Gaza y la ingeniería del escombro: manual para rehacer una ciudad pulverizada y sin recursos

Source: The Conversation – (in Spanish) – By José Ygnacio Pastor Caño, Catedrático de Universidad en Ciencia e Ingeniería de los Materiales, Universidad Politécnica de Madrid (UPM)

Decían los viejos canteros de las logias masónicas que toda piedra recuerda su catedral. En Gaza, cada grano de polvo recuerda una casa. El viento, que no entiende de política, levanta ese polvo por las avenidas colapsadas; y nadie imagina una hormigonera paciente, dispuesta a devolverle a la arena su forma de muro, patio o escuela.

¿Cuánto se destruyó?

Las cifras son, sencillamente, sobrecogedoras: la cartografía satelital de UNOSAT de agosto identifica más de 102 000 estructuras destruidas, 17 421 severamente dañadas y 41 895 afectadas. Conjuntamente, la fracción alcanza dos tercios del terreno edificado, con picos del 84–92 % en Beit Hanoun, Shujaiya, Khan Younis y el norte de la ciudad de Gaza. El coste de reconstrucción en vivienda, agua, salud y educación supera los 70 000 millones de dolares, según datos de la ONU/UNDP.

Los escombros tampoco son metáfora: con más de 50 millones de toneladas de escombros que contienen entre un (5 % y un 10 % de las bombas lanzadas que no detonaron, lo que agrava la complejidad del reciclaje de materiales.

Tras la perplejidad inicial, la cuestión deja de ser poética y se vuelve urgente: reconstruir con lo que queda sin repetir errores pasados.




Leer más:
Comienza la reconstrucción de Gaza con mucha cautela y una paz imperfecta


Eeconstrucción rápida, ecológica, sostenible y barata

Toda reconstrucción sostenible exige una secuencia clara de acciones. En Gaza, el proceso podría dividirse en tres fases principales:

Seguridad: despeje de accesos, trabajos de cartografía y neutralización de UXO (siglas en inglés de “municiones sin explotar”), es decir, bombas o proyectiles que no detonaron al impactar y permanecen entre los escombros. Además, requiere crear zonas de acopio segregadas y controlar el polvo, reduciendo las partículas que dañan la salud.

Planta de escombros: aquí se separan metales, se trituran y lavan los hormigones y se eliminan contaminantes, registrándose origen y calidad.

Fabricación rápida: reacciones químicas entre polvos ricos en sílice y aluminio, activados con soluciones alcalinas y curados a baja temperatura.

Para garantizarían la eficacia y transparencia precisamos cinco decisiones clave: normas de árido reciclado (materia prima secundaria obtenida de escombros); mezclas de cementos de bajo carbono (LC3), menos contaminantes; sistemas autónomos de agua y energía; métricas simples de control (€/m², m²/día y emisiones de CO₂); y prioridad a los equipamientos básicos.

Convertir ruina en materia prima

Los escombros, lejos de ser un desecho, pueden transformarse en recursos si se tratan con técnicas modernas de circularidad:

  • Áridos: el árido es arena y grava. El hormigón triturado puede utilizarse para sustituir del 30 al 100 % de la grava.

  • Cementos: compuestos principalmente por clinker, mezcla de caliza y arcilla calentada a más de 1.400 °C que forma los pequeños granos que vemos en los sacos de cemento. Producir una tonelada libera unas 0,8 y 0,9 toneladas de CO₂. Utilizando impresión 3D de hormigón, la literatura científica muestra reducciones del 20-40 %, según las formulaciones, manteniendo la resistencia.




Leer más:
El asedio pone en situación crítica el débil sistema sanitario de Gaza


  • Geopolímeros de CDW: restos en polvo pueden transformarse en un “cemento alternativo” sin clínker, mezclándolos con activadores suaves, para fabricar bloques y paneles resistentes con menor impacto ambiental.

  • LC3: esta formulación moderna limita el uso de clínker (sustituyéndolo por arcilla calcinada y caliza), reduce la liberación de CO₂ hasta el 40 % y mejora la resistencia a cloruros y sulfatos. Estos últimos provocan la corrosión del acero de refuerzo al romper la capa protectora del hormigón y causan la degradación y expansión del propio hormigón. Un caso exitoso de utilización de LC3 es el aeropuerto de Noida, en India.

  • Materias primas: se pueden usar arcillas y calizas locales de baja pureza, evitando costosas importaciones y simplificando la logística.

  • Prefabricados de montaje rápido: losas alveolares, paneles sándwich con núcleo de árido de hormigón reciclado (RCA) y pequeñas cerchas de acero recuperado.

  • Impresión 3D: permite construir muros, aulas o depósitos con una boquilla robótica, sin encofrado ni moldes, lo que acelera y abarata la obra. También integra conductos y oquedades para instalaciones.

Implicaciones para la reconstrucción y para la paz

El escombro como recurso cambia la economía política de la ayuda: implica menos divisas para importar áridos y cemento, más empleo local, trazabilidad pública –registro transparente, en tiempo real y preciso, de cada acción y decisión– y plazos mensurables.

La Evaluación Rápida Provisional de Daños y Necesidades (IRDNA), realizada conjuntamente por Naciones Unidas, la Unión Europea y el Banco Mundial, cifraba en 2024 el desempleo en la Franja de Gaza en casi un 80 %. Poner en marcha “plantas” locales de reciclaje y prefabricado, que transformen los escombros en nuevos materiales de construcción, permitiría crear un tejido productivo propio, con empleo, formación y capacidad técnica.




Leer más:
Edificios que se montan y se desmontan: la economía circular se cuela en la construcción


Más allá de la palabra “verde” en una tierra estéril

Desde el punto de la sostenibilidad ecocológica, estos son los posibles abordajes:

  • CO₂: LC3 y geopolímeros disminuyen sustancialmente el consumo de clínker y energía.

  • Agua: los geopolímeros reducen el curado hídrico, mientras que el 3DCP (impresión 3D de hormigón) minimiza lavados y encofrados (moldes para dar forma al hormigón fresco).

  • Resiliencia costera: El LC3, que resiste cloruros y sulfatos, es vital frente a la intrusión marina y las aguas salobres.

  • Agricultura: exige geotextiles y gaviones (estructuras de cestas de malla metálica rellenas de piedras) de árido reciclado para controlar la erosión y drenaje de suelos salinizados. La superficie agrícola dañada alcanza un 84 % en el norte y altos valores en el resto.

¿Qué infraestructuras son prioritarias?

La materia destruida vuelve a levantar la ciudad, cumpliendo la metáfora inicial de que la materia tiene memoria:

  • Vivienda modular incremental y edificios escolares y sanitarios (76,6 % con impacto directo) prefabricados mediante impresión 3D de hormigón.

  • Redes de agua y saneamiento: anillos de tubería de polímero reforzado y pozos de infiltración impresos en 3D.

  • Viales y drenaje: subbases (capa de material que se coloca entre el suelo y la capa principal de un pavimento), firmes con árido reciclado estabilizado y alcantarillas impresas.

  • Energía: microrredes solares con almacenamiento modular para desalinización, emergencia y bombeo.

Cierre del círculo de la memoria

En la primera mañana sin sirenas, una niña recoge un fragmento rojo, un ladrillo hecho trizas de tristeza por su destrucción. Años después, la nueva casa tiene un alféizar templado al sol; sobre él, la niña, ahora adulta, deja el mismo fragmento. No es reliquia: es materia prima que volvió a una casa ecológica y económica.

La ciudad, que nunca olvidó su forma, respira.

The Conversation

José Ygnacio Pastor Caño no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. Gaza y la ingeniería del escombro: manual para rehacer una ciudad pulverizada y sin recursos – https://theconversation.com/gaza-y-la-ingenieria-del-escombro-manual-para-rehacer-una-ciudad-pulverizada-y-sin-recursos-267926

¿Dónde nos habíamos quedado en ‘Stranger Things’? El motivo por el que tenemos ‘memoria de pez’ para las series

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Elena Neira, Profesora colaboradora de los Estudios de la Comunicación y de la Información de la UOC, UOC – Universitat Oberta de Catalunya

Fotograma de la quinta temporada de _Stranger Things_. Netflix Inc.

Cuando vuelve una serie tan esperada como Stranger Things, muchos espectadores descubren, con cierta sorpresa, que al ver la nueva temporada no recuerdan casi nada de lo ocurrido anteriormente.
Lo que ya se conoce como “memoria de pez” tiene una explicación desde la neuropsicología, la ciencia que estudia cómo el cerebro procesa, almacena y recupera la información. La forma en que hoy consumimos ficción (rápido, de forma intensiva y condicionada por algoritmos) está moldeando, sin que nos demos cuenta, nuestros hábitos de atención, memoria y toma de decisiones.

No hay tiempo (ni memoria) para tanta televisión

Nuestra memoria lleva ya varios años sufriendo las consecuencias de que haya demasiado que ver. Hace quince años, cuando las plataformas de streaming estaban en pañales, uno podía abarcar con relativa facilidad la mayoría de series que se distribuían comercialmente. Las ficciones nos acompañaban durante meses e incluso años, lo que permitía establecer una relación estrecha con los personajes y con las cosas que les pasaban. Cualquiera que haya vivido esta etapa seguro que recuerda con nitidez muchas de las series que vio entonces.

La llegada de las plataformas cambió este escenario radicalmente. A diferencia de las cadenas, no buscaban una concentración de espectadores ante una emisión para hacer negocio con los anunciantes. Lo suyo era un modelo basado en la suscripción, que convirtió en prioridad de negocio la captación y retención de clientes. Netflix fue quien se dio cuenta de que lo que más ayudaba a que una persona pagase mes a mes era un catálogo abundante que permitiese ver contenido de forma intensiva. La lógica era sencilla: el servicio que usemos (mucho) será el que tendrá menos papeletas de ser cancelado.




Leer más:
¿Por qué Netflix lanza ‘Stranger Things’ en dos partes?


Las cifras hablan por sí solas. En 2015 se produjeron 38 series en España, mientras que en 2024 fueron 68 (+79%). En cuanto a las dinámicas del consumo, el maratón se ha convertido en la nueva normalidad. Según una nota difundida en su blog, la compañía trabaja (y programa) teniendo en cuenta la velocidad a la que serán vistas.

Así diferencian entre series que serán devoradas y aquellas que el público saboreará, dependiendo del ritmo del contenido y de su densidad emocional. Las primeras son las que que los usuarios completan en un promedio de 4 días, viendo más de 2 horas diarias. Las segundas son las que los usuarios tardan 6 días en terminar, a menos de 2 horas por día.

El índice de maratones de series. A la izquierda, las que se consumen de forma más lenta (las series irreverentes y los diferentes tipos de dramas), y a la derecha los contenidos de género (_thrillers_, terror, ciencia ficción, acción y aventura), que se
El índice de maratones de series. A la izquierda, las que se consumen de forma más lenta (las series irreverentes y los diferentes tipos de dramas), y a la derecha los contenidos de género (thrillers, terror, ciencia ficción, acción y aventura), que se consumen con más avidez.
Netflix Inc.

Este tipo de fast-fiction ha provocado un flujo de estrenos y maratones incesante. Una vez hemos terminado un programa, otra docena pelea por nuestra atención. Ya no vemos sino que consumimos, y vivimos con esa sensación constante de que no nos da la vida.

Maratones y memoria: ¿combinación compatible?

Para que un recuerdo se almacene de forma estable, el cerebro necesita tiempo, atención y la posibilidad de relacionar lo nuevo con lo ya aprendido. La memoria funciona por etapas (codificar, almacenar y recuperar) y cada una requiere recursos limitados.

Cuando vemos varios episodios seguidos, el flujo continuo de tramas, personajes e imágenes satura la memoria de trabajo, que es frágil, e impide que la información pase bien a la memoria a largo plazo. Además, al “maratonear” eliminamos actividades que ayudan a afianzar los recuerdos, como comentar lo visto o conectar la historia con nuestros conocimientos previos.

Un ser maligno acaricia la cara de un joven.
Para quienes no lo recuerdan, el pobre Will fue secuestrado en la primera temporada y por lo visto sigue martirizado por el mundo del revés en esta quinta.
Netflix Inc.

Este fenómeno rompe el efecto de memoria espaciada, que demuestra que cuanto más repartido está el aprendizaje, más duradero es. Igual que estudiar todo en un día funciona peor que hacerlo en varios, consumir una temporada de golpe permite recordar la idea general, pero dificulta retener detalles.

Un estudio de la Universidad de Melbourne constató cómo los distintos ritmos de visionado afectan la comprensión y la memoria. Los participantes vieron una temporada completa de una serie siguiendo tres modalidades: un episodio por semana, un episodio por día o todos los episodios en una sola sesión. Se evaluó su comprensión y retención uno, siete y 140 días después de finalizar el visionado. Aunque quienes hicieron maratón recordaban más información inmediatamente, 140 días después, los espectadores semanales superaban a los que maratoneaban por unos dos puntos. Además, aquellos que vieron la serie de una sola vez reportaron menos disfrute que quienes la consumieron a ritmo diario o semanal.

No se trata, por tanto, de “mala memoria”, sino de exceso de información y falta de procesamiento. Desde la neuropsicología sabemos que la memoria falla cuando no hemos prestado suficiente atención o cuando la información no ha tenido tiempo para consolidarse. Si además vemos una serie mientras revisamos el móvil, la atención se fragmenta y la codificación se vuelve superficial.

Y todo ello explica por qué, meses después de ver una temporada completa, apenas recordamos los hechos principales y necesitamos un resumen.

El ‘efecto túnel’: cuando decidimos menos de lo que creemos

Otro de los factores con una incidencia clave en nuestra memoria tiene que ver con la forma en la que las plataformas construyen sus sistemas de recomendación, que tratan de evitar por todos los medios que entremos en un bucle de indecisión que provoque el abandono.




Leer más:
El secreto de Netflix: 90 segundos para engancharnos


Aunque ofrecen miles de títulos, terminamos viendo siempre lo mismo porque los algoritmos dirigen nuestra atención hacia contenidos similares a los que ya nos han gustado. Es el “efecto túnel”. El cerebro, además, busca eficiencia: tiende a repetir patrones que funcionaron y a elegir aquello que promete recompensa inmediata.

Este atajo mental se combina con el sistema de recompensa: cuando vemos imágenes o títulos atractivos, se activa la dopamina, generando anticipación y motivación y le damos al play.

Fotografía de una captura de una plataforma en la que se indica qué otras cosas podrían gustar al cliente.
Las propias plataformas indican qué podría gustarnos para que no busquemos realmente qué podría gustarnos (tal vez en otra plataforma).
Prime Video

Todo este diseño favorece una atención bottom-up, guiada por estímulos llamativos: vemos una portada atractiva, que enlaza con lo que nos puede gustar y simplemente hacemos clic. En cambio, la atención top-down, que implica explorar el catálogo y decidir de forma consciente, requiere más esfuerzo, por lo que solemos evitarla. Así, creemos que elegimos libremente, pero en realidad solo recorremos una parte muy limitada de la oferta.

A largo plazo, esta falta de variedad también influye en el cerebro. La plasticidad cerebral (la capacidad de aprender y reorganizarse) se fortalece con experiencias diversas. Pero si consumimos siempre lo mismo, estimulamos solo ciertos circuitos neuronales y reducimos oportunidades de aprendizaje que pueden promover un incremento de nuestra reserva cognitiva, dado que nuevos títulos fuera de nuestra “zona de confort” pueden potenciar otros circuitos cerebrales o complementar los habituales.

Y si no queremos que esto pase, ¿qué podemos hacer?

La solución no pasa por dejar de ver series, sino por modificar pequeños hábitos para que la experiencia sea más coherente con el funcionamiento natural del cerebro. Ver los episodios con algo más de espacio entre ellos permite que la información se asiente mejor; hablar sobre lo que hemos visto ayuda a organizar las ideas y profundizar en la trama; salir del circuito de recomendaciones automáticas nos expone a historias distintas y más variadas; evitar la multitarea mejora la concentración; y alternar distintos tipos de contenidos evita la saturación.


¿Quiere recibir más artículos como este? Suscríbase a Suplemento Cultural y reciba la actualidad cultural y una selección de los mejores artículos de historia, literatura, cine, arte o música, seleccionados por nuestra editora de Cultura Claudia Lorenzo.


Las plataformas han transformado la forma en que consumimos ficción, pero lo que realmente está ocurriendo es que han aprendido a dialogar con nuestro cerebro. Entender cómo funciona la memoria, el razonamiento, la atención y la motivación no solo explica por qué olvidamos tramas enteras, sino también por qué seguimos diciendo “un capítulo más”.

La buena noticia es que el cerebro es flexible, por lo que con hábitos más conscientes podemos resistir, aunque sea un poco, a la lógica del consumo acelerado y centrarnos en lo que estamos viendo en el momento.

Quizá así, cuando volvamos a Hawkins, no necesitemos preguntarnos quién era Vecna… ni qué portal ha quedado abierto esta vez.

The Conversation

Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.

ref. ¿Dónde nos habíamos quedado en ‘Stranger Things’? El motivo por el que tenemos ‘memoria de pez’ para las series – https://theconversation.com/donde-nos-habiamos-quedado-en-stranger-things-el-motivo-por-el-que-tenemos-memoria-de-pez-para-las-series-269106

¿Por qué tenemos huellas dactilares y para qué sirven realmente?

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Juan Carlos Alvarez, Profesor de Criminalística en el Grado en Criminología. Especialista en Identificación Genética Humana, Universidad de Granada

Frettie/Wikimedia Commons, CC BY

Este artículo forma parte de la sección The Conversation Júnior, en la que especialistas de las principales universidades y centros de investigación contestan a las dudas de jóvenes curiosos de entre 12 y 16 años. Podéis enviar vuestras preguntas a tcesjunior@theconversation.com


Pregunta formulada por Juan, de 16 años, del IES Sierra de las Villas, Villacarrillo (Jaén)


Si examinas cuidadosamente la punta de tus dedos, observarás una red de curvas, espirales y ramificaciones. Se llaman crestas papilares y permiten que, junto con los surcos que hay entre ellas y las secreciones de nuestra piel (sudor y grasa) se forme un “dibujo” o huella dactilar al tocar un objeto.

El desarrollo de esas crestas papilares se produce en el feto –entre las semanas 10 y 16 de gestación– y depende de la interacción entre nuestros genes, el crecimiento del tejido de la piel y los movimientos, las presiones y la posición del feto dentro del útero.

Este proceso tan complejo hace que ni siquiera los gemelos idénticos tengan las mismas huellas. Aunque eso sirve para que la policía resuelva delitos, en realidad surgieron para ayudarnos a tocar, agarrar y explorar lo que nos rodea.

Tenerlas da muchas ventajas

Las huellas dactilares tienen, por lo tanto, una función básica: nos ayudan a interactuar con el mundo. Los científicos coinciden en que cumplen tres funciones principales:

1. Mejorar el agarre. Las crestas papilares aumentan el roce o fricción, igual que los dibujos de un neumático o tus zapatillas. Gracias a ellas podemos sujetar objetos pequeños o resbaladizos sin que se nos escapen, incluso con las manos húmedas.

2. Distribuir la presión. Al agarrar algo, las crestas reparten mejor la fuerza y evitan que la piel se dañe o se desgaste con facilidad.

3. Aumentar la sensibilidad táctil. Bajo las crestas hay terminaciones nerviosas que detectan vibraciones y texturas muy finas. Las crestas actúan, pues, como “amplificadores” del tacto, permitiéndonos sentir con mucha más precisión.

En otras palabras, nuestras huellas son una adaptación evolutiva que ha hecho posible que manipulemos herramientas, trepemos o toquemos con más eficacia. Gracias a ellas, acciones tan cotidianas como desbloquear el móvil o abrir un tarro resultan mucho más fáciles.

Pero, además, las crestas papilares tienen otra misión: canalizar el sudor. En la cima de muchas crestas se abren los poros de las glándulas sudoríparas ecrinas, que liberan pequeñas cantidades de agua y sales. Esto no solo ayuda a regular la temperatura corporal, sino que también mejora el contacto con las superficies, aumentando la fricción.

De la evolución al laboratorio forense

Aunque nuestras huellas evolucionaron con esos fines táctiles, tres propiedades la convierten en una herramienta indispensable para la identificación humana:

Recogida de huellas dactilares en el escenario de un robo.
Wikimedia Commons, CC BY

1. Son únicas: cada persona tiene un diseño que hasta el momento nunca se ha visto repetido.

2. No cambian: permanecen invariables toda la vida, salvo que haya heridas muy profundas.

3. Son perennes: aparecen desde antes de nacer y persisten incluso tras la muerte.

Gracias a esto, la dactiloscopia (la ciencia que estudia las huellas, nacida a finales del siglo XIX) se ha convertido en apoyo fundamental en la investigación criminal.

Nacidos sin huellas

Sin embargo, algunas personas nacen con la piel de los dedos completamente lisa. Sufren un trastorno genético muy raro, localizado en el gen SMARCAD1, que recibe el nombre adermatoglifia. Tan infrecuente es este trastorno que las familias afectadas en el mundo se pueden contar con los dedos de una mano… aunque esa mano no tenga huellas.

En realidad, las personas con adermatoglifia llevan una vida normal, pero pueden tener más dificultades para manipular objetos o regular el sudor en esas zonas. En su día a día, pueden encontrarse con obstáculos curiosos: desde problemas en el control de pasaportes, hasta la dificultades para utilizar los sistemas de reconocimiento dactilar en el móvil.

Mucho más que una “firma” biológica

Ahora que conoces todo esto, la próxima vez que desbloquees el móvil con el dedo o dejes tu huella en un vaso, piensa que las huellas dactilares son el resultado de millones de años de evolución que te ayudan a agarrar, a sentir y a explorar el mundo con las manos.

Al fin y al cabo, cada una de nuestras huellas nos susurra un secreto: nacemos únicos, vivimos únicos y dejamos una marca única en el mundo porque no hubo ni habrá nadie como tú.


El museo interactivo Parque de las Ciencias de Andalucía y su Unidad de Cultura Científica e Innovación colaboran en la sección The Conversation Júnior.


The Conversation

Juan Carlos Alvarez no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. ¿Por qué tenemos huellas dactilares y para qué sirven realmente? – https://theconversation.com/por-que-tenemos-huellas-dactilares-y-para-que-sirven-realmente-267462

Los hijos deciden cada vez más sobre gastos familiares, pero sin saber cuánto ganan sus padres

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Beatriz Feijoo, Profesora Titular de Publicidad, Universidad Villanueva

BearFotos/Shutterstock

Los hijos participan cada vez más en las decisiones de consumo del hogar: opinan sobre dónde ir de vacaciones, qué tecnología comprar en el hogar o incluso qué productos de cuidado personal entran en casa. Sin embargo, la mayoría desconoce el presupuesto familiar. Dos elementos que avanzan en direcciones opuestas: más poder para decidir, pero menos información para comprender lo que implican esas decisiones.

Esta es una de las conclusiones más llamativas del proyecto MARK&TEEN, una investigación que hemos realizado en la Universidad Villanueva con el apoyo de la Fundación BBVA. Se encuestaron a 1 088 adolescentes de entre 12 y 17 años y a uno de sus progenitores (en total, 2 176 personas de toda España) para analizar el fenómeno del consumo familiar desde dos perspectivas: la de los jóvenes y la de los adultos.

Lo que los hijos sienten y lo que los padres creen

Cuando se pregunta a los adolescentes por su participación en las decisiones familiares, la imagen que describen es la de una presencia activa, aunque no siempre decisoria. La mitad afirma que las vacaciones se eligen entre todos y un 5,4 % siente que en esa elección su opinión ha tenido más peso. En decisiones sobre tecnología del hogar el porcentaje de participación conjunta baja al 35 %, y en la decoración o el mobiliario, al 25 %. Es decir, los adolescentes están en la conversación, pero no siempre tienen la sensación de estar determinando el resultado.

Esa percepción cambia cuando se trata de decisiones sobre sí mismos. En ropa, tecnología personal, productos de cuidado corporal u ocio, alrededor del 50 % de los adolescentes señala que son ellos principalmente quienes deciden. Aquí la voz juvenil sí se experimenta como autónoma, como parte de su construcción identitaria y de su forma de estar en el mundo.

Incluso más allá de su propio consumo, los adolescentes describen un espacio de influencia hacia los padres. Un 10 % dice intervenir en la elección de la ropa de los adultos, un 20 % en sus planes de ocio y hasta un 29 % en decisiones relacionadas con los productos de higiene y cuidado personal.

Desde la perspectiva adulta, la imagen es aún más participativa. Seis de cada diez padres consideran que las decisiones sobre vacaciones, decoración o servicios compartidos, como las plataformas de streaming, se toman de forma democrática. En lo relativo a su propio consumo, uno de cada cuatro admite que sus hijos participan y casi un 30 % reconoce que, cuando se trata de productos destinados a los adolescentes, la decisión la toman preferentemente ellos.

Los datos muestran familias que se conciben a sí mismas como espacios dialogados, donde la participación juvenil no solo es aceptada, sino valorada. Pero también revelan un matiz importante: los padres tienden a percibir más democracia de la que los propios adolescentes sienten.

Participan en la decisión, pero sin toda la información

La autonomía de consumo de los adolescentes no llega solo a la elección de productos: también se refleja en su relación cotidiana con el dinero. Casi el 65 % de los menores afirma manejarlo con frecuencia y, en la mayoría de los casos (85 %), las cantidades pueden ascender a los 100 euros mensuales, algo que padres e hijos reconocen de forma coincidente. Además, cerca de seis de cada diez tiene una cuenta bancaria a su nombre y un 18 % puede ingresar o retirar dinero de manera autónoma. Uno de cada cuatro dispone incluso de tarjeta con capacidad de compra. Es decir, estamos ante jóvenes que no solo consumen, sino que administran y gestionan recursos reales en el día a día.

Sin embargo, cuando trasladamos la conversación a la economía familiar, la fotografía cambia. El 68 % de los adolescentes no sabe cuánto ganan sus padres. Esta falta de información no es anecdótica: se combina con otro dato significativo, el 86 % nunca ha recibido educación financiera.

En términos prácticos, están aprendiendo a tomar decisiones de consumo sin conocer los límites económicos reales que las sustentan. Pueden sugerir cambiar de destino de vacaciones, suscribirse a una nueva aplicación de streaming o incorporar un nuevo producto de cuidado, pero no conocen el esfuerzo material, o simbólico, que implica asumir ese gasto dentro del conjunto de necesidades familiares.

Lo que está ocurriendo es una de falta de contexto. Parece evidenciarse que la conversación sobre el dinero continúa siendo, incluso en hogares dialogados, un espacio reservado al mundo adulto.

Participación, sí, pero con reflexión conjunta

En este contexto, el reto no es frenar la autonomía de los adolescentes ni volver a modelos jerárquicos. La clave reside en acompañar esa participación con información. Si los adolescentes están presentes en la toma de decisiones también deben conocer el contexto y comprender lo que implica decidir. Educar para el consumo no es sólo comprar sino ayudar a pensar qué necesitamos, qué deseamos, qué podemos permitirnos y qué sentido tiene lo que hacemos con el dinero que circula en una familia.

La democratización del consumo familiar es una oportunidad extraordinaria para formar ciudadanos conscientes, capaces de tomar decisiones informadas y responsables. Los adolescentes ya están dentro de la mesa de decisiones. Lo que falta, en muchos casos, es que también estén dentro de la conversación sobre los límites, las prioridades y los valores. Consumir es elegir, y elegir siempre debe implicar conocer y comprender.

La pregunta no es si deben participar. La pregunta es: ¿vamos a darles las herramientas para entender lo que están decidiendo?

The Conversation

Beatriz Feijoo recibe fondos de la Beca Leonardo de Investigación Científica y Creación Cultural 2024 de la
Fundación BBVA. La Fundación BBVA no se responsabiliza de las opiniones, comentarios y contenidos incluidos en el
proyecto y/o los resultados obtenidos del mismo, los cuales son total y absoluta responsabilidad de
sus autores.

ref. Los hijos deciden cada vez más sobre gastos familiares, pero sin saber cuánto ganan sus padres – https://theconversation.com/los-hijos-deciden-cada-vez-mas-sobre-gastos-familiares-pero-sin-saber-cuanto-ganan-sus-padres-268529

Criar a los hijos en una lengua no materna: lo que dice la ciencia

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Irene Gassín Mondaca, Profesora de Enseñanza Bilingüe en el Máster en Profesorado, Universidad Pablo de Olavide

PeopleImages.com /Shutterstock

Cada vez es más frecuente que los padres decidan criar a sus hijos en un idioma que no es ni su lengua nativa ni la lengua de la sociedad en la que viven. Por ejemplo, en España resulta cada vez más común escuchar a padres españoles hablando a sus hijos en inglés en el parque o a la salida del colegio. A menudo, son padres que han logrado un nivel avanzado en inglés tras muchos años de esfuerzo y que pretenden ahorrarles ese “sufrimiento” a sus hijos o abrirles las puertas a un mundo cultural internacional.

Este fenómeno, conocido como “bilingüismo no nativo” o como “inmersión lingüística en el hogar”, no es nuevo ni se da solo en España. Los primeros casos datan de los años 60, y se ha constatado la práctica en más de 14 países, entre los que destacan Eslovaquia, España, Turquía, Polonia y Corea.

Los precursores del fenómeno

El primer caso documentado de inmersión lingüística en el hogar se remonta a 1965, en la antigua Yugoslavia. A lo largo de siete años, el lingüista N. R. Dimitrijević (nativo de serbio) habló con su hijo únicamente en inglés y analizó el desarrollo lingüístico del niño en serbio (lengua del entorno) y en inglés.

La práctica no tuvo ninguna repercusión negativa en el nivel de serbio del niño. No obstante, este autor sí observó que su hijo entendía el inglés mejor que lo hablaba, y que además su nivel en esta lengua iba disminuyendo poco a poco a medida que su entorno social fue adquiriendo mayor peso, especialmente los amigos del colegio. Esto consolidó el serbio como su lengua dominante.

En la Australia de los años 70, un profesor de alemán llamado George Saunders crió a sus tres hijos en alemán (pese a que él era nativo en inglés) y analizó su desarrollo lingüístico a lo largo de 12 años con vídeos y pruebas de nivel. En este caso, los niños alcanzaron un gran dominio en ambos idiomas, comparable al de otros niños bilingües de padres nativos. Este autor recogió su experiencia en dos manuales, de lectura recomendada.

Tras estos dos casos pioneros, el interés académico sobre esta política lingüística familiar fue cada vez mayor, intensificándose en la última década. En un reciente proyecto, hemos realizado una revisión sistematizada de lo investigado, analizando los 46 estudios y 13 manuales que han tratado la inmersión lingüística en el hogar hasta la fecha. Estos resultados pueden organizarse en torno a los tres grandes agentes implicados: los padres, los niños y el entorno social.

Los padres: miedos y estrategias

Miedos recurrentes de los padres a la hora de tomar esta decisión son transmitir errores lingüísticos que los niños heredarán (al no tratarse de un idioma nativo) o provocar un retraso en el lenguaje de los niños por confundirlos con dos lenguas. Esto no es nuevo: en las primeras décadas del siglo XX, el bilingüismo familiar se consideraba una práctica poco recomendable e incluso perjudicial para el desarrollo lingüístico e intelectual de los niños, aunque se tratase de una familia en la que los progenitores tuvieran lenguas maternas distintas (por ejemplo, una madre china y un padre francés).

A finales de siglo, sin embargo, ya se demostró que el bilingüismo no resulta negativo para el desarrollo de los niños, y recientemente incluso que puede llegar a ser igual de beneficioso que otros estímulos intelectuales, como la música. Dicho esto, los padres que se decidan por esta práctica deben considerar si se sentirán cómodos en todos los escenarios que la crianza involucra, que van desde gestionar una rabieta y cantar una canción infantil hasta tratar temas complejos como política y religión. Puede que estos padres nunca se hayan enfrentado a esos contextos, pero podrán adquirir el vocabulario necesario a través de vídeos, libros o consultas a amigos.

En cualquier caso, los errores lingüísticos menores no deberían ser una preocupación, puesto que los niños escucharán el inglés de muchas más fuentes que neutralizarán esa transmisión (películas, cuentos, canciones, otros hablantes, etcétera).




Leer más:
No soy nativo: ¿debería hablar a mis hijos en inglés? Diez claves prácticas para conseguirlo


Otra decisión es la política lingüística familiar concreta. ¿Serán uno o los dos progenitores los que hablarán la lengua extranjera, o lo harán solo en determinados lugares o rutinas? Ante esto, es importante aclarar que se suele establecer como guía que para que un niño sea bilingüe ha de escuchar la lengua minoritaria un mínimo del 25 % de las horas que pasa despierto.

Por otro lado, ¿se usarán técnicas más monolingües (como fingir que no entienden el español si su hijo se dirige a ellos en esa lengua) o más bilingües (como seguir adelante en inglés, como si nada)? En principio, son las primeras las que más éxito tienen en el desarrollo lingüístico de los hijos, aunque hay que tener en cuenta siempre el bienestar de los niños y la armonía del hogar. Es decir: si usar una estrategia más estricta causa estrés o frustración en el niño, será conveniente usar otra mas flexible.




Leer más:
Bilingüismo no nativo: pros y contras


Por último, serán muy importantes los recursos de apoyo externos que favorecen que los niños se expongan a otras fuentes escritas y auditivas en la lengua extranjera, además de la de los padres: libros o cuentos en inglés, series o dibujos en la televisión, canciones, tutores privados o incluso viajes al extranjero en familia.

Los niños: su desarrollo lingüístico en las dos lenguas

La mayoría de los estudios concluye que el desarrollo lingüístico de los niños bilingües por inmersión lingüística en el hogar es comparable al de otros niños bilingües o monolingües. En etapas tempranas ocurren fenómenos como la interferencia lingüística (por ejemplo, el uso de palabras que se parecen en inglés y en español o estructuras que se calcan de una a otra lengua). No obstante, al poco tiempo los niños controlan este valioso recurso de transferencia lingüística.

En todos los estudios, sin embargo, se describe el mismo patrón: la lengua del entorno suele acabar consolidándose como la dominante. Así, el inglés, en el caso de un contexto español, tiende a ocupar una posición subordinada. Los niños muestran más capacidad para entenderlo que para hablarlo, debido a las escasas oportunidades de entrar en contacto con este idioma en comparación con el español. Este desequilibrio se acentúa cuando entran en el colegio y comienzan a socializar con otros niños y adultos en español. Por esta razón, la apuesta más segura sería que los dos progenitores hablen la lengua extranjera en casa, estrategia conocida como “lengua minoritaria en el hogar”.

Por último, son pocos los estudios que se centran en los sentimientos de los niños. Aunque la experiencia suele ser positiva, en algunos casos se menciona un cierto rechazo o resistencia hacia el uso del inglés en el hogar, especialmente cuando los niños entran en el colegio. Es ahí cuando empiezan a ser más conscientes de su realidad lingüística y se dan cuenta de que sus padres saben hablar la lengua que se habla en el colegio y que hablan sus amigos. En ocasiones, estas dificultades llevan incluso al abandono de la práctica de la inmersión lingüística en el hogar por parte de las familias.

La sociedad: el impacto del entorno

La sociedad desempeña un papel bastante relevante en este tipo de bilingüismo. Frecuentemente, las personas del entorno no comprenden por qué una familia iba a renunciar al uso de su lengua materna.

Cuestiones como la identidad o la transmisión de emociones, a menudo muy ligadas a la lengua materna, entran en juego en este tipo de debates, aunque en ninguno de los 59 estudios se identifica el problema de la falta de afecto. Es más, frente a la inmersión lingüística en el hogar en lenguas no nativas pero que tienen gran difusión (como el inglés), hay casos constatados de familias que han criado a sus hijos en esperanto, una lengua artificial o planificada.

En contraposición, hay familias que sí reciben un apoyo social que refuerza la práctica de la inmersión lingüística en el hogar. En estos casos, la armonía familiar no se ve afectada, y se pueden concentrar los esfuerzos en la transmisión de la lengua.

Hacia dónde vamos

¿Merece la pena todo este esfuerzo? ¿Aprenden mejor los niños una segunda lengua si se emplea la inmersión lingüística en el hogar? Los testimonios de los padres estudiados así lo indican. Incluso los que abandonan la práctica afirman que ha sido una experiencia muy enriquecedora de la que no se arrepienten.

No obstante, son pocos los autores que realizan medición lingüística del nivel de los niños, y se confía en la percepción de los padres. Por ello, si ha llevado a cabo la inmersión lingüística en el hogar o conoce a alguien que lo haya hecho, le invitamos a participar en nuestra investigación. Queremos analizar qué factores resultan clave para un desarrollo adecuado y cuáles son las estrategias más efectivas. Su colaboración es fundamental.

The Conversation

Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.

ref. Criar a los hijos en una lengua no materna: lo que dice la ciencia – https://theconversation.com/criar-a-los-hijos-en-una-lengua-no-materna-lo-que-dice-la-ciencia-268113

La revolución sexual sénior: tres de cada cinco consideran el sexo esencial para su bienestar

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Iñaki Ortega Cachón, Profesor de Dirección de Empresas, UNIR – Universidad Internacional de La Rioja

4 PM production/Shutterstock

Mi padre tiene 86 años y me sigue ganando al tenis. Mi madre es octogenaria también y capaz de alimentar un día de verano a una tropa de hambrientos nietos adolescentes. Son ancianos, pero están sanos y fuertes. No me atrevería a preguntarles –como tampoco lo hacía la estadística oficial hasta hace poco– por su hábitos sexuales. En mi caso por pudor, en el de los funcionario del Instituto Nacional de Estadística de la época por edadismo, puesto que no concebían esos estadísticos que unos adultos mayores siguiesen practicando el sexo.

Por eso la edición quinta del barómetro del consumo sénior, que dirijo, ha preguntado a una muestra representativa de mayores de 55 años españoles –en un amplio apartado titulado vitalidad y envejecimiento saludable– por sus prácticas sexuales.

En concreto, se les ha preguntado sobre si tienen pareja, si están enamorados y cómo de satisfechos se sienten con su vida sexual. Además, si hablan de sexo con amistades y toman suplementos para mejorar sus relaciones sexuales o utilizan plataformas de citas para buscar pareja.

Los resultados merecen la pena ser contados para así acabar con una visión absolutamente sesgada de los mayores españoles. De modo y manera que siempre se traslada a la opinión pública una imagen de fragilidad de los sénior cuando no de ancianidad extrema que no se compadece con la buena salud de la mayoría del colectivo.

No hay vida de calidad sin sexo

La realidad para este estudio es que tres de cada cinco séniors consideran que el sexo es importante para tener una buena calidad de vida. Es decir, más de diez millones de españoles mayores de 55 años no entienden una vida de calidad sin sexo.

Al mismo tiempo, conforme esta encuesta, realizada en octubre de 2024, más de 160 000 personas de esa franja de edad utilizan aplicaciones de citas para poder tener sexo. E incluso casi un millón toman medicamentos o suplementos para mejorar sus relaciones sexuales. Nada que no sea normal en otras edades, y siempre en personas sanas y con vitalidad.

A pesar de lo anterior, como ya se ha dicho, los estereotipos se han instalado en nuestra sociedad, debido a que hasta hace unas pocas décadas la vida activa y sana finalizaba antes de los 50 años. Así es. Durante siglos la esperanza de vida no ha superado el medio siglo y eran muy pocos los que llegaban a los sesenta años; y los que alcanzaban ese grupo etario padecían una mala salud que hacía penosos sus últimos años de vida.

En España no es hasta 1957 cuando se logra superar los 65 años de esperanza de vida. Al mismo tiempo, en esa época los años restantes de vida –y lo que es más importante, los años de vida con salud– eran muy pocos. Hoy, el consenso es que puede ser una existencia saludable casi dos décadas más.

Este estudio del Centro de Investigación Ageingnomics demuestra una realidad bien distinta a esos estereotipos de una población sénior débil, vestida de luto y esperando la muerte. La conocida como generación de las canas reclama su derecho a disfrutar la vida y también del sexo.

De visitas al médico a viajes de ocio

De hecho, los séniors apenas van al médico hasta que cumplen 70 años, e incluso cuando superan esa edad, una gran mayoría (el 72 %) solo acude al médico menos de una vez al mes. Y al mismo tiempo, el 85 % de los que superan los 55 años realizan habitualmente operaciones con el banco a través de internet. El 76 % hace compras electrónicas y el 65 % publica contenidos en redes sociales.

Al mismo tiempo, casi 8 de cada 10 personas de la población sénior española tiene previsto realizar algún viaje de ocio o turismo a lo largo del año. Todo un baño realidad frente la imagen tan sesgada vinculada a la obsolescencia del colectivo.

Pero aún hay más: cuatro de cada cinco mayores de 55 cuidan su alimentación para mantener una buena salud, lo que sin duda también explica que en todas las cohortes de edad estudiadas (55-59; 60-64; 65-69 y 70+) siempre hay una mayoría que supera el 60 % que vincula calidad de vida a actividad sexual.

De forma coherente, igual que no quieren renunciar a su actividad sexual tampoco –una gran mayoría del 71 %– está dispuesta a que les obliguen a dejar de conducir a partir de una determinada edad. La realidad es que los seniors españoles no se sienten mayores, si por mayores entendemos el cliché negativo.

Solo se es mayor a partir de los 74

De forma que ellos piensan que solo se es mayor a partir de los 74 años y la sociedad, en cambio, sitúa esa frontera en los 66,8 años. Una gran diferencia que sufren en términos de discriminación en muchas facetas de su vida, también en la del sexo que estamos analizando en este artículo.

Si le han sorprendido todos estos datos sobre el sexo senior o incluso que siquiera vinculemos ambos conceptos, me temo que es otra clara constatación de que el edadismo sigue muy presente en la cultura española a pesar de ser uno de los países con una de las mayores tasas de esperanza de vida del planeta.

The Conversation

Iñaki Ortega Cachón dirige informes para el centro de investigación ageingnomics de la Fundación MAPFRE

ref. La revolución sexual sénior: tres de cada cinco consideran el sexo esencial para su bienestar – https://theconversation.com/la-revolucion-sexual-senior-tres-de-cada-cinco-consideran-el-sexo-esencial-para-su-bienestar-264537

El riesgo de crisis alimentarias se agudiza en el mundo: estos son los puntos críticos del hambre

Source: The Conversation – (in Spanish) – By José Miguel Soriano del Castillo, Catedrático de Nutrición y Bromatología del Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública, Universitat de València

El 12 de noviembre de 2025, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos (WFP) publicaron un informe que vuelve a encender las alarmas sobre el estado de la seguridad alimentaria global. Ambos organismos advierten que la “ventana para evitar que millones de personas caigan en inseguridad alimentaria aguda se está estrechando rápidamente”.

En concreto, el documento identifica dieciséis regiones del mundo donde el riesgo de crisis alimentarias severas no solo continúa creciendo, sino que podría desencadenar emergencias humanitarias de gran magnitud si no se adoptan medidas urgentes y coordinadas.

Conflictos armados que bloquean alimentos y paralizan economías

El conflicto armado se mantiene como la causa central en la mayoría de los países señalados. La violencia prolongada, la destrucción de tierras cultivables, los desplazamientos masivos y el bloqueo de corredores humanitarios reducen de manera drástica el acceso a alimentos.

Sudán aparece como uno de los escenarios más críticos: tras meses de intensificación de los combates, millones de personas han quedado atrapadas en zonas donde los mercados han colapsado y la distribución de ayuda es prácticamente imposible. La FAO advierte que algunas regiones podrían acercarse a los umbrales técnicos de hambruna si no se logra estabilizar la situación.

Yemen presenta un escenario similar, con más del 40 % de la población en niveles de crisis alimentaria severa. Allí, la destrucción de infraestructuras esenciales y la falta de combustible dificultan la llegada de importaciones, de las que depende la mayor parte de la dieta del país.

En Palestina, el informe subraya que la inestabilidad crónica y las restricciones al movimiento de bienes esenciales han reducido aún más la disponibilidad de alimentos, generando un rápido deterioro en los indicadores nutricionales.

También es preocupante la situación de Malí y Burkina Faso, donde la inseguridad y el control inestable del territorio están generando interrupciones en los mercados, bloqueos al comercio agrícola y pérdidas significativas de producción de cultivos.

Así, en Burkina Faso, los hogares más pobres que viven en zonas afectadas por el conflicto se enfrentan a las “disrupciones del mercado y la asistencia humanitaria limitada”, según el análisis más reciente de seguridad alimentaria.

Estas dinámicas se observan también en Malí, donde las mismas condiciones están provocando “un rápido deterioro en los niveles locales de consumo alimentario y nutrición”. Es un diagnóstico reforzado por los datos del indicador de Insufficient Food Consumption (IPC), que situaba en torno al 52 % la proporción de población insuficientemente alimentada en septiembre de 2025.

Choques económicos que multiplican la vulnerabilidad

El segundo impulsor de la inseguridad alimentaria es la inestabilidad económica, que se manifiesta a través del encarecimiento de los alimentos, la depreciación de las monedas locales y el aumento del precio del combustible y de los insumos agrícolas.

En Haití, esta situación se ve agravada por la violencia y la interrupción del funcionamiento normal de los mercados, lo que ha dejado a millones de personas en una vulnerabilidad extrema. De hecho, alrededor de 5,7 millones de haitianos, más de la mitad del país, se encuentran ya en niveles de inseguridad alimentaria aguda, una cifra que sigue aumentando.

Circunstancias similares se observan en Myanmar y Etiopía, donde la devaluación de la moneda y la interrupción de las actividades económicas han encarecido el precio de los alimentos básicos, reduciendo drásticamente el poder adquisitivo de los hogares.

La crisis climática, un factor estructural

El tercer gran factor identificado es el cambio climático, que ya no actúa como fenómeno excepcional, sino como un impulsor estructural de vulnerabilidad. Sequías prolongadas, inundaciones repentinas, ciclones y olas de calor afectan de manera recurrente a regiones cuya agricultura depende en gran medida de las precipitaciones estacionales.

El Cuerno de África es el caso más evidente: tras cinco temporadas consecutivas de lluvias fallidas, millones de pastores y agricultores han perdido su ganado y cosechas, lo que ha provocado desplazamientos masivos y un aumento drástico de la dependencia de programas nutricionales.

El informe del WFP subraya que estos fenómenos, intensificados por variaciones asociadas a El Niño, seguirán repitiéndose. En países como Sudán del Sur, Somalia y Etiopía, las lluvias extremas que suceden a las sequías destruyen infraestructuras básicas, arrasan cultivos y contaminan fuentes de agua esenciales.

Una crisis profundizada por el déficit de financiación humanitaria

El cuarto factor, y uno de los más decisivos para comprender la magnitud del problema, es el enorme déficit de financiación humanitaria. El WFP ha advertido que los fondos disponibles este año podrían situarse en torno a 6 400 millones de dólares. Es una cifra muy inferior a la necesaria para sostener sus operaciones globales y está claramente por debajo de los niveles previos, lo que obliga a recortar raciones, suspender programas nutricionales y priorizar de forma estricta a los beneficiarios más vulnerables.

Las consecuencias de estos recortes son directas: en áreas donde el conflicto impide el acceso a los alimentos y los mercados locales han colapsado, la ayuda humanitaria constituye la única fuente de sustento. Si la financiación continúa siendo insuficiente, millones de personas corren el riesgo de pasar rápidamente de una situación de crisis a una emergencia alimentaria severa o incluso a condiciones cercanas a la hambruna.

El propio WFP ha señalado que la falta de recursos está comprometiendo gravemente la capacidad para anticiparse a los picos de hambre estacional o climática, limitando su margen de actuación en algunos de los entornos más frágiles del planeta.

La alimentación como indicador de estabilidad global

Este informe demuestra que la alimentación no es solo un asunto doméstico ni una cuestión de hábitos individuales. La inseguridad alimentaria se convierte tanto en síntoma como en causa de inestabilidad, con efectos sobre la salud pública, el funcionamiento de las economías locales y los movimientos migratorios. La interdependencia de los mercados globales implica que las crisis alimentarias en los dieciséis hunger hotspots (puntos críticos del hambre) identificados repercuten en regiones muy alejadas de ellos, generando tensiones adicionales en países importadores y en economías vulnerables.

A pesar del tono de advertencia, el informe de FAO-WFP concluye que aún es posible evitar el deterioro masivo previsto para 2026. Señala que invertir en medios de vida, en resiliencia y en protección social antes de que el hambre alcance su pico será “una inversión inteligente en paz y estabilidad a largo plazo”.

También subraya que el apoyo agrícola, como semillas, salud del ganado o acción anticipatoria, es esencial para estabilizar la producción alimentaria y reducir la dependencia de la ayuda de emergencia. Al mismo tiempo, advierte que la falta de financiación y el acceso humanitario bloqueado están comprometiendo gravemente la capacidad de actuar a tiempo, y que ignorar esta ventana de oportunidad tendrá un coste humano incalculable.

The Conversation

José Miguel Soriano del Castillo no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. El riesgo de crisis alimentarias se agudiza en el mundo: estos son los puntos críticos del hambre – https://theconversation.com/el-riesgo-de-crisis-alimentarias-se-agudiza-en-el-mundo-estos-son-los-puntos-criticos-del-hambre-269954

Respirar bajo el agua: la increíble historia evolutiva de los mamíferos marinos

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Antonio Figueras Huerta, Profesor de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto de Investigaciones Marinas (IIM-CSIC)

Delfines nadando. Tom Radetzki / Unsplash., CC BY

Imagine tener que aguantar la respiración mientras nada hasta el supermercado, duerme, da a luz o cría a sus hijos. Un escenario imposible que es la realidad cotidiana de ballenas, delfines, focas y manatíes. Estos mamíferos marinos comparten los rasgos fundamentales de todos los mamíferos –pulmones, sangre caliente, pelo (al menos, en alguna etapa de la vida) y leche para alimentar a sus crías–, pero viven en un mundo donde el oxígeno escasea y cada respiración debe ser gestionada de manera consciente.

¿Cómo sobrevivir permanentemente en el agua sin dejar nunca de ser animales que dependen del aire? Para lograrlo, han reinventado la respiración, el sueño, la reproducción y el control cardiovascular. Sus cuerpos condensan 50 millones de años de innovación evolutiva y son una lección sobre la extraordinaria capacidad de la vida para adaptarse.

Orificios nasales: la respiración rediseñada

La adaptación más visible es el espiráculo. Lo que comenzó como orificios nasales frontales en mamíferos terrestres migró, a lo largo de decenas de millones de años, hasta la parte superior de la cabeza de delfines y ballenas. Este cambio ahorra una enorme cantidad de energía: en lugar de levantar toda la cabeza fuera del agua, un delfín puede respirar exponiendo solo una pequeña parte de su cuerpo.

Pero el espiráculo es mucho más que una nueva ubicación. Es una válvula muscular que se cierra herméticamente bajo el agua. A diferencia de los humanos, los delfines y las ballenas no respiran de manera automática. Cada inhalación y exhalación es un acto deliberado y controlado.

Respiración de las ballenas.

Pulmones que son ejemplo de eficiencia

Cuando salen a la superficie, los mamíferos marinos respiran con una eficiencia extraordinaria. Los humanos intercambiamos alrededor del 10–15 % del aire de nuestros pulmones en cada respiración. Las ballenas y los delfines pueden reemplazar hasta el 90 %. Sus pulmones están diseñados para una “ventilación explosiva”, vaciándose y llenándose en menos de un segundo. Se han medido flujos de aire en delfines que superan los 160 litros por segundo.

Esto no es solo velocidad, sino estrategia. Al intercambiar casi todo el aire de sus pulmones, maximizan la captación de oxígeno y reducen al mínimo el tiempo que necesitan pasar en la superficie.

¿Por qué no se ahogan?

Vivir bajo el agua con pulmones conlleva un riesgo constante: el ahogamiento. Para evitarlo, los delfines han desarrollado una separación casi completa entre sus vías respiratorias y digestivas. Su laringe se curva en un ángulo pronunciado, lo que permite que los alimentos pasen por el esófago mientras el espiráculo se conecta directamente con la tráquea. No pueden respirar por la boca en absoluto.

Silueta de una ballena azul.
muratart/Shutterstock

La misma precisión se observa en la lactancia. Las madres producen una leche extraordinariamente grasa que puede ser expulsada directamente en la boca de la cría. Ésta forma un sello hermético con los labios, evitando la entrada de agua salada, mientras la leche espesa resiste la dispersión en el agua.

Abrazar el colapso pulmonar

Durante las inmersiones profundas, los mamíferos marinos afrontan presiones que aplastarían a un buceador humano. Sin embargo, su estrategia no consiste en resistir la presión, sino en aprovecharla

Al descender, el aire es expulsado de los diminutos alveolos donde ocurre el intercambio gaseoso y se traslada a las vías respiratorias reforzadas que no transfieren nitrógeno a la sangre. Este colapso controlado del pulmón impide la acumulación de nitrógeno y evita la enfermedad por descompresión o “mal de los buzos”. A la vez, permite conservar oxígeno para los órganos vitales.

Dormir con medio cerebro

Dado que la respiración es voluntaria, el sueño plantea un desafío único. Los delfines y las focas lo resuelven con el sueño de ondas lentas unihemisférico. La mitad del cerebro duerme mientras la otra mitad permanece lo suficientemente despierta como para controlar la respiración y el movimiento.

En los delfines mulares, cada hemisferio obtiene unas cuatro horas de sueño de ondas lentas al día. El lado despierto del cerebro les permite salir a la superficie para respirar y mantenerse vigilantes ante los depredadores. El sueño REM —la fase de los sueños en los humanos— está prácticamente ausente, lo que sugiere que los mamíferos marinos han redefinido el concepto mismo de dormir.

Nacimiento y primeros pasos de vida

Incluso la reproducción ha tenido que reinventarse. Las crías de ballenas y delfines suelen nacer de cola, lo que reduce el riesgo de ahogamiento durante el parto. Las madres se colocan de manera que ayudan al recién nacido a alcanzar la superficie para su primera respiración.

Desde ese momento, la cría debe aprender a respirar conscientemente. La lactancia, con su sistema de leche grasa y sellado bucal –sus bocas forman una especie de ventosa que impide que se cuele agua del exterior–, permite un rápido crecimiento evitando que el agua salada entre en los pulmones.

Ballena amamantando a su cría.

El “interruptor maestro” cardiovascular

Estos animales dependen también de un poderoso reflejo fisiológico conocido como la respuesta de inmersión, o el “interruptor maestro de la vida”. Al bucear, su frecuencia cardiaca se reduce drásticamente –una orca puede bajarla a la mitad en solo 15 segundos– y el flujo sanguíneo se desvía hacia órganos vitales como el cerebro y el corazón.

Combinado con enormes reservas de oxígeno en la mioglobina –proteína que almacena y transporta oxígeno– de los músculos, esto permite que ballenas y focas permanezcan sumergidas durante largos periodos, incluso más de una hora en algunas especies.

Lecciones para humanos

Estas adaptaciones no solo son fascinantes: podrían tener aplicaciones en medicina humana. El colapso pulmonar de los mamíferos buceadores evita las rupturas alveolares que sufren algunos pacientes con respiración asistida. Además, sus proteínas surfactantes permiten reabrir los alveolos de forma segura, lo que podría inspirar tratamientos para el fallo respiratorio.

Todos estos sistemas finamente ajustados son, sin embargo, vulnerables. El cambio climático, la contaminación, la sobrepesca y, especialmente, el ruido submarino generado por barcos y sonares, pueden interferir en sus procesos fisiológicos. Alteraciones en sus patrones de buceo o estrés prolongado pueden aumentar el riesgo de embolias gaseosas y varamientos.

Proteger a los mamíferos marinos implica no solo conservar sus hábitats, sino también comprender y respetar las adaptaciones evolutivas que les permiten vivir entre dos mundos: atados para siempre al aire, pero dueños del océano.

The Conversation

Antonio Figueras Huerta no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. Respirar bajo el agua: la increíble historia evolutiva de los mamíferos marinos – https://theconversation.com/respirar-bajo-el-agua-la-increible-historia-evolutiva-de-los-mamiferos-marinos-269953

Ukraine and Europe’s weakness exposed as US and Russia again negotiate behind Kyiv’s back

Source: The Conversation – UK – By Stefan Wolff, Professor of International Security, University of Birmingham

Renewed talk of no-longer-secret negotiations between the Kremlin and the White House over a plan to end the war in Ukraine that heavily favours Russia adds to a broader sense of doom in Kyiv and among its western partners.

Coupled with the fallout from a sweeping corruption scandal among Ukraine’s elites and stalling efforts in Brussels to provide additional financial aid to Kyiv, a storm is brewing that may lead to Moscow prevailing in its war of aggression.

However, this is not a foregone conclusion. Ukraine is having a very difficult time at the moment on various fronts. The fall of Pokrovsk in eastern Ukraine is a question of when, not if, and of how many men both sides will lose before Russia captures the ruins of the city.

Russia has also upped pressure on the Zaporizhian part of the front and around Kherson on the coast. It is very likely that the Kremlin will continue to push its current advantages, with fighting possibly increasing in the north again around Ukraine’s second-largest city of Kharkiv.

For now, the war of attrition clearly favours Russia. But from a purely military perspective, neither the fall of Pokrovsk nor further Russian territorial gains elsewhere spell the danger of an imminent Ukrainian collapse.

A map showing Russia's territorial control of large parts of eastern Ukraine.
The war of attrition in Ukraine is currently favouring Russia.
Institute for the Study of War / Critical Threats

However, war is never solely a military endeavour – it also requires political will and financial resources. A more existential threat to Ukraine’s war effort, therefore, is the continuing fallout from the corruption scandal. Here, too, certainties are few and far between.

A characteristic feature of political scandals in Ukraine is the difficulty of predicting the reaction of Ukrainian society. Some incidents can become a trigger for large-scale protests that lead to massive change.

This was the case with the Euromaidan revolution in 2014. The revolution triggered a chain of events, from the annexation of Crimea to the Russian-proxy occupation of parts of the Donbas region of eastern Ukraine, to the Kremlin’s full-scale invasion in February 2022.

Other political crises pass without major upheaval. This was the case with the dismissal of the popular commander-in-chief of the Ukrainian army, Valerii Zaluzhnyi, in 2024. Widely seen as a possible challenger to Volodymyr Zelensky in future presidential elections, Zaluzhnyi was subsequently sent into exile as Ukraine’s ambassador to London.

So far, the current corruption scandal has not sparked mass protests in Ukraine. Nor has there been a very harsh response from European leaders. But the fact that virtually all of Zelensky’s inner circle is involved in corruption, according to Ukraine’s national anti-corruption bureau (Nabu), has forced the president to launch a comprehensive response.

Sanctions were imposed on Timur Mindich, Zelensky’s long-term friend and business partner, who fled the country just hours before Nabu raids on November 10. Then, a week after the latest scandal broke, Ukraine’s parliament dismissed the ministers of justice and energy, German Galushchenko and Svitlana Hrynchuk, who were both involved in the scandal.

Meanwhile, Zelensky himself has embarked on a whistle-stop diplomatic tour of European capitals to shore up support for his beleaguered government and country.

He managed to secure deliveries of US liquefied natural gas imports from Greece, which should help Ukraine through the difficult winter months. A landmark military deal with France also promises improved air defences for Ukraine in the short term, and the delivery of 100 fighter jets over the next decade.

Important as they are, these are stopgap measures rather than game changers. And not even all the necessary stopgap measures are done deals. The EU and its member states are still prevaricating on an urgently needed loan to Ukraine. If this loan does not materialise, Kyiv will run out of money in February to pay its soldiers, civil servants and pensioners.

In the meantime, Zelensky is also facing pressure from his own parliamentary faction, Servant of the People. He will be keen to present his tour of Europe to them as a vote of confidence by his western allies. Yet he may also still have to offer the resignation of his longtime ally Andrii Yermak, who was also implicated in the latest corruption scandal.

As head of the presidential office, Yermak is sometimes considered the de facto ruler of Ukraine. Dismissing him would probably please Zelensky’s domestic and foreign critics. Not doing so, on the other hand, should not be seen as a sign of strength. The very fact that the position of such a key ally is up for discussion is a further sign that Zelensky’s political power is, perhaps, fatally weakened.

Moving forward

Critically missing in all of this are three things. The first is a Ukrainian succession plan. Opposition politicians like former president Petro Poroshenko and former prime minister Yulia Tymoshenko are as unpopular as they are tainted by allegations of corruption during their reigns.

There is no clear route to replacing Zelensky if he refuses to step down. And even if he were replaced, a broader-based coalition government is unlikely to find a magic wand to turn Ukraine’s precarious military situation around.

The second unknown is the White House and its dealings with the Kremlin. Apparently, a 28-point US-Russia peace plan is in the making. Yet again, this plan requires major concessions from Ukraine on territory and the future size of its army, while providing no effective security guarantees.

European foreign ministers have been quick to insist that any peace plan needs Ukrainian and European backing. But their appetite to push back hard may be waning. If Kyiv’s western allies get the sense that Ukraine and Zelensky are lost causes, militarily and politically, they may cut their losses and retrench.

This would probably see these countries beef up their own defences and sign up to a US-backed plan that trades Ukrainian land and sovereignty for the extremely slim prospects of Russia accepting such a bargain.

The third critical unknown is whether Putin will cut a deal or drag out negotiations with Trump and push on regardless in Ukraine. Putin’s past track record of playing for time speaks for itself.

Recent comments by Kremlin spokesman Dmitry Peskov that there were no new developments to announce on a possible peace plan also strongly suggest that there has been no change in the Kremlin’s approach. Given what is apparently on the table, even if Putin were inclined to make a deal, it would hardly be of comfort for Kyiv and Brussels.

The danger for Kyiv and its European partners is that talk of Ukraine’s political and military collapse turns into a self-fulfilling prophecy. The consequence of that – Kyiv’s submission to a Russian peace dictate – would be the result of the dysfunctional nature of Ukraine’s domestic politics and the fecklessness of western support as much as any collusion between Trump and Putin.

The Conversation

Stefan Wolff is a past recipient of grant funding from the Natural Environment Research Council of the UK, the United States Institute of Peace, the Economic and Social Research Council of the UK, the British Academy, the NATO Science for Peace Programme, the EU Framework Programmes 6 and 7 and Horizon 2020, as well as the EU’s Jean Monnet Programme. He is a Trustee and Honorary Treasurer of the Political Studies Association of the UK and a Senior Research Fellow at the Foreign Policy Centre in London.

Tetyana Malyarenko receives funding from the Elliott School of International Affairs, George Washington University and the Research Council of Norway (project WARPUT, 361835, implemented by Norwegian Institute of International Affairs)

ref. Ukraine and Europe’s weakness exposed as US and Russia again negotiate behind Kyiv’s back – https://theconversation.com/ukraine-and-europes-weakness-exposed-as-us-and-russia-again-negotiate-behind-kyivs-back-270104

The deep sea and the Arctic must be included in efforts to tackle climate change

Source: The Conversation – Canada – By Juliano Palacios Abrantes, Postdoctoral researcher, Institute for the Oceans and Fisheries, University of British Columbia

Animals on the seafloor, such as corals and crinoids, take carbon into their bodies. When they die, this carbon is taken into seafloor sediments, where it is stored for hundreds and even thousands of years. (Schmidt Ocean Institute/Erik Cordes), CC BY

This year’s COP30 comes after the international Agreement on Marine Biological Diversity of Areas beyond National Jurisdiction (BBNJ) finally acquired the required number of ratification votes by United Nations member states.

The treaty, effective from January 2026, is the first global agreement for marine areas beyond national jurisdictions, with a direct reference to climate change risks in its legal text. Its ratification comes at a crucial time for marine environments.

The momentum of COP30 and the BBNJ treaty creates a unique opportunity to further integrate the ocean, particularly the deep sea, into the climate agenda. By connecting the BBNJ under the United Nations Convention on the Law of the Sea and the 2015 Paris Agreement, UN member states now have the tools to better conserve the deep sea’s biodiversity and its role in the global carbon cycle.

The deeps sea’s role in our climate

The deep sea (areas deeper than 200 metres) covers more than half our planet’s surface and accounts for over 90 per cent of the ocean’s volume. It is Earth’s largest long-term carbon sink.

Since the Industrial Revolution, the deep sea has absorbed roughly 30 per cent of human-caused carbon dioxide emissions and about 90 per cent of excess heat, significantly slowing warming and buffering the planet against even more catastrophic impacts.

The deep sea stores 50 times more carbon than the atmosphere and 20 times more than all terrestrial plants and soils combined. It helps regulate the Earth’s climate and its importance in fighting climate change is immense, stretching from pole to pole.

The polar regions support essential climate functions. The Southern Ocean around Antarctica absorbs approximately 40 per cent of the global oceanic uptake of human-generated carbon. The opposite pole, the Arctic Ocean, is facing some of the most immediate threats from climate change.




Read more:
A walk across Alaska’s Arctic sea ice brings to life the losses that appear in climate data


Against this backdrop, COP30 is hosting an unprecedented number of Indigenous people, with around 3,000 participants. Inuit, Sámi, Athabaskan, Aleut, Yupiit and other Arctic and global Indigenous leaders are voicing the need for climate policy to reflect local knowledge, rights and values in line with claims by Arctic states to sovereignty and stewardship.

However, discontent exists given the lack of representation of Indigenous people in COP30 negotiations. More than 70,000 people participated in the parallel People’s Summit which produced the Declaration of the Peoples’ Summit towards COP30. The declaration calls for more equitable solutions to climate change that include Indigenous and other communities.

Indigenous Peoples already co-create scientific management of marine protected areas, such as the Primnoa resedaeformis coral habitats and glass sponge reefs in Nova Scotia. However, more efforts are needed to reach the 30×30 target to designate 30 per cent of the Earth’s land and oceans as protected areas and achieve the goals of the Paris Climate Agreement.

Closing the ocean gap

Recent sessions of the United Nations Framework Convention on Climate Change (UNFCCC) have focused on co-ordination across major international agreements like the BBNJ. These sessions, along with the latest vulnerability assessments from the Intergovernmental Panel on Climate Change and UNFCCC’s Ocean Climate Change Dialogues, have urged parties to align ocean actions with climate commitments and close measurement and reporting gaps.

In the summer of 2024, Brazil and France started the Blue NDC Challenge, encouraging countries to include ocean-based climate solutions in their National Determined Contributions (NDCs) and National Adaptation Plans.

The UNFCCC requires NDCs to increase carbon uptake rather than historical storage to mitigate. Carbon uptake is the process, activity or mechanism by which natural sinks remove CO2 from the atmosphere. On the other hand, National Adaption Plans may protect deep-sea ecosystems and their biological pump roles.

While recent syntheses show that about 75 per cent (97 out of 130 coastal states that have submitted their NDCs) of UN member states now reference marine and coastal actions in their NDCs, the formal mechanisms for implementing adaptation efforts that include the ocean are lagging behind.

Of the roughly 100 climate indicators being considered at COP30 to monitor the progress of the Paris Agreement’s global goal on adaptation, only 14 include marine or ocean dimensions, with the majority focusing on coasts or shallow waters.

Although those with marine dimensions could be extended to include the deep sea, a persistent omission of deep-sea ecosystems risks undermining both mitigation and adaptation goals. While the final indicators are yet to be determined, it’s critical to ensure that deep-sea ecosystems are explicitly incorporated.

The global stocktake — the Paris Agreement’s process to evaluate the world’s climate action progress — determines if countries are meeting goals and identifies gaps. The stocktake must also identify the deep ocean and deep-sea life specifically, and elaborate on appropriate ocean-based climate actions, comparable to elaborations on the need to halt and reverse deforestation and forest degradation.

Supporting the Paris Agreement

photo of bivalves and yeti crabs under water
A hydrothermal vent community of bivalves and yeti crabs (Kiwa hirsuta). Chemosynthesis converts inorganic compounds like sulphide/methane via microbial communities where light is unavailable in the deep sea.
(Schmidt Ocean Institute/Erik Cordes)

Emerging activities, misguidingly branded as helping the energy transition — like deep-sea mining — further threaten oceans by causing irreparable damage to the sea floor and in the water column.

Geoengineering technologies to remove excess CO₂ from the atmosphere are so far costly and ineffective, but may be necessary to meet the Paris Agreement’s 1.5 C target. However, marine-based technologies may disrupt seafloor habitats, alter ocean chemistry and disrupt the natural carbon cycle in unpredictable ways.

The largest uncertainties in future climate projections stem from potential changes in ocean circulation and biological activity that could reduce the ocean sink efficiency. Even if emissions are stopped, a substantial fraction (20 to 40 per cent in some models) of emitted CO₂ will remain in the atmosphere for a millennium or longer, persisting until slow geological processes complete the sequestration.

If deep-sea carbon sinks were to weaken due to these climate-induced changes, CO₂ would accumulate faster in the atmosphere, making the 1.5 target significantly more difficult to achieve. Therefore, the deep ocean’s capacity determines the long-term fate of CO₂ and the ultimate success of the Paris Agreement’s targets.

Acting without a precautionary approach and failing to incorporate Indigenous values could further damage marine ecosystems and increase inequalities. In addition, failing to establish appropriate protocols for research ethics, project implementation and scientific assessments could result in negative outcomes in terms of CO₂ sequestration.

The Conversation

The authors do not work for, consult, own shares in or receive funding from any company or organisation that would benefit from this article, and have disclosed no relevant affiliations beyond their academic appointment.

ref. The deep sea and the Arctic must be included in efforts to tackle climate change – https://theconversation.com/the-deep-sea-and-the-arctic-must-be-included-in-efforts-to-tackle-climate-change-269581