El mercado del CO₂ ayuda a reducir emisiones pero también afecta al valor de las empresas

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Gabriel Lozano Reina, Profesor del Departamento de Organización de Empresas y Finanzas, Universidad de Murcia

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Cuando hablamos del precio del CO₂ solemos pensar en medioambiente y cambio climático. Sin embargo, ese precio también se ha convertido en un auténtico termómetro financiero: sube o baja y, con ello, arrastra a empresas de sectores tan distintos como la energía, la aviación, la banca o la tecnología.

Dicho de otro modo: el coste de contaminar no solo afecta a la factura de la luz o al cemento con el que se construye una vivienda, sino también a la valoración bursátil de muchas compañías europeas.

¿Qué es el EU-ETS?

Desde 2005 funciona en Europa el EU Emissions Trading System (EU-ETS), el mayor mercado regulado de carbono del mundo. Se basa en una idea muy simple: poner un límite total a las emisiones de CO₂ y repartir permisos entre las empresas. Si una compañía logra contaminar menos de lo que le corresponde, puede vender su excedente a otras empresas que se pasen del cupo. Es un sistema de “pagar por contaminar” que busca que reducir emisiones sea rentable para las empresas.

En la práctica, esto ha convertido al CO₂ en un activo financiero con su propio precio, que sube y baja según la oferta de permisos, la demanda de energía, los cambios regulatorios o incluso las crisis geopolíticas.

CO₂, una ‘bola de billar’ financiera

En nuestro estudio, publicado en Journal of Commodity Markets, hemos analizado datos de varias empresas europeas entre los años 2013 y 2025, desde grandes contaminadores (como cementeras, siderúrgicas o empresas del sector de la construcción) hasta compañías de baja huella de carbono (como empresas de servicios o farmacéuticas). La pregunta era clara: ¿cómo afecta la volatilidad del CO₂ –es decir, sus subidas y bajadas repentinas– al valor que tienen en bolsa estas empresas?

Esto nos ha permitido ver cómo los golpes del precio del CO₂ se transmiten de manera distinta en cada contexto y qué sectores sufren más en el corto y en el largo plazo:

  1. El CO₂ sí mueve los mercados. Lo primero que comprobamos es que su precio no vive aislado: sus altibajos se transmiten con fuerza al valor en bolsa de las empresas. Es como una bola de billar que, al chocar, hace que otras piezas se muevan.

  2. Los golpes son rápidos. La mayor parte de estos efectos ocurren a corto plazo, en cuestión de días. Cuando la UE anuncia una reforma, cuando estalla una crisis energética o cuando un país se retira de un acuerdo climático, el precio del CO₂ sufre una sacudida y al instante los mercados reaccionan.

  3. Las empresas más contaminantes son las más vulnerables. No sorprende que las compañías con grandes emisiones –petroleras, acereras, cementeras, eléctricas– sufran más. Para ellas, cada subida del CO₂ supone un aumento directo de costes. En nuestro análisis aparecen como “receptoras netas” de volatilidad: absorben más golpes de los que reparten.

  4. Las empresas de baja emisión tampoco se libran. Es curioso que compañías de sectores con pocas emisiones también sientan el impacto. ¿Por qué? Porque los mercados financieros reaccionan en bloque: los inversores interpretan las subidas del CO₂ como una señal de regulaciones más estrictas y esto afecta incluso a quienes no dependen directamente de combustibles fósiles. En algunos casos, estas empresas se comportan como transmisoras de volatilidad, arrastrando a otros valores.

  5. Los momentos clave dejan huella. En 2015, con el Acuerdo de París, se vieron picos de transmisión y el CO₂ se convirtió en referencia de la ambición climática.

Entre 2018 y 2020 –con la puesta en marcha de la reserva de estabilidad del mercado para intentar resolver los desequilibrios estructurales entre la oferta y la demanda, y la aparición de la pandemia–, la volatilidad se disparó y alcanzó tanto a empresas muy contaminantes como a las menos expuestas. Además, la reforma del sistema dentro del Objetivo 55 para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de la Unión Europea, reforzó la ambición climática de la UE.

En 2022, la guerra de Ucrania provocó un desplome temporal de los precios del CO₂, pero después el mercado se recuperó y volvió a presionar a los sectores intensivos en energía.

¿Por qué debe importar a las empresas?

El mensaje es claro: el CO₂ ya no es solo un tema ambiental, sino un riesgo financiero de primera línea. Para una cementera o una eléctrica, los permisos de emisión son un coste que puede dispararse de un día para otro. Esto obliga a integrar el “riesgo carbono” en la estrategia: mejorar la eficiencia energética, invertir en tecnologías limpias o diseñar planes de cobertura financiera que amortigüen la volatilidad.

Para las empresas de baja emisión, como farmacéuticas o de servicios, la lección es distinta: aunque sus procesos no dependan del carbón o el petróleo, tampoco pueden ignorar el mercado de carbono. La reacción de los inversores ante subidas del CO₂ puede afectar a su valoración y a la percepción de su sostenibilidad.

¿Por qué debe importar a los inversores?

Cada vez más, los mercados leen el precio del CO₂ como una señal de futuro. Si sube, interpretan que habrá regulaciones más duras y costes mayores para ciertas industrias. Si baja, anticipan relajación o menor ambición climática. Esto influye en las decisiones de inversión, en las estrategias ESG (ambientales, sociales y de gobernanza) y en la gestión de riesgos de fondos y carteras.

En la práctica, el CO₂ se ha convertido en un barómetro financiero que condiciona dónde fluye el capital: hacia empresas que muestran resiliencia y adaptación, lejos de aquellas que parecen vulnerables.

¿Por qué debe importar a los ciudadanos?

Aunque parezca lejano, todo esto nos afecta en la vida diaria. El precio del CO₂ influye en la factura de la luz, en el coste del transporte y en el precio del cemento con el que se construyen casas y carreteras.

Cuando una crisis dispara la volatilidad del CO₂, esa inestabilidad se transmite a la economía real. En 2018, por ejemplo, el alza del CO₂ fue uno de los factores que encareció el precio mayorista de la electricidad en varios países europeos, con impacto directo en la factura de los hogares.

CO₂, un actor financiero de primer orden

El mercado europeo de carbono nació como una herramienta para reducir emisiones al menor coste posible. Hoy, veinte años después, se ha convertido también en un actor financiero de primer orden: su volatilidad afecta al valor de las empresas, a las decisiones de inversión y, en última instancia, a la economía de todos.

Estos efectos son cada vez más intensos y, sobre todo, inmediatos. Además, si las empresas no se anticipan al riesgo climático, pueden ver comprometida su competitividad y su empleo. Por eso, comprender el papel del CO₂ no puede ser un asunto reservado a reguladores o especialistas en sostenibilidad: también importa a directivos, inversores y ciudadanos.

En el camino hacia una economía descarbonizada, el precio del carbono será tanto una señal de política climática como un indicador financiero clave. Y anticiparse a sus sacudidas puede marcar la diferencia entre perder competitividad o aprovechar la transición verde como una oportunidad.

The Conversation

Gabriel Lozano Reina recibe fondos de la Agencia Estatal de Investigación (proyecto PID2024-159036NA-I00) y de la Fundación Cajamurcia.

Diego Rodríguez-Linares Rey recibe fondos de la Agencia Estatal de Investigación (proyecto PID2024-159036NA-I00) y de la Fundación Cajamurcia.

J. Samuel Baixauli recibe fondos de la Agencia Estatal de Investigación (proyecto PID2024-159036NA-I00) y de la Fundación Cajamurcia.

Susana Alvarez Diez recibe fondos de la Agencia Estatal de Investigación (proyecto PID2024-159036NA-I00) y de la Fundación Cajamurcia.

ref. El mercado del CO₂ ayuda a reducir emisiones pero también afecta al valor de las empresas – https://theconversation.com/el-mercado-del-co-ayuda-a-reducir-emisiones-pero-tambien-afecta-al-valor-de-las-empresas-264845

Una cara oculta del acoso escolar: la violencia psicológica

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Alicia Mariscal, Profesora del Área de Lingüística General y miembro del Instituto de Investigación en Lingüística Aplicada (ILA), Universidad de Cádiz

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Los padres de María acaban de cambiar de domicilio y ella ha sido escolarizada en un nuevo centro. Tiene 12 años y aún no conoce a nadie, pero viene con ganas de hacer nuevas amistades. Sin embargo, no le resulta fácil. El grupo de niñas de su clase está muy jerarquizado y aquellas que lo lideran parecen poco dispuestas a aceptarla.

Los comentarios jocosos, las miradas y los gestos desagradables hacen que María no se sienta integrada. No hay ningún ataque directo, pero las burlas y cuchicheos son frecuentes. Cuando en clase hay que hacer grupos, nadie se quiere poner con ella y, en el recreo, aunque sí la dejan participar, se cambian las reglas del juego para perjudicarla.

¿Cómo puede determinar su familia si se trata de una situación de acoso? A María no la han amenazado abiertamente; tampoco es fácil definir las actitudes de desprecio o exclusión que van minando su confianza día a día. La frontera entre una broma inocente y una situación sostenida en el tiempo con intención de aislar o hacer sufrir es, a veces, difícil de establecer desde fuera. Por eso, es importante determinar la constancia y el efecto psicológico en la víctima para poder tomar medidas.

¿Por qué lo llamamos acoso?

El verbo acosar procede del latín cursus, que significaba originariamente “carrera”, y este de la raíz indoeuropea kers- (“correr”). Aunque aún mantiene ese sentido inicial de “correr detrás de alguien”, ya que la RAE lo define como “perseguir, sin darle tregua ni reposo, a un animal o a una persona”, presenta actualmente otras connotaciones negativas adicionales, en el sentido de “apremiar de forma insistente a alguien con molestias o requerimientos”.

Más allá del acoso físico evidente, con el uso repetido de la violencia sobre alguien en situación vulnerable para dañarla o intimidarla, la dinámica entre acosadores y víctimas suele basarse en razones de “raza, color, nacionalidad, minusvalía, religión, orientación sexual o cualquier otra circunstancia” y en cualquier otro elemento que diferencie a la víctima del resto (en el caso concreto de María, ser nueva en el centro).

Para que exista acoso, este debe ser intencional y realizado de forma continuada por aquellos que se consideran superiores a la víctima. En otras palabras, al acosar los abusos se centran en un supuesto desequilibrio de poder.

Ataques por medio del lenguaje

A veces el acoso escolar no supone un acto de discriminación hacia las personas que son percibidas como diferentes, sino como un tipo de violencia psicológica que los acosadores dirigen hacia sus iguales.

Se trata de situaciones que no se limitan al uso de la fuerza o la violencia física, sino en las que se recurre al lenguaje para atacar, angustiar a la víctima y hacerla sentir inferior, y resultan mucho más difíciles de detectar que los golpes y moratones.

Esto puede llevar a la somatización, cuando la víctima anticipa que le va a ocurrir de nuevo y entra en un continuo estado de alerta y ansiedad. Por ejemplo, María ya acude al colegio nerviosa y preocupada, independientemente de si ese día recibe algún ataque. También a la rendición, cuando se siente incapaz de controlar la situación, deja de defenderse y adopta una actitud pasiva ante el acoso.

La violencia psicológica

El acoso infantil y juvenil llevado a cabo a través de las palabras, ya sean estas orales o escritas, consiste en el menosprecio y la denigración repetida de la víctima por medio de insultos, burlas, humillaciones, críticas destructivas y comentarios despectivos e hirientes.

Este tipo de acoso verbal puede conllevar también la difusión de mentiras, que sirven para difamar a la víctima o a su familia. Además, se acompañan con frecuencia de otros comportamientos no verbales que implican otras formas de violencia de carácter físico, psicológico (por ejemplo, por medio del silencio hostil y la privación de afecto) o social (mediante el aislamiento y la exclusión de la víctima): estas dos últimas serían aplicables al caso de María.

El chantaje emocional

Además de la descortesía efectuada a través del lenguaje, el acosador suele apelar al miedo para manipular a la víctima y someterla a su voluntad. Para ello, recurren a un tipo de chantaje emocional conocido como “castigador”, basado en amenazas: algunas explícitas y otras más implícitas.

Estas agresiones verbales malintencionadas suelen producirse de forma repetida, hasta que la víctima acaba desarrollando un estado de “vulnerabilidad aprendida”, caracterizada por la “pasividad, ansiedad y depresión que aparece cuando una persona piensa que no puede controlar su entorno, que está a merced de los acontecimientos o que sus acciones no producen los efectos esperados”.

Rechazo familiar y escolar

La Asociación Española para la Prevención del Acoso Escolar recomienda a las familias la creación de un clima de confianza, que permita a los hijos compartir sus problemas y preocupaciones. También recalca la importancia de la observación permanente “ante posibles señales que puedan alertarnos de que se está produciendo acoso: disminución del rendimiento escolar, pérdida o sustracción de material escolar, repentinos cambios de humor, temor a ir al colegio, insomnio o lesiones físicas”.




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Esta lacra social a veces se produce a escondidas del profesorado, de manera que puede pasar desapercibida en los centros educativos. Por eso, la prevención desde los primeros niveles de escolarización resulta fundamental para favorecer las relaciones simétricas y el respeto mutuo.

Se trata de construir un estilo de comunicación asertivo y empático entre los estudiantes, así como entre estos y sus docentes, para que el alumnado se sienta seguro al contar a sus profesores cualquier situación de violencia de la que sean testigos, ya sean verbales o no verbales, directas o más sutiles.




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¿Qué hacer una vez detectado el acoso?

Si en el centro educativo se identifica un posible caso de acoso, se deben seguir estrictamente y de forma inmediata los correspondientes protocolos de actuación e intervención, en estrecha colaboración con las familias, para poner freno al acoso lo antes posible tanto dentro como fuera del aula.

Para que exista una educación de calidad, hemos de contrarrestar el acoso escolar —y los efectos psicológicos tan destructivos que produce en las personas que lo sufren— con valores que favorezcan la convivencia y luchar contra toda forma de violencia social, incluida la ejercida a través del lenguaje.

The Conversation

Alicia Mariscal no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. Una cara oculta del acoso escolar: la violencia psicológica – https://theconversation.com/una-cara-oculta-del-acoso-escolar-la-violencia-psicologica-267896

COP30 de Brasil: una cumbre incierta, pero imprescindible para la acción climática

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Fernando Valladares, Profesor de Investigación en el Departamento de Biogeografía y Cambio Global, Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC)

Pescador en el río Amazonas a su paso por Brasil. Anna ART/Shutterstock

Nuestro planeta bate más de un centenar de récords climáticos cada año, con sequías, incendios, huracanes y heladas nunca antes registradas. Mientras tanto, hay personas que acumulan mayores riquezas que ningún emperador de la historia, números asombrosos de personas que sufren y mueren de hambre mientras producimos el doble de la comida necesaria para alimentarnos, crecientes conflictos por el agua, migraciones desesperadas que no son bien recibidas y pueblos originarios que son ignorados no ya al reclamar lo que es suyo, sino al denunciar la insostenibilidad de la relación del norte global con la naturaleza.

Una muestra de todo esto se dará cita en noviembre de 2025 en Brasil en la COP30, la trigésima cumbre del clima de Naciones Unidas. En ella se congregarán los líderes mundiales con el objetivo de tomar medidas para mitigar el calentamiento global y adaptarnos a él.

Los contrastes de la COP30

Como en otras cumbres climáticas, aunque en esta de manera más evidente al celebrarse en Brasil, el evento es el reflejo de las contradicciones del mundo en el que vivimos.

Países pobres afectados por un clima furioso en el que no han influido en absoluto convivirán con los países que les imponen deudas imposibles de pagar y que están gobernados por negacionistas climáticos o una de sus últimas variantes, los retardistas.

Mientras algunos participantes llegarán en barco siguiendo el curso del río Amazonas, otros lo harán en sus aviones privados. Mientras a unos les preocupa del cambio climático cómo mantener su modelo de negocio y sus desmesurados beneficios trimestrales, a otros les preocupa cómo sobrevivir a la próxima ola de calor y a la crisis de las cosechas.

Los lobbies de las empresas más contaminantes, fundamentalmente la media docena de grandes petroleras y todas sus derivadas, volverán a ser la representación más numerosa y también la más eficaz a la hora de neutralizar cualquier posible acuerdo para desembarazarnos de los combustibles fósiles.

En un momento histórico en el que el país que más ha hecho por alterar el clima con sus emisiones, Estados Unidos, se desvincula del Acuerdo de París y no estará presente en esta COP, cientos de científicos del clima nos harán sentir miedo y miles de representantes de pueblos indígenas nos harán sentir vergüenza. Miedo por los escenarios climáticos inseguros por los que ya estamos transitando y vergüenza por la más que discreta acción climática de unas décadas cargadas tan solo de buenos propósitos.




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Mujer con una diadema con plumas en un atril de la COP28
Isabel Prestes da Fonseca, representante de la comunidad indígena brasileña, durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático COP28, celebrada en Dubái (Emiratos Árabes Unidos) el 1 de diciembre de 2023.
COP28/Christophe Viseux/Flickr, CC BY-NC-SA

El cambio climático más peligroso ya está aquí

La temperatura global aumentó más de 0,4 °C durante los últimos dos años. En agosto de 2024 se cumplieron 12 meses con un incremento promedio de 1,6 °C respecto a la temperatura de referencia del periodo 1880-1920.

Este aumento de la temperatura fue provocado por uno de los episodios periódicos de calentamiento tropical del fenómeno de El Niño, pero muchos científicos quedaron desconcertados por su magnitud. El incremento fue el doble de lo esperado para el débil El Niño de 2023-2024.

La mayor parte del resto del calentamiento se debió a la restricción de las emisiones de aerosoles por parte de los buques, impuesta en 2020 por la Organización Marítima Internacional para combatir el efecto de los contaminantes de aerosoles en la salud humana.

Los aerosoles son pequeñas partículas que aumentan la extensión y el brillo de las nubes, que reflejan la luz solar y tienen un efecto refrigerante sobre la Tierra. Cuando se reducen –y, por tanto, las nubes–, la Tierra se oscurece y absorbe más luz solar, lo que aumenta el calentamiento global. El enfriamiento por aerosoles y, por lo tanto, la sensibilidad climática, ha sido subestimada en los análisis del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas.

El calentamiento global causado por la reducción de los aerosoles de los barcos no desaparece cuando el clima tropical entra en su fase fría de La Niña. Por lo tanto, la temperatura global no desciende mucho por debajo del nivel de 1,5 °C de calentamiento establecido como límite seguro en el Acuerdo de París, sino que oscila cerca o por encima de ese nivel.

Las altas temperaturas de la superficie del mar y el aumento de los puntos calientes oceánicos continuarán, con efectos nocivos para los arrecifes de coral y otras formas de vida marina. La mayor consecuencia para los seres humanos en la actualidad es el aumento de la frecuencia y la gravedad de los fenómenos climáticos extremos, como tormentas, inundaciones, olas de calor y sequías.

El cambio climático polar tiene el mayor efecto a largo plazo sobre la humanidad, y sus repercusiones se ven aceleradas por el aumento de la temperatura global. Como resultado del deshielo, es altamente probable que la circulación meridional de retorno del Atlántico (AMOC) se detenga en los próximos 20-30 años algo no incluido en el último informe del IPCC. Tomar medidas radicales para reducir el calentamiento global podría evitarlo.

Si se permite que la AMOC se detenga, se producirán graves problemas, como el aumento del nivel del mar en varios metros y un clima extremo especialmente en Europa y la costa oriental de Norteamérica. Sería un auténtico punto de no retorno.




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Mapa terrestre que muestra con una línea el recorrido de la AMOC justo a la costa de América en el océano Atlántico
La AMOC es el componente atlántico de la corriente oceánica global, un sistema de circulación oceánica a gran escala que transporta calor, sal, carbono y otros elementos biogeoquímicos.
NOAA

Lo esencial que se espera de la COP30

Dos estudios publicados en Nature Climate Change en febrero de 2025 analizaban que el hecho de haber superado el umbral de 1,5 ºC en 2024 podría indicar que hemos entrado en un período de varias décadas con calentamiento global medio de 1,5 ºC.

Según los autores, se necesitan esfuerzos muy rigurosos de mitigación climática para mantener los objetivos del Acuerdo de París a nuestro alcance. Pero hay sobrada evidencia de que el objetivo más importante de dicho Acuerdo, limitar el aumento de temperatura a 1,5 ºC, parece perdido. Lo importante es que si no se toman acciones más agresivas en mitigación rápidamente, pasará lo mismo con el objetivo de mantener las temperaturas por debajo de los 2 ºC.

Las expectativas ante la COP30, como en todas las cumbres del clima, son altas, a pesar de las incertidumbres científicas, sociales, políticas y económicas. Los dos temas centrales para este encuentro son limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 °C respecto a los niveles preindustriales y los compromisos de financiación climática.

La neutralidad de carbono –equilibrio entre las emisiones emitidas y retiradas de la atmósfera– es tan difícil como urgente. Este año es clave porque los 195 países firmantes del Acuerdo de País deben presentar nuevas contribuciones nacionales (NDC, por sus siglas en inglés), las medidas que pretenden adoptar para limitar el calentamiento del planeta. Cada cinco años, este documento debe presentarse a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. De momento solo 68 países han aportado sus NDC. Las NDC 3.0 –que representan la tercera ronda de contribuciones de cada país– tienen que ser progresivas y más ambiciosas que las NDC actuales.

En materia financiera, la COP29, celebrada en Bakú (Azerbaiyán), consiguió un acuerdo a la desesperada y en el último momento para fijar la nueva meta de financiación climática. El acuerdo contemplaba que los países ricos aportarían, al menos, 300 000 millones de dólares anuales a los de menos recursos hasta 2035, dentro de un compromiso más amplio de hasta 1,3 billones de dólares. Esta cifra es muy inferior a la planteada inicialmente, y vemos que cumbre tras cumbre se pospone la implementación de esta ayuda económica a los países más pobres.




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La esperanza es lo último que se pierde

El hecho de que ninguna nación haya seguido el ejemplo de Estados Unidos de abandonar el Acuerdo de París es esperanzador. Quedan incertidumbres respecto a grandes emisores como China o India, y preocupa la debilidad política de la Unión Europea en materia ambiental y climática. Pero las COP han permitido alcanzar acuerdos incluso en las situaciones más difíciles. Además, suponen dos semanas en las que el cambio climático domina las agendas de todos los países y sólo eso resulta alentador.

Es preciso negociar cada punto sin desfallecer por escasas que sean las posibilidades de acuerdos significativos entre países y dentro de cada país. Hay demasiado en juego para plantear esta COP de otra manera.

The Conversation

Fernando Valladares no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. COP30 de Brasil: una cumbre incierta, pero imprescindible para la acción climática – https://theconversation.com/cop30-de-brasil-una-cumbre-incierta-pero-imprescindible-para-la-accion-climatica-269110

La rebeldía narrativa de Manuel Puig en ‘El beso de la mujer araña’

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Laura Martínez Català, Investigador en formación (personal PDI), Universitat de Lleida

Jennifer López en una escena de la última versión de _El beso de la mujer araña_. Roadside Attractions

Se ha estrenado en Estados Unidos y en algunos países de Hispanoamérica la nueva adaptación cinematográfica de la cuarta novela del escritor argentino Manuel Puig: El beso de la mujer araña (1976). Traducida a más de veinte idiomas, ha suscitado múltiples interpretaciones y revisiones artísticas.

Tan solo tres años después de su publicación, el director teatral italiano Marco Mattolini la llevó a los escenarios de su país y al año siguiente se representó la versión española, adaptada por el propio Puig y dirigida por José Luis García Sánchez. Pero fue sobre todo la repercusión de la propuesta de Mattolini –fervorosamente aplaudida por parte de críticos y espectadores– la que despertó en cine el interés por esta novela.

La primera (y, hasta hace unos meses, única) película inspirada en El beso de la mujer araña, dirigida por Héctor Babenco, llegó a las salas de cine en 1985, nueve años más tarde de la aparición del formato narrativo original. A estas relecturas les sucedió un musical (en el que se inspira el último filme), estrenado en 1992 en el West End de Londres y en 1993 en Broadway, así como otras versiones independientes.

Rompedora en forma y fondo

Esta afluencia de aproximaciones a la novela tiene su origen en el hecho de que en el momento de su publicación fue considerada revolucionaria. Y es que ya su confección formal es rompedora.

El beso de la mujer araña fue concebida casi en su totalidad mediante el empleo de diálogos directos entre los protagonistas de la obra: Luis Alberto Molina (un homosexual de 36 años condenado por corrupción de menores) y Valentín Arregui (un preso político de 26 años que cumple condena por su pertenencia a un grupo marxista). Ambos personajes conversan para matar el tiempo en la celda que comparten en una penitenciaría de Buenos Aires en el año 1975.

La década de 1970 en Argentina estuvo marcada por cambios políticos intensos, pues a mediados de la misma se instauró en el país la dictadura militar. Que los protagonistas fueran un homosexual y a un marxista convencido no podía menos que despertar, como ya había ocurrido con la anterior novela de Puig –The Buenos Aires Affair– la ira de los censores. Fueron especialmente sancionadas las afirmaciones de Molina, quien no solo abrazaba su exacerbada sensibilidad y su atracción por otros hombres, sino que no escondía su identidad femenina.

En apoyo al personaje, Puig incluyó nueve notas a pie de página, como si la novela se tratara en algunos puntos de un ensayo. Dichas notas, que pueden ser leídas u obviadas sin que ello afecte a la acción, son paráfrasis de discursos psicológicos reales que elucubran sobre el posible origen de la homosexualidad. La localización de estos datos no fue inocente, tal como declaró el autor en varias entrevistas:

“ese material científico pensaba filtrarlo en el texto de ficción, pero vi que era imposible. Luego pensé que toda esa información nos había sido violentamente escamoteada […]. Así que introduje todo ese material tal como nos había sido escamoteado, violentamente”.

En la última nota, y tras la máscara de la ficticia doctora A. Taube, se esconde la voz de Manuel Puig. Este perseguía, según varios investigadores de la obra, bien educar a un lector ignorante en cuanto a la homosexualidad, bien deslegitimar a aquellos que, como en el caso de ciertos sectores políticos argentinos de la época, expresaban opiniones negativas preconcebidas sobre la misma. Gracias a esas notas, pero especialmente a la última, el lector puede llegar a conocer también el punto de vista del autor.

Imagen de unas páginas de _El beso de la mujer araña_ en las que se pueden ver las amplias notas al pie.
Imagen de unas páginas de El beso de la mujer araña en las que se pueden ver las amplias notas al pie.
L.M.C.

Es precisamente la ignorancia la que posibilita la aparición de la primera nota, justo después de que Valentín le confiese a su compañero de celda: “yo de gente de tus inclinaciones sé muy poco”. El diálogo a tres entre Valentín, Molina y las notas desaparece cuando se produce un acercamiento real entre los dos personajes. A partir de entonces, ya no son necesarias.

La magia del séptimo arte

Para que los protagonistas pudieran entablar una relación sincera, Puig necesitaba un canal que los uniera, pues eran demasiado distintos entre sí. Este canal no fue otro que el cine.

Cartel de una película clásica con una mujer caminando.
Cartel de la versión cinematográfica de El beso de la mujer araña de 1985.
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A las ocho de la tarde se apagan las luces de la penitenciaría y se hace la oscuridad. El gran amante del cine que es Molina comienza, como todos los días, a contarle una película a Valentín. Son estas narraciones las que hacen que emerjan los temas más trascendentes de la obra. Molina habla de su madre, quien le ama sin condiciones a pesar de ser un “amoral”, según reza su informe policial; y del mesero de quien está enamorado, así como de su convicción sobre la posición inferior de la mujer respecto al hombre. Valentín exterioriza el sufrimiento que le causa cumplir con el desapego emocional que le exige la lucha política, así como la añoranza de una mujer que no es su novia y que, además, es de clase alta. También aborda temas como la represión sexual, las torturas policiales y las misiones que ha llevado a cabo con su grupo marxista. Pero, sobre todo, cuestiona a Molina, a quien trata de inculcar que ni mujeres ni hombres homosexuales deben “dejarse basurear”.

Y ambos discuten sobre temas tan controvertidos como la política (Molina opina, por ejemplo, que “todos los políticos son iguales”, mientras que Valentín afirma que “los maquis fueron verdaderos héroes”), la religión (Valentín la niega, pero termina deseando que exista Dios), el sexo (heterosexual y homosexual), etc. Las películas, por tanto, trascienden la celda y les empujan a evolucionar juntos. En palabras del preso político: “Sí, fuera de la celda están nuestros opresores, pero adentro no. Aquí nadie oprime a nadie”.

Este espacio, que es símbolo de falta de libertad, se proyecta sobre los personajes: no solo están presos físicamente, sino que también lo estaban internamente. En este rincón de una inhumana penitenciaría de la que no pueden salir se sienten, por primera vez, realmente libres. Los veintidós días que han compartido les han otorgado, a cada uno de manera distinta, un sentimiento cercano a la felicidad. La violencia real y simbólica que castigaba a Valentín y Molina (y, por extensión, a la sociedad) por no ceñirse a un orden establecido, que les constreñía dentro y fuera de los muros de la cárcel, no puede derrocar la dignidad que Manuel Puig les confiere. Al final, ganan ellos.

Una novela como esta, que quiebra esquemas, desafía discursos intransigentes y nos sacude el alma tan suave como dolorosamente, ¿cómo podría dejar de ser revisitada?

The Conversation

Laura Martínez Català recibe fondos del Ministerio de Ciencia e Innovación como beneficiaria de una beca predoctoral sujeta a un proyecto de investigación

ref. La rebeldía narrativa de Manuel Puig en ‘El beso de la mujer araña’ – https://theconversation.com/la-rebeldia-narrativa-de-manuel-puig-en-el-beso-de-la-mujer-arana-266514

Del grafeno al cepillo de dientes: celebramos el Día Mundial de los Materiales

Source: The Conversation – (in Spanish) – By José Ygnacio Pastor Caño, Catedrático de Universidad en Ciencia e Ingeniería de los Materiales, Universidad Politécnica de Madrid (UPM)

metamorworks/Shutterstock

Cada mañana, al despertar, estamos rodeados por una orquesta silenciosa de materiales que sostienen nuestra vida: el grafito que favorece la ventilación y regulación térmica en colchones y almohadas; cerámica avanzada que sirve para prótesis para las articulaciones y dentales, o el bioplástico reforzado con fibras vegetales del cepillo de dientes, que promete desintegrarse sin dejar huella.

Los materiales, antes discretos y secundarios, han dejado de ser meros soportes para convertirse en auténticos protagonistas del cambio tecnológico y ambiental.

El origen de la fiesta

El interés por estos avances ha crecido tanto que la Federación Europea de Sociedades de Materiales (FEMS) impulsó el Día Mundial de los Materiales (DMM), que el 5 de noviembre de 2025 conmemora su vigesimotercera edición. El objetivo es celebrar los descubrimientos, concienciar sobre su importancia y destacar los retos éticos y ecológicos asociados a su uso. La Universidad Politécnica de Madrid ha sido pionera, ininterrumpidamente durante estos veintitrés años, de esta iniciativa.

En la primera edición (sobre todo simbólica), se presentaron pequeños fragmentos de cerámica de última generación, metales hasta entonces inexistentes, polímeros, biomateriales… Nadie sabía entonces que serían el punto de partida de una odisea científica que nos ha llevado hasta hoy.

Hitos recientes

En los últimos años, la ingeniería de los materiales se ha incorporado a los objetos más comunes. Los avances recientes permiten imaginar –y fabricar– productos más eficientes, duraderos y sostenibles:

Las posibilidades van del espectáculo técnico a transformaciones concretas:

Eficiencia energética: materiales con conductividad optimizada y menor masa reducen el consumo en transporte y electrónica.

Durabilidad radical: la autoreparación estructural implica menos fallos catastróficos en infraestructuras críticas.

Elección basada en el ciclo de vida: con el reciclaje atómico, el fin de vida deja de ser desecho y se convierte en materia prima de nuevo.

Innovación funcional cotidiana: ropa que regula la temperatura activamente, envases que se degradan de forma controlada, sensores embebidos en objetos comunes…

Reducción de residuos tóxicos: el uso de materiales biocompatibles o reciclables minimiza la huella química de nuestra tecnología.

Los materiales no solo son soporte pasivo, sino también protagonistas del cambio hacia una sociedad más eficiente, circular y resiliente.

Del laboratorio al futuro

Desde el ya casi legendario grafeno, aquel “átomo de carbono en dos dimensiones”, la lista de materiales disruptivos crece sin parar:

Materiales bidimensionales: con atractivos nombres como fosforeno, dicalcogenuros y carbinos, han ampliado la paleta, permitiendo sorprendentes propiedades eléctricas, térmicas y ópticas que prometen construir nuestro futuro.

Aleaciones metálicas ligeras con memoria y autorreparación: metales con complejas estructuras jerárquicas que reaccionan cerrando microgrietas que se forman en su interior por fatiga, como nos pasa a los humanos.

Materiales híbridos, bioinspirados y biomateriales: consiguen integrar proteínas, nanocelulosa y polímeros naturales para lograr sostenibilidad y funcionalidad.

El reciclaje atómico: permite grandes avances para la economía circular a escala molecular. Se trata de romper enlaces químicos selectivamente para reconstruir materiales sin sacrificar su rendimiento.

Materiales para energía: electrodos de óxidos nanoporosos para baterías ultrarrápidas, supercondensadores de grafeno y catálisis para captación de CO₂ .

Materiales “vivientes” o adaptativos: estructuras capaces de modificar sus propiedades en respuesta a estímulos del entorno, gracias a la integración de sensores y mecanismos de autorregulación en su propia composición.

Cada hito no ha sido un destello aislado, sino una constelación que reconfigura cómo diseñamos y usamos materiales.

De adorno a imperativo

La sostenibilidad ya es una función de diseño obligatoria, no una opción cosmética. Imaginemos un material híbrido reciclable de alta conductividad: una matriz de polímero biodegradable reforzada con nanofibras de celulosa modificadas, que podrían proceder de residuos agrícolas.

Este tipo de material podría emplearse, por ejemplo, en carcasas de dispositivos electrónicos o componentes de vehículos eléctricos. Su estructura permite una reciclabilidad molecular, capaz de romper y regenerar los enlaces bajo condiciones controladas sin perder propiedades. Su capacidad de autorreparación alarga su vida útil, evitando reemplazos frecuentes.

Así, la innovación en materiales se convierte en una vía concreta para un diseño verdaderamente sostenible.

Este desarrollo es coherente con el imperativo de que toda innovación debe pensarse desde su ciclo de vida: origen, uso, y desecho o reutilización.

Objetos cotidianos que podrían transformarse

¿Qué cosas cotidianas podrían cambiar gracias a los materiales?

Las baterías de teléfonos y ordenadores portátiles serían ultraligeras, recargables en cuestión de minutos y plenamente reciclables, sin recurrir a metales tóxicos. La indumentaria deportiva ajustaría de forma activa su temperatura al entorno y, al final de su vida útil, podría reincorporarse a nuevos ciclos textiles. Las pantallas y los dispositivos wearables se presentarían como láminas delgadas y flexibles, con una huella ambiental sensiblemente menor.

En el ámbito de la automoción, los componentes se autorrepararían y prolongarían de manera significativa su vida útil. Incluso los envases alimentarios monitorizarían en tiempo real el estado del producto (regularían la humedad y detectarían gases de descomposición) y, tras su uso, se reintroducirían en los ciclos productivos sin dejar residuos nocivos.

El Día Mundial de los Materiales

Y así, como todo buen experimento que termina donde empezó, la historia vuelve al origen: aquellos fragmentos simbólicos depositados en un laboratorio en el primer Día Mundial de los Materiales, apenas fragmentos translúcidos, han acabado infiltrándose en la vida cotidiana.

Hoy ese mismo espíritu late en los objetos que nos rodean: en los teléfonos que vibran, en los coches que aprenden, en la ropa que promete ser más inteligente incluso que nosotros.

Nada se pierde, todo se transforma… y, con suerte, se recicla.

¡Feliz Día Mundial de los Materiales!

The Conversation

José Ygnacio Pastor Caño no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. Del grafeno al cepillo de dientes: celebramos el Día Mundial de los Materiales – https://theconversation.com/del-grafeno-al-cepillo-de-dientes-celebramos-el-dia-mundial-de-los-materiales-268372

¿Amar es destruir? Rosalía, ‘Berghain’ y la (de)construcción del amor romántico

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Antonio Jesús Tinedo-Rodríguez, Profesor Ayudante Doctor, Universidad de Córdoba, Universidad de Córdoba

Fotograma del videoclip de ‘Berghain’ de Rosalía. Rosalía/YouTube

¿Qué es el amor? En lingüista estadounidense George Lakoff probablemente respondería afirmando que ‘el amor es un viaje’. Esto es lo que en Lingüística se conoce como metáfora conceptual, porque se describe una experiencia que es concreta –como un viaje– para hablar de otra más abstracta e intangible –el amor–.

Estas metáforas se manifiestan en la lengua a través de expresiones. Cuando una pareja dice que sus integrantes “han tomado caminos distintos”, el marco conceptual para explicar que se han separado es el de dos viajeros que han compartido parte del trayecto y ahora eligen nuevos destinos. Es decir, la metáfora subyacente es que el amor se conceptualiza como viaje.

Al hablar de amor, es interesante pensar en cómo se crea esta idea. Especialmente el ideal del amor romántico que asocia elementos como la dominación y los celos a las relaciones de pareja. Bajo este tipo de construcciones del amor hay metáforas como: ‘el amor es destrucción’, ‘el amor es posesión’ o ‘el amor es sufrimiento’. Estas conceptualizaciones forman parte de la cultura profunda y se manifiestan en expresiones como “quien bien te quiere te hará sufrir”.

Una pareja se coge de las manos mientras pasea en bici en el atardecer.
El lenguaje va muy entrelazado con la forma en la que entendemos las relaciones.
Everton Vila/Unsplash

Para deconstruir este elemento cultural, conviene tener en cuenta la hipótesis de Sapir-Whorf, o hipótesis de la relatividad lingüística, que sostiene que la lengua influye en la manera en la que pensamos. En su versión fuerte propone que la lengua determina el pensamiento, mientras que en su versión débil plantea que simplemente lo condiciona. Y cuando hablamos de lengua, necesariamente nos referimos al binomio lengua-cultura porque son realidades indisociables, dos caras de una misma moneda.

En este sentido, la música es un elemento clave de la cultura. Hay artistas, como Rosalía, que poseen un dominio excepcional de las lenguas, los sonidos y las culturas. Gracias a ello la cantante catalana –junto con su equipo– logra articular con la precisión de una cirujana de los pentagramas distintos elementos semióticos, creando significados que funcionan como un espejo para la sociedad y actúan como un revulsivo.

Así es como ha tejido las bases de LUX, su nuevo álbum, un ejemplo de plurilingüismo e interculturalidad que además se inspira en la mística femenina a través de la asociación de mujeres a lenguas y culturas (por ejemplo: Juana de Arco al francés o Sun Bu’er al chino). Su primer sencillo, “Berghain”, es una declaración de intenciones de lo que se podrá escuchar en la obra completa.

Pero ¿cómo se conceptualiza el amor en “Berghain”? Hablemos de la lingüística del amor en Rosalía.

‘El amor es comunión’: Sein Blut ist mein Blut

La canción comienza en alemán con paralelismos de la construcción “Seine [X] ist meine [X]” (“Su [X] es mi [X]”) en la que se manifiesta claramente la dimensión espiritual de la obra mediante la completa identificación de los amantes.

Se fusionan identidades donde la voz lírica asume la identidad de la persona amada haciendo propios sus miedos, su ira, su forma de amar y hasta lo biológico, su sangre. Estas manifestaciones lingüísticas tienen como elemento subyacente la metáfora conceptual de ‘el amor es unión’, pero dada la naturaleza espiritual y carnal con la que se formula, probablemente lo más acertado sería repensar la metáfora como ‘el amor es comunión’.

Con maestría, Rosalía rompe con esa conceptualización del amor romántico con una metáfora muy poderosa en el verso “Wie ein Blei-Teddybär…, Deshalb ist mein Herz so schwer”, al crear un contraste con el “osito de peluche” y “el osito de plomo” con quien se identifica para afirmar que su corazón pesa mucho por todo lo que guarda en él.

De esta forma, se activa una nueva metáfora (‘las emociones son cargas físicas’) que interactúa con la anterior, deconstruyendo el ideal de amor romántico. Concebir el amor como comunión puede convertirse, paradójicamente, en una carga para el cuerpo y el alma.

‘El amor es transmutación’: Solo soy un terrón de azúcar

Tras la liturgia viene la confesión, y para ello Rosalía usa el español. Estos versos retoman la metáfora anterior y hay manifestaciones lingüísticas que forman parte de metáforas ligadas al marco generado por ‘el amor es comunión’. En el verso “Sé que me funde el calor”, la metáfora subyacente es ‘el amor es transformación’; el calor que da el amor transforma pero, en este caso, la transformación se enmarca dentro un marco negativo: la fundición, es decir, la pérdida de la propia identidad.

Además, cuando afirma ser “solo un terrón de azúcar” se realza esto porque el amor puede ser dulzura, pero a su vez fragilidad. Es decir, el yo poético experimenta la transmutación por el amor; un amor tóxico que carga y que destruye.


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‘El amor es posesión’: I’ll fuck you till you love me

La lengua inglesa rompe con la liturgia y la divinidad. El verso “I’ll fuck you till you love me” (“Te follaré hasta que me ames”) probablemente sea el más complejo de toda la canción porque encarna una contradicción que rompe con le metáfora de ‘el amor es comunión’.

Si bien el amor es la unión de almas y cuerpos, aquí ambos se disocian porque el sentimiento se conceptualiza como una dominación del alma a través del cuerpo. Esto alude claramente a las relaciones en las que se busca generar dependencia emocional con el sexo, es decir, realmente es una deconstrucción de la metáfora ‘el amor es dominación’. La frase no tiene un carácter sexual, sino que busca desmontar el amor romántico.

Así, el verso actúa como un acto de habla que no es eficaz por su propia contradicción. La intención y el medio se contradicen reactivando el marco religioso que atraviesa la canción. Lo “diabólico” no reside en los usos de un registro vulgar, sino en la perversión del ideal amoroso: el amor que promete la salvación termina, paradójicamente, siendo una condena terrenal.

The Conversation

Antonio Jesús Tinedo-Rodríguez no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. ¿Amar es destruir? Rosalía, ‘Berghain’ y la (de)construcción del amor romántico – https://theconversation.com/amar-es-destruir-rosalia-berghain-y-la-de-construccion-del-amor-romantico-268907

¿Qué queda del referéndum del Sáhara Occidental tras la reciente resolución 2797 de la ONU?

Source: The Conversation – (in Spanish) – By María López Belloso, Profesora e Investigadora de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad de deusto, Universidad de Deusto

Manifestación a favor de la independencia del Sáhara Occidental en el campamento de refugiados de Tinduf (Argelia) en 2008. Natalia de la Rubia/Shuttersock

Desde la ruptura del alto el fuego en Guerguerat –el principal puesto fronterizo que conecta el Sáhara Occidental con Mauritania– en noviembre de 2020, el conflicto del Sáhara Occidental transita una fase de hostilidades de baja intensidad y diplomacia intermitente.

Esta misma fase quedó marcada por el reconocimiento, en diciembre de 2020, de la soberanía marroquí por parte de la Administración Trump, encajado en la lógica de los Acuerdos de Abraham: un paquete de medidas para normalizar las relaciones árabe-israelíes al que se sumaron Emiratos Árabes Unidos, Baréin y, más tarde, Marruecos y Sudán. Lanzado en 2020, combinó incentivos políticos y estratégicos.

En el caso marroquí, la normalización con Israel –con reapertura de oficinas de enlace y cooperación en seguridad, tecnología y economía– se correspondió con el respaldo de Washington a la posición de Rabat sobre el Sáhara. Desde entonces, la propuesta de “autonomía bajo soberanía marroquí” de 2007 ha escalado como opción “realista” para varios actores influyentes, mientras el referéndum de autodeterminación se ha ido desdibujando en la práctica.

A partir de entonces, varios actores recalibraron públicamente su enfoque: estados del Golfo reforzaron su apoyo al plan de autonomía, mientras que Francia y Alemania lo definieron como “serio y creíble”. Llamó sobre todo la atención el viraje de España –potencia administradora del territorio pendiente de descolonización–, quien pasó en 2022 a señalar la propuesta marroquí como “la base más seria, realista y creíble” para una solución en un polémico giro del Gobierno.

Contenido de la resolución

La resolución 2797, adoptada el 31 de octubre de 2025, llega precisamente en ese clima y lo consolida: renueva un año más el mandato de la Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental (MINURSO) y ordena una revisión estratégica en seis meses.

El texto preserva la presencia de la ONU sobre el terreno y su función de verificación, pero evita abrir nuevas vías sustantivas –en derechos humanos o en la dimensión electoral que, en origen, debía sustentar el referéndum–, lo que redunda en continuidad operativa con poco oxígeno político.

Esta resolución renueva la MINURSO y ordena una revisión en seis meses, pero el corazón del texto late en otra parte: el lenguaje consagra la autonomía marroquí como horizonte “realista” y omite el referéndum. No es un simple matiz; es un desplazamiento del marco. La “solución mutuamente aceptable” ya no incluye, de facto, la opción independentista, y eso reconfigura el sentido del proceso auspiciado por la ONU.

De ahí nace la paradoja central: se sostiene la misión creada para organizar una consulta que el propio Consejo ha sacado del guion. La MINURSO mantiene la verificación y la mínima estabilidad en el terreno, pero sin una salida política coherente con el mandato original. La revisión semestral, lejos de ser una palanca evidente de cambio, podría funcionar como válvula de escape: ajustes técnicos y poco más, mientras la pregunta incómoda –qué significa hoy “autodeterminación” sin consulta– queda sin respuesta.

El texto evita reforzar dos pilares sensibles: un componente robusto de derechos humanos y las capacidades electorales que darían credibilidad a cualquier mecanismo de decisión futura. En un escenario de hostilidades de baja intensidad, esa omisión deja huecos de protección y reduce los incentivos para contener abusos a ambos lados del muro.

La aritmética diplomática

Estados Unidos impulsa el encuadre y varios países europeos lo acompañan, como España, cuya condición de potencia administradora pivotó en 2022 y calificó la autonomía como la base “más seria y realista”, movimiento que arrastró el debate europeo.

Rusia y China se abstienen: no dinamitan la continuidad de la misión, pero marcan distancia ante un texto inclinado hacia Rabat.

Argelia optó por ausentarse para subrayar que, a su juicio, el expediente del Sáhara Occidental sigue siendo un proceso de descolonización pendiente, cuya solución debe pasar por un mecanismo de autodeterminación auténtico –incluida la opción de independencia– y no por la consagración de la autonomía marroquí como único horizonte “realista”.

Argel denunció, además, que el texto desnaturaliza el mandato original de MINURSO al renovar la misión sin referéndum ni refuerzo de derechos humanos; ignora el dictamen de la Corte Internacional de Justicia de 1975 y las resoluciones de la Asamblea General sobre el estatus del territorio; y refleja el viraje político. Son factores que, en su lectura, vacían de contenido jurídico el marco de la ONU y perpetúan el statu quo bajo una pátina de estabilidad.

Consecuencias para las partes

El efecto neto en los incentivos es claro. Para Marruecos, validación incremental: estabilidad operativa y consagración política de la autonomía, sin contrapartidas sustantivas nuevas. Para el Frente Polisario, el mensaje es que la vía plebiscitaria ha quedado fuera del escenario.

Con la resolución 2797 el Consejo de Seguridad completa un viraje que venía gestándose desde 2020: del marco jurídico de descolonización, centrado en el referéndum, a un marco político de arreglo que privilegia la autonomía marroquí.

La misión se renueva alejada de su proposito; el instrumento jurídico (la consulta) se diluye y el resultado es claro: prevalece la realpolitik –la estabilidad y los alineamientos– sobre la vigencia operativa del derecho internacional en este conflicto.

La Unión Europea contribuye también a esta deriva. Pese a que el Tribunal de Justicia de la UE confirmó en octubre de 2024 que los acuerdos de comercio y pesca no pueden aplicarse al Sáhara Occidental sin el consentimiento de su pueblo, Bruselas ha explorado fórmulas para mantener flujos comerciales y pesqueros, desde nuevas negociaciones ad hoc hasta arreglos interinos con Marruecos que tensan el cumplimiento estricto de las sentencias. Es una búsqueda de puentes regulatorios que, en la práctica, bordea el fallo judicial en nombre del interés económico y la estabilidad con Rabat.

En suma, la resolución 2797 consagra el paso del derecho a la política como gramática dominante de la resolución del conflicto. Para el Sáhara Occidental, eso significa una ONU que gestiona el statu quo y una UE que busca atajos alrededor de sus propios fallos cuando chocan con intereses estratégicos. El mensaje de fondo –también para otras crisis– es incómodo: la fuerza del derecho cede terreno ante el derecho de la fuerza diplomática.

The Conversation

María López Belloso recibe fondos de distintas organizaciones públicas para la financiación de los proyectos de investigación (HEUROPE, Agencia Estatal de Investigación; Kutxa Fundazioa).

ref. ¿Qué queda del referéndum del Sáhara Occidental tras la reciente resolución 2797 de la ONU? – https://theconversation.com/que-queda-del-referendum-del-sahara-occidental-tras-la-reciente-resolucion-2797-de-la-onu-268871

Las diatomeas, una caja de sorpresas químicas para sobrevivir en la oscuridad

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Juan Rodríguez-Márquez, Investigador predoctoral, Universidad de Cádiz

Fotografía a microscopía electrónica de barrido de una cadena de células de la especie de diatomea céntrica _Skeletonema pseudocostatum_ aislada en la bahía de Cádiz. Juan Rodríguez-Márquez y Ana Bartual.

Las diatomeas son pequeñas algas unicelulares protegidas por una cápsula de sílice (frústula). Hablamos de organismos clave en los ecosistemas marinos, responsables de un 20 % de la fijación de carbono global.

Fotografía a microscopía electrónica de barrido de la frústula de una diatomea céntrica de la especie Thalassiosira eccentrica (foto izquierda) donde se puede apreciar el patrón de su diseño (foto derecha).
Ana Bartual.

Forman parte del fitoplancton marino, base de la red trófica de la que dependen seres vivos de todos los tamaños, desde diminutos copépodos hasta grandes depredadores.

Además, son ubicuas y cosmopolitas: habitan desde regiones polares hasta tropicales, tanto en aguas abiertas como en zonas costeras. El registro fósil de sus frústulas de sílice evidencia que existen desde el Jurásico (hace entre unos 200 y 145 millones de años), si bien fue durante el Cretácico (hace entre 145 y 66 millones de años) cuando comenzaron a diversificarse y a convertirse en un componente fundamental del plancton marino.

¿Por qué son tan exitosas?

Las diatomeas poseen una alta capacidad de división, algo que, que unido a una eficiente capacidad de incorporar nutrientes del agua, les permite aprovechar rápidamente los recursos disponibles. Esto facilita la aparición de floraciones masivas en las zonas costeras.

Cuando los nutrientes se agotan, las diatomeas se hunden al fondo marino, permaneciendo en la oscuridad. Y cuando las condiciones vuelven a ser favorables, es decir, hay de nuevo nutrientes, pueden reactivarse y reflorecer. Esta ventaja adaptativa es típica en distintas especies de diatomeas polares durante los meses de noche polar.

Secretos químicos para sobrevivir

En las últimas décadas, se ha observado que las diatomeas presentan un complejo y variado arsenal químico que les da ventajas adaptativas. El papel que estos compuestos juegan en el medio natural es tan diverso como diversas son las especies que los producen.

Entre los compuestos químicos que producen, están los aldehídos poliinsaturados (PUAs), cuya función biológica es aún objeto de estudio. Una de las funciones propuestas –y testada experimentalmente– es que estos compuestos actúan como defensa química de las diatomeas frente a sus depredadores.

La forma en la que los PUAs protegen a estos organismos es mermando la capacidad de reproducción de sus depredadores, fundamentalmente, los copépodos, un tipo de crustáceos de pequeño tamaño. Estudios recientes muestran que elevadas concentraciones de aldehídos pueden llegar a ser perjudiciales también para larvas de distintas especies de peces, como es el caso del pez cebra. Además, estos compuestos químicos pueden funcionar desplazando a otras especies competidoras del fitoplancton, lo que podría explicar el éxito de las diatomeas en el océano actual.

Comunicación silenciosa

Funcionan, además, como señales de comunicación intercelular, es decir, entre diatomeas. También para la comunicación con su entorno e, incluso, con otros organismos, como las bacterias que interaccionan con ellas.

Es decir, las diatomeas emplean estás moléculas para transmitir información entre ellas mismas o con el resto de células del entorno. De hecho, se ha comprobado que permiten sincronizar el comportamiento de muchas diatomeas, facilitando respuestas colectivas frente a cambios ambientales, por ejemplo, en respuesta a situaciones de estrés, como la escasez de nutrientes.

Esta falta de nutrientes es común al final de las floraciones y se ha comprobado experimentalmente que, en dicha situación, los aldehídos poliinsaturados pueden actuar como señales químicas que inducen la muerte celular programada. En floraciones naturales, cuando esto ocurre, las diatomeas sedimentan hacia el lecho marino: escapan de la zona iluminada de la columna de agua y entran en un área de total oscuridad.

¿Qué efecto tiene la oscuridad sobre la producción de estos aldehidos?

Para estudiar este efecto, simulamos en el laboratorio las floraciones de dos especies de diatomeas, Cyclotella cryptica y Skeletonema pseudocostatum, sometiéndolas posteriormente a completa oscuridad durante 75 días. Tras este periodo, indujimos su refloración y nos centramos en estudiar cómo crecían y cuántos PUAs producían tras ese proceso. Los PUAs se analizaron mediante una técnica denominada cromatografía de gases/masas.

Observamos que, tras este periodo de latencia y oscuridad, las diatomeas crecieron de nuevo óptimamente y no se redujo su capacidad de producir PUAs. Por el contrario, su arsenal químico aumentó: fueron capaces de producir hasta el doble de aldehídos que los que habían producido antes del periodo de oscuridad.

Una estrategia de supervivencia inesperada

Nuestro estudio reveló un aspecto desconocido hasta ahora de las diatomeas. Aunque su capacidad para permanecer en la oscuridad ya era un hecho conocido, se desconocía por completo que ese estado pudiera afectar a la producción de PUAs de forma tan significativa.

Fotografía a microscopía óptica de distintas especies de diatomeas de la bahía de Cádiz.
Ana Bartual.

Este hallazgo muestra que la latencia en oscuridad es una estrategia mucho más compleja de lo que se pensaba y que apoya, en parte, el notable éxito ecológico de las diatomeas en los océanos. Al incrementar su producción de PUAs durante los periodos de oscuridad, no solo refuerzan sus defensas químicas frente a depredadores, sino que también potencian su capacidad de comunicación y coordinación colectiva.

Nuestros resultados muestran que la oscuridad, como parte del ciclo de vida de las diatomeas, tiene un efecto estimulador sobre la producción de PUAs. Este descubrimiento profundiza en la comprensión de uno de los productores primarios más importantes del planeta y revela detalles clave sobre su interacción con el medio y los organismos que les rodean.

The Conversation

Juan Rodríguez-Márquez recibe fondos de Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades (Formación de Profesorado Universitario 2023 – Plan Estatal de Investigación Científica y Técnica y de Innovación 2021-2023).
Esta investigación se realizó bajo el marco del proyecto FICOEXPLORA (Ref.RTI2018-101272-B-I00).

Ana Bartual Magro ha recibido fondos de la Agencia Estatal de Investigación del Ministerio de Economía, Industria y Competitividad del Gobierno de España para el desarrollo del proyecto FICOEXPLORA (Ref.RTI2018-101272-B-I00).

ref. Las diatomeas, una caja de sorpresas químicas para sobrevivir en la oscuridad – https://theconversation.com/las-diatomeas-una-caja-de-sorpresas-quimicas-para-sobrevivir-en-la-oscuridad-265418

Cuando un perro era una cosa: el viaje legal de los animales desde la antigua Roma hasta la actualidad

Source: The Conversation – (in Spanish) – By María José Bravo Bosch, Catedrática de Derecho Romano, Universidade de Vigo

Representación de un perro en un mosaico de Pompeya. Sergii Figurnyi/Shutterstock

Los animales han ocupado durante siglos un lugar ambiguo en el pensamiento jurídico: presentes en la vida cotidiana, en la economía, en la religión y en el arte, pero ausentes –o casi– como sujetos de derecho.

Desde el mundo romano hasta nuestros días, su estatuto legal ha sido objeto de una lenta y compleja evolución, que hoy nos obliga a repensar la relación entre derecho, vida y sensibilidad.

De la utilidad al símbolo: los animales en Roma

En el derecho romano, los animales eran considerados res, es decir, cosas. Su valor jurídico derivaba de su utilidad: podían ser vendidos, heredados, sacrificados o utilizados como garantía. No existía una categoría legal que los reconociera como sujetos con intereses propios.

Sin embargo, esto no significa que fueran irrelevantes en la cultura romana. Al contrario: los animales estaban profundamente integrados en la vida social, religiosa y simbólica.

Los juristas distinguían entre animales salvajes, domésticos y domesticados. Estos últimos –aunque capaces de alejarse– conservaban su vínculo jurídico con el propietario si se demostraba el llamado animus revertendi, es decir, la intención del animal de regresar.

Este criterio tenía implicaciones patrimoniales importantes, especialmente en casos de pérdida o recuperación de animales domesticados. En cierto modo, esta lógica recuerda al ius postliminii, aplicado a personas o bienes que regresaban al ámbito jurídico romano tras haberlo perdido por causas externas; por ejemplo, guerra o cautiverio.

Por otro lado, el llamado edictum de feris regulaba la responsabilidad por los daños causados por animales fieros en las vías públicas, estableciendo quién debía responder en caso de ataque a un transeúnte. Se trataba de una medida de protección ciudadana, que muestra cómo el derecho romano abordaba la relación entre animales peligrosos y espacio urbano.

Durante mucho tiempo, se interpretó erróneamente la lex Pesolania de cane –referida a los daños provocados por perros– como una norma que protegía al animal. En realidad, sancionaba al propietario de un perro que causaba daño no por proteger al animal, sino por preservar el orden público y la seguridad de las personas.

No se trataba, pues, de una ley de bienestar animal, sino de una norma de responsabilidad. Esta aclaración, fruto de estudios recientes, permite entender mejor el contexto jurídico romano y desmontar ciertas idealizaciones modernas sobre la protección animal en la Antigüedad.

Sujetos invisibles

El punto clave es que, en Roma, los animales no eran sujetos de derecho. No podían ser titulares de obligaciones ni de derechos. No existía una categoría intermedia entre la persona y la cosa. Esta dicotomía rígida –que ha marcado la tradición jurídica occidental– excluía cualquier posibilidad de reconocer a los animales como portadores de intereses jurídicamente relevantes.

Incluso cuando se castigaba el maltrato animal, el fundamento no era la protección del animal por sí mismo, sino la defensa de valores sociales, religiosos o morales. El animal era amparado como símbolo, no como ser sensible.

El giro contemporáneo: sensibilidad y dignidad

Hoy, sin embargo, el panorama ha cambiado. En las últimas décadas, numerosos ordenamientos jurídicos han comenzado a revisar el estatuto legal de los animales, reconociendo su sensibilidad, su capacidad de sufrimiento y, en algunos casos, su dignidad.

Algunos códigos civiles –como el francés, el alemán o el suizo– han introducido categorías específicas que los distinguen de las cosas. En España, la reforma del Código Civil en 2021 reconoció a los animales como “seres sintientes”, lo que implica un cambio profundo en su tratamiento legal: ya no son simples objetos patrimoniales, sino entidades que merecen consideración propia.

Este giro no es solo simbólico. Tiene consecuencias prácticas: afecta a los regímenes de custodia en casos de divorcio, a la responsabilidad por daños, a la protección penal frente al maltrato y a la posibilidad de establecer derechos de visita o cuidado compartido. En algunos países, incluso se ha planteado la posibilidad de reconocer derechos fundamentales a ciertos animales.

¿Un nuevo paradigma jurídico?

La pregunta que se plantea hoy es si estamos ante un cambio de paradigma. ¿Podemos seguir pensando el derecho desde la dicotomía persona/cosa? ¿O necesitamos nuevas categorías que reconozcan la complejidad de los seres vivos?

Algunos juristas proponen hablar de sujetos no humanos de derecho, una noción que permitiría integrar a los animales en el sistema jurídico sin equipararlos a las personas, pero sin reducirlos a objetos. Esta idea, aún en construcción, plantea desafíos teóricos y prácticos: ¿qué derechos podrían tener? ¿quién los representaría? ¿cómo se articularía su protección?

Lo que está claro es que el derecho ya no puede ignorar la cuestión animal. La sensibilidad social, el avance de la ciencia y el desarrollo de nuevas corrientes éticas han puesto sobre la mesa una realidad que exige respuestas jurídicas sólidas.

El tránsito desde la categoría de cosa hacia formas de subjetividad jurídica animal es un proceso normativo complejo que interpela al derecho en sus fundamentos. En ese contexto, volver la mirada al derecho romano permite identificar los límites de la tradición jurídica y los desafíos que implica construir un marco legal capaz de integrar a los animales como titulares de protección efectiva.

The Conversation

María José Bravo Bosch no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. Cuando un perro era una cosa: el viaje legal de los animales desde la antigua Roma hasta la actualidad – https://theconversation.com/cuando-un-perro-era-una-cosa-el-viaje-legal-de-los-animales-desde-la-antigua-roma-hasta-la-actualidad-265647

¿Voy a morir inmediatamente o estoy exagerando mis síntomas al buscar en internet?

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Bárbara Badanta Romero, PDI. Departamento de Enfermería, Universidad de Sevilla

Ayer fui al médico. Me mandaron unas pruebas y me darán los resultados en un mes. ¡SOS! No puedo esperar. No saber si podría tener “algo malo” me consume por dentro. Quizás Google, ChatGPT o Twitter puedan ayudarme.

Esta historia podría ser la de cualquiera: una vecina, un amigo o usted mismo. Es muy habitual cuando nos enfrentamos a listas de espera interminables, dificultades de acceso a especialistas, lenguaje técnico incomprensible, atención apresurada o experiencias negativas previas. Lo que empieza como una búsqueda inocente acaba en un mar de diagnósticos posibles y angustia creciente.

Un círculo vicioso

A la búsqueda repetida de información sobre la salud en internet que, en lugar de tranquilizar, dispara la ansiedad se le llama cibercondría. Cuanto más buscamos, más ansiedad sentimos; y cuanta más ansiedad, más buscamos. Un círculo vicioso que incluso puede agravar problemas de salud ya existentes e impactar en la vida diaria. Así, la obsesión por comprobar síntomas puede llevar a descuidar el trabajo, los estudios o las relaciones personales. La vida cotidiana pierde prioridad frente a la búsqueda compulsiva de información.

Este término apareció en artículos periodísticos de finales de los noventa y principios de los 2000, cuando se hablaba con tono alarmista de los riesgos de internet. Un punto de inflexión llegó en 2009, cuando los investigadores de Microsoft Ryen White y Eric Horvitz demostraron que las búsquedas sobre salud podían intensificar las preocupaciones personales y fomentar el autodiagnóstico. Desde entonces, la investigación científica empezó a tomarse este fenómeno en serio.

Por su parte, la pandemia de covid-19 dio un gran impulso a la cibercondría. La incertidumbre, el bombardeo de información y el uso intensivo de internet fueron el terreno ideal para que creciera. Lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) llamó “infodemia” (un exceso de información, parte fiable y parte no, que dificulta encontrar fuentes seguras cuando se necesita) disparó la ansiedad, debilitó la confianza en las instituciones y favoreció conductas como automedicarse, rechazar vacunas o hacer compras compulsivas por pánico.

Hoy, millones de personas recurren a internet para entender sus síntomas o lo que creen padecer, especialmente los jóvenes. El problema es que no siempre distinguen entre lo fiable y lo engañoso, algo que puede afectar a su salud física y psicológica.

Factores que alimentan la cibercondría

Varios elementos podrían ayudarnos a entender si estamos cayendo en este bucle o en otros problemas de salud relacionados:

  • Intolerancia a la incertidumbre. Quien no soporta “no saber” busca una y otra vez hasta imaginar el peor escenario. Este pensamiento descontrolado, donde impera la ansiedad y el miedo, se relaciona con la cibercondría y también con el trastorno obsesivo compulsivo (TOC), lo que a su vez favorece un uso problemático de internet. Y es que la búsqueda online se convierte en un mecanismo para calmarse que rara vez funciona. Algunas personas se tranquilizan y otras no, y quienes no lo logran siguen buscando en un esfuerzo por encontrar seguridad. Este proceso se refuerza con la necesidad de explicaciones definitivas y la sobrecarga de información.

  • Dificultad para distinguir fuentes fiables. No siempre es fácil reconocer qué información es científica (verificada) y cuál procede de influencers o productos milagro, de dudosa veracidad. Además, cuesta manejar la enorme cantidad de datos disponibles en poco tiempo, algo altamente presente en las nuevas herramientasde inteligencia artificial (IA), como ChatGPT. Estos chats conversacionales presentan textos de acceso inmediato y con contenido fácilmente “aceptable”, pero a su vez carecen de certeza diagnóstica y de responsabilidad ante los errores. Cuando somos incapaces de identificar la credibilidad de información en línea, pero desarrollamos dependencia de ella misma, se produce angustia psicológica, favoreciendo la cibercondría.

  • El poder del algoritmo. Muchas personas no saben cómo se decide lo que aparece en los primeros lugares al buscar algo en internet. Los buscadores priorizan resultados llamativos y no siempre equilibrados: escribir “dolor de cabeza” puede acabar dando como resultados “tumor cerebral” en cuestión de segundos, exagerando la gravedad del problema y aumentando la preocupación de quien busca.

¿La cibercondría significa entonces que internet es “el enemigo”?

No exactamente. La OMS reconoce grandes beneficios de la salud digital, como la telemedicina, los chatbots o la mensajería móvil, que pueden salvar millones de vidas. Pero es clave entender que la red no tiene todas las respuestas en materia de salud. Más datos no siempre significa más comprensión, y recurrir al “Dr. Google” para autodiagnosticarse puede aumentar la ansiedad y favorecer la cibercondría.

La clave está en aprender a navegar de forma crítica con las siguientes pautas:

  • Confiar en fuentes oficiales y profesionales sanitarios.

  • Desconfiar de promesas milagrosas o información sin referencias.

  • Recordar que los algoritmos priorizan lo llamativo, no necesariamente lo verdadero.

  • Usar internet como complemento, nunca como sustituto de la consulta sanitaria.

Trucos para evaluar críticamente la información en la red

¿Qué podemos hacer, en concreto, para manejar la enorme cantidad de datos sobre salud que circulan en la red? Una estrategia clave es fortalecer la alfabetización en salud y, concretamente, en salud electrónica. Esto significa, desarrollar habilidades críticas para buscar, seleccionar, evaluar y utilizar la información disponible en línea.

La idea es no aceptar todo lo que encontramos sin más, sino detenernos a reflexionar. Un buen recurso es hacerse siempre unas preguntas que nos ayuden a distinguir si la información es realmente útil y segura. Para recordarlas con facilidad, pensemos en la palabra “CRIBA”:

  • C: “¿Cuándo se revisó esta noticia o información por última vez? ¿Está actualizada?” La información médica debe estar al día, porque la ciencia avanza a gran velocidad.

  • R: “¿Por qué razón existe esta web, cuenta de red social, blog o artículo? ¿Quieren venderme algo?” Conviene desconfiar de los contenidos ligados a productos o tratamientos concretos, ya que pueden tener un interés comercial.

  • I: “¿Qué institución o identidad lo publica? ¿Es una fuente reconocida?” Resulta fundamental comprobar la autoría: la información debe venir de profesionales o instituciones competentes (institutos de investigación, organismos internacionales, ministerios, investigadores del ámbito universitario…).

  • B: “¿Está respaldado por estudios o basado en la evidencia científica?” En salud, lo fiable son los datos y la investigación. Aunque no siempre podamos leer artículos científicos, basta con que los contenidos remitan a fuentes sólidas.

  • A: “¿Cuáles son las afirmaciones? ¿Promete algo demasiado bueno para ser verdad?” La regla es sencilla: si parece milagroso, probablemente no lo es.

En definitiva, internet puede ser un gran aliado para informarnos, pero también un arma de doble filo. La cibercondría nos recuerda que, en la era digital, el pensamiento crítico es tan necesario como cualquier medicina para aprender a navegar con seguridad en este océano de información.

The Conversation

Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.

ref. ¿Voy a morir inmediatamente o estoy exagerando mis síntomas al buscar en internet? – https://theconversation.com/voy-a-morir-inmediatamente-o-estoy-exagerando-mis-sintomas-al-buscar-en-internet-265505