¿Por qué la diabetes tipo 2 sigue ganando la batalla?

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Arantxa Bujanda, Enfermera especializada en diabetes, Universidad Pública de Navarra

Un paciente de diabetes tipo 2 se mide los niveles de glucosa. Halfpoint/Shutterstock

Si le pidiera que pensara en alguien con diabetes, es probable que conozca a una persona en su círculo cercano. No es casualidad, ya que una de cada once personas la padece. Actualmente, hablamos de 589 millones de casos en el mundo, y la cifra sigue en aumento. La Federación Internacional de Diabetes estima que en 2050 los afectados podrían alcanzar los 852 millones.

Estamos ante una de las grandes epidemias del siglo XXI. Pero lo más alarmante es que, según los expertos, la diabetes tipo 2 podría prevenirse. Entonces, ¿por qué sigue aumentando sin control?

Un proceso silencioso

Para entender la diabetes tipo 2, primero hay que hablar de una hormona clave: la insulina. Su función es permitir que la glucosa entre en las células y se transforme en energía. En las personas con esta enfermedad, las células se vuelven resistentes a la insulina. Al principio, el páncreas aumenta su producción para compensarlo, pero con el tiempo se agota. Como resultado, la glucosa se acumula en la sangre, dando lugar a la diabetes tipo 2.

Este proceso ocurre de forma progresiva y silenciosa. Los primeros signos no generan síntomas evidentes, lo cual hace que muchas personas no sean conscientes de que la padecen hasta que acuden a una revisión médica o aparecen complicaciones.

Así nos influye lo que nos rodea

Cuando pensamos en la diabetes tipo 2, solemos imaginar a una persona mayor, con sobrepeso, sentada en un sofá y con una bolsa de comida basura en las manos. Y, aunque el estilo de vida influye, esta imagen es solo una parte de la historia.

Un concepto clave para comprender el origen de la diabetes tipo 2 es el exposoma. Con este nombre nos referimos al conjunto de factores ambientales a los que estamos expuestos a lo largo de la vida y que influyen en nuestra salud. No se trata únicamente de lo que comemos o del ejercicio que hacemos, sino de todo aquello que nos rodea y de cómo interactúa con nuestro cuerpo.




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Uno de los factores más determinantes es el llamado exposoma externo, que alude al entorno en el que vivimos. Imagine a una persona que reside en una gran ciudad, en un barrio con altos niveles de contaminación, bajos ingresos y un empleo con gran carga de estrés. Pues solo por el hecho de vivir allí, tiene un mayor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. Las investigaciones han demostrado que la exposición prolongada a la contaminación del aire puede alterar el metabolismo y aumentar la resistencia a la insulina.

Dentro de este contexto, existe un nivel más específico conocido como exposoma externo modificable, que abarca aquellos hábitos que sí podemos cambiar. Es aquí donde entran en juego la alimentación y la actividad física, los factores que tradicionalmente se han asociado con la diabetes tipo 2. Un consumo excesivo de azúcar eleva los niveles de glucosa en sangre, y la falta de ejercicio contribuye a la resistencia a la insulina. Sin embargo, estas elecciones individuales también están condicionadas por el entorno, las normas sociales y las oportunidades que cada persona tiene a su alcance.

Mirando al interior

Y, por último, el exposoma interno, aquello que ocurre dentro de nuestro cuerpo, también desempeña un papel fundamental. Un ejemplo clave es la microbiota intestinal, el conjunto de bacterias que habitan en nuestro sistema digestivo y que influyen en cómo procesamos los alimentos. Se ha demostrado que una microbiota alterada puede afectar la regulación del azúcar en sangre y aumentar el riesgo de resistencia a la insulina.

Asimismo, ciertos fármacos, como antibióticos y corticoides, pueden modificar el metabolismo de la glucosa y contribuir al desarrollo de la enfermedad.

El entorno favorece la aparición de la diabetes

Por lo tanto, la diabetes tipo 2 no es simplemente el resultado de malas decisiones personales, sino de una compleja interacción entre factores biológicos, ambientales y sociales. Comprender esta realidad es fundamental para diseñar estrategias de prevención eficaces y abordar la enfermedad desde una perspectiva más amplia.

Hasta ahora, hemos puesto el foco en la alimentación y el ejercicio físico porque son variables modificables y dependen de decisiones individuales. Sin embargo, ¿es suficiente centrarnos solo en la responsabilidad personal? La realidad es que vivimos en un entorno que favorece la aparición de la diabetes tipo 2.

En primer lugar, la comida poco saludable es más accesible y barata que los alimentos frescos. En segundo lugar, los automóviles, los ascensores, las largas jornadas laborales y el ocio digital han reducido drásticamente la actividad física. Y, por si fuera poco, el estrés crónico eleva el cortisol, favoreciendo la resistencia a la insulina. Por todo ello, la solución no puede recaer únicamente en el individuo.

Políticas que salvan vidas

Necesitamos estrategias a gran escala que aborden el problema desde la raíz. Es imprescindible implementar políticas que limiten la publicidad y el acceso a productos ultraprocesados, reduzcan el uso de azúcares añadidos y promuevan opciones saludables asequibles.

Además, el diseño urbano debe facilitar la movilidad activa: ciudades con más espacios peatonales, ciclovías seguras y acceso a áreas recreativas pueden marcar la diferencia en la actividad física cotidiana. La educación también juega un papel fundamental si se incluyen conocimientos sobre hábitos saludables y prevención.

Aún estamos a tiempo

Si no actuamos ahora, el impacto en la salud pública y en los sistemas sanitarios será devastador. Pero aún estamos a tiempo de cambiar la historia de la diabetes tipo 2.

Porque no se trata solo de sobrevivir, sino de adaptarnos de manera inteligente a un entorno que está jugando en nuestra contra. Como decía Darwin: “No sobrevive la especie más fuerte ni la más inteligente, sino la que mejor responde al cambio”. Ha llegado el momento de cambiar las reglas del juego.

The Conversation

Arantxa Bujanda no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. ¿Por qué la diabetes tipo 2 sigue ganando la batalla? – https://theconversation.com/por-que-la-diabetes-tipo-2-sigue-ganando-la-batalla-260235

¿Cuánto dependen las energías renovables de la extracción minera? Así lo hemos calculado

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Pere Roura Grabulosa, Catedrático emérito de Física, Universitat de Girona

Bocamina de Peña del Hierro. Nerva (Huelva, España). Wikimedia Commons., CC BY

Cuando se toma en consideración la base material de la transición energética, la captación de la energía del viento o de la radiación solar no parecen tan sostenibles como desearíamos. Porque para generar electricidad renovable, resulta indispensable el uso de materiales sin los cuales no se podrían construir los millones de aerogeneradores y paneles fotovoltaicos necesarios con el fin de prescindir de los combustibles fósiles.

Este dilema entre energía renovable y explotación no renovable de recursos minerales se resuelve parcialmente con un ejemplo significativo: el peso de los materiales necesarios para generar una unidad de energía eléctrica es 65 veces mayor en una central térmica de carbón que en un parque eólico terrestre.

Sin embargo, si consideramos los tipos de materiales, la valoración cambia. La transición hacia las energías renovables conlleva el uso de una gran variedad de minerales calificados como “críticos” por las dificultades previsibles de abastecimiento. En particular, resulta preocupante la dependencia respecto de unos pocos países, ya sea porque albergan los principales yacimientos (el caso del cobalto en el Congo) o porque monopolizan la capacidad de procesamiento (el silicio en China).

El reto de los minerales críticos

La Unión Europea prevé reducir su dependencia exterior respecto de los minerales críticos con una directiva reciente: el Reglamento de Materias Primas Fundamentales. Este busca, por una parte, diversificar los suministradores y, por otra, asegurar una producción mínima dentro del propio territorio. En los próximos años veremos, pues, una intensificación de la actividad minera que va a enfrentarse, sin lugar a dudas, con movimientos de oposición popular.

Su impacto más visible se manifiesta en forma de escombreras de roca residual, balsas de relavado o tala de bosques. En general, estos impactos están relacionados con el volumen de roca que se debe extraer para obtener el material deseado. Dicho volumen será, pues, el parámetro que utilizaremos para evaluar el impacto minero.

No obstante, es un factor con limitaciones evidentes: por ejemplo, a igual volumen de roca el impacto de una mina situada en la selva tropical será superior que en un desierto. Y por otro lado, no todos los procesos de obtención de mineral contaminan de la misma manera.

A continuación nos centraremos en comparar el volumen (la masa en kg) de roca extraída por unidad de energía eléctrica generada con diferentes tecnologías: eólica, fotovoltaica y carbón. Añadiremos en el análisis la energía nuclear, ya que, siendo una tecnología libre de emisiones de CO₂, contribuirá en mayor o menor grado al mix eléctrico global del futuro.

¿Cuánta roca hay que extraer en cada caso?

La roca extraída de una mina es la suma de la ganga (roca residual sin valor económico) más la mena (que contiene el mineral o metal de interés). Huelga decir que interesa minimizar el volumen de ganga. En cualquier caso, la riqueza o ley de la mena es el factor que mayormente incide en el volumen de roca extraída. También es el factor que más varía de un material a otro.

Como ejemplo, vamos a comparar la plata utilizada en las soldaduras eléctricas de las placas fotovoltaicas y el aluminio para la estructura de los paneles. La ley de las menas de plata, que depende enormemente del yacimiento, oscila alrededor del 0,001 %. Contrariamente, el aluminio se obtiene de menas de bauxita muy ricas en este metal. Su ley promedio se sitúa cerca del 20 %. Como consecuencia, aunque se utiliza unas 500 veces menos plata que aluminio para la generación fotovoltaica, su contribución al impacto minero es 8 veces mayor que la del aluminio.

En definitiva, la ganga y la riqueza de la mena, junto con algunos factores relativos a la eficiencia de los procesos, permiten calcular el impacto minero de los materiales utilizados en la construcción y funcionamiento de las instalaciones de generación de energía.

Contribución de los diferentes materiales a la cantidad de roca extraída por MWh de electricidad dependiendo de la tecnología de generación. Las áreas son proporcionales al peso de roca, excepto en el caso del carbón, ya que excede el área de la figura.
Pere Roura.

Minería de carbón frente a uranio

Una vez cuantificada la roca correspondiente a los materiales, sólo nos falta conocer la cantidad de los diversos materiales usados en cada tecnología para generar una unidad de energía. En una central térmica de carbón y, en menor medida, en una central nuclear, el impacto minero viene determinado principalmente por el combustible. Para generar 1 MWh eléctrico se deben “quemar” 350 kg de carbón o una cantidad cien mil veces inferior de óxido de uranio enriquecido (unos 3,5 gramos).

Esta disparidad enorme en la cantidad de combustible se reduce cuando consideramos el impacto minero: más de 350 kg/MWh de roca para el carbón y 48 kg/MWh para la energía nuclear.

Aquí aparece otra de las sorpresas del impacto minero. La relación roca extraída/uranio enriquecido se sitúa alrededor de 12 000. Es un valor muy elevado por dos razones: primero, una parte significativa del uranio se obtiene de menas muy pobres de Namibia (ley inferior a 0,05 %). Y, segundo, solo alrededor del 0,72 % del uranio natural es uranio-235 –el único con capacidad para provocar una reacción en cadena de fisión nuclear–; y este se tiene que enriquecer hasta el 3,5-4,5 %.

Eólica y solar

Llegamos, finalmente, a las energías renovables. Sin necesidad de combustible, la base material de estas tecnologías son los materiales para la construcción de las instalaciones. El impacto minero dependerá de las horas anuales de generación (el factor “capacidad”). Tomando el valor global de este parámetro (27 % para la eólica y 14 % para la fotovoltaica) y una vida útil de 25 años, se obtiene un impacto minero de 81 kg por MWh eólico y 116 kg por MWh fotovoltaico.

Si tenemos en cuenta el contenido en metal reciclado en el cobre (>30 %), el acero (32 %) y el aluminio (40 %), estos impactos mineros se reducen considerablemente, pasando a ser 64 y 86 kg/MWh, respectivamente. Ambos valores son muy inferiores al impacto minero del carbón y similares del de la energía nuclear.

Llegamos a la conclusión que, sea cual sea el mix eléctrico resultante de la transición energética, el impacto minero –medido en función de masa de roca necesaria para obtener una unidad de energía– disminuirá considerablemente. Será así, a pesar de la gran cantidad y variedad de materiales necesarios para las energías renovables en comparación con los combustibles fósiles y la energía nuclear.

The Conversation

Pere Roura Grabulosa es miembro de Renovem-nos; asociación de académicos para la promoción de las energías renovables con garantias ambientales y sociales.

Carlos Pozo Fernández no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. ¿Cuánto dependen las energías renovables de la extracción minera? Así lo hemos calculado – https://theconversation.com/cuanto-dependen-las-energias-renovables-de-la-extraccion-minera-asi-lo-hemos-calculado-256361

Inclusión educativa: entre la teoría y la práctica

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Ana María Melendo Viñado, Personal Docente e Investigador en Educación, Universidad Camilo José Cela

wavebreakmedia/Shutterstock

En España hay casi 40 000 niños y niñas con necesidades educativa especiales, aproximadamente el 0,47 % del alumnado.
Este alumnado tiene dificultades para aprender como los demás niños ciertas tareas básicas y específicas relacionadas con el desarrollo intelectual y los aspectos académicos. En pocas palabras, necesitan una atención especial porque tienen unas características físicas, mentales o emocionales que no son como las de la mayoría.

En España, la mayoría de los alumnos con necesidades educativas especiales –un 84,2 %– están escolarizados en centros ordinarios, sobre todo en centros públicos y concertados.

Son datos similares a los de otros países de nuestro entorno, como Francia (con un 80 % de los niños con necesidades educativas especiales en escuelas ordinarias). En países como Italia o Suecia estas cifras alcanzan más del 90 %, mientras que en República Checa representan solo el 8,6 %.

Por comparar, en Estados Unidos aproximadamente el 15 % de los estudiantes en escuelas públicas recibieron servicios de educación especial, lo que equivale a unos 7,5 millones de estudiantes.

La ley busca la inclusión, ¿pero se está consiguiendo?

Las diferentes leyes educativas españolas y la que está en vigor actualmente) coinciden en un objetivo en común: buscar la mejora de la inclusión dentro de las aulas y del entorno educativo español.

Sin embargo, la falta de recursos materiales y humanos, la escasa formación del profesorado, la falta de voluntad política y desigualdad territorial y la resistencia al cambio del sistema escolar tradicional, así como la segregación encubierta o directa, hacen que esta teoría que contemplan las leyes no se esté cumpliendo en la práctica.




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Intenciones políticas

La inclusión de los niños y niñas con necesidades especiales en los centros educativos ordinarios forma parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 de la ONU. Su propuesta incluye convertir la educación en una prioridad de los gobiernos, con mayor inversión presupuestaria y acciones concretas como aumentar el número de docentes, mejorar los recursos de las escuelas y usar tecnologías de la información en el aula.

En general, los expertos insisten en aumentar la colaboración entre docentes, usar metodologías que faciliten el acceso al aprendizaje de alumnado diverso (agrupamientos heterogéneos, actividades adaptadas a las necesidades del alumnado y evaluaciones que permitan valorar diferentes capacidades) y, por supuesto, crear espacios accesibles para todos.




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Para lograr la inclusión es importante que el liderazgo escolar esté también enfocado a ello, con un proyecto educativo que priorice reconocer y valorar la diversidad, la participación de todos, el cuestionamiento de la idea de normalidad y la búsqueda de aprendizajes provenientes de un proceso complejo, abierto al debate y a la crisis.

Tareas pendientes

No basta lograr un consenso legislativo y establecer programas y estrategias inclusivas si no se consigue llevarlos a la práctica en las aulas.

Para lograr una inclusión educativa eficiente, todavía quedan pendientes los siguientes aspectos:

  1. Informar y enseñar a los futuros docentes y los docentes en activo: Tanto aspectos teóricos sobre cómo son los diferentes trastornos de neurodesarrollo como sus efectos como estrategias concretas y prácticas para el aula. Los profesores de las distintas etapas educativas necesitan conocer las estrategias de adaptación para poder enseñar a niños con diversidad funcional y cognitiva. Además, la neurodidáctica ofrece un marco teórico y práctico para identificar particularidades del alumnado y brinda herramientas a los maestros para entender cómo aprende cada estudiante.

  2. Evaluación continua de la gestión: Para lograr una verdadera inclusión en las escuelas es necesario revisar constantemente cómo se están haciendo las cosas (políticas y prácticas), repartir mejor los recursos que ya existen y fomentar que todos (docentes, familias, directivos y estudiantes) se involucren.

  3. Cambiar los métodos de evaluación: Para que se centre en el proceso de aprendizaje, sin importar cuales sean sus diferencias o habilidades. Es decir, mediante una evaluación justa y equitativa, sin etiquetas, adaptando lo que se enseña y cómo se enseña para, de forma colaborativa, atender las diferencias y necesidades de todos los estudiantes.

De la teoría a la práctica

Como vemos, aunque es imprescindible aprobar leyes que defiendan la integración de todos los niños y niñas en el sistema escolar ordinario, no basta con eso. Que estos estudiantes acudan a las mismas aulas que sus compañeros sin necesidades especiales no garantiza que se respete su derecho a la educación. Además de compartir espacio físico, necesitan compartir posibilidades de desarrollo y aprendizaje, con adaptaciones de los contenidos y atención personalizada.

The Conversation

Ana María Melendo Viñado no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. Inclusión educativa: entre la teoría y la práctica – https://theconversation.com/inclusion-educativa-entre-la-teoria-y-la-practica-252648

El calor extremo afecta a todos, pero a ellos más que a ellas

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Ignacio Belloc Postigo, Estudiante de Doctorado en Economía, Universidad de Zaragoza

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Uno de los grandes desafíos del siglo XXI es el cambio climático. El planeta atraviesa por un proceso de calentamiento global que hace que las temperaturas promedio no dejen de aumentar, alcanzando niveles nunca vistos.

Este fenómeno se traduce en inviernos cada vez más suaves y veranos más calurosos, junto a mayores y más intensos fenómenos meteorológicos extremos, como las olas de calor.




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Impacto negativo

Esas temperaturas extremas causan pérdidas de vidas humanas, violencia y pérdidas económicas.

Pero además, los efectos del cambio climático pasan en general factura a la salud, provocando una reducción de los niveles de forma física y aumentando los síntomas de estrés, ansiedad y depresión. Influye, incluso, en la tasa de suicidios y de ingresos hospitalarios.

En el ámbito laboral, las altas temperaturas repercuten en la oferta de trabajo y en la productividad, empeoran el rendimiento laboral y elevan las tasas de lesiones relacionadas con el trabajo.

Sobre la investigación y los datos

La frecuencia e intensidad crecientes de los fenómenos meteorológicos extremos subrayan la urgencia de comprender la relación entre esas condiciones y el bienestar individual.

Con este objetivo, hemos analizado la relación entre las temperaturas extremas y el bienestar subjetivo de las personas, poniendo especial atención a posibles diferencias de género.

Aunque investigaciones previas en Estados Unidos han explorado la relación entre clima y bienestar, entre las altas temperaturas y las emociones y entre las variaciones diarias del tiempo y la salud y el bienestar personal, nuestro trabajo proporciona resultados novedosos al centrarse explícitamente en las diferencias entre hombres y mujeres.

En nuestro análisis hemos utilizado datos de la encuesta American Time Use Survey, realizada por la oficina del gobierno federal estadounidense que elabora las estadísticas laborales (Bureau of Labor Statistics). Esta fuente recoge información sobre cómo las personas distribuyen diariamente su tiempo y, en determinados años, incluye un módulo específico sobre su bienestar. En 2010, 2012, 2013 y 2021 se evaluó la intensidad de determinados sentimientos declarados por los encuestados (como la felicidad, el interés, la tristeza, el cansancio, el dolor o el estrés) mientras realizaban sus actividades cotidianas.

Con esta información, analizamos si las condiciones meteorológicas diarias, en particular las temperaturas extremas, se relacionan con el bienestar subjetivo experimentado durante el día. Combinamos los datos de más de 23 000 encuestados con registros diarios de temperatura procedentes de más de 21 000 estaciones meteorológicas distribuidas por todo Estados Unidos.




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Diferencias en función del género

Aunque las temperaturas extremadamente altas se asocian en general con un menor bienestar subjetivo, nuestros resultados muestran diferencias según el género. En los días de calor extremo (aquellos en los que la temperatura superó los 35 grados Celsius), los hombres tienden a declarar menores niveles de bienestar y mayores niveles de cansancio que en los días más templados.

También observamos que, en la población masculina, la influencia de las temperaturas extremas en su bienestar es notoriamente superior que la de otros factores como la edad, el nivel de renta o la participación en el mercado de trabajo, por ejemplo.

En el caso de las mujeres, el bienestar no parece estar tan influenciado por el calor excesivo. Además, investigaciones previas sugieren que ajustan mejor su uso del tiempo a las temperaturas extremadamente altas.

No están claras las razones de estas diferencias, pero pueden estar contribuyendo varios factores. Por ejemplo, rasgos biológicos o fisiológicos, roles sociales o, incluso, la división del trabajo en función del género. Los hombres son más propensos a trabajar en sectores económicos expuestos al clima, como la construcción(los varones suman aproximadamente el 90 % de la mano de obra en este sector en EE. UU.) o la agricultura (en torno al 75 %).

Estos resultados subrayan la importancia de considerar los efectos diferenciados del clima en distintos grupos de población y de promover medidas que reduzcan la exposición a temperaturas extremas, un fenómeno que, todo apunta, será cada vez más habitual en nuestras vidas.

The Conversation

Ignacio Belloc Postigo recibe fondos del Gobierno de Aragón (Proyecto S32_23R) y del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades (Contrato FPU20/03564).

José Alberto Molina recibe fondos del Gobierno de Aragón (Proyecto S32_23R)

José Ignacio Giménez Nadal recibe fondos del Gobierno de Aragón (Proyecto S32_23R)

ref. El calor extremo afecta a todos, pero a ellos más que a ellas – https://theconversation.com/el-calor-extremo-afecta-a-todos-pero-a-ellos-mas-que-a-ellas-260371

Del lujo de Hermès al consumo consciente: lecciones de la elección de un café sostenible

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Cristina Olarte-Pascual, Catedrática de Marketing y Directora de la Cátedra de Comercio, Universidad de La Rioja

il21/Shutterstock

El valor intangible –aquello que no se ve pero que sí se siente– está cada vez más presente en nuestras decisiones de compra. Desde bolsos de lujo hasta alimentos orgánicos, lo intangible puede marcar la diferencia.

Pero ¿cómo influye exactamente en lo que elegimos? ¿Solo lo encontramos en productos caros? Y, ¿qué sucede cuando lo que esperamos entra en conflicto con lo que experimentamos? Vamos a comprobarlo con el caso del lanzamiento de un café orgánico producido de manera sostenible.

El valor intangible del lujo

Comprar un bolso de Hermès, una de las firmas de lujo más importantes del mundo, no es solo adquirir un producto funcional que sirve “para llevar dinero, documentos y objetos de uso personal”. Es más bien comprar una historia, un símbolo de estatus, un objeto aspiracional. La exclusividad de la marca, su tradición artesanal, su escasez y su fuerte posicionamiento en la cultura del lujo hacen que su valor simbólico se refleje en su precio.

Este tipo de bienes poseen lo que el marketing llama “valor intangible” y que hace que supere el valor funcional del producto. No se trata de cuánto cuesta fabricarlo, sino de cuánto significa tenerlo para quien lo posee.

El valor intangible de la sostenibilidad

Para comprobar hasta qué punto el valor intangible afecta al comportamiento del consumidor, analizamos la intención de compra de un nuevo café orgánico que se presentaba así:

“El café ha sido producido de forma sostenible por una comunidad indígena en Satipo, Perú. Los granos de café han sido producidos sin pesticidas ni fertilizantes y contienen una menor cantidad de ácidos y mayor concentración de nutrientes”.

Para medir su valor intangible testamos la intención de compra en dos situaciones distintas:

  1. En una prueba de concepto (donde los consumidores conocían la historia, los valores y el origen del producto, pero no lo probaban).

  2. En una prueba de producto (donde lo degustaban con esa misma información previa).

Los resultados mostraron que la intención de compra fue significativamente más alta cuando los participantes conocían el concepto del producto (7,9 sobre una escala de 10) que cuando, además, lo probaban (6,3 sobre una escala de 10). En otras palabras: cuando los consumidores sabían que el café era orgánico y producido de forma sostenible mostraban una alta predisposición a la compra. Pero cuando lo probaban esa intención disminuía.

Estos resultados refuerzan una idea clave: los consumidores no compramos solo cosas, también adquirimos significados. En el caso del café, lo “orgánico” y “sostenible” representa salud, cuidado del medio ambiente y compromiso social. No obstante, en el momento del consumo entran en juego elementos sensoriales como el sabor, el aroma o la textura. Estas características, a las que estamos habituados, pueden verse alteradas por los procesos de producción sostenibles propios de los alimentos orgánicos.

Lo que no se ve también cuenta

El valor intangible actúa como una capa que envuelve al producto. Esa capa puede estar formada por elementos como la marca, la historia, el origen, los valores o la estética. Y puede hacer que un producto sea deseado, incluso si sus atributos tangibles (sabor, textura, durabilidad) no son extraordinarios.

Este fenómeno ha sido ampliamente estudiado en marketing y psicología del consumidor. Conceptos como la percepción de valor o la disonancia cognitiva ayudan a explicar por qué muchas veces preferimos un producto más caro si está asociado a valores positivos o si nos ayuda a construir una imagen deseada de nosotros mismos.

Elegir según su valor

No solo el lujo tiene valor intangible. Aunque solemos asociarlo con marcas premium, dicho valor está presente en muchas decisiones cotidianas. Por ejemplo, elegimos un yogur por su origen local, un detergente “respetuoso con el medio ambiente” o una marca de ropa por su compromiso ético.

Incluso productos de bajo coste pueden construir un valor intangible fuerte si se asocian a valores o emociones significativas para el consumidor. Lo importante es la conexión que el producto logra establecer con nuestras ideas, nuestros valores o nuestra identidad.

¿Cómo nos afecta como consumidores?

Conocer el peso del valor intangible puede ayudarnos a tomar decisiones más conscientes. A veces compramos movidos por lo que el producto representa más que por lo que realmente ofrece. Aunque esto no es negativo, sí conviene ser conscientes de que nuestros gustos y elecciones –y hasta lo que estamos dispuestos a pagar– pueden estar más influenciados por lo simbólico que por lo racional.

Este fenómeno también plantea desafíos a las marcas, que deben construir un relato creíble, emocional y alineado con los valores del consumidor y de la sociedad. En un mundo saturado de mensajes, la autenticidad se ha convertido en un activo todavía más valioso.

Es necesario que pasemos de idealizar los productos -los sostenibles- para pasar a comprenderlos y consumirlos conscientemente. Que su próximo café sea orgánico, producido respetando el medio ambiente y cuidando a los productores: eso sí que es un verdadero lujo.

The Conversation

Este trabajo se ha realizado en el marco de actividades de la Cátedra Extraordinaria de Comercio así como de la Cátedra de Economía Social y Solidaria, ambas de la Universidad de La Rioja.

Alba García-Milon, Cristina Olarte-Pascual y José Alberto Laos Espinoza no reciben salarios, ni ejercen labores de consultoría, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del puesto académico citado.

ref. Del lujo de Hermès al consumo consciente: lecciones de la elección de un café sostenible – https://theconversation.com/del-lujo-de-hermes-al-consumo-consciente-lecciones-de-la-eleccion-de-un-cafe-sostenible-256551

Joana Marcús, escritora: “Sin la comunicación con mis lectores en las redes sociales, hay libros que no sé cómo habrían terminado”

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Pablo Colado, Redactor jefe / Editor de Salud y Medicina

La juventud de Joana Marcús (Mallorca, 2000) no debe llamarnos a engaño: 23 libros publicados en internet y nueve en papel, con más de un millón de ejemplares vendidos, jalonan ya su trayectoria literaria. Empezó a publicar en Wattpad –una especie de Spotify gratuito de libros– a los trece años, y sus historias rápidamente engancharon a una legión de seguidores. El éxito de su última novela en formato físico, Etéreo (Montena), confirma a Joana como una estrella rutilante de la literatura juvenil.

¡La escritora española más leída en América Latina! ¿Cómo se puede encajar eso?

Intento seguir el consejo de mis padres: aceptar las cosas buenas y no dejar que me influyan de más. Lo que tengo claro es que es un orgullo. No solo por mis libros, sino también porque es una prueba más de que los jóvenes leen muchísimo.

También viviste desde muy joven el lado oscuro de la fama. A los 15 años sufriste acoso en el instituto. ¿Te marcó esa experiencia como escritora? Y en tu caso, ¿las redes sociales empeoraron la situación o te ayudaron a encontrar apoyo?

Creo que ha influido muchísimo en mi forma de ver el mundo. Cuando leo lo que escribía en esa época, puedo notar lo aislada que me sentía y la necesidad que tenía de encajar. Era una herida abierta. Ahora tengo la suerte de poder decir que es una cicatriz y, aunque sigo tratando el tema en mis libros, lo hago de otra forma.

Y las redes me ayudaron mucho, sí. Creo que hay un discurso muy extendido sobre su toxicidad, sus consecuencias negativas… Yo misma hablo de ello, en ocasiones. Aun así, me da mucha pena que nos perdamos algunas de las cosas buenas. En mi caso, por ejemplo, me ayudó a no sentirme sola. Como no encajaba con las personas que tenía alrededor, encontré una forma de hacerlo con las que estaban lejos de mí. De hecho, sigo conservando muchos amigos (y lectores) de esos años.

Cuéntame un poco qué es eso del romantasy, el género donde se ha encuadrado tu última novela, Etéreo, la primera parte de una bilogía. ¿Maridan bien el romanticismo y la fantasía?

Me parece una combinación muy completa, como escritora y como lectora. La parte de fantasía te permite jugar con el mundo a tu antojo, establecer tus normas e ir más allá de lo que quizá encontrarías en una novela contemporánea. Y la parte de romance te permite adentrarte de una forma muy especial en la vulnerabilidad de los personajes y sus relaciones. Tener esa clase de libertad como escritora es un soplo de aire fresco.

En él incorporas tu experiencia del bullying. ¿Crees que puede servir de ayuda a alguien que lo está viviendo?

De hecho, el tema del bullying siempre está presente. Una de las cosas que más me ayudó en su momento fue saber que no estaba sola, que había otras personas experimentando lo mismo que me había tocado vivir a mí. Que ahora pueda brindar ese apoyo es muy catártico, y hace que sienta que esa vivencia, por lo menos, me sirvió para algo.

Se ha definido tu estilo como rápido, vertiginoso. ¿Es imprescindible escribir así para enganchar a la generación que busca estímulos constantes en los carruseles infinitos de vídeos de TikTok o Instagram

Sí y no. Escribir es un acto muy íntimo, tienes que encontrar tu propia voz, ritmo y forma de expresarte. Todos lo tenemos dentro, pero hay que encontrarlo. Y expresarte de una forma concreta para apelar a una generación es un error.

A mí me gusta que mis libros se tomen su tiempo para desarrollarse, pero también disfruto con las escenas de diálogos rápidos y graciosos. Intento buscar un equilibrio entre las pausas y las rondas de fogonazos. No sé si es algo que pueda atraer a un público que tiene estímulos constantes, pero es mi estilo.

¿Percibes que existe un poco de menosprecio en el llamado “mundo de las letras” por el tipo de literatura que devoran tus lectores? ¿Subestiman lo que no conocen bien?

Creo que hay muchas ideas preconcebidas de lo que es correcto y lo que es incorrecto en nuestro mundillo, pero no todo el mundo las comparte. De hecho, te diría que cada vez tengo menos experiencias negativas. Quizá he aprendido a relacionarme en los círculos adecuados.

Puedes concebir la lectura como un hábito de entretenimiento o como un método de aprendizaje. Conozco a muchos lectores muy jóvenes que equilibran ambas facetas, entienden que algunos libros están enfocados para cultivarse y otros, solo para entretenerse. De la misma forma que no todas películas están hechas con la misma finalidad. A mí me gusta que haya variedad; de esa manera, en el futuro habrá más lectores.

Debes gran parte de tu éxito, o de la oportunidad de que te conocieran tus lectores, a Wattpad, una plataforma online de lectura y escritura que mucha gente de cierta edad no sabe ni que existe ¿Qué tiene de especial?

Muchas compañeras empezamos en Wattpad. Te da la oportunidad de leer y escribir de forma gratuita, en el idioma que prefieras, y llegar a un gran número de lectores de todo el mundo. Si bien es cierto que hoy en día ya hay muchos que no lo utilizamos tan a menudo, fue una gran forma de iniciarnos en el mundillo literario.

¿Podría decirse que existe un “estilo Wattpad”?

Para mí no tiene sentido decir eso. Si bien es cierto que compartimos algunos temas genéricos (romance, fantasía…), cada escritora tiene su propio estilo. Encasillar a un grupo de personas por el simple hecho de salir de la misma plataforma me parece un error, igual que me lo parecería englobar a todos los escritores que se dedican a la novela negra simplemente porque en todos ellos hay temas en común. La generalización solo provoca invisibilidad.

Se suele echar la culpa a las pantallas y las redes sociales de que los jóvenes lean cada vez menos. Tú eres la viva demostración de lo contrario, ¿no?

Supongo que sí. Otro asunto es que los jóvenes no lean lo que se les pide. Pero, siendo honestos, ¿no es mejor que lean lo que realmente disfrutan? De esa manera, estaremos creando futuros lectores. Imponiéndoles un libro que no van a disfrutar, solo crearemos resentimiento hacia la lectura.

En general, creo que el error está en asumir lo que necesitan los jóvenes. Si nos paráramos a hablar con ellos y preguntarles, quizá descubriríamos muchas cosas que nos sorprenderían.

¿Te habría costado más ser escritora en el mundo anterior a internet, sin redes sociales, sin contacto directo con los lectores?

Sí, definitivamente. La conexión que siento con mi comunidad me ha ayudado a salir adelante en muchas ocasiones. Hay libros que, de no haber sido por ella, no sé cómo habrían terminado o, incluso, si lo habrían hecho. Disfruto mucho de la cercanía que proporcionan las redes sociales.

¿Crees que hay tanta diferencia entre leer en pantalla y en hacerlo en papel, como opinan algunos? ¿Les pasa lo mismo a los lectores de tu generación?

Es muy subjetivo. Hay personas muy jóvenes que solo disfrutan leyendo en papel y gente de su misma edad que prefiere la practicidad del ebook. Personalmente, suelo usar la pantalla cuando viajo, pero siempre termino comprándome la versión en papel de los libros que más me gustan. El papel te otorga un sentido de pertenencia que una pantalla difícilmente podría replicar.

Y al hilo de lo anterior, ¿encuentras diferencias entre escribir un libro convencional y algo que se va a leer en Wattpad?

No. Al final, estás exponiendo tu trabajo al mundo exterior para que se juzgue y se opine sobre él. La única diferencia es que, en el método convencional, tienes a un equipo que te ayuda a perfeccionarlo. En Wattpad, eres tú sola con un portátil. Ambos métodos tienen su parte positiva y su parte negativa. A mí me gustan los dos, aunque ahora estoy más centrada en el formato convencional.

¿Te influyen mucho las opiniones de tus seguidores a la hora de escribir?

Tengo mucho contacto con ellos, sí, pero no me gustaría que influyeran en mi percepción sobre mis libros. Después de tantos años en internet, aprendes a crear un muro para protegerte. Es importante recordar quién es el escritor y entender que, por mucho que a un lector le guste tu historia, tú eres quien tiene la última palabra. Si te dejas influenciar por las opiniones de los demás y buscas su aprobación, jamás llegarás a complacer a todo el mundo. Y, por si eso fuera poco, dejará de ser tu libro.

Y, por último, te pido tu punto de vista como estudiante de Psicología: ¿cómo ves la salud mental entre la gente de tu generación?

Los que más me preocupa es la sobreinformación. Nos hemos acostumbrado a las respuestas inmediatas. Veo a gente muy joven manejando conceptos muy complejos de psicología con mucha soltura. También veo muchos autodiagnósticos. Y, aunque tiene su parte positiva, porque hace que nos centremos en lo que necesitamos, creo que también supone un problema.

De igual forma, nos estamos acostumbrando a exponer nuestra vida. Soy la primera que utiliza sus redes sociales de forma habitual, pero tengo veinticuatro años y entiendo cuáles son los niveles de exposición a los que quiero someterme. A veces, veo a niños muy pequeños con redes sociales y me da un poco de miedo. ¿Cuántas veces hemos comentado, entre risas, que menos mal que no teníamos redes en nuestra adolescencia?


Esta entrevista se publicó originalmente en la Revista Telos de la Fundación Telefónica, y forma parte de un número monográfico dedicado a la Generación Alfabeta.


The Conversation

ref. Joana Marcús, escritora: “Sin la comunicación con mis lectores en las redes sociales, hay libros que no sé cómo habrían terminado” – https://theconversation.com/joana-marcus-escritora-sin-la-comunicacion-con-mis-lectores-en-las-redes-sociales-hay-libros-que-no-se-como-habrian-terminado-260318

¿Los animales ven los mismos colores que las personas?

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Miren Bego Urrutia Barandika, Catedrática de Fisiología. Profesora/investigadora de Fisiología Animal en la Facultad de Ciencia y Tecnología y en el PiE (Estación Marina de Plentzia), Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea

Algunos insectos, como las abejas y las mariposas, ven colores invisibles a los humanos, en el rango del ultravioleta. Delbars/Shutterstock

Este artículo forma parte de la sección The Conversation Júnior, en la que especialistas de las principales universidades y centros de investigación contestan a las dudas de jóvenes curiosos de entre 12 y 16 años. Podéis enviar vuestras preguntas a tcesjunior@theconversation.com


Pregunta formulada por el curso de 3º de la ESO de Aranzadi Ikastola. Bergara (Gipuzkoa)


La respuesta a esta pregunta no es sencilla, porque ni siquiera todas las personas “ven” los mismos colores. Por ejemplo, quienes tienen algún tipo de daltonismo no sólo distinguen menos, sino que perciben de modo diferente una gran parte de los tonos.

En el otro extremo están las personas tetracrómatas, capaces de distinguir hasta 100 millones de tonalidades distintas, unas 100 veces más que la mayoría de las personas.

Hace bien poquito, también conocimos el curioso caso de los habitantes de Pingelap, que ven el mundo en blanco y negro. Y aún más recientemente, nos hemos sorprendido al saber que cinco participantes en un experimento llevado a cabo con tecnología ultrasofisticada han tenido la oportunidad de percibir un nuevo color denominado ‘olo’.

De acuerdo, no vale escudarse en la variabilidad existente en los humanos para no responder a la pregunta. Vayamos por partes.

¿Cómo distinguimos los colores los humanos?

La percepción del color es la interpretación que hace el cerebro de las señales (en forma de impulsos nerviosos) enviadas a la corteza visual por un tipo de fotorreceptores. Se llaman conos y están situados en la retina, al fondo de nuestros ojos.

Existen diferentes tipos de conos. En función de los pigmentos visuales que contienen presentan sensibilidades específicas para las longitudes de onda que componen la luz o espectro electromagnético. Así, las longitudes de onda que reflejan los objetos (esto es, su color) estimulan de forma concreta los diferentes tipos de conos. Finalmente, los colores que vemos (o, mejor dicho, lo que interpreta nuestro cerebro como tales) obedecen a una combinación formada por las respuestas de los distintos tipos de conos.

La mayor parte de las personas somos tricrómatas. Eso quiere decir que en nuestra retina tenemos tres tipos de conos, denominados rojo, verde y azul. Gracias a ellos podemos “ver” y distinguir colores correspondientes a longitudes de onda que van desde el azul-violeta hasta el rojo. Es lo que llamamos “espectro visible”.

Visible para los humanos, claro. Pero ¿qué ocurre con el resto de los animales?

¿Los animales también flipan en colores?

Con la prudencia que exige la práctica científica, podemos decir que la mayoría de animales probablemente no ven los mismos colores que nosotros. Sabemos que los fotorreceptores presentes en sus ojos se presentan un número y tipo de pigmentos diferentes a los de los humanos tricrómatas.

Y teniendo en cuenta cómo son esos conos, podemos apostar a que muchos de los animales de nuestro entorno flipan más bien poco.

Así, la mayor parte de los mamíferos no primates presentan visión dicromática; es decir, en sus retinas se han encontrado únicamente dos tipos de conos. Este es el caso, por ejemplo, de los perros, los gatos y los zorros.

Esto no significa que vean en blanco y negro: los perros, por ejemplo, distinguen perfectamente el amarillo y el azul, aunque tienen problemas para diferenciar los rojos y verdes. El caso de los toros es muy parecido al de los perros, por lo que, a pesar de la creencia popular, ¡el color rojo no les atrae!

Probablemente, los mamíferos perciben el mundo como las personas con algún tipo de daltonismo. Aunque existen algunas excepciones a la norma dicromática: unas pocas especies nocturnas y los mamíferos marinos. Los cetáceos, pinnípedos y manatíes presentan en general visión monocromática, lo que limita muchísimo su capacidad de discriminar colores.

Y también está el caso de las ballenas, que sí ven en blanco y negro: los análisis realizados en los ojos de rorcuales varados han demostrado que las retinas de estos animales carecen de conos. Parece tratarse de una adaptación extrema al entorno oscuro del océano.

La de los mamíferos primates –los humanos entre ellos– es otra excepción, puesto que junto con los marsupiales y una buena parte de los insectos presentan visión tricromática, aunque los espectros de absorción de los tres tipos de conos son diferentes en cada caso.

Colores invisibles para los humanos

De hecho, algunos tipos de insectos, como las abejas y las mariposas, pueden ver en el espectro ultravioleta (UV), capacidad que comparten con muchas aves y peces e incluso unos cuantos mamíferos.

A los humanos esto nos resulta extraño; no tenemos definido el color ultravioleta porque esa parte del espectro o bien queda fuera (o cerca del límite) de nuestro espectro de luz visible, o resulta bloqueada por las lentes de nuestros ojos.

Afortunadamente, en 2024, científicos especializados en la visión del color desarrollaron una tecnología para grabar vídeos que simulan de manera realista la visión de los animales.

Ojos superdotados

Ahora hablaremos de los animales que en teoría ven muchos colores. Mientras que la mayoría de los reptiles, anfibios, aves e insectos son tetracrómatas (tienen cuatro tipos de conos), algunos insectos y aves, incluidas las palomas y las mariposas papillón, entran en la categoría aun superior de pentacrómatas (cinco tipos). El pódium de los policrómatas lo encabeza el camarón mantis (Odontodactylus scyllarus), que presenta más de 12 tipos de pigmentos visuales.

Sin embargo, y como advertíamos al comienzo del artículo, la “visión” es un proceso complejo de integración de la información sensorial enviada por los fotorreceptores. En el caso del camarón mantis, desde 2014 se sabe que, a pesar de su arsenal de fotorreceptores, posee una capacidad para discriminar los colores bastante limitada. Y es que el potencial de su cerebro para integrar la información visual no es tan complejo como el de los humanos.

Para que un animal pueda discriminar colores es imprescindible que disponga de fotopigmentos con diferentes espectros de absorción en los órganos encargados de la visión. Pero tenerlos no garantiza la capacidad de distinguir colores.

En suma, con la información de la que disponemos hasta el momento, podemos sostener que la capacidad de ver y distinguir los colores no es universal: algunos animales no los ven, otros distinguen un número variable de ellos y muchos perciben colores para los que los humanos somos ciegos. ¡Un maravilloso ejemplo de diversidad!


La Cátedra de Cultura Científica de la Universidad del País Vasco colabora en la sección The Conversation Júnior.


The Conversation

Miren Bego Urrutia Barandika no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. ¿Los animales ven los mismos colores que las personas? – https://theconversation.com/los-animales-ven-los-mismos-colores-que-las-personas-253449

125 años del nacimiento de Ukichiro Nakaya: el sabio de la nieve

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Alberto Tomás Pérez Izquierdo, Catedrático de Electromagnetismo, Universidad de Sevilla

Ukichiro Nakaya con la cámara que construyó para estudiar los copos de nieve. Caltech.edu, CC BY

El estudio moderno de los copos de nieve debe mucho al físico japonés Ukichiro Nakaya. En la década de 1930, Nakaya recolectó y fotografió al microscopio más de 3 000 muestras de copos de nieve y las clasificó. El 4 de julio, en pleno tórrido verano, se cumplen 125 años de su nacimiento.

La nieve

Nakaya nació en la ciudad japonesa de Kaga en 1900 y se graduó en física en 1925 en Tokio. Tras hacer sus estudios de doctorado entre Tokio y Londres, obtuvo en 1930 una plaza de profesor en la Universidad Hokkaido de Sapporo. En Londres se especializó en física nuclear, pero en Sapporo, donde la temperatura media en invierno estaba entre los 3 y los 6 grados bajo cero, y sin apenas medios para otra cosa, se dedicó al estudio de la nieve.

Vídeo ganador del concurso de vìdeos de divulgación de la Facultad de Física 2020. Universidad de Sevilla.

El sabio de la nieve

Nakaya empezó sus estudios de los copos de nieve en 1932. Durante los primeros años observaba y fotografiaba al microscopio copos naturales recogidos tanto en los alrededores de la universidad como en una cabaña instalada en el Monte Tokachi, donde la temperatura media en invierno rondaba los diez grados bajo cero, pudiendo llegar a -20⁰ C.

Siglos antes, en 1611, el astrónomo Johann Kepler había publicado un pequeño tratado sobre la forma hexagonal de los copos de nieve, y en 1653 el filósofo Descartes fue el primero en describirlos así:

Estas eran pequeñas placas de hielo, muy planas, muy pulidas, muy transparentes, gruesas como una hoja de papel algo gruesa, pero tan perfectamente formadas en hexágonos, con los seis lados tan rectos, y los seis ángulos tan iguales, que es imposible para el hombre hacer algo tan exacto.

Hoy sabemos que los copos de nieve son pequeños cristales de hielo de estructura hexagonal. Forman un hexágono porque el enlace de los dos átomos de hidrógeno con el átomo de oxígeno del agua (H₂O) es de 106 grados, y ese ángulo es muy próximo a los 120 que forman dos lados de un hexágono. Así que, al congelarse, el agua tiende a formar cristales hexagonales.

Esta estructura subyace en todos los copos de nieve. Pero no son todos iguales: forman diferentes dibujos al crecer. Y en su aislamiento en la cabaña del Monte Tokachi, Ukichiro Nakaya logró clasificarlos según sus formas.

Una cámara para fotografiar nieve

Para entender estas formas necesitaba hacer crecer los copos de forma controlada. Ukichiro construyó una cámara en la que controlaba la temperatura, la humedad y el flujo de aire. Pero era necesario obtener una semilla a partir de la cual pueda crecer el cristal.

Tras años de pruebas y decepciones, encontró la semilla que necesitaba, y fue gracias a la punta de un pelo de conejo del abrigo de un colaborador. El agua se congelaba en torno a la punta y formaba lentamente los copos. Así, el 12 de marzo de 1936 Nakaya obtuvo los primeros copos de nieve artificiales. A partir de ahí descubrió que la temperatura y la humedad determinan conjuntamente el tipo de copo que se forma.

dos copos de nieve al microscopio
A la izquierda, el copo de nieve que creció en el pelo de un conejo; a la derecha, crecimiento natural.
Caltech.edu, CC BY

Resumió sus hallazgos en un diagrama que lleva su nombre. El diagrama morfológico de Nakaya predice la forma de un copo de nieve en función de la temperatura y la humedad del aire en que se ha formado. En un ambiente muy seco se tienden a formar cristales prismáticos sencillos con la simetría hexagonal de los cristales de hielo. Ello se debe a que el crecimiento es lento, y las caras del cristal se rellenan por completo.

Las estructuras ramificadas con dendritas, las que más llaman nuestra atención, se obtienen cuando la humedad es alta y el crecimiento, más rápido.

El papel de la temperatura es más complejo: por encima de -3,5  °C se forman placas, a temperaturas más bajas, entre -3,5 °C y -10 °C, surgen columnas. Bajando más la temperatura aparecen de nuevo placas y, por último, por debajo de los -22 °C se mezclan placas y columnas.

Los copos de nieve se forman en la atmósfera cuando el vapor de agua se condensa en torno a pequeñas partículas de polvo. Se produce un pequeño cristal de hielo que es el comienzo de la historia. A medida que el copo crece, va cayendo y pasando por zonas con distinta temperatura y distintos grados de humedad. Se van sucediendo así episodios de crecimiento más rápido con otros más lentos, lo que confiere a cada copo una forma única.

Cuando llega al suelo, el copo lleva grabada su historia en su forma. Nakaya lo expresó así en una película científica que él mismo realizó:

Un cristal de nieve es una carta enviada desde lo más alto del cielo.

Escuchar al hielo

Nakaya dedicó el resto de su vida al estudio de la nieve y el hielo, tanto en el laboratorio como en plena naturaleza, viajando por todo el mundo a los lugares más recónditos. Tras la Segunda Guerra Mundial trabajó para un laboratorio del Ejército de EE. UU. estudiando las nieves de las cimas de Hawái. Sus últimas investigaciones le llevaron a Groenlandia, donde participó en las primeras extracciones de hielo permanente para el estudio de los cambios climáticos del pasado.

Según su hija Fujiko Nakaya, artista gráfica que utiliza el hielo y la niebla en sus creaciones, Nakaya siempre decía que había que ser humilde, entregarse a la naturaleza para que la naturaleza hable: “Para entender al hielo, tienes que escuchar al hielo”

Estudios en la actualidad

Los copos de nieve siguen siendo objeto de estudio en la actualidad. Se trata de desentrañar el proceso de crecimiento de forma detallada y los algoritmos emulan su formación.

Algunos de estos algoritmos explotan una mera analogía. No se construyen a partir de un modelo físico de crecimiento de los cristales, sino que siguen una serie de reglas sencillas. Este es el caso del fractal de Koch. Otros intentan simular realmente los mecanismos físicos que determinan el crecimiento de los cristales. Un ejemplo de este tipo de algoritmo es el uso de la “Dinámica Molecular”.

De una u otra forma, los copos de nieve siguen fascinando por su simple complejidad.

Ukichiro Nakaya murió en 1962 en su Japón natal. Hoy, un tórrido día de verano, 125 años después de su nacimiento, recordamos al sabio de la nieve.

The Conversation

Alberto Tomás Pérez Izquierdo no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. 125 años del nacimiento de Ukichiro Nakaya: el sabio de la nieve – https://theconversation.com/125-anos-del-nacimiento-de-ukichiro-nakaya-el-sabio-de-la-nieve-259458

Inteligencia artificial, ¿comida rápida intelectual?

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Santiago Iñiguez de Onzoño, Presidente IE University, IE University

SvetaZi/Shutterstock

Aunque la inteligencia artificial ofrezca acceso inmediato a respuestas y pueda simular diálogos, claramente tiene limitaciones. Su uso exclusivo en el proceso de aprendizaje es una especie de comida rápida intelectual: conveniente y aparentemente satisfactoria, pero carente de la profundidad de una experiencia educativa bien elaborada.

En cambio, el aprendizaje real es un proceso lento, complejo y reflexivo, moldeado por la incertidumbre, el esfuerzo y el descubrimiento, que no puede ser totalmente externalizado ni acelerado. Aprender implica construir conocimiento mediante una participación directa, no consumir pasivamente contenido ya procesado.

El desarrollo de habilidades cognitivas como el pensamiento crítico, la introspección, el razonamiento lógico y la metacognición requiere de esfuerzo e intencionalidad. Estas son habilidades de orden superior que la IA no puede desarrollar por nosotros: deben ser cultivadas activamente por el estudiante. Aunque la IA puede apoyar este proceso, no puede reemplazar la disciplina mental ni la reflexión necesarias para un verdadero crecimiento intelectual.

El impacto de la IA en la educación

Investigaciones recientes muestran que las herramientas de IA influyen positivamente en el pensamiento creativo de los estudiantes, en particular al aumentar su autoconfianza y reducir la ansiedad. Estos hallazgos sugieren que, si se integran de manera reflexiva, las tecnologías de IA pueden potenciar tanto la innovación como el rendimiento académico.

En su libro Brave New Words (2024), Salman Khan presenta una visión fundamentada y optimista de cómo la IA puede mejorar la educación. Basándose en su experiencia con Khan Academy, el autor visualiza la IA como un socio que fomenta el diálogo socrático como herramienta para explorar ideas con curiosidad y creatividad. Según Khan, la IA puede personalizar la enseñanza, reducir la carga administrativa de los docentes y cerrar brechas educativas persistentes.

No obstante, también advierte sobre los peligros de su implementación sin control: riesgos relacionados con la privacidad de los datos, algoritmos sesgados e inequidad en el acceso. Khan propone una integración equilibrada y centrada en las personas, que promueva tanto la alfabetización en IA como una conciencia ética de su uso.

Riesgos cognitivos y necesidad de equilibrio

Más allá de las ventajas para el aprendizaje que ofrece la IA, un número creciente de investigaciones advierte sobre las consecuencias de su uso excesivo o exclusivo.

Un estudio publicado en 2024 destaca los peligros de la delegación cognitiva: la tendencia a sustituir el trabajo mental –como el razonamiento o la resolución de problemas– por el uso de la IA. Esta práctica, se argumenta, erosiona la implicación cognitiva profunda de los estudiantes y debilita el pensamiento crítico.

Una investigación publicada en 2023 mostró que los estudiantes que confiaron en resúmenes generados por IA obtuvieron resultados significativamente inferiores –hasta un 25 % menos– en pruebas de comprensión, en comparación con aquellos que estudiaron directamente de los materiales originales.

Se ha identificado también una tendencia hacia la pereza metacognitiva, pues las herramientas de IA reducen la motivación de los estudiantes para pensar de manera autónoma. Los expertos señalan que el uso pasivo de la IA debilita el aprendizaje controlado por el individuo y fomenta una participación superficial.

Estos resultados no invalidan el valor de la IA pero sí subrayan la importancia de una integración consciente y deliberada. La inteligencia artificial debe ser un andamiaje para el pensamiento, no un sustituto del mismo.

Las dimensiones sociales y humanas del aprendizaje

El aprendizaje no es solo un proceso cognitivo, también es profundamente social. En las universidades, buena parte del aprendizaje más significativo ocurre fuera del aula: en conversaciones informales con compañeros, en mentorías con profesores y en la búsqueda compartida de sentido, conocimiento y relaciones en las diversas comunidades que conforman la institución. Estas interacciones humanas son irremplazables. La IA puede simular respuestas, pero no puede replicar la empatía, la complejidad o el impacto transformador de una conexión humana real.

Aquí es donde el estudio de las humanidades desempeña un papel fundamental. Disciplinas como la filosofía, la historia, la literatura y las artes cultivan cualidades que las máquinas no pueden generar de forma original: juicio moral, creatividad, empatía y conciencia cívica.

Desde el comienzo de las universidades, las humanidades han sido esenciales para preparar a los estudiantes a vivir con sentido en un mundo diverso y complejo, a gestionar la incertidumbre y abordar preguntas no solo sobre lo que podemos hacer sino sobre lo que debemos ser. Una generación técnicamente competente pero éticamente desorientada no representa progreso.




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Lo que las humanidades pueden hacer por la digitalización de la banca


Una integración centrada en la persona

La IA es una herramienta poderosa, pero el centro de la educación reside en la curiosidad humana, la investigación crítica y el coraje de enfrentar la complejidad. Estas son las cualidades que transforman la información en comprensión y el conocimiento en sabiduría.

Por eso se necesita una integración equilibrada e intencional de la IA en la educación. Una adopción pasiva o un entusiasmo ciego no producirá resultados satisfactorios en el aprendizaje, y los educadores hemos de reflexionar críticamente sobre qué papel debe desempeñar la IA en el proceso educativo.

Para que la inteligencia artificial cumpla verdaderamente su cometido debe estar alineada con los valores fundamentales de la educación: el pensamiento independiente, la reflexión ética y la conexión humana significativa. Solo entonces podrá amplificar el potencial humano en lugar de reemplazarlo.


Una versión de este artículo se publicón en LinkedIn.

The Conversation

Santiago Iñiguez de Onzoño no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. Inteligencia artificial, ¿comida rápida intelectual? – https://theconversation.com/inteligencia-artificial-comida-rapida-intelectual-260098

Cuando pensamos con el coche: las palabras que usamos influyen en cómo nos movemos por la ciudad

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Lorena Pérez Hernández, Catedrática de Filología Inglesa. Lingüística cognitiva, Universidad de La Rioja

“Me costó toda una vida aprender a pintar como un niño”.

Pablo Picasso

A medida que cumplimos años, nuestra visión del mundo deja irremediablemente de ser nuestra. Liberarse de los filtros que se van interponiendo entre nosotros y la realidad es algo muy complejo. Los genios como Picasso son conscientes de ello; el resto normalmente no nos damos cuenta.

Una parte del mundo la vemos con los ojos, pero otra gran parte nos llega tamizada por el lenguaje y los procesos de socialización. Con frecuencia, resulta complicado identificar esta visión como parcial y sesgada. Así sucede también cuando observamos (y hablamos) de la movilidad urbana.

A menudo vemos coches aparcados encima de las aceras obstruyendo el paso. En ocasiones incluso en parques o paseos, aparcados de manera ilegal. En inglés la palabra carspreading describe la acción de estos conductores, haciendo un paralelismo con el término manspreading que designa el habitual despatarre masculino en los medios de transporte.

En español carecemos de una palabra que describa ese uso desconsiderado del espacio público. El vacío léxico dificulta la comunicación, y lo que no se puede nombrar pasa más desapercibido. Aquello de lo que no se habla difícilmente se puede evitar.

Un hombre con las piernas abiertas ocupando más espacio en el transporte público y un coche ocupando la acera.
El manspreading y el carspreading.
Eric Fischer/Wikimedia Commons-WNYC New York Public Radio/Flickr, CC BY-SA

Lo normal es el coche

La relación entre lengua y realidad es bidireccional. Los vacíos léxicos pueden venir determinados por modelos cognitivos –con frecuencia institucionalizados y dominantes– que nos hacen ver la realidad de manera sesgada. Uno de estos sesgos es la motonormatividad.

El pensamiento motonormativo enfatiza la conducción como forma de movilidad natural e impide juzgar como incívicos comportamientos al volante que en otros contextos identificaríamos casi como “antisociales”.

Esto se observa muy bien en los titulares de prensa que recogen accidentes automovilísticos y que a menudo utilizan diversas estrategias lingüísticas para silenciar la responsabilidad de los conductores.

La metonimia “coche” por “conductor”, por ejemplo, es una gran aliada de la motonormatividad. Titulares como “Un coche atropella a una joven” presentan automóviles que parecen tener vida propia. Curiosamente, la misma estrategia no suena natural cuando el vehículo es una bicicleta (“Una bicicleta atropella a un peatón”). En estos casos sí se suele hacer explícito el verdadero agente de la acción.

La voz pasiva también logra ocultar al responsable del atropello: “Herido grave un niño de 6 años tras ser atropellado”.

Si las estrategias anteriores no son suficientes para silenciar la responsabilidad de los conductores, siempre se puede echar la culpa a entes abstractos: “Los accidentes de tráfico se han cobrado la vida de 261 personas en lo que va de año” o “Un total de 1 755 personas fallecieron en las carreteras y calles españolas por culpa de un accidente de tráfico”.

La mentalidad motonormativa se extiende al uso de la cortesía verbal. A menudo los mensajes dirigidos a los conductores son más corteses (“Por favor, respeten los vados”) que los que damos a los niños (“Prohibido jugar al balón bajo sanción municipal”).

Un cartel de 'por favor respeten los vados' al lado de otro que dice 'prohibido jugar al balón menores de 4 años bajo sanción'.
Mensajes (educados) para los conductores y mensajes (categóricos) para los niños.
Facebook Ayto. de Alpera y Aragón noticias

Metáforas de movilidad

La motonormatividad es una forma de ver el mundo que forma parte de nuestro sistema conceptual y se plasma también en las metáforas que usamos para entender y hablar de la movilidad.

Hablamos metafóricamente de la movilidad como un sistema circulatorio en el que las calles son las venas y arterias de la ciudad, y los vehículos a motor la sangre que discurre por ellas. Los obstáculos a la movilidad motorizada ponen en peligro todo el sistema y la salud de la ciudad en su conjunto. Basta leer un artículo en el que se explica cómo la covid-19 consiguió “atacar” la esencia de las ciudades, “desconectando sus órganos” y “debilitando” el transporte público, entendido como “su sistema circulatorio”.

La metáfora de la ciudad como un cuerpo tiene una función instructiva, y nos permite entender cómo funciona la movilidad urbana.

Pero además de instructivas, las metáforas también legitiman distintas formas de ver el mundo. Por eso, diversos estudios enmarcados en la ecolingüística proponen desenmascarar las narrativas lingüísticas y metafóricas que silencian los problemas de una movilidad exclusivamente motorizada.

Resistir con metáforas

Las metáforas de resistencia son habituales en el discurso de los usuarios de nuevos tipos de movilidad urbana. Mediante su uso visibilizan los sesgos del lenguaje y el pensamiento motonormativo.

Algunas de estas metáforas se apoyan en narrativas institucionalizadas. Por ejemplo, parten de la visión común de la ciudad como un sistema circulatorio pero resaltan las consecuencias negativas de un modelo de movilidad exclusivamente motorizado. Así, los coches aparecen como el colesterol que causa el bloqueo de sus arterias poniendo en riesgo la salud de la ciudad en su conjunto.

También, apoyándose en las equiparaciones metonímicas entre conductor y tipo de vehículo, se señalan las consecuencias sanitarias negativas que la movilidad motorizada puede tener para sus usuarios (al facilitar la obesidad y el desembolso económico) y se comparan con otro tipo de movilidad activa.

Nuevas metáforas para una nueva movilidad

Sin embargo, las metáforas de resistencia no siempre se apoyan en marcos ya establecidos. Estudiar el lenguaje de los activistas por la movilidad ciclista permite identificar otros tipos.

Uno de ellos es la oposición explícita al pensamiento motonormativo y la crítica abierta al coche como el “dios” o “rey” de la ciudad. Como explica el arquitecto y urbanista Juan Carlos García de los Reyes, el reino de los peatones “no es de este mundo”. No hay lugar para los ciudadanos en ciudades que están completamente “sacrificadas al coche”.

Hay otras metáforas que encontramos en los discursos que abogan por una movilidad sostenible, con frecuencia equiparada a la movilidad ciclista o peatonal. Éstas sirven para implantar en el imaginario colectivo narrativas más compatibles con los objetivos de desarrollo sostenible.

Es el caso del reenmarcado de la ciudad que supone entenderla no como un trastero de coches sino como una casa habitable, promoviendo una reflexión sobre cómo repartimos el espacio urbano entre sus diferentes usuarios. A nadie se le ocurriría diseñar su hogar con el garaje en el centro y ocupando la mayor parte de la zona habitable de su vivienda. Sin embargo, eso es lo que ocurre en las calles, donde los coches ocupan la mayor parte del espacio transitable.

¿Cómo podemos cambiar la idea de circulación que tenemos actualmente?
Copenhague Design Co. (adaptado)

Particularmente alineadas con los postulados de la ecolingüística están aquellas que construyen la ciudad como un ecosistema urbano. Igual que en un ecosistema natural coexisten múltiples especies, en un sistema de movilidad autónomo urbano pueden convivir distintas formas de moverse, incluyendo también a peatones, ciclistas u otras formas de transporte alternativo.

Este tipo de metáforas están intentando promover un marco cognitivo diferente, equiparado a lo que se está empezando a conocer como “multiautoculturalismo”, o la reinterpretación de la ciudad como una sociedad en la que conviven distintas identidades vehiculares.

La motonormatividad lleva décadas usando el lenguaje como un mecanismo de dominación para imponer una forma de ver el mundo basada en el predominio del automóvil. Pero el lenguaje es también un potente instrumento de liberación. Las metáforas de resistencia nos ayudan a imaginar realidades alternativas. Lo que se puede imaginar habita en el umbral de lo posible.

Reformulando a Picasso, necesitamos reaprender a pensar (y hablar) sobre movilidad urbana si queremos construir modelos de ciudad más sostenibles.

The Conversation

Lorena Pérez Hernández es Investigadora Principal del proyecto OTRI “Research Project on Cognitive Models in Branding” (OTEM240725), investigadora en el proyecto “Partnership on University Plagiarism Prevention” (Social Sciences and Humanities Research Council of Canada #895-2021-1016) y miembro del Grupo GRISSU (Grupo Riojano de Investigación en Semántica, Sintaxis y Uso del Lenguaje; Universidad de La Rioja) y del Grupo de Acción ICON (Campus Iberus).

Laura Filardo-Llamas es investigadora principal del proyecto “Variación Semántica y Comunidades de Práctica en Redes Sociales” (SEMVARCOP) (Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, PID2023-148324NB-I00). Coordina el Grupo de Investigación Reconocido en Estilística Cognitiva (UVA) y es miembro del Grupo de Acción ICON del Campus Íberus.

ref. Cuando pensamos con el coche: las palabras que usamos influyen en cómo nos movemos por la ciudad – https://theconversation.com/cuando-pensamos-con-el-coche-las-palabras-que-usamos-influyen-en-como-nos-movemos-por-la-ciudad-256283