibimos solo como una molestia: cubre los coches, tiñe de ocre los cielos y deja una capa rojiza sobre las ciudades durante episodios de calima. Sin embargo, el polvo del desierto, ese visitante inesperado que llega impulsado por el viento desde tierras lejanas, podría estar contándonos una historia muy distinta si lo miramos con atención.

Bajo el microscopio, este polvo revela una composición rica en minerales, algunos con propiedades sorprendentes. ¿Y si lo que consideramos un residuo atmosférico fuera, en realidad, un recurso natural con potencial para generar energía limpia?

Mucho más que tierra en el aire

Cada año, especialmente durante el verano, miles de millones de toneladas de polvo son levantadas desde regiones áridas del planeta, formando gigantescas masas de aire cargadas de partículas en suspensión. Estas nubes, conocidas como calima, pueden recorrer miles de kilómetros y llegar a zonas tan diversas como el norte de Europa, Oriente Medio o incluso la selva del Amazonas.

Lejos de ser un fenómeno anecdótico, el polvo del desierto tiene efectos reales y de gran alcance: puede fertilizar suelos, modificar la formación de nubes, alterar los patrones de lluvia o incluso influir en el desarrollo de huracanes. También tiene un impacto directo sobre la salud humana, ya que las partículas finas que transporta pueden penetrar en el sistema respiratorio, aumentando el riesgo de enfermedades cardiovasculares y respiratorias.




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Pero más allá de estos efectos conocidos, hay un hecho menos evidente. Este polvo está compuesto por minerales que pueden absorber la luz del sol y activar reacciones químicas, es decir, puede actuar como un material fotocatalítico natural.

Imagen que muestra la península ibérica en tonos naranjas y marrones según la cantidad de polvo depositado.
Representación de la deposición total de polvo en Las Rozas (Madrid) el 15 de marzo de 2022, durante la tormenta Celia.
Datos de la Oficina de Modelización y Asimilación Global de la NASA (GMAO), CC BY-SA

Un cóctel mineral con propiedades ocultas

En un estudio reciente, hemos analizado muestras de polvo recogidas tras la tormenta de calima Celia, que afectó a buena parte de España en marzo de 2022. Descubrimos que este polvo proveniente del desierto del Sáhara está formado en su mayoría por minerales comunes como cuarzo, calcita, feldespato potásico y dolomita.

Estas partículas, tan ligeras y finas que el viento puede levantarlas con facilidad, son las responsables de las espectaculares nubes rojizas que cruzan el cielo durante los episodios de calima. Pero lo más interesante no está en lo que abunda, sino en lo que aparece en pequeñas dosis.

En torno al 1 % de la muestra contenía rutilo (una forma cristalina de dióxido de titanio, TiO₂) y minerales ricos en hierro como la hematita. Estos compuestos tienen propiedades fotoactivas, es decir, son capaces de absorber la luz del sol y activarse para desencadenar reacciones químicas. En otras palabras, el polvo del desierto contiene, de forma natural, los mismos ingredientes que usamos en el laboratorio para preparar fotocatalizadores activos para la producción de hidrógeno.

Tres imágenes, una de satélite y dos de una muestra de polvo donde aparecen distintos minerales con diferentes colores
(a) Imagen del satélite Aqua (NASA) y fotografía de una muestra del polvo. (b) Imagen de microscopio y (c) análisis químico: titanio (rojo), hierro (naranja), calcio/magnesio (verde), silicio (azul).
Laura Collado, CC BY-SA

Comparación con un fotocatalizador comercial

Para comprobar si este potencial se traducía en resultados reales, probamos el polvo como fotocatalizador en un reactor solar experimental. Al exponerlo a la luz del sol en presencia de vapor de agua y etanol, el material fue capaz de generar hidrógeno. Y además esta producción fue 250 veces mayor que la obtenida con el dióxido de titanio comercial usado como material de referencia, comparando la cantidad de titanio presente en ambas muestras.

Además, realizamos ensayos de reutilización y estabilidad, comprobando que el polvo mantenía su actividad tras varios ciclos de uso consecutivos. Los resultados confirmaron que el polvo mantenía su actividad fotocatalítica sin desactivarse, convirtiendo a este material en un candidato prometedor para futuras investigaciones, especialmente basadas en tecnologías solares y materiales naturales y abundantes.

Distintos gráficos que representan la producción de hidrógeno solar utilizando polvo sahariano como catalizador en diferentes condiciones
Producción de hidrógeno solar empleando polvo sahariano como fotocatalizador. (a) Fotoreactor solar de fase gaseosa a escala de planta semipiloto, equipado con colectores. (b) Producción de hidrógeno a partir de una mezcla de agua y etanol en función de la energía solar recibida. (c) Comparación de la producción acumulada de hidrógeno solar entre el polvo y el dióxido de titanio comercial usado como referencia. (d) Experimentos de reutilización con polvo sahariano lavado (ensayos durante 3 días) y comparación con una muestra de TiO₂ no reutilizada.
Laura Collado, CC BY-SA

De residuo a recurso

Nuestro estudio propone una forma de mirar al polvo del desierto no solo como un fenómeno molesto o un residuo atmosférico, sino también como un material con valor oculto. Inspirado en la naturaleza, el trabajo plantea una estrategia de aprovechamiento que encaja con los principios de sostenibilidad y economía circular, sacando partido a lo que ya tenemos, sin necesidad de grandes transformaciones ni costosos procesos industriales.

En un escenario global marcado por el cambio climático, la escasez de recursos y la expansión de las zonas áridas, repensar cómo gestionamos materiales abundantes y poco valorados, como el polvo en suspensión, cobra más sentido que nunca.

Más allá de su aplicación inmediata, esta investigación abre nuevas líneas para el desarrollo de tecnologías solares que apuesten por lo simple, lo natural y lo local. Y nos recuerda que, a veces, las soluciones más prometedoras pueden estar flotando literalmente en el aire.

The Conversation

Laura Collado Brunete no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. El tesoro químico oculto en el polvo de las calimas – https://theconversation.com/el-tesoro-quimico-oculto-en-el-polvo-de-las-calimas-254261

Trastornos alimentarios en mayores: sin una buena dentición, no hay apetito

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Juan Carlos Gavira Tomás, Doctorando en Ciencias de la Salud, Universidad de Castilla-La Mancha

buritora/Shutterstock

Los trastornos alimentarios son una realidad compleja y, a menudo, subestimada. Comúnmente se asocian con adolescentes y adultos jóvenes que sufren problemas psicológicos relacionados con una insatisfacción por su imagen corporal, desencadenantes de patologías como la bulimia o la anorexia.

Pero los adultos mayores también pueden experimentar importantes alteraciones en su relación con la comida. En este grupo, la imagen pasa a un segundo lugar, y desempeña un papel muy importante la pérdida de facultades físicas debidas a la edad. Asimismo influyen los cambios de condiciones sociales y económicas de esta etapa de la vida.

Cuando alguien de avanzada edad no come, lo más fácil es pensar que no le gusta nada o que se ha vuelto muy delicado. Técnicamente, puede sufrir lo que se conoce como hiporexia, una pérdida de apetito característica en personas mayores que puede deberse a múltiples causas: psicológicas (ansiedad, depresión…), fisiológicas (deterioro de los sentidos del gusto y el olfato, efectos de diversas enfermedades…), etcétera.

A continuación nos detendremos en uno de los factores más determinantes: la dificultad para masticar bien.

“En mucho más se ha de estimar un diente que un diamante”

En El Quijote, Miguel de Cervantes expresa por boca del hidalgo caballero la importancia de conservar los dientes. Podemos verlo en el episodio que narra la dura batalla con unos pastores en la que sale maltrecha su hasta entonces perfecta dentadura.

“En toda mi vida me han sacado diente ni muela de la boca, ni se me ha caído ni comido de neguijón ni de reuma alguna”, exclama don Quijote. Y al comprobar Sancho su lamentable estado, se lamenta: “¡Sin ventura yo! qué más quisiera que me hubieran derribado un brazo, como no fuera el de la espada. Porque te hago saber, Sancho, que la boca sin muelas es como molino sin piedra, y en mucho más se ha de estimar un diente que un diamante”.

No es exagerado que el Caballero de la Triste Figura comparara el valor de sus muelas con el brazo de la espada. Junto con las glándulas salivares y los músculos, son los órganos fundamentales de la masticación, la primera fase en el proceso de alimentarnos.

Así, al masticar, trituramos el alimento y estimulamos la secreción de saliva, que contribuye a saborear lo que comemos. La comida reduce el estrés y mejora el bienestar. Es un momento muy importante del día durante el que se estrechan las relaciones humanas.

Siendo jóvenes no pensamos que, con el paso de los años, nuestro organismo inevitablemente se irá deteriorando. Perderemos dientes y facultades para masticar. No somos conscientes de que para los adultos mayores la hora de compartir la mesa cambia radicalmente.

Pocas visitas al dentista

Además, las personas de más de 65 años vivieron unas circunstancias muy particulares. En 1960, por ejemplo, había en España 1 469 dentistas, en comparación con los más de 42 000 que hay actualmente. No existía la cultura de la higiene dental. La visita al dentista era poco frecuente y en la mayoría de los casos suponía la extracción de piezas dentales.




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A esto hay que añadir una mayor esperanza de vida y que, con el uso, “las piedras del molino” se van deteriorando.

A primera vista parece un hecho irrelevante, pero desencadena en el organismo una cascada de consecuencias. Cuanto mayor es el deterioro, mayores son las respuestas y más afectan a la salud general y al estado de ánimo.

La pérdida de los dientes impide triturar los alimentos, y no masticar impide que se estimulen las glándulas encargadas de producir saliva. La comida mal masticada está formada por trozos grandes y sin mezclar con dicha saliva, lo que retrasa la digestión y la asimilación.

Entonces, los alimentos pasan rápidamente al estómago, donde los ácidos gástricos tienen que redoblar esfuerzos para que los nutrientes estén disponibles y hagan su función de regeneración y reparación celular.

Las consecuencias son: disfagia por la dificultad al tragar (aumentada por algunas enfermedades neurológicas como el párkinson), falta de saliva (agravada por ciertos medicamentos), acidez o meteorismo. Esto desencadena un malestar físico y desánimo con el momento de comer.

Una reparación a veces inviable

La solución pasa por la reposición de los dientes perdidos mediante prótesis. Sin embargo, para los adultos mayores, muchas veces resulta inviable esta reparación, debido a varias causas: la pérdida o el deterioro de los tejidos de la boca, el cambio de domicilio a una residencia o la escasa cuantía de la pensión.

Además, el organismo responde a la ausencia de dientes con una recesión de los maxilares que dificulta el soporte adecuado de la prótesis. La reabsorción del hueso mandibular hace que el canal del nervio dentario quede en una localización muy superficial, y la presión de la restauración puede provocar heridas y un dolor insoportable al masticar.

Todas estas circunstancias hacen que, para las personas mayores, el importante acto de la comida pase de ser un placer a una tortura. Esto obliga a realizar cambios en la dieta, priorizando productos más fáciles de masticar, pero menos nutritivos. También afecta a las relaciones sociales, por la incomodidad al mostrar sus dificultades para comer. Las consecuencias físicas y psicológicas son muy importantes.

El ritual de la comida

En conclusión, prestar atención a las dificultades para masticar de los mayores puede ser determinante para evitar muchos problemas físicos y psicológicos. Los trastornos alimentarios pueden tener consecuencias graves, como desnutrición, pérdida de masa muscular, debilitamiento del sistema inmunológico y deterioro de la calidad de vida.

Reconocer, valorar y tratar la capacidad para masticar es esencial. Participar del ritual de la comida favorece la salud y el estado emocional. Una vejez saludable y digna necesita compartir este importante momento del día.

The Conversation

Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.

ref. Trastornos alimentarios en mayores: sin una buena dentición, no hay apetito – https://theconversation.com/trastornos-alimentarios-en-mayores-sin-una-buena-denticion-no-hay-apetito-254940

Vínculos saludables: la clave para el bienestar digital de los adolescentes

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Francisco Javier Malagón Terrón, Profesor Asociado en Ciencias de la Información, Universidad Complutense de Madrid

Actualmente, una de cada seis personas en nuestro planeta tiene entre 10 y 19 años, es decir, está en la adolescencia, etapa vital en la que los seres humanos experimentamos grandes cambios y en la que la salud mental puede verse afectada por múltiples factores. Se estima que el 14 % de la población mundial adolescente padece algún trastorno mental, aunque son muchos los que carecen de un diagnóstico y un tratamiento adecuados.

Los trastornos más comunes son la ansiedad y la depresión, y afectan a las relaciones sociales, al rendimiento académico, e incluso pueden llevar al suicidio, tercera causa de defunción en las personas de 15 a 29 años. También son frecuentes los trastornos del comportamiento, como el déficit de atención e hiperactividad y el trastorno disocial, así como los trastornos de la conducta alimentaria, la psicosis y el consumo de sustancias tóxicas.

En este contexto, hay que considerar también la presencia y uso masivo de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). El informe Impacto del aumento del uso de Internet y las redes sociales en la salud mental de jóvenes y adolescentes, realizado por Red.es en 2023, analiza cómo el uso intensivo de estas tecnologías influye en la salud mental de ese sector de la población en España.

Si bien son muchos los efectos positivos asociados al uso de las TIC (aceptación social, expresión creativa, conexión con amistades, etc.), también existen efectos negativos y riesgos a tener en cuenta. Entre ellos, la reducción de interacciones presenciales, el aislamiento social, los problemas emocionales, el uso compulsivo de servicios digitales y diversos trastornos mentales asociados.

Según el mencionado informe, entre los fenómenos que contribuyen al deterioro de la salud mental se encuentran el miedo a perderse algo (FOMO, de las siglas en inglés de Fear Of Missing Out), los comportamientos adictivos, la obsesión por cánones estéticos y el excesivo tiempo frente a las pantallas, de donde se derivan dificultades relacionales a nivel familiar y social.

Ahora, además, hay que contar con los efectos disruptivos de la inteligencia artificial generativa. Si bien tiene aplicaciones interesantes, puede influir en la salud mental de los adolescentes de manera negativa intensificando la retención de los usuarios frente a las pantallas, la exposición a contenidos inadecuados e información falsa, el ciberacoso, la manipulación emocional y la distorsión de la autoimagen y la identidad personal.

Riesgos de la IA

Una reciente investigación dirigida por Karen Mansfield, de la Universidad de Oxford, advierte de los riesgos que implican los dispositivos basados en IA que intentan imitar las capacidades cognitivas y de razonamiento de los humanos, al tiempo que son capaces de generar deepfakes o informaciones falsas eficaces.

El estudio revela también el escaso consenso que existe entre los especialistas acerca del impacto de las TIC en la salud mental de los jóvenes, así como la falta de estudios específicos relacionados con la influencia que está ejerciendo la inteligencia artificial.

Con todo, hay que admitir que la interacción entre adolescencia, condiciones sociales, TIC y salud mental es ciertamente compleja, y aún falta profundizar mucho más en el conocimiento basado en la evidencia científica. Pero eso no implica que debamos quedarnos de brazos cruzados, esperando a despejar todas las dudas. Entre otras razones, porque vivimos un periodo histórico de profundos y continuos cambios que nos sitúan, una y otra vez, en la frontera de lo que desconocemos. Aunque sea sobre un principio de provisionalidad, es necesario explorar respuestas a una situación que socialmente se percibe como un fenómeno cada vez más grave.

Salud mental: niveles

En un artículo publicado recientemente en la Revista Iberoamericana de Gobierno Local, he tenido ocasión de proponer a debate un modelo de aproximación a la problemática de la salud mental de la población infantil y adolescente. La propuesta se adecúa, según creo, a las posibilidades de actuación de los ayuntamientos, a las organizaciones educativas y al tejido asociativo de la sociedad civil, además de ser aplicable a otros sectores de la población.

Esquema de los problemas de salud mental en forma de iceberg
Modelo de los problemas de salud mental.
Francisco Javier Malagón Terrón/Telos, CC BY-SA

Este modelo representa la realidad de la salud mental en forma de iceberg. Mientras en su zona emergente encontramos una creciente acumulación de patologías mentales diagnosticadas (nivel 1), inmediatamente por debajo del nivel del agua se extiende una gran masa de hielo en la que se concentran las patologías aún no diagnosticadas (nivel 2).

Si seguimos descendiendo, daremos con todas esas personas que tienden a experimentar sufrimiento persistente o crónico, muchas de ellas en riesgo de evolucionar hacia la enfermedad mental (nivel 3). En lo más hondo, en la zona menos bañada por la luz solar, se encuentra una condición humana inexorable y universal: la experiencia del sufrimiento (nivel 4). El ser humano es un animal sintiente, que padece dolor emocional, de manera más o menos intensa y duradera, en múltiples ocasiones, desde el nacimiento hasta la muerte.

Cada uno de los niveles expuestos puede recibir respuestas específicas a través de cuatro líneas de acción:

a) Las patologías diagnosticadas (nivel 1) deben ser atendidas por servicios clínicos especializados que, en muchos casos, necesitan contar con la colaboración de un entorno familiar y social que apoye los tratamientos.

b) En el siguiente nivel, donde se concentran las patologías no diagnosticadas (nivel 2), cobran protagonismo los servicios y dispositivos de identificación y derivación de casos. Eso incluye la atención médica primaria y pediátrica, los servicios sociales, el profesorado de los centros educativos y el tejido asociativo, entre otras figuras. En este nivel cobran gran importancia también la información y asesoramiento que puedan recibir las familias.

c) Más abajo, donde se sitúa el malestar emocional crónico (nivel 3), importa el papel que pueden desempeñar tanto los entornos seguros donde sentirse aceptados, exentos de cualquier forma de violencia, como las personas de referencia. Estas últimas, desde la confianza y el buen criterio, pueden proporcionar acompañamiento y apoyo emocional para construir vínculos sanadores.

d) En el nivel más profundo, el trabajo necesario debe orientarse en dos direcciones complementarias:

  • Crear las condiciones que aseguran la calidad de vida, interviniendo en áreas tan diversas como vivienda, salud, educación, cultura, deporte, consumo, transporte, medios de comunicación, seguridad ciudadana, medioambiente o urbanismo.

  • Fomentar que los ciudadanos adquieran habilidades o competencias existenciales: gestión emocional, asertividad, empatía, resiliencia, resolución dialogada de conflictos, trabajo en equipo, liderazgo distribuido, planificación, etc.

Esto ayudará a prevenir y manejar el sufrimiento, rebajando su impacto y haciéndolo productivo para mejorar la vida, tanto a nivel personal como colectivo. Aquí adquiere sentido enseñar, desde la primera infancia, el difícil arte de construir y gestionar los vínculos sociales.

Este modelo se complementa con un enfoque de trabajo basado en los cuidados, cuya perspectiva transversal aplicada a las políticas públicas tiene en cuenta cinco aspectos o pilares fundamentales:

a) El cuidado personal, que cada persona practica sobre sí misma, con una visión integral de su salud (física, psicológica, relacional…).

b) El cuidado hacia otros seres humanos, de distinta condición y procedencia, conocidos y no conocidos, próximos y lejanos.

c) El cuidado del medioambiente natural y urbano, protegiendo la biodiversidad y contribuyendo a la existencia de hábitats acogedores.

d) La creación y mantenimiento de espacios seguros y protectores, inclusivos y libres de cualquier forma de violencia.

e) La construcción de instituciones cuidadoras, caracterizadas principalmente por proporcionar a las personas una atención suficiente, empática y respetuosa con sus derechos.

Esquema del enfoque de trabajo basado en los cuidados representado como un templo con cinco columnas
Enfoque de trabajo basado en los cuidados para las políticas públicas.
Francisco Javier Malagón Terrón/Telos, CC BY-SA

Desde el enfoque basado en los cuidados, se trata de crear las condiciones sociales y educativas necesarias para que las personas puedan alcanzar mayores niveles de bienestar integral. En este sentido, los ayuntamientos, los centros educativos o cualquier otra institución o entidad social pueden preguntarse: ¿De qué forma nuestras actuaciones se apoyan y tienen en consideración cada uno de los cinco pilares de este enfoque? ¿Dónde están nuestras áreas de mejora?

Aprendizaje y vínculos

Si nos paramos a pensarlo un poco, la mayor parte de nuestras experiencias de felicidad o sufrimiento suelen estar ligadas a las relaciones con otras personas: familiares, amigos, vecinos, compañeros de trabajo, jefes, clientes, etc. El estado emocional que experimentamos con ellas, sea positivo o negativo, más o menos intenso, pasajero o duradero, puede ser interpretado como un indicador del estado en el que se encuentra cada una de nuestras relaciones.

El vínculo humano necesita de, al menos, un “otro” para configurarse, pero no siempre ese “otro” es un ser humano, pues también establecemos vínculos con otros seres vivos (animales y plantas), con elementos naturales (montañas, ríos, bosques…), con objetos fabricados por los seres humanos (banderas, edificios…) y con ideaciones (identidad personal, religiones, ideologías políticas, filosofías de vida, marcas comerciales, etc.).

El dolor emocional y, en su extremo, la enfermedad mental pueden leerse como manifestaciones o síntomas de un vínculo problemático con algún “otro”, no siempre humano. Hoy las TIC y, recientemente, la inteligencia artificial, se han constituido en un “otro” de gran poder vinculante. Pero no es aconsejable responsabilizar únicamente a este o aquel “otro” amenazante. El dolor emocional rara vez tiene una sola causa porque en nuestras vidas existen múltiples “otros” y múltiples vínculos interdependientes.

Sobre esta base, y teniendo en cuenta que la configuración y transformación de los vínculos familiares y de nuevos vínculos con el entorno es un factor crítico en la adolescencia, conviene aprender a esta edad cómo construir vínculos saludables con uno mismo y con el entorno.

El modelo iceberg presentado admite en todos sus niveles plantear las distintas líneas de actuación ante la problemática de la salud mental y el malestar emocional como un desafío en términos de sanación de vínculos deteriorados y construcción de vínculos sanadores.

Igualmente, el enfoque de trabajo basado en los cuidados propone tener en cuenta cinco pilares directamente implicados en la construcción de vínculos que contribuyan al bienestar integral de la persona.


Este artículo se publicó originalmente en la Revista Telos de la Fundación Telefónica, y forma parte de un número monográfico dedicado a la Generación Alfabeta.


The Conversation

Francisco Javier Malagón Terrón colabora con Telos, la revista que edita Fundación Telefónica.

ref. Vínculos saludables: la clave para el bienestar digital de los adolescentes – https://theconversation.com/vinculos-saludables-la-clave-para-el-bienestar-digital-de-los-adolescentes-260080

Hemos perdido, ¿y qué? La importancia de la derrota en el aprendizaje

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Daniel Piulats Vilá, Profesor universitario, Universitat de Barcelona

Ganar o perder en una competición es algo natural y esperable. Sin embargo, no todo el mundo es capaz de aceptar fácilmente la derrota. ¿Se puede aprender a perder? ¿Se puede enseñar? Por su importancia para el desarrollo cognitivo emocional y social, compartimos aquí algunas estrategias para entrenar a los niños y adolescentes a aceptar la derrota con deportividad.

Enseñar a hacer las paces con la derrota

Antes de participar en una competición, ya sea en un examen, un juego o un evento deportivo, podemos explicar al niño o al adolescente que en la mayoría de las competiciones siempre habrá ganadores y perdedores. Cuando se sienta triste por haber perdido, subrayemos que es un sentimiento completamente comprensible. Dejemos que exprese su tristeza, pero recordando que no debe quedarse atascado en su fracaso, el cual suele ser temporal.

Si se gestiona adecuadamente, la derrota puede ser una oportunidad para la autoevaluación, para aprender de los errores y para mejorar en el futuro.

Seguir las normas establecidas

Cuando los niños y los adolescentes compiten, es importante enseñarles a respetar las normas existentes, aunque no les gusten o incluso si no las entienden. Cumplir las normas puede ayudarlos a ser y comportarse de manera honesta y evitar la tentación de hacer trampas. Al inculcar una actitud de respeto hacia las normas, se aleja a los niños y adolescentes del comportamiento de justificar cualquier medio para ganar a toda costa.

Dejar claras las reglas, e incluso ver partidos o competiciones previas fijándonos en ellas, es fundamental para que no haya malentendidos; aquí nuestro ejemplo es vital.

Centrarse en la mejora personal

Frente a las derrotas, en lugar de caer en la tentación de culpar a los demás o acusar a los demás de hacer trampas, es mejor entrenar a los niños y adolescentes a focalizarse en mejorar sus propias carencias, compensándolas a modo de fortalezas.

Cuando el niño o el adolescente acepta o al menos tolera sus limitaciones y se esfuerza por mejorarlas, deberíamos reconocer su esfuerzo, para que pueda ser paciente y continuar el proceso de recuperación de confianza.

Dar ejemplo

Los niños y los adolescentes pueden aprender a afrontar mejor el fracaso a partir del ejemplo que nosotros como adultos les ofrecemos. Cuando hay que afrontar una derrota, podemos aprovechar para explicarles un fracaso nuestro, cómo reaccionamos (y cómo nos hubiera gustado reaccionar) y qué lecciones aprendimos.

Al escuchar nuestras experiencias, entenderá que perder o fracasar es natural y que, de hecho, nos puede pasar a todos.

Los niños y los adolescentes observan e imitan a las personas de su alrededor. Si somos capaces de articular nuestra decepción de manera positiva, de felicitar al rival por su victoria y por su juego limpio, y de reflexionar sobre lo que se podría hacer de manera diferente la próxima vez, estamos ofreciendo un buen ejemplo de saber perder.

Valorar explícitamente el esfuerzo

Cuando nos enfrentamos a una derrota a pesar de haber realizado un gran esfuerzo, a veces viene bien un reconocimiento en forma de pequeño obsequio o unas palabras de aliento. Este detalle puede servir como motivación inicialmente extrínseca para continuar practicando y compitiendo según las normas establecidas.




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Asumir los errores

Más allá de competiciones o exámenes, la manera en la que nos enfrentamos a los errores puede ayudarnos a crecer y evolucionar o puede hacernos sentir frustrados y deprimidos. Por eso, educar en la tolerancia al fracaso ayuda a crecer aprendiendo de los errores, ser agradecidos y no justificar cualquier medio poco ético para conseguir nuestros deseos.

¿Cómo hacerlo? La Fundación Novak Djokovic propone, en primer lugar, que los adultos sean pacientes: aprender a aceptar la derrota es un proceso, así que no se debe esperar que el niño o incluso el adolescente lo domine a la primera. Por esta razón, conviene exponerles a situaciones en las que pueda ganar o perder, sea en juegos, deportes, concursos; y hacer lo posible por que juegue a estas competiciones con otros niños, de acuerdo con su edad.




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Es importante entender que no solo no es malo querer ganar, sino que reconocerlo y comprenderlo forma parte también del proceso de aceptación de la derrota. Ofrecer apoyo emocional y presencia física, independientemente del resultado, es muy importante. Si ha ganado, nos podemos alegrar con él; pero si ha perdido, debemos estar ahí también, ayudando a gestionar las emociones negativas que está sintiendo.

Ni minimizar, ni silenciar

Hablar de manera profunda con los más pequeños cuando algo no ha ido como esperaban es fundamental para saber cómo se han sentido, qué les ha gustado o no de la competición, cómo entienden el resultado. Estamos creando así un vínculo afectivo estrecho con el niño.

Aunque siempre podemos encontrar aspectos positivos que elogiar, nunca debemos minimizar la importancia de la experiencia. El juego es la actividad más importante para el niño y es muy importante para el adolescente, y puede percibir una derrota como un desafío muy difícil de superar. Comentarios como “solo es un juego estúpido”, “no pasa nada”, “tampoco es para tanto”, no le ayudarán a afrontar las derrotas en el futuro.




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Cuando decimos cosas como “¿Por qué lloras? No es el fin del mundo”, le estamos transmitiendo que lo que siente no está bien. En lugar de eso, preguntemos cómo se siente, ayudemos a identificar la emoción o el cúmulo de emociones y animemos a estar en contacto con lo que siente hasta que se le pase y consiga calmarse progresivamente de manera adecuada.

Empoderar con deberes

Inmersos en una época de estímulos e imágenes de vidas perfectas, las generaciones más jóvenes necesitan especialmente, y se merecen, que los adultos les eduquemos en sus derechos, pero también en sus correspondientes deberes. Educarlos de manera realista les ayudará a afrontar los contratiempos y las frustraciones que con toda seguridad sufrirán en algunos momentos de sus vidas.

Como dijo el abogado estadounidense Wendell Phillips, la derrota no es nada más “que educación; nada más que los primeros pasos hacia algo mejor”.

The Conversation

Daniel Piulats Vilá no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. Hemos perdido, ¿y qué? La importancia de la derrota en el aprendizaje – https://theconversation.com/hemos-perdido-y-que-la-importancia-de-la-derrota-en-el-aprendizaje-259566