La vacuna contra el VIH podría podría estar más cerca gracias a la tecnología del ARNm

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Isidoro Martínez González, Científico Titular de OPIs, Instituto de Salud Carlos III

Novikov Aleksey/Shutterstock

Cuatro décadas después de su descubrimiento, el VIH sigue siendo uno de los principales desafíos de salud pública a nivel mundial. Hasta la fecha ha causado la muerte de más de 44 millones de personas y su transmisión continúa en todos los rincones del planeta.

Se estima que, a finales de 2024, casi 41 millones de personas vivían con VIH. Ese mismo año, alrededor de 630 000 murieron por causas relacionadas con el virus y, aproximadamente, 1,3 millones se contagiaron.

El VIH es un retrovirus, lo que significa que puede integrar su material genético en el ADN de las células infectadas para esconderse del sistema inmunitario, lo que dificulta su erradicación del organismo.

Aunque aún no existe una cura, los tratamientos antirretrovirales actuales han transformado la historia de la infección por VIH. Gracias a ellos, hoy es una enfermedad crónica manejable para aquellos pacientes con acceso a los fármacos. Las personas infectadas pueden llevar una vida larga y relativamente saludable, aunque suelen enfrentarse a un envejecimiento prematuro en comparación con quienes no tienen el virus.

El gran reto: encontrar una vacuna

Durante décadas, lograr una vacuna eficaz contra el VIH ha representado uno de los mayores desafíos de la medicina moderna. ¿Por qué es tan difícil? Estos son algunos de los principales obstáculos:

  1. El virus ataca directamente al sistema inmunitario, debilitando las defensas necesarias tanto para combatir la infección como para responder a la vacunación.

  2. Tiene una alta capacidad de mutación (cambio), lo que complica el diseño de una vacuna universalmente efectiva.

  3. Demuestra una considerable habilidad para evadir a nuestras defensas, lo que reduce la eficacia de las respuestas inmunitarias inducidas.

  4. La principal proteína de superficie del VIH, denominada Env, es la responsable de la unión y entrada del virus en las células. Sería el objetivo ideal de una vacuna, ya que los anticuerpos neutralizantes que se producen tras la vacunación se unen a ella e impiden esa entrada. Sin embargo, es muy compleja y variable, lo que hace que sea un blanco increíblemente difícil de acertar.

  5. El VIH se integra en el genoma humano, lo que le permite permanecer oculto e inactivo durante largos períodos.

¿Una nueva era para las vacunas contra el VIH?

La misma tecnología de ARN mensajero (ARNm) que permitió el rápido desarrollo de las vacunas contra la covid-19 está siendo adaptada para combatir el VIH.

Dos estudios recientes, publicados en Science Translational Medicine, muestran resultados prometedores: vacunas experimentales basadas en ARNm lograron inducir anticuerpos neutralizantes, las defensas capaces de bloquear al virus antes de que infecte una célula, potentes y específicos en animales y humanos.

Esto representa un avance importante en la carrera por lograr una vacuna efectiva contra el VIH.

¿Cómo funciona?

Tradicionalmente las vacunas experimentales utilizaban trímeros solubles de la proteína Env. Sin embargo, este método dejaba expuesta una parte de la proteína (la base del trímero) que normalmente está oculta en el virus real. Esto podía inducir respuestas inmunitarias fuertes, pero mal dirigidas. Como resultado, no lograban neutralizar el virus.

Para resolver este problema los investigadores diseñaron una vacuna de ARNm que instruye a las células para producir la proteína Env unida a la membrana celular. Así se imita mejor su forma natural en el virus.

En un primer estudio, realizado en conejos y primates no humanos, esta versión de la vacuna generó respuestas de anticuerpos neutralizantes más fuertes que la versión soluble.

Resultados en humanos

A partir de estos resultados prometedores se inició un ensayo clínico de fase 1 en humanos para comparar ambas versiones de la vacuna. Se trató de un estudio con unos cien voluntarios en el que se analizó la seguridad del fármaco y la respuesta inmunitaria que generaba.

Los resultados mostraron una diferencia abismal: un 80 % de los participantes que recibieron la vacuna con Env anclada a la membrana de la célula generaron la codiciada respuesta de anticuerpos neutralizantes.

En cambio, solo el 4 % de a quienes se administró la versión soluble lograron esa respuesta.

Se trata de un ensayo clínico en fase 1, todavía preliminar. Por lo tanto, serán necesarios más estudios con más participantes para entender si la vacuna protege contra la infección y durante cuánto tiempo.

¿Y los efectos secundarios?

Las vacunas fueron, en general, bien toleradas. Sin embargo, el ensayo identificó un efecto secundario inesperado: aproximadamente el 6,5 % de los participantes desarrollaron urticaria (ronchas), y algunos experimentaron síntomas duraderos.

Aunque tratables, esta tasa fue más alta de lo observado con otras vacunas de ARNm, como las de la covid-19.

Curiosamente, otro conjunto de ensayos, que probaba una estrategia diferente de vacunación basada en la administración de ARNm en varios pasos, también reportó efectos secundarios en la piel. Esto sugiere que la combinación entre antígenos del VIH y la tecnología de ARNm podría estar relacionada, aunque esto aún requiere mayor investigación.

Conclusión: un paso firme hacia el futuro

Si bien estas vacunas aún no representan una solución definitiva, han demostrado que la combinación de la tecnología de ARNm con una estrategia más realista de presentación del antígeno (Env anclada a la membrana de la célula) es una herramienta poderosa en la búsqueda de una vacuna eficaz contra el VIH.

Los investigadores se muestran optimistas. Ajustes como la reducción de la dosis de ARNm podrían mitigar los efectos secundarios observados y mejorar aún más esta prometedora vía de investigación. Quizá en unos años la lucha contra el VIH cuente en su arsenal con la tan ansiada vacuna.

The Conversation

Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.

ref. La vacuna contra el VIH podría podría estar más cerca gracias a la tecnología del ARNm – https://theconversation.com/la-vacuna-contra-el-vih-podria-podria-estar-mas-cerca-gracias-a-la-tecnologia-del-arnm-265204

Du slip troué aux sachets de thé, quelques indicateurs pour mesurer la santé des sols

Source: The Conversation – France (in French) – By Coline Deveautour, Enseignante-Chercheuse en Ecologie microbienne des sols, UniLaSalle

Le test du slip est très simple à interpréter : plus le slip retrouvé sera troué, plus le sol sera en bonne santé. Gabriela Braendle/Agroscope

Du slip en coton aux sachets de thé enterrés, de l’analyse chimique en laboratoire aux espèces bio-indicatrices, voici un panorama de quelques tests étonnants qui permettent d’informer de la santé des sols. Derrière leur éventuelle dimension ludique, ils montrent à quel point les données ainsi recueillies sur le bon fonctionnement de ces écosystèmes sont précieuses, notamment pour l’agriculture.


Les sols nous rendent des services précieux et encore trop souvent invisibles : c’est grâce à eux que de nombreuses espèces – dont la nôtre – peuvent se nourrir, voire se vêtir, grâce aux cultures textiles. Ils sont la base physique sur laquelle une large partie des écosystèmes terrestres – ainsi que les infrastructures humaines – sont bâtis.

Ils rendent des services écosystémiques incomparables. Non seulement les sols fournissent aux plantes l’eau et les nutriments nécessaires à leur croissance, mais ils permettent aussi de réguler le cycle de l’eau, entre le ruissellement de la pluie et son infiltration. De ce fait, ils jouent un rôle clé pour atténuer l’ampleur des inondations. Leur fonction de puits de carbone en fait également des alliés précieux de la décarbonation.

Les sols représentent un habitat indispensable pour la survie de certains organismes tels que des micro-organismes (bactéries, champignons, algues, protozoaires…) mais aussi d’animaux plus ou moins grands (lombriciens, arthropodes, nématodes…), tous liés par une chaîne alimentaire complexe.

Ces organismes sont très nombreux : une cuillère à café de sol contient plus d’êtres vivants qu’il n’y a d’humains sur la Terre ! On y retrouve ainsi plusieurs centaines de millions de bactéries, plusieurs dizaines de milliers de champignons, des centaines de protozoaires et des dizaines d’arthropodes tels que des acariens ou des collemboles.

Dans ces conditions, un sol en bonne santé est un sol qui fonctionne bien, c’est-à-dire qui constitue un habitat adapté pour tous ces êtres vivants. Il leur offre le gîte et le couvert : un toit sûr et constant et de quoi se nourrir en suffisance. La bonne santé d’un sol constitue un atout indéniable pour l’agriculture en termes de fertilité, production et de lutte contre les maladies…. Mais comment peut-on la mesurer simplement ?




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Du test du boudin au slip troué

Des tests, en tant que chercheuses spécialisées aux milieux agricoles, nous en avons connus : du test du boudin à celui du verre d’eau, de la couleur à l’odeur du sol, du test à la bèche au décompte des vers de terre, il y a l’embarras du choix.

Évoquons l’un de ces tests qui a le mérite d’être simple, efficace et non dénué d’humour : le fameux test du slip. Pour connaître la santé d’un sol, agricole par exemple, on peut ainsi enterrer un slip en pur coton blanc non traité, puis le déterrer quelques mois plus tard afin de constater son état.

Le test du slip est facile à interpréter : une dégradation rapide est plutôt une bonne nouvelle.
Gabriela Braendle / Agroscope / Université de Zurich

L’interprétation est rapide et facile : un slip retrouvé plutôt intact sera une mauvaise nouvelle, tandis qu’un slip troué sera signe d’une dégradation de la cellulose du coton. L’explication est, elle, un peu plus complexe : un sol en bonne santé est habité par une grande diversité d’organismes, qui lui confèrent un fonctionnement optimal, et notamment un bon niveau de décomposition et de minéralisation de la matière organique.

Ce sont ces fonctions du sol qui permettent le recyclage des nutriments nécessaires à la croissance des plantes. Or, la cellulose du slip, par exemple, est une matière organique. Ainsi, si le slip est en bon état lorsqu’il est déterré, cela indique qu’il n’a pas été dégradé, et que le sol ne remplit pas correctement ses fonctions de décomposition.




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Les sachets de thé, un test de référence

Pour affiner l’analyse, il existe un autre test moins médiatisé : celui des sachets de thé.

Deux sachets de thé prêts à être enterrés.
Anne-Maïmiti Dulaurent, Fourni par l’auteur

Il suffit d’enterrer des sachets de thé de compositions différentes (thé vert ou rooibos), plus ou moins « digestes » pour les organismes du sol – et donc plus ou moins difficiles à dégrader – et d’étudier la perte de poids des sachets après un temps donné. S’ils se sont allégés, c’est qu’ils ont perdu de la matière – et donc que celle-ci a été décomposée par les organismes du sol.

Après tout, un sachet de thé contient simplement de la matière végétale morte à l’intérieur d’une toile en nylon. Cela représente un bon appât pour les organismes décomposeurs.

Mais tous les thés ne se valent pas : le thé vert est plus facile à dégrader, tandis que le roiboos est plus ligneux et met plus longtemps à être décomposé. Comparer les deux permet donc d’évaluer dans quelle mesure le sol peut dégrader différents types de matière organique.

Cela peut prêter à sourire, mais il s’agit pourtant d’une méthode standardisée mise en place par des chercheurs. Son protocole est disponible pour toute personne souhaitant évaluer l’efficacité de dégradation d’un sol.

Non seulement cela fournit des informations précieuses sur la capacité du sol à décomposer la matière organique, mais un tel protocole rend les résultats comparables entre différents sites du monde entier, peu importe la façon dont sont gérés les sols.

Grâce à cette méthode, des chercheurs d’UniLaSalle et des agriculteurs des Hauts-de-France ont pu mettre en évidence un meilleur niveau de dégradation de la matière organique dans des sols en agriculture de conservation des sols, un mode de gestion agricole moins intensif que le mode conventionnel.

Un sol sain est primordial pour les agriculteurs. En cas de mauvaise décomposition de la matière (c’est-à-dire, des slips intacts et des sachets de thé qui semblent prêts à être infusés malgré plusieurs semaines passées dans le sol), des analyses plus poussées en laboratoire sont alors utiles pour comprendre d’où vient le dysfonctionnement.




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Les analyses de sol, précieuses pour les agriculteurs

Les analyses de sol permettent de faire le bilan de la santé des sols, et sont donc précieuses pour les agriculteurs. Ces analyses peuvent s’intéresser à plusieurs paramètres et sont effectuées au laboratoire après avoir échantillonné le sol des parcelles.

Elles peuvent ainsi mesurer :

  • La texture du sol, qui informe sur la proportion de sable, limon et argile. C’est important, car certaines textures sont favorables à un type de culture, mais pas d’autres. Quelles que soient ses pratiques, l’agriculteur n’a aucun effet sur ce paramètre, mais doit en tenir compte pour adapter sa production et ses cultures.

  • Le taux de matière organique, qui correspond à la proportion de substances issues de la décomposition des plantes, des animaux et des microorganismes présents dans le sol. Un taux élevé améliore la capacité du sol à retenir les éléments nutritifs et renforce sa structure. L’agriculteur peut l’augmenter en apportant régulièrement différents types de matière organique, comme des effluents d’élevage, des digestats de méthanisation ou en favorisant la restitution de végétaux au sol.

  • La concentration en nutriments disponibles du sol (phosphore, potassium, magnésium, etc.) renseigne sur leur présence, en suffisance ou non, pour assurer les besoins des plantes cultivées. Une faible concentration d’un nutriment peut être compensée par l’apport de fertilisants minéraux ou de différentes matières organiques qui, décomposées par les habitants du sol, libéreront ce nutriment.

  • Enfin, le pH, qui indique l’état d’acidité du sol, impacte le développement des plantes. Il peut par exemple influencer la disponibilité des nutriments, mais aussi la présence et l’activité d’organismes bénéfiques pour les plantes. Il est possible pour l’agriculteur d’agir sur ce paramètre par différents types d’apports, comme la chaux qui permet d’éviter un pH trop acide.

Toutes ces informations permettent de guider la gestion du sol par l’agriculteur. Les analyses de sol peuvent être répétées au cours des années, notamment pour surveiller l’état d’une parcelle selon les pratiques agricoles mises en œuvre.

Des nouveaux bio-indicateurs en cours de développement

On l’a compris, les organismes du sol sont en grande partie responsables de son bon fonctionnement et de son état de santé. Mais ils sont sensibles à leur milieu et à la gestion des sols. Ainsi, pour tenir compte de leur présence, de nouveaux indicateurs reposant sur la vie du sol émergent depuis quelques années : on parle de bioindicateurs pour décrire ces espèces qui, par leur présence, renseignent sur les caractéristiques écologiques des milieux.

Bien sûr, différents bioindicateurs fournissent des informations différentes : l’abondance et la diversité de la mésofaune (collemboles et acariens) renseignent sur la capacité du sol à bien découper la matière, et les champignons plutôt sur l’efficacité du recyclage des nutriments. La sensibilité de ces organismes aux pratiques agricoles en fait de bons bioindicateurs.

D’autres indicateurs biologiques sont testés actuellement, par exemple pour évaluer le bon fonctionnement du cycle du carbone et de celui de l’azote.

Ces outils ne sont pas forcément accessibles pour la majorité des agriculteurs, car ils ont un coût financier pour le moment trop élevé. Un axe de recherche serait donc de développer des tests basés sur des bioindicateurs plus simples à mettre en œuvre et à interpréter.




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The Conversation

Les auteurs ne travaillent pas, ne conseillent pas, ne possèdent pas de parts, ne reçoivent pas de fonds d’une organisation qui pourrait tirer profit de cet article, et n’ont déclaré aucune autre affiliation que leur organisme de recherche.

ref. Du slip troué aux sachets de thé, quelques indicateurs pour mesurer la santé des sols – https://theconversation.com/du-slip-troue-aux-sachets-de-the-quelques-indicateurs-pour-mesurer-la-sante-des-sols-264713

De 1992 à 2022, la laborieuse intégration de l’agriculture aux négociations climatiques

Source: The Conversation – France (in French) – By Marie Hrabanski, chercheuse en sociologie politique, politiques internationales et nationales de l’adaptation de l’agriculture au changement cliamtique, Cirad

À l’échelle mondiale, les systèmes agricoles, alimentaires et forestiers produisent plus du tiers des émissions de gaz à effet de serre, contribuant ainsi au changement climatique de façon significative. Pourtant, l’agriculture n’a été intégrée que tardivement aux négociations des COP sur le climat. Entre enjeux d’adaptation, d’atténuation et de sécurité alimentaire, les avancées restent timides. De récentes initiatives essaient toutefois de mieux intégrer les systèmes agricoles et alimentaires à l’agenda climatique mondial.

Nous reproduisons ci-dessous la première partie consacrée à ces questions du chapitre 2 (« De 1992 à 2022, la difficile mise à l’agenda de l’agriculture dans les négociations sur le climat ») de _l’Agriculture et les systèmes alimentaires du monde face au changement climatique. Enjeux pour les Suds, publié en juin 2025 par les éditions Quae, sous la coordination scientifique de Vincent Blanfort, Julien Demenois et Marie Hrabanski (librement accessible en e-book).


Depuis 1992 et la signature de la Convention-cadre des Nations unies sur les changements climatiques (CCNUCC), les gouvernements ou parties se rassemblent chaque année au sein des Conférences des parties (COP) pour orienter et opérationnaliser les engagements des États face au changement climatique.

L’agriculture a longtemps été absente de ces négociations qui, jusqu’à la fin des années 1990, se sont focalisées sur l’atténuation des émissions de gaz à effet de serre (GES). Pourtant, les systèmes agricoles et alimentaires sont particulièrement émetteurs de GES, et à la fois « victimes » et « solutions » face au changement climatique.

À partir des années 2010, les questions agricoles puis alimentaires intègrent progressivement l’agenda international du climat. Les États sont chargés de mettre en œuvre les actions climatiques pour l’agriculture et l’alimentation, qui sont détaillées dans leurs engagements climatiques nationaux que sont les contributions déterminées au niveau national (CDN ou NDC en anglais).

En 2020, plus de 90 % de ces contributions nationalement déterminées incluaient l’adaptation au changement climatique et faisaient de l’agriculture un secteur prioritaire, et environ 80 % d’entre elles identifiaient des objectifs d’atténuation du changement climatique dans le secteur agricole.[…]

Les insuffisances du protocole de Kyoto

Les articles 2 et 4 de la convention (CCNUCC) adoptée en 1992 évoquent le lien entre les changements climatiques et l’agriculture. Toutefois, les enjeux sont focalisés sur l’atténuation, par le biais notamment des négociations sur le cadre REDD+ (réduction des émissions dues à la déforestation et à la dégradation des forêts), qui ont abouti en 2013 à Varsovie après plusieurs années de discussions très laborieuses et clivantes, notamment entre pays développés et pays en développement.




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Le protocole de Kyoto, adopté en 1997, fait référence à l’agriculture et aux forêts, en soulignant que le secteur de l’utilisation des terres, du changement d’affectation des terres et de la foresterie (UTCATF) peut constituer une source de GES.

Ce protocole fixait des objectifs ambitieux de réduction des émissions uniquement pour les pays industrialisés (dits « annexe I »), dans un fonctionnement top-down, contrairement à l’accord de Paris. Il couvrait le méthane et le protoxyde d’azote, principaux gaz émis par le secteur agricole, et établissait des niveaux de référence forestiers à respecter.

Ce mode de travail a toutefois montré ses limites, avec notamment les États-Unis qui n’ont pas ratifié ce protocole et le Canada qui en est sorti. En application de ce protocole, deux mécanismes de certification de projets de compensation carbone ont été développés : le mécanisme de mise en œuvre conjointe (Moc) et le mécanisme de développement propre (MDP), au sein desquels les secteurs agricoles et forestiers ne seront pas intégrés avant le milieu des années 2000.

Il faut attendre la COP17 de Durban, en 2011 (voir figure ci-dessous), pour que l’agriculture soit appréhendée comme un problème global, en étant à la fois cadré comme un enjeu d’atténuation et une question d’adaptation au changement climatique.

Les questions agricoles dans les négociations climatiques entre 1992 et 2023.

En effet, à la suite de la mobilisation d’acteurs hétérogènes en faveur de la notion de climate-smart agriculture et dans un contexte politique renouvelé, l’agriculture est intégrée à l’ordre du jour officiel de l’organe de la COP chargé des questions scientifiques et techniques (SBSTA, Subsidiary Body for Scientific and Technological Advice). Cinq ateliers auront lieu entre 2013 et 2016.

La FAO a promu la climate-smart agriculture, ou l’agriculture climato-intelligente, dès la fin des années 2000. Cette notion vise à traiter trois objectifs principaux :

  • l’augmentation durable de la productivité et des revenus agricoles (sécurité alimentaire) ;

  • l’adaptation et le renforcement de la résilience face aux impacts des changements climatiques (adaptation) ;

  • et la réduction et/ou la suppression des émissions de gaz à effet de serre (l’atténuation), le cas échéant.)




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Quelle place pour l’agriculture dans l’accord de Paris ?

Pourtant, s’il y a bien une journée consacrée à l’agriculture pendant la COP21 en 2015 en parallèle des négociations, l’accord de Paris aborde uniquement l’agriculture sous l’angle de la sécurité alimentaire et de la vulnérabilité des systèmes de production alimentaire.

Les écosystèmes agricoles et forestiers sont uniquement couverts par l’article 5 de l’accord de Paris, qui souligne l’importance de préserver et de renforcer les puits de carbone naturels et qui met en lumière des outils comme les paiements basés sur des résultats REDD+ et le mécanisme conjoint pour l’atténuation et l’adaptation des forêts (Joint Mitigation and Adaptation Mechanism for the Integral and Sustainable Management of Forests, ou JMA).

Une étape importante est franchie en 2017, avec la création de l’action commune de Koronivia (KJWA). Les ateliers se font maintenant en coopération avec les organes constitués au titre de la convention, par exemple le Fonds vert pour le climat. Les observateurs, dont les ONG et la recherche, participent également aux ateliers.

De 2018 à 2021, sept ateliers sont organisés (sur les méthodes d’évaluation de l’adaptation, les ressources en eau, le carbone du sol, etc.) et permettent à tous les États et parties prenantes (stakeholders) de partager leurs points de vue sur différents enjeux agricoles.

L’accélération de l’agenda climatique va dans le même temps permettre, pendant la COP26 de Glasgow, de prendre en charge la question des émissions de méthane, dont près de 40 % sont d’origine agricole, selon l’IEA (International Energy Agency).

Réunion ministérielle sur le Global Methane Pledge lors de la COP28 en 2023.
Ryan Lim/Commission européenne, CC BY

Un « engagement mondial » (Global Methane Pledge) a été lancé en 2021 par l’Union européenne (UE) et les États-Unis, avec pour objectif de réduire les émissions mondiales de méthane de 30 % d’ici à 2030 par rapport à 2020. Il regroupe aujourd’hui 158 pays, sans toutefois que la Chine, l’Inde et la Russie figurent parmi les signataires.

Les points de blocage identifiés à l’issue des COP26 et COP27

En 2022, l’action commune de Koronivia arrivait à son terme. L’analyse des soumissions faites par les pays et les observateurs, dont la recherche, met en évidence la pluralité des façons de penser le lien entre les questions agricoles et les questions climatiques, ce qui va se traduire notamment par de fortes tensions entre des pays du Nord et des pays du Sud dans les négociations lors de la COP27 de Charm el-Cheikh en Égypte (2022).

Trois principaux points de blocage ont pu être identifiés entre différents pays des
Nords et des Suds. D’autres clivages sont également apparus, permettant ainsi de relativiser l’existence d’un Nord global et d’un Sud global qui s’opposeraient nécessairement.

Le premier a trait à l’utilisation du terme atténuation dans le texte de la décision de la COP. En effet, si toutes les parties étaient d’accord pour que figure dans le texte l’importance de l’adaptation de l’agriculture au changement climatique, l’Inde, soutenue par d’autres pays émergents restés plus en retrait, s’est montrée particulièrement réticente à voir apparaître aussi le terme atténuation.

Pour ce grand pays agricole, les enjeux d’atténuation ne doivent pas entraver la sécurité alimentaire des pays en développement et émergents. À quelques heures de la clôture des négociations, l’Inde a accepté que le terme atténuation figure dans la décision de la COP3/CP27, créant « l’initiative quadriennale commune de Charm el-Cheikh sur la mise en œuvre d’une action climatique pour l’agriculture et la sécurité alimentaire ».

Cet épisode montre à quel point il n’est pas acquis de penser en synergie les enjeux d’adaptation et d’atténuation pour de nombreux pays émergents et du Sud.

Un second point de blocage concernait la création d’une structure permanente affectée aux enjeux agricoles dans la CCNUCC. Cette demande, qui reste un point d’achoppement dans les négociations, est principalement portée par les pays du G77, même si des divergences notables existent entre les propositions faites.

Enfin, on peut identifier un enjeu lié à la place des systèmes alimentaires dans l’action climatique. Pour nombre de pays européens et émergents, la réflexion doit être faite à l’échelle des systèmes alimentaires : nos pratiques alimentaires dépendent étroitement des modes de production des produits agricoles, et une approche prenant en compte l’amont avec la production des intrants et l’éventuelle déforestation, et l’aval, avec le transport, le refroidissement, la transformation, et donc également les pertes et les gaspillages et les régimes alimentaires, est plus à même de permettre l’émergence de solutions gagnantes à tous niveaux.

Toutefois, d’un côté, le groupe Afrique préférait se focaliser sur le secteur agricole, une question déjà complexe à instruire. De l’autre côté, certains pays du Nord et aux économies en transition refusaient de voir apparaître le terme système alimentaire, l’hypothèse la plus probable étant la crainte de remettre en question la surconsommation de viande, la déforestation, ou encore le commerce, ce qu’ils souhaitent impérativement éviter.

Le terme système alimentaire a donc été rejeté dans le texte de l’initiative quadriennale commune de Charm el-Cheikh.




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Les timides avancées de Charm el-Cheikh

Malgré ces points de tensions, l’initiative quadriennale commune de Charm el-Cheikh sur la mise en œuvre d’une action climatique pour l’agriculture et la sécurité alimentaire a été adoptée et cette décision de COP3/CP27 marque donc une étape décisive dans les négociations.

On notera tout de même que ce texte ne promeut ni l’agroécologie, qui aurait ouvert la voie à une refonte holistique des systèmes agricoles, ni l’agriculture climato-intelligente (climate-smart agriculture), davantage tournée vers les solutions technologiques. Aucun objectif chiffré de réduction des émissions de GES agricoles n’est discuté dans les COP ; aucune pratique n’a été encouragée ou stigmatisée (utilisation massive d’intrants chimiques, etc.).

La présidence émirienne de la COP28 a ensuite mis en haut de l’agenda politique cette question, en proposant la Déclaration sur l’agriculture durable, les systèmes alimentaires résilients et l’action climatique, signée par 160 pays.

Elle appelle les pays qui la rejoignent à renforcer la place des systèmes agricoles et alimentaires dans les contributions déterminées au niveau national et dans les plans nationaux d’adaptation et relatifs à la biodiversité.


Éditions Quae, 2025

Dans la foulée de la COP28, la FAO a proposé une feuille de route qui établit 120 mesures (dont des mesures dites agroécologiques) et étapes clés dans dix domaines pour l’adaptation et l’atténuation pour les systèmes agricoles et alimentaires. Elle vise à réduire de 25 % les émissions d’origine agricole et alimentaire, pour atteindre la neutralité carbone à l’horizon 2035, et à transformer d’ici 2050 ces systèmes en puits de carbone capturant 1,5 Gt de GES par an.

En définitive, l’initiative de Charm el-Cheikh portait sur l’agriculture et non pas sur les systèmes alimentaires, mais a donné lieu à un atelier, en juin 2025, sur les approches systémiques et holistiques en agriculture et dans les systèmes alimentaires, et le forum du Standing Committee on Finance de 2025 portera sur l’agriculture et les systèmes alimentaires durables. Le sujet fait donc son chemin dans les enceintes de la CCNUCC.


Ce chapitre a été écrit par Marie Hrabanski, Valérie Dermaux, Alexandre K. Magnan, Adèle Tanguy, Anaïs Valance et Roxane Moraglia.

The Conversation

Marie Hrabanski est membre du champ thématique stratégique du CIRAD sur le changement climatique et a reçu des financements de l’ANR APIICC (Evaluation des Plans et Instruments d’Innovation Institutionnelle pour lutter contre le changement climatique).

ref. De 1992 à 2022, la laborieuse intégration de l’agriculture aux négociations climatiques – https://theconversation.com/de-1992-a-2022-la-laborieuse-integration-de-lagriculture-aux-negociations-climatiques-265335

¿Cómo pueden las universidades mejorar el mundo?

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Rubén Garrido-Yserte, Director del Instituto Universitario de Análisis Económico y Social, Universidad de Alcalá

WorldStockStudio/Shutterstock

Los primeros veinticinco años del siglo XXI han marcado una inflexión histórica: el mundo ya no se transforma lentamente, sino en cascada. La emergencia climática, el colapso democrático, las migraciones masivas, la disrupción tecnológica, las guerras híbridas y la desinformación son síntomas de una “policrisis” global: crisis entrelazadas en sus causas, que “degradan significativamente las perspectivas de la humanidad, generando daños emergentes mayores que la suma de los que causarían por separado”.

Este entramado de crisis simultáneas y conectadas exige respuestas éticas e institucionales innovadoras, y la universidad no puede permanecer como un actor pasivo ni limitarse a su función académica clásica. Como hemos explorado en el reciente libro Geopolítica de la educación superior, debe convertirse en un actor global con voz propia y compromiso ético con el bien común.

La universidad como actor global

Frente a las visiones tecnocráticas que reducen el valor de la universidad a indicadores de eficiencia, productividad o empleabilidad, proponemos una noción más ambiciosa: la universidad como nodo de anticipación, deliberación y transformación social.

Ser un actor global no es internacionalizarse ni competir en índices internacionales, sino incidir en los debates públicos más urgentes: justicia climática, equidad digital, gobernanza de los bienes comunes, inteligencia artificial responsable, inclusión y paz.

Casos que iluminan un nuevo camino

No se trata solo de una aspiración teórica. Hay universidades en distintas partes del mundo que ya están actuando como verdaderos agentes de cambio global. La Western Sydney University ha sido reconocida como la universidad más influyente del mundo por su contribución a los objetivos de desarrollo sostenible con un enfoque combina inclusión social, innovación local y sostenibilidad ambiental.

En Croacia, el Zagreb Living Lab de la Facultad de Arquitectura de Zagreb transforma un antiguo barrio industrial en una plataforma de soluciones ecológicas cocreadas por ciudadanía, estudiantes y oenegés locales. Financiado por la Unión Europea, este laboratorio urbano ha desarrollado huertos comunitarios, muros verdes y tecnologías de acuaponía, integrando conocimiento científico y saber local.

Gobernanza universitaria con principios

En 2023, la ONU instó a construir un “nuevo multilateralismo inclusivo y eficaz” que incorpore a la sociedad civil y a las universidades en la gobernanza global. Este llamamiento, recogido en el Pacto para el Futuro, sitúa a la comunidad académica como actor clave en la construcción de soluciones basadas en evidencia, justicia y cooperación.

Esto implica revisar las formas de gobernanza, abrir espacios de participación real para estudiantes, investigadores y actores del entorno, y alinear la gestión institucional con los retos civilizatorios actuales. No basta con tener comités de sostenibilidad o cátedras de ODS: hace falta integrar estos compromisos en la estrategia central de las universidades.

De universidades que tenemos, a las que necesitamos

Formar liderazgos éticos, construir ciudadanía crítica, tejer redes de cooperación Sur–Sur y Norte–Sur, desmercantilizar el conocimiento, apostar por la ciencia abierta: estos son algunos de los desafíos a los que se enfrentan las universidades si quieren contribuir a una transformación con sentido.

Educar, investigar y transferir conocimiento no son actividades neutrales. Cada elección académica –qué investigar, con qué fines, desde qué lenguajes y con qué actores– implica una toma de postura ética. Proponemos, por tanto, una ética para la acción universitaria que vaya más allá de la retórica: una ética comprometida, abierta, corresponsable y situada en el tiempo que nos toca vivir.




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Aprender mirando a nuestro alrededor: universitarios en busca de soluciones


Estudiar e investigar ¿para qué?

Esta ética exige reconocer que el conocimiento no es un fin en sí mismo, sino una herramienta para transformar la realidad. La universidad debe preguntarse constantemente: ¿a quién sirve este saber? ¿Qué efectos tiene su aplicación? ¿Quién queda excluido? Adoptar esta perspectiva implica asumir que el mérito académico debe complementarse con valores como el cuidado, la justicia cognitiva, la equidad intergeneracional y la sostenibilidad.

Una ética para la acción también obliga a revisar los modos en que se produce y comparte el conocimiento. Apostar por la ciencia abierta, por el acceso libre a datos y publicaciones, por metodologías participativas y por el reconocimiento del saber situado de comunidades tradicionales o vulnerables, es parte esencial de este compromiso. No basta con la excelencia científica; se requiere también relevancia social y sensibilidad moral.

Mejorar el mundo

Una universidad ética es aquella que no se limita a describir el mundo, sino que trabaja activamente para mejorarlo. Es aquella que, al tiempo que forma para el empleo, también forma para la vida en común, para el compromiso democrático, y para la responsabilidad frente al otro y al planeta.

En definitiva, proponemos que la universidad recupere su alma pública. Con sus 26 000 instituciones, 254 millones de estudiantes y 18 millones de docentes en todo el mundo tiene una potencia transformadora extraordinaria. Para activarla necesita coraje institucional, visión ética y voluntad política. Porque si bien la universidad no puede salvar el mundo por sí sola, ninguna solución profunda será posible sin ella.

La universidad necesita asumir que su rol no es solamente formar profesionales ni publicar papers. Es ayudar a construir futuros sostenibles.

The Conversation

Rubén Garrido-Yserte recibe fondos de proyectos de investigación de convocatorias públicas.

ref. ¿Cómo pueden las universidades mejorar el mundo? – https://theconversation.com/como-pueden-las-universidades-mejorar-el-mundo-264431

50 años de ‘Los tres días del cóndor’ y el legado de Robert Redford

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Pablo Castrillo Maortua, Profesor del Departamento de Cultura y Comunicación Audiovisual, Universidad de Navarra, Universidad de Navarra

La película Los tres días del cóndor, que cumple 50 años, fue una de las siete colaboraciones entre el director Sydney Pollack y el recientemente fallecido Robert Redford. Este filme transportó el tropo hitchcockiano del inocente incriminado –Sabotaje (1942), Con la muerte en los talones (1959)– a un nuevo ethos: el de los atribulados y liberales setenta.

Su protagonista, el empollón y desmañado Joe Turner (claro que cualquiera querría ser desmañado con esos mechones rubios y esa mirada de cristal azul), forjó un nuevo tipo de héroe contemporáneo: el intelectual o analista convertido en agente que después veríamos en las innumerables adaptaciones de Jack Ryan (novelas de Tom Clancy), El informe pelícano (1993), Conspiración (1997) o la más reciente y muy estimable Amateur (2025).

Tráiler en inglés de Los tres días del cóndor.

Un héroe improbable

Ya hace medio siglo, Cóndor se asomaba al abismo de la ansiedad tecnológica. Su primera secuencia se recrea en un conjunto de aparatos dedicados al escaneo y recopilación de información, cuyo zumbido electromecánico más tarde amortiguará los disparos de los asesinos a sueldo que asaltan la oficina clandestina de la CIA.

Turner se salva precisamente por ser un friki: es el tipo que aparca su ciclomotor en el ángulo exacto en que la cámara de seguridad le permite tenerlo vigilado, el que resuelve acertijos que desconciertan a toda la oficina (de analistas de inteligencia) y la clase de persona que sabe a qué hora exactamente va a llover. Por eso sale a recoger la comida por la puerta trasera –“se ahorra una manzana”, explica la secretaria al frustrado guardia de seguridad– y evita así acabar acribillado.

Desde ese momento, este protagonista gafoso y comelibros debe ir ascendiendo la empinada pendiente del heroísmo, hasta desenmascarar y desafiar las estructuras de poder más secretas y temibles del Estado. Turner adquiere así la condición del ciudadano convertido en blanco móvil, para quien la amenaza está en todas partes: “que estés paranoico no significa que no te estén persiguiendo”.

Un hombre revisa un teléfono en un edificio medio a oscuras.
Robert Redford en una escena de Los tres días del cóndor.
FilmAffinity

Confiar o no confiar

Precisamente, uno de los problemas existenciales que explora la película es si, en un mundo regido por “el negocio de la sospecha”, aún existe la posibilidad de confiar. Al inicio, Turner protesta contra los requerimientos de confidencialidad de su trabajo, porque “resulta que confío en algunas personas”. Pero cerca del final, cuando apenas ha salvado la vida por una afortunada confluencia de intereses, el sicario profesional Joubert (Max von Sydow) le ofrece un augurio:

“Sucederá así. Puede que vayas caminando. Quizá el primer día soleado de la primavera. Un coche se detendrá a tu lado, y una puerta se abrirá, y alguien a quien conoces, tal vez incluso en quien confíes, saldrá del coche. Y sonreirá, una sonrisa que te hará sentir bien. Pero dejará abierta la puerta del coche y se ofrecerá a llevarte”.

La profecía no se cumple en su literalidad, pero casi.

Política de casualidad

Sin embargo, el comentario político de Los tres días del cóndor fue circunstancial e incluso fortuito.

Por una parte, la recepción de la película se vio envuelta en cierta controversia, porque coincidió en el tiempo con el escándalo de “Las Joyas de la Familia”, una serie de documentos internos de la CIA que revelaban operaciones de vigilancia ilegales a lo largo de los años. Algunos de ellos –el conjunto no se desclasificaría hasta 2007– llegaron a la portada de The New York Times en diciembre de 1974, con el filme todavía en producción .

Pollack trató de desactivar las acusaciones de haber hecho propaganda anti-establishment: “la intención era hacer [una película] fiel al género del thriller y, en ese marco, explorar algunas ideas sobre la sospecha, la confianza, incluso la moralidad”. Era algo así –añadía– como una parábola preventiva, que tomaba a la CIA “como una metáfora” y extraía “conclusiones de la América post-Watergate”.

Además, la película se enmarcó involuntariamente en el imaginario traumatizado del siglo XXI gracias a su auténtica devoción visual por las Torres Gemelas, inauguradas apenas dos años antes. Que la película ubicase las oficinas neoyorquinas de la CIA en el complejo tal vez fuera pura ficción, pero su relectura posterior a 2001 es punzante, si no amargamente irónica. Además, resultó que la Agencia sí tenía una oficina secreta en el World Trade Center, pero en el edificio n.º 7 y no en una de las Torres, como la película da a entender.

Un hombre en la entrada de un edificio con ventanas gigantes.
Escena de Los tres días del cóndor con Robert Redford dentro de una de las Torres Gemelas, en donde se supone que se encuentra la CIA.
IMDB

Todos los hombres… contra la CIA

El caso Watergate es una clave de lectura indispensable para Los tres días del cóndor y, probablemente, para gran parte de la carrera de Redford.

En aquel escándalo de la Administración Nixon, se demostró que exoperativos de la CIA prestaron servicios ilegales a la Casa Blanca. Así lo documentó ejemplarmente The Washington Post y dramatizó –también ejemplarmente– Todos los hombres del presidente, de nuevo con Robert Redford, mano a mano con otro icono de los setenta, Dustin Hoffman. Este thriller periodístico de Alan J. Pakula llegó a los cines sólo siete meses después de Cóndor, en abril del 76.

La concurrencia de su estrella protagonista y un retrato también ensombrecido de la CIA debieron de hacer inevitable la lectura concertada de ambas películas. Y ese diálogo no se expresa en ningún sitio mejor que en sus respectivos planos finales.

Un grupo de hombres en un despacho parecen mirar algo fuera del encuadre.
Dustin Hoffman y Robert Redford (desde la izquierda) en una escena de Todos los hombres del presidente.
FilmAffinity

En Cóndor, Turner ha confiado el relato de los crímenes cometidos por la Agencia al The New York Times, pero el villanesco agente de la CIA parece implicar que sus tentáculos también se extienden por la redacción: “¿cómo sabes que lo publicarán?”. Después de hacer una confesión de fe –“Lo publicarán”– Pollack congela el fotograma de Redford perdiéndose entre el bullicio navideño de Manhattan. Mientras la pregunta aún resuena en nuestra mente, a Turner no le queda más remedio que perderse en el anonimato con la esperanza de que no se cumpla la profecía del sicario.

En cambio, el plano final de Todos los hombres del presidente responde en sentido opuesto: los periodistas Woodward y Berstein –Redford y Hoffman– teclean con disciplina de soldados al fondo de la redacción medio vacía del Washington Post. Mientras, en primer plano, la televisión se queda el protagonismo informativo de la inauguración presidencial de Nixon, ajena al efecto que pronto tendrá el trabajo de los dos reporteros: confesiones, sentencias judiciales… y la dimisión del presidente.

Un clásico de medio siglo

Es difícil calibrar el impacto de Los tres días del cóndor en la historia no ya del suspense o incluso del cine, sino de la cultura popular en su conjunto.

Pasado el exitoso ciclo de thrillers de conspiración de los setenta, la tecno-paranoica Enemigo público (Tony Scott, 1998) se volvió tristemente profética de lo que vendría tras el 11-S. El propio Sydney Pollack juzgó oportuno actualizarse en ese nuevo contexto de terror y trauma. La intérprete (2005), igualmente paranoica y ambientada en las calles de Manhattan, alteraba la trama del inocente incriminado, encuadrando el descubrimiento accidental de un magnicidio en la noción de venganza, y alegorizando así el ánimo de una nación todavía malherida y renqueante.

Un hombre y una mujer hablan frente a frente.
Sean Penn y Nicole Kidman en una escena de La intérprete.
FilmAffinity

Poco después, las series de televisión Rubicon (2010) y, más obviamente, Cóndor (2018-2020) tomaban el arquetipo del analista rebelde y la conspiración gubernamental para actualizar sus motivos y su contexto tecnológico, amplificados en órdenes de magnitud.

Pero quizá el impacto más duradero fue el del propio Robert Redford, quien no sólo encarnó a Bob Woodward, sino que persistió en un cine políticamente comprometido, especialmente en sus últimas décadas, dirigiendo películas como Leones por corderos (2007), La conspiración (2010) y Pacto de silencio (2012), títulos que de forma más literal o alegórica escrutaban el corazón de los EE. UU. a la luz de su historia política.

Ahora, en medio de pugnas interesadas entre la Casa Blanca y los medios, hemos despedido a Robert Redford. Los tres días del cóndor y su filmografía política son sólo una pequeña parte de su colosal contribución a la historia del cine, a la que dio forma junto con toda una generación de estrellas –Paul Newman, Jane Fonda, Sidney Poitier, Warren Beatty– que no solo eran inimitablemente carismáticas sino políticamente conscientes, y que se implicaron en historias que reflejaban o cuestionaban el espíritu de su tiempo, demostrando que el cine de Hollywood podía ser a la vez popular, respetuoso y desafiante para la audiencia.

The Conversation

Pablo Castrillo Maortua no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. 50 años de ‘Los tres días del cóndor’ y el legado de Robert Redford – https://theconversation.com/50-anos-de-los-tres-dias-del-condor-y-el-legado-de-robert-redford-265893

Cuando romper el techo de cristal no basta: las consejeras ejecutivas en España cobran hasta un 55 % menos que los hombres

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Álvaro Melón Izco, Profesor Permanente Laboral de Economía Financiera y Contabilidad, Universidad de La Rioja

Raushan_films/Shutterstock

Aunque cada vez más mujeres llegan a los consejos de administración, la igualdad aún está lejos. En las empresas españolas cotizadas, las consejeras ejecutivas cobran entre un 43 y un 55 % menos que sus colegas masculinos en cargos equivalentes, y hasta un 80 % menos en bonus e incentivos variables.

En otros perfiles de consejeros, como los dominicales o los independientes, no se detectan diferencias significativas, lo que indica que el problema surge donde se concentra el mayor poder y capacidad de negociación.

Más mujeres en los consejos, pero todavía pocas

En España, las mujeres representan apenas el 35 % de los miembros de consejos de administración, aunque su presencia es mayor entre los consejeros independientes (54 %) que entre los ejecutivos (8 %) o los propietarios (27 %). Este dato refleja un patrón común: es más frecuente que las mujeres desempeñen roles externos o de supervisión que puestos ejecutivos, que es donde se toman las decisiones estratégicas y se negocian los salarios más altos.


Elaboración propia

Para 2026, la normativa europea exige que al menos el 40 % de los consejos de administración estén formados por mujeres, un objetivo ambicioso que España deberá cumplir. Sin embargo, el aumento de la presencia femenina no garantiza por sí solo ni igualdad salarial ni influencia real.

En países como Noruega, donde desde 2008 rige una cuota del 40 %, la representación de las mujeres en consejos es una realidad consolidada. Sin embargo, varios estudios apuntan a que la brecha salarial y la infrarrepresentación en puestos ejecutivos siguen siendo un desafío. El caso noruego muestra que la paridad numérica es condición necesaria, pero no suficiente, para alcanzar la igualdad efectiva.

Dónde se concentra la brecha salarial

Hemos visto que tanto la retribución fija como la variable –ligada a incentivos, objetivos y bonos de desempeño, y suele ser la más negociable– de las mujeres pertenecientes a consejos de administración son inferiores a las de los hombres.

Pese a que la brecha en la retribución variable puede alcanzar el 80 %, es más grave la existente en el salario fijo, que debería ser independiente de la negociación y el rendimiento individual. Esta diferencia indica que no solo influyen factores legítimos –como la experiencia o la formación– sino que existen sesgos de género sistemáticos que afectan la valoración del trabajo femenino en la cúspide de la empresa.

Por qué sigue existiendo la brecha

Las causas son múltiples. Por un lado, las mujeres suelen tener menor acceso a redes de influencia y contactos estratégicos, lo que limita su capacidad de negociación frente a sus compañeros masculinos. Por otro, existen estereotipos persistentes que subestiman su contribución en la toma de decisiones corporativas. Estudios previos confirman que los contratos ofrecidos a mujeres suelen ser menos sensibles al rendimiento y más conservadores, adaptándose a una supuesta aversión al riesgo.




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También hay un componente cultural: la presencia histórica de los hombres en la dirección de grandes empresas ha creado patrones que perpetúan la desigualdad. Las negociaciones salariales suelen ocurrir en contextos informales dominados por hombres, lo que coloca a las mujeres en desventaja. A esto se suma el llamado “castigo por maternidad”, que sigue influyendo en la percepción de disponibilidad y compromiso de las consejeras.

El efecto combinado de estas dinámicas genera un doble castigo: menos mujeres acceden a puestos ejecutivos y, cuando lo hacen, reciben compensaciones significativamente menores.




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Impacto y relevancia

Esta desigualdad no solo es injusta: afecta a la competitividad y reputación de las empresas. La presencia femenina en los consejos mejora la toma de decisiones y la reputación corporativa, y se ha asociado a mejores resultados financieros. Además, los inversores y los organismos de gobierno exigen cada vez más transparencia y equidad. Ignorar la brecha salarial no solo es un problema ético, sino también un riesgo reputacional y estratégico para las empresas.

En los últimos años la equidad de género ha sido un criterio clave en la inversión sostenible ESG (siglas de Environmental, Social and Governance). No obstante, este 2025 puede estar marcando un cambio de tendencia: BlackRock, uno de los mayores fondos de inversión a nivel global, ha puesto fin a sus objetivos de diversidad y ha fusionado el área de Diversidad, Igualdad e Inclusión con Talento y Cultura, y ahora se enfoca en crear un entorno “que atraiga a los mejores talentos”. En cambio, en 2021, la carta a los inversores de Larry Flink, su consejero delegado, proponía integrar los criterios de diversidad “en todo lo que hacemos”.




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Qué hacer ahora

Aumentar la presencia femenina en los consejos no es suficiente si no se garantiza la igualdad salarial. Las empresas deben implementar políticas de transparencia en remuneraciones, revisar los criterios de asignación de incentivos y retribuciones fijas, y asegurar que las diferencias no dependan del género. Reguladores y legisladores también pueden impulsar estándares que obliguen no solo a la paridad numérica, sino a la igualdad de condiciones económicas.

Existen ya buenas prácticas en algunos países, como la publicación anual de las brechas salariales de género en el Reino Unido, que obligan a las empresas a rendir cuentas públicamente. Una mayor visibilidad de los datos puede generar incentivos poderosos para el cambio.

Para las consejeras, conocer estas brechas es clave para negociar de manera informada y exigir compensaciones justas. Y para la sociedad en general, estos datos invitan a reflexionar sobre qué tipo de empresas y modelos de liderazgo queremos promover.

Hacia la igualdad real

Romper el techo de cristal es solo el primer paso. Si los sueldos continúan siendo desiguales, la igualdad seguirá siendo solo formal. El desafío es garantizar que las mujeres no solo ocupen los puestos de más poder, sino que también cobren lo mismo que sus colegas varones.

Para 2026, cuando la legislación española exigirá un mínimo del 40 % de mujeres en los consejos de administración, será crucial evaluar si estas medidas se traducen en igualdad salarial efectiva. La verdadera equidad corporativa exige mirar más allá de la foto y atender también a lo que aparece en la nómina.

The Conversation

Este trabajo fue financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación (PID2019-104304GB-I00/AEI/10.13039/501100011033) y la Universidad de La Rioja (REGI22-48).

María Dolores Alcaide Ruiz no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. Cuando romper el techo de cristal no basta: las consejeras ejecutivas en España cobran hasta un 55 % menos que los hombres – https://theconversation.com/cuando-romper-el-techo-de-cristal-no-basta-las-consejeras-ejecutivas-en-espana-cobran-hasta-un-55-menos-que-los-hombres-265046

La familia unida siempre permanece unida… hace 3 000 años, también

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Marina Bretos Ezcurra, Investigadora Predoctoral en Prehistoria, Universidad de Zaragoza

Túmulo 2 de Los Castellets, Mequinenza, en el proceso de excavación. José Ignacio Royo Guillén.

A finales de la Edad del Bronce, hace unos 3 000 años, en el poblado de Los Castellets de Mequinenza (Zaragoza), una familia extensa fue enterrada en un gran túmulo colectivo. Además, dos de las personas allí sepultadas eran hijas de primos, una endogamia asociada a la pervivencia de la identidad de linaje, o a reforzar alianzas familiares.

Sin embargo, el resto de los habitantes del poblado recibieron sepultura de forma individual o se incineraron. ¿Por qué no se enterraron todos de igual forma, siguiendo las mismas prácticas funerarias?

¿Cómo y por qué cambia nuestra cultura?

A lo largo de la historia, la humanidad se ha enfrentado a puntos de inflexión en sus prácticas culturales. Las razones por las que las sociedades adoptan novedades o mantienen tradiciones son muy diversas y dependen del contexto. Algunos factores son el contacto intercultural, las innovaciones internas, las transformaciones económicas, los cambios sociales…

Desde la arqueología, identificar cambios es relativamente sencillo, mientras que las continuidades pueden resultar más sutiles. Ahora bien, desentrañar las razones que explican ambas circunstancias suele ir más allá de lo que podemos aprehender.

En la Edad del Bronce final del continente europeo, en torno al 1300 a. e. c., nos enfrentamos, precisamente, a una de estas épocas de compleja transición.

Una nueva forma de transitar al más allá

Hasta entonces, las prácticas funerarias eran relativamente diversas, con una predominancia del enterramiento. Sin embargo, a partir de ese momento, algo cambió. Se instauró y difundió un nuevo ritual funerario: incinerar a los muertos y depositarlos en urnas enterradas. A este fenómeno se le conoce como la cultura de los campos de urnas.

¿Qué hizo que la mayoría del continente europeo cambiase parte de su cultura, de su tradición? Las teorías al respecto han variado a lo largo del tiempo y todo apunta a que puede tratarse de la combinación de factores sociales, culturales y, quizá, prácticos.

Además, la historiografía también se ha preguntado cómo se difundió esta nueva práctica, pasando desde grandes movimientos de población (con implicaciones de asimilación cultural y conquista) hasta una interpretación más reciente que resalta las diferencias regionales y duda de esa supuesta movilidad.

¿Qué herramientas tiene la arqueología para intentar responder a estas preguntas?

Un yacimiento excepcional

La primera fuente es el registro arqueológico. Y, si lo que nos interesa es el estudio de la transición de una práctica cultural a otra, el mejor escenario es aquel donde se han identificado ambas, la antigua y la moderna, la tradicional y la novedosa.

En el caso particular de la cultura de los campos de urnas, apenas contamos con dos o tres ejemplos en Europa donde se produzcan de forma sincrónica enterramientos e incineraciones. Los Castellets, en Mequinenza, es uno de ellos.

Localizado en 1976 y excavado en la década de 1980 por José Ignacio Royo Guillén, este yacimiento situado en un espolón rocoso estratégico junto a la confluencia de los ríos Segre y Ebro estuvo ocupado desde el Bronce Medio hasta la Edad del Hierro. Las personas que lo habitaron fueron depositadas en las necrópolis anexas, bien enterradas o incineradas.

Supone, por tanto, un lugar donde se manifestó la aparición, la convivencia y la posterior consolidación de la incineración como ritual único. Los enterramientos se utilizaron como práctica funeraria hasta el 800 a. e. c. Más adelante, las personas fallecidas únicamente eran incineradas.

La arqueogenética, una nueva mirada al pasado

Gracias a los avances en la genética, ahora somos capaces de recuperar parte del ADN de organismos que vivieron hace miles de años. Así, podemos extraer información sobre ascendencia, parentesco, patógenos, procesos de selección natural… Las posibilidades son enormes.

No obstante, hay barreras que todavía no hemos superado. En el caso de la arqueología funeraria, numerosos grupos culturales del pasado optaron por incinerar a sus difuntos, lo que ha acelerado o culminado la degradación del ADN. Todavía no somos capaces de recuperar información genética de las cenizas, por lo que nos tenemos que centrar en el estudio de individuos inhumados.

El túmulo 2, el mausoleo familiar del yacimiento

El túmulo más interesante del yacimiento es el marcado con el número 2. Por un lado, los análisis genómicos realizados por nuestro equipo demuestran que los ancestros de estas personas no provenían de un movimiento poblacional repentino y de gran magnitud, sino que resultaron de un flujo genético continuo de individuos procedentes de más allá de los Pirineos, con un aporte local del sureste de la península ibérica. Hace 3 000 años, la zona de Mequinenza no estaba aislada, sino que constituía un escenario de interacción y mezcla entre personas de ancestrías diversas.

Por otra parte, el túmulo 2 es el único de entidad colectiva y de tradición megalítica. Se han excavado otros con inhumaciones dobles o triples, pero este enterramiento reunía los restos de más de 30 personas. Los análisis genéticos han demostrado que se trata de un mausoleo familiar, donde dos de cada tres individuos estaban emparentados, con predominio de linajes masculinos y casos de endogamia moderada. Estos resultados de consanguinidad aparecen en sociedades donde se busca reforzar alianzas familiares o preservar la identidad de linaje.

Resulta especialmente interesante investigar si esta práctica social se trató de una estrategia específica de esta familia para reforzar su posición o identidad, o si reflejaba un patrón más general dentro de la comunidad. Que sea el único túmulo colectivo de la necrópolis tal vez apunte a la primera opción.

Así, gracias a las nuevas respuestas que obtenemos de la arqueogenética, nos surgen, de nuevo, interesantes interrogantes que resolver.

The Conversation

Marina Bretos Ezcurra recibe fondos del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades – Agencia Estatal de Investigación (proyecto PID2022-140671NB-I00).

Jesús Vicente Picazo Millán recibe fondos de proyecto es PID2022-140671NB-I00 Registros funerarios y paleoantropología en la Prehistoria Reciente del valle medio del Ebro, Agencia Estatal de Investigación-Unión Europea.

ref. La familia unida siempre permanece unida… hace 3 000 años, también – https://theconversation.com/la-familia-unida-siempre-permanece-unida-hace-3-000-anos-tambien-265297

Ted Bundy culpó a la pornografía de sus crímenes: ¿y si no estaba tan equivocado?

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Carmen María León Márquez, Profesora e Investigadora en Criminología, Universidad de Castilla-La Mancha

Imagen promocional de la serie _Conversaciones con asesinos: Las cintas de Ted Bundy_. Netflix

En 1989, días antes de su ejecución, Ted Bundy –uno de los asesinos en serie más notorios de Estados Unidos– concedió una entrevista que aún hoy suscita polémica. Frente a las cámaras, atribuyó el origen de sus despiadados crímenes a su adicción a la pornografía violenta. Muchas personas interpretaron estas palabras como una estrategia para desviar la atención de sus actos. Pero ¿y si su declaración apuntaba, al menos en parte, a un problema real?

Aunque conviene tomar su testimonio con escepticismo, lo cierto es que la relación entre el consumo de pornografía y la violencia contra las mujeres ha sido objeto de estudio durante décadas. Y si bien no existe un consenso absoluto, la evidencia empírica sugiere que este vínculo no puede continuar siendo ignorado.

Las investigaciones sobre este tema han arrojado resultados heterogéneos, aunque existe una tendencia clara: el consumo frecuente de pornografía –especialmente aquella de contenido violento o degradante hacia las mujeres– se asocia con actitudes más permisivas hacia la violencia sexual y con una menor empatía hacia las víctimas.

Como muestra de ello, un metaanálisis de 2016, publicado en Journal of Communication, reveló que el consumo de pornografía se relaciona con una mayor propensión a adoptar conductas sexuales violentas, especialmente entre hombres jóvenes. De forma consistente, una revisión sistemática más reciente encontró que el consumo de pornografía violenta incrementa la probabilidad de cometer agresiones sexuales, particularmente entre varones. Además, otro estudio mostró que quienes consumen este tipo de contenido tienden también a minimizar la gravedad de la agresión sexual, lo que podría contribuir a normalizar este tipo de conductas.

Dinámicas de humillación

Es importante señalar que no toda la pornografía posee el potencial de producir los mismos efectos. De hecho, numerosas investigaciones diferencian entre el contenido no violento y aquel que normaliza dinámicas de dominación, coerción o humillación. Sin embargo, la pornografía más consumida –es decir, la que circula en las principales plataformas digitales gratuitas– responde justamente a estos últimos patrones: relaciones asimétricas de poder, violencia física o verbal, mujeres cosificadas y hombres que ejercen un control absoluto sobre el acto sexual.

La pornografía no es el origen de la violencia sexual contra las mujeres, pero sí la amplifica y la erotiza. Sus imágenes refuerzan estereotipos profundamente arraigados sobre los roles de género: el hombre como sujeto dominante y activo; la mujer, como objeto pasivo y siempre disponible.

En un contexto en el que muchas personas, especialmente adolescentes, acceden a estos contenidos antes de haber recibido cualquier tipo de educación sexual formal, el riesgo de que actúen como una guía distorsionada del deseo es alto.

Numerosos estudios han demostrado que el consumo temprano de pornografía se asocia con expectativas sexuales poco realistas, dificultades para establecer relaciones afectivas saludables y confusión en torno al consentimiento. Más preocupante aún es que muchos y muchas jóvenes tienden a normalizar prácticas sexuales violentas o degradantes bajo la creencia de que forman parte del “sexo real”.

¿Por qué evitamos hablar del tema?

A pesar de su omnipresencia, la pornografía continúa siendo un tema incómodo, incluso en el ámbito académico. Las investigaciones sobre sus potenciales efectos existen, pero a menudo se discuten en círculos especializados, lejos del debate público. Esta distancia no es baladí: tiene consecuencias.

Diversos estudios indican que aproximadamente la mitad de los y las adolescentes han consumido pornografía online antes de los 15 años, y muchos de ellos y ellas manifiestan que estos contenidos modularon su forma de entender el sexo y las relaciones afectivo-sexuales.

Como se desprende de todo esto, el problema es estructural: gran parte de la pornografía más consumida refuerza patrones de dominación masculina, cosificación femenina y naturalización de prácticas sexuales violentas. No se trata de excepciones, sino de una narrativa dominante dentro del contenido pornográfico mainstream. La escasez de representaciones sexuales basadas en la reciprocidad, el consentimiento explícito y el placer mutuo no es casual, sino reflejo de una industria orientada a reproducir modelos hegemónicos del deseo.

Escuchemos a Bundy

El testimonio de Ted Bundy no constituye una prueba científica, pero tampoco debería ser desoído: en cierto modo, actúa como una advertencia. La ciencia ha demostrado que existe una relación, aunque compleja, entre el consumo de pornografía violenta y la normalización de actitudes sexistas, violentas o insensibles hacia las mujeres.

Esto no significa que todos los usuarios desarrollarán conductas violentas. Pero sí sugiere que, en contextos donde ya existen factores de riesgo (como déficits empáticos, masculinidades tóxicas o aislamiento social), el consumo habitual de pornografía puede favorecer la internalización de esquemas cognitivos que justifican o trivializan la violencia sexual.

La discusión no debería centrarse únicamente en el caso de un asesino serial, sino en cómo permitimos que millones de personas –en especial adolescentes– asuman la violencia como parte del sexo. ¿Qué se termina deseando cuando la violencia sexual se erotiza? ¿Y qué tipo de relaciones afectivo-sexuales estamos construyendo a partir de esos referentes?

The Conversation

Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.

ref. Ted Bundy culpó a la pornografía de sus crímenes: ¿y si no estaba tan equivocado? – https://theconversation.com/ted-bundy-culpo-a-la-pornografia-de-sus-crimenes-y-si-no-estaba-tan-equivocado-265456

Un estudio demuestra que aumentar la variedad de alimentos en la dieta puede alargar la vida

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Sangeetha Shyam, Miguel Servet Fellow in Nutrition, Ad Honorem Professor, Universitat Rovira i Virgili

Antonina Vlasova/Shutterstock

Desde los orígenes de la humanidad hemos buscado formas de comer mejor para vivir más y con mejor salud. Una senda que hoy continúa la ciencia de la nutrición.

Aunque existe un gran conocimiento sobre el equilibrio de calorías, proteínas, grasas, vitaminas y minerales que necesita nuestro organismo para llevar una dieta óptima, se trata de un campo del que todavía queda mucho por descubrir. Y, si bien estamos acostumbrados a escuchar consejos sobre los alimentos que nos hacen daño y que debemos evitar, también es importante hablar de los que son beneficiosos, lo que entronca con un concepto muy interesante: la biodiversidad alimentaria.

Desde la nutrición solemos hablar de tres pilares clave: equilibrio, moderación y suficiencia de los alimentos. Pero hay un cuarto pilar que muchas veces olvidamos: la variedad. Dicho de otro modo, la diversidad de especies que forman parte de nuestra dieta diaria.

Para entenderlo mejor, veamos un ejemplo:

Persona A: comió pan, queso parmesano, tomate, leche, un filete de ternera y dos manzanas; en total, 4 tipos de especies de animales y vegetales distintos.

Persona B: comió, en cambio, pan, queso, arroz, pollo, tomate, berenjena, cebolla, una naranja y un plátano. Lo que hace un total de 9 especies.

Aunque ambas personas ingirieron más o menos la misma cantidad de calorías y grupos de alimentos, la dieta de la persona B resultó mucho más heterogénea.




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¿Por qué importa la biodiversidad en la dieta?

La diversidad en lo que comemos es fundamental desde dos perspectivas:

  1. La salud humana: Una dieta más variada aporta más nutrientes y compuestos beneficiosos, y podría favorecer una microbiota intestinal más saludable.

  2. La salud del planeta: Al no depender siempre de las mismas y pocas especies, se reduce la presión sobre los ecosistemas y la pérdida de biodiversidad.

Pero la gran pregunta es: ¿un patrón de alimentación más variado podría además ayudarnos a vivir más años?

El caso de PREDIMED: biodiversidad y longevidad en España

Para dar respuesta a esta incógnita, nuestro grupo de investigación del Grupo Alimentación, Nutrición, Desarrollo y Salud Mental (ANUT-DSM) de la Universitat Rovira i Virgili (URV) y del Institut d’Investigació Sanitària Pere Virgili (IISPV) llevamos a cabo el estudio conocido como PREDIMED, enfocado en evaluar si una mayor biodiversidad alimentaria se asociaba efectivamente con una menor mortalidad en adultos mayores.

Este trabajo, publicado en la revista Science of the Total Environment, analizó la dieta de 7 200 personas de entre 60 y 80 años con alto riesgo cardiovascular, a quienes se les hizo un riguroso seguimiento de una media de seis años. A través de cuestionarios alimentarios validados y herramientas estadísticas avanzadas, pudimos evaluar el número de especies diferentes que habían consumido mediante un indicador que creamos y al que llamamos Riqueza de Especies Dietéticas (DSR).

Con este índice pudimos no sólo estimar el número de especies animales y vegetales diferentes incluidas en la dieta habitual de cada uno de los participantes en nuestro estudio, sino también el el riesgo de mortalidad que presentaban.

Los resultados fueron sorprendentes: cada especie adicional consumida regularmente reducía en un 9 % el riesgo de morir por cualquier causa. Dado que los fallecimientos pueden ocurrir por motivos no directamente relacionados con la dieta –como accidentes, infecciones respiratorias, etc.–, intentamos analizar las causas específicas de las muertes vinculadas a la alimentación. Y encontramos que el riesgo de fallecer por enfermedades cardiovasculares disminuía en un 7 % y por cáncer en un 8 %.

En otras palabras, nuestro trabajo evidencia que una mayor diversidad en los alimentos se traduce en una vida más longeva y saludable.




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Otra de las conclusiones relevantes del análisis es que la asociación entre biodiversidad de la dieta y mortalidad era independiente de la calidad nutricional de los alimentos consumidos. No todos los participantes que seguían una dieta mediterránea mostraban hábitos de una alimentación diversa y viceversa.

¿Cómo funciona esta relación?

Aunque todavía no entendemos del todo esta relación entre heterogeneidad y longevidad, sí contamos con algunas pistas:

• Más especies significa más variedad de nutrientes y compuestos beneficiosos.

• También podría significar una microbiota intestinal más equilibrada y saludable.

Entonces, ¿qué conclusiones podemos sacar de nuestros resultados? Aunque comamos la cantidad adecuada de calorías y los grupos de alimentos recomendados, aumentar la variedad de especies en nuestra dieta suma beneficios adicionales. Una alimentación biodiversa no solo ayuda al planeta, también podría darnos más años de vida. Y lo mejor: hace que comer sea más entretenido y menos monótono.

Como apunta la traducción de una expresión muy común en inglés: “la variedad es la sal de la vida”. Y, según revela la ciencia, ¡también podría ser uno de los secretos para la longevidad!

The Conversation

Sangeetha Shyam recibe fondos de Instituto de Salud Carlos III.

Jordi Salas-Salvadó recibe fondos de Instituto de Salut Carlos III. JSS has also had his travel/ accommodation expenses covered for lectures in Congresses by the International Nut and Dried Fruit Foundation and reports receiving honoraria as the Member of the Spain Institute Danone Advisory Board. JSS is also Honorary Member of the Scientific Committee of Danone Institute International and the International Nut and Dried Fruit Foundation World Forum For nutrition research and dissemination. Patrimonio Comunal Olivarero provided olive oil free of cost to PREDIMED-Plus participants, coordinated by JSS. JSS’s institution has received research grants from the International Nut and Dried Fruit Foundation.

Nancy Babio no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. Un estudio demuestra que aumentar la variedad de alimentos en la dieta puede alargar la vida – https://theconversation.com/un-estudio-demuestra-que-aumentar-la-variedad-de-alimentos-en-la-dieta-puede-alargar-la-vida-264662

Cómo la llegada de Robert F. Kennedy Jr. ha sacudido el sistema de salud pública en EE. UU.

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Carmen Isolina Egea Gutiérrez – Cortines, Profesora Políticas Públicas y Unión Europea, Universidad Francisco de Vitoria

El secretario de Salud estadounidense, Robert Jr. Kennedy. lev radin/Shutterstock

29 días duró en su cargo Susan Monarez, directora de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, nombrada por la propia Administración Trump.

Tras ella renunciaron cuatro altos cargos más del CDC. Todos argumentaron preocupación por los recortes en el organismo, la desinformación sobre las vacunas y la politización de los servicios de salud públicos que dirige Robert F. Kennedy Jr.

El cese de Monarez ha formado parte de un posicionamiento en materia de salud pública por parte del presidente Donald Trum que es más que discutible. La política influye en la salud, y esta no es ni la primera ni la última vez que lo veremos, pero este caso está teniendo especial relevancia.

No hay duda de que la sucesión de eventos políticos en Estados Unidos está provocando inestabilidad. La elección de Robert F. Kennedy Jr. como secretario de Estado de Salud generó un debate considerable en su día al haber sido un activista antivacunas durante la pandemia de la covid-19 y haberse unido a los que exponen que hay una unión entre determinadas vacunaciones y el autismo –algo más que descartado por la ciencia– .

Se han añadido recientemente a estos posicionamientos las declaraciones del presidente sobre la relación entre el consumo del Tylenol (que contiene paracetamol) y el autismo, en el fondo culpando de un problema muy complejo como es el autismo a la comunidad científica y también a las mujeres por el consumo de este medicamento durante el embarazo. Todo ello sin aportar evidencias sólidas y contribuyendo a la desinformación pública.

Desde que fue nombrado, su papel fue distinto al habitual en un puesto semejante. No hablaba de listas de espera o de lucha contra las enfermedades cardiovasculares, la gran pandemia estadounidense. Eso sí, adoptaba un tono claramente sanitario –terminar con la epidemia de enfermedades crónicas–, otro técnico –la vuelta a una medicina y ciencia basada en la evidencia– y uno político –la lucha contra la corrupción en las agencias de salud–.

Un presupuesto de 3,4 billones de dólares

Y Kennedy se puso a trabajar para ejecutar su mandato. Siguiendo la línea de otros miembros del gabinete, como el secretario de Estado Marco Rubio o el controvertido Elon Musk, impulsó reformas en las principales agencias federales de salud. Esto tenía un alcance mucho mayor que en otros departamentos, ya que de él dependen organismos tan decisivos como el NIH – Instituto Nacional de Salud–, que financia la investigación básica en salud; la FDA –Administración de Alimentos y Medicamentos–, que aprueba medicamentos, y los CMS –agencias de salud–, que gestionan Medicare y Medicaid para más de 100 millones de ciudadanos. El presupuesto bajo su responsabilidad asciende a 3,4 billones de dólares

El cese de gran parte de los equipos anteriores a los actualmente nombrados por Kennedy ha llevado consigo acusaciones de presiones de la comisión para la aprobación de las vacunas del CDC.

La relación entre salud y política es mucho más estrecha de lo que solemos imaginar. Lo vimos en los distintos modos de respuesta a la pandemia de la covid-19. Ocurrió en Brasil y en México, pero también en Bulgaria o incluso en Estados Unidos.

Las decisiones sanitarias tocan tres fibras muy sensibles a la vez: la redistribución de recursos, la identidad personal y el peso de la ciencia. Por eso debates sobre vacunas, seguros médicos o acceso a tratamientos generan tanta controversia.

Las críticas a los cambios realizados en las distintas agencias se han escuchado y reflejado en la prensa. El impacto que tiene en la sociedad una situación de inestabilidad en un sector tan importante como el de la salud es enorme.

Confianza en el profesional y en el sistema

En general, el sistema sanitario, incluidos los tratamientos, tiene un componente importante de confianza en el profesional y en el propio sistema. La crítica a los procesos de aprobación de las medicaciones o de las vacunas, al igual que a los profesionales que realizan esta aprobación, produce una falta de adherencia a los tratamientos y, como resultado, un impacto sobre la salud de los pacientes.

En este caso, la revisión –compleja e injustificada en su explicación– de la política de vacunación tiene muchos efectos. Las declaraciones del secretario de Salud exponiendo que no prohibiría el uso a un padre o una madre, pero que sería objeto de revisión, conlleva una posible salida de las vacunas de la cartera de servicios del sistema de salud público. Así, cada progenitor tendrá que cubrir las vacunas de sus hijos.

La privatización de uno de los elementos más importantes de la prevención sanitaria como es la vacunación podría tener consecuencias terribles. Y ya hemos visto cómo han aumentado los brotes de sarampión en Estados Unidos.




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Estamos presenciando un cambio en la manera de concebir la salud, marcado por tintes ideológicos, que traerá efectos muy graves.

The Conversation

Carmen Isolina Egea Gutiérrez – Cortines no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. Cómo la llegada de Robert F. Kennedy Jr. ha sacudido el sistema de salud pública en EE. UU. – https://theconversation.com/como-la-llegada-de-robert-f-kennedy-jr-ha-sacudido-el-sistema-de-salud-publica-en-ee-uu-264650