Douglas Massey, sociólogo: “Acogemos a los solicitantes de asilo pero no les dejamos trabajar. Luego les culpamos por utilizar los recursos públicos. Es autodestructivo”

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Claudia Lorenzo Rubiera, Editora de Cultura, The Conversation

El sociólogo estadounidense Douglas Massey es el Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales 2025 por haber realizado, según el jurado, “aportaciones fundamentales a la comprensión de las migraciones internacionales y sus consecuencias en la segregación urbana y la estratificación social”. A punto de viajar a Asturias, donde nunca ha estado, Massey no se inmuta ante la posibilidad de que el tiempo norteño le reciba con lluvia. “No hay problema, crecí cerca de Seattle”, dice.

Efectivamente, nació en el estado de Washington en 1952. Su familia materna proviene de Finlandia, desde donde se trasladaron a Estados Unidos a principios del siglo XX; por eso siempre ha sentido afinidad por los inmigrantes. Y cuando comenzó a estudiar español (un idioma que sigue hablando), se acercó a la cultura latinoamericana porque sus profesores eran mayoritariamente mexicanos.

Logotipo del 30 aniversario, en 2017, del 'Mexican Migration Project'.
Logotipo del 30 aniversario, en 2017, del ‘Mexican Migration Project’.
Mexican Migration Project

Así, Massey ha estudiado específicamente las migraciones mexicanas y centroamericanas hacia Estados Unidos. Fue durante años el codirector –junto a Jorge Durand, de la Universidad de Guadalajara– del Mexican Migration Project: “Cuando terminé mi doctorado, sobre la segregación residencial de los latinos, me presentaron a un estudiante que estaba acabando Antropología. Pasamos un año en México, en el estado de Michoacán, donde el 75 % de los hogares tenían a alguien trabajando en Estados Unidos. Me di cuenta de que sobre el terreno se podía recopilar información muy precisa del proceso migratorio, así que decidí estudiar comunidades específicas y crear una base de datos, que acabó siendo el Mexican Migration Project”.

Tras la jubilación de ambos, el proyecto ha migrado (“como hacemos todos cuando las circunstancias cambian”, añade Massey) de la universidad en la que él enseña desde hace décadas, Princeton, a Brown. Ahora está codirigido por uno de sus antiguos estudiantes, David Lindstrom, y por Silvia Giorguli Saucedo y Jéssica Nájera Aguirre, del Colegio de México, bajo el nombre de Mesoamerican Migration Project.

“Actualmente”, comenta, “el mundo está cambiando muy rápidamente, y no precisamente para bien. La hostilidad hacia los inmigrantes forma parte de una reacción mucho más amplia contra la globalización, con las clases medias y bajas resentidas por la desigualdad que esta ha provocado. Además, han surgido demagogos que se aprovechan de estos sentimientos. La globalización se basaba en la expansión de los mercados y la democracia, y ninguno de los dos se está expandiendo ya, sino que retroceden. Estamos pasando a sistemas políticos más autoritarios y a un sistema comercial en el que los poderosos imponen acuerdos a los países más débiles”.

“Los inmigrantes son un blanco fácil porque son vulnerables, diferentes, y pueden ser presentados como una amenaza para la sociedad. En la historia de Estados Unidos, ha habido muchas reacciones contra la inmigración y siempre coinciden con el aumento de la desigualdad y la inseguridad. Ocurrió en la década de 1840 contra los católicos irlandeses y alemanes, y en la década de 1920 contra los europeos del sur y del este. Ahora los latinos son el grupo racializado marginado”.

Es curioso que se repitan estos ciclos en una nación que fue construida por inmigrantes.

Los estadounidenses son muy malos en historia. Siempre miran hacia delante, no hacia atrás. Si habla con italoamericanos de tercera generación, le contarán que sus padres llegaron legalmente, aprendieron inglés muy rápido y trabajaron para integrarse. Aunque no sea lo que sucedió. A esto se suman el auge de los demagogos y que no ha habido ninguna narrativa contraria. Nadie se ha levantado para decir que los inmigrantes construyeron Estados Unidos y que, si se les da una oportunidad, construirán el Estados Unidos del futuro. Eso es demostrable desde las ciencias sociales, pero todo el mundo tiene miedo de expresarlo.

¿Se está perdiendo la oportunidad de abordar el tema de otra manera desde la política?

Mucha gente de izquierda se mueve hacia la derecha pensando que tal vez así consiga algún compromiso, pero eso nunca funciona. Obama llegó al cargo pensando que podía unir a Estados Unidos y antes incluso de empezar a negociar, reforzó la vigilancia fronteriza y aumentó las deportaciones hasta niveles récord. En su mente pensaba: “Les demostraré que puedo estar más en sintonía con la aplicación de la ley. Entonces concederán alguna reforma migratoria”. Pero eso nunca iba a suceder. Y parece ser la dirección que está tomando la izquierda en todo el mundo. Se creen la retórica de la amenaza en lugar de la retórica de la oportunidad.

Además, la situación migratoria está cambiando.

Nadie está planteando actualmente un argumento humanitario. Lo que solía ser un flujo de trabajadores inmigrantes mexicanos que llegaban a Estados Unidos en busca de oportunidades económicas se está convirtiendo cada vez más en refugiados en busca de asilo. Y la respuesta de la administración Trump es criminalizarlos, tacharlos de parásitos y delincuentes que deben ser exterminados.

¿Qué le gustaría decir a usted, que es experto, sobre este tema?

Los inmigrantes solo se convierten en un problema cuando se intenta impedir algo que ocurre de forma natural. Las personas emigran y lo hacen por buenas razones. Es mejor considerar a los migrantes como un recurso potencial: darles oportunidades y ayudarles a construir la sociedad. La mayor parte de lo que se oye en la esfera pública sobre ellos es falso, se basa en actitudes prejuiciosas y es utilizado por personas que buscan poder e influencia de forma ilegítima. La globalización corre un grave peligro de colapsar, y por eso Donald Trump es tan peligroso: Estados Unidos fue un actor clave en la construcción y el mantenimiento de la economía global y su presidente está haciendo todo lo que puede para destruirla.

Una mujer sostiene una pancarta en alto que dice 'Abolish ICE'-
Protestas en Los Ángeles, en junio de 2025, contra las redadas y las políticas migratorias del presidente Donald Trump.
Sua Sponte Photography/Shutterstock

En un estudio sobre la influencia de la violencia llegaron a la conclusión de que, en México, este no era un factor importante en la migración indocumentada a Estados Unidos.

Lo que descubrimos entonces fue que la violencia en el lugar de origen sí predecía la migración, pero dentro del propio México. Pero hay que tener en cuenta que en aquel momento Estados Unidos estaba abriendo muchas vías legales y la migración ilegal se estaba reduciendo. Sin embargo, los datos cambian muy rápidamente. La violencia es cada vez más un factor de empuje, igual que el cambio climático, tanto desde México como desde otros lugares de América Latina. Mi antigua alumna Filiz Garip, que me sustituyó en Princeton, está analizando datos satelitales sobre modificaciones en el territorio y circunstancias ecológicas y climatológicas que después cruza con las migraciones. Y observa que el número de migrantes globales está aumentando, igual que la proporción de aquellos que lo hacen para escapar de amenazas.

También ha estudiado la discriminación residencial en Estados Unidos.

Cuando empecé a estudiar la segregación latina, había tres grupos básicos: mexicanos en el suroeste, puertorriqueños en el noreste y cubanos en el sur de Florida. En lo referente a discriminación, destacaba el grupo de Puerto Rico. La raza era un factor importante y eso hacía que los procesos de asimilación fuesen más lentos: los portorriqueños se vieron frenados por su baja condición socioeconómica y por mucho racismo. Pero los mexicanos y los cubanos no estaban tan segregados.

Lo que ha cambiado con el tiempo es que la población latina se ha vuelto mucho más numerosa y una gran parte de ella se encuentra en situación irregular. Esta “ilegalidad” se ha convertido en una excusa para demonizarlos y es, además, una enorme barrera para la movilidad social y espacial, lo cual fomenta la guetización: los barrios que albergan a latinos se han llenado de más latinos, por lo que se han aislado aún más. El problema ahora es que la mayoría son padres de ciudadanos estadounidenses. Por lo tanto, incluso cuando estos hijos son residentes legales, beneficiarios permanentes del DACA (que permite que quienes llegaron ilegalmente siendo niños accedan a permisos de trabajo) o ciudadanos nacionalizados, tienen miedo de avanzar demasiado socialmente por temor a llamar la atención sobre sus padres y que les deporten. Es una enorme carga para la próxima generación.

El año pasado estuve en Nueva York y por primera vez vi a familias latinoamericanas mendigando, algo que nunca había visto antes. ¿Qué ha cambiado en el contexto actual?

Las políticas, que ahora son mucho más excluyentes. A principios de los 2000, los migrantes eran mayoritariamente mexicanos y centroamericanos. Estos últimos tenían más dificultades para integrarse, porque no contaban con redes sociales. Los jóvenes, especialmente los adolescentes, eran demasiado mayores para rendir bien en el sistema escolar y fueron quienes acabaron en las calles, en bandas como la Mara Salvatrucha, que nació en Los Ángeles. Pero hay que tener en cuenta que el origen de todo esto había sido la intervención militar y política de Estados Unidos en Centroamérica, que provocó desplazamientos masivos de personas a las que luego no se les proporcionó una vía legal para refugiarse.

Los que vemos actualmente en las calles son venezolanos que no tienen a dónde volver. Tienen derecho, según la legislación estadounidense e internacional, a cruzar la frontera de Estados Unidos y solicitar asilo para que se juzguen sus casos, pero eso no se está haciendo. Sin embargo, no son personas con poca formación. Son inmigrantes que nos vendrían bien, pero no los queremos. Aunque necesitamos mano de obra, aunque tenemos la capacidad de absorberlos, aunque asimilamos e integramos a 1,3 millones de vietnamitas en la década de 1970, ya no hacemos ese tipo de cosas.

¿Tienen los países de acogida capacidad de absorber a más personas de las que afirman?

Sí, una capacidad mucho mayor. Las tasas de fertilidad en Europa son incluso más bajas que en Estados Unidos, la población está envejeciendo muy rápidamente y hay escasez de mano de obra. Los inmigrantes venezolanos no tienen problemas para encontrar trabajo en los puestos más bajos de la escala profesional en España. Se les necesita, pero hay una resistencia alimentada por los miedos. Y las políticas son una locura. Así, acogemos a un montón de solicitantes de asilo, los alojamos y no les dejamos trabajar. Luego les culpamos por utilizar los recursos públicos. Es autodestructivo.

Hombres y mujeres sentados en la calle entre vallas comen.
Inmigrantes ilegales en Nueva York comen tras haber recibido alimentos por parte del gobierno.
Claudine Van Massenhove/Shutterstock

La reacción hacia los inmigrantes siempre tiene un componente económico, ¿no es así?

Es una combinación de estatus socioeconómico, pero también racial. Yo me gradué en el instituto en 1970. En aquella época, sectores enteros de empleo estaban reservados para personas como yo, hombres blancos. Muchos trabajos estaban fuera del alcance de las mujeres. Los negros estaban segregados en ocupaciones de menor categoría y los latinos y asiáticos eran poblaciones minoritarias. Ahora los latinos representan el 14 % de la población. Una gran parte de ellos no tiene estatus legal y otra gran parte son minorías visibles, tienen la piel oscura y rasgos africanos, lo que siempre ha sido una dimensión importante de la estratificación en Estados Unidos.

Un anterior ganador del premio que usted está a punto de recibir, el sociólogo Alejandro Portes, dijo en Asturias que la inmigración a España era tan reciente y había sido tan rápida que no había habido tiempo de desarrollar una cultura racista.

Gran parte de la migración temprana a España, una vez que se unió a la Unión Europea, fue bienvenida. Los turistas alemanes y británicos traían dinero. El mayor problema de integración podría ser con los africanos, por tener piel oscura, pero muchos otros inmigrantes eran hispanohablantes. Con su acogida, España ha sido realmente un modelo para Europa de cómo pagar las deudas de su pasado colonial en América Latina.

Actualmente se habla de aceptar inmigrantes que tengan una “cultura cercana” al lugar de destino.

Tiene sentido pensar en eso como un criterio. Se quiere gente que encaje, lo cual, en el caso de España, es fácil de ver con la migración latinoamericana. Pero moralmente significa dividir a las personas en dignas e indignas. Y, en términos prácticos, se pierde la diversidad que, según muestran las investigaciones en ciencias sociales, es beneficiosa. Si hay homogeneidad, se toman decisiones estúpidas porque nadie las cuestiona. La diversidad hace que la sociedad sea flexible y tenga visión de futuro.

¿Qué bulo le da más miedo en relación con la inmigración?

Trump está tratando de presentar las ciudades estadounidenses como lugares peligrosos en los que el ejército necesita intervenir. Y los inmigrantes y los afroamericanos son una parte importante de ese discurso. Así que envía tropas o al ICE (Servicio de Control de Inmigración y Aduanas) a Chicago, Portland o donde sea. Pero no hay ningún problema real allí que no haya existido durante años y no haya sido gestionado por las autoridades locales. Las intervenciones militares provocan reacciones, y esas reacciones se convierten en justificación para una mayor militarización. Es algo que hicieron los nazis en la Alemania de los años 30.

El otro día leí al escritor mexicano Jorge Volpi decir que, ante la pérdida de esperanza en el mundo actual, que “si alguien todavía tiene esperanza en el futuro, son los migrantes”.

Esperanza y, basándose en ella, motivación para integrarse. No tienen ningún incentivo para ser perezosos y no hacer nada. Quieren trabajar. Quieren salir adelante y que sus hijos también salgan adelante. Y eso es beneficioso para la sociedad.

Retablo de una mujer en el que da gracias a Dios por haberla permitido cruzar el río con sus hijos.
Retablo de Virginia Velázquez.
Colección Arias-Durand/Princeton University Art Museum

Uno de los proyectos en los que trabajé con Jorge Durand fue “Milagros en la frontera”. A los dos nos interesaba el arte popular mexicano, así que viajamos al santuario de la Virgen de San Juan de Los Lagos, en los Altos de Jalisco, para ver los retablos que cubren todas las paredes. Cualquier cosa que le pueda pasar a un ser humano acaba ahí expuesta, en una de esas pinturas que dan gracias a la Virgen por un milagro otorgado o un favor recibido. Descubrimos que muchas de ellas tenían que ver con experiencias de la migración a Estados Unidos, así que decidimos crear una colección y reunimos unos 60 retablos, que se expusieron por primera vez en la Ciudad de México. Fue parte de nuestro intento de permitir que los inmigrantes contaran sus propias historias. Cuando Jorge y yo nos jubilamos, dejamos la colección al Museo de Arte de la Universidad de Princeton, que ahora la expone dentro del ala dedicada al arte latinoamericano. Uno de los vigilantes de sala nos dijo que normalmente la gente entra y sale rápidamente de la mayoría de las galerías. Pero, en esa, entran y tardan mucho en salir.


Esta entrevista se publicó originalmente en la Revista Telos de la Fundación Telefónica.


The Conversation

ref. Douglas Massey, sociólogo: “Acogemos a los solicitantes de asilo pero no les dejamos trabajar. Luego les culpamos por utilizar los recursos públicos. Es autodestructivo” – https://theconversation.com/douglas-massey-sociologo-acogemos-a-los-solicitantes-de-asilo-pero-no-les-dejamos-trabajar-luego-les-culpamos-por-utilizar-los-recursos-publicos-es-autodestructivo-267665

Bajo la ceniza: los suelos que sostienen la vida tras los incendios

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Elena Marcos Porras, Investigadora en biodiversidad y gestión ambiental, Universidad de León

Paisaje después de un incendio. neenawat khenyothaa/Shutterstock

El suelo es la base de la vida del bosque. En él crecen las raíces de las plantas, se almacena el agua y viven millones de seres diminutos que ayudan a mantener el equilibrio del ecosistema. Cuando el fuego lo daña, el bosque tiene muchas más dificultades para recuperarse.

Hoy en día los incendios son más frecuentes y más intensos por culpa del cambio climático y la sequía. Por eso, entender qué le pasa al suelo después del fuego y cómo podemos ayudarlo a recuperarse, resulta fundamental para cuidar nuestros bosques y el medio ambiente.

El fuego también daña lo que no se ve

Cuando ocurre un incendio forestal, todos pensamos en las imágenes del bosque quemado que quedan a la vista: los árboles calcinados, los animales que huyen y el suelo cubierto de ceniza. Pero lo que ocurre debajo de la superficie queda inadvertido para la mayoría. El fuego también afecta lo que está bajo tierra, donde tienen lugar cambios muy importantes que pueden durar muchos años.

No todos los incendios son iguales. Algunos solo queman las hojas y ramas secas del suelo, sin causar grandes daños. Otros son de alta severidad, y pueden calentar tanto el terreno que acaban destruyendo la materia orgánica y los organismos que viven en él.

El calor puede cambiar el color, la textura y la composición del suelo. También alterar su pH (su grado de acidez o alcalinidad), así como su capacidad para retener agua. En los casos más graves, el suelo queda más suelto y más fácil de arrastrar por la lluvia.

Estas transformaciones hacen que el bosque pierda resiliencia, es decir, su capacidad de recuperarse. Si el suelo se empobrece, las nuevas plantas tienen más dificultades para crecer y el ecosistema se regenera mucho más lentamente.




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Un mundo de vida bajo nuestros pies

Aunque no lo parezca, el suelo está lleno de vida. En un puñado de tierra hay millones de microorganismos: bacterias, hongos, insectos diminutos y otros seres que trabajan sin descanso. Son los encargados de descomponer la materia orgánica (como hojas y ramas muertas) y convertirla en nutrientes que las plantas pueden aprovechar. Además, estos organismos ayudan a mantener la estructura del suelo, permitiendo que el agua se filtre y las raíces puedan respirar. Gracias a ellos, el suelo se mantiene fértil y equilibrado.

Cuando el fuego destruye esta comunidad invisible, el ecosistema pierde gran parte de su capacidad de funcionar correctamente). Los hongos del suelo, por ejemplo, son esenciales porque forman redes que conectan las raíces de diferentes plantas y las ayudan a obtener agua y minerales. Si desaparecen, las plantas se debilitan y la recuperación del bosque se hace mucho más lenta.

Por eso, los científicos afirman que “sin un suelo vivo no hay bosque posible”. Cuidarlo significa cuidar la vida que sostiene todo el ecosistema.




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La lluvia puede hacer desaparecer siglos de vida en unos días

Después de un incendio, el suelo queda desnudo, sin raíces que lo sujeten ni vegetación que lo proteja. En ese estado, las gotas de lluvia impactan directamente sobre la superficie y pueden arrastrar la tierra cuesta abajo. Este proceso, conocido como erosión, es uno de los mayores peligros después de un fuego.

La consecuencia más grave derivada de este fenómeno es que la capa superior, la más fértil y rica en nutrientes, es también la más fácil de perder.
Formar solo un centímetro de suelo puede tardar entre 100 y 500 años, pero bastan unas pocas tormentas para que desaparezca. Lo que retrasa mucho la recuperación del ecosistema. Sin esa capa fértil las semillas no pueden germinar bien y el bosque tarda mucho más en volver a crecer.

Además, la erosión no solo afecta al bosque quemado. El agua que arrastra el suelo puede llegar a los ríos y embalses, enturbiar el agua, dañar la fauna acuática y reducir la calidad del agua potable. Por eso, las primeras lluvias después del fuego pueden ser casi tan destructivas como el incendio.




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Cómo se puede ayudar al suelo a recuperarse

Existen diferentes técnicas para evitar que el suelo afectado por un incendio se pierda y para acelerar su recuperación. Una de las más efectivas es el mulch orgánico, una capa de restos vegetales triturados (por ejemplo, de ramas y paja) que se coloca sobre el suelo quemado. Esta cobertura protege la superficie del impacto de la lluvia, reduce la escorrentía del agua (su escurrimiento para llegar a ríos, arroyos o el océano) y mantiene la humedad. Con el tiempo, el material se descompone y enriquece el suelo con nutrientes.

Otra medida útil es colocar fajinas, que son hileras de troncos o ramas colocadas en las laderas siguiendo las curvas del terreno. Estas barreras frenan el agua, retienen la tierra y evitan que el suelo sea arrastrado hacia abajo. También se pueden construir pequeñas barreras en arroyos para evitar que los sedimentos lleguen a los ríos.

Sin embargo, no siempre es necesario intervenir. En algunos casos, el propio ecosistema puede recuperarse por sí solo. Por eso, antes de actuar es importante evaluar la severidad del incendio y decidir dónde hace falta ayudar y dónde es mejor dejar que la naturaleza siga su curso.




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Un recurso que no podemos fabricar

El suelo es un recurso muy valioso y difícil de recuperar. La naturaleza tarda siglos en formar unos pocos centímetros de tierra fértil, pero un solo incendio y unas lluvias intensas pueden destruirla en semanas. Proteger el suelo después del fuego no es solo una cuestión ambiental: también es una forma de proteger el agua, los bosques y la vida de las personas que dependen de ellos. Los árboles volverán a crecer, pero solo si el suelo permanece vivo.

Bajo la ceniza, en ese mundo invisible de microorganismos y raíces, se juega el futuro de los bosques.

The Conversation

Elena Marcos Porras recibe fondos del Ministerio de Ciencia e Innovación (LANDSUSFIRE / PID2022-139156OB-C21)

Rayo Pinto Prieto recibe fondos del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades bajo el programa de ayudas de Formación de Profesorado Universitario (FPU21/00309)

ref. Bajo la ceniza: los suelos que sostienen la vida tras los incendios – https://theconversation.com/bajo-la-ceniza-los-suelos-que-sostienen-la-vida-tras-los-incendios-267614

Entre el placer momentáneo y el propósito duradero: la motivación que nutre la felicidad (y mejora la salud)

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Juan-Antonio Moreno-Murcia, Catedrático de Universidad, Universidad Miguel Hernández

Marta tiene 32 años y una carrera prometedora. Después de meses de esfuerzo, recibe por fin el correo que confirma su ascenso. Salió a celebrarlo con champán, se regaló un reloj carísimo y llenó sus redes sociales con fotos brillantes que parecían decir: “vida perfecta, logrado”. Pero, dos semanas después, a las tres de la madrugada, se dio cuenta de que la euforia ya no estaba. Seguía cansada, ansiosa y con un extraño vacío.

Unos días más tarde aceptó acompañar a un amigo que daba clases de apoyo escolar a adolescentes en riesgo. Nada de selfies, nada de paga, nada de glamour. Y, sin embargo, se empezó a sentir con más energía, más motivada y con una ilusión que no sentía desde hacía tiempo.

La experiencia de Marta ilustra un dilema que todos conocemos: ¿qué pesa más, el placer inmediato o el propósito duradero? La ciencia del bienestar tiene una respuesta clara: el propósito importa, no solo para cómo nos sentimos, sino también para cómo vivimos e incluso para cuánto vivimos.

Las dos caras de la felicidad

La psicología positiva, la rama científica que estudia los determinantes del bienestar y del funcionamiento óptimo, distingue dos formas principales de felicidad.

Por un lado, está la felicidad hedónica, la de las emociones agradables y la satisfacción momentánea. Esa que se mide con escalas como la Positive and Negative Affect Schedule o la Satisfaction With Life Scale. El problema es que está atrapada en lo que los psicólogos llaman adaptación hedónica: cuanto más intenso el estímulo, más rápido el cerebro ajusta su línea base y nos obliga a buscar un estímulo todavía mayor para sentir lo mismo. Por eso, el ascenso de Marta perdió brillo tan rápido, igual que pasa con la adicción a las redes sociales, a las compras o al juego. Es como correr en una cinta de gimnasio: por más que avances, nunca llegas a ningún lado.

La otra cara es la felicidad eudaimónica, que viene de la idea aristotélica de vivir en coherencia con nuestra mejor versión, ética e intelectual. La psicóloga Carol Ryff la tradujo en seis dimensiones muy concretas: autonomía, dominio del entorno, crecimiento personal, relaciones positivas, propósito vital y autoaceptación. Este tipo de felicidad no se mide en subidones, sino en trayectorias de vida que se mantienen a lo largo del tiempo.

El puente motivacional: la SDT

La Teoría de la Motivación Autodeterminada (self determination theory o SDT en inglés) es clave para entender el cambio en Marta. Todos necesitamos cubrir tres necesidades psicológicas básicas:

  1. Autonomía: sentir que elegimos libremente.

  2. Competencia: sentir que somos capaces y eficaces.

  3. Relación: sentirnos conectados con otros.

Cuando estas tres necesidades están satisfechas, la motivación pasa de ser “controlada” (hacer algo por presión, recompensa o imagen) a ser “auténtica” (hacerlo porque tiene sentido para nosotros, porque lo disfrutamos o porque conecta con nuestros valores).

El ascenso de Marta era sobre todo externo: dinero, estatus, aprobación. Por eso, aunque le dio placer momentáneo, no llenó su autonomía ni su sentido de contribución. En cambio, enseñar a adolescentes le dio un combo perfecto: eligió hacerlo por decisión propia (autonomía), se sintió eficaz (competencia) y conectó con sus alumnos (relación). Lo curioso es que, sin paga ni aplausos, esa actividad resultó más transformadora que el ascenso.

Qué dice la ciencia: placer vs. propósito

La evidencia empírica es contundente. La orientación hedónica explica solo una parte de la satisfacción vital, y a menudo se asocia con conflictos de metas y emociones mezcladas. Además, los picos hedónicos no predicen mejor salud ni menor inflamación.

En cambio, la eudaimonía sí está relacionada con múltiples beneficios duraderos, tales como mayor longevidad, mejor salud cardiovascular, mejor salud mental (menos depresión y ansiedad, más resiliencia, mejor calidad del sueño), menor riesgo de deterioro cognitivo y demencia y menor inflamación reflejada por biomarcadores.

Incluso en cosas cotidianas se nota la diferencia. Un estudio sobre actividad física mostró que caminar por la naturaleza mejora el ánimo (hedonía), pero solo refuerza el sentido de propósito cuando hay motivación autónoma y conexión con el entorno. Es decir, el placer puede ser gasolina rápida o un viaje más profundo, según cómo se viva.

Más allá de la euforia

Cuando comenzó a colaborar en las clases de apoyo, lo que cambió no fue tanto lo externo como lo interno: Marta conectó con algo más profundo que la euforia momentánea. Como hemos explicado antes, este tipo de experiencias eudaimónicas pueden traerle varios beneficios físicos y mentales.

La experiencia de Marta no es solo una anécdota: refleja lo que dice la ciencia del bienestar. El placer puede ser como gasolina rápida que permite hacer 100 metros en pocos segundos; el propósito, en cambio, es el combustible diésel más lento y eficiente que proporciona un viaje duradero que da dirección, salud y sentido a la vida.

Cómo integrar placer y propósito en la vida diaria

El propósito no es un regalo divino reservado a unos pocos, sino que se puede cultivar. Experimentos con intervenciones breves (desde escribir sobre valores personales hasta hacer pequeños actos de servicio semanales) muestran efectos positivos duraderos en vitalidad y sentido.

He aquí un pequeño kit práctico:

• Revisar metas: ¿las perseguimos para ganar aprobación externa o porque expresan valores internos? Reencuadrar un objetivo extrínseco (“subir de puesto”) en uno intrínseco (“aprender a liderar de forma ética”) cambia por completo la motivación.

• Diseñar contextos con autonomía: en el trabajo o estudios, busquemos espacios donde podamos tomar decisiones reales, recibir retroalimentación útil y construir relaciones significativas.

• Probar microprácticas eudaimónicas: un acto de servicio semanal, aprender algo nuevo por interés genuino o cultivar nuestras fortalezas personales. Son pequeñas semillas que, con el tiempo, florecen en propósito.

• Gestionar el placer con consciencia: saborear con atención plena un alimento que nos resulte delicioso, por ejemplo, o escuchar con toda nuestra atención una música especialmente elegida ayuda a frenar la adaptación hedónica y a disfrutar sin caer en la trampa del “cada vez más”.

El placer sin propósito se desgasta rápido, el propósito sin placer puede volverse árido: la verdadera alquimia aparece cuando satisfacemos autonomía, competencia y relación. No se trata de elegir entre disfrutar o tener sentido: se trata de disfrutar al servicio del propósito. No se trata de apagar los fuegos artificiales, sino de encender una llama que no se consuma con el tiempo.

The Conversation

Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.

ref. Entre el placer momentáneo y el propósito duradero: la motivación que nutre la felicidad (y mejora la salud) – https://theconversation.com/entre-el-placer-momentaneo-y-el-proposito-duradero-la-motivacion-que-nutre-la-felicidad-y-mejora-la-salud-266419

El laboratorio mexicano que elabora leche humana en polvo para salvar a los recién nacidos más vulnerables

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Blanca Rosa Aguilar Uscanga, Profesor Investigador en Biotecnologia de Alimentos, Universidad de Guadalajara

Yavdat/Shutterstock

En México, cada año nacen alrededor de 200 000 niños prematuros. Cuando son víctimas de abandono al menos 5 790 menores lo fueron entre 2020 y 2024, su enorme vulnerabilidad reduce las probabilidades de que sobrevivan. Y no solo porque su enorme vulnerabilidad les lleva a ingresar en Unidades de Cuidados Intensivos donde tratan de superar importante complicaciones de salud. Además, en esas circunstancias, deben salir adelante sin el acceso a la alimentación con leche materna, tan importante para su recuperación.

No olvidemos que, como señala la OMS, la lactancia materna es la estrategia más efectiva para prevenir la mortalidad infantil y la morbilidad en infantes.

Ante esta carencia, los hospitales recurren a fórmulas lácteas comerciales que, aunque se presentan como una opción para que los bebés salgan adelante, resultan más costosas y no ofrecen los mismos beneficios en los infantes, retrasando su recuperación y encareciendo la atención médica.




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La prioridad de un laboratorio: asegurar una alimentación de calidad y segura

Los Bancos de Leche Humana (BLH) pasteurizada, destinados a asegurar el derecho de los recién nacidos a una alimentación segura y oportuna, no logran cubrir las necesidades de alimentación de la red de hospitales y centros de Salud en México. Por este motivo, es indispensable buscar otras alternativas de conservación y disposición de la leche humana para lograr una alimentación de calidad.

El Laboratorio de Investigación Leche Humana (LILH), con sede en el Centro Universitario de Ciencias Exactas e Ingenierías (CUCEI) de la Universidad de Guadalajara, se originó para buscar solución a este problema. Su objetivo es asegurar el derecho de los bebés abandonados o sin acceso a lactancia a una alimentación exclusivamente con leche humana, tal y como marcan la OMS y UNICEF.

La leche en polvo que elaboran, cuyo procesamiento y distribución tiene una larga vida de anaquel, se caracteriza por ser inocua, sin conservantes ni aditivos, y con características nutricionales y biológicas incomparables a las fórmulas lácteas comerciales. Todo ello cumpliendo estrictamente con las regulaciones nacionales e internacionales vigentes.

Al tratarse de un producto deshidratado que no requiere de una cadena de frío se puede almacenar en espacios reducidos y ser transportado sin problema a cualquier parte de México, lo que brinda muchas ventajas, tanto desde el punto de vista socioeconómico como medioambiental.




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Una mayor implicación institucional para salvar más vidas

Con el fin de que esta leche alimente a los niños más vulnerables, el LILH ha donado el producto al Hospital Civil “Fray Antonio Alcalde” de Guadalajara. Allí es frecuente que ingresen bebés que presentan múltiples complicaciones: síndrome de dificultad respiratoria (SDR), sífilis congénita, neumonía, hepatoesplenomegalia, microcefalia, persistencia del conducto arterioso, sepsis bacteriana, displasia broncopulmonar, síndrome de abstinencia neonatal (SAN) en prematuros con exposición a sustancias tóxicas durante el embarazo de sus madres, etc.

Por otra parte, gracias a sus cualidades, la leche humana en polvo sirve para alimentar a neonatos con alergia a la proteína de la leche de vaca (APLV), intolerancia a la fórmula láctea comercial o enfermedades que afectan a absorción de alimentos, como el síndrome de Bartter. En todos estos casos clínicos se logra una pronta recuperación de los pequeños, disminuyendo su tiempo de estancia en el hospital y evitando el consumo de fórmulas lácteas comerciales.




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Como evidencian los resultados, el LILH ofrece a los hospitales una alternativa eficaz y segura para la alimentación con la leche humana en polvo y la rápida recuperación de la población neonatal infantil.

No obstante, el avance de esta iniciativa en un país como México requiere la colaboración de instituciones de gobierno clave, como la Secretaría de Salud y el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF). Además de su firme compromiso para subsidiar los gastos de la transformación de la leche humana a polvo, su apoyo es fundamental para poder entablar redes con los Bancos de Leche Humana Pasteurizada y conseguir unificar el proceso de conservación de la leche y su transformación a polvo.

Solo así se podrá salvar la vida de los bebés más vulnerables del país.

The Conversation

Blanca Rosa Aguilar Uscanga no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. El laboratorio mexicano que elabora leche humana en polvo para salvar a los recién nacidos más vulnerables – https://theconversation.com/el-laboratorio-mexicano-que-elabora-leche-humana-en-polvo-para-salvar-a-los-recien-nacidos-mas-vulnerables-266740

El cerebro del elefante: mucho más que memoria

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Jorge Romero-Castillo, Profesor de Psicobiología e investigador en Neurociencia Cognitiva, Universidad de Málaga

Los elefantes son capaces de formar vínculos afectivos y usar herramientas. Nam Anh, CC BY-NC

En el campo de la ciencia cognitiva, existe una razón importante para estudiar a los elefantes: evitar el antropocentrismo.

La mayor parte de la investigación sobre cognición animal se ha concentrado en especies filogenéticamente cercanas a los humanos, como otros primates. Pero cada vez más estudios se realizan, de manera ecológicamente válida, con otros mamíferos, animales domésticos, reptiles, aves, peces e, incluso, invertebrados.

En la actualidad, se han reconocido tres especies diferentes: el elefante africano de la sabana (Loxodonta africana), la especie más grande; el elefante de bosque (Loxodonta cyclotis), y el elefante asiático (Elephas maximus).
Jorge Romero-Castillo

Los estudios con elefantes son especialmente interesantes, debido a que poseen el mayor encéfalo de entre los animales terrestres. Con ellos, surge la siguiente pregunta: ¿existe correlación entre el tamaño encefálico y las capacidades cognitivas?

Una arquitectura neuronal sorprendente

Se ha comprobado que la abrumadora mayoría de las neuronas del elefante (alrededor del 97,5 %) se concentra en el cerebelo. Allí, estas células nerviosas cumplen funciones sensoriomotoras esenciales para coordinar sus enormes extremidades, la trompa y la precisa musculatura facial.

Sin embargo, el número de neuronas corticales –que participan en los procesos más complejos del pensamiento– es sorprendentemente bajo con relación al volumen de su encéfalo: unos 5 600 millones, apenas algo más del 2 % del total. En cambio, el cerebro humano alberga alrededor de 16 000 millones de neuronas corticales, es decir, el 19 % de todas las que posee.

Tamaño relativo, forma y circunvoluciones superficiales de la corteza cerebral de los cerebros de humanos y elefantes. La estimación común del tamaño absoluto del encéfalo del elefante adulto es de 4700 gramos (entre 4050 y 5220 gramos). Poseen 257 000 millones de neuronas, tres veces más que el cerebro humano promedio, repartidas entre corteza (5,6 mil millones) y cerebelo (251 000 millones). Además, poseen un total de 216 000 millones de otras células.
Adaptado de Hart et al. (2008), CC BY

Más arrugas corticales

En esta línea, otro dato fascinante es el grado de plegamiento cortical. La corteza del elefante está plegada sobre sí misma en un índice de 4,18 (mayor que en el ser humano, que es de 2,56). Estos datos indican que dicho plegamiento no se relaciona con el número de neuronas.

Dicho de otro modo: más pliegues no significan más neuronas ni un pensamiento más complejo.

A continuación, una muestra de sus capacidades cognitivas. Algunas son tan llamativas que, en algunos casos, son similares a la de los primates y superiores a las de otras especies no primates.

Memoria de elefante

Los elefántidos recuerdan muy bien las rutas migratorias tradicionales de su especie. Además, son capaces de adaptarse a cambios en el entorno y encuentran nuevos caminos y pozos en entornos áridos cuando es necesario (luego transmitirán este conocimiento entre generaciones). Esto sugiere una capacidad cognitiva excepcional para la navegación espacial y la memoria a largo plazo.

Incluso, pueden recordar la ubicación actual de muchos miembros de la familia. La explicación radica en un desarrollo inusual de su memoria de trabajo, junto a una altísima sensibilidad para los olores.

Comportamiento eusocial en sociedades matriarcales

Las comunidades de elefantes son matriarcales. Durante algún tiempo, varias familias pueden unirse y llegar a establecer grandes manadas para el cuidado cooperativo de las crías. Los machos permanecen en la manada hasta los 13 años, aproximadamente.

Además, distinguen hasta 200 llamadas diferentes que aprenden a través de la observación y la imitación, lo que les permite reconocerse entre integrantes de una misma manada. Este sistema integrado se denomina eusocialidad y da muestras de una estrecha cooperación y solidaridad entre individuos.

Una empatía que deja huella

Jane Goodall (1934-2025) transformó nuestra mirada sobre el reino animal. Con paciencia, respeto y una profunda sensibilidad, fue pionera en reconocer y documentar científicamente los comportamientos cognitivos complejos y los sentimientos de animales no humanos (en su caso, chimpancés). Su empatía también ha dejado en la historia una profunda huella inborrable.
Wikipedia, CC BY

Estos gigantes parecen mostrar más empatía que otras especies no primates. Lo demuestra, por ejemplo, un estudio que ha reunido informes recopilados durante un período de treinta y cinco años. En síntesis, los elefantes pueden anticiparse y responder al daño (en sí mismos y en otros individuos). De igual forma, reconocen la peligrosidad de objetos extraños como dardos o lanzas y ayudan a salir de zanjas, sobre todo a las crías.

También subcategorizan a los humanos en grupos, realizando esta clasificación de forma independiente, según el olor o el color.

Sentimientos de duelo

También experimentan sentimientos complejos asociados con la muerte. Durante sus migraciones, al ver los restos de un congénere, muestran curiosidad y se acercan para investigarlo; olfatean y tocan el cuerpo sin vida con la trompa y las patas.

Después, parecen manifestar signos de angustia, tristeza y compasión, lo que disminuye su actividad en general. Es más, a veces, la manada rodea el cadáver, lo protege y lo venera. La evidencia parece clara: están exhibiendo comportamientos de duelo.

La teoría de la mente como autorreconocimiento

La teoría de la mente, capacidad cognitiva que permite atribuir estados mentales tanto al propio individuo como al resto, resulta fundamental para la empatía.

Uno de los elefantes del estudio de Plotnik et al. (2006), con la marca ‘X’ en la parte izquierda de su cabeza.
Plotnik et al., 2006., CC BY

Una prueba que valora la teoría de la mente en animales no humanos es la prueba del espejo. Consiste en pintar una marca en forma de X en la cabeza del animal y situarlo frente a un espejo. Si el animal utiliza espontáneamente el espejo para tocarse el punto de su cabeza, esto se considera evidencia de autoconciencia y reconocimiento.

Pues bien, al realizar este experimento con varios elefantes, utilizando una marca visual sin olor, se descubrió que su desempeño es aproximadamente comparable al de los chimpancés.

Este vídeo explica los resultados alcanzados en el estudio realizado por Plotnik et al. (2006) sobre la teoría de la mente en elefantes.

Neuronas de von Economo

Uno de los aspectos neurofisiológicos que se relacionan con la teoría de la mente (y por extensión, con la formación de vínculos sociales y la empatía) son las neuronas de von Economo (VEN).

Distribución filogenética de las neuronas de Von Economo (VEN). Las especies en las que se han observado VEN se indican con subrayado; las especies examinadas sin VEN se indican con cursiva.
Adaptado de Hakeem et al., (2008), CC BY

Las VEN se encuentran en regiones prefrontales e insulares del cerebro de ciertos mamíferos, incluidos los humanos. Se caracterizan por tener cuerpos celulares grandes y alargados, junto a un axón largo que se proyecta a regiones distantes del cerebro. Esta morfología parece haber surgido de forma independiente en homínidos, cetáceos y elefantes.

Cabe destacar que, si bien los elefantes poseen VEN, comparten este rasgo solo con otros grupos de cerebros grandes (cetáceos y grandes simios –chimpancés, bonobos, gorilas, orangutanes y humanos–) y no con sus parientes más cercanos.

La especialización de estas neuronas podría ser la consecuencia de una necesidad de transmisión rápida de información social. Quizá, puede ser una característica compartida entre mamíferos de cerebros grandes. Pero, para responder a esta incógnita, sería interesante determinar si jirafas e hipopótamos, por ejemplo, también las poseen.

Uso de herramientas y planificación

A pesar de la importancia histórica del uso de herramientas en elefantes, su nivel y complejidad no se compara con el repertorio altamente coordinado descrito para chimpancés (cuyo cerebro es una décima parte del cerebro del elefante).

Los elefantes pueden llevar en las trompas ramas de árboles para protegerse de las moscas, rascarse con un palo y arrojar palos o piedras a los roedores que compiten por la fruta debajo de un árbol.

Recientemente, se ha analizado por primera vez la capacidad para resolver problemas en ejemplares salvajes asiáticos con un dispositivo de acceso múltiple, una especie de rompecabezas. El éxito obtenido muestra que son capaces de planificar movimientos para resolver problemas complejos y adaptarse a las demandas de su entorno.

A la izquierda, un elefante macho interactuando con una de las cajas del rompecabezas. A la derecha se observa un diagrama del rompecabezas con las puertas cerradas y abiertas: la puerta superior es de empuje, la puerta de en medio es de tiro y la inferior es corredera. Con este método, se evalúa la innovación: la capacidad para descubrir una o más soluciones. De los 44 elefantes que interactuaron con la caja, 11 resolvieron un tipo de puerta, 8 resolvieron dos tipos de puerta y 5 elefantes resolvieron los tres tipos de puerta en todas sus interacciones.
Jacobson et al., (2023), CC BY

Más que un privilegio antropocéntrico

En compañía de estos titanes, hemos visto que, más que el tamaño absoluto del cerebro, las capacidades cognitivas parecen relacionarse con factores como la distribución y conexiones de las neuronas, especialmente en la corteza cerebral.

Parece claro que los comportamientos cognitivos superiores no son un privilegio del ser humano, sino una consecuencia natural de la evolución en muchas especies, incluidos los elefantes.




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¿Es lo mismo ser inteligente que tener altas capacidades?


The Conversation

Jorge Romero-Castillo no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. El cerebro del elefante: mucho más que memoria – https://theconversation.com/el-cerebro-del-elefante-mucho-mas-que-memoria-266278

« L’Automobile de Bécassine » : quand la bande dessinée prend le volant

Source: The Conversation – in French – By Sophie Renault, Professeur des Universités en Sciences de Gestion et du Management, Université d’Orléans

© Hachette/ Gautier-Languereau, 1927, Fourni par l’auteur

Il y a presque cent ans, l’automobile faisait tellement rêver que les aventures de Bécassine y consacraient un album. Que disait cette fascination pour la voiture ? Au-delà, quelle place l’automobile occupe-t-elle dans la bande dessinée ?


Les salons automobiles sont depuis plus d’un siècle les vitrines du progrès technique et des rêves de mobilité. Mais bien avant les véhicules électriques, connectés et autonomes, une figure inattendue avait déjà pris place au volant : Bécassine.

Dans l’album intitulé l’Automobile de Bécassine (1927), la célèbre domestique bretonne conduit une Excelsior, marque belge prestigieuse aujourd’hui disparue. De cette façon, les auteurs, Caumery et Pinchon, offrent un témoignage singulier de la fascination de cette époque pour l’automobile et de l’inscription de ce symbole de modernité au cœur des représentations sociales.

Une héroïne populaire face à la modernité

Née en 1905 dans la Semaine de Suzette, Bécassine est une héroïne comique, souvent caricaturée pour ses maladresses et son langage naïf. Or, ses aventures la placent sans cesse face aux innovations techniques de son temps. Elle découvre le gaz, le téléphone, l’aviation… autant de signes d’un monde en transformation. Pendant la Grande Guerre, la série la montre mobilisée, symbole de l’élargissement du rôle des femmes et de leur engagement durant le conflit.




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Bécassine, l’héroïne qui avait du mal à grandir


Le 6 janvier 1927, c’est l’automobile qui est au cœur de la nouvelle aventure de la célèbre Bretonne. La France des années 1920, marquée par les « Années folles », associe la voiture à la vitesse, au luxe et à la distinction sociale. Voir Bécassine, figure d’origine modeste, entrer dans une salle d’exposition Excelsior et s’installer dans un véhicule prestigieux crée un contraste à la fois comique et révélateur. D’un côté, la naïveté de l’héroïne amuse ; de l’autre, le lecteur est invité à partager son émerveillement.

Un beau joujou

La voiture est alors perçue comme un « beau joujou », pour reprendre les termes de l’album, un objet de rêve encore réservé à une élite. Cette dimension sociale est renforcée par la situation de la marquise de Grand-Air, maîtresse de Bécassine, contrainte par des difficultés financières de se séparer de sa propre automobile et de son chauffeur.

Le beau joujou
Le beau joujou.
Hachette/Gautier-Languereau, 1927, Fourni par l’auteur

L’accès de Bécassine à la voiture passe alors par un détour inattendu : elle remporte le gros lot d’un concours organisé par la Société des confitures Dilecta, fondé sur un lâcher de ballons. Le procédé renvoie aux jeux concours promotionnels des années 1920. En remportant l’automobile (une Torpedo 10 CV de couleur jaune), Bécassine en devient la conductrice et rend ainsi de nouveau possible à sa maîtresse l’usage de la voiture.

Cette bande dessinée a aussi une portée symbolique. Tandis que les femmes n’obtiendront le droit de vote en France qu’en 1944, elles ont eu accès très tôt à la conduite automobile. En 1898, la duchesse d’Uzès est d’ailleurs la première femme à obtenir le certificat de capacité (l’équivalent de l’actuel permis de conduire) et devient dans la foulée la première conductrice verbalisée pour excès de vitesse à… 15 km/h.

Mais dans les faits, la conduite restait dominée par les hommes et les femmes au volant demeuraient rares. En représentant Bécassine conductrice, l’album projette une image d’émancipation féminine.

Quand la bande dessinée flirte avec la publicité

Ce qui frappe dans l’Automobile de Bécassine, c’est la mention explicite d’une marque réelle : Excelsior, constructeur belge, actif de 1903 à 1929. Était-ce de la publicité déguisée ou plus précisément une forme de « placement produit » ? Rien ne permet a priori de l’affirmer. Ce que l’on peut dire, en revanche, c’est que le recours à une marque connue confère au récit une vraisemblance accrue. Il semble a minima s’agir ici d’une forme de réalisme référentiel permettant de donner à une fiction une texture de vérité en s’appuyant sur des objets, des marques et/ou des lieux existants.

Dans le cas de la poupée Bleuette, également mentionnée dans l’album, la dimension commerciale est, cette fois, explicite. Il faut savoir que Bleuette est commercialisée par l’éditeur Gautier-Languereau et vendue aux lectrices de la Semaine de Suzette. Sa présence relève donc d’une véritable stratégie de promotion croisée : la bande dessinée valorise un objet que les enfants pouvaient se voir offrir et la référence à la poupée, en retour, prolonge l’univers de Bécassine dans le quotidien de ses jeunes lectrices.

La poupée Bleuette.
Hachette/Gautier-Languereau, 1927, Fourni par l’auteur

De l’Excelsior à la Fiat 509 : l’automobile, héroïne (et anti-héroïne) de la bédé

Revenons à l’automobile : d’autres grandes séries lui ont très vite accordé une place de choix, en l’intégrant comme accessoire narratif, symbole ou même moteur de l’action. Hergé peuple Tintin de voitures inspirées de modèles réels : on trouve par exemple la Ford T dans Tintin au Congo (1931) ou bien encore la Lincoln Torpedo dans les Cigares du pharaon (1934). La présence de ces véhicules traduit l’esprit d’aventure et l’ancrage contemporain des albums de Tintin. Plus tard, dans l’album intitulé la Corne de rhinocéros (1955), Spirou et Fantasio ont le privilège de découvrir la Turbotraction, bolide au design futuriste, incarnant l’enthousiasme technologique de l’après-guerre.

Avec Michel Vaillant, Jean Graton franchit un cap : l’automobile n’est plus un accessoire, mais l’objet central du récit, donnant lieu à un univers entier de courses et de compétitions. Dans une veine plus populaire, -Bibi Fricotin_ illustre cette appropriation enthousiaste. En particulier, l’album Bibi Fricotin, as du volant (1960) montre combien la voiture devient un espace d’aventure, reflet de sa démocratisation croissante.

À côté de ces représentations héroïques, la bédé a également proposé des incursions comiques. Dans Tintin, la mythique 2 CV des Dupond et Dupont devient elle-même source de burlesque, ses déboires mécaniques faisant écho aux bévues de ses propriétaires. Franquin, avec Gaston Lagaffe, tourne également le mythe automobile en dérision : la vieille Fiat 509 rafistolée et polluante devient l’anti-bolide par excellence, dénonçant par l’absurde la civilisation automobile. Ironie de l’histoire, Fiat rendra hommage à Lagaffe en publiant en 1977 un album promotionnel intitulé « La fantastica FIAT 509 di Gaston Lagaffe », preuve, s’il en fallait, que même la satire peut être récupérée par le marketing.

La Fiat 509 de Gaston Lagaffe sur la place verte de Charleroi.
Wikimediacommons

De l’Excelsior luxueuse de Bécassine à la guimbarde comique de Gaston, en passant par les bolides de Tintin et de Spirou, la bande dessinée met en scène toutes les facettes de notre rapport à la voiture : fascination, appropriation, démocratisation et critique.

L’automobile, d’hier à aujourd’hui : entre innovation et récit

Aujourd’hui, les salons consacrés à l’automobile mettent en avant les enjeux de transition vers l’électrique, les mobilités partagées et connectées. Les aventures de Bécassine rappellent que, dès son apparition, l’automobile a été bien plus qu’un outil de transport : elle a été un objet culturel et symbolique.

France 3 Bretagne, 2025.

L’Excelsior fascinait comme un bijou mécanique ; les concept-cars ou Tesla d’aujourd’hui suscitent une curiosité semblable. Ce parallèle souligne une constante : l’innovation ne se diffuse jamais seule, elle doit être racontée, mise en scène, appropriée. Depuis ses débuts, l’automobile s’accompagne d’un imaginaire qui dépasse la seule prouesse technique.

Raconter, c’est donner à la voiture une histoire, un usage, une promesse : celle de la vitesse, de la liberté ou du confort. Mettre en scène, c’est lui offrir un cadre visible (un salon automobile, une publicité, une bande dessinée) qui transforme la machine en spectacle, en expérience esthétique et sociale. Enfin, s’approprier, c’est permettre à chacun de relier cet objet à sa propre existence, à ses rêves ou à ses valeurs.

Comme les automobiles d’exposition d’aujourd’hui, l’Excelsior de Bécassine ne relevait pas seulement du progrès mécanique : elle participait d’un imaginaire collectif, d’une mise en récit de la modernité où la technique devient le miroir de son époque.

The Conversation

Sophie Renault ne travaille pas, ne conseille pas, ne possède pas de parts, ne reçoit pas de fonds d’une organisation qui pourrait tirer profit de cet article, et n’a déclaré aucune autre affiliation que son organisme de recherche.

ref. « L’Automobile de Bécassine » : quand la bande dessinée prend le volant – https://theconversation.com/lautomobile-de-becassine-quand-la-bande-dessinee-prend-le-volant-266840

Ce que les données numériques disent de nous et du monde

Source: The Conversation – in French – By Emmanuel Didier, Sociologue, directeur de recherche CNRS, École normale supérieure (ENS) – PSL

Loin de permettre l’omniscience quant à la vie des individus, les données numériques n’offrent qu’un point de vue sur le social. Elles ressemblent en cela aux méthodes statistiques qui les ont précédées, et s’inscrivent dans une histoire longue de la collecte de connaissances sur les populations.


Les traces que nous laissons lorsque nous naviguons sur Internet – nos données numériques – disent beaucoup de nous. Nous avons même souvent l’impression que les spécialistes de la science des données, en les récupérant et en les assemblant, peuvent finir par tout savoir de nous. Cette prétention à l’omniscience de leur part peut être effrayante pour certains, ou au contraire fascinante pour d’autres.

Pourtant, la science des données n’offre qu’un point de vue sur le social, et comme tout point de vue, elle laisse aussi un grand nombre de choses hors champ. Mais alors, que dévoile la science des données ? Qu’est-ce qui lui échappe ?

Une bonne méthode pour répondre à cette question est de comparer la science des données à d’autres méthodes statistiques plus anciennes dont elle découle et qui, comme elle, donnaient en leur temps un point de vue sur la population. La définition et la comparaison de ces méthodes permet de définir ce que chacune voit, et ce qui lui échappe.

Construire l’État par le recensement

Le recensement de la population est vieux comme la Bible. Dès le livre des Nombres, Dieu commande à Moïse : « Faites le dénombrement de toute la communauté des fils d’Israël par clans, par familles, en comptant nommément tous les hommes, un par un. Tous ceux qui ont vingt ans et plus, ceux qui, en Israël, sont aptes à rejoindre l’armée, toi et Aaron, vous les recenserez par formations de combat. » (NB 1, 2-3). Le recensement sert ici à construire l’armée d’un collectif. Pour le dire de façon moins belliqueuse et plus contemporaine, il participe à la construction de la force de l’État.

L’usage purement militaire est devenu très vite aussi fiscal, le recensement servant à préparer l’impôt, qui n’est qu’un autre aspect de la force de l’État. La Bible donne également les éléments techniques minimaux de cette opération : pour connaître ses propres forces, l’État définit une communauté, et investit une entité spécifique (ici Moïse et Aaron ; aujourd’hui les instituts nationaux de statistique) de la tâche de compter, exhaustivement et sans répétition, les individus membres de cette communauté. Ainsi, le recensement permet de mesurer la force d’une nation, et de construire la souveraineté nationale.

Cela n’empêche pas certains acteurs de biaiser le décompte – à chaque méthode statistique sa forme de déviance. Les histoires de fermes et de fermiers tentant d’échapper au recensement (par crainte de l’impôt ou de la conscription) sont nombreuses ; de même l’entité qui décompte peut fictivement favoriser tel ou tel sous-ensemble contre un autre. Ainsi, le président américain Donald Trump a tenté lors de son premier mandat d’interdire de compter les étrangers en situation irrégulière lors du recensement de 2020. Ce biais statistique aurait renforcé les états républicains où les étrangers sont peu nombreux, et affaibli les états démocrates, où davantage d’entre eux sont présents, le nombre de représentants à la Chambre basse du Congrès américain dépendant du poids démographique d’un état donné. La Cour suprême avait fini par s’opposer à cette mesure.

La précision du recensement engendre par ailleurs une très grande lourdeur dans son organisation. Pour obtenir des données sur des évolutions rapides, comme celles des volumes de marchandises échangés annuellement sur un marché par exemple, il est ainsi complètement inopérant.

Les « correspondants volontaires », les yeux de l’État sur l’économie

Au XIXe siècle, la méthode des correspondants volontaires a été mise au point et utilisée dans le monde entier pour stabiliser les marchés, d’abord agricoles – ceux-ci étant à l’époque les plus importants. Cette méthode reposait sur le constat que les conditions concrètes des travailleurs engendraient ce que l’on appelle aujourd’hui une asymétrie d’information. En effet, le travail de production du paysan l’attache à sa ferme dans laquelle il passe le plus clair de son temps. Au contraire, l’acheteur de produits agricoles se déplace d’exploitation en exploitation pour récupérer les produits. De ce fait, le second se construit une vision bien plus générale de l’état de la production que le premier, qu’il peut mobiliser à son avantage dans les négociations avec les agriculteurs.

Pour que le marché soit plus équitable, il devient ainsi nécessaire de calculer une estimation objective des productions, les prix dépendant des volumes mis en vente. La plupart des États occidentaux ont pris sur eux depuis la fin du XIXe siècle de produire de telles données, qui participent d’une conception libérale de l’économie.

La méthode consistait à désigner des « correspondants volontaires », souvent des fermiers, répartis sur tout le territoire, qui menaient eux-mêmes des enquêtes locales sur la production auprès d’autres fermiers désireux de partager leurs données. Ces correspondants envoyaient leurs informations au gouvernement central, qui les agrégeaient et les rendaient publiques. L’exigence d’exhaustivité est ici remplacée par la bonne volonté des participants, qui ne sont pas représentatifs mais plutôt des « représentants » des autres agriculteurs, motivés à défendre les intérêts de leur profession à l’aide des informations partagées. Cette méthode permet à l’État de « voir » les marchés.

La déviance repose ici sur le fait que les participants sont incités à sous-déclarer leur production : cela tend en effet à faire augmenter les prix – un biais que doit nécessairement redresser l’État, qui agit alors en commissaire-priseur central, fixant les prix de référence.

Cette méthode a perdu son prestige lors de la grande dépression des années 1930. Les longues files de chômeurs, les fermes abandonnées, les suicides de banquiers montraient bien que la seule stabilisation des marchés était inefficace pour retrouver le bon fonctionnement de l’économie. La clairvoyance du New Deal aux États-Unis fut de comprendre qu’il fallait que l’État intervienne plus directement dans l’économie, en offrant du travail aux ouvriers et employés. L’objectif était d’empêcher que ceux-ci ne se laissent dépérir, tant économiquement que moralement, selon la conception du travail majoritaire à l’époque. Mais comment savoir quel projet lancer pour obtenir un impact maximal ?

Quand les sondages guident le bras de l’État

C’est pour répondre à cette question qu’ont été développés les sondages représentatifs. Cette méthode permet d’identifier rapidement et sur des territoires flexibles des corrélations entre ce que l’on appelle des « variables explicatives » et des « variables à expliquer ». Pour pouvoir collecter de l’information avec encore plus de souplesse, les statisticiens ont inventé le principe des échantillons représentatifs : de petite taille, ceux-ci « représentent » cependant en proportion la population entière, dans ses caractéristiques socio-économiques. L’exemple paradigmatique est celui de la mesure du chômage, qui aujourd’hui encore est effectuée de cette façon.

Ici, les individus étudiés dans l’échantillon ne sont pas pensés comme des agents actifs luttant pour se défendre, à l’image de ce qui pouvait se produire dans la méthode des « correspondants volontaires », mais comme des sujets passifs, subissant les forces adverses de la société et bénéficiant des politiques de l’État-providence. Ce que permettent de voir les sondages, ce sont ainsi les déterminants des problèmes socio-économiques – qui échappent aux deux méthodes précédentes.

Cette méthode peut également être pervertie par une déviance : vue à travers les sondages, la population est réduite à une masse susceptible d’être manipulée, ce que dénonçait le sociologue C. Wright Mills. Cette accusation est d’ailleurs toujours portée à l’encontre des sondages préélectoraux, supposés « orienter » le résultat du vote.

Les données numériques, un portrait fidèle des individus ?

Qu’en est-il des données numériques ? Que capturent-elles exactement ? Comme elles sont beaucoup plus récentes, il est plus difficile de l’identifier. Pourtant, on peut déjà lister ce qui leur échappe. Notons d’abord que ces données ne relèvent pas du champ de l’État, comme les précédentes méthodes, mais revêtent un caractère global, puisqu’elles dépassent aisément les frontières. Elles ne sont pas non plus exhaustives, au sens où l’on ne sait pas exactement qui intervient sur la toile et qui « s’abstient ».

On peut aller plus loin, en posant que les données numériques ne sont habituellement pas représentatives de quelque entité que ce soit puisqu’en général il n’y a ni sélection par tirage au sort des participants, ni entité commune dont ils feraient partie et qu’ils pourraient représenter. Les caractéristiques techniques des données numériques les rendent donc par essence incapables de rien voir exhaustivement, ni même de façon représentative.

Si l’on prend l’exemple des réseaux sociaux, certaines personnes peuvent avoir plusieurs comptes, d’autres être complètement absentes, tandis qu’une proportion des comptes ne représente pas des individus, mais des entreprises ou des administrations, par exemple. Lorsqu’on étudie des données numériques, on se trouve ainsi souvent devant de très grosses bases de données, sans savoir à quoi elles se rapportent exactement. Autrement dit, contrairement aux autres méthodes, on ne sait pas ce qu’on mesure avec ces données : elles constituent simplement une agglomération de points d’information sans « question » à laquelle on chercherait à répondre.

Les données numériques impliquent certes, comme dans le cas des correspondants volontaires, un certain degré d’engagement dans la production des données, puisqu’elles résultent de l’activité des utilisateurs. Mais ceux-ci ne souhaitent pas toujours que leurs données soient utilisées, et surtout pas contre leurs intérêts, comme ce fut le cas lors du scandale Cambridge Analytica où les données numériques ont été exploitées pour manipuler des électeurs.

Il n’y a enfin pas d’instance de contrôle de la véracité des déclarations individuelles sur les réseaux sociaux, comparable au rôle de l’administration publique dans les réseaux de correspondants volontaires ; ceci participe aux vagues de fake news auxquelles nous sommes maintenant tristement habitués.

Cela dit, comment synthétiser les caractéristiques de ce que les données permettent d’observer ? Certains chercheurs, comme le sociologue Dominique Boullier, affirment que les données numériques capturent tout ce qui se propage dans la société, comme les informations ou les rumeurs. D’autres, comme Christian Borch, insistent sur le fait que les données illustrent avant tout la tension entre le désir mimétique et le désir anti-mimétique des individus qui agissent sur les réseaux. Par cette opposition de deux désirs concurrents, le sociologue entend que chacun veut à la fois participer au grand flux des échanges numériques, donc en ce sens faire comme tout le monde, tout en se démarquant dans cette mer d’identités.

Ces deux auteurs ont en commun de retourner aux travaux fondateurs du sociologue du XIXᵉ siècle Gabriel Tarde, qui faisait de l’imitation le moteur de la société. Tarde ne tranchait cependant pas la question de savoir si cette « imitation » était une force autonome, opérant au-delà ou en deçà des individus, ou s’il s’agissait tout simplement d’une attitude humaine partagée. Une relecture comparative de cet auteur semble donc nécessaire pour mettre d’accord les deux conceptions opposées, mais sans doute réconciliables, de la part du réel que capturent les données numériques.

The Conversation

Emmanuel Didier a bénéficié d’une aide de l’État gérée par l’Agence Nationale de la Recherche au titre de France 2030 portant la référence ANR-22-PESN-0004

ref. Ce que les données numériques disent de nous et du monde – https://theconversation.com/ce-que-les-donnees-numeriques-disent-de-nous-et-du-monde-262574

Quand l’IA tue la littérature

Source: The Conversation – in French – By Stéphanie Parmentier, Chargée d’enseignement à Aix-Marseille Université (amU), docteure qualifiée en littérature française et en SIC et professeure documentaliste. Chercheuse rattachée à l’IMSIC et au CIELAM, Aix-Marseille Université (AMU)

Les textes générés par l’IA ne laissent pas les lecteurs indifférents. Pexels, CC BY

Qui aurait pensé qu’un jour les intelligences artificielles génératives rédigeraient, corrigeraient et seraient publiées ? Que vaut une littérature née sous IA ? Que devient notre imaginaire sous leur influence ? Et quels bouleversements sont à prévoir dans le monde de la littérature dans les années, ou les mois, à venir ?

Dans son essai Quand l’IA tue la littérature (PUF, 2025), Stéphanie Parmentier examine la place qu’occupent dans le domaine littéraire ces nouvelles marchandes de prose que sont les IA. Extraits.


Lorsqu’il écrit un manuscrit, un auteur cherche très rarement à le conserver uniquement pour lui-même. Dans son for intérieur, sans toujours oser se l’avouer, il espère que la qualité de ses récits captivera des lecteurs toujours plus nombreux.

Dans le circuit du livre, ce sont en effet ces derniers qui dictent l’espérance de vie d’une création littéraire, malgré le rôle majeur que jouent les éditeurs, les distributeurs ou encore les libraires dans la valorisation d’une publication. Les avis des lecteurs et leur comportement d’achat vont souvent contribuer à asseoir la carrière d’un auteur et la longévité d’un livre. Loin d’être de simples acheteurs passifs, les lecteurs possèdent un pouvoir de prescription, qui ne cesse de s’étendre jusqu’à s’imposer au monde des éditeurs.

Les nouveaux supports de communication apportent des repères inédits et redéfinissent les accès à la notoriété. Un lecteur n’a plus besoin d’adresser un courrier à un éditeur pour exprimer sa satisfaction ou sa déception après avoir lu un livre, il peut partager instantanément ses émotions et ses analyses auprès de milliers d’autres lecteurs en toute simplicité.

Depuis les années 2000, les supports permettant de donner son avis sur une publication n’ont cessé de se diversifier. L’apparition des blogs de lecteurs, des espaces de ventes de livres en ligne comme ceux de la Fnac ou d’Amazon, mais aussi des sites de partage de lectures de type Babelio ou Gleeph, sans oublier les réseaux sociaux, offre à de nombreux lecteurs la possibilité de mettre en avant leur coup de cœur, tout en exprimant leurs avis sur leur lecture ou en leur attribuant une note de satisfaction.

« Des personnes passionnées du livre et de la lecture ont investi sans retenue le net et les réseaux sociaux créant une nouvelle “sociabilité littéraire”. […] Pour elles, écrire, lire, et conseiller tout en communiquant sur ces pratiques, pourtant personnelles, sont devenus des comportements courants au point de faire naître de véritables prescripteurs littéraires. », peut-on lire dans les Cahiers du numérique en 2022.

Qu’il s’agisse des BookTubeurs, Bookstagrameurs ou BookTokeurs, ces nouveaux acteurs, appelés communément « influenceurs littéraires », avec leurs vidéos toujours plus animées pour exprimer leurs coups de cœur, occupent une place importante et inédite dans le processus de promotion d’une parution. À l’ère numérique, le pouvoir des lecteurs n’a en effet jamais été aussi grand. Ils peuvent découvrir, partager et promouvoir des œuvres, comme l’explique Chris Anderson dans la Longue Traîne, en soulignant tout le potentiel des consommateurs : « Ne sous-estimez jamais la puissance d’un million d’amateurs qui ont les clés de l’usine. »

Un équilibre constructif et bénéfique s’est établi entre les nouvelles technologies numériques et les plaisirs du lectorat. L’introduction d’IA dans la production littéraire risque pourtant de compromettre l’appréciation des lecteurs confrontée aux interférences d’algorithmes. Face à l’immixtion d’IA dans plusieurs champs littéraires, le lectorat ne semble pas encore réagir. Que pensent les lecteurs des livres nés sous IA ? Vont-ils les défendre ou au contraire, les dévaloriser ? Pour le moment, il n’y a pas encore de réactions d’adhésion ou, au contraire, de désapprobation.

La réception de textes générés par l’IA ne laisse pas pour autant les lecteurs indifférents ; elle induit des réserves et une perception plutôt sceptique. Les personnes attachées aux valeurs fondamentales de la littérature semblent les plus attentives. Redoutant les textes produits par des IA, certains lecteurs n’hésitent pas à exprimer leur crainte, notamment sur le réseau social Reddit :

« Pour moi, le problème principal est qu’en tant que lecteur, c’est que je ne veux pas lire quelque chose qui provient d’un ordinateur. Les livres sont un moyen de se connecter aux autres. Vous pouvez vous connecter à la vision du monde d’un auteur et voir comment son expérience se chevauche avec la vôtre. Il y a une sorte d’humanité partagée dans la lecture de fiction, un sentiment de compréhension et d’être compris. Appelez-moi romantique, mais je pense que c’est une grande partie de la raison pour laquelle nous lisons. Ce n’est pas seulement pour tuer le temps. Ça ne marche pas s’il n’y a pas de personne derrière les mots. »

Quand l’utilisation des IA n’est pas mentionnée dès la page de couverture, les lecteurs sont souvent désabusés en découvrant l’implication des robots génératifs au fil de leur lecture. Sur le réseau Babelio consacré à la littérature, un lecteur, malgré ses doutes, témoigne de la stupeur éprouvée en lisant la bande dessinée Mathis ou la forêt des possibles de Jiri Benovsky évoquée plus haut et dont les illustrations relèvent de l’IA :

« L’histoire commence donc et au bout de quatre ou cinq pages, je trouve qu’il y a quelque chose qui cloche, malgré la beauté époustouflante des images, je ne ressens pas la vie dans cette histoire, les personnages semblent figés, comme s’ils posaient pour la photo, une impression morbide, les textes sont dans des phylactères formatés, presque toujours la même longueur, le rythme est raide et plat. […] À la dernière page, je me suis dit : “c’est joli”. Ce n’est pas un compliment, généralement, j’utilise ce mot péjorativement. À la fin, on y trouve une postface, et sa lecture me laisse sur le cul ! […] Je découvre, avec cette postface, que cette bande dessinée a été réalisée à l’aide d’une intelligence artificielle ! »

Ces deux exemples ne sont pas isolés. Le malaise exprimé est commun à beaucoup d’autres lecteurs, devenus méfiants à l’égard de nouvelles publications dont l’identité de l’auteur n’est pas connue.

« Comment faire l’effort de lire un tel ouvrage [Internes] quand on ne sait pas quelle est l’origine du discours et ce qu’on lit ? », interroge l’auteur expérimental Grégory Chatonsky en évoquant son livre Internes. Soupçonneux à l’égard des créations littéraires qu’ils ont sous les yeux, les lecteurs tendent à modifier leur comportement. Auparavant, ils lisaient un texte écrit et validé par un esprit humain, avec l’ambition d’en savourer toute l’originalité, en toute confiance. Les lecteurs les plus avisés ont tendance à se métamorphoser en « lecteurs-scan » à la recherche de la moindre trace d’IA « fake text », car, si les robots conversationnels demeurent en général inapparents, leur patte, en revanche, est perceptible.

La perte de repère qu’entraînent les IA déstabilise la lecture et peut engendrer une certaine inquiétude chez les lecteurs, comme l’explique la chercheuse Erika Fülüop :

« Cette perte d’orientation peut donner au lecteur l’expérience d’une “inquiétante étrangeté” : les textes semblent “humains”, mais on sent un petit décalage difficile à saisir. »

Il est difficile de dire quelle attitude doivent adopter les lecteurs devant des textes « IA-géniques ». Leur faut-il systématiquement les rejeter au risque de passer à côté d’une littérature expérimentale capable d’enrichir le domaine littéraire ? Pour certains, il faut accepter ces textes malgré leur structure inhabituelle. Selon Grégory Chatonsky :

« Dans ce contexte, c’est la possibilité même d’un contrat de lecture qui est déconstruit. […] La seule façon de lire ce roman [Internes] est peut-être de suspendre la croyance en un contrat de lecture : lire sans préalable, sans attente, sans horizon. J’aimerais y entendre l’impossible des possibles. Cela est beaucoup plus difficile qu’il n’y paraît. »

En dépit de l’atmosphère déstabilisante dans laquelle se trouvent les lecteurs, certains d’entre eux affirment apprécier les textes relevant des IA. Des lecteurs écrivent des avis positifs à propos de livres générés par des IA, notamment celui de Raphaël Doan, coécrit avec une IA, intitulé Si Rome n’avait pas chuté. Sur le site Babelio mais aussi sur Amazon, plusieurs lecteurs s’enthousiasment à propos de ce roman d’anticipation, comme, Jean J. :

« Au-delà des illustrations par IA, le texte est surprenant. […] L’IA (et le coauteur humain peut-être) propose une idée radicalement neuve : une révolution industrielle qui aurait pu être plausible. Elle se débarrasse froidement des “sciences humaines” et attaque directement dans le dur. Et ça fonctionne ! »

Devant le doute que soulève l’immixtion de l’IA dans l’écriture, des chercheurs de l’université de Pittsburg ont mené une étude dont les résultats ont été publiés dans Scientific Report. Leur démarche visait à évaluer la capacité des lecteurs à distinguer des poèmes écrits par des humains de ceux générés par ChatGPT 3.5. Selon les conclusions tirées, il n’est pas simple pour les lecteurs de discerner ce qui relève d’une production humaine ou d’une création artificielle :

« Contrairement à ce qu’indiquaient des études antérieures, les gens semblent aujourd’hui incapables de distinguer de manière fiable la poésie générée par l’IA […] de la poésie écrite par l’homme et rédigée par des poètes bien connus. »

Plus surprenant, les chercheurs révèlent un phénomène inattendu, puisqu’une partie des participants préfèrent les poèmes générés par l’IA à ceux créés par des esprits humains. Pour expliquer un tel résultat, les rapporteurs de l’étude supposent que ce ne sont pas les qualités littéraires des textes générés par le robot génératif qui sont appréciées par les lecteurs mais leur facilité de lecture :

« Les gens évaluent mieux les poèmes générés par l’IA […] en partie parce qu’ils les trouvent plus simples. Dans notre étude, les poèmes générés par l’IA sont généralement plus accessibles que les poèmes écrits par des humains. »

Pour l’heure, à défaut de données précises, des nuances et des réserves s’imposent.

L’opinion n’est pas unanime, mais il serait prématuré de parler de fragmentation entre lecteurs et textes dopés à l’IA, du moins aussi longtemps que le phénomène « IA-génique » reste contenu. Sur le fond, il y a matière à rester optimiste, car il appartient aux lecteurs, sans oublier les éditeurs, de réguler la pénétration de ce type de publication dans le monde du livre. Jusqu’à présent, comme l’indique l’auteur Mark Dawson, cité par la journaliste Marine Protais :

« Si un livre reçoit de mauvaises critiques parce que l’écriture est ennuyeuse, il va rapidement sombrer. »

Mais elle ajoute :

« Enfin… Sauf si d’autres bots se mettent à noter positivement les livres de leurs collègues – hypothèse moins absurde que ce qu’on pourrait croire. »


Quand l’IA tue la littérature, Stéphanie Parmentier, Presses universitaires de France, hors collection, paru le 8 octobre 2025.

The Conversation

Stéphanie Parmentier ne travaille pas, ne conseille pas, ne possède pas de parts, ne reçoit pas de fonds d’une organisation qui pourrait tirer profit de cet article, et n’a déclaré aucune autre affiliation que son organisme de recherche.

ref. Quand l’IA tue la littérature – https://theconversation.com/quand-lia-tue-la-litterature-267361

10 effective things citizens can do to make change in addition to attending a protest

Source: The Conversation – USA – By Shelley Inglis, Senior Visiting Scholar with the Center for the Study of Genocide and Human Rights, Rutgers University

A crowd gathered for a “No Kings” protest on October 18, 2025 in Anchorage, Alaska. Hasan Akbas/Anadolu via Getty Images

What happens now?

That may well be the question being asked by “No Kings” protesters, who marched, rallied and danced all over the nation on Saturday, Oct. 18, 2025.

Pro-democracy groups had aimed to encourage large numbers of Americans to demonstrate that “together we are choosing democracy.” They were successful, with crowds turning out for demonstrations in thousands of cities and towns from Anchorage to Miami.

And while multiple GOP leaders had attacked the planned demonstrations, describing them as “hate America” rallies, political science scholars and national security experts agree that the current U.S. administration’s actions are indeed placing the world’s oldest continuous constitutional republic in jeopardy.

Once a democracy starts to erode, it can be difficult to reverse the trend. Only 42% of democracies affected by autocratization – a transformation in governance that erodes democratic safeguards – since 1994 have rebounded after a democratic breakdown, according to Swedish research institute V-Dem.

Often termed “democratic backsliding,” such periods involve government-led changes to rules and norms to weaken individual freedoms and undermine or eliminate checks on power exercised by independent institutions, both governmental and non-governmental.

Democracies that have suffered setbacks vary widely, from Hungary to Brazil. As a longterm practitioner of democracy-building overseas, I know that none of these countries rival the United States’ constitutional traditions, federalist system, economic wealth, military discipline, and vibrant independent media, academia and nonprofit organizations.

Even so, practices used globally to fight democratic backsliding or topple autocracies can be instructive.

In a nutshell: Nonviolent resistance is based on noncooperation with autocratic actions. It has proven more effective in toppling autocracies than violent, armed struggle.

But it requires more than street demonstrations.

One pro-democracy organization helps train people to use video to document abuses by government.

Tactics used by pro-democracy movements

So, what does it take for democracies to bounce back from periods of autocratic rule?

Broad-scale, coordinated mobilization of a sufficient percentage of the population against autocratic takeover and for a renewed democratic future is necessary for success.

That momentum can be challenging to generate. Would-be autocrats create environments of fear and powerlessness, using intimidation, overwhelming force or political and legal attacks, and other coercive tactics to force acquiescence and chill democratic pushback.

Autocrats can’t succeed alone. They rely on what scholars call “pillars of support” – a range of government institutions, security forces, business and other sectors in society to obey their will and even bolster their power grabs.

However, everyone in society has power to erode autocratic support in various ways. While individual efforts are important, collective action increases impact and mitigates the risks of reprisals for standing up to individuals or organizations.

Here are some of the tactics used by those movements across the world:

1. Refuse unlawful, corrupt demands

When enough individuals in critical roles and institutions – the military, civil servants, corporate leaders, state government and judges – refuse to implement autocratic orders, it can slow or even stop an autocratic takeover. In South Korea, parts of the civil service, legislature and military declined to support President Yoon Suk Yeol’s imposition of martial law in 2024, foiling his autocratic move.

2. Visibly bolster the rule of law

Where would-be autocrats disregard legal restraints and install their supporters in the highest courts, individual challenges to overreach, even if successful, can be insufficient. In Poland, legal challenges in courts combined with public education by the judiciary, lawyers’ associations initiatives and street protests like the “March of a Thousand Robes” in 2020 to signal widespread repudiation of the autocratic government’s attacks on the rule of law.

3. Unite in opposition

This year’s Nobel Peace Prize winner, Maria Corina Machado from Venezuela, is an example of how political parties and leaders who cooperate across differences can offer an alternative vision.

Novel candidates can undermine the ability of autocrats to sow division and demonize major opponents. However, coalitions can be difficult to form and sustain to win. Based on experiences overseas, historian Anne Applebaum, author of “Autocracy Inc.,” has called for a pro-democracy coalition in the U.S. that could unite independents, Libertarians, the Green Party, dissident Republicans and the Democratic Party.

4. Harness economic power

Everyday consumers can pressure wealthy elites and corporations that acquiesce to, or prop up, would-be autocrats through boycotts and other methods, like the “Tesla Takedown” in the U.S. that preceded a drop in Tesla share value and owner Elon Musk’s departure from his government role. General strikes, led by labor unions and professional associations, as in Sudan or Myanmar, can be particularly effective.

5. Preempt electoral manipulation

Voting autocrats out of office remains the best way to restore democracy, demonstrated recently by the u-turn in Brazil, where a pro-democracy candidate defeated the hard-right incumbent. But this requires strategic action to keep elections truly free and fair well in advance of election day.

6. Organize your community

As in campaigns in India starting in 2020 and Chile in 2019, participating in community or private conversation forums, local town halls or councils, and nonpartisan student, veterans, farmers, women’s and religious groups provides the space to share concerns, exchange ideas and create avenues to take action. Often starting with trusted networks, local initiatives can tap into broader statewide or national efforts to defend democracy.

7. Shape the story

Driving public opinion and communicating effectively is critical to pro-democracy efforts. Serbian students created one of the largest protest movements in decades starting in 2024 using creative resistance – artistic expression, such as visual mediums, satire and social media – to expose an autocrat’s weaknesses, reduce fear and hopelessness and build collective symbolism and resilience.

8. Build bridges and democratic alternatives

Bringing together people across ideological and other divides can increase understanding and counter political polarization, particularly when religious leaders are involved. Even in autocratic countries like Turkey or during wartime as in Ukraine, deepening democratic practices at state and local levels, like citizen assemblies and the use of technologies that improve the quality of public decision-making, can demonstrate ways to govern differently.

Parallel institutions, such as schools and tax systems operating outside the formal repressive system, like during Slobodan Milosevic’s decade-long crackdown in Kosovo, have sustained non-cooperation and shaped a future vision.

9. Document abuses, protect people, reinforce truth

With today’s technologies, every citizen can record repressive incidents, track corruption and archive historical evidence such as preserving proof of slavery at danger of being removed in public museums in the U.S., or collecting documentation of human rights violations in Syria. This can also entail bearing witness, including by accompanying those most targeted with abusive government tactics. These techniques can bolster the survival of independent and evidence-based media, science and collective memory.

10. Mitigate risk, learn and innovate

The success rate of nonviolent civil resistance is declining while repressive tactics by autocrats are evolving. Democracy defenders are forced to rapidly adjust, consistently train, prepare for diverse scenarios, try new techniques and strategically support each other.

International solidarity from global institutions, like European Union support for democrats in Belarus or Georgia, or online movements, like the Milk Tea Alliance across Southeast Asia, can bolster efforts.

Democracy’s future?

The end of American democracy is not a foregone conclusion, despite the unprecedented rate of its decline. It will depend, in part, on the choices made by every American.

With autocracies outnumbering democracies for the first time in 20 years, and only 12% of the world’s population now living in a liberal democracy, the future of the global democratic experiment may well depend on the people of the United States.

The Conversation

Until July 1, 2025, Shelley Inglis served as a Senior Policy Advisor in the Bureau for Democracy, Human Rights and Governance of the United States Agency for International Development (USAID).

ref. 10 effective things citizens can do to make change in addition to attending a protest – https://theconversation.com/10-effective-things-citizens-can-do-to-make-change-in-addition-to-attending-a-protest-266432

How alternative teaching models can foster inclusive classrooms

Source: The Conversation – Canada – By Cornelia Schneider, Professor, Education, Mount Saint Vincent University

The education of children with disabilities is a complex issue more than 30 years after “inclusive education” appeared for the first time in an important 1994 United Nations statement.

Children with disabilities too often face varied forms of exclusion with minimal interaction with their non-disabled peers — as well as disrupted or curtailed classroom time with their peers because of delayed hiring practices for support staff or urgently needed supports that never arrive.

Teachers often struggle to keep up with the challenges.

They learn during teacher education how to adapt learning content and outcomes to the diverse learners in their classrooms. But in practice, approaches such as Universal Design for Learning often do not radically change the reality for children with disabilities.

Part of my recent research has examined classroom approaches that can disrupt teaching catered to an imagined average group of learners to better foster the meaningful participation of a broader ranger of students in regular classroom routines, including disabled students.

‘Alternative pedagogies’

Alternative approaches to modern western classroom teaching — “alternative pedagogies” — can be traced to 20th century educators like Maria Montessori in Italy, Célestin Freinet in France, Peter Petersen in Germany or Helen Parkhurst in the United States.




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While the movements associated with these educators didn’t have the same roots, they had a common theme: seeking to address traditional forms of classroom learning that either didn’t engage students or foster their learning — and excluded some students. All these movements recognized children’s agency and gave children more control of their learning.

Recognizing student agency

“Week plan work” is a method that developed out of these movements, and is a mode of learning that recognizes student agency and independence. Students autonomously work on curricular content within a particular time frame — most often for one week. Educators (sometimes in collaboration with children) set a plan in which learning outcomes and steps to reach those outcomes are laid out.

This method is very common in countries like Germany and the Netherlands. It’s much less common in Canada, although there are some schools that use self-directed learning, corresponding to the same ideas and principles as the week plan work. A high school in Bedford, N.S., opened its doors a couple of years ago based on self-directed learning.

As a researcher with expertise in inclusive education and practices, I collaborated with a teacher, Harriet Johnston, in the Halifax Regional Education Centre school district in Nova Scotia to test if this method would work well in Canada. We implemented the “week plan work” method in her rural high school classroom in Grade 9 and 11 English language arts. Another goal was to contribute to a culture where experimenting with alternative teaching methods is normalized.

Week plan work method

The week plan in its current iterations goes mostly back to the French reformer Célestin Freinet. Practitioners have since adapted the method to their own context.

With this approach, each week, students receive an individualized folder with a plan of tasks and activities. They have to complete this plan by the end of the week, but they can prioritize and organize tasks in the order they wish. There are materials and activities for individual or collaborative work.




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The teacher monitors and mentors students. At the end of the week, there is a debriefing session and folders are collected to assess the accomplished work.

Week plans can be adapted to each student’s learning level. In a class with a rather homogeneous group of learners, the week plan might look the same for every student. In classes with heterogeneous groups of learners, week plans can be differentiated. It can vary based on outcomes, or by interests, strengths and weaknesses of particular learners.

In German elementary classes I observed in the early 2000s, teachers assigned blocks of time for students’ week plan work. As I documented in this earlier study, students learned to become more autonomous and increasingly plan and organize independently.

Week plans and staff

Teaching with week plans inverts the regular teacher-centred model, where the educator teaches and supports each student — and it can become complicated and potentially overwhelming when there is “too much” diversity.

With week plans, the teacher has to “frontload” their preparation of students’ plans, with preparation being about creating the plans. Teacher-led instruction remains a part of the class, but isn’t the predominant strategy.

The teacher is a coach or mentor. Students can solicit help, or continue to progress individually and autonomously. This frees up the teacher to focus on one-on-one work with those who require it.

Week plan and students

For our week plan project in Nova Scotia, we invited Grade 9 and 11 students to participate in focus groups and reflect on their learning.

We have not yet published the outcomes of the study — only about the approach — but our preliminary findings suggest some of the ways that changing the approach to learning positively changes the experience for all students, not only students with disabilities.

What we heard was that many appreciated the approach, as it gave them more control over their learning. It activated engagement and curiosity, while students were still achieving the Nova Scotia curriculum outcomes. Some commented on how this prepared them for the requirements of university.

Students working at desks and a teacher is looking at one of their books.
With the week plan system, students can solicit help, or continue to progress autonomously.
(Allison Shelley/The Verbatim Agency/EDUimages), CC BY-NC

Our project was also positively received by an education assistant (EA) supporting a student with a disability in the classroom. The project gave the EA explicit direction on what the student had to work on, the time frame and the resources. This shows how the week plan method structures classroom life for the support staff.

On the other hand, there were students who didn’t like the approach, as they preferred the teacher to tell them what to do and when. This was useful knowledge for us, as many students are accustomed to direct instruction. The teacher was consequently able to do more “scaffolding” — breaking down instruction into smaller chunks or systems for tackling a project.

For example, she would go over the plan with a student and discuss which task could be first and how to order the rest. She checked in more often. Students could increasingly gain more comfort and autonomy with this approach.

Self-directed learning

How might such approaches grow? The pillars of inclusion in a school are often the principal and the special education teacher, or learning support teachers.

Optimally, effective leadership and support from educational leaders — in concert with learning opportunities and resourcing for teachers — encourages them to challenge the often-difficult reality of children with disabilities in the regular classroom and respect their right to participation and belonging.

The Conversation

Cornelia Schneider does not work for, consult, own shares in or receive funding from any company or organisation that would benefit from this article, and has disclosed no relevant affiliations beyond their academic appointment.

ref. How alternative teaching models can foster inclusive classrooms – https://theconversation.com/how-alternative-teaching-models-can-foster-inclusive-classrooms-264938