Cuando es el lobo quien narra el cuento: la perspectiva del asesino en el ‘true crime’

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Marta Sánchez Esparza, Periodista y docente, Universidad Rey Juan Carlos

Nicholas Alexander Chavez y Cooper Koch interpretan, respectivamente, a Lyle y Erik Menéndez en ‘Monstruos: La historia de Lyle y Erik Menéndez’. Netflix/IMDB

¿Hasta qué punto la voz y los ojos del narrador modifican la percepción de las historias de true crime? ¿Se puede alterar en la narración el sentido de los hechos, y conducir a la audiencia a identificarse con los criminales?

La respuesta a estas preguntas parece clara para personajes como César Román, protagonista de El Rey del Cachopo, la docuserie donde se relata el asesinato de su pareja, Heidi Paz, cuyo torso fue hallado en una maleta oculta en una nave industrial en Madrid, en 2018. Román, que cumple una condena de 15 años en la prisión de Alcalá Meco, aparece en la serie para dar su versión, y afirma sin pestañear que “el cuento es muy diferente si el que lo cuenta es el lobo o si es Caperucita”.

El género del true crime vive en este momento una auténtica edad de oro, impulsado por las plataformas de streaming. Así, se ha convertido en un campo de experimentación para la construcción de versiones y relatos alternativos en torno a crímenes y escándalos, donde cada vez es más frecuente encontrarse con acusados y condenados que tratan de empatizar con la audiencia.

El caso de Monstruos: La historia de Lyle y Erik Menéndez es un ejemplo. Los hermanos, que asesinaron a tiros a sus padres en su mansión de Beverly Hills en 1989, llevan 35 años en prisión. Tras el lanzamiento de la exitosa serie de ficción en Netflix y su correspondiente docuserie, aprovecharon el impacto social y la empatía generada para solicitar la revisión de su condena.

Lo lograron el pasado mayo, cuando un juez conmutó la pena de cadena perpetua por otra de 50 años de cárcel. No han obtenido por ahora la libertad provisional, que también habían solicitado.

La serie sobre los Menéndez, que acumuló 19,5 millones de vistas en su primera semana en Netflix, y alcanzó el top 10 de las series más vistas en 89 países, construye sólidamente dos versiones contrapuestas, creíbles y fuertemente impactantes, y lo hace mediante la perspectiva del narrador. Tan poderoso es el relato de la acusación –que representa la frivolidad y crueldad de los hermanos–, como el de la defensa –que narra una escalofriante historia de maltrato y abusos sufridos por los autores del crimen–.

La voz del lobo

El poder del narrador es patente también en el caso de Rosa Peral, condenada a 25 años de prisión por asesinar en 2017 a su pareja. En la reciente docuserie de Netflix Las cintas de Rosa Peral, la asesina es entrevistada desde prisión, protagonizando escenas en las que habla de sus hijas pequeñas, se comporta como víctima de una injusticia e incluso rompe a llorar.

El caso ha sido abordado de forma diferente en programas como Crims, de TV3, en la serie de ficción El cuerpo en llamas y la ya mencionada Las cintas de Rosa Peral, donde la reconstrucción de los hechos varía en función del narrador. Éste tiene el poder para dotar de sentido a toda la historia. La selección que haga del material, el orden y la presentación tendrá claros efectos retóricos sobre la audiencia.

Un hombre y una mujer se sientan, muy separados, en el banco de los acusados en un juicio.
En El cuerpo en llamas, Quim Gutiérrez y Úrsula Corberó interpretan a los dos acusados por el llamado ‘crimen de la Guardia Urbana’, Albert López y Rosa Peral.
FilmAffinity

En nuestro análisis hemos descubierto una variada clasificación de narradores en el género del true crime, que puede sintetizarse en cinco tipos: testigo, protagonista, informativo, moralizante o performativo. Este último busca generar un efecto con su relato, que normalmente es corregir la versión oficial o priorizar la versión de una de las partes.

Tradicionalmente el true crime había tendido a presentar una oposición simplista entre “buenos y malos”, una visión acorde con una ideología de orden y control.

Sin embargo, en la década de 2010, producciones como Serial (2014), Making a Murderer (2015) o The Staircase (2018) subvirtieron ese orden al dar voz y protagonismo a los acusados, y retratar sus historias y experiencias vitales en contraposición a las versiones oficiales. En casos como estos, la perspectiva del narrador pone en cuestión el relato oficial y desafía las formas en las que se representa al criminal y a la justicia.

Una segunda oportunidad

La posibilidad de que el acusado ofrezca su propia versión tiene efectos en la reconstrucción de la historia, y en la imagen pública del sospechoso o condenado. En ocasiones, sirve para empatizar con su historia y sus motivaciones, para redimir ante la opinión pública a alguien falsamente condenado, o para asistir a una historia de reinserción.

Un claro ejemplo de esto lo ofrece Dolores. La verdad sobre el caso Wanninkhoff, de HBO. En ella, la voz principal es la de la propia acusada del asesinato de Rocío Wanninkhoff, Dolores Vázquez, quien se acerca a la audiencia mediante su vida y sus emociones. El cambio de narrador provoca que este true crime se convierta en un juicio al primer relato periodístico, y en la redención de quien fue considerada villana –y, posteriormente, exonerada–, a la que este género permite explicarse.

La perspectiva del acusado, inocente o culpable, desafía la verdad oficial construida a partir de la información de las instituciones. Además, incrementa el impacto emocional de la historia, dotándola de mayor dramatismo y permitiendo al público acceder a la mente del criminal y a sus motivaciones. Esto pone sobre la mesa muchas cuestiones. ¿Es correcto dar voz a un posible asesino para que mienta? ¿Es ético que un criminal se lucre comerciando con la historia de su crimen? ¿De qué forma debe salvaguardarse la dignidad de las víctimas?

Dar voz al acusado puede crear conciencia sobre condenas injustas y fallos en el sistema, pero también puede tergiversar la verdad y revictimizar a los afectados. Es necesario un esfuerzo de los creadores para ofrecer información precisa y contextualizada, equilibrando narrativas cautivadoras con el respeto y la sensibilidad hacia las víctimas.

La perspectiva del asesino en el true crime contemporáneo se ha convertido en un elemento clave, creando historias más impactantes y emocionales, y puede servir para revisar versiones equivocadas y redimir a algunos ante el tribunal de la opinión pública. Pero se impone un trabajo minucioso de los profesionales para evitar el sensacionalismo o el engaño y respetar la dignidad de las víctimas. Importa, y mucho, si el cuento lo narra el lobo o Caperucita.


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The Conversation

Marta Sánchez Esparza es vicepresidenta de la Asociación de Periodistas de Investigación (API).

Alfonso Méndiz Noguero no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. Cuando es el lobo quien narra el cuento: la perspectiva del asesino en el ‘true crime’ – https://theconversation.com/cuando-es-el-lobo-quien-narra-el-cuento-la-perspectiva-del-asesino-en-el-true-crime-263882

El primer mapa global de la actividad cerebral revela que no hay centro de mando en las decisiones

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Francisco José Esteban Ruiz, Profesor titular de Biología Celular, Universidad de Jaén

MAXIMUM ART/Shutterstock

Cada día tomamos decisiones casi sin darnos cuenta, como qué ropa ponernos, qué comer, qué dirección seguir cuando caminamos o, al conducir, si girar, frenar o cambiar de carril.

Algunas de estas elecciones pueden ser rápidas y casi automáticas, pero detrás de ellas el cerebro está procesando información, valorando opciones y anticipando lo que va a suceder.

Y ¿cómo logra este complejo y enigmático órgano transformar las señales del entorno, las expectativas y los deseos propios en movimientos tan precisos? He aquí una de las grandes preguntas que, durante décadas, ha tratado de resolver la neurociencia, aunque solo había conseguido respuestas parciales.

Ahora, y gracias a un esfuerzo internacional sin precedentes, el International Brain Laboratory (IBL), una red de 12 laboratorios en Europa y Estados Unidos, ha logrado una respuesta global al registrar la actividad neuronal de prácticamente todo el cerebro de ratones mientras tomaban decisiones.

Los resultados, que acaban de publicarse en dos artículos complementarios en Nature, ofrecen un mapa cerebral con resolución de célula individual y muestran cómo las expectativas previas moldean nuestras elecciones.

Un mapa completo de la actividad cerebral

El primer trabajo describe el mayor estudio de actividad neuronal jamás realizado en animales, con más de 621 000 neuronas registradas en 279 áreas del cerebro de 139 ratones. Tras un filtrado de calidad, se analizaron 75 000 células con señales estables.

En este estudio, los ratones realizaron la siguiente tarea de decisión: una rejilla con luz aparecía en una pantalla y debían mover un volante hacia la izquierda o la derecha para centrarla. A cambio, recibían agua como recompensa, o dos segundos de ruido blanco si no lo conseguían.

Aunque pueda parecer trivial, esta tarea combina percepción, memoria y acción, y permite estudiar cómo el cerebro transforma la información sensorial en comportamiento.

El mapa reveló que la actividad no se limita a unas pocas zonas: aunque la información visual apareció primero en las áreas de visión, pronto se propagó a otras zonas como el mesencéfalo y el rombencéfalo.

Además, las señales motoras y las relacionadas con la recompensa se detectaron en casi todo el cerebro, lo que demuestra que la toma de decisiones no sigue el esquema jerárquico lineal de “ver”, “pensar” y “actuar”, sino que surge de una red distribuida y coordinada de regiones.

Los investigadores lo describen de un modo muy gráfico: cuando llega la recompensa, el cerebro se ilumina “como un árbol de Navidad”, lo cual puede observarse en este bonito vídeo.

O sea, que debemos replantear la idea de que existen centros únicos de decisión, pues todo el cerebro participa en la orquesta.

Las expectativas se extienden por todo el cerebro

El segundo artículo se centró en cómo influyen nuestras expectativas previas. Utilizando la misma tarea experimental que en el antes comentado (en el que una rejilla con luz aparece en una pantalla y los ratones deben mover un volante hacia la izquierda o la derecha para centrarla), los investigadores, además, introdujeron bloques donde el estímulo aparecía con probabilidades distintas: en algunos, un 80 % de las veces a la izquierda y un 20 % a la derecha; en otros, al revés.

Los ratones no recibían ninguna señal de aviso pero, durante nada más y nada menos que 459 sesiones de entrenamiento, fueron aprendiendo esas pautas y las usaron para mejorar su rendimiento. Incluso cuando la rejilla era tan tenue que resultaba invisible, sus elecciones se inclinaban hacia el lado más probable, guiadas por la expectativa.

Lo sorprendente es que dichas expectativas no estaban confinadas a unas pocas zonas relacionadas con la toma de decisiones, sino que se encontraron asociadas a una amplia variedad de regiones cerebrales.

Concretamente, se detectaron en áreas sensoriales tempranas –es decir, aquellas que reciben directamente la información visual, como la corteza visual primaria y el tálamo–, en áreas motoras que preparan la acción y en zonas asociativas como la corteza orbitofrontal y la cingulada anterior.

Los hallazgos respaldan la idea de que el cerebro funciona como una máquina de predicción distribuida que no solo procesa lo que vemos o escuchamos, sino que genera constantemente hipótesis sobre lo que va a ocurrir, y esas hipótesis influyen en lo que percibimos.

Además, este mecanismo puede tener relevancia clínica en trastornos como la esquizofrenia o el autismo, ya que se sospecha que la dificultad para actualizar expectativas y creencias sobre el entorno está en el origen de algunos de sus síntomas. Entender cómo el cerebro sano integra expectativas podría ayudarnos a comprender mejor estas enfermedades.

Un nuevo modelo de ciencia colaborativa

Estos hallazgos no habrían sido posibles sin una nueva forma de trabajar en ciencia. El International Brain Laboratory se inspiró en proyectos como el CERN o el Proyecto Genoma Humano, en los que la colaboración global permitió avanzar en problemas demasiado grandes para un solo laboratorio.

Durante años, los 12 equipos del consorcio usaron protocolos idénticos, compartieron herramientas y pusieron todos los datos a disposición de la comunidad. El resultado no es solo un descubrimiento científico, sino también un recurso abierto con cientos de miles de registros neuronales accesibles públicamente.

Este modelo de ciencia abierta y colaborativa marca un cambio cultural que permite pasar de experimentos fragmentados a proyectos internacionales capaces de dar una visión integrada del cerebro. Y esto, sin duda, es todo un logro.

Melodía de neuronas

En definitiva, los dos estudios coinciden en que la toma de decisiones no se concentra en un único punto o pocas zonas del cerebro, sino que surge de la coordinación de múltiples regiones donde también se codifican nuestras expectativas previas.

Esta visión del cerebro como una máquina de predicción distribuida se une al ejemplo multicéntrico del IBL, que anticipa una neurociencia cada vez más global, abierta y colaborativa.

Entender cómo decidimos ya no es buscar un centro de mando en el cerebro sino aprender a interpretar la melodía de neuronas que, en conjunto, nos permite percibir, anticipar y actuar en la gran sinfonía del mundo.

The Conversation

Francisco José Esteban Ruiz recibe fondos para investigación de la Universidad de Jaén (PAIUJA-EI_CTS02_2023), de la Junta de Andalucía (BIO-302), y está parcialmente financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación, la Agencia Estatal de Investigación (AEI) y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER) bajo el proyecto PID-156228NB-I00.

ref. El primer mapa global de la actividad cerebral revela que no hay centro de mando en las decisiones – https://theconversation.com/el-primer-mapa-global-de-la-actividad-cerebral-revela-que-no-hay-centro-de-mando-en-las-decisiones-264408

¿Cómo se mantienen en pie los puentes? Desvelamos el secreto de su resistencia

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Carlos Lázaro, Profesor Titular de Ingeniería de Estructuras, Universitat Politècnica de València

El viaducto de Santa Ana, construido en 1915, estuvo operativo más de 100 años, como parte de la línea de tren entre Alicante y Dénia, en España. Fue el puente real en el que se basó la simulación 3D utilizada por los investigadores. José M. Adam.

Cuando circulamos por nuestras carreteras o vías férreas, atravesamos con frecuencia puentes que salvan obstáculos naturales o cruces con otras vías de comunicación. Algunos de ellos son celosías metálicas: estructuras en las que una serie de barras de acero se unen entre sí formando celdas triangulares. Estos puentes eran frecuentes a principios del siglo XX, tanto en la red de carreteras como en las entonces incipientes redes ferroviarias. Y no solo son bastantes los que se conservan o siguen en servicio, sino que incluso se han seguido construyendo hasta la actualidad.

Por desgracia, de vez en cuando recibimos noticias del colapso de algún puente de este tipo. Fue tristemente famoso el hundimiento repentino del puente de la autopista I-35 sobre el río Mississippi en el año 2007. Y más recientemente, en 2024, el derrumbe del puente Francis Scott en Baltimore por el impacto de un buque. En otros casos, se han detectado daños en algunos de sus elementos que no han llegado a progresar, y ha dado tiempo a tomar medidas para evitar una desgracia.

Derrumbe del puente Francis Scott Key, en Baltimore, EE. UU.
Wikimedia Commons., CC BY

¿Por qué algunos puentes fallan catastróficamente?

¿Por qué algunos puentes fallan catastróficamente y otros no? Esta es la pregunta que motiva el artículo que investigadores de la Universitat Politècnica de València y la Universidade de Vigo publicamos hoy en la revista Nature. Después de un trabajo intenso de tres años, que incluye ensayos en laboratorio a escala y simulaciones computacionales masivas, hemos logrado darle respuesta.

En las estructuras de edificación, los mecanismos resistentes tras un fallo inicial son bien conocidos, ya que son objeto de investigación desde hace décadas. No sucede así en los puentes en celosía, cuyos mecanismos resistentes secundarios apenas se habían estudiado hasta ahora.

Caminos alternativos de carga

Sabemos que, cuando se produce un fallo local en una construcción (por ejemplo, el fallo de una unión entre barras), los esfuerzos resistidos por los elementos estructurales se redistribuyen para adaptarse a la nueva situación. De manera gráfica, decimos que las cargas exteriores toman un camino alternativo dentro de la estructura para llegar a los apoyos.

En un puente en celosía, hay múltiples caminos posibles, debido a la propia configuración de la estructura. La forma de resistir las cargas exteriores puede ser completamente diferente de la prevista en el diseño inicial, y es la que va a determinar si la estructura puede resistir en pie o no tras el daño.

La analogía de la tela de araña

Tal y como ha demostrado la ciencia en numerosas ocasiones, es positivo aprender de la naturaleza que nos rodea. Durante la fase final de nuestra investigación, encontramos un artículo publicado en Nature sobre la robustez de las telarañas, cuyas conclusiones mostraban paralelismos con los resultados de nuestro trabajo. Al analizarlo, advertimos las sorprendentes semejanzas entre las telarañas y los puentes de celosía.

Ambas estructuras están formadas por elementos lineales y se caracterizan por una notable redundancia, en la que el impacto de un fallo depende de la función que desempeñe el hilo o elemento afectado dentro de la estructura.

Gracias a estas características, incluso frente a un fallo crítico, la extraordinaria capacidad para redistribuir las cargas puede evitar el colapso y mantener niveles de resistencia próximos (o superiores, en el caso de las telarañas) a los de la estructura intacta. Estas similitudes muestran cómo la naturaleza ofrece soluciones que la ingeniería aún sigue perfeccionando.

Ensayos y simulaciones

Para desvelar los mecanismos resistentes secundarios actuamos en dos frentes. En primer lugar, mediante ensayos de laboratorio en un modelo a escala 1:3,5, se recrearon nueve escenarios de fallo característicos de los puentes de celosía metálica y se aplicaron cargas equivalentes al paso de un tren. Además, se instaló un amplio sistema de monitorización que permitió detectar con precisión las variaciones en la respuesta del puente.

Los investigadores de ICITECH-UPV reproduciendo las estructuras del puente para los experimentos en el laboratorio.
José M. Adam.

De este modo, observamos cómo variaba la respuesta ante la pérdida de sus elementos y, en consecuencia, pudimos empezar a entender cómo se manifestaban los mecanismos resistentes latentes. También estudiamos cómo se propaga el fallo, incrementando la carga en el último de los escenarios hasta el colapso de la estructura.

Por otra parte, un amplio programa de simulaciones computacionales (222 en total) nos permitió analizar cómo varían las respuestas estructurales del puente, sometido a la carga del tren, ante el fallo de cada uno de sus componentes individuales. Gracias a ello fue posible identificar patrones de comportamiento y complementar la información obtenida en la campaña experimental.

Los investigadores de ICITECH-UPV en sus experimentos con la estructura del puente en el laboratorio.
José M. Adam.

Finalmente, se llevaron a cabo otras diez simulaciones en las que se aplicó una carga incremental hasta provocar el colapso total de la estructura. El objetivo era comprender con mayor profundidad la redistribución de esfuerzos y el papel que desempeña cada elemento en la robustez del conjunto.

¿Qué hemos aprendido?

Después de analizar los datos experimentales y las simulaciones, sabemos que el fallo de un elemento del puente en celosía puede desencadenar una combinación de hasta seis tipos de mecanismos resistentes secundarios que redistribuyen las cargas de la estructura. Estos pueden ser clave para evitar el colapso. Los mecanismos involucrados y su interacción dependen de qué elemento falla inicialmente.

También hemos analizado la progresión del fallo más allá de la redistribución inicial, y hemos mostrado que la celosía dañada puede tener una capacidad resistente residual significativamente mayor que la prevista para las cargas de diseño.

Esperamos que estos hallazgos puedan influir en el modo en el que se reacondicionan y reparan estructuras antiguas de este tipo, así como en el diseño de puentes en celosía nuevos, para incrementar la seguridad de uso, extender su vida útil y reducir el riesgo de colapso.

The Conversation

Carlos Lázaro recibe fondos del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades.

Belén Riveiro Rodríguez recibe fondos de Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades.

José M. Adam recibe fondos de Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades.

Brais Barros González, Juan Camilo Reyes Suárez, Manuel Buitrago, Nirvan Makoond y Safae Mammeri no reciben salarios, ni ejercen labores de consultoría, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del puesto académico citado.

ref. ¿Cómo se mantienen en pie los puentes? Desvelamos el secreto de su resistencia – https://theconversation.com/como-se-mantienen-en-pie-los-puentes-desvelamos-el-secreto-de-su-resistencia-264502

El desfile militar en China exhibe un nuevo orden mundial

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Fernando Cvitanic, Docente de Relaciones Internacionales, Universidad de La Sabana

Después de la Guerra Fría, el mundo parecía encaminarse a un destino unipolar. No obstante, en la actualidad vemos cómo China demuestra que quiere volver a la configuración de un marco bipolar. Se trata de un orden internacional en el que solo dos superpotencias dominan y que, a partir de ahora, no estará sustentado en la dialéctica entre comunismo y capitalismo, sino por bloques construidos a partir del poderío económico y comercial.

El desfile en Pekín del 3 de septiembre para celebrar el fin de la Segunda Guerra Mundial en Asia, que se produjo tras la rendición formal de Japón, es una muestra de ello. La imagen que ha dejado para la historia esta parada militar incluye al líder Xi Jinping flanqueado por el presidente ruso, Vladímir Putin, y el mandatario coreano, Kim Jong Un. Los tres, al frente de una comitiva de representantes de otros 20 gobiernos y todo ello en medio de un despliegue espectacular, seguido por la atenta mirada de 50 000 espectadores congregados frente a la plaza Tiananmén, según cifras de medios estatales chinos, y retransmitido en directo.

El propósito y puesta en escena de este evento recordó al desfile militar que Moscú organizó en mayo de este mismo año para conmemorar la victoria sobre Alemania.

Mensaje para Estados Unidos

La exhibición, que partió desde la plaza Tiananmén de Pekin, sacó a relucir la artillería, armas láser, misiles antibuque, drones, bombarderos, todos de producción nacional y en servicio. Con ella, los chinos buscan instaurar una política de prestigio, mostrar arsenal, hacer propaganda y enviar un mensaje desafiante a los estadounidenses para decirles que no todo el mundo gira a su alrededor.

Otra manera en que lo hace es juntándose con otro país que, si bien no es rival de Estados Unidos ni por su economía ni por su tecnología, ha mostrado su agresividad y ambición expansionista al invadir Ucrania: Rusia.

La exposición pública de liderazgo y adhesión también favorece a Vladimir Putin. Con ella, demuestra a los estadounidenses que no está solo y que, a pesar de los bloqueos, cuenta con aliados que le han ayudado a mantener su economía, como son China, India y Turquía.

Lo anterior quedó también claro desde hace unos días, durante la cumbre OCS (Organización de Cooperación de Shanghái) que tuvo lugar en la localidad portuaria china de Tianjin el 31 de agosto y el 1 de septiembre. Ahí se esclareció una posible configuración geopolítica para una nueva guerra fría en el siglo XXI. En este lado de la partida se ubican países como China, Rusia, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Uzbekistán, India, Pakistán, Irán y Bielorrusia, la mayoría estados autoritarios.

La democracia no es el único modelo

Dicha configuración deja ver que Estados Unidos no va a poder imponer la democracia occidental. Hay otros modelos de gobierno que, a los ojos de Asia, han dado resultados.

Tanto Rusia como China quieren mostrarle los dientes a los estadounidenses y exponer que, en el plano geopolítico, hay nuevos reacomodos. Lo vimos con el acercamiento de India a China durante la cumbre, enemiga histórica por temas fronterizos, pero que hoy ve la necesidad de no quedar aislada de un bloque asiático que gana protagonismo.

A diferencia de lo sucedido en la edición anterior, la cumbre de Tianjin de este año, de una u otra manera, ha dejado pasar por alto las críticas a Putin y a la guerra de Ucrania. Algo que hace pensar en la posibilidad de que China pueda replicar el modelo de Rusia y lanzarse a por Taiwán.

La duda que queda es si Estados Unidos podría responder al conflicto ucraniano y a otro en Asia al tiempo, porque una intervención así involucraría a múltiples actores y podría llevar a un escenario similar al que se vivió en 1962 con la crisis de los misiles.

China, Rusia y las potencias emergentes

Aunque un conflicto de China con Taiwán sea poco probable, lo que sí es cierto es que el presidente chino, Xi Jinping, se ha consolidado como un líder estratégico, calculador y racional, que despliega una diplomacia activa en África y América Latina sin mayores cuestionamientos.

No es para menos. Su liderazgo representa el enorme peso demográfico y económico de China, ese socio poderoso al que nadie quiere enfrentar y que, para muchos países, representa un alivio frente a la presión estadounidense.

Esto ha llevado a que Estados Unidos deje de imponer el compás de la política internacional como lo hizo tras la Guerra Fría. En ese entonces se hablaba del “nuevo orden mundial”, el fin de la historia y la expansión de la democracia liberal.

Hoy, China, de la mano de sus aliados –cuyas poblaciones superan la suma de América y Europa–, reclama su lugar. En consecuencia, países de Europa, América Latina y África han buscado diversificar alianzas, al tropezar con un Gobierno estadounidense menos solidario, más enfocado en intereses propios, cálculos de costo-beneficio y negociaciones transaccionales.

El invitado volátil: Corea del Norte

Corea del Norte añade otro factor de inestabilidad. Con arsenal nuclear y un vínculo cada vez más estrecho con Pekín y Moscú, dificulta que Washington pase de las amenazas a la acción directa, pues cualquier error podría escalar a un conflicto de magnitudes globales.

En medio de este entramado, los equilibrios se negocian día a día y el mencionado “nuevo orden mundial” sigue tomando forma. Queda esperar cómo termina de perfilarse esa configuración y saber quiénes serán los “buenos” y los “malos” en el relato de cada uno.

Mientras, resurge por tercera vez en la historia el fantasma del mal acuñado Eje del Mal. La última vez que este espectro apareció fue invocado por George W. Bush para referirse a Irán, Irak y Corea del Norte.

The Conversation

Fernando Cvitanic no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. El desfile militar en China exhibe un nuevo orden mundial – https://theconversation.com/el-desfile-militar-en-china-exhibe-un-nuevo-orden-mundial-264446

Voces ucranianas (I): testimonios desde el exilio

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Léna Georgeault, Directora del Grado en Relaciones Internacionales, Universidad Villanueva

Refugiados ucranianos esperan el tren en la ciudad polaca de Przemysl en junio de 2022, en los primeros meses de la guerra. rospoint/Shutterstock

“Crucé la frontera legalmente”, me dice Theodor* nada más sentarse, con las manos firmes sobre la mesa. No lo sabía todavía, pero todas mis entrevistas con hombres ucranianos en Polonia empezarían así: con una justificación.

Theodor llegó a Breslavia (Polonia) para estudiar apenas unos días antes de la invasión rusa, en febrero de 2022. Me explica que quizás no hubiese sido posible unos meses después. Al principio de la guerra, los estudiantes internacionales aún podían salir del país. Luego se endurecieron las normas, al comprobarse un uso masivo –y a menudo fraudulento– de esa vía para evitar el servicio militar obligatorio. “Quizás te salvó Dios”, le dijo su padre.

Fue Oksana* quien nos puso en contacto. Trabaja en la sede polaca de la Universidad Católica de Ucrania, que me había invitado a participar en un evento sobre su experiencia de la docencia en tiempos de guerra: un testimonio de compromiso y resiliencia.

Oksana abandonó Ucrania hace unos meses con su hija para reunirse con su marido. Insinúa que su presencia en Polonia no es del todo legal, pero no piensan volver. Le parece inasumible: dos semanas de entrenamiento y al frente, sin salida, salvo en un ataúd. Algunos de sus amigos se ofrecieron voluntarios al comienzo de la guerra, convencidos de que sería cuestión de meses. Ninguno volvió.

Como Oksana y su familia, muchos ucranianos eligieron el exilio. En mayo de 2025, la ONU estimaba en un millón el número de refugiados ucranianos en Polonia, un país de 37 millones de habitantes. Pero esa cifra podría estar muy por debajo de la realidad: no todos los desplazados se registran oficialmente al llegar. Y, desde luego, no todos comparten la misma experiencia del exilio.

Natalia*, estudiante ucraniana, reconoce que su experiencia fue muy distinta a la de muchos de sus compatriotas. Siempre había soñado con estudiar en el extranjero, y llegó a Breslavia con una beca, el apoyo de su universidad y alojamiento asegurado desde el primer día. Pero sabe que su caso no es representativo: “Para otros es mucho más difícil. Han perdido su casa, cambian de país, tienen que aprender un idioma desde cero… y ellos no lo han elegido.”

Kinga y Oleg dan comida y refugio

Los migrantes más vulnerables son atendidos por Kinga y Oleg, de la asociación Nomada. Al principio de la guerra, interrumpieron su labor principal para atender la emergencia humanitaria, proporcionando comida, ropa y refugio. Desde mayo de 2022, retomaron sus actividades habituales: además de brindar asesoramiento legal, operan un espacio comunitario donde las personas migrantes se reúnen, reciben educación sobre violencia motivada por prejuicio y talleres formativos. “Cubrir tantos aspectos hace difícil explicar exactamente a qué nos dedicamos”, comenta Kinga, las manos envueltas alrededor de una taza estampada con el lema de Nomada: No human is illegal (“Ningún ser humano es ilegal”).

Una de las dificultades más inmediatas es encontrar alojamiento. En las ciudades, los escasos pisos disponibles suelen estar saturados: varias familias comparten un mismo espacio hacinado, sin intimidad. En las zonas rurales, los retos son distintos: faltan guarderías y acceso a atención médica, un problema especialmente grave para las madres solteras y los ancianos que huyen de la guerra.

Pero el mayor problema es la incertidumbre, que lo enreda todo. Oleg desliza con voz queda un comentario sobre la laxitud con que Polonia aplica la Directiva de Protección Temporal (2001/55/CE), activada por la Unión Europea en marzo de 2022 tras la invasión rusa. El estatuto de refugiado se concede por períodos breves, sin garantías de renovación.

Si Varsovia declara segura una región de Ucrania, quienes provienen de ella pueden perder su protección, aunque ya no tengan casa ni familia a la que regresar. Esta inseguridad jurídica se suma a la incógnita sobre la duración de la guerra, y deja a muchos en suspenso. Sin saber si lo provisional se volverá permanente, los refugiados ucranianos oscilan entre el deseo de volver y la necesidad de reconstruir una vida estable donde están.

Ante ese limbo identitario, Artem, fundador de la Fundación Ucrania, se declara abiertamente antiasimilación y antiguetos. Ni convertirse en polaco, ni quedarse al margen de la sociedad. Artem me confía que se crió en una familia “muy soviética”, una experiencia que le dejó una aversión persistente por la uniformidad forzada. “Antes tenía esa visión infantil, ingenua, de ciudadano del mundo”, dice con una sonrisa irónica.

Sentirse ucraniano en Polonia

Pero fue al mudarse a Polonia cuando empezó a sentirse profundamente ucraniano. Por eso se dedica desde hace once años, con su fundación, a cultivar esa identidad dentro de la comunidad, organizando en Breslavia eventos con figuras destacadas de la escena artística y cómica ucraniana.

Para Kinga, ese tipo de encuentros son esenciales: “Ves a varios miles de personas que son de tu país y te das cuenta de que realmente viven en la misma ciudad que tú, que podéis cantar las mismas canciones, divertiros juntos… y entonces ya no te sientes tan solo, ni tan desconectado”.

Para algunos, esa comunidad sirve para recrear un microcosmos ucraniano mientras esperan el regreso, como en el caso de Natalia. “Todo el tiempo quiero volver a Ucrania… Como en casa, en ningún sitio”, afirma con entusiasmo.

Para otros, es sólo el eco persistente de una vida que saben que no retomarán. Esa certeza parece ir calando poco a poco en Ivan*, cuya hija estudia en la Universidad de Breslavia. “Mi sueño es que quiera volver a Ucrania. Pero cuanto más tiempo pasa… menos posible me parece.”

Se hace el silencio en el semisótano, donde se nos ha hecho de noche mientras conversábamos. Un silencio largo y espeso en la oscuridad que habla de un legado que se disuelve, de la desconexión entre un padre y una hija que ya no hablan el mismo idioma. La distancia entre generaciones, esta vez, no se mide en años, sino en fronteras que ya no se cruzan.


Los nombres marcados con asterisco han sido modificados para proteger la identidad de las personas entrevistadas.


The Conversation

Léna Georgeault no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. Voces ucranianas (I): testimonios desde el exilio – https://theconversation.com/voces-ucranianas-i-testimonios-desde-el-exilio-259344

El rey Lear y la sucesión en los negocios familiares

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Santiago Iñiguez de Onzoño, Presidente IE University, IE University

Rawpixel.com/Shutterstock

Un patriarca anciano y dispuesto a retirarse reúne a sus hijos para anunciarles la distribución de su legado, fruto de años de trabajo y sacrificio. Después de una vida de esfuerzos planea transferir sus negocios a sus descendientes, convencido de que no solo mantendrán su legado, sino que también lo llevarán a nuevas alturas.

En su mente, esta decisión es una extensión natural de sus propios valores: respeto por la tradición, equidad y un sentido de deber hacia su familia. Sin embargo, comete una suposición crucial: cree que sus hijos comparten su visión y que aceptarán gustosamente lo que él ha dispuesto para ellos.

Para su sorpresa y consternación, una de sus hijas rechaza la herencia y, en lugar de aceptar la transferencia de los negocios, decide quedarse a cuidar de su padre enfermo. Atónito por su rechazo, el patriarca reacciona con furia y, en un ataque de despecho, le arrebata todo y la expulsa de la finca familiar.

Sucesiones: una tragedia shakesperiana

Así comienza “El rey Lear”, una de las tragedias más grandes de William Shakespeare. Sin embargo, este escenario dramático no se limita al teatro. De hecho, dinámicas similares ocurren con más frecuencia de lo que uno podría imaginar durante la planificación de la sucesión en muchas empresas familiares.

Cuando leí por primera vez me pareció desconcertante la reacción del rey Lear ante el rechazo de su hija Cordelia a recibir su parte del legado. ¿Cómo un padre podía malinterpretar tan completamente las intenciones de su hija? La generosidad desinteresada de Cordelia es confundida con ingratitud, un error que pone en marcha una cadena de eventos trágicos que llevan a la desesperación y caída de Lear.

Sus otras dos hijas, que simulaban mostrarle amor y respeto, lo abandonan cuando las necesita, dejándolo en la miseria y la soledad. Curiosamente, este tipo de malentendido no es infrecuente en el mundo de los negocios familiares. Un fundador puede ver el rechazo de un hijo de incorporarse al negocio familiar como una ofensa, un signo de deslealtad o de ingratitud.

Comprensión y respeto

Recuerdo a un joven que, tras concluir su posgrado en administración de empresas, decidió seguir una carrera en consultoría en lugar de unirse a la empresa familiar. Su padre no solo se opuso ferozmente a su elección sino que también trató de sabotearla disuadiendo a sus posibles empleadores.

En ese momento, no pude evitar pensar en cuánto reflejaba ese comportamiento el trágico error de Lear. El padre creía que actuaba en el mejor interés de su hijo, tal como Lear pensaba que dividir su reino era una sabia decisión. En ambos casos, la falta de conocimiento y comprensión de los deseos y aspiraciones de la siguiente generación condujo a un conflicto amargo y provocó daños a largo plazo.

La cuestión central en estas historias es que la sucesión no es solo una transacción de propiedad o de poder. Es más bien una transición profunda que requiere una comprensión y respeto profundos de las necesidades y aspiraciones de los miembros de la familia involucrados.

Las nociones de propiedad y gestión se confunden con demasiada frecuencia en los negocios familiares. Si bien traspasar el patrimonio familiar puede parecer una acción lógica, la verdadera pregunta es si la siguiente generación está lista –o incluso dispuesta– para asumir las responsabilidades que esto conlleva.

Idealmente, los herederos deben tener la autonomía suficiente para decidir si quieren combinar la propiedad con un rol activo en la gestión, o si prefieren dejar que dirijan el negocio otras personas, más competentes o interesadas. De manera similar, puede ser invaluable para la segunda y tercera generación de la familia ganar experiencia fuera del negocio familiar antes de tomar las riendas del mismo.

El bufón, consejero del rey

En “El rey Lear”, una de las figuras más llamativas es la del bufón, que se atreve a decir las verdades que nadie más osa decir. No se anda con rodeos y no le importa ofender al rey. Él es el único que ve las acciones equivocadas de Lear y señala la necedad de sus decisiones. Y aunque Lear escucha al bufón, está demasiado cegado por su propio orgullo y rabia como para hacerle caso.

De muchas maneras, el bufón funciona como el tipo de consejero que los grandes líderes –ya sean reyes o directores generales– deberían tener a su lado y que harían bien en escuchar. En la época de Lear, solo un bufón podía hablar a un rey con franqueza y sin miedo a represalias.

Afortunadamente, las organizaciones se han vuelto más abiertas y democráticas. Ya no es necesario que los consejeros finjan ser tontos para expresar lo que piensan. Aunque se podría argumentar que sigue siendo igual de raro tener el coraje necesario para decir a los poderosos las verdades incómodas.

Diálogo abierto y escucha activa

En la sucesión de las empresas familiares –como en la historia del rey Lear– es crucial evitar el error de suponer que la siguiente generación comparte automáticamente los mismos objetivos, valores y visión propios.

Así como la mala interpretación de Lear de las intenciones de Cordelia llevó a un desenlace catastrófico, no entablar un diálogo abierto y honesto con los herederos también puede conducir a relaciones rotas y al eventual colapso de un negocio familiar.

La lección aquí es simple pero poderosa: la planificación de la sucesión requiere más que simples documentos legales o transacciones financieras: se necesita inteligencia emocional, empatía y humildad para comprender los deseos y las aspiraciones de la siguiente generación.

Se sea un rey o un fundador de negocios, es vital recordar que el futuro del legado no va a depender solo de los deseos propios sino también de la disposición de los sucesores a llevarlo adelante, a su manera.


Una versión de este artículo se publicó en LinkedIn.

The Conversation

Santiago Iñiguez de Onzoño no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. El rey Lear y la sucesión en los negocios familiares – https://theconversation.com/el-rey-lear-y-la-sucesion-en-los-negocios-familiares-264240

Qué nos dicen las coquinas del Guadiana y el Guadalquivir sobre los microplásticos

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Íñigo Donázar Aramendía, Investigador postdoctoral biología marina, Universidad de Cádiz

_Scrobicularia plana_ o coquina de fango. Saxifraga/ Fitis Sytske Dijksen, CC BY-NC-SA

La almeja Scrobicularia plana, conocida comúnmente como coquina de fango, es un molusco bivalvo de concha ovalada y frágil, de color grisáceo, y largos sifones, con los que se alimenta filtrando partículas del agua y del sedimento. Esta especie, muy apreciada en nuestra gastronomía, vive enterrada en los sedimentos blandos de marismas y estuarios –zonas de transición entre ríos y océanos, donde tienden a acumularse diversos contaminantes, incluidos los microplásticos–.

En un estudio colaborativo entre la Estación Biológica de Doñana, la Universidad de Sevilla y la Universidad de Roma III, nos propusimos investigar la presencia de microplásticos en esta especie, en los estuarios de los ríos Guadiana y Guadalquivir.

Coquina al microscopio

Primero, recogimos ejemplares en distintos puntos de ambos estuarios, desde la desembocadura hasta zonas más interiores. En el laboratorio, los tejidos blandos de las almejas fueron digeridos con una solución de peróxido de hidrógeno, que permite eliminar la materia orgánica sin dañar las partículas de plástico. El material resultante se filtró y se examinó al microscopio para identificar las partículas en función de su forma, color y tamaño.

Posteriormente, una parte de estas partículas se analizó mediante espectroscopía infrarroja (micro-FTIR), una técnica que permite confirmar con precisión su composición química y distinguir entre plásticos sintéticos, fibras de celulosa tratada u otros materiales.

Para garantizar la fiabilidad del análisis, se aplicaron protocolos de control de calidad que minimizaron posibles contaminaciones durante el procesamiento de las muestras.

Los resultados revelaron que, pese a las diferencias en la presión humana entre los estuarios del Guadiana y del Guadalquivir, las concentraciones de microplásticos en los bivalvos fueron similares.

Contaminación de largo alcance

Nuestro hallazgo sugiere que factores naturales, como la dinámica del agua por mareas o corrientes (hidrodinamismo) y las variaciones estacionales, podrían influir en el transporte y la acumulación de estos contaminantes, más allá de las fuentes locales.

Además, no se observó un gradiente claro en la contaminación de microplásticos a lo largo del curso de los estuarios, lo que indica que la proximidad a focos puntuales de contaminación no basta para explicar su distribución; es esencial considerar también los procesos naturales de dispersión y sedimentación.

Fallos en el tratamiento de aguas residuales

La mayoría de los microplásticos encontrados en ambos estuarios eran fibras oscuras, probablemente derivadas del lavado de ropa y de una deficiente filtración en las plantas de tratamiento de aguas residuales. Este tipo de microplásticos es especialmente abundante en ambientes acuáticos, ya que, por su forma y composición, tienden a flotar con mayor facilidad que otras partículas.

No obstante, los análisis sí revelaron diferencias en la composición de polímeros de microplásticos entre estuarios, siendo el tereftalato de polietileno (PET) y la celulosa pigmentada –presente en papeles y cartones, especialmente para embalajes y productos de higiene– más frecuentes en el Guadiana.

A pesar de estas diferencias, ambos estuarios presentaban contaminantes comunes como PET, celulosa, celofán, PVC, poliamidas y acrílicos, lo que refuerza la idea de una contaminación generalizada por estos materiales.

Almejas más grandes, menos contaminadas

Otro hallazgo relevante del estudio es que los individuos de menor tamaño contenían, en promedio, más partículas de microplásticos que los ejemplares más grandes. Esto sugiere que, a medida que crecen, las almejas podrían desarrollar mecanismos más eficaces para expulsar o evitar la acumulación de estas partículas.

El estudio demuestra que Scrobicularia plana, además de ser un reconocido bioindicador de contaminación por metales pesados, también podría desempeñar un papel clave en la detección de microplásticos en estos entornos. Debido a sus hábitos alimenticios y de vida, esta almeja podría reflejar condiciones ambientales tanto de la columna de agua como del sedimento, lo que la convierte en una herramienta especialmente útil para evaluar la contaminación.

Evaluar el riesgo para la salud

Es fundamental evaluar la acumulación de microplásticos en esta y en otras especies de bivalvos a largo plazo, no solo por su valor como bioindicadores, sino también por su posible papel como vectores de contaminantes hacia otros niveles tróficos, incluido el ser humano.

La coquina se recolecta habitualmente para el consumo. Por ello, resulta crucial investigar en mayor profundidad hasta qué punto los microplásticos pueden transferirse a lo largo de la cadena alimentaria y, con ellos, los contaminantes que pueden estar asociados. Más allá de los efectos directos sobre los organismos, la presencia de estos materiales podría alterar el equilibrio de las redes tróficas y favorecer procesos de biomagnificación, con potenciales consecuencias para la salud ambiental y humana.

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Íñigo Donázar Aramendía no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. Qué nos dicen las coquinas del Guadiana y el Guadalquivir sobre los microplásticos – https://theconversation.com/que-nos-dicen-las-coquinas-del-guadiana-y-el-guadalquivir-sobre-los-microplasticos-262483

Voces ucranianas (I): testimonios desde exilio

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Léna Georgeault, Directora del Grado en Relaciones Internacionales, Universidad Villanueva

Refugiados ucranianos esperan el tren en la ciudad polaca de Przemysl en junio de 2022, en los primeros meses de la guerra. rospoint/Shutterstock

“Crucé la frontera legalmente”, me dice Theodor* nada más sentarse, con las manos firmes sobre la mesa. No lo sabía todavía, pero todas mis entrevistas con hombres ucranianos en Polonia empezarían así: con una justificación.

Theodor llegó a Breslavia (Polonia) para estudiar apenas unos días antes de la invasión rusa, en febrero de 2022. Me explica que quizás no hubiese sido posible unos meses después. Al principio de la guerra, los estudiantes internacionales aún podían salir del país. Luego se endurecieron las normas, al comprobarse un uso masivo –y a menudo fraudulento– de esa vía para evitar el servicio militar obligatorio. “Quizás te salvó Dios”, le dijo su padre.

Fue Oksana* quien nos puso en contacto. Trabaja en la sede polaca de la Universidad Católica de Ucrania, que me había invitado a participar en un evento sobre su experiencia de la docencia en tiempos de guerra: un testimonio de compromiso y resiliencia.

Oksana abandonó Ucrania hace unos meses con su hija para reunirse con su marido. Insinúa que su presencia en Polonia no es del todo legal, pero no piensan volver. Le parece inasumible: dos semanas de entrenamiento y al frente, sin salida, salvo en un ataúd. Algunos de sus amigos se ofrecieron voluntarios al comienzo de la guerra, convencidos de que sería cuestión de meses. Ninguno volvió.

Como Oksana y su familia, muchos ucranianos eligieron el exilio. En mayo de 2025, la ONU estimaba en un millón el número de refugiados ucranianos en Polonia, un país de 37 millones de habitantes. Pero esa cifra podría estar muy por debajo de la realidad: no todos los desplazados se registran oficialmente al llegar. Y, desde luego, no todos comparten la misma experiencia del exilio.

Natalia*, estudiante ucraniana, reconoce que su experiencia fue muy distinta a la de muchos de sus compatriotas. Siempre había soñado con estudiar en el extranjero, y llegó a Breslavia con una beca, el apoyo de su universidad y alojamiento asegurado desde el primer día. Pero sabe que su caso no es representativo: “Para otros es mucho más difícil. Han perdido su casa, cambian de país, tienen que aprender un idioma desde cero… y ellos no lo han elegido.”

Kinga y Oleg dan comida y refugio

Los migrantes más vulnerables son atendidos por Kinga y Oleg, de la asociación Nomada. Al principio de la guerra, interrumpieron su labor principal para atender la emergencia humanitaria, proporcionando comida, ropa y refugio. Desde mayo de 2022, retomaron sus actividades habituales: además de brindar asesoramiento legal, operan un espacio comunitario donde las personas migrantes se reúnen, reciben educación sobre violencia motivada por prejuicio y talleres formativos. “Cubrir tantos aspectos hace difícil explicar exactamente a qué nos dedicamos”, comenta Kinga, las manos envueltas alrededor de una taza estampada con el lema de Nomada: No human is illegal (“Ningún ser humano es ilegal”).

Una de las dificultades más inmediatas es encontrar alojamiento. En las ciudades, los escasos pisos disponibles suelen estar saturados: varias familias comparten un mismo espacio hacinado, sin intimidad. En las zonas rurales, los retos son distintos: faltan guarderías y acceso a atención médica, un problema especialmente grave para las madres solteras y los ancianos que huyen de la guerra.

Pero el mayor problema es la incertidumbre, que lo enreda todo. Oleg desliza con voz queda un comentario sobre la laxitud con que Polonia aplica la Directiva de Protección Temporal (2001/55/CE), activada por la Unión Europea en marzo de 2022 tras la invasión rusa. El estatuto de refugiado se concede por períodos breves, sin garantías de renovación.

Si Varsovia declara segura una región de Ucrania, quienes provienen de ella pueden perder su protección, aunque ya no tengan casa ni familia a la que regresar. Esta inseguridad jurídica se suma a la incógnita sobre la duración de la guerra, y deja a muchos en suspenso. Sin saber si lo provisional se volverá permanente, los refugiados ucranianos oscilan entre el deseo de volver y la necesidad de reconstruir una vida estable donde están.

Ante ese limbo identitario, Artem, fundador de la Fundación Ucrania, se declara abiertamente antiasimilación y antiguetos. Ni convertirse en polaco, ni quedarse al margen de la sociedad. Artem me confía que se crió en una familia “muy soviética”, una experiencia que le dejó una aversión persistente por la uniformidad forzada. “Antes tenía esa visión infantil, ingenua, de ciudadano del mundo”, dice con una sonrisa irónica.

Sentirse ucraniano en Polonia

Pero fue al mudarse a Polonia cuando empezó a sentirse profundamente ucraniano. Por eso se dedica desde hace once años, con su fundación, a cultivar esa identidad dentro de la comunidad, organizando en Breslavia eventos con figuras destacadas de la escena artística y cómica ucraniana.

Para Kinga, ese tipo de encuentros son esenciales: “Ves a varios miles de personas que son de tu país y te das cuenta de que realmente viven en la misma ciudad que tú, que podéis cantar las mismas canciones, divertiros juntos… y entonces ya no te sientes tan solo, ni tan desconectado”.

Para algunos, esa comunidad sirve para recrear un microcosmos ucraniano mientras esperan el regreso, como en el caso de Natalia. “Todo el tiempo quiero volver a Ucrania… Como en casa, en ningún sitio”, afirma con entusiasmo.

Para otros, es sólo el eco persistente de una vida que saben que no retomarán. Esa certeza parece ir calando poco a poco en Ivan*, cuya hija estudia en la Universidad de Breslavia. “Mi sueño es que quiera volver a Ucrania. Pero cuanto más tiempo pasa… menos posible me parece.”

Se hace el silencio en el semisótano, donde se nos ha hecho de noche mientras conversábamos. Un silencio largo y espeso en la oscuridad que habla de un legado que se disuelve, de la desconexión entre un padre y una hija que ya no hablan el mismo idioma. La distancia entre generaciones, esta vez, no se mide en años, sino en fronteras que ya no se cruzan.


Los nombres marcados con asterisco han sido modificados para proteger la identidad de las personas entrevistadas.


The Conversation

Léna Georgeault no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. Voces ucranianas (I): testimonios desde exilio – https://theconversation.com/voces-ucranianas-i-testimonios-desde-exilio-259344

El cautiverio de Miguel de Cervantes en Argel: muchos mitos y pocas realidades

Source: The Conversation – (in Spanish) – By José Manuel Lucía Megías, Catedrático de Filología Románica, Universidad Complutense de Madrid

Julio Peña interpreta a Miguel de Cervantes en la última pelicula de Alejandro Amenábar, ‘El cautivo’, que narra los años que el autor pasó en Argel. FilmAffinity

Miguel de Cervantes fue un desconocido para sus contemporáneos, como la mayoría de los escritores de lo que conocemos como Siglo de Oro –en realidad, los siglos XVI y XVII, en los que la Monarquía Hispánica marcó el ritmo de su tiempo en la política, la economía, la ciencia y el arte–.

Cervantes no contó con un discípulo que al año siguiente de su muerte glosara de manera entusiasta su vida y su obra (como Lope de Vega y Pérez de Montalbán). Ni tampoco con un académico italiano que decidiera recordar los hechos gracias a un sobrino (como Quevedo y Pablo Antonio de Tarsia). Hubo que esperar más de un siglo después de su muerte para tener una primera biografía, la de Gregorio Mayans y Siscar al inicio de la edición inglesa del Quijote, publicada en Londres en 1738.

Y esos más de cien años que pasaron entre el fallecimiento del escritor y el relato de Mayans y Siscar, escrito sin conocer ningunos de los cientos de documentos de la época que han llegado hasta nosotros, explican muchos de los tópicos que aún hoy perduran en nuestro imaginario sobre la vida de Cervantes.

Si a esto le sumamos la visión romántica de los siglos XVIII y XIX, que ha impuesto la imagen de un Cervantes heroico y ejemplar, autor de la más grande obra literaria en lengua española, encabezada y casi limitada al Quijote, tenemos los ingredientes necesarios para aderezar el banquete de las ficciones alrededor de uno de los autores (y humanos) más complejos e interesantes del Siglo de Oro.

Y sin duda, los cinco años en que estuvo cautivo en Argel son uno de los episodios que han dado lugar a más mitos. ¿Por qué razón? Antes de adentrarnos en ellos –aprovechando el estreno de El cautivo, el último filme de Alejandro Amenábar–, es necesario conocer un poco más el Argel del siglo XVI, muy alejado de la imagen de la cárcel de alta seguridad que muchos se imaginan.

Tráiler de El cautivo, la nueva película de Alejandro Amenábar basada en los cinco años que Cervantes pasó en Argel.

Un error habitual: confundir los corsarios con los piratas

Miguel de Cervantes estuvo cautivo (es decir, raptado hasta se pagara su rescate) en Argel un lustro. Con 28 años se embarcó en Nápoles, en septiembre de 1575, y días después de hacerlo su nave fue capturada por corsarios argelinos delante de las costas catalanas. Como tantos otros miles y miles de cautivos por estos años, a partir de entonces su vida dependió del dinero y de su capacidad de conseguirlo.

Cuando hablamos de corsarios argelinos tenemos que olvidarnos de la imagen romántica del pirata, con su parche en un ojo, el loro en el hombro o una pata de palo, que ha terminado por triunfar gracias a las películas de Hollywood. Frente al pirata, cuya única ley es su deseo, el corso es un sistema económico cuidado hasta en sus más pequeños detalles. Los corsarios más famosos (y los que ahora nos interesan) son los argelinos.

El corso fue habitual en todo el Mediterráneo de la época –incluso en las costas cristianas–. Se basaba en el secuestro de personas por las que se pedía un rescate. En este sistema todo estaba reglamentado, desde los porcentajes de las ganancias (una parte para el rey de Argel, otra para el capitán, otras para los marineros, etc.) hasta el precio del rescate de los raptados, que pasaban a ser cautivos.

Pintura de Miguel de Cervantes frente a un hombre poderoso de Argel.
Cervantes en Argel, cuadro original de Antonio Muñoz Degrain, que se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid.
Hemeroteca Digital/Revista ‘La Esfera’

Y ese rescate marcaba su futuro: el de los más pobres (cautivos de almacén, que se ocupaban de las tareas necesarias para mantener Argel, desde ser galeotes a jardineros, albañiles o criados) y el de los “hombres graves”, por los que se pedían entre 300 y 500 escudos de oro, una pequeña fortuna para la época. Los primeros eran tratados como esclavos por sus amos; los segundos, como “objetos de lujo”, a los que había que preservar con vida, pues el rescate era la ganancia.

Miguel de Cervantes y su hermano Rodrigo, ambos soldados de los tercios italianos, consiguieron ser considerados “hombres graves”. Su precio fue de 500 y 300 ducados respectivamente.

Argel en el siglo XVI: una visión falsa en el tiempo

Para muchos, Argel, la ciudad en la que estuvo Cervantes con otros miles de cautivos, es lo más parecido a una cárcel de alta seguridad en el Mediterráneo.

Nada más lejos de la realidad. En el siglo XVI, Argel era una de las ciudades más cosmopolitas de todo el Mediterráneo. Su gobierno dependía de Estambul, siendo uno de los más codiciados por las cuantiosas ganancias que podían conseguir sus gobernadores.

Era asimismo una de las urbes más pobladas y, sobre todo, una de las más ricas, necesitada de productos de lujo y primera supervivencia. A su puerto no solo llegaban los barcos de los corsarios argelinos, sino también los de cientos de mercaderes de toda Europa y Estambul para ofrecer sus productos y poder hacer negocio. El dinero de los rescates terminaba siendo una fuente esencial para mantener la economía de la Europa cristiana.

Grabado de Argel realizado por Georg Braun en 1576.
Grabado de Argel realizado por Georg Braun en 1576.
Biblioteca Digital Hispánica, CC BY

¿De dónde procede esa imagen negativa, carcelaria, de sadismo de sus reyes y de atropello a los cristianos, que se ha convertido en un mito de mármol a lo largo de los siglos?

La fuente fundamental para conocer el trato recibido por los cristianos cautivos en Argel es la que conocemos como “literatura de cautivos”. En ella sobresale la obra de Antonio de Sosa, compañero del cautiverio de Miguel de Cervantes, Topografía e historia general de Argel, publicada en 1612.

La finalidad de estas historias era conmover al lector europeo para que ayudase con limosnas para la redención de los cautivos. Por ello ofrecen un relato desgarrador de sus vidas en tierras argelinas, teniendo que luchar contra dos grandes peligros: el reniego y la sodomía. Es decir, con la posibilidad de participar de la vida social otomana, en la que un esclavo podía llegar a convertirse en rey (así le sucedió a Hazán Bajá el veneciano, rey de Argel desde 1577 a 1580), y en la que las costumbres y posibilidades sexuales, en especial el amor entre hombres, podían disfrutarse a la luz del día.

Portada del libro Cervantes íntimo, con un dibujo de un hombre con barba, bigote, lechuguilla y pecho descubierto.
Portada de Cervantes íntimo, biografía del autor escrita por José Manuel Lucía, que se adentra en los mitos sobre los años del cautiverio de Cervantes en Argel.
Penguin Libros

Es en este contexto de movilidad social, de libertad sexual, de oportunidades económicas –siempre que uno renegara de la religión católica–, en una de las ciudades más cosmopolitas del Mediterráneo, donde hemos de situar los cinco años como cautivo de Miguel de Cervantes.

Cinco años en los que convivió con otra cultura, otra religión, otras costumbres… Y en los que demostró, una vez más, su capacidad para inventarse, para sobrevivir, para convertir sus experiencias biográficas en una particular visión del mundo, que luego supo plasmar en sus obras literarias, más allá y más acá del Quijote.

El Argel del cautiverio de Cervantes es un universo por desentrañar y por descubrir. Y lo es más allá de los brochazos míticos que se han impuesto en los últimos siglos, alentados por un mojigato siglo XIX y por una dictadura franquista de corte nacional-católica.


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José Manuel Lucía Megías no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. El cautiverio de Miguel de Cervantes en Argel: muchos mitos y pocas realidades – https://theconversation.com/el-cautiverio-de-miguel-de-cervantes-en-argel-muchos-mitos-y-pocas-realidades-261913

Talar a tiempo los árboles para garantizar la seguridad de las ciudades y evitar accidentes

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Enrique Baquero, Investigador del Instituto de Biodiversidad y Medioambiente (BIOMA) y profesor de la Facultad de Ciencias, Universidad de Navarra

Olezzo/Shutterstock

Como todo ser vivo, los árboles tienen un ciclo vital limitado con fases de juventud, madurez y senescencia. En sus primeras etapas aportan sombra, frescor, calidad ambiental y un valor estético indiscutible al espacio urbano. Sin embargo, al envejecer sufren procesos de debilitamiento que afectan a su estabilidad. La vejez conlleva pudriciones internas, huecos en el tronco, invasiones de hongos y bacterias, y un riesgo creciente de rotura o caída.

En el medio natural, los ejemplares muertos se integran en el ciclo ecológico y ofrecen refugio a fauna especializada. En las ciudades, no obstante, donde la seguridad de las personas es prioritaria, estos mismos procesos suponen un peligro que no puede pasarse por alto.




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Grandes daños que el ojo humano no puede apreciar

La gestión del arbolado urbano exige responsabilidad y previsión. Uno de los principales problemas es que la degradación no siempre se aprecia a simple vista. Un árbol puede mostrar una copa verde y frondosa mientras su interior está hueco o debilitado.

Los hongos xilófagos, por ejemplo, aquellos que atacan la madera para alimentarse, descomponen la celulosa o lignina que la conforman, volviendo frágil la estructura.

Entre los tipos más comunes de este proceso de pudrición se pueden distinguir dos. Por un lado, la parda, cuando organismos como Paenibacillus glucanolyticus o Serpula lacrymans degradan celulosa y hemicelulosa. Por otro lado, la blanca, en la que que la lignina es degradada por el hongo Trametes versicolor.

En ambos casos el desenlace es el mismo: el árbol pierde resistencia de manera irreversible. A pesar de la gravedad que conlleva, a menudo solo es posible comprobar la magnitud del daño causado tras la tala, confirmando (o no) si la retirada del árbol era necesaria. Otras veces se puede identificar si hay desfase entre la apariencia externa y el estado real recurriendo a resistógrafos, equipos que evalúan la integridad y la densidad de la madera mediante una mínima perforación.




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Los tiempos de tala según la especie

No todas las especies de árboles tienen el mismo ciclo vital. Los árboles de crecimiento rápido, como chopos y álamos, viven menos tiempo que otros. Al llegar a unos cincuenta años suelen entrar en senescencia acelerada: sus troncos se ahuecan, las raíces pierden firmeza y el riesgo de desplome se multiplica.

Aunque han cumplido una función valiosa durante décadas, llega un punto en que deben ser sustituidos por ejemplares más jóvenes y seguros. Mantenerlos más allá de su límite vital expone innecesariamente a los usuarios de los parques al peligro de caídas inesperadas.

Es comprensible que la tala de un árbol cause pesar entre los vecinos, pues muchos ejemplares están ligados a recuerdos y forman parte de la identidad del lugar. Sin embargo, la gestión no puede guiarse solo por la nostalgia, sino por la seguridad de todos y la visión de futuro.

Retrasar el apeo (es decir, la tala de un árbol por su base para derribarlo) cuando un árbol ya está en la fase final de su vida compromete la seguridad. Y las consecuencias pueden ser graves, desde ramas pesadas que caen hasta desplomes completos de ejemplares, con riesgo de accidentes personales y daños materiales.




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Conservar troncos huecos como refugio de aves y murciélagos

La retirada de árboles envejecidos debe acompañarse de nuevas plantaciones, preferentemente de especies autóctonas o adaptadas. Así, el patrimonio verde no disminuye, sino que se renueva e incluso crece, al tiempo que se enriquece la biodiversidad. De este modo, las generaciones futuras heredarán parques más sanos y seguros.

La gestión responsable del arbolado incluye también podas sanitarias, rebajes de altura en ejemplares en riesgo y, en algunos casos, la conservación temporal de troncos huecos como refugio para aves, murciélagos e insectos. Allí donde no haya peligro directo, la madera vieja puede seguir siendo útil para la fauna. Pero en espacios de uso intensivo debe primar la seguridad de las personas.

Explicar a la ciudadanía la función de los árboles

Los árboles urbanos no son simples adornos. Regulan la temperatura, filtran contaminantes, amortiguan ruidos y embellecen el paisaje. Son un factor esencial del bienestar ciudadano. Renunciar a ellos no es una opción, pero tampoco lo es mantener ejemplares que ya han superado su vida útil y representan un riesgo inaceptable. De ahí la importancia de una adecuada gestión del arbolado.

En este contexto, la transparencia resulta fundamental. Explicar a la ciudadanía por qué se talan determinados ejemplares y qué criterios se han aplicado reduce la desconfianza. Cuando se explica que un árbol aparentemente sano está en realidad muy deteriorado y supone un peligro, la necesidad de actuar se comprende mejor. Y si la decisión se acompaña de una política de reposición con mayor número de árboles y mayor diversidad de especies, el apoyo social se refuerza.




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Ciudadanos y naturaleza en armonía

El ciclo vital de los árboles obliga a reconocer que no son eternos. Nacen, crecen, envejecen y mueren. Y en ese proceso, se plantean retos particulares en los espacios públicos urbanos.

Una gestión seria debe adelantarse a la decrepitud, evaluar los riesgos ocultos, planificar los apeos cuando sea necesario y garantizar la reposición con nuevas plantaciones. Solo así los parques de las ciudades seguirán siendo lugares seguros, bellos y llenos de vida, donde naturaleza y ciudadanía convivan en equilibrio.

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Enrique Baquero no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. Talar a tiempo los árboles para garantizar la seguridad de las ciudades y evitar accidentes – https://theconversation.com/talar-a-tiempo-los-arboles-para-garantizar-la-seguridad-de-las-ciudades-y-evitar-accidentes-263994