Los algoritmos adivinan cómo somos o cuánto ganamos solo con analizar nuestra foto

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Daniel Garcia Torres, Doctorando en Deporte y Salud, Universidad Miguel Hernández

Cuando subimos una foto a una red social, igual no nos imaginamos todo lo que los algoritmos pueden deducir de nosotros solo por esa imagen. Antoine Beauvillain / Unsplash., CC BY

Es una sensación familiar para cualquiera que use redes sociales: el asombro, a veces inquietante, de que una plataforma parezca conocernos mejor que nadie. Un vídeo recomendado que acierta de lleno, un anuncio que responde a una conversación reciente, un recuerdo que aparece en el momento justo… Atribuimos esta aparente magia a los algoritmos que, suponemos, aprenden de nuestras interacciones directas. Sin embargo, esta es solo la capa más superficial de un sistema mucho más complejo.

La verdadera capacidad de estos sistemas no reside en registrar nuestras acciones explícitas, sino en su habilidad para interpretar nuestra identidad a partir de los datos que compartimos, a menudo, de forma inconsciente. Un sencillo experimento con una sola fotografía personal revela hasta qué punto estos sistemas construyen perfiles psicológicos, ideológicos y económicos que van mucho más allá de lo que el usuario pretende comunicar.

De la visión por computador a la interpretación semántica

Cuando subimos una imagen a internet, no solo la ven otros usuarios: también la “leen” los sistemas de visión por computador, como la API de Google Vision que, según anuncia Google, “extrae información valiosa de imágenes, documentos y vídeos”. Estas tecnologías ya no se limitan a identificar objetos o rostros. Su alcance llega a la interpretación semántica: pueden deducir emociones, contextos culturales o rasgos de personalidad.

Herramientas como TheySeeYourPhotos, creada por un exingeniero de Google para denunciar este tipo de prácticas, permiten comprobarlo. Su objetivo es mostrar cuánta información personal y sensible puede inferirse a partir de una sola fotografía, utilizando la misma tecnología que emplean las grandes corporaciones.

El problema no está en que las máquinas reconozcan lo que ven, sino en que interpreten lo que creen que esa imagen dice sobre nosotros. Y ahí surge una pregunta clave: ¿están diseñadas para servir nuestros intereses o para explotar patrones de comportamiento que ni siquiera reconocemos?

Caso de estudio: el perfil inferido de una fotografía

Para explorar los límites de esta capacidad interpretativa, en la Universidad Miguel Hernández realizamos un experimento: analizamos una fotografía personal mediante la herramienta mencionada anteriormente. Los resultados que obtuvimos se pueden clasificar en dos niveles.

Análisis que la herramienta TheySeeYourPhotos hace sobre una de las fotos empleadas en este estudio.

El primer nivel es el del análisis descriptivo, mediante el que la IA identifica elementos visuales objetivos. En este caso, describió correctamente la escena principal (un joven junto a una barandilla y un monumento) y se aproximó a la localización geográfica. Este nivel, aunque propenso a errores fácticos (como estimar una edad algo diferente), se mantiene en el plano de lo esperable.

El segundo nivel, el del análisis inferencial, es el que resulta más revelador y problemático. A partir de la misma imagen, el sistema construyó un perfil detallado basado en patrones estadísticos y, previsiblemente, en sesgos algorítmicos:

  • Origen étnico (raza mediterránea) y nivel de ingresos estimado (entre 25 000 y 35 000 euros).
  • Rasgos de personalidad (tranquilo, introvertido) y aficiones (viajes, fitness, comida).
  • Orientación ideológica y religiosa (agnostico, partido demócrata).

El propósito de este perfilado exhaustivo es, en última instancia, la segmentación comercial. La plataforma sugirió anunciantes específicos (Duolingo, Airbnb) que tendrían una alta probabilidad de éxito con el perfil inferido. Lo relevante no es el grado de acierto, sino la demostración de que una sola imagen es suficiente para que una máquina construya una identidad compleja y procesable de un individuo.

Del perfilado a la influencia: el riesgo de la manipulación algorítmica

Si un algoritmo puede inferir nuestra ideología, ¿su objetivo es simplemente ofrecernos contenido afín o reforzar esa inclinación para volvernos más predecibles y rentables?

Esa es la frontera difusa entre personalización y manipulación. Meta, por ejemplo, ha experimentado con usuarios generados por inteligencia artificial, diseñados para interactuar con perfiles solitarios y aumentar su tiempo en la plataforma. Y si los sistemas pueden simular compañía, también pueden crear entornos informativos que guíen sutilmente opiniones y decisiones.

A ello se suma la falta de control real sobre nuestros datos. La multa récord de 1 200 millones de euros impuesta a Meta en 2023 por transferencias ilegales de información de Europa a EE. UU. demuestra que el cumplimiento normativo se convierte, para las grandes tecnológicas, en un cálculo de riesgo-beneficio, más que en un principio ético.

La conciencia crítica como herramienta de defensa

El resultado de este perfilado masivo es la consolidación de las “burbujas de filtro”, un concepto acuñado por Eli Pariser para describir cómo los algoritmos nos encierran en entornos informativos que refuerzan nuestras creencias. Así, cada usuario habita un mundo digital hecho a su medida, pero también más cerrado y polarizado.

Ser conscientes de que cada interacción digital alimenta este ciclo es el primer paso para mitigar sus efectos. Herramientas como TheySeeYourPhotos son valiosas porque revelan cómo se construye la ilusión de personalización que define nuestra experiencia en línea.

Por tanto, el feed de nuestras redes sociales no es un reflejo del mundo real, sino una construcción algorítmica diseñada para nosotros. Comprender esto es indispensable para proteger el pensamiento crítico y navegar de forma consciente en un entorno digital cada vez más complejo.

The Conversation

Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.

ref. Los algoritmos adivinan cómo somos o cuánto ganamos solo con analizar nuestra foto – https://theconversation.com/los-algoritmos-adivinan-como-somos-o-cuanto-ganamos-solo-con-analizar-nuestra-foto-265994

Cuando el enemigo está dentro: las emociones que nos hacen vulnerables a un ciberataque

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Lucía Halty, Profesora e investigadora del departamento de Psicología, Universidad Pontificia Comillas

Nanzeeba Ibnat / ISTOCK

¿Por qué algunas personas, incluso advertidas por las herramientas de seguridad y los antivirus, siguen haciendo clic en un enlace fraudulento? ¿Qué nos hace confiar más en un correo que nos promete un estupendo premio que en una alerta que nos invita a ser precavidos?

Cada día, millones de correos electrónicos intentan engañar a sus destinatarios mediante técnicas como el phishing, un tipo de ciberataque que busca obtener información confidencial –contraseñas, datos bancarios o credenciales corporativas– mediante la manipulación psicológica. Si bien la tecnología logra detener entre el 90 % y el 99 % de estos ataques, el pequeño porcentaje que logra pasar las barreras técnicas suele bastar para poner en peligro tanto a las organizaciones como al eslabón más débil de la cadena: el ser humano. Por eso, el siguiente gran avance pasa por comprender ese 1 % (y protegerlo).

El análisis del comportamiento de los usuarios ha sido, precisamente, el centro de la investigación del proyecto EVE (Emotions and Vulnerabilities Exposed and Protected), que ha dado como resultado un algoritmo capaz de aumentar nuestra ciberprotección. Integrado en una plataforma de neurociberseguridad, este algoritmo predice la vulnerabilidad del factor humano ante un ciberataque, basándose en diversas variables psicológicas. Se trata de un nuevo y pionero enfoque en ciberseguridad que une neurociencia, tecnología y psicología para predecir el riesgo humano ante un ataque digital y protegernos, así, de nosotros mismos.

Un cerebro preparado para sobrevivir… pero no en internet

Nuestro cerebro está programado para reaccionar con rapidez ante amenazas físicas. Cuando percibimos un peligro –un ruido repentino o una sombra inesperada–, se activa la amígdala, que pone en marcha una respuesta automática de defensa. Este mecanismo, conocido como sesgo de negatividad, nos ha permitido sobrevivir durante millones de años.

Sin embargo, en el entorno digital el sistema no se activa porque no tenemos factores de supervivencia: no hemos generado una respuesta instintiva a las amenazas, cosa que sí sucede cuando oímos el rugido de un león, incluso aunque nunca hayamos estado en la sabana. Como leer un correo electrónico aparentemente no pone en riesgo nuestra supervivencia, el cerebro no enciende la alarma emocional. Y cuando lo hace, suele ser en la dirección equivocada: el miedo se orienta hacia las consecuencias de no actuar, no hacia el ataque.

Mensajes como “Su cuenta será bloqueada si no actualiza sus datos” o “Ha perdido 1 000 euros de su cuenta bancaria, pulse aquí para recuperarlos” provocan miedo al castigo, no al engaño. Ese miedo “secuestra” la atención y deja todo el peso de la decisión al pensamiento racional, más lento y exigente. Si además estamos cansados, distraídos, estresados o bajo presión, nuestra capacidad para analizar el mensaje disminuye y el clic se vuelve casi inevitable.

Personalidad y contexto

El modelo científico que sustenta el algoritmo EVE se apoya en tres variables psicológicas y de personalidad clave, a las que se añaden variables contextuales, como la carga de trabajo, la multitarea, la presión del tiempo o el nivel de implicación con el asunto del correo. Todo ello puede aumentar o reducir nuestra capacidad para procesar la información de forma crítica.

La primera de esas variables es el Sistema de Inhibición del Comportamiento (BIS). Mediado por la ansiedad, quienes puntúan alto reaccionan con miedo ante posibles castigos y son más vulnerables a mensajes del tipo “si no actúas ahora, pierdes algo”.

Otro elemento a tener en cuenta es el Sistema de Activación del Comportamiento (BAS). Está asociado a la impulsividad y la búsqueda de recompensa, y los usuarios responden más fácilmente a mensajes que prometen beneficios inmediatos (“gana un premio”, “aprovecha la oferta”).

Finalmente, interviene la Necesidad de Cognición (NC), que mide la tendencia a disfrutar del pensamiento complejo. Las personas con NC suelen analizar más y caer menos, aunque pueden ser víctimas de correos que apelan a la curiosidad intelectual (“descubre más”, “lee este informe exclusivo”).

Integrando estos componentes, EVE ha generado un perfil dinámico de vulnerabilidad, que no pretende etiquetar a las personas sino entender en qué condiciones concretas cada individuo es más propenso a caer. Lejos de ser estático, el algoritmo entrena según la toma de decisiones y el comportamiento humano. Si cambia el nivel de vulnerabilidad, se alerta al usuario y a la organización de la transformación, porque lo que se pretende es un círculo virtuoso.

Este empieza con la validación del autodiagnóstico, de cómo somos, las variables psicológicas y rasgos de personalidad. A partir de ahí, se despliega un mecanismo que se basa en simulaciones de phishing para validar esa hipótesis continuamente. Así se genera un sistema de alerta, denominado semáforo, que se contrarresta con una serie de microhistorias que explican los procesos cognitivos por los que se ha caído o no en esa simulación. Y vuelta a empezar. En este círculo virtuoso, el algoritmo está siempre entrenando y aprendiendo del comportamiento de los usuarios.

Ciencia aplicada a una ciberseguridad más humana

Nuestro equipo probó el modelo en dos fases: primero con estudiantes universitarios y, después, con empleados de empresas, para aproximarse a contextos laborales reales. Cada participante completó pruebas de personalidad y se enfrentó a simulaciones de phishing mientras los investigadores medían tiempos de reacción, emociones evocadas y decisiones tomadas. Con esos datos, el algoritmo aprendió a predecir patrones de conducta y puntos débiles, y el usuario recibía píldoras de aprendizaje personalizadas sobre ciberseguridad.

Pero no todo el mundo tiene que recibir la misma formación para enfrentar una amenaza que llega por correo electrónico. Una persona con alta ansiedad no debería recibir el mismo entrenamiento que otra más impulsiva. Así, la formación adaptada al perfil psicológico puede reducir significativamente el riesgo de caer en la trampa y, sobre todo, evitar la falsa sensación de seguridad que generan los cursos genéricos.

De esta forma, el proyecto EVE marca un cambio de paradigma: entender la ciberseguridad no solo como un desafío técnico, sino como un fenómeno profundamente humano. Los ciberdelincuentes no atacan máquinas: atacan emociones. Por eso, los sistemas del futuro deberán aprender a protegernos también de nuestras propias vulnerabilidades.


La versión original de este artículo ha sido publicada en la revista Telos, de Fundación Telefónica.


The Conversation

Lucía Halty no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. Cuando el enemigo está dentro: las emociones que nos hacen vulnerables a un ciberataque – https://theconversation.com/cuando-el-enemigo-esta-dentro-las-emociones-que-nos-hacen-vulnerables-a-un-ciberataque-269200

COP30: por qué debemos ser cautos ante el fondo de 125 000 millones de dólares para conservar bosques tropicales

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Víctor Resco de Dios, Catedrático de Ingeniería Forestal y Cambio Global, Universitat de Lleida

Selva amazónica en el Parque Nacional Yasuní, Ecuador. Maris Maskalans/Shutterstock

Los bosques absorben en torno al 30 % de las emisiones de gases con efecto invernadero. Lamentablemente, no sabemos cuánto tiempo durará este “sumidero” de carbono. A raíz de su creciente degradación, los bosques tropicales y boreales podrían liberar cantidades colosales de dióxido de carbono (CO₂) a la atmósfera. Si esto llegara a ocurrir, el cambio climático se aceleraría y amplificaría.

Algunos indicios sugieren que este proceso podría haber empezado ya: las emisiones de CO₂ batieron récords de crecimiento en 2024 debido a los megaincendios tropicales.

Preservar los bosques frente a su degradación y a la deforestación cuesta dinero. Por desgracia, muchos aumentan su valor tras ser transformados en cultivos o minas, o incluso después de un incendio, dado que se pueden cobrar créditos de carbono por la repoblación posterior. La clave para la conservación de los bosques pasa, por tanto, en lograr que el bosque en pie, sano y en buen estado de conservación valga más que un bosque quemado o roturado.

En la cumbre climática de Brasil, la COP30, se presentará un nuevo mecanismo financiero desarrollado con ese fin: la Tropical Forest Forever Facility (TFFF). Antes de explicar en qué consiste, conviene recordar que la TFFF no es la primera iniciativa financiera probiodiversidad.




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COP30 de Brasil: una cumbre incierta, pero imprescindible para la acción climática


Gestión por comunidades rurales e indígenas

Los bosques no son ambientes puramente naturales, sino también culturales. Más del 90 %, incluso de los tropicales, han sido gestionados por el hombre durante los últimos 10 000 años. Lo que determina su estado de conservación, por tanto, no es la presencia o ausencia del ser humano, sino qué han hecho los humanos que gestionaban esos ambientes.

Ancestralmente, la preservación de los bosques estaba ligada al aprovechamiento por parte de las comunidades rurales o indígenas, y al posterior desarrollo de cadenas de valor. Esto es, la necesidad de leñas durante muchas generaciones, por ejemplo, fomentaba una gestión de los bosques sostenible en el tiempo.

Esta gestión se vio reforzada a partir del siglo XIX, con la creación de escuelas especializadas como la de los ingenieros de montes, que evaluaron y elevaron el conocimiento tradicional a conocimientos científicos y técnicos. Otro cambio importante lo encontramos en los años 90: se desarrollaron sistemas de certificación forestal que acreditan la sostenibilidad ambiental y social del aprovechamiento y, por ende, aumentan el valor de los productos.

“Canjear deuda por naturaleza”

Durante el siglo XX, sobre todo en la segunda mitad, surge una conciencia ambiental en la sociedad que es capitalizada por oenegés ambientalistas. Estas oenegés han sido muy creativas a la hora de encontrar fuentes de financiación. Un ejemplo lo encontramos en la operativa “canjear deuda por naturaleza”, iniciada por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF). A través de esta medida, un país del sur global puede ver reducida su deuda exterior (que es adquirida por una ONG o por los gobiernos de otros países) si acomete actuaciones de restauración de la naturaleza.

En 2021, por ejemplo, Belice redujo su deuda exterior en 216 millones de dólares tras comprometerse a destinar 107 millones a la conservación. En la actualidad existen más de 100 proyectos similares. Una parte importante de estos presupuestos se redirigen hacia entidades ambientalistas, que son las encargadas de acometer, o certificar, las actuaciones de restauración en colaboración con los gobiernos.

Los problemas con las entidades ambientalistas

Si bien los objetivos ambientales de estas iniciativas son positivos, se han denunciado los conflictos de interés y prácticas deficientes detrás de esos proyectos.

Este tipo de operativas implican, en la mayoría de casos, la sustitución de comunidades ancestrales por oenegés ambientalistas, tanto en su función como gestores de la tierra como en la recepción de los fondos. Como no podía ser de otra manera, estas medidas han desembocado en una gran tensión entre las oenegés y las comunidades rurales e indígenas.

En el año 2004, el antropólogo Mac Chapin ya advertía sobre cómo las entidades ambientalistas estaban abusando de las comunidades rurales e indígenas. En el tercer congreso de la Unión Internacional de la Naturaleza, Martin Saning’o, portavoz de los masái, declaraba abiertamente que eran enemigos de la conservación de la naturaleza: les estaban echando de sus tierras en pro de una supuesta conservación. Y en 2019 los periodistas Tom Warren y Katie Baker documentaron cómo esas expulsiones estaban siendo agravadas por violaciones, torturas y asesinatos a indígenas por parte de los guardas de reservas naturales, pertenecientes a grupos paramilitares, financiados por WWF.

Además, disciplinas científicas como la ecología o la dasonomía, junto con disciplinas sociales como la historia o la antropología, han documentado que la mejor forma de preservar los bosques está en su gestión por parte de las comunidades rurales o indígenas que de ella dependen.

Las oenegés ecologistas siempre han sido reticentes a admitir esta realidad: si el mejor gestor de la naturaleza está en las comunidades locales, estas entidades dejan de tener sentido. En la actualidad, las evidencias científicas sobre cómo las comunidades locales son las mejores gestoras tan abrumadoras, que han tenido que dar su brazo a torcer y admitirlo abiertamente.

El fondo que se lanzará en la COP30

Para conservar la biodiversidad, y asegurar que las comunidades rurales e indígenas siguen gestionando sus ecosistemas ancestrales, se ha diseñado la Tropical Forest Forever Facility (TFFF).

La TFFF sigue un esquema que en esencia ya se esbozó hace más de dos décadas: consiste en pagar por la preservación de los servicios que nos prestan los ecosistemas. Ahora bien, este mecanismo se articula a través de bonos.

En primer lugar, se crea un fondo de inversión alimentado por gobiernos e inversores privados que espera movilizar 125 000 millones de dólares. Este invierte su capital en un portafolio basado en mercados emergentes y economías en desarrollo, de manera que parte de las ganancias van a parar a los países con bosques tropicales seleccionados para recibir pagos.

Se utilizan sistemas de seguimiento forestal para vigilar si ha habido deforestación. Si se cumplen los objetivos, el país receptor recibe 4 dólares por cada hectárea forestal preservada, mientras que la deforestación y la degradación suponen una reducción de los pagos.

La creación de fondos financieros para la conservación de la biodiversidad no es nueva, ni tampoco lo es la venta de bonos, pero sí hay algunos detalles importantes del TFFF que son novedosos. El primero es que, por fin, las comunidades locales serán compensadas por su buen hacer: el 20 % de los ingresos, como mínimo, deben ir a esos gestores ancestrales.

El segundo es que no se financian proyectos particulares, sino políticas públicas. Esto es importante porque, a priori, garantiza que el Gobierno del país velará por su aplicación a escala nacional.

Ahora bien, tenemos que dejar bien claro que se trata de un fondo de inversión que, como cualquier otro, busca ganar dinero preservando la biodiversidad. El fondo especifica que los beneficios irán, en primer lugar, a los inversores y patrocinadores y el remanente, a pagos forestales.

Fondos de inversión parecidos a TFFF están en auge. A principios de año, Golden Sachs desarrolló un fondo que pretende movilizar 500 millones de dólares, nuevamente para preservar la naturaleza.

Estos fondos de inversión siguen la estela marcada por el Convenio de la ONU sobre Biodiversidad, que busca movilizar 200 000 millones de dólares anualmente para conservar la biodiversidad. Estamos hablando de mucho dinero y, en consecuencia, de un negocio colosal.

Necesitamos que los bosques cuidados valgan más que los destrozados. No sabemos si la TFFF, o el fondo de Goldman Sachs, servirá para tal fin. Lo que sí sabemos es que iniciativas similares estaban llenas de buenas intenciones y de grandes fracasos. Esperemos que esta vez sea diferente y que, por una vez, sean las comunidades locales, rurales e indígenas quienes resulten beneficiadas.

The Conversation

Víctor Resco de Dios recibe fondos del MICINN.

ref. COP30: por qué debemos ser cautos ante el fondo de 125 000 millones de dólares para conservar bosques tropicales – https://theconversation.com/cop30-por-que-debemos-ser-cautos-ante-el-fondo-de-125-000-millones-de-dolares-para-conservar-bosques-tropicales-269142

Cómo el consumo precoz de porno afecta a la sexualización de chicos y chicas

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Jose Daniel Rueda Estrada, Director programa Master Universitario Trabajo Social Sanitario, UOC – Universitat Oberta de Catalunya

En España, el contacto con la pornografía se produce cada vez antes: un 20 % de los adolescentes ha accedido a estos contenidos antes de los diez años y más del 90 % lo ha hecho antes de los catorce.

Estas cifras revelan una infancia expuesta demasiado pronto a materiales que moldean su manera de entender el deseo, el consentimiento y las relaciones afectivas. En un contexto donde la educación sexual integral apenas existe en las familias ni en las aulas, internet se ha convertido en el maestro y la pornografía en su currículo.




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Una infancia expuesta demasiado pronto

Las investigaciones más recientes sitúan el inicio del consumo de pornografía entre los ocho y los trece años. El teléfono móvil es el principal dispositivo de acceso: permite un consumo privado, inmediato y difícil de supervisar por el entorno adulto.

Este acceso continuo no tiene los filtros familiares y educativos que podrían actuar como elementos de protección.

Lo que ven los chicos

La exposición precoz a contenidos sexuales explícitos en los que se reproducen actitudes de violencia, dominación y machismo, y el consumo como práctica integrada en la socialización digital de los adolescentes hacen que la violencia física, la coerción o la humillación hacia las mujeres, lejos de ser reconocidas como agresiones, se interpretan como comportamientos sexuales normales o incluso deseables.

Son contenidos y actitudes que refuerzan modelos de virilidad basados en la dominación y la cosificación.

Algunos investigadores han comprobado que los vídeos más vistos incluían tirones de pelo, bofetadas o insultos, e incluso una violación colectiva con más de 225 millones de reproducciones. Otras investigaciones han confirmado que el consumo habitual de pornografía violenta se asocia con actitudes de dominio y agresión sexual: el 100 % de los estudios vinculó la pornografía con la violencia sexual, el 80 % con la psicológica y el 66,7 % con la física.

En definitiva, en la adolescencia esta exposición moldea las primeras experiencias afectivas y normaliza la idea de que el poder, la sumisión y la violencia son parte del deseo

Las chicas frente al espejo de la violencia

Las adolescentes también acceden a la pornografía, aunque en menor medida y bajo un contexto marcado por la presión estética, los mandatos de género y la necesidad de validación externa, factores que influyen en cómo construyen su deseo y su relación con el cuerpo.

Este consumo suele vivirse con incomodidad o ambivalencia emocional, y rara vez se comparte entre iguales.

La nueva pornografía digital refuerza la cosificación femenina, presentando a las mujeres como instrumentos de placer masculino. Plataformas como OnlyFans reproducen esta lógica, mercantilizando el cuerpo femenino bajo una aparente libertad que responde a la demanda masculina. Así, las jóvenes aprenden que el reconocimiento social depende de su capacidad de exposición, generando una socialización basada en la autosexualización y el capital erótico.

Este aprendizaje perpetúa los mandatos de sumisión y consolida un modelo de deseo basado en la desigualdad. En consecuencia, la pornografía no solo moldea cómo los varones aprenden a desear, sino cómo las adolescentes aprenden a ser deseadas.

Una educación que llega tarde

La ausencia de una educación sexual adecuada es uno de los factores que más contribuyen al consumo temprano de pornografía. En el ámbito educativo persiste una carencia de programas que aborden las relaciones afectivo-sexuales con rigor, naturalidad y perspectiva de derechos, lo que favorece la interiorización de los contenidos pornográficos.

Además, las escuelas carecen de recursos para una alfabetización sexual integral y en las familias prevalecen el silencio y el tabú.

Ante esta falta de referentes, la pornografía se convierte en la principal fuente de información, anulando dimensiones esenciales de la sexualidad como el afecto, la igualdad y el respeto.




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Educación socioafectiva y enfoque de género

Por ello, la educación socioafectiva con enfoque de género se ha mostrado esencial para prevenir los efectos del consumo y promover relaciones igualitarias.

Incluir la reflexión sobre consentimiento, placer y diversidad permite contrarrestar los mensajes de dominación que transmiten las pantallas y empoderar a los adolescentes desde el respeto mutuo.

Un desafío de la salud pública

El consumo de pornografía en la adolescencia constituye un problema emergente de salud pública. Sus efectos trascienden lo individual y afectan al bienestar emocional, la socialización y la construcción de identidades de género, por lo que requiere un abordaje preventivo y comunitario desde el sistema sanitario.

Además, la evidencia demuestra que la exposición precoz a contenidos sexuales explícitos influye en conductas de riesgo, adicciones comportamentales y reproducción de desigualdades de género.

El papel del trabajo social sanitario

El trabajo social sanitario tiene un papel clave al situarse entre el sistema de salud, la comunidad y las familias. Desde esta posición puede detectar las consecuencias psicosociales del consumo –ansiedad, aislamiento o actitudes sexistas– e intervenir con acciones educativas y de acompañamiento.

Asimismo, como figura de enlace, el trabajador social sanitario contribuye al diseño de estrategias intersectoriales que integren la educación afectivo-sexual en la atención primaria y promuevan relaciones saludables desde edades tempranas. En última instancia, acompañar a las nuevas generaciones en una sexualidad basada en la empatía, el consentimiento y la igualdad es su mayor responsabilidad.

El consumo de pornografía ha dejado de ser un tema privado para convertirse en un desafío colectivo. No es un problema moral, sino un problema de salud y de igualdad. Si la pornografía enseña a desear con violencia, nuestra tarea es enseñar a desear con empatía. En este sentido, educar en igualdad, afecto y consentimiento no es una opción: es una urgencia social.

The Conversation

Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.

ref. Cómo el consumo precoz de porno afecta a la sexualización de chicos y chicas – https://theconversation.com/como-el-consumo-precoz-de-porno-afecta-a-la-sexualizacion-de-chicos-y-chicas-266619

‘¡Chica, qué dise!’: el bricolaje lingüístico detrás de la voz de Rosalía

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Elena Fernández de Molina Ortés, Profesora Titular de Lengua Española, Universidad de Granada

Rosalía en un fotograma de “Berghain”. Rosalía/YouTube

En su nuevo single, “Berghain”, adelanto del álbum LUX, Rosalía ha conseguido sorprender al público con una canción que refleja una reinvención musical de la artista. Si bien Rosalía siempre ha experimentado con distintos géneros y subgéneros (flamenco, flamenco fusión, música latina o reguetón), esta nueva propuesta es una declaración de intenciones de la cantante sobre lo que podremos escuchar en su próxima propuesta musical.

Sin embargo, en la forma de cantar de Rosalía no solo ha cambiado la melodía: también ha cambiado su forma de pronunciar. Así, en lugar de utilizar algunos rasgos como el seseo (“¡chica, qué dise!”), la pérdida de la d (“pienso en tu mirá”) o utilizar el spanglish en sus canciones (“estamos worldwide a machete”), Rosalía mantiene en “Berghain” su propia variedad, la del español de Cataluña, y pronuncia azúcar o vienes. Ahora bien, ¿es este un recurso exclusivo de Rosalía?

En realidad, no. Los lingüistas llaman a esto “bricolaje lingüístico”: una capacidad de combinar y adaptar rasgos del habla para construir una identidad. Los artistas lo hacen conscientemente, modificando el acento o el registro según el género que interpretan, y representando una identidad sonora que el oyente espera encontrar.

¿Cambiamos nuestra forma de hablar cuando cantamos?

Los géneros musicales poseen elementos que los definen no solo desde el punto de vista musical. Si pensamos en artistas de pop, rock, hip-hop o reguetón, todos tenemos una imagen muy parecida de ellos teniendo en cuenta aspectos como el vestuario, el peinado o, incluso, la forma de expresarse corporalmente.

Sin embargo, a veces no somos conscientes de que el acento de los cantantes puede definir, también, el género musical. Si pensamos en una canción de reguetón, incluso si la tarareamos, seguro que utilizamos algún rasgo del español caribeño aunque no procedamos esa zona del español: si Bad Bunny dice nuevayol o corasón, nosotros también pronunciaremos su canción así.

Y es que los hablantes, en distintos ámbitos de nuestra vida, cambiamos nuestra forma de expresarnos según el contexto en el que nos encontremos (situaciones más o menos formales), según las personas con las que hablamos (familiares, amigos o desconocidos) y, también, según nuestro propósito comunicativo.

De hecho, un hablante puede cambiar completamente su forma de hablar para acomodarse a su entorno con fines personales o profesionales, como un método de mercado lingüístico. Le sucedió a la cantante española Aitana cuando dio una entrevista con acento colombiano.

Cada género tiene un registro

En la música ocurre algo parecido: los artistas cambian su forma de hablar según aquello que interpretan.

Y es que, a lo largo del tiempo, cada estilo musical va construyendo su propia firma sonora. La historia de cada género, su procedencia geográfica y su evolución originan rasgos lingüísticos que se asocian directamente a la forma de cantar: el flamenco, con el acento andaluz; el reguetón, con rasgos de la variedad caribeña; o la música country o el pop, con el inglés americano.

Con el tiempo, esas características se consolidan y el público acaba reconociéndolas como parte del estilo. Por eso, cuando alguien escucha una canción de reguetón o de flamenco espera inconscientemente encontrar un acento concreto, porque tiene registrados esos rasgos en su memoria cultural.

Los artistas conocen estos registros y, como si fueran actores que interpretan un papel, repiten esas tradiciones y se acomodan lingüísticamente a los patrones ya creados. Es una manera de encajar en el estilo musical y de recibir una respuesta positiva por parte del público mediante un bricolaje lingüístico: una forma creativa de combinar elementos del habla para construir una identidad sonora que encaje en un contexto, en este caso, en un género musical.

El flamenco: la variedad andaluza pronunciada por todos

El flamenco es un ejemplo perfecto de todo esto.

Este género empezó a popularizarse a finales del siglo XIX, cuando cantaores de Andalucía empezaron a actuar en cafés y teatros de forma profesional. El gran interés que despertó este tipo de espectáculos llevó a los flamencos a otras partes de España, y con ello los artistas llevaron consigo su acento andaluz, con rasgos fonéticos tan característicos como el seseo, la aspiración de la s, o el rotacismo, es decir, el cambio de l por r que convierte calma en carma.

Como la interpretación se hacía con acento andaluz, los nuevos cantaores de otras zonas de España lo imitaron, porque el público (y los nuevos cantaores) los identificaban como rasgos propios del género. Fue así como el acento se transformó en un símbolo de identidad artística.

De hecho, aunque el flamenco es un género en constante renovación, tanto en el flamenco puro como en el flamenco fusión se han mantenido sus rasgos más representativos. Y es que ¿quién diría, por ejemplo, que Miguel Poveda es catalán cuando interpreta un palo flamenco? Los patrones lingüísticos del género moldean su interpretación.

Bricolaje lingüístico en la voz de Rosalía

Como hemos dicho al comienzo, Rosalía es un ejemplo claro de cómo el acento puede transformarse según el género musical. Su formación en el cante flamenco y su conocimiento profundo de estos patrones musicales y lingüísticos le han permitido adaptarse con naturalidad a las tradiciones del género. Además, esa familiaridad con el flamenco le ha dado las herramientas para trasladar ciertos rasgos como el seseo, la aspiración o la omisión de sonidos a otros estilos con rasgos lingüísticos similares como el reguetón o la música latina.

En estas fusiones, Rosalía no solo mantiene elementos fonéticos andaluces, sino que también incorpora nuevos recursos como el uso del spanglish o palabras propias del español americano. Su voz se convierte así en un espacio de experimentación donde distintos acentos y lenguas se mezclan, creando una identidad sonora que se acomoda a los diferentes contextos lingüísticos.

En ocasiones incluso integra algunos rasgos fonéticos con una doble intención. Es interesante ver cómo pronuncia la palabra “perla” en uno de los adelantos que ha presentado de su nuevo disco. El cambio de la “r” recuerda a la variedad caribeña, y suena como pel-la. ¿Quizás se refiere a alguien con esta pronunciación?

Fuera del escenario, sin embargo, Rosalía recupera su forma habitual, propia del español hablado en Cataluña. Sin duda, su interpretación muestra que la voz artística es una construcción flexible que cambia con el contexto y con el género; en esa transformación se refleja también su identidad y su consciencia lingüística en la interpretación.

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Elena Fernández de Molina Ortés no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. ‘¡Chica, qué dise!’: el bricolaje lingüístico detrás de la voz de Rosalía – https://theconversation.com/chica-que-dise-el-bricolaje-linguistico-detras-de-la-voz-de-rosalia-269203

¿En qué medida aumentan los anticonceptivos hormonales el riesgo de contraer cáncer de mama?

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Carmen Sayon Orea, Investigador Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública, Universidad de Navarra

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Según la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), aproximadamente 1 de cada 8 mujeres españolas desarrollará cáncer de mama en algún momento de su vida. El origen de esta enfermedad es complejo: la predisposición genética explica menos del 10 % de los casos, mientras que el 90 % restante se atribuye a factores de riesgo, tanto modificables como no modificables.

Más concretamente, la Sociedad Estadounidense contra el Cáncer estima que el 30 % de los casos se deben a condicionantes que sí pueden controlarse, como el exceso de peso corporal, la inactividad física o el consumo de alcohol. Y en esta categoría, el uso de anticonceptivos hormonales ha atraído la atención de los investigadores al tratarse de una patología que depende básicamente de las hormonas.

Por ejemplo, la SEOM señala: “El uso de terapia hormonal sustitutiva después de la menopausia aumenta el riesgo de cáncer de mama, así como el uso de anticonceptivos orales, aunque el incremento absoluto es bajo”.




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Anticonceptivos orales: cuáles son sus verdaderos riesgos


Interrogantes y evidencias

En la actualidad persisten numerosos interrogantes sobre la relación entre la exposición a anticonceptivos hormonales y el riesgo de desarrollar esa dolencia. A pesar de que la Agencia Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer, que forma parte de la OMS, concluyó en junio de 2005 que los contraceptivos hormonales son carcinógenos para el cáncer de mama, de cuello de útero y de hígado, también es cierto que su efecto ha resultado protector frente a cánceres de ovario y endometrio.

Su impacto global continúa siendo controvertido; no hay consenso entre los especialistas. No obstante, destacan algunas investigaciones recientes e importantes que sí han detectado un incremento notable en las probabilidades de desarrollar cáncer de mama.

Así, tres grandes estudios que han seguido a muchos miles de mujeres a largo plazo –el Estudio de la Salud de las Enfermeras II (NHSII, por sus siglas en inglés), el Estudio del Registro Danés de Hormonas Sexuales y el Estudio Nacional Sueco de Mujeres Jóvenes– demostraron un riesgo significativamente superior entre las mujeres que emplearon anticonceptivos hormonales en comparación con las no usuarias.

Revisión exhaustiva

En este contexto, un nuevo estudio elaborado por investigadores de la Universidades de Navarra y Harvard, en colaboración con otras universidades y hospitales, ofrece la revisión sistemática más exhaustiva realizada hasta la fecha para medir la relación entre la duración del uso de anticonceptivos hormonales y el riesgo de desarrollar dicha patología. Publicado en la revista Maturitas, incluye 20 cohortes y 23 informes independientes, en los que participaron más de 5,5 millones de mujeres y se detectaron 72 000 casos de cáncer de mama.

La conclusión de los científicos que hemos participado en este trabajo es que usar píldoras, dispositivos intrauterinos o parches contraceptivos con hormonas durante cinco o más años se asocia con un aumento del 20 % en las probabilidades de desarrollar cáncer de mama. Asimismo, hemos observado que este riesgo no sigue un patrón lineal: se incrementa progresivamente en los primeros cinco años de uso, se estabiliza entre los cinco y diez años y vuelve a subir ligeramente a partir de la década.

La asociación fue más marcada en las mujeres más jóvenes que desarrollaron los tumores de mama más prematuramente, antes de la menopausia. En ellas, dicho aumento de riesgo fue un 41 % superior en comparación con las no usuarias. El estudio también confirma que este incremento, aunque moderado a nivel individual, puede tener un impacto poblacional muy relevante, ya que más de 150 millones de mujeres utilizan esos métodos.

Hallazgos coherentes

Los hallazgos son coherentes con los de varios trabajos de gran escala publicados en las últimas dos décadas. Además, la evidencia está respaldada por los mecanismos biológicos sobre el tejido mamario, como la acción proliferativa de estrógenos y progestágenos, que son precisamente las hormonas sexuales femeninas de los contraceptivos. Tales hormonas se utilizan –en forma sintética y en dosis superiores a las naturales– para bloquear la función natural del ovario. Así se logra que no haya ovulación, además de producir otros efectos.

En resumen, esta investigación respalda la existencia de una asociación entre el uso prolongado de anticonceptivos hormonales y un aumento de las probabilidades de sufrir cáncer de mama. Además, los resultados subrayan la importancia de un asesoramiento individualizado, que tenga en cuenta la historia reproductiva y el perfil de riesgo (mujeres con antecedentes o factores genéticos predisponentes), para valorar con información precisa los posibles beneficios a la luz de los riesgos.

Por otra parte, se requieren estudios adicionales para evaluar los efectos de las formulaciones hormonales más recientes, las vías alternativas de administración y los subtipos moleculares de cáncer de mama. El objetivo es mejorar la comprensión de los mecanismos subyacentes y optimizar las estrategias de prevención.

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Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.

ref. ¿En qué medida aumentan los anticonceptivos hormonales el riesgo de contraer cáncer de mama? – https://theconversation.com/en-que-medida-aumentan-los-anticonceptivos-hormonales-el-riesgo-de-contraer-cancer-de-mama-268544

Tensión entre EE. UU. y Colombia: un cóctel de antipatía personal, cambio geopolítico y disputa energética

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Ulf Thoene, PhD, Profesor Asociado de Ética Empresarial y Organizacional, Negocios Internacionales y Geopolítica, Universidad de La Sabana

El presidente de Colombia, Gustavo Petro, se manifestaba en Nueva York contra las políticas de Trump en el conflicto palestino-israelí el pasado 20 de octubre. Saku_rata160520/Shutterstock

La creciente tensión entre los Estados Unidos y Colombia, protagonizada de forma personal por los presidentes Donald Trump y Gustavo Petro, ha evolucionado hacia un conflicto multifacético. Este combina la animadversión personal de estos líderes, sanciones y tensiones comerciales, un nuevo orden mundial y choques en políticas antidrogas.

En un contexto marcado por las guerras en Gaza y Ucrania, la fragmentación económica global, el realineamiento geopolítico y un auge del intervencionismo económico estatal y la geoeconomía, este conflicto, aparentemente bilateral, ejemplifica el cambio del libre comercio a un escenario de bloques rivales.

El mundo se bifurca en esferas de influencia con reminiscencias de una guerra fría económica y transita hacia un orden mundial multipolar. Lo ilustra una Unión Europea en problemas, el ascenso de los BRICS y la creciente importancia de entidades como la Organización de Cooperación de Shanghái.

Las acciones a menudo impredecibles y erráticas de Trump, que incluyen recortes de ayuda, sanciones y amenazas de aranceles, ponen en riesgo décadas de cooperación entre Colombia y EE. UU. Pese a ello, el impacto sobre la economía y las empresas no reviste la gravedad que estas medidas suponen para otros países debido a las exenciones que operan en el caso colombiano.

Doctrina Monroe 2.0

La “Doctrina Monroe 2.0”, burlonamente llamada “Doctrina Donroe”, busca afirmar el dominio de EE. UU., una potencia en hidrocarburos, en el hemisferio occidental. La demanda de energía, que incluye combustibles fósiles, energía nuclear y renovables, así como de minerales, impulsan maniobras geopolíticas por parte de Trump. Estas buscan limitar la influencia china y rusa.

Esa disputa por el acceso a la energía y los minerales se comprende como parte de la carrera global por la inteligencia artificial. También se explica por la necesidad de satisfacer la creciente demanda de electricidad para cumplir con el deseo de las poblaciones, que aspiran a estándares de vida más altos.

Todo ello resulta clave para entender las tensiones globales crecientes. La existencia de importantes productores de hidrocarburos en el hemisferio occidental, como Canadá, EE. UU., México, Brasil, Guyana o Venezuela, sin olvidar el potencial petrolero del yacimiento Vaca Muerta en Argentina, convierte a esta región en un campo de batalla geopolítico intensamente disputado.

Colombia, un aliado tradicional

Colombia constituye un aliado tradicional de EE. UU. en Sudamérica. Las relaciones han estado ancladas en esfuerzos antidrogas. Desde el lanzamiento del Plan Colombia en 2000, EE. UU. ha invertido fondos significativos y capital político en la nación andina, con costas en el Caribe y el Pacífico. Esta asociación ha incluido entrenamiento militar, equipo e intercambio de inteligencia.

Por todo ello, Colombia sigue siendo un puesto vital de avanzada para la inteligencia estadounidense en los Andes. Sin embargo, las políticas del presidente Petro, que han ido acompañadas de críticas severas a la política exterior de EE. UU., y su postura sobre el conflicto en Gaza, han servido de justificación de la crisis actual. Siempre con el telón de fondo que representa el deseo de Trump de recuperar el control sobre las naciones del hemisferio occidental y de Sudamérica en particular.

Acercándose al final de su presidencia de cuatro años y cada vez más visto como un “pato cojo” (expresión basada en el término anglosajón lame duck, que hace referencia a la debilidad de los cargos electos salientes), Petro ha buscado posicionarse como una voz en el discurso sobre cambio climático y en el debate sobre los derechos del pueblo palestino, utilizando la disputa actual con Trump para reforzar su imagen.

Esta disputa se intensificó en octubre de 2025, cuando Trump acusó a Petro de permitir que los carteles florecieran. Trump detuvo la ayuda y los pagos de EE. UU., descertificó a Colombia como socio en la lucha contra los narcóticos e impuso sanciones a Petro, a parte de su familia y a un círculo cercano de asesores.

Estas crecientes tensiones se intensifican como consecuencia de los ataques fatales contra barcos venezolanos, que EE. UU. relaciona con el transporte de drogas. A bordo de dichas embarcaciones se encontraban ciudadanos colombianos, a quienes Petro llama “pescadores asesinados”. Esto ha provocado revocaciones de visas y un aumento de presencia militar en el Caribe.

Factores comerciales

Los factores comerciales amplifican la brecha. Trump anunció aranceles sobre las exportaciones colombianas junto con los recortes de ayuda, posiblemente escalando de advertencias a acciones. Esto, unido a las amenazas arancelarias contra Brasil y las sanciones estrictas sobre Venezuela, revela parte de la estrategia de Trump para atraer a naciones latinoamericanas, como la Argentina de Milei, al lado de EE. UU. en medio de realineamientos globales.

Sin embargo, las sanciones se dirigen a Petro sin castigar ampliamente a las empresas, evitando medidas aplastantes para la economía y temidas por las firmas colombianas. Este enfoque selectivo refleja la impredecibilidad de Trump y los desafíos con la aplicación de sanciones. También es difícil descifrar qué facción de la actual administración de EE. UU. está impulsando la política actual hacia Sudamérica en particular.

Las divergencias en políticas de drogas alimentan el fuego. Colombia, a través de Venezuela, se ve como un proveedor clave de narcóticos, con cárteles que han infiltrado el negocio de hidrocarburos en varias naciones productoras de petróleo y gas en América Latina. Quedan así ligados los conflictos sobre drogas y energía a la geopolítica.

El aumento de la producción de cocaína durante el mandato de Petro ha alarmado a Estados Unidos. Pero cortar la ayuda podría desestabilizar la seguridad, permitiendo que los grupos armados aumenten y adquieran más poder. También existe el temor de que este tipo de sanciones contra Colombia puedan dejar a EE. UU. sin un aliado tradicional e incluso sirvan para fortalecer indirectamente al líder asediado de Venezuela, Nicolás Maduro.

Animosidad personal entre Trump y Petro

El conflicto adquiere tintes dramáticos por las motivaciones personales de dos presidentes muy singulares, Trump y Petro. Ambos líderes nacionales están atendiendo a sus partidarios locales sin mostrar ninguna disposición a ceder, lo que convierte sus posturas en símbolos de desafío.

Con China y Rusia geográficamente alejadas, EE. UU. aprovecha su poderío militar y el peso del dólar para mantener el dominio en la escalada en gran parte del hemisferio occidental.

A medida que el mandato de Petro avanza hacia su finalización en 2026, existe la esperanza de que se produzca un pase de página. Pero las tensiones actuales subrayan cómo las animosidades personales, el realineamiento estratégico y la carrera por controlar recursos energéticos vitales exacerban las divisiones globales.

La posición de Colombia es poco envidiable, ya que este aliado tradicional de EE. UU. podría encontrarse bajo mayor presión para repensar sus políticas exteriores y comerciales y posiblemente trazar un nuevo curso. En este nuevo orden mundial multipolar, nadie parece ganar con la escalada de tensión que vivimos.

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Ulf Thoene, PhD no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. Tensión entre EE. UU. y Colombia: un cóctel de antipatía personal, cambio geopolítico y disputa energética – https://theconversation.com/tension-entre-ee-uu-y-colombia-un-coctel-de-antipatia-personal-cambio-geopolitico-y-disputa-energetica-267949

Insultos, amenazas y agresiones: cómo dejar de normalizar la violencia en el fútbol

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Eneko Sanchez Mencia, Profesor de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte Universidad de Deusto, Universidad de Deusto

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La violencia en el fútbol volvió a ser noticia. En Écija, una pelea entre aficionados hace unos días terminó con varios heridos. Días después, un autobús de seguidores del Flamengo volcó y dejó decenas de lesionados.

Estos sucesos no son casualidad: muestran cómo algo tan apasionante como el deporte puede convertirse en un espacio de tensión y conflicto.

No se trata de episodios aislados, sino señales de un problema que mezcla identidad, pertenencia, rivalidad y falta de control. Lo que debería ser una celebración deportiva acaba convirtiéndose, demasiadas veces, en un escenario de confrontación.

El fútbol, como otros deportes de masas, no vive al margen de la sociedad. Lo que ocurre en los estadios, en las gradas o durante los desplazamientos masivos de hinchas, no puede entenderse sin observar lo que sucede fuera: una sociedad polarizada, emocionalmente desbordada y donde el conflicto parece cada vez más normalizado. En las gradas, la pasión se multiplica y, a veces, se desborda.
¿En qué momento la emoción que nos une empezó a ser también la que nos separa?

Pasión y conflicto en el campo

En el fútbol, la pasión no solo se siente: se comparte, se grita y se convierte en parte de quienes somos. Animar a un equipo no es solo seguir unos colores, sino formar parte de algo más grande, de un “nosotros” que da sentido y pertenencia. En muchos casos, ese sentimiento llega a llenar vacíos de reconocimiento o de comunidad que nuestro día a día no siempre ofrece.

Como explica un análisis sociológico sobre la cultura futbolística española, esta mezcla de emoción, pertenencia y conflicto complica las cosas. Hace que el estadio sea además de lo deportivo, un escenario donde también se expresan frustraciones y deseos de reconocimiento.

El problema aparece cuando esa identidad se construye en oposición al otro: el equipo rival deja de ser un adversario deportivo y pasa a verse como una amenaza. Lo que empezó siendo una expresión de emoción y orgullo se convierte en un espacio de enfrentamiento donde la rivalidad pesa más que el propio juego.

La violencia se previene, no se castiga

Los datos de la Comisión Estatal contra la Violencia, el Racismo, la Xenofobia y la Intolerancia en el Deporte muestran que, a pesar de los esfuerzos institucionales, los incidentes en los estadios españoles se mantienen estables. La mayoría no implica agresiones físicas, pero la violencia verbal, simbólica y discriminatoria (insultos, humillaciones o cánticos ofensivos) sigue siendo habitual. Es la parte más invisible de la violencia, pero también la más normalizada. Castigar ayuda a frenar, pero no a cambiar.

Para encontrar soluciones hay que mirar más allá de las sanciones. En otros países ya se están probando enfoques diferentes. En Suecia, el equipo del investigador Clifford Stott, de la Universidad de Keele, vio que el diálogo con los aficionados ayuda a reducir los conflictos. Lo hacen a través de personas mediadoras, llamadas Supporter Liaison Officers –oficiales de enlace con los aficionados–, que escuchan, orientan y crean puentes entre hinchas y autoridades. No se trata de vigilar más, sino de escuchar mejor.

Educar la emoción

La violencia en el fútbol no empieza en los estadios, sino mucho antes. Nace en la forma en que enseñamos a competir, en los modelos que mostramos y en cómo aprendemos a gestionar la frustración.

En España también se están dando pasos. Algunos programas educativos y comunitarios promueven la convivencia y el respeto, sobre todo en el deporte base. Aun así, estudios recientes muestran que la violencia verbal y simbólica sigue presente incluso en las categorías infantiles. La presión por ganar, la falta de modelos positivos y la ausencia de formación emocional hacen que esos comportamientos se repitan desde edades muy tempranas.

Por eso, la solución no pasa solo por reforzar la seguridad, sino por educar la emoción. Los clubes, las escuelas y las familias tienen un papel clave. Enseñar a competir también significa enseñar a respetar, a perder y a controlar la rabia.

Los clubes y las federaciones deberían asumir un papel activo como agentes de transformación social. Invertir en formación, mediación y campañas de convivencia no es un gasto sino una inversión en salud pública y cohesión social.

Los medios de comunicación también tienen su parte. Cuando priorizan el espectáculo del conflicto, refuerzan la narrativa de la violencia. Mostrar referentes positivos, diversidad y respeto sería un paso mucho más poderoso hacia el cambio cultural que necesitamos.

La violencia ultra no es solo responsabilidad de unos pocos radicales. Es el reflejo de cómo entendemos la pasión, el éxito y la rivalidad. Si queremos que el fútbol vuelva a ser un espacio de unión, debemos empezar fuera de los estadios: en las aulas, en los barrios, en los clubes. Solo así podremos transformar la pasión en convivencia y la rivalidad en respeto.

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Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.

ref. Insultos, amenazas y agresiones: cómo dejar de normalizar la violencia en el fútbol – https://theconversation.com/insultos-amenazas-y-agresiones-como-dejar-de-normalizar-la-violencia-en-el-futbol-268638

El mercado del CO₂ ayuda a reducir emisiones pero también afecta al valor de las empresas

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Gabriel Lozano Reina, Profesor del Departamento de Organización de Empresas y Finanzas, Universidad de Murcia

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Cuando hablamos del precio del CO₂ solemos pensar en medioambiente y cambio climático. Sin embargo, ese precio también se ha convertido en un auténtico termómetro financiero: sube o baja y, con ello, arrastra a empresas de sectores tan distintos como la energía, la aviación, la banca o la tecnología.

Dicho de otro modo: el coste de contaminar no solo afecta a la factura de la luz o al cemento con el que se construye una vivienda, sino también a la valoración bursátil de muchas compañías europeas.

¿Qué es el EU-ETS?

Desde 2005 funciona en Europa el EU Emissions Trading System (EU-ETS), el mayor mercado regulado de carbono del mundo. Se basa en una idea muy simple: poner un límite total a las emisiones de CO₂ y repartir permisos entre las empresas. Si una compañía logra contaminar menos de lo que le corresponde, puede vender su excedente a otras empresas que se pasen del cupo. Es un sistema de “pagar por contaminar” que busca que reducir emisiones sea rentable para las empresas.

En la práctica, esto ha convertido al CO₂ en un activo financiero con su propio precio, que sube y baja según la oferta de permisos, la demanda de energía, los cambios regulatorios o incluso las crisis geopolíticas.

CO₂, una ‘bola de billar’ financiera

En nuestro estudio, publicado en Journal of Commodity Markets, hemos analizado datos de varias empresas europeas entre los años 2013 y 2025, desde grandes contaminadores (como cementeras, siderúrgicas o empresas del sector de la construcción) hasta compañías de baja huella de carbono (como empresas de servicios o farmacéuticas). La pregunta era clara: ¿cómo afecta la volatilidad del CO₂ –es decir, sus subidas y bajadas repentinas– al valor que tienen en bolsa estas empresas?

Esto nos ha permitido ver cómo los golpes del precio del CO₂ se transmiten de manera distinta en cada contexto y qué sectores sufren más en el corto y en el largo plazo:

  1. El CO₂ sí mueve los mercados. Lo primero que comprobamos es que su precio no vive aislado: sus altibajos se transmiten con fuerza al valor en bolsa de las empresas. Es como una bola de billar que, al chocar, hace que otras piezas se muevan.

  2. Los golpes son rápidos. La mayor parte de estos efectos ocurren a corto plazo, en cuestión de días. Cuando la UE anuncia una reforma, cuando estalla una crisis energética o cuando un país se retira de un acuerdo climático, el precio del CO₂ sufre una sacudida y al instante los mercados reaccionan.

  3. Las empresas más contaminantes son las más vulnerables. No sorprende que las compañías con grandes emisiones –petroleras, acereras, cementeras, eléctricas– sufran más. Para ellas, cada subida del CO₂ supone un aumento directo de costes. En nuestro análisis aparecen como “receptoras netas” de volatilidad: absorben más golpes de los que reparten.

  4. Las empresas de baja emisión tampoco se libran. Es curioso que compañías de sectores con pocas emisiones también sientan el impacto. ¿Por qué? Porque los mercados financieros reaccionan en bloque: los inversores interpretan las subidas del CO₂ como una señal de regulaciones más estrictas y esto afecta incluso a quienes no dependen directamente de combustibles fósiles. En algunos casos, estas empresas se comportan como transmisoras de volatilidad, arrastrando a otros valores.

  5. Los momentos clave dejan huella. En 2015, con el Acuerdo de París, se vieron picos de transmisión y el CO₂ se convirtió en referencia de la ambición climática.

Entre 2018 y 2020 –con la puesta en marcha de la reserva de estabilidad del mercado para intentar resolver los desequilibrios estructurales entre la oferta y la demanda, y la aparición de la pandemia–, la volatilidad se disparó y alcanzó tanto a empresas muy contaminantes como a las menos expuestas. Además, la reforma del sistema dentro del Objetivo 55 para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de la Unión Europea, reforzó la ambición climática de la UE.

En 2022, la guerra de Ucrania provocó un desplome temporal de los precios del CO₂, pero después el mercado se recuperó y volvió a presionar a los sectores intensivos en energía.

¿Por qué debe importar a las empresas?

El mensaje es claro: el CO₂ ya no es solo un tema ambiental, sino un riesgo financiero de primera línea. Para una cementera o una eléctrica, los permisos de emisión son un coste que puede dispararse de un día para otro. Esto obliga a integrar el “riesgo carbono” en la estrategia: mejorar la eficiencia energética, invertir en tecnologías limpias o diseñar planes de cobertura financiera que amortigüen la volatilidad.

Para las empresas de baja emisión, como farmacéuticas o de servicios, la lección es distinta: aunque sus procesos no dependan del carbón o el petróleo, tampoco pueden ignorar el mercado de carbono. La reacción de los inversores ante subidas del CO₂ puede afectar a su valoración y a la percepción de su sostenibilidad.

¿Por qué debe importar a los inversores?

Cada vez más, los mercados leen el precio del CO₂ como una señal de futuro. Si sube, interpretan que habrá regulaciones más duras y costes mayores para ciertas industrias. Si baja, anticipan relajación o menor ambición climática. Esto influye en las decisiones de inversión, en las estrategias ESG (ambientales, sociales y de gobernanza) y en la gestión de riesgos de fondos y carteras.

En la práctica, el CO₂ se ha convertido en un barómetro financiero que condiciona dónde fluye el capital: hacia empresas que muestran resiliencia y adaptación, lejos de aquellas que parecen vulnerables.

¿Por qué debe importar a los ciudadanos?

Aunque parezca lejano, todo esto nos afecta en la vida diaria. El precio del CO₂ influye en la factura de la luz, en el coste del transporte y en el precio del cemento con el que se construyen casas y carreteras.

Cuando una crisis dispara la volatilidad del CO₂, esa inestabilidad se transmite a la economía real. En 2018, por ejemplo, el alza del CO₂ fue uno de los factores que encareció el precio mayorista de la electricidad en varios países europeos, con impacto directo en la factura de los hogares.

CO₂, un actor financiero de primer orden

El mercado europeo de carbono nació como una herramienta para reducir emisiones al menor coste posible. Hoy, veinte años después, se ha convertido también en un actor financiero de primer orden: su volatilidad afecta al valor de las empresas, a las decisiones de inversión y, en última instancia, a la economía de todos.

Estos efectos son cada vez más intensos y, sobre todo, inmediatos. Además, si las empresas no se anticipan al riesgo climático, pueden ver comprometida su competitividad y su empleo. Por eso, comprender el papel del CO₂ no puede ser un asunto reservado a reguladores o especialistas en sostenibilidad: también importa a directivos, inversores y ciudadanos.

En el camino hacia una economía descarbonizada, el precio del carbono será tanto una señal de política climática como un indicador financiero clave. Y anticiparse a sus sacudidas puede marcar la diferencia entre perder competitividad o aprovechar la transición verde como una oportunidad.

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Gabriel Lozano Reina recibe fondos de la Agencia Estatal de Investigación (proyecto PID2024-159036NA-I00) y de la Fundación Cajamurcia.

Diego Rodríguez-Linares Rey recibe fondos de la Agencia Estatal de Investigación (proyecto PID2024-159036NA-I00) y de la Fundación Cajamurcia.

J. Samuel Baixauli recibe fondos de la Agencia Estatal de Investigación (proyecto PID2024-159036NA-I00) y de la Fundación Cajamurcia.

Susana Alvarez Diez recibe fondos de la Agencia Estatal de Investigación (proyecto PID2024-159036NA-I00) y de la Fundación Cajamurcia.

ref. El mercado del CO₂ ayuda a reducir emisiones pero también afecta al valor de las empresas – https://theconversation.com/el-mercado-del-co-ayuda-a-reducir-emisiones-pero-tambien-afecta-al-valor-de-las-empresas-264845

Una cara oculta del acoso escolar: la violencia psicológica

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Alicia Mariscal, Profesora del Área de Lingüística General y miembro del Instituto de Investigación en Lingüística Aplicada (ILA), Universidad de Cádiz

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Los padres de María acaban de cambiar de domicilio y ella ha sido escolarizada en un nuevo centro. Tiene 12 años y aún no conoce a nadie, pero viene con ganas de hacer nuevas amistades. Sin embargo, no le resulta fácil. El grupo de niñas de su clase está muy jerarquizado y aquellas que lo lideran parecen poco dispuestas a aceptarla.

Los comentarios jocosos, las miradas y los gestos desagradables hacen que María no se sienta integrada. No hay ningún ataque directo, pero las burlas y cuchicheos son frecuentes. Cuando en clase hay que hacer grupos, nadie se quiere poner con ella y, en el recreo, aunque sí la dejan participar, se cambian las reglas del juego para perjudicarla.

¿Cómo puede determinar su familia si se trata de una situación de acoso? A María no la han amenazado abiertamente; tampoco es fácil definir las actitudes de desprecio o exclusión que van minando su confianza día a día. La frontera entre una broma inocente y una situación sostenida en el tiempo con intención de aislar o hacer sufrir es, a veces, difícil de establecer desde fuera. Por eso, es importante determinar la constancia y el efecto psicológico en la víctima para poder tomar medidas.

¿Por qué lo llamamos acoso?

El verbo acosar procede del latín cursus, que significaba originariamente “carrera”, y este de la raíz indoeuropea kers- (“correr”). Aunque aún mantiene ese sentido inicial de “correr detrás de alguien”, ya que la RAE lo define como “perseguir, sin darle tregua ni reposo, a un animal o a una persona”, presenta actualmente otras connotaciones negativas adicionales, en el sentido de “apremiar de forma insistente a alguien con molestias o requerimientos”.

Más allá del acoso físico evidente, con el uso repetido de la violencia sobre alguien en situación vulnerable para dañarla o intimidarla, la dinámica entre acosadores y víctimas suele basarse en razones de “raza, color, nacionalidad, minusvalía, religión, orientación sexual o cualquier otra circunstancia” y en cualquier otro elemento que diferencie a la víctima del resto (en el caso concreto de María, ser nueva en el centro).

Para que exista acoso, este debe ser intencional y realizado de forma continuada por aquellos que se consideran superiores a la víctima. En otras palabras, al acosar los abusos se centran en un supuesto desequilibrio de poder.

Ataques por medio del lenguaje

A veces el acoso escolar no supone un acto de discriminación hacia las personas que son percibidas como diferentes, sino como un tipo de violencia psicológica que los acosadores dirigen hacia sus iguales.

Se trata de situaciones que no se limitan al uso de la fuerza o la violencia física, sino en las que se recurre al lenguaje para atacar, angustiar a la víctima y hacerla sentir inferior, y resultan mucho más difíciles de detectar que los golpes y moratones.

Esto puede llevar a la somatización, cuando la víctima anticipa que le va a ocurrir de nuevo y entra en un continuo estado de alerta y ansiedad. Por ejemplo, María ya acude al colegio nerviosa y preocupada, independientemente de si ese día recibe algún ataque. También a la rendición, cuando se siente incapaz de controlar la situación, deja de defenderse y adopta una actitud pasiva ante el acoso.

La violencia psicológica

El acoso infantil y juvenil llevado a cabo a través de las palabras, ya sean estas orales o escritas, consiste en el menosprecio y la denigración repetida de la víctima por medio de insultos, burlas, humillaciones, críticas destructivas y comentarios despectivos e hirientes.

Este tipo de acoso verbal puede conllevar también la difusión de mentiras, que sirven para difamar a la víctima o a su familia. Además, se acompañan con frecuencia de otros comportamientos no verbales que implican otras formas de violencia de carácter físico, psicológico (por ejemplo, por medio del silencio hostil y la privación de afecto) o social (mediante el aislamiento y la exclusión de la víctima): estas dos últimas serían aplicables al caso de María.

El chantaje emocional

Además de la descortesía efectuada a través del lenguaje, el acosador suele apelar al miedo para manipular a la víctima y someterla a su voluntad. Para ello, recurren a un tipo de chantaje emocional conocido como “castigador”, basado en amenazas: algunas explícitas y otras más implícitas.

Estas agresiones verbales malintencionadas suelen producirse de forma repetida, hasta que la víctima acaba desarrollando un estado de “vulnerabilidad aprendida”, caracterizada por la “pasividad, ansiedad y depresión que aparece cuando una persona piensa que no puede controlar su entorno, que está a merced de los acontecimientos o que sus acciones no producen los efectos esperados”.

Rechazo familiar y escolar

La Asociación Española para la Prevención del Acoso Escolar recomienda a las familias la creación de un clima de confianza, que permita a los hijos compartir sus problemas y preocupaciones. También recalca la importancia de la observación permanente “ante posibles señales que puedan alertarnos de que se está produciendo acoso: disminución del rendimiento escolar, pérdida o sustracción de material escolar, repentinos cambios de humor, temor a ir al colegio, insomnio o lesiones físicas”.




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Esta lacra social a veces se produce a escondidas del profesorado, de manera que puede pasar desapercibida en los centros educativos. Por eso, la prevención desde los primeros niveles de escolarización resulta fundamental para favorecer las relaciones simétricas y el respeto mutuo.

Se trata de construir un estilo de comunicación asertivo y empático entre los estudiantes, así como entre estos y sus docentes, para que el alumnado se sienta seguro al contar a sus profesores cualquier situación de violencia de la que sean testigos, ya sean verbales o no verbales, directas o más sutiles.




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¿Qué hacer una vez detectado el acoso?

Si en el centro educativo se identifica un posible caso de acoso, se deben seguir estrictamente y de forma inmediata los correspondientes protocolos de actuación e intervención, en estrecha colaboración con las familias, para poner freno al acoso lo antes posible tanto dentro como fuera del aula.

Para que exista una educación de calidad, hemos de contrarrestar el acoso escolar —y los efectos psicológicos tan destructivos que produce en las personas que lo sufren— con valores que favorezcan la convivencia y luchar contra toda forma de violencia social, incluida la ejercida a través del lenguaje.

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Alicia Mariscal no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. Una cara oculta del acoso escolar: la violencia psicológica – https://theconversation.com/una-cara-oculta-del-acoso-escolar-la-violencia-psicologica-267896