COP30: ocho razones económicas que frenan a los países a la hora de asumir compromisos climáticos ambiciosos

Source: The Conversation – (in Spanish) – By José Alba Alonso, Profesor Titular de Economía Aplicada, Universidad de Oviedo

Foto de los líderes mundiales en la Cumbre del Clima (COP30) de Brasil. UN Climate Change – Zo Guimarães/Flickr, CC BY-NC-SA

El cambio climático es uno de los mayores retos de la sociedad. Sin embargo, a pesar de que se han sucedido varias cumbres mundiales para afrontarlo, como la que se está celebrando estos días en Brasil (la COP30, todavía no se han tomado las medidas necesarias para mitigar su avance con la suficiente rapidez y efectividad.

Si los Estados conocen los cambios que deberían llevar a cabo y la gravedad e implicaciones de no hacerlo, ¿por qué los compromisos que han llegado a alcanzar dichas reuniones son tan exiguos?

En la COP del año pasado, el gran logro fue consignar menos de tres milésimas del PIB mundial para ayudar a los países en desarrollo (300 000 millones de dólares anuales) en la lucha contra el cambio climático. En el 2025, se plantean 30 objetivos clave.

Gran parte de la contradicción entre lo que los negociadores piensan que es necesario y lo que finalmente rubrican no tiene nada que ver con la ciencia climática, sino con cuestiones políticas y económicas. Estas son algunas de ellas:

1. Asimetría entre los costes y los beneficios

Existe una clara asimetría entre los compromisos que cada Estado habría de asumir y los beneficios que podría obtener. Aplicar medidas ambientales que limitan la producción o aumentan los costes no garantiza, en modo alguno, que un país vaya a obtener unos réditos económicos equivalentes a corto plazo.

El caso de la Unión Europea, quien más ha avanzado en esos compromisos, es paradigmático: diversos actores la acusan de estar autopenalizándose y perdiendo competitividad frente a terceros al asumir mayores compromisos que otros.




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2. Diferencias en la capacidad de influencia

Existe un conflicto entre los intereses de diferentes actores con distinta capacidad de influencia. Por una parte, existen intereses contra la aplicación de políticas que modifiquen el escenario productivo, mientras que, por otra, hay gran cantidad de individuos y organizaciones partidarios de actuar frente al cambio climático.

La balanza se inclina hacia quienes defienden algo muy propio y a lo que dan prioridad. Por ejemplo, las “cuatro grandes” petroleras” ejercen su influencia continuamente y con grandes medios (investigación, comunicación, lobbying…). Mientras tanto, millones de personas con gran interés por el clima difícilmente pueden influir en las COP. Sólo lo hacen débilmente, representados por los grupos medioambientalistas, que tienen gran voluntad, pero también mucha dificultad para lograr imponer acuerdos.

3. Impopularidad de las decisiones

Los plazos para el ejercicio político son limitados en el tiempo. Quienes pueden tomar decisiones para obtener un beneficio social diferido ven cómo la opinión pública juzga severamente las restricciones aplicadas. Conscientes de la impopularidad de medidas que afectan, finalmente, a la vida cotidiana (impuestos, cambios de vehículos, exigencias en edificación, obligaciones para agricultores, etc.) muchos decisores evitan, por impopulares, decisiones de calado.




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4. Diferencias entre países ricos y pobres

Hay situaciones y argumentos de todo tipo para defender diferentes posturas frente al reparto de los esfuerzos necesarios. Si partimos de una cantidad máxima de emisiones “aceptable”, repartir esa potencial contaminación entre los Estados lleva a enfrentamientos.

Los países más ricos contaminan más, y plantean reducciones sobre la cantidad de emisiones que vienen realizando. Los más pobres argumentan que ellos no han provocado el problema y que ahora es su turno de crecer como hicieron otros durante mucho tiempo. Esto llevaría a que países con baja renta dispusiesen de mayores cuotas de contaminación que quienes ya crecieron sin restricciones, algo que no aceptan los países desarrollados.




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5. Medidas costosas

Es necesario aplicar las mejores alternativas para minimizar las emisiones perniciosas, pero eso entraña un coste. ¿Cómo afrontar ese incremento de presupuesto para infinidad de complejos industriales, medios de transporte, sistemas de acondicionamiento de la temperatura, etc.?

En muchas ocasiones, los Estados ricos han planteado canalizar financiación para usar la mejor tecnología, pero la concreción presupuestaria ha sido insuficiente. Por otro lado, no es fácil que los países con menos recursos estén dispuestos a aceptar compromisos de modernización que pueden suponerles un grave quebranto directo.

6. Dudas sobre la efectividad de las políticas

Ha empezado a surgir una seria duda sobre la efectividad de las medidas que pudieran tomarse. El incremento de temperatura que se ha producido puede haber sobrepasado el margen en el que cabría maniobrar. Pero también constituyen un lastre las experiencias fallidas, o que se perciben como tales.

Hay un enorme debate en la Unión Europea sobre el coche eléctrico, por ejemplo. También se ha visto cómo imponer penalizaciones al transporte marítimo por sus emisiones ha supuesto que muchos buques fondeen ahora primero en el norte de África, desde donde vienen después, para minimizar el recorrido por el que se les imponen pagos ambientales.

7. Falta de perspectiva global en las cumbres

Podemos subsumir muchos de los puntos anteriores en el talante y la técnica de quienes participan en las conferencias climáticas. La propia dinámica de la negociación lleva a que cada cual intente jugar sus bazas en la forma que más le favorezca, ganando ventaja en función de las percepciones respecto al posicionamiento de otros interlocutores. Dicha actitud propicia la pérdida de una perspectiva global y hace aún más complejo cualquier acuerdo.




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8. Discontinuidad de los gobiernos

Finalmente, cabe glosar multitud de cuestiones que no están tan directamente relacionadas con las negociaciones, pero que configuran un entorno del que no se pueden sustraer quienes representan a los Estados.

La discontinuidad en los Gobiernos facilita que se interrumpan los acuerdos que supongan algo nuevo. En tal sentido, fue determinante la investidura de Donald Trump en Estados unidos a comienzos del año 2017, quebrando el mayor progreso logrado hasta entonces.

Además, la percepción social de numerosas consecuencias indeseadas, el desplazamiento de las empresas menos eficientes en la producción (que no serían capaces de competir en el nuevo escenario), la necesidad de replantear todo un modelo vital (energía, ordenación del territorio, transportes, materiales…), así como los sistemas productivos y las pautas de consumo, contribuyen a forjar un ánimo continuista.

¿Será diferente la COP30?

El clima no está mereciendo el debido cuidado por el conjunto de los Estados, cuyos Gobiernos actúan condicionados por las cuestiones apuntadas. Además, no existe una organización internacional que pueda asumir el liderazgo. Si una parte de los países no aplicase medidas, podrían atraer las actividades más perturbadoras, debilitando el resultado total. Como excepción a la desidia, la Unión Europea ha intentado liderar el proceso, pero no ha logrado que otros la sigan.

Esperemos que la COP30 tenga mejores resultados que los episodios precedentes. La sociedad ya es consciente de algunas consecuencias de la inacción y esto podría suavizar las aristas de los argumentos en los que he condensado el origen de las posposiciones. Pero no debemos ignorar la realidad socioeconómica y política, que influye decisivamente.

El desafío es ganar perspectiva, tener una visión holística y comprender la interdependencia –entre el medio ambiente y la economía, los países del norte y los del sur, los consumidores y los productores, etc.– para salvar las dificultades.

The Conversation

José Alba Alonso es Vicepresidente del Consejo Asturiano del Movimiento Europeo y miembro de la Asociación Asturiana de Amigos de la Naturaleza (en su día fue miembro del Comité Científico de Friends of Earth España)

ref. COP30: ocho razones económicas que frenan a los países a la hora de asumir compromisos climáticos ambiciosos – https://theconversation.com/cop30-ocho-razones-economicas-que-frenan-a-los-paises-a-la-hora-de-asumir-compromisos-climaticos-ambiciosos-269936

Así fueron las brutales y sistemáticas formas de represión del franquismo

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Cristian Sánchez Benítez, Profesor ayudante doctor de Derecho penal, Universidad de Jaén

Mujeres pidiendo a los soldados del bando nacional que no asesinaran a sus prisioneros en Constantina (Sevilla), al principio de la Guerra Civil. Wikimedia Commons, CC BY

El 17 de julio de 1936, Francisco Franco y otros militares se sublevaron contra el orden constitucional republicano. Esto originó, tras casi tres años de guerra, la caída de la Segunda República española el 1 de abril de 1939 y su violenta sustitución por un régimen totalitario.

El nuevo régimen se caracterizó por la militarización de la política y del orden público, por la dirección económica de las oligarquías, por la defensa de postulados ultracatólicos, antidemocráticos y especialmente anticomunistas y por una durísima represión sobre los vencidos y sus familias.

La represión –que se configuró como un elemento constitutivo del nuevo régimen, esencial para su supervivencia– consistió principalmente en la eliminación física de una parte de los republicanos y opositores al régimen.

Durante los primeros meses de la contienda predominaron los asesinatos extrajudiciales, protagonizados por militares y miembros de la Guardia Civil sublevados –muchos se mantuvieron también leales a la República–, falangistas, requetés, caciques locales y otros elementos de ultraderecha.

Consejos de guerra y “paseos”

De hecho, los pocos consejos de guerra que se articularon en estos primeros momentos y que impusieron la pena de muerte se realizaron para enjuiciar a los militares que no se sublevaron. El resto, los dirigentes y militantes de las organizaciones del Frente Popular, sindicalistas, intelectuales, maestros, e incluso familiares de aquellos sin afiliación política, eran detenidos y “paseados”, esto es, asesinados sin formación de causa, junto a las tapias de los cementerios, en cunetas o en mitad del campo junto a una fosa.

Fue a partir de 1937 cuando se pusieron en marcha numerosos consejos de guerra en las zonas conquistadas por los golpistas, que actuaron mediante procesos sumarísimos de urgencia, caracterizados por la ausencia de garantías para los procesados. Estos impusieron y ejecutaron la pena de muerte mediante fusilamiento a numerosos republicanos, principalmente en aplicación del delito de rebelión militar previsto en el viejo Código de Justicia militar de 1890.

De esta forma, los defensores de la legalidad republicana fueron condenados precisa y paradójicamente como rebeldes por parte de los verdaderos rebeldes que se habían alzado en armas contra el régimen legalmente constituido. Como el propio dirigente franquista Ramón Serrano Suñer admitió tiempo después en sus memoriasEntre el silencio y la propaganda. La Historia como fue. Memorias–, se aplicó la “justicia al revés”.

En cualquier caso, las ejecuciones extrajudiciales se siguieron perpetrando durante toda la guerra e incluso en pleno franquismo. Sobre todo, en la represión del movimiento guerrillero antifranquista –el maquis– durante los años cuarenta, en aplicación de la oficiosa Ley de Fugas, una práctica consistente en que los agentes encargados de custodiar a los detenidos justificaban su ejecución alegando una supuesta fuga.

El fin de la guerra no trajo la paz

De esta forma, el fin de la guerra no supuso la paz, sino el inicio de otra clase de guerra contra la España derrotada. Se siguió empleando el mencionado Código de Justicia militar de 1890 y su sucesor, aprobado en 1945. También se hizo uso de nuevas leyes penales especiales que contemplaban castigos muy duros –incluida la muerte– para los opositores al franquismo y que solían atribuir a la parcial jurisdicción militar, hipertrofiándola, el conocimiento de las infracciones previstas en aquellas normativas.

Todas estas normas incluyeron la pena capital en su catálogo de sanciones: la Ley de Seguridad para el Estado de 1941, los Decretos Leyes de 1947 y de 1968 –ambos sobre represión de los delitos de bandidaje y terrorismo– y el Decreto Ley de 1975, sobre prevención del terrorismo. Este último fue aprobado en agosto, unas semanas antes de la muerte del dictador.

La Ley sobre represión de la masonería y el comunismo de 1940 fue la única norma represiva importante del primer franquismo que no previó entre sus sanciones la de muerte, optando por las de reclusión mayor y menor.

Represión total

Sin embargo, para garantizar la dominación total del enemigo y la neutralización de cualquier conato de revuelta contra el impopular régimen, la represión había de ser total. Había que expulsar a todos los opositores que habían sobrevivido a la muerte o no se habían exiliado de todas las esferas de la vida social.

Y eso se hizo primeramente con la imposición a numerosos republicanos y opositores de elevadísimas penas privativas de libertad, incluida la reclusión perpetua. El hacinamiento en las prisiones, así como la necesidad de disponer de mano de obra barata tanto para empresas como para el propio Estado, hizo que ya desde 1938, en plena guerra civil, el régimen desarrollara un sistema de redención de penas por trabajo –forzado–.

Monumento a las víctimas del franquismo en La Coruña.
Jenócrates/Wikimedia Commons, CC BY

También desde 1936 se dictaron varias disposiciones dirigidas a depurar al funcionariado que no acreditara su lealtad al Movimiento. La depuración se cebó especialmente con los maestros, y también afectó notablemente al profesorado universitario.

En virtud de las normas de depuración, entre las que destaca la Ley de 10 de febrero de 1939, se expulsó a miles de trabajadores de la nueva Administración franquista. Muchos de ellos se reemplazaron por partidarios del bando sublevado mutilados, excombatientes, excautivos y familiares de “las víctimas nacionales de la guerra y de los asesinados por los rojos”, en virtud de la Ley de 25 de agosto de 1939.

Los “peligrosos” actos homosexuales

Además, el régimen no derogó la republicana Ley de Vagos y Maleantes de 1933, sino que de hecho la empleó para reprimir con medidas de seguridad, incluidas las privativas de libertad, a determinados sujetos peligrosos para el orden social: vagos y mendigos habituales, proxenetas…

De hecho, el franquismo añadió en 1954 la realización de actos homosexuales como un nuevo estado peligroso, de manera que varios homosexuales fueron internados en la Colonia Agrícola Penitenciaria de Tefía (Lanzarote). La referida Ley de Vagos fue reemplazada en 1970 por la Ley sobre peligrosidad y rehabilitación social, que siguió incluyendo la realización de actos homosexuales entre las categorías de estado peligroso.

Por último, la represión también tuvo un marcado carácter económico, principalmente con la Ley de responsabilidades políticas de 1939, aprobada en febrero, poco antes de la victoria franquista. Incluía, entre otras sanciones, la de pérdida total o parcial de los bienes (incautación) y la del pago de una cantidad fija (multa). Además, estas sanciones se hacían efectivas incluso tras el fallecimiento del responsable. Entonces eran ejecutadas sobre sus herederos, salvo que hubiesen prestado “eminentes servicios al Movimiento Nacional” o demostrasen su “anterior y pública adhesión” a sus postulados.

Sin duda, el conglomerado de elementos de la represión franquista cuyos principales medios se han expuesto aquí no solo operó como instrumento de limpieza política, sino que sirvió especialmente para generar en capas amplias de la población un estado de terror. Este resultó imprescindible para la desafección política que hizo posible que el franquismo persistiese durante casi 40 años.

The Conversation

Cristian Sánchez Benítez no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. Así fueron las brutales y sistemáticas formas de represión del franquismo – https://theconversation.com/asi-fueron-las-brutales-y-sistematicas-formas-de-represion-del-franquismo-269863

Cómo hemos cambiado en los últimos 50 años

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Oliver Serrano León, Director y profesor del Máster de Psicología General Sanitaria, Universidad Europea

Fila para votar en las primeras elecciones democráticas en una calle de Toledo (15 de junio de 1977). Magica/Wikimedia Commons, CC BY

El 20 de noviembre de 2025 marca medio siglo desde la muerte de Francisco Franco. Más allá de debates políticos o interpretaciones históricas, esta efeméride permite observar un fenómeno menos abordado: la profunda transformación psicológica que los españoles han experimentado en las últimas cinco décadas.

La evidencia procedente de grandes estudios longitudinales –como la World Values Survey, EVS/WVS, el European Social Survey, el Eurobarómetro o las series del Centro de Investigaciones Sociológicas, CIS– muestra que España no solo ha cambiado en instituciones, economía o tecnología, sino también en cómo sus ciudadanos piensan, sienten, se relacionan y toman decisiones.

Este artículo revisa esa evolución desde una perspectiva psicológica, integrando datos empíricos y ejemplos comparativos entre 1975 y la actualidad.

De la obediencia a la autonomía

Las sociedades cambian sus valores cuando cambian sus condiciones materiales, educativas y culturales. En España, este proceso es especialmente visible. Los datos integrados de la World Values Survey (1981-2022) muestran un desplazamiento claro desde valores centrados en la seguridad, la tradición y la conformidad hacia valores de autonomía, igualdad y autoexpresión.

En los años setenta predominaba la idea de seguir trayectorias vitales establecidas: estudios breves, trabajo cuanto antes, matrimonio joven y roles familiares rígidos. Hoy, la población declara mayor importancia a decidir por sí misma, explorar posibilidades y priorizar el desarrollo personal.

La sociedad ha pasado de una “personalidad adaptada” a una “personalidad exploratoria”, marcada por elecciones más libres y menos dictadas por la norma social.

Este cambio se aprecia también en la vida cotidiana: mayor libertad para elegir estudios, movilidad geográfica más común, identidades más abiertas y un aumento de decisiones vitales basadas en la realización personal más que en la norma social.

Vídeo del Gobierno de España conmemorando los 50 años de democracia en el país.

Confianza: menos vertical, más relacional

La confianza social o comunitaria también ha cambiado. Los datos de la European Social Survey] muestran que la confianza interpersonal –la creencia de que “la mayoría de la gente es digna de confianza”– ha mostrado una tendencia a aumentar en España desde principios de los años 2000.

En cambio, la confianza institucional ha seguido un patrón opuesto. Informes como Societal Change and Trust in Institutions, de Eurofound, documentan un descenso marcado en la confianza en partidos políticos, parlamento y justicia en los países del sur de Europa, incluida España, especialmente a raíz de la crisis económica de 2008.

Este cambio indica una transformación psicológica en las fuentes de seguridad.
En 1975 predominaban las estructuras verticales –la Iglesia, la empresa, la autoridad familiar– como referencia. Hoy, la confianza se apoya más en vínculos horizontales: amistades, redes sociales cercanas y comunidades elegidas.

Por último, según datos de la Plataforma del Voluntariado de España, que recopila estudios periódicos sobre la participación ciudadana, el porcentaje de la población española que realiza voluntariado ha crecido claramente en la última década: en 2018 ya se señalaba un aumento anual del 6,5 % respecto al año anterior.

Aunque no hay una serie continua que abarque desde 1975 con exactitud, todos los indicadores coinciden en que la cultura del voluntariado se ha normalizado y ampliado sustancialmente, lo que sugiere que el este tipo de compromiso es hoy mucho mayor que hace medio siglo.

La familia: del mandato al acuerdo

El modelo familiar se ha transformado profundamente. En 1975, la edad media para tener el primer hijo era 25 años; hoy es 32,6. Las familias numerosas eran frecuentes; hoy predominan hogares de 1-2 hijos o sin hijos. Los roles estaban fuertemente diferenciados por género, y sin embargo hoy existe una mayor corresponsabilidad y simetría en las tareas.

Psicológicamente, esto implica una transición desde familias organizadas por mandato (“lo que toca”) hacia familias organizadas por acuerdo (“qué queremos”). Los miembros negocian más, reparten responsabilidades con mayor flexibilidad y construyen proyectos vitales más personales.

Esta investigación sobre valores familiares muestra que la importancia atribuida a “seguir las tradiciones familiares” ha ido disminuyendo, mientras que la idea de “desarrollarse como persona dentro y fuera de la familia” ha ganado fuerza.

Bienestar emocional: del “aguantar” al “cuidarse”

La salud mental es uno de los ámbitos donde la transformación psicológica es más evidente. En los años setenta, hablar de ansiedad, depresión o estrés era casi impensable; la norma social era “aguantar” y no verbalizar el malestar.

Hoy el panorama es muy diferente. La OCDE recoge en su Better Life Index que España se encuentra entre los países europeos con niveles de satisfacción vital relativamente altos, pero también con una de las mayores demandas crecientes de apoyo psicológico formal.

Las encuestas del CIS o los barómetros sanitarios más actualizados muestran una progresiva normalización de la salud mental: más personas dicen haber acudido a un profesional, más padres dicen hablar con sus hijos de emociones y más jóvenes reconocen abiertamente experimentar ansiedad sin asociarlo a debilidad.

Psicológicamente, esto indica un giro cultural: reconocer el malestar se entiende como un gesto de autocuidado, no de vulnerabilidad.

Identidades más complejas y flexibles

Otro cambio clave es la identidad colectiva. En 1975, estaba más fuertemente asociada a la localidad, la familia y la religión. Hoy, según el mapa cultural de Inglehart-Welzel, España figura en el grupo de países con identidades múltiples: local, autonómica, nacional y europea, pero también digital, profesional y comunitaria.

Esta pluralidad identitaria afecta a la psicología individual: aumenta la capacidad para gestionar pertenencias múltiples; incrementa la tolerancia a estilos de vida diversos y fomenta la autorreflexión sobre “quién soy” y “qué me representa”.

También implica que el “yo” social es más flexible, menos predeterminado y más negociado que hace medio siglo.

Una conclusión psicológica

En síntesis, España ha transitado en cinco décadas de una cultura basada en la obediencia, la estabilidad y los roles predefinidos a otra centrada en la autonomía, la diversidad, la flexibilidad y la autoexpresión.

Se trata de un cambio psicológico, no solo sociológico. Se observa en cómo se construye la identidad, cómo se gestiona el malestar, cómo se negocian las relaciones, cómo se participa socialmente y cómo se toman decisiones vitales.

Entender esta transformación permite comprender mejor la España actual y los desafíos que afronta una sociedad que, en apenas dos generaciones, ha cambiado su forma de sentir, pensar y vivir.

The Conversation

Oliver Serrano León no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. Cómo hemos cambiado en los últimos 50 años – https://theconversation.com/como-hemos-cambiado-en-los-ultimos-50-anos-270128

Cien años de ‘esos brazos’ en el ballet, cien años de Maya Plisetskaya

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Laura Hormigón, Investigadora en danza, Instituto de Historia (IH – CSIC)

Maya Plisetskaya bailando _Romeo y Julieta_ de Sergei Prokofiev en 1961. RIA Novosti archive, image #855342 / Mikhail Ozerskiy, CC BY-SA

Cuando se subía a un escenario, era diferente. Podía ser más brusca en los pasos y, pese a tener un movimiento magistral de brazos, solo bordear la corrección técnica con los pies. Era rebelde, imponía su criterio artístico y se negaba a amoldarse a lo establecido. Pero tenía una capacidad interpretativa que, de alguna manera, conectó con el público de forma extraordinaria. Por eso Maya Plisetskaya ocupa un lugar destacado en la historia de la danza.

Plisetskaya nació en Moscú el 20 de noviembre de 1925 en una familia muy relacionada con las artes escénicas. Su madre era actriz de cine mudo y sus tíos maternos, Asaf y Sulamith, fueron bailarines destacados del Bolshoi, el legendario teatro de la ópera ruso. Maya, al igual que sus dos hermanos, tomó el camino de la danza, convirtiéndose para muchos en una de las mejores bailarinas del siglo XX.

Después de graduarse en 1943 en la escuela coreográfica de Moscú como alumna aventajada de Elizaveta Gerdt, ingresó en el ballet del Bolshoi. En esta compañía ocupó la categoría de prima ballerina assoluta desde 1960, un título honorífico y raro que se da a las bailarinas que son consideradas excepcionales.

En 1958 se casó con el compositor Rodión Shchedrín (1932-2025), que escribió y orquestó varios ballets creados y protagonizados por ella, como Anna Karenina (1972), basado en la novela homónima de Tolstoi.

Los brazos y los saltos

Plisetskaya destacó por tener una personalidad desafiante, arrolladora y rebelde, aspectos que le permitieron abordar con éxito personajes dramáticos cargados de temperamento y con una gran demanda interpretativa como Odile ([conocido popularmente como el cisne negro])(https://www.youtube.com/watch?v=6PI4mWIoQMo&t=2s) de El lago de los cisnes, Zarema de La fuente de Bachisarai, Laurencia y Carmen.

En el plano técnico destacó por su arrojo a la hora de enfrentarse a las dificultades técnicas, por la altura de sus saltos, la flexibilidad de su espalda y la elegancia en los movimientos de sus brazos (llamados port de bras en ballet), que la hicieron brillar en el solo “La muerte del cisne”. En él demostró tener capacidad para interpretar papeles de mayor lirismo y consiguió con ello conquistar al público. Así sucedió durante una gira por Japón (en 1989 y ya con 64 años), donde realizó hasta cinco bises de esa pieza. Era –y es– poco frecuente encontrar esta doble faceta en una misma bailarina, y quizás esto la hizo tan especial.

La muerte del cisne en El lago de los cisnes.

Pero Plisetskaya no solo bailó el repertorio clásico que se escenificaba en Rusia. También participó en montajes de danza moderna, trabajando directamente con coreógrafos como Alberto Alonso, Roland Petit y Maurice Béjart, quienes crearon especialmente para ella obras emblemáticas como Carmen suite (1967), el dúo La rose malade (1973) e Isadora (1976).

Eso sí, nunca bailó aquello que no le gustaba; por ejemplo, Giselle, un personaje que consideraba opuesto a ella por ser demasiado resignada y apacible.

Una íntima relación con España

Aunque actuó por todo el mundo, España fue un país especialmente cercano para ella, y confesaba lo mucho que disfrutaba bailando coreografías de tema español.

Protagonizó el ballet Don Quijote y, desde 1956, bailó Laurencia, una obra creada por el bailarín y coreógrafo georgiano Vakhtang Chabukiani en 1939 basada en la Fuenteovejuna de Lope de Vega. Paradójicamente, se convirtió en uno de los ballets preferidos de Stalin. Es antológica la sucesión de saltos que Plisetskaya ejecutaba en la variación de la boda con Frondoso, en la que casi tocaba la cabeza con el pie.

Maya Plisetskaya en un momento de Laurencia.

En cuanto a Carmen, fue un personaje que siempre la atrajo y ansiaba interpretar. Ella misma eligió al cubano Alberto Alonso –después de ver una de sus coreografías durante las representaciones del Ballet Nacional de Cuba en Moscú– para que le creara este ballet a partir de las adaptaciones de la ópera de Bizet que hizo Rodión Shchedrín. Su última función del mismo fue en Taiwán (1990), durante su etapa como directora del español Ballet del Teatro Lírico Nacional.

Según Alonso, la Carmen de Plisetskaya destacaba por la firmeza, la madurez, el enfrentamiento y la valentía. Era completamente diferente a la que poco después él creó para su cuñada, la gran bailarina y coreógrafa cubana Alicia Alonso. Precisamente yo tuve el honor de protagonizar esta última versión en muchas ocasiones mientras fui primera bailarina.

Fotografía de una mujer con una flor en el pelo y maillot negro.
Foto de la bailarina Maya Plisetskaya actuando en Carmen Suite Ballet, de Alberto Alonso-Bizet-R. Shchedrin.
Wikimedia Commons

Mientras dirigió el Ballet del Teatro Lírico Nacional (entre 1987 y 1990), José Granero creó para ella María Estuardo (1988), una impresionante producción con escenografía y vestuario de Hugo de Ana. La bailarina aseguró que disfrutó con la precisión dramática del maestro Granero.

En 1993 Maya Plisetskaya recibió la nacionalidad española por Real Decreto. Sin embargo, nunca llegó a hablar el idioma y solo chapurreaba un poco inglés. Esta barrera impidió que su trabajo de dirección fuera más fluido y directo, por lo que en esta tarea se apoyó mucho en su hermano Azari y en el estadounidense Ray Barra, ya que ambos hablaban español.

España le otorgó además dos importantes reconocimientos: la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes (1990) y el Premio Príncipe de Asturias de las Artes (2005) (junto a la también bailarina y ahora coreógrafa Tamara Rojo).

Años finales

Plisetskaya se retiró de la escena pasados los 80 años. Antes había ido abandonando las zapatillas de puntas y adaptando las coreografías que interpretaba para hacerlas técnicamente más asequibles a su edad y condición física.

Por su 75 aniversario, Maurice Béjart le compuso el solo Ave, Maya, que todavía bailó en un festival español con 81 años, la última vez que actuó en el país.

El 2 de mayo de 2015 falleció en Múnich, donde residía con su esposo. Afortunadamente, dejó escrita una autobiografía –dividida en Yo, Maya Plisetskaya (1995) y Trece años después (2006)–, que se tradujo a más de diez idiomas y que aporta infinitos detalles personales y profesionales sobre su vida.

Maya Plisetskaya fue una bailarina independiente que desafió las normas y que bailó de una forma muy diferente a la de otras artistas soviéticas de su época. Adorada por unos y menos admirada por otros, está claro que no dejó a nadie indiferente.

The Conversation

Laura Hormigón no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. Cien años de ‘esos brazos’ en el ballet, cien años de Maya Plisetskaya – https://theconversation.com/cien-anos-de-esos-brazos-en-el-ballet-cien-anos-de-maya-plisetskaya-269548

COP30: necesitamos tribunales internacionales para hacer realidad la justicia climática

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Tulio Alberto Álvarez-Ramos, Profesor/Investigador Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Católica Andrés Bello. Jefe de Cátedra de Derecho Constitucional de la Universidad Central de Venezuela, Universidad Católica Andrés Bello

miguelnaranjo/Shutterstock

La COP30, que se desarrolla en Belém do Pará (Brasil) entre el 6 y el 21 de noviembre de 2025, representa un momento crucial para redefinir el rol de los Estados y organizaciones protagonistas en la arquitectura ambiental global. En medio de un escenario de negociaciones aún en desarrollo, esta edición no solo revisa los compromisos del Acuerdo de París, sino que abre espacio para propuestas estructurales que vinculen justicia ambiental, equidad intergeneracional y gobernanza efectiva.

Los derechos de la naturaleza

Este es el tiempo de retar los modelos dominantes de gobernanza climática. Una vía es la adaptación de la normativa internacional mediante criterios de equidad. Para ello, hay que utilizar la función creadora y correctora de los tribunales frente a los vacíos normativos y la inacción estatal ante la crisis climática.

Es lo que he calificado como pretorianismo ambiental, que se traduce en utilizar a la jurisprudencia como fuente transformadora del derecho. Esto garantiza una ecología integral mediante principios generales y mecanismos judiciales innovadores. No solo se trata de la protección de la naturaleza como objeto, sino en reconocerla como sujeto de derechos y definir este parámetro como principio de dignidad ecológica.

Arquitectura institucional para la justicia climática

El reto es combinar mecanismos jurisdiccionales y financieros con base regional y alcance global. Esta arquitectura parte de una premisa ética: frente a la magnitud del daño ambiental y su efecto diferido sobre generaciones futuras, es necesario repensar los fundamentos de la responsabilidad en contextos transnacionales.

La justicia ambiental no se reduce al reconocimiento de derechos, sino que exige la creación de estructuras institucionales que permitan su ejercicio y reparación efectiva. Considero que explorar esta posibilidad debería ser uno de los objetivos básicos de la COP30. Y hacerlo desde una dimensión indemnizatoria, dirigida a la reparación económica y moral por los daños derivados del incumplimiento de deberes ambientales.

Pero hay que incorporar dos dimensiones complementarias. Por un lado, la precautelar, dirigida a diseñar y ejecutar medidas eficaces para prevenir o contener prácticas con riesgo razonable de daño ambiental, incluyendo omisiones estatales. Por otro, la redistributiva, en función de la asignación equitativa de cargas según la responsabilidad histórica y la capacidad económica de los actores involucrados. Este último aspecto implica corregir desigualdades estructurales que se evidencian, tanto en la responsabilidad acumulada como en la capacidad actual de los Estados y actores económicos.

Fondo Internacional de Reparación Ambiental, ¿un sueño realizable?

No se trata solo de definir montos a la reparación del daño, sino de ponderar formulas de buen gobierno internacional para la administración de esos fondos. Estos se constituirían principalmente por medio de aportes de los países históricamente más contaminantes. Su cuantía estaría en función de indicadores como emisiones acumuladas, huella de carbono y modelos de producción. La participación proporcional de países en desarrollo podría ajustarse por parámetros objetivos como el Producto Interior Bruto (PIB), el índice de vulnerabilidad climática y el impacto local del daño ambiental.

Este fondo internacional estaría vinculado a las decisiones reparatorias dictadas por tribunales ambientales internacionales. A través de él se financiarían medidas de saneamiento ecológico, educación ambiental y acceso a la justicia.

La prueba de su viabilidad está en experiencias previas, como los fondos internacionales de indemnización por daños debidos a la contaminación por hidrocarburos. Este precedente demuestra la posibilidad de crear instrumentos multilaterales con régimen propio, ejecutables por órganos especializados y con capacidad de responder a daños ecológicos transfronterizos.

Se trataría de un modelo de gobernanza horizontal y plural, alejado de esquemas de voto ponderado por contribución como los del FMI o el Banco Mundial. Los órganos de dirección podrían estar integrados por Estados, comunidades autóctonas, organizaciones científicas independientes y representantes de comunidades climáticamente vulnerables.

El “pretorio” ambiental

El concepto pretorio viene del jus praetorium latino. Este era el derecho creado por el pretor romano a través de sus edictos. Hoy lo quiero utilizar en relación con la creación normativa ambiental bajo una dinámica distinta, en constante transformación por la manufactura judicial.

El paso inmediato para crear este “pretorio” ambiental sería la implantación de tribunales internacionales para la protección de los bienes comunes globales. Tendrían competencia para resolver disputas interestatales y conocer denuncias de actores no estatales (organizaciones indígenas, comunidades afectadas u ONGs) relacionadas con el incumplimiento de obligaciones climáticas. Esta jurisdicción debe referir la ejecución de sus decisiones vinculantes al Fondo Ambiental Regional, garantizando que las medidas no resulten ilusorias por falta de recursos o voluntad política.

La ejecución efectiva de las sentencias ambientales requiere que el fondo esté regulado por un tratado internacional especial que le otorgue personalidad jurídica propia. Este recurso monetario serviría para ofrecer soporte económico a las condenas por daño ambiental, así como para financiar acciones de mitigación, adaptación y restauración ecológica.

En caso de sentencia firme, el fondo estaría obligado a liberar los recursos asignados sin autorización ulterior, garantizando así que las decisiones judiciales tengan impacto material inmediato.

En el contexto de la COP30, estas propuestas adquieren relevancia frente a los debates sobre financiamiento climático, mercados de carbono y mecanismos de compensación.

La agenda oficial incluye discusiones sobre la implementación del artículo 6 del Acuerdo de París, la protección de los bosques tropicales y la participación de comunidades locales en la gobernanza climática. Sin embargo, persisten tensiones entre los enfoques tecnocráticos y las demandas de justicia estructural.

Una ética ambiental para la esperanza

La propuesta del pretorio ambiental no pretende sustituir los mecanismos existentes, sino complementarlos con una visión ética, jurídica y operativa que permita enfrentar los desafíos del cambio climático con herramientas institucionales robustas.

Estamos en una nueva encrucijada planetaria y pareciera que la humanidad aparta su mirada hacia otras aspiraciones. Se aleja de esa naturaleza revelada como testimonio silencioso del misterio creador. Defender sus derechos implica el ejercicio de una custodia de la casa común. Ese santuario compartido donde la vida se manifiesta y donde todo ser —por humilde que parezca— tiene algo que decir de su origen. Reconocerlo in extremis no es solo un acto de justicia, sino de escucha profunda.

The Conversation

Tulio Alberto Álvarez-Ramos no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. COP30: necesitamos tribunales internacionales para hacer realidad la justicia climática – https://theconversation.com/cop30-necesitamos-tribunales-internacionales-para-hacer-realidad-la-justicia-climatica-269650

¿Cómo deciden los pequeños inversores? La sabiduría colectiva en el ‘crowdfunding’

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Gabriel Rodríguez-Garnica, Profesor de Finanzas, FinTech, Blockchain y Criptoactivos, Universidad Pontificia Comillas

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En la última década, las plataformas de crowdfunding (micromecenazgo) –como Kickstarter, Indiegogo, Verkami o Ulule– se han convertido en uno de los motores más visibles de la financiación colectiva, ayudando a pequeños emprendedores con proyectos innovadores a conseguir financiación por casi 10 000 millones de dólares.

Desde relojes inteligentes hasta cafeteras portátiles o videojuegos, millones de personas han apoyado ideas creativas aportando pequeñas sumas de dinero a cambio de una recompensa futura (compra del producto con descuento, versiones exclusivas o tempranas, merchandising, eventos, talleres, etc.). Pero detrás de este fenómeno aparentemente espontáneo se esconde una pregunta fascinante: ¿cómo decide la multitud (los inversores y financiadores) qué proyectos apoyar?

En un estudio académico publicado en verano de 2025 ofrecemos una respuesta basada en la evidencia. Analizando los datos diarios de casi 4 000 proyectos de Kickstarter encontramos un patrón de comportamiento colectivo que combina dos fuerzas:

  1. La señalización: la información que transmite el creador.

  2. El comportamiento de manada (herding): la imitación a los primeros financiadores por parte de los posteriores.

Lejos de ser irracional, esta combinación genera lo que en economía se denomina una cascada informativa: un proceso en el que las decisiones individuales, observadas y acumuladas, transmiten información útil al resto del mercado. En otras palabras, la sabiduría surge dentro de la multitud… si las condiciones son las adecuadas.

La curva de comportamiento: del análisis a la imitación

Kickstarter es un laboratorio perfecto para estudiar cómo la gente toma decisiones en entornos de incertidumbre. A diferencia del crowdfunding de capital, donde los inversores compran participaciones de una empresa y los expertos financieros juegan un papel clave, el crowdfunding basado en recompensas carece de expertos identificables.

Los financiadores (backers) son, en su mayoría, consumidores normales que aportan pequeñas cantidades a cambio de recibir el producto cuando se fabrique. Esto plantea un problema: ¿cómo distinguir los buenos proyectos de los malos si en estos mercados apenas hay analistas o inversores profesionales que filtren la información?

El resultado más revelador del estudio es la existencia de dos fases claramente diferenciadas en la evolución de las campañas de Kickstarter: la fase de señalización y la fase de comportamiento de manada.

La fase de señalización

Durante los primeros días, un grupo reducido de patrocinadores (entre el 5 y el 10 % del total) se comporta de manera racional e informada. Estos financiadores tempranos no actúan por impulso, sino basándose en señales observables de calidad, como la claridad y extensión de la descripción del proyecto, la experiencia previa del emprendedor, la existencia de actualizaciones tempranas o enlaces externos (páginas web, redes sociales), y el uso de un tono positivo y transparente en la descripción de los riesgos del proyecto.

En términos prácticos, estos primeros patrocinadores “leen la letra pequeña”, analizan la información y deciden si vale la pena confiar en el creador del proyecto: el emprendedor.

Nuestro estudio muestra que los proyectos mejor presentados logran alcanzar rápidamente el 10 % de su objetivo de financiación, lo que constituye una señal pública de credibilidad.

La fase de comportamiento de manada

A medida que avanza la campaña, la lógica cambia. Los patrocinadores tardíos –la gran mayoría– dejan de basar sus decisiones en la información directa del proyecto y comienzan a imitar el comportamiento de los primeros.

Si una campaña avanza rápido en sus primeros días, esa velocidad genera confianza y atrae nuevas aportaciones. Si, por el contrario, tarda demasiado en despegar, el efecto es el opuesto.

El estudio demuestra que existe una relación directa entre el tiempo en que el proyecto tarda en alcanzar el 10 % inicial y la velocidad de financiación en las fases posteriores: cuanto más rápido se recauda al principio, más rápido se financia todo el proyecto.

Este patrón genera una curva característica: un inicio muy dinámico (la señalización), seguido de una aceleración sostenida impulsada por el comportamiento de manada. En los proyectos exitosos, la curva de financiación tiene forma convexa –una subida creciente–. En los fracasados, la curva es plana o decreciente desde el inicio.

¿Sabiduría o contagio?

Podría pensarse que este comportamiento colectivo es simplemente una forma de contagio emocional. Sin embargo, el comportamiento de manada que observamos en Kickstarter no es irracional, sino el resultado de un aprendizaje social eficiente, conocido como “la sabiduría de la multitud”, que hace que los patrocinadores se autoseleccionen:

  • Los que tienen más conocimientos sobre el producto (por ejemplo, diseñadores que apoyan un nuevo dispositivo) tienden a ser patrocinadores tempranos, capaces de analizar la calidad del proyecto y del emprendedor.

  • Los menos informados prefieren esperar y observar qué hacen los primeros antes de decidir.

Esa autoselección produce una cascada informativa positiva, donde las primeras decisiones contienen información útil que se transmite al resto. Conforme la campaña avanza, la información transmitida por el comportamiento de los patrocinadores tempranos se vuelve más fuerte. Es decir, la manada sustituye a la señalización de la calidad, pero no la destruye sino que la complementa.

¿Por qué la cascada informativa es una buena noticia?

La multitud aprende colectivamente. Los patrocinadores más informados enseñan con sus decisiones a los menos informados y el resultado es que la asignación de fondos termina siendo, en promedio, más eficiente de lo que cabría esperar en un mercado sin supervisión profesional.

Este mecanismo permite compensar la falta de expertos y reducir los problemas de información asimétrica que suelen limitar la financiación de proyectos creativos.

En conclusión, la multitud, bien guiada, puede ser sabia.

Implicaciones directas para los emprendedores

Las dos fuerzas que intervienen en esta toma de decisiones, señalización y comportamiento de manada hacen del crowdfunding una herramienta muy atractiva para los emprendedores con ideas creativas, ya que aquellos proyectos buenos consiguen el 100 % de la financiación en apenas días.

La clave está en la calidad de las señales iniciales y en la capacidad de las plataformas para hacer visible la información sobre el comportamiento temprano de los financiadores. Las campañas con mejor diseño y comunicación inicial en crowdfunding atraen a los patrocinadores informados, que actúan como catalizadores del éxito.

Es crucial que el emprendedor publique información transparente y señales de compromiso (por ejemplo, actualizaciones tempranas, prototipos o vídeos claros).

La atención debe centrarse en los primeros días, porque la financiación temprana genera un efecto “bola de nieve” que determina el resultado final.

Implicaciones para los reguladores

Al contrario de lo que algunos temen, la evidencia sugiere que los mercados de crowdfunding no están dominados por el fraude o la irracionalidad, sino que tienden a autorregularse mediante el aprendizaje social.

Por lo tanto, el riesgo de fraude es bajo mientras que una regulación excesiva podría sofocar la innovación de los creadores y la participación de los financiadores.

The Conversation

Gabriel Rodríguez-Garnica no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. ¿Cómo deciden los pequeños inversores? La sabiduría colectiva en el ‘crowdfunding’ – https://theconversation.com/como-deciden-los-pequenos-inversores-la-sabiduria-colectiva-en-el-crowdfunding-267513

¿Podemos usar los ‘chatbots’ como un amigo o un psicólogo?

Source: The Conversation – (in Spanish) – By José Sánchez Santamaría, Profesor Titular de Equidad Educativa y Aprendizaje a lo Largo de la Vida. Coordinador de GRIOCE – UCLM. Vocal de FEAE-CLM, Universidad de Castilla-La Mancha

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“¡Hola! Veo que estás aquí buscando un momento de calma. No estás solo. Estoy contigo para ayudarte a respirar, entender lo que sientes y encontrar un poco de alivio. ¿Quieres contarme qué te preocupa ahora?”.

Así es un “texto inicial” de un chatbot de apoyo emocional. Hasta hace poco, esto parecía ciencia-ficción, pero hoy, muchas personas buscan en la IA algo más que respuestas rápidas: quieren comprensión, compañía y consuelo. Por ejemplo Nora, de 14 años, usa un chatbot cuando discute con sus amigas, según nos contó. Independientemente de la edad, muchos podemos tener la tentación de usar esta tecnología para mejorar nuestras relaciones laborales o encontrar a alguien que siempre nos “escucha”.

¿Puede una máquina ‘escucharnos’ de verdad?

La sensación es que la IA nos puede escuchar y comprender. Pero la IA es una máquina: no escucha en el sentido humano de la palabra, sino que procesa datos. Funciona como un sistema de predicción estadística que genera respuestas palabra por palabra.




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Esto plantea preguntas importantes: ¿puede una IA ser un apoyo emocional real? ¿Podría sustituir a un amigo? ¿O incluso a un psicólogo? Y todo esto ¿qué efectos tiene sobre nuestro bienestar?

¿Qué es un chatbot?

Un chatbot es un programa informático con el que interactuamos a través de texto, voz o imagen. Su secuencia de trabajo es: recibe, interpreta, decide, consulta y responde. Imagina que escribe: “Quiero cambiar mi vuelo del sábado”. Y hace esto: “cambiar vuelo” + “viernes”, comprueba su reserva en la API, ofrece opciones y confirma el cambio.

Existen varios tipos:

  • Por reglas: ofrece respuestas fijas. Son comunes en atención a la ciudadanía o al cliente: ISSA o RUFUS.

  • Generales con IA: dan respuestas a casi todo usando texto, imágenes o voz, y sirven para muchas cosas diferentes: ChatGPT, Perplexity o Deepseek.

  • Especializados con IA: como los anteriores, pero entrenados en temas concretos como salud emocional (Wysa), educación (Tutor AI) o compañía (Replika).

  • Asistentes virtuales de IA: ayudan en tareas diarias. Son capaces de seguir instrucciones y llevar a cabo acciones muy concretas y ofrecen alternativas: Siri (Apple), Alexa (Amazon) o Google Assistant.

  • Personalizados con IA: son chatbots personales e individuales creados por uno mismo. Se puede adaptar su estilo de respuesta, su tono y sus funciones para aprender un idioma, planificar viajes o incluso para investigación o asesoramiento jurídico: Watsonx-Assistant, el Chat Watson, la función de GPT de ChatGPT o el Gem de Gemini.

‘Chatbots’ especializados en gestión emocional

El primer chatbot de gestión emocional apareció en 1966 y se llamó Eliza. Simulaba una terapia psicológica “centrada en la persona”, técnica desarrollada por Carl Rogers. Era un chatbot basado en reglas: si el usuario decía: “Estoy triste”, Eliza respondía: “¿Por qué crees que estás triste?”.

En la actualidad, un estudio estadounidense indica que la mitad de los adultos ven con buenos ojos el uso de chatbots de apoyo emocional, una tendencia que se repite en Europa.

En España, el 24 % de la población encuestada reconoce usar chatbots para apoyo emocional, el 45 % de ellos de entre 18 y 24 años. Otra encuesta muestra lo mismo: las chicas lo emplean más. Nosotros hemos podido observar que los adolescentes usan chatbots para expresar y gestionar emociones y para sentirse acompañados y comprendidos en momentos de tristeza o dificultad. Estas son algunas de las cosas que nos han contado en nuestro reciente estudio:

  • “Hablo mucho con ChatGPT. Me hace sentir acompañada, sobre todo cuando me siento triste y no me comprendo muy bien.”

  • “Una vez discutí con mi novio, me sentía fatal y acabé desahogándome con la IA.”




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¿Por qué atraen tanto?

Los chatbots ofrecen algo que algunos jóvenes pueden tener dificultades en conseguir: una escucha inmediata y sin juicios. Siempre están disponibles, responden con calma y permiten hablar desde un aparente anonimato. En momentos de confusión o soledad, esto puede generar una sensación de control y alivio, al permitirnos desahogarnos. Su tono amable y el lenguaje empático que usan refuerzan esa dependencia emocional.

En otro nuestro estudio, algunos adolescentes afirmaban que contaban a la IA “cosas que no diría a nadie” y que les ayudaba “a calmarse cuando tienen problemas” porque no les hace sentirse “cuestionados” ni sentirse mal por lo que comparten.

¿Pueden ser amigo o psicólogo?

Pero un chatbot no sustituye a una amistad ni a una terapia. Puede servir como “apoyo puntual” o espacio de desahogo –con matices–, pero nunca reemplazar una relación humana ni el juicio clínico profesional. Hay al menos 10 razones por las que esto es así:

  1. No tiene responsabilidad ética ni legal.

  2. Desconoce nuestra historia y contexto.

  3. Ofrece respuestas lógicas, pero puede equivocarse y está limitado.

  4. Busca complacer, no desafiar. Puede dar siempre la razón, creando un efecto burbuja.

  5. No es neutral.

  6. No tiene empatía.

  7. No puede actuar ante emergencias.

  8. Puede generar dependencia emocional.

  9. No garantiza privacidad ni transparencia total.

  10. Carece de seguimiento terapéutico. No sabe interpretar cambios emocionales.

¿Cómo usarlo de forma saludable?

Los chatbots especializados no son psicólogos ni amigos. La clave es un uso reflexivo y ético:

  1. Preguntarnos por qué lo usamos. ¿Para desahogarnos, comprendernos, distraernos o sentirnos acompañados o apoyados? No debería servir para suplir ni dar salida rápida y fácil a situaciones emocionales complejas.

  2. Pensar para qué lo necesitamos. ¿Lo que dice el chatbot nos ayuda a entender cómo nos sentimos o a tomar decisiones? Sea la respuesta sí o no, debemos cuestionarlo y no darle credibilidad absoluta. Incluso si lo que dice fuera correcto, podría generar efectos psicológicos negativos a medio y largo plazo, que aún desconocemos.

  3. Informarnos. Es fundamental saber cómo funciona el chatbot, lo que puede y no puede hacer, y cuáles son sus errores más comunes.

Aprender a usar los chatbots

Usar una máquina digital no es negativo. Los chatbots pueden “acompañar”, pero no reemplazan el afecto, la amistad ni la atención psicológica profesional. Incluso en psicología se emplean cada vez más herramientas de IA, aunque todavía existe debate sobre sus límites.

Conviene ser prudentes porque aún desconocemos su impacto y sus riesgos. Nuestro bienestar emocional depende también de la seguridad ante la IA. No debemos confundir consuelo digital con apoyo profesional ni con relaciones humanas. Este es uno de los retos que plantea la vida digital actual.

The Conversation

Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.

ref. ¿Podemos usar los ‘chatbots’ como un amigo o un psicólogo? – https://theconversation.com/podemos-usar-los-chatbots-como-un-amigo-o-un-psicologo-266204

Con Franco no se vivía mejor (sobre todo si eras mujer)

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Miren Gutiérrez, Investigadora, Universidad de Deusto

Reparto de comida por mujeres de la Secci n Femenina de Fondo Mar n Kutxa Fototeka Por Pascual Marín – This image belongs to the Marín Collection and was provided to GureGipuzkoa by Hauxe Fuente:  Kutxa Fototeka (Kutxa Photograph Library). The image has been delivered under a CC-BY-SA 3.0 license and can be found here., CC BY-SA

¿Se imagina necesitar el permiso por escrito de su marido o de su padre para abrir una cuenta bancaria? ¿Que casarse signifique abandonar su trabajo para dedicarse a las tareas del hogar? ¿Que no pueda salir a la calle sin maquillarse, peinarse y arreglarse? No, con Franco no se vivía mejor.

Esas cosas ocurrían en el mejor de los casos, si se era de “familia bien”. Si se era una mujer de clase social baja, las opciones vitales y profesionales estaban aún más limitadas.

El trabajo fuera de casa estaba mal visto por el régimen y legalmente restringido, pero la necesidad económica obligaba a muchísimas mujeres a buscar cualquier ingreso posible para subsistir. La mayoría de las mujeres pobres trabajaba desde muy joven en labores duras y mal remuneradas, muchas veces en la economía sumergida o como sirvientas, limpiadoras, costureras, vendedoras en mercados o ayudando en el campo y la industria, siempre con salarios inferiores a los de los hombres.

Durante el franquismo, las mujeres españolas perdieron derechos y libertades elementales que habían comenzado a conquistar durante la Segunda República, quedando relegadas a un papel de sumisión bajo una fuerte tutela legal y social.

Hoy, décadas después, esos derechos han sido recuperados y ampliados, y recordar este pasado resulta esencial, sobre todo para las nuevas generaciones, ante discursos que idealizan aquel régimen o proponen retrocesos en materia de igualdad.

Los derechos en la Segunda República

La Segunda República fue un periodo de grandes avances para las mujeres en España. Se aprobaron leyes que permitieron su acceso a cargos públicos, el divorcio, la patria potestad compartida y la no discriminación por el estado civil en el acceso al empleo o en el despido.

Por primera vez, la Constitución de 1931 establecía la no discriminación jurídica por razón de sexo, el derecho al voto femenino, la igualdad ante la ley, el derecho a trabajar en igualdad de condiciones con los hombres y la igualdad de derechos en el matrimonio.

Se promulgó la Ley de Divorcio de 1932, que permitía la disolución del matrimonio por mutuo acuerdo o por justa causa y reconocía derechos igualitarios para ambos cónyuges.

Durante los años veinte y treinta surge la figura de la mujer moderna, principalmente de clase burguesa o alta, que desafía los roles tradicionales femeninos de matrimonio para buscar autonomía, educación y participación cultural.

Estas mujeres accedieron progresivamente a espacios antes masculinos como universidades, tertulias, espectáculos artísticos y el deporte. La moda y los nuevos hábitos (fumar, trabajar, viajar solas) se convierten en símbolos de su independencia.

Se produjeron episodios simbólicos de rebeldía, como el de “Las Sinsombrero”, en el que mujeres rompieron abiertamente con las convenciones sociales y estéticas, buscando la visibilidad y una identidad artística y profesional autónoma.

Este grupo incluye, por ejemplo, a las pintoras Maruja Mallo y Margarita Manso, entre otras. Rosa Chacel y María Zambrano destacaron en la literatura, la filosofía y el pensamiento, conectando las tendencias de la vanguardia europea con la realidad intelectual española.

De esta época también son Clara Campoamor, abogada, diputada y principal impulsora del sufragio femenino en España; Victoria Kent, jurista y diputada, que fue la primera mujer del mundo en ejercer la abogacía ante un tribunal militar y la primera Directora General de Prisiones en España; Federica Montseny, escritora, militante anarquista y la primera mujer ministra en España; María Teresa León, escritora, intelectual y militante republicana, conocida por su labor en la Alianza de Intelectuales Antifascistas; o Margarita Salas, una de las grandes pioneras de la ciencia española.

Retrocesos y represión durante el franquismo

Con el franquismo, a partir de 1939, todos estos avances fueron sistemáticamente suprimidos. El régimen devolvió a las mujeres a la condición de menores tuteladas: toda acción relevante, como trabajar, disponer de patrimonio, viajar al extranjero o incluso ejercer la patria potestad de sus hijos o hijas, requería la llamada licencia marital (la autorización del marido o del padre). Las intelectuales y artistas de la República fueron borradas por la historiografía dominante y discriminadas en el ámbito profesional.

La educación y los medios de comunicación reforzaban la idea de que la única función femenina era la de madre y esposa abnegada.

La “Sección Femenina” –rama femenina de la Falange Española de las JONS, fundada en 1934 y liderada por Pilar Primo de Rivera– imponía una estricta reeducación basada en la sumisión y el servicio al hogar. Su hermano José Antonio Primo de Rivera, fundador de Falange, definía la función de las mujeres en estos términos:

“Tampoco somos feministas. No entendemos que la manera de respetar a la mujer consista en sustraerla a su magnífico destino y entregarla a funciones varoniles. A mí siempre me ha dado tristeza ver a la mujer en ejercicios de hombre, toda afanada y desquiciada en una rivalidad donde lleva –entre la morbosa complacencia de los competidores masculinos– todas las de perder. El verdadero feminismo no debiera consistir en querer para las mujeres las funciones que hoy se estiman superiores, sino en rodear cada vez de mayor dignidad humana y social a las funciones femeninas”.

Represión y violencia sexual

Durante el franquismo, la represión contra las mujeres rebeldes incluyó mecanismos particularmente crueles, documentados en estudios académicos e investigaciones, como Rojas: las mujeres republicanas en la Guerra Civil española, de Mary Nash, y El holocausto español: odio y exterminio en la Guerra Civil y después, de Paul Preston, entre otros.

Estos estudios relatan cómo la violencia sexual se utilizó, tanto durante la Guerra Civil como en la posguerra, para castigar y atemorizar a mujeres vinculadas al bando republicano o consideradas peligrosas para el régimen.

Se describen casos de violaciones individuales y grupales, a menudo seguidas de asesinatos, humillaciones públicas o castigos adicionales. Muchas mujeres presas sufrieron abusos sexuales de manera recurrente en cárceles, cuarteles o durante traslados.

El robo de bebés fue una medida institucionalizada: miles fueron arrebatados a sus madres republicanas y entregados a familias afines al régimen o a instituciones controladas por la Iglesia católica.

Un decreto de 1940 permitía quitar a las madres la patria potestad de su descendencia por “malos antecedentes”, provocando pérdidas y desapariciones masivas, documentadas por historiadores y organizaciones de memoria histórica.

Durante el franquismo, las condiciones de vida fueron muy duras en barrios obreros o en chabolas: las mujeres tenían que buscar agua, hacer largas colas por alimentos, cuidar de una numerosa descendencia –porque en muchos casos no tenían acceso a la planificación familiar– y sortear enfermedades, sin apenas acceso a centros médicos, todo ello siempre bajo vigilancia social y sin horarios ni protección social efectiva.

El empleo propio apenas suponía autonomía personal: los salarios ayudaban a la economía familiar, pero prácticamente ninguna mujer humilde podía permitirse soñar con independencia real ni con romper el ciclo de la pobreza y el sometimiento.

Recuperación de derechos y nueva ciudadanía

Aunque el franquismo no fue un periodo uniforme y, hacia el final, hubo avances, la recuperación de derechos no empezó hasta después de la muerte de Franco y de la Constitución de 1978.

A partir de entonces, la igualdad legal entre hombres y mujeres se reconoció constitucionalmente y se fueron suprimiendo las leyes discriminatorias. Se recuperaron el divorcio, el acceso igualitario al empleo y a la educación, y se fueron aprobando leyes para avanzar en igualdad salarial, permisos de maternidad y paternidad, y protección frente a la violencia machista.

Hoy, si bien la igualdad plena aún es un reto, España cuenta con leyes de igualdad, cuotas de representación y derechos reproductivos (como el aborto y la anticoncepción regulados) y es referente europeo en políticas de género.

Es fundamental recordar que votar a partidos ultraderechistas que minimizan, cuestionan o atacan los avances feministas –aunque también estén representados por mujeres– puede poner en peligro derechos que costaron décadas y luchas para recuperar.

Con Franco, las mujeres no vivían mejor, no, sino que estaban sometidas, sin derechos civiles, políticos ni laborales. Solo la democracia y el feminismo han hecho avanzar la igualdad: una sociedad justa no puede permitirse olvidar su pasado.

The Conversation

Miren Gutiérrez no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. Con Franco no se vivía mejor (sobre todo si eras mujer) – https://theconversation.com/con-franco-no-se-vivia-mejor-sobre-todo-si-eras-mujer-269735

Cinco claves para que la escuela sea un entorno seguro y protector

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Irene Montiel Juan, Profesora e investigadora Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Grupo VICRIM – Sistema de Justicia Penal, UOC – Universitat Oberta de Catalunya

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“Ahora no dejo que nadie me insulte y me hable mal, o se lo digo a la profesora”.

Esta frase de una niña de nueve años muestra lo importante que es saber identificar lo que es violencia y comprender que los adultos tienen la obligación de proteger a los niños. Algo que puede marcar la diferencia entre normalizar una situación de maltrato o no.

La frase la aportó una de los casi 1 000 niños y niñas que participaron en el programa para protección de la infancia #EscuelaSinViolencias de la Fundación FC Barcelona, cuyo impacto hemos evaluado en nuestro grupo de investigación, y que se ha implementado ya en más de 160 escuelas y 32 000 alumnos en Cataluña.

La violencia sigue siendo un problema social, de derechos y de salud pública, que afecta a uno de cada dos menores cada año. Apenas el 10 % de los casos son reportados a las autoridades competentes.

Los adultos, especialmente quienes trabajan con menores de edad, estamos obligados a crear “entornos seguros”: a fomentar el buen trato y el respeto mutuo, la convivencia, la resolución pacífica de conflictos y, en definitiva, el desarrollo óptimo del menor.

¿Cómo podemos hacerlo? Nuestro estudio sobre la evaluación de ese programa nos ha permitido identificar cinco claves fundamentales.

1. Los adultos son los responsables

En primer lugar, la cultura de la protección debe construirse sobre la base de que la responsabilidad recae siempre en las personas adultas. Los niños y niñas deben conocer sus derechos, aprender a identificar situaciones que los vulneran y a personas adultas de referencia a las que pedir ayuda, pero la responsabilidad de afinar la mirada, garantizar entornos seguros que promuevan el bienestar, detectar situaciones de riesgo o de maltrato y actuar es exclusivamente de los adultos.

Los estudios demuestran que aumentar los conocimientos y habilidades del alumnado les empodera para identificar abusos y explicar sus experiencias, pero cerca debe haber adultos disponibles, sensibles y capaces de actuar.

2. Trabajo en equipo y sensibilización colectiva

Alumnado, familia y profesorado deben conocer los derechos de la infancia, las diferentes formas de violencia (incluso las más sutiles) y su grave impacto en la etapa infantil y adolescente.

En el contexto escolar, es imprescindible además que el profesorado conozca los protocolos de actuación y tenga un referente especialmente formado en la puesta en marcha de estos protocolos. Si la familia y la escuela están bien conectados, y los niños y niñas se sienten escuchados y comprendidos, estaremos creando el ambiente idóneo para la detección temprana.




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Para ello, generemos espacios y momentos cotidianos de escucha activa y confianza, sin juzgarlos ni minimizar sus preocupaciones, teniendo en cuenta su opinión y respondiendo desde el apoyo y la calma. Estas habilidades son las que promueve el programa #EscolaSenseViolencies

3. Más allá del acoso entre iguales

La evidencia sugiere que podemos aprender a detectar mejor situaciones de violencia mediante formación especializada y que hay menores víctimas de distintas formas de violencia en todos los centros.

Sin embargo, muchos profesionales en el ámbito educativo siguen presentando desconocimiento y falsas creencias. Por ejemplo, se tiende a pensar que la violencia contra la infancia es poco frecuente y que si no deja marcas visibles no es violencia. Tendemos a minimizar la gravedad de las agresiones verbales o relacionales (gritos, insultos), considerando ciertas conductas “tolerables”, y así son normalizadas por los menores. Conocer las cifras y consecuencias de esta realidad es fundamental para cambiar la mirada y el comportamiento.




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Como docentes o miembros de la comunidad escolar tenemos que saber que niños y niñas pueden ser víctimas de violencia más allá del acoso entre iguales o de las paredes de los colegios. Es frecuente que las mismas víctimas sean objeto de diferentes formas de violencia en diferentes contextos.

4. El conocimiento no traumatiza, empodera

Los niños y niñas tienen derecho a ser escuchados y a hablar sobre cosas que son importantes para ellos, como la violencia.

En las escuelas, podemos realizar actividades en clase que sirvan para exponer diferentes situaciones de violencia, comentarlas y discutir posibles soluciones. Ellos pueden explicar experiencias propias de manera acorde a su edad: los adultos debemos proporcionarles entornos seguros donde hacerlo, con personas preparadas para escucharles activamente y responder de manera sensible y protectora.




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Por ejemplo, muchos participantes del programa decían cosas como: “Me ha ayudado a ver las injusticias”, “Los profesores ahora nos escuchan más, y si me pasa algo, se lo digo”.

La información proporcionada por los adultos debe ser veraz, basada en la evidencia y adaptada a su nivel de desarrollo y conocimientos, buscando ejemplos sencillos, claros y que puedan entender. Por ejemplo, explicándoles que algo que les lastima no puede ser un secreto, o que tienen derecho a decir que algo no les gusta, incluso a una persona adulta.

Debemos transmitirles además la seguridad de que sabemos qué hay que hacer para protegerles, sin cuestionarles. Por ejemplo, no digamos “¿por qué no lo contaste antes?” o “¿estás seguro de que fue así?”, sino “siento mucho que hayas pasado por eso, gracias por confiar en mí”. Tampoco se trata ni de alarmar ni de prometerles cosas imposibles: en lugar de “no se lo contaré a nadie”, podemos afirmar “seré todo lo discreta que pueda, pero tengo la obligación de comunicarlo para protegerte”.

5. Para prevenir, no todo vale

Por último, para prevenir la violencia, no todo vale. Los programas de prevención e intervención deben ir más allá de las buenas intenciones. Los centros educativos deben elegir aquellos que estén diseñados desde un marco teórico y empírico sólido y que tengan pruebas publicadas de su eficacia. Lo ideal es que sus efectos se midan y se evalúen periódicamente para confirmar que producen cambios de actitud y conducta significativos y duraderos. Es decir, debe comprobarse que consiguen los efectos deseados, pero también que no provocan ningún daño.

Aplicando estas claves, es posible convertir la escuela en un entorno seguro y protector, donde no solo se previene la violencia, sino que se revelan y se detectan más casos, lo que puede marcar la diferencia entre actuar a tiempo o no hacerlo.

The Conversation

El programa #EscuelaSinViolencias está financiado por la Fundación FC Barcelona.

Nada que declarar

ref. Cinco claves para que la escuela sea un entorno seguro y protector – https://theconversation.com/cinco-claves-para-que-la-escuela-sea-un-entorno-seguro-y-protector-258741

Otra pandemia global: el analfabetismo financiero

Source: The Conversation – (in Spanish) – By James Manuel Pérez-Morón, Profesor Escuela Internacional de Ciencias Económicas y Administrativas, Universidad de La Sabana

Irene Miller/Shutterstock

Imaginemos a una persona que compra un electrodoméstico a cuotas, sin entender que pagará el doble de su valor. A una pareja joven que usa su primera tarjeta de crédito como si fuera dinero extra, sin pensar en los intereses acumulados. O a un político que ofrece subsidios ilimitados o nacionalizar los ahorros.

En cada caso, el desconocimiento pesa más que la falta de dinero y nos vuelve vulnerables al endeudamiento, al consumo irracional y al engaño político y económico.

El sistema educativo tradicional enseña lengua, matemáticas e historia, pero fomenta el analfabetismo financiero (AF): personas incapaces de comprender y aplicar conceptos básicos sobre cómo funciona un crédito, el ahorro, la inversión o la gestión de la deuda. Sabemos leer textos, pero no balances. Calculamos áreas, pero no intereses.

Datos que visibilizan el problema

Según datos de 2023 de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), la puntuación media de alfabetización financiera de los adultos de 39 países fue de 60 sobre 100.

La falta de educación financiera no entiende de estratos sociales, ni de género, ni de la potencia económica de los países. En Estados Unidos, por ejemplo, los niveles han empeorado en la pospandemia, afectando incluso a quienes tienen educación universitaria.

En Europa, solo el 18 % de los ciudadanos goza de un alto nivel de alfabetización financiera. Y en América Latina países como Perú y Uruguay muestran los peores niveles de conocimiento financiero.

En el otro lado de la balanza, los habitantes de Suecia, Japón, Alemania, Nueva Zelanda y Singapur son los mejor preparados en este ámbito.

Educación financiera y salud mental

La falta de educación financiera tiene efectos directos sobre la salud mental, el estrés y la depresión. El Banco Interamericano de Desarrollo indica que las preocupaciones económicas son una de las principales fuentes de ansiedad en la población trabajadora.




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El miedo constante al impago, la incertidumbre sobre el futuro o la culpa por decisiones financieras mal informadas se convierten en factores de deterioro emocional y físico. Por el contrario, la educación financiera empodera: permite planificar, anticipar crisis y tomar decisiones con mayor control y seguridad. Enseñar a manejar el dinero es, en el fondo, enseñar a vivir con menos miedo.

Algunos modelos inspiradores

En Finlandia existe una aldea empresarial, Yrityskylä, una simulación de ciudad que enseña a los niños desde primaria y secundaria a gestionar ingresos, impuestos y empresas. Así, no parece gratuito que ocupe el segundo lugar entre los países de la OCDE con mejores conocimientos financieros. Además, su Banco Central ha creado centros de educación sobre este ámbito para adultos, ampliando el aprendizaje a toda la población.

Una estrategia similar se aplica en algunos estados de EE.UU, donde la legislación obliga a los colegios a impartir clases de educación económica y financiera como requisito para graduarse, y no solo como complemento de otras materias.

No basta con decir “enseñemos finanzas”. Se requiere una política pública con continuidad, evaluación e integración real en los sistemas educativos para reducir la vulnerabilidad financiera de la población: más endeudamiento, menos ahorro y mayor riesgo de engaño político y económico.

Educar para decidir

La educación financiera temprana debería ser tan esencial como las matemáticas o la educación cívica. No se trata de formar contadores, sino ciudadanos capaces de comprender conceptos básicos como presupuesto, interés, ahorro, riesgo o inversión responsable. Y si esta formación llega a la población más vulnerable e históricamente excluida en lo socioeconómico, mucho mejor.

Los países de la OCDE que han priorizado esta enseñanza demuestran que una generación empoderada financieramente tiene efectos multiplicadores en sus familias y comunidades, influyendo incluso en las decisiones económicas de sus padres.

Para proteger la democracia

La educación financiera no es un privilegio sino una necesidad social y una forma de proteger la democracia. Comprender el dinero, a cualquier edad, significa tomar control de la vida, reducir el estrés y construir un futuro más estable.

En América Latina, urge el diseño de políticas públicas integrales, que articulen escuelas, universidades, sector financiero, gobiernos y medios de comunicación. La alfabetización financiera no puede depender del interés individual: debe asumirse como un derecho educativo y una herramienta de inclusión social.

Porque en un mundo donde la ignorancia se paga con intereses, aprender a decidir sigue siendo el acto más revolucionario que nos queda.

The Conversation

James Manuel Pérez-Morón no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. Otra pandemia global: el analfabetismo financiero – https://theconversation.com/otra-pandemia-global-el-analfabetismo-financiero-267822