Desafiando los límites computacionales en la ciencia: el ejemplo del electromagnetismo

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Jorge Rafael González Teodoro, Docente, UNIR – Universidad Internacional de La Rioja

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El progreso científico y tecnológico ha sido posible gracias a nuestra capacidad para identificar patrones en la naturaleza. Esta habilidad nos permite resolver problemas y avanzar en diversas disciplinas. De hecho, Carl Sagan la describió como “la mejor cualidad del ser humano”.

Desde los tiempos de Arquímedes (287-212 a. e. c.) la humanidad ha buscado comprender el universo a través de estos patrones. Sin embargo, el conocimiento ha crecido en complejidad. Por ello, los desafíos científicos actuales combinan análisis teóricos y experimentales.

En las últimas décadas las herramientas computacionales han adquirido un papel clave. Estas permiten encontrar patrones, reducir errores y mejorar la eficiencia en muchas aplicaciones.

De hecho, la simulación y el modelado por computadora son hoy pilares de la investigación. Permiten validar experimentos y explorar nuevas teorías en condiciones difíciles de reproducir. Además, optimizan procesos en múltiples áreas del conocimiento. Un ejemplo claro es el estudio del magnetismo.

El alto coste de los experimentos

Desde que Hans Christian Ørsted descubrió en 1820 la relación entre electricidad y magnetismo, las ecuaciones de Maxwell –que describen los fenómenos electromagnéticos– han evolucionado. Estos avances han mejorado la transmisión, el almacenamiento y la reducción de pérdidas de energía.

Dado que la energía es un recurso esencial, comprender el magnetismo es clave para optimizar su uso. Por eso, el modelado computacional del campo magnético es crucial en muchos sectores. Se usa en reactores de fusión, aceleradores de partículas, en energías renovables y en la producción de isótopos para tratar el cáncer.

La importancia de estos modelos radica en que, a pesar de los avances, las ecuaciones de Maxwell –las que explican los fenómenos electromagnéticos– solo tienen soluciones exactas en casos simples. Los ensayos experimentales, por su alto coste y duración, se usan solo para validaciones.

Por ello, la simulación computacional se ha vuelto esencial en el análisis de fenómenos complejos. El llamado “modelado por elementos finitos”, como su nombre indica, divide un problema en partes pequeñas y manejables.

Sin embargo, las limitaciones computacionales actuales encarecen estos análisis.

¿Cómo mejorar la eficiencia de los modelos?

Para mejorar la eficiencia se han desarrollado métodos innovadores. Su objetivo es simplificar los modelos sin afectar la precisión de los resultados. Un enfoque reciente promete superar las barreras de la simulación tridimensional convencional.

Este método modifica la geometría del cableado eléctrico. En otras palabras, reduce el número de elementos finitos a los que se reducía el problema y mejora la eficiencia del cálculo.

La clave está en ajustar las propiedades de los materiales en la fase de premodelado. Así se preservan las características eléctricas y magnéticas sin comprometer la exactitud.

En magnetismo, un parámetro esencial es la frecuencia, que mide la velocidad con la que se repite un fenómeno periódico. Las bajas frecuencias corresponden a procesos lentos, como el tic-tac de un reloj; las medias frecuencias incluyen la transmisión de radio AM; y las altas frecuencias abarcan señales de radio FM y comunicaciones inalámbricas.

A altas frecuencias aparecen fenómenos, como el efecto pelicular y el efecto proximidad, que afectan a la eficiencia de los dispositivos eléctricos y electrónicos. Comprenderlos mejora la eficiencia de estos sistemas.

Científicos de todo el mundo publican trabajos sobre esos efectos cada año, y cada avance ha supuesto un hito. Pero este novedoso estudio en cables con secciones poligonales ha proporcionado nuevas contribuciones en este campo de investigación.

Así, un nuevo enfoque propone utilizar coeficientes correctores una vez que la simulación ha terminado (lo que los expertos llaman “posmodelado”). Esto permite obtener resultados eléctricos y magnéticos muy similares a los que se lograrían si se hubieran modelado con total detalle las formas reales de los cables.

En otras palabras, es como usar una fórmula “mágica” que, al final del proceso, ajusta el resultado para que se parezca mucho al que habríamos obtenido si hubiéramos hecho una simulación más compleja y lenta.

Esta técnica acelera los cálculos en componentes con formas irregulares o poco simétricas, que normalmente son más difíciles de recrear. Además, permite calcular dos propiedades fundamentales (la resistencia y la inductancia) que son parámetros claves para diseñar dispositivos eléctricos eficientes.

Cada desafío resuelto nos hace avanzar

La innovación en computación científica sigue siendo clave para comprender la naturaleza con mayor precisión. Cada avance nos acerca a resolver grandes incógnitas y mejorar la calidad de vida en la Tierra.

A pesar de los desafíos computacionales, cada problema resuelto y cada simulación exitosa nos acercan a un futuro con más oportunidades.

La curiosidad humana y la tecnología impulsan nuevos descubrimientos; nos ayudan a encontrar patrones donde antes no los veíamos. Gracias al desarrollo de la computación avanzada, el conocimiento sigue expandiéndose.

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Jorge Rafael González Teodoro no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

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Cómo equilibrar el uso de tecnología con experiencias de aprendizaje

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Laura Bermúdez Jurado, Jefe de Aprendizaje Experiencial, Universidad de La Sabana

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Despierto por la mañana y lo primero que hago es mirar el celular. Pospongo la alarma y luego de la repetición, me levanto. Mientras me organizo para el día, reviso las redes, correos y los periódicos digitales desde el mismo aparato. Todo antes de haber siquiera desayunado. Saliendo para el trabajo, escucho música según la recomendación del día de Spotify, y abro el mapa digital que me indica la mejor ruta para evitar el trancón de la hora pico.

Ya en el trabajo, paso a dar clase a mis estudiantes de forma virtual y luego me dedico a adelantar mis tareas administrativas. Como el tiempo siempre apremia, abro mi confiable amigo ChatGPT, y le pido ayuda redactando el correo que tanto he postergado escribir. Con su ayuda, logro organizar un comunicado que contiene información detallada, pero a la vez ser comprensible.

Y así, pasamos nuestro día a día haciendo uso y ayudándonos con la tecnología. Ahí está. Así es como vivimos. Lo que es más importante: así es cómo aprendemos. Si mi día a día se ve de esta manera, siendo profesora, ¿cómo será el de mis estudiantes?

Una presencia cotidiana también en el espacio educativo

Hoy la tecnología es parte integral de la vida diaria y prácticamente para todas las edades. Es normal, y esperable, que esto se vea reflejado en los procesos de educación y de aprendizaje.




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Tener acceso a internet favorece, por un lado, la comunicación entre todas las partes de la comunidad educativa (docentes, estudiantes, familias, administración). En cuanto al aprendizaje, ofrece recursos innovadores y posibilidades de personalización: extiende las experiencias más allá del aula tradicional, ofreciendo acceso a simulaciones, laboratorios virtuales, medios interactivos y recursos globales.

Pero así como la tecnología puede hacer brillar el aprendizaje y potenciar las capacidades de los alumnos, si no se hace un buen uso de ella también se corre el riesgo de ocasionar el efecto contrario. Puede volverse un factor limitante que genere dependencia y, por ende, una disminución en el desarrollo de las habilidades críticas de los estudiantes.

El aprendizaje experiencial

El aprendizaje experiencial promueve la participación activa de los estudiantes en experiencias intencionadas y reflexivas, con el objetivo de fortalecer conocimientos, habilidades y capacidades con impacto social.

Inspirado en el pedagogo y psicólogo estadounidense John Dewey (1859-1952), este enfoque sostiene que la verdadera educación surge de experiencias estructuradas que fomentan el pensamiento crítico y la toma de decisiones, donde la reflexión es clave para darles sentido y aplicabilidad.




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Experiencias y tecnología de la mano

De esta manera, la tecnología se puede integrar de forma intencionada en los procesos de aprendizaje experienciales para complementarlos sin sustituirlos. Por ejemplo, es posible usar realidad aumentada para el desarrollo de habilidades matemáticas tempranas.

En una experiencia con niños de 5 a 6 años, la incorporación de realidad aumentada en la enseñanza del número permitió fortalecer habilidades matemáticas tempranas. A través de actividades interactivas y visuales, los estudiantes pudieron comprender mejor conceptos como el conteo, la relación número-cantidad y el pensamiento lógico, haciendo del aprendizaje un proceso más significativo y atractivo.




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Un uso activo y crítico

Como se mencionó anteriormente, el aprendizaje experiencial busca que el estudiante tenga un rol activo en sus procesos de aprendizajes. Teniendo esto en cuenta, las tecnologías son un elemento clave a tener en cuenta al momento de diseñar experiencias de enseñanza, vistas como recursos de apoyo.

Las herramientas tecnológicas como la inteligencia artificial pueden ser “compañeras de trabajo” que potencian las capacidades. Cuando se usan de forma activa y crítica, la IA y demás tecnologías pueden enriquecer los procesos de aprendizaje, de tal manera que es clave que nos preparemos y aprendamos a trabajar en conjunto con estas.

La inteligencia artificial en el aula

Prepararnos para trabajar con la inteligencia artificial implica verla como una aliada con la que aprendemos explorando, dando instrucciones claras, evaluando críticamente y mejorando juntos a través del ensayo y error. Esto aplica tanto al uso que hacen los profesores al preparar y desarrollar sus clases como a la integración de estas tecnologías por parte de los estudiantes en los distintos niveles académicos.




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Un apoyo más que un desacierto

Así como la alarma del celular reemplazó a la mayoría de los relojes despertadores, y las plataformas digitales ahora permiten segmentar contenidos de acuerdo al gusto personal en plataformas de streaming, o tomar la ruta de transporte más adecuada en tiempo real, la tecnología está mandando un mensaje no tan silencioso.

Para el campo de la educación es claro: la tecnología no es un riesgo o amenaza, es un aporte que permite al estudiante ser el protagonista de su propia historia de aprendizaje. Desde quienes apenas comienzan hasta quienes ya tienen un largo recorrido, todos pueden beneficiarse de estos recursos que emergen cada día más avanzados. La clave está en prepararse para aprovecharlos y en utilizar cada herramienta con intencionalidad, permitiéndoles cumplir su misión: ser apoyos en el proceso de aprender para vivir.

The Conversation

Laura Bermúdez Jurado no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

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‘Aya de Yopougon’ desafía la creencia de que a Occidente no le interesa leer historias africanas

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Manuel Gómez Campos, PDI Traducción e Interpretación, Universidad de Córdoba

Fotograma de la adaptación al cine del cómic ‘Aya de Yopougon’. IMDB

La serie de cómics Aya de Yopougon, creada por la marfileña Marguerite Abouet, ha marcado un antes y un después en la literatura escrita por mujeres del África francófona. Esta obra constituye un ejemplo claro de cómo la literatura puede llegar a rincones de todo el mundo y, además, conquistar a un público de edades muy diferentes.

Pero ¿cuáles han sido las claves de su éxito? ¿Cómo llega a nuestras manos? Y, sobre todo, ¿qué tiene Aya para conquistar?

Las barreras de los críticos literarios

Las obras de autoras como Ken Bugul, Fatou Diome o Mariama Bâ se desarrollan en países como Senegal, Mali, Benín o Costa de Marfil, y sus protagonistas son, en su mayoría, africanos, lo cual no debe sorprendernos demasiado.

Fotografía de una mujer negra que sonríe.
La escritora Fatou Diome en 2015.
Claude Truong-Ngoc / Wikimedia Commons, CC BY-SA

No obstante, a lo largo de la historia, la literatura femenina africana francófona ha sido tachada de “local”. Algunos críticos literarios o académicos han considerado que estas obras se centraban demasiado en aspectos africanos y que, por tanto, no iban a interesar a un público más occidental.

Así lo explica la traductora Laura Remei Martínez-Buitrago: “El no-conocimiento es uno de los grandes hándicaps que tienen que lograr vencer. Esta opinión generalizada de las casas editoriales la he visto con muchas obras: demasiado africano para ser aceptado por el mundo occidental, dicen”. Otros críticos literarios han optado por situar y delimitar, en un mismo grupo, a todos los escritores africanos en torno a una “unidad cultural negra” ligada a los problemas del mundo negro.

A modo de ejemplo, la obra de la escritora Aminata Sow Fall, considerada pionera de la literatura femenina africana francófona, tardó tres años en ver la luz. La editorial estimó inicialmente que los occidentales no iban a comprenderla al estar centrada en una cultura local. La autora senegalesa respondió a la editorial que finalmente todo el mundo tiene un origen y, por tanto, un lugar de pertenencia, lo que nos hace a todos locales. Su novela Le Revenant fue rechazada en un primer momento, pero finalmente la misma editorial la publicó en 1976. Afortunadamente, con el tiempo se ha convertido en un clásico de la literatura africana francófona.

Trabas en el negocio

Sin embargo, la barrera de los críticos literarios no es la única que han debido, deben y deberán sobrepasar las autoras. Para que una obra llegue a un público mayor, las escritoras africanas necesitan encontrar editorial.

Un aspecto que puede parecer simple ha generado una compleja desigualdad, como se ha comprobado en el caso de las escritoras beninesas, quienes se han enfrentado a la falta de interés por publicar sus obras incluso en su propio país. Ante esta situación, muchas han optado por editoriales extranjeras para asegurar la difusión de sus textos.

Portada del libro _L'engrenage_ de Hortense Mayaba.
Portada del libro L’engrenage de Hortense Mayaba.
The University of Western Australia

Ejemplo de ello son Gisèle Hountondji, quien prefiere escribir únicamente cuando recibe pedidos procedentes de Europa, u Hortense Mayaba, quien asegura que en Benín no se promueven las obras literarias. Estas autoras han tenido que publicar sus obras en editoriales extranjeras para conseguir que puedan leerse.

Pero ¿acaso la literatura debe mantener siempre un cierto aspecto global para ser de interés? A primera vista, la respuesta podría parecer sencilla, pero el debate es más profundo.

Las historias han traspasado culturas desde tiempos inmemoriales, sin que sus raíces locales impidan su impacto universal. Obras como Cumbres borrascosas de Emily Brontë, ambientada en los paisajes de Yorkshire, en el norte de Inglaterra, o Las uvas de la ira de John Steinbeck, que retrata la migración y las dificultades de Estados Unidos, son ejemplos de narrativas profundamente ligadas a un territorio y una realidad específica, pero que han alcanzado reconocimiento mundial.

Si estas historias han trascendido sus fronteras geográficas y culturales, ¿por qué no sucede lo mismo con ciertas narrativas africanas que reflejan realidades locales?

La recepción de la novela gráfica Aya de Yopougon

Podemos medir el nivel de éxito de una obra, entre muchos otros parámetros, analizando las traducciones que dicha obra ha tenido a otros idiomas. Se considera así que ha llegado, o ha tenido la posibilidad de llegar, a un público mayor.

Portada de un cómic en el que aparecen tres chicas charlando.
Portada de uno de los libros de Aya de Yopougon.
Norma Editorial

La serie de historietas de Aya de Yopougon ha sido traducida a quince lenguas y ha conseguido vender más de 800 000 ejemplares desde su primera publicación en 2005. Este logro la sitúa como una de las obras más vendidas de la literatura africana contemporánea.

Marguerite Abouet, autora de la obra, se dio cuenta que la gente tenía un gran desconocimiento sobre África y que debía explicar su continente, alejándose de los estereotipos. Primero lo hizo a través de un personaje llamado Akissi y después con la protagonista de las historias de Aya de Yopougon. Los relatos pasaron de publicarse como novela a transformarse en novelas gráficas gracias al ilustrador Clément Oubrerie.

Aya es una chica marfileña que vive en uno de los barrios más populares de Abidjan: Yopougon. Las historias cuentan las aventuras de esta joven, sus inseguridades, sus sueños y los de otros personajes del mismo barrio. La serie se caracteriza por representar la vida marfileña sin estereotipos y mostrar la esencia del barrio, siendo un gran ejemplo de una obra que no se centra exclusivamente en lo que los medios de comunicación a menudo reflejan del continente africano: miseria y barbarie.


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No cabe duda de que una literatura tan creativa y llena de diálogos con referencias culturales, onomatopeyas o expresiones propias de Costa de Marfil plantea una dificultad añadida para su traducción a cualquier otra lengua. Estos retos son propios de numerosas obras literarias llenas de imaginación, neologismos y estilo propio.

Aya de Yopougon es una muy buena manera de que los lectores se acerquen a la cultura marfileña, independientemente de su país de origen. Su reciente adaptación al cine ha ampliado aún más su alcance, y su éxito demuestra que las narrativas africanas pueden tener una proyección internacional sin necesidad de tener que ajustarse a cánones ajenos a su identidad cultural.

The Conversation

Manuel Gómez Campos no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

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Cronopios y mancuspias: lo que las pseudopalabras revelan sobre nuestro cerebro

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Celia Martínez Tomás, Investigadora predoctoral FPU en el Departamento de Psicología Experimental, Procesos Cognitivos y Logopedia, Universidad Complutense de Madrid, Universidad Complutense de Madrid

Ilustración para la portada de _Historias de cronopios y de famas_, de Julio Cortázar. Alfaguara.
El escritor argentino Julio Cortázar en los jardines de la UNESCO en París, 1968.
Sara Facio.

¿Alguna vez has leído o escuchado una palabra que no existe… pero que parecía de verdad? En una de sus obras más conocidas, Historia de cronopios y de famas, Julio Cortázar definió a los cronopios como criaturas verdes y húmedas, desordenadas y soñadoras. Lo mismo hizo con las mancuspias, animales convexos, de respiración cutánea y hábitos sedentarios. A pesar de que nunca hemos visto un cronopio o una mancuspia, con apenas unos detalles somos capaces de imaginarlas, darles forma o textura e, incluso, de atribuirles personalidad. Estas cadenas de letras inventadas empiezan a cobrar sentido sin necesidad de que nadie nos las explique.

No es un fenómeno exclusivo de la literatura. Lo que ocurre cuando los escritores acuñan términos como mancuspia, cronopio o ambonio es un ejemplo de lo que sucede cuando nos enfrentamos a lo que en el ámbito científico denominamos pseudopalabras: secuencias de letras inventadas que siguen las reglas ortográficas y fonológicas de un idioma, pero que carecen de significado.

Leer palabras que no existen, pero casi

El cerebro humano es especialmente hábil para detectar regularidades y patrones cuando leemos. Por eso, cuando nos encontramos con pseudopalabras que se parecen mucho a una palabra real –como cholocate en lugar de chocolatees más fácil equivocarnos y leerlas como si fueran palabras de verdad.

En cambio, si vemos una pseudopalabra menos parecida a una palabra, como choconate, nos parece más evidente que algo no encaja. De hecho, al leerlas, se ponen en funcionamiento las mismas áreas que se activan cuando leemos una palabra real. Regiones como el giro frontal inferior y el giro temporal superior –dos zonas relacionadas con el reconocimiento léxico y fonológico– empiezan a trabajar para buscar significados donde no los hay.

¿Abidas? o ¿Adidas? Así te engañan las letras

El uso de este tipo de estímulos nos ha proporcionado información muy interesante sobre cómo procesamos el lenguaje. Gracias a las pseudopalabras, conocemos la importancia que tiene identificar correctamente las letras durante la lectura. Tenderemos a confundir con una palabra real aquellas en las que una de sus letras es reemplazada por otra visualmente parecida. Este fenómeno ha sido ampliamente explotado por los falsificadores de distintos productos. A las personas nos cuesta darnos cuentas de que unas zapatillas con el logotipo Abidas, no han sido fabricadas por la conocida marca de ropa deportiva Adidas.

Por otra parte, el denominado efecto de transposición de letras nos ha mostrado que cuando leemos necesitamos codificar la posición de las letras de las palabras para su adecuada comprensión. Este efecto consiste en la tendencia a identificar como palabras aquellas pseudopalabras formadas a partir del intercambio de la posición de dos letras de una palabra real. Por ejemplo, confundiremos con relativa facilidad la pseudopalabra amzaon
con amazon, al transponer las letras m y z. Por el contrario, al reemplazar estas mismas letras por la c y la e nos resultará mucho más fácil distinguir la pseudopalabra amceon del nombre de la conocida marca comercial.

Kiki suena puntiagudo. Bouba suena redondo

A partir del sonido de las pseudopalabras, podemos tener la impresión de que están expresando conceptos relacionados con el tamaño, la forma o, incluso, la emoción. Esto se conoce como el efecto bouba/kiki. Y es que se ha demostrado que tendemos a asociar los sonidos agudos, como kiki o takete, con formas puntiagudas. Por el contrario, tendemos a vincular los sonidos suaves, como los de las pseudoplabras bouba o maluma, con formas redondeadas.

Nuestro cerebro, de hecho, parece estar preparado para establecer estos vínculos. Áreas cerebrales como la corteza auditiva y la corteza visual, encargadas de procesar sonidos y formas, junto a regiones relacionadas con el lenguaje, como la circunvolución frontal inferior izquierda y la circunvolución supramarginal izquierda, trabajan conjuntamente para que esa simple cadena de sonidos pueda cobrar sentido en nuestra mente.

Quizá, por este tipo de asociaciones entre el sonido y el significado, no sea casualidad que Cortázar imaginara a los cronopios como seres cálidos, alegres y juguetones.

Pseudo(palabras) que emocionan

El empleo de pseudopalabras también nos ha proporcionado información muy valiosa sobre cómo adquirimos los significados emocionales. ¿Cómo es posible que aquello que no existe nos genere emoción? La clave está en que emparejamos pseudopalabras con expresiones faciales de emoción, sonidos y hasta olores agradables o desagradables. Pasado un tiempo, su lectura nos despertará emociones parecidas a la de los estímulos con los que fueron asociados.

Además, las pseudopalabras que derivan de palabras emocionales tardan más en reconocerse que aquellas que derivan de palabras neutras. De esta forma, será más rápido identificar drocedario (dromedario) como pseudopalabra que irtus (ictus). Esto muestra que el contenido emocional de la palabra original influye en cómo procesamos y reconocemos las palabras inventadas. ¡Cómo si las emociones facilitaran la interpretación de lo desconocido!

Ya hemos visto que las pseudopalabras no son solo una mera cadena de letras. Lewis Carroll era ya consciente de esto cuando hizo que Alicia se enfrentase a un singular personaje en su poema Jabberwocky: “Era la asarvespertina, y los flexilimos toves giroscaban y taladraban en la loma…”. A cualquier lector le costará un esfuerzo adicional entender lo que dice.

Ilustración de Jabberwocky, por John Tenniel.

Sin embargo, al leer pseudopalabras como “tulgoso” o “vorpal”, no podemos dejar de sentir una atmósfera amenazante o la presencia de un peligro inminente.

Y, mientras meditaba melancólico, ¡el Galimatazo, con ojos de fuego, vino silbando por el bosque tulgoso y burbujeaba mientras iba luego! ¡Zas! ¡Zas! ¡Zas! ¡Y la vorpal espada una y otra vez fue triscando veloz! Y dejolo muerto, y con su cabeza regresó galopando triunfador.

En conclusión, como exclamó Alicia mientras caía por la madriguera del conejo en el país de las maravillas, el lenguaje que no existe es cada vez más ¡curiorífico y curiorífico!

The Conversation

Celia Martínez Tomás recibe fondos del Ministerio de Universidades con una ayuda para la Formación de Profesorado Universitario (FPU)

José Antonio Hinojosa Poveda recibe fondos del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades.

Ana Baciero de Lama y Miguel Lázaro no reciben salarios, ni ejercen labores de consultoría, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del puesto académico citado.

ref. Cronopios y mancuspias: lo que las pseudopalabras revelan sobre nuestro cerebro – https://theconversation.com/cronopios-y-mancuspias-lo-que-las-pseudopalabras-revelan-sobre-nuestro-cerebro-261127

La sorprendente conexión entre una foca, una almeja y un calamar

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Antonio Figueras Huerta, Profesor de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto de Investigaciones Marinas (IIM-CSIC)

Los fócidos o focas verdaderas (Phocidae) son una familia de mamíferos adaptados al medio acuático. Wikimedia Commons., CC BY

Hace unos días, mi editora habitual en The Conversation me retó a encontrar qué tienen en común estos tres animales marinos tan diferentes. Una foca leopardo de 400 kilos, una diminuta almeja que se entierra en la arena y un calamar que se propulsa a chorro. Pensé que sería imposible. Estaba equivocado.

Imaginemos la escena: la foca se lanza sobre un témpano de hielo tras haber buceado a más profundidad que la altura del Empire State Building. La almeja desaparece en la arena en segundos, usando únicamente la fuerza de su musculoso pie. El calamar atraviesa el océano a toda velocidad, mostrando cambios de llamativos colores en su piel. ¿Qué podrían compartir estas criaturas?

Tras una inmersión profunda en la investigación, encontré cuatro conexiones fundamentales que revelan cómo la evolución, al enfrentarse a los mismos problemas, a menudo llega a soluciones similares.

Son ingenieros hidráulicos

Aquí es donde las conexiones se vuelven realmente sorprendentes. Los tres dominan la hidráulica, el uso de fluidos a presión para generar fuerza, el mismo principio que impulsa las grúas de construcción y los frenos de un coche.

Los bigotes de las focas actúan como un radar.
Wikimedia Commons., CC BY

Los bigotes de la foca no son solo pelo facial. Conforman un sofisticado sistema de sónar que lee los cambios de presión en el agua. Cada bigote está repleto de terminaciones nerviosas que detectan el más mínimo rastro hidrodinámico dejado por un pez. Así, la foca puede seguir esta estela invisible para rastrear a su presa hasta a 180 metros de distancia.

Aplicando el mismo principio de una forma completamente distinta, la almeja convierte su pie en un taladro muscular. Al bombear fluido desde su cavidad corporal hacia el pie, crea un ancla rígida y, luego, contrae sus músculos para arrastrar su concha hacia la arena. Es una maravilla de la ingeniería de bajo consumo.

Y si el uso que la almeja hace de la hidráulica es sutil, el calamar la convierte en un arma. Con el fin de atrapar a sus presas, presuriza el fluido de sus tentáculos para lanzarlos hacia delante a más de dos metros por segundo. Por otro lado, para defenderse, su manto actúa como el motor de un jet, expulsando agua violentamente para escapar del peligro a gran velocidad.

Se construyen con el mismo material: la piedra caliza

Esta conexión fue la que más me sorprendió: un mamífero y dos tipos diferentes de moluscos utilizan el carbonato cálcico como material de construcción de su organismo.

En el caso de la foca, esto implica integrar ese carbonato cálcico en su esqueleto, en huesos que le ayudan a gestionar la flotabilidad durante inmersiones profundas. También tiene diminutas piedras en el oído u otolitos, estructuras calcáreas esenciales para el equilibrio en su mundo submarino tridimensional.

La almeja, una maestra arquitecta, construye con esta molécula una elaborada concha cuya microestructura es más resistente que muchas cerámicas industriales, una fortaleza contra depredadores y la presión.

Como todos los bivalvos, la chirla (Chamelea gallina) construye su concha con carbonato cálcico.
Wikimedia Commons., CC BY

Y, sorprendentemente, el calamar, descendiente de ancestros con concha como la almeja, conserva una pequeña parte de esta herencia. Posee unos pequeños y bellos órganos de equilibrio en su cabeza llamados estatolitos que, al igual que los otolitos de la foca, le ayudan a orientarse mientras navega por el océano.

Los tres externalizan su capacidad cerebral

Decir que tienen “cerebros de repuesto” podría ser simplificar demasiado, pero cada animal ha desarrollado una forma asombrosamente eficaz de gestionar tareas complejas descentralizando su sistema nervioso.

La foca, por ejemplo, puede dormir solo con medio cerebro. Este sueño “unihemisférico” permite que una mitad descanse mientras la otra permanece alerta, en una especie de piloto automático biológico. Además, una gran parte de su cerebro está dedicada exclusivamente a procesar los datos de sus bigotes, creando en esencia un “ordenador” especializado en detectar flujos.

El calamar europeo o calamar común (Loligo vulgaris) tiene neuronas repartidas por sus brazos, como parte de un sistema nervioso descentralizado.
Wikimedia Commons., CC BY

El calamar opera con un principio de delegación similar, aunque a una escala mucho mayor. Dos tercios de sus neuronas no están en su cerebro, sino en sus brazos, cada uno de los cuales puede saborear, tocar y actuar de forma semiindependiente. Esto le permite cazar con dos brazos mientras otro explora una grieta en busca de su próxima comida.

Incluso la aparentemente simple almeja sigue este patrón. Sus nervios se distribuyen en grupos llamados ganglios cerca de los órganos que controlan. Esto significa que no necesita un centro de mando para las acciones básicas: el hardware local se encarga de ello.

Un mismo (y duro) maestro: el océano

¿Qué significa todo esto? Los tres representan tres viajes evolutivos distintos: las almejas evolucionaron a partir de moluscos primitivos para convertirse en filtradores sedentarios; los calamares surgieron del mismo linaje para ser depredadores activos e inteligentes; y las focas representan una rama de la vida completamente diferente, los mamíferos, que abandonó la tierra y rediseñó sus cuerpos para el mar.

Sus similitudes revelan una verdad fundamental sobre la evolución. Es como si tres equipos de ingenieros recibieran materiales de partida diferentes, pero el mismo desafío: prosperar en el océano. Necesitaban moverse eficientemente, encontrar comida, evitar ser aplastados y navegar por un mundo sin suelo firme. Y las soluciones que encontraron convergieron.

Distintos puntos de partida, destino compartido

Todos usaron la hidráulica para el movimiento y la percepción. Todos usaron el carbonato de calcio, fácilmente disponible, como soporte estructural. Y todos desarrollaron sistemas nerviosos especializados para gestionar la inmensa carga de datos de su entorno.

Diversidad del orden extinto de los pterosaurios.
Wikimedia Commons., CC BY

Este patrón, conocido como evolución convergente, aparece en todas partes. Aves, murciélagos y pterosaurios desarrollaron el vuelo de forma independiente. Tiburones (peces) y delfines (mamíferos) desarrollaron de forma independiente cuerpos hidrodinámicos. Y el ojo ha evolucionado de forma independiente docenas de veces.

La próxima vez que veamos una foca, recordemos que estamos observando una solución elegante a los mismos problemas de ingeniería que una almeja resolvió quedándose quieta y un calamar resolvió convirtiéndose en un cohete viviente.

Esa es la belleza de la evolución. Es el sistema definitivo para resolver problemas, y su creatividad no tiene fin.

The Conversation

Antonio Figueras Huerta no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

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Geografía del deshielo: playas que narran la historia climática de la Antártida

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Lidia Ferri Hidalgo, Investigadora del Proyecto PARANTAR (Ref. PID2020-115269GB-I00), especializada en glaciología y geomorfología glaciar, Universidad de Oviedo

Caminata por una playa polar en en Punta Barnard, Isla Livingston (Antártida). Jordi Rovira (2024)

Hace aproximadamente 20 000 años, durante la última glaciación, la Antártida alcanzó su máxima expansión de hielo. A partir de ese momento comenzó un proceso gradual de derretimiento y retroceso glaciar que, debido al calentamiento global, se ha intensificado notablemente en las últimas décadas

La pérdida de hielo en la Antártida no solo contribuye a aumentar el nivel del mar: también altera las corrientes oceánicas y afecta a los ecosistemas polares. Sin embargo, sus consecuencias no se limitan al océano o al clima. Uno de los efectos menos visibles –pero igual de reveladores– es la elevación del terreno, que ha dejado al descubierto playas levantadas, testigos silenciosos del retroceso glaciar.

El fenómeno del rebote isostático

Cuando una enorme masa de hielo cubre la superficie terrestre, como ocurrió en la última glaciación, su peso deforma la corteza terrestre y la hunde. A medida que los glaciares pierden masa, esa carga disminuye y el terreno comienza a levantarse lentamente. Este fenómeno se conoce como rebote isostático o posglaciar, y sigue activo hoy en día, aunque cada vez ocurre de forma más lenta.

En 1743, el físico Anders Celsius realizó la primera estimación del ascenso del terreno tras la última glaciación en las costas de Suecia. Sabía que allí existían unas rocas donde, siglos atrás, descansaban las focas cerca del mar. Sin embargo, cuando el científico visitó la zona, observó que dichas rocas estaban lejos de la costa, lo que le hizo pensar que el nivel del mar había descendido. En realidad, era el terreno el que se había elevado al liberarse del peso del hielo.

Una de las evidencias más visibles de este ascenso son las llamadas playas levantadas: antiguos niveles de costa que quedaron por encima del mar actual. Estas playas “fósiles” son archivos naturales que registran los cambios pasados del nivel del mar, y con ello, las transformaciones del clima.

Playas levantadas en las Islas Shetland del Sur

Las Islas Shetland del Sur, frente a la península antártica, albergan algunas de las playas levantadas más estudiadas del continente. Desde mediados del siglo XX, exploradores y científicos de distintas disciplinas comenzaron a investigar estas antiguas líneas de costa, conscientes de que conservan la memoria del retroceso glaciar y del ascenso del terreno.

En las principales áreas libres de hielo de estas islas, como la península Byers en la isla Livingston o la península Fildes en la isla Rey Jorge, se conservan varios niveles de playas levantadas. Cada uno guarda pistas sobre cómo el rebote isostático y los pulsos de deshielo transformaron el paisaje en este rincón antártico.

La reconstrucción de esta historia se logra determinando la edad de las playas a través de diversas técnicas de datación. Si bien el método más tradicional ha sido el radiocarbono –aplicado sobre restos orgánicos, como huesos de pingüinos, focas o fragmentos de conchas y algas–, recientemente se han incorporado técnicas más precisas, como la luminiscencia ópticamente estimulada (OSL) y la datación por isótopos cosmogénicos, que permiten datar directamente rocas y sedimentos según el tiempo que llevan expuestos a la luz o a la radiación cósmica.

Gracias a estos métodos se sabe que las playas levantadas que alcanzan entre 15 y 22 metros de altitud sobre el nivel del mar actual en la península Byers se formaron hace aproximadamente entre 9 500 y 8 700 años. Lo que confirma que esta región ya estaba libre de hielo durante el Holoceno medio, una etapa del pasado marcada por condiciones climáticas más cálidas.




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Lo que pasa en la Antártida no se queda en la Antártida

Aunque parezca lejana y aislada, la Antártida influye directamente en el equilibrio del planeta. El deshielo contribuye a la subida del nivel del mar, altera la circulación oceánica y afecta el equilibrio climático global. También afecta, como hemos visto, al levantamiento del terreno.

Estudiar estas playas levantadas no es sólo una forma de entender el pasado, sino una herramienta clave para anticipar nuestro futuro climático. Comprender cómo respondió la corteza terrestre al deshielo en el pasado mejorará la precisión de los modelos actuales que predicen los cambios relativos del nivel del mar y el comportamiento de los glaciares antárticos en un mundo que cada vez se calienta más y más, poniendo en peligro el desequilibrio de la vida.

The Conversation

Lidia Ferri Hidalgo actualmente está contratada en el proyecto de Investigación PARANTAR Ref. PID2020-115269GB-I00, financiado por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades del Gobierno de España.

ref. Geografía del deshielo: playas que narran la historia climática de la Antártida – https://theconversation.com/geografia-del-deshielo-playas-que-narran-la-historia-climatica-de-la-antartida-260775

Antibióticos ‘inteligentes’: ¿puede acabar la IA con la resistencia antimicrobiana?

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Antonio Tarín Pelló, Farmacéutico especializado en terapias antimicrobianas y modelos de predicción matemáticos, Universidad CEU Cardenal Herrera

isak55/Shutterstock

La resistencia antimicrobiana es uno de los mayores desafíos de la medicina moderna. Cada año aumentan las infecciones y cada vez son más difíciles de tratar. Si no logramos actuar de forma efectiva, en 2050 podría ser la principal causa de muerte a nivel mundial.

Según el informe Global Burden of Disease Study, publicado en The Lancet, en 2019 se estimaron 4,71 millones de muertes asociadas a infecciones resistentes, 1,27 millones de ellas directamente atribuibles a esa causa. Son cifras que reflejan una crisis sanitaria creciente, impulsada no solo por el uso indebido de antibióticos en medicina y ganadería, sino también por la escasez de información sobre este problema de salud en la sociedad y por la falta de desarrollo de nuevos fármacos eficaces.

Diferencia de fases y tiempos entre el desarrollo de fármacos a partir de la síntesis de novo y el método de reposicionamiento de fármacos.

Alternativas a los antibióticos

Ante este panorama, urge encontrar soluciones efectivas. Una de ellas es tratar infecciones sin necesidad de utilizar fármacos antimicrobianos mediante la fagoterapia (el uso de virus que infectan bacterias) o el desarrollo de péptidos antimicrobianos.

Otra estrategia menos conocida es el reposicionamiento de fármacos. Consiste en buscar, con ayuda de la IA y otras técnicas, nuevas aplicaciones terapéuticas para medicamentos o moléculas que ya se encuentran registrados y aprobados. Esto reduce el tiempo y el coste que supone el desarrollo de nuevos fármacos, porque son moléculas que han superado las fases iniciales de seguridad.

¿Antibióticos en antidepresivos?

En lo que se refiere a las enfermedades infecciosas, la estrategia de reposicionamiento ya ha identificado diversas moléculas con actividad antibiótica previamente desconocida. Por ejemplo, algunos antiinflamatorios como el diclofenaco y el ibuprofeno. Nuestra propia investigación ha detectado también esa actividad en antidepresivos y antipsicóticos.

Para este proceso es clave la aplicación de modelos de predicción matemáticos, que pueden anticipar la eficacia de compuestos contra microorganismos resistentes analizando grandes volúmenes de datos biomédicos. Por eso, los modelos que combinan IA y bioinformática son de gran interés para la industria farmacéutica que desarrolla nuevos fármacos.

Simulaciones que ahorran tiempo y recursos

En primer lugar, la IA puede simular interacciones entre fármacos y patógenos a nivel molecular, lo que permite anticipar cómo los microorganismos podrían desarrollar resistencia y ayudar a diseñar antibióticos más robustos. Estas simulaciones ahorran tiempo y recursos, además de proporcionar una comprensión más profunda de los mecanismos de resistencia.

Relaciones entre inteligencia artificial, machine learning y deep learning y cómo operan estos modelos.

Así, mediante el análisis de grandes bases de datos biomédicos –genes, proteínas, fármacos…–, los modelos basados en aprendizaje automático han predicho la actividad antibacteriana de compuestos como los análogos del péptido mastoparan derivados del veneno de avispa.

Otro enfoque exitoso ha sido la simulación molecular, que predice cómo “se mueve” una molécula al interactuar con la proteína de interés. Esta herramienta permitió identificar las propiedades antimicrobianas de algunos antihipertensivos, como el olmesartán y el valsartán, frente a bacterias patógenas como Pseudomonas aeruginosa o Streptococcus pneumoniae.

Además, los últimos avances exploran metodologías nuevas, como los estudios transcriptómicos (el estudio de genes de un organismo y la expresión de estos en proteínas y metabolitos) y el análisis topológico de datos. Este último, a pesar de tratarse de una estrategia “joven”, ha demostrado su utilidad en la identificación de potenciales antimicrobianos mediante el reposicionamiento de fármacos ya registrados por la Administración de Alimentos y Medicamentos estadounidense (FDA por sus siglas en inglés).

El potencial del análisis topológico

El análisis topológico de datos es un modelo de predicción matemático que aplica la geometría y la topología; es decir, a partir de los datos disponibles de una molécula crea un mapa, normalmente tridimensional, que recopila toda la información estructural y funcional de dicha molécula. Este método nos ha permitido identificar moléculas con potencial antibiótico tras identificar similitudes estructurales entre proteínas humanas y proteínas de la bacteria Escherichia coli, responsable del 90 % de las infecciones urinarias en todo el mundo.

Los resultados obtenidos mediante simulación por ordenador o análisis computacional nos revelaron posibles direcciones de desarrollo de nuevos antibióticos a partir de la estructura química de algunos antidepresivos, antipsicóticos, antitumorales y antihistamínicos.

Una nueva era en la lucha contra las infecciones

Estos hallazgos refuerzan la idea de que el reposicionamiento de fármacos, combinado con herramientas computacionales, puede ofrecer nuevas soluciones terapéuticas a las infecciones resistentes a los antibióticos conocidos. Con una mejora de precisión de los modelos actuales, sería posible desarrollar de una manera más rápida y eficaz un nuevo arsenal antimicrobiano. Y estaría disponible a una velocidad mayor a la que los microorganismos adquieren las resistencias.

En un contexto donde la resistencia antimicrobiana representa una de las tres mayores amenazas para la salud global, apostar por enfoques basados en IA y modelado computacional no solo es una opción viable, sino una necesidad urgente para garantizar tratamientos efectivos frente a las enfermedades infecciosas.

Es posible que estemos a las puertas de una nueva era en el tratamiento de infecciones, donde, con ayuda de la IA, los antibióticos del futuro sean diseñados y optimizados por ordenador. ¡Ojalá sean “antibióticos inteligentes”!

The Conversation

Antonio Tarín Pelló recibe fondos de Fundación Española para la Ciencia y Tecnología (FECYT).

Beatriz Suay García recibe fondos de Fundación Española para la Ciencia y Tecnología (FECYT).

María Teresa Pérez Gracia recibe fondos de Fundación Española para la Ciencia y Tecnología (FECYT).

Sara Fernández Álvarez recibe fondos de Fundación Española para la Ciencia y Tecnología (FECYT).

ref. Antibióticos ‘inteligentes’: ¿puede acabar la IA con la resistencia antimicrobiana? – https://theconversation.com/antibioticos-inteligentes-puede-acabar-la-ia-con-la-resistencia-antimicrobiana-260112

¿Sigue siendo lujo si todos pueden tenerlo? El dilema de las marcas exclusivas

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Veronica Rosendo Rios, Profesora de Marketing, Universidad Pontificia Comillas

Establecimientos de marcas de lujo en el aeropuerto de Estambul (Turquía). Aleksandar_Markov/Shutterstock

¿Es el lujo realmente un privilegio reservado para una minoría selecta? ¿Qué implica democratizar el lujo? Durante siglos, este ha sido un símbolo de exclusividad destinado a satisfacer los gustos y aspiraciones de las élites económicas. Sin embargo, el panorama está cambiando de manera acelerada. En los últimos años, la industria del lujo ha experimentado un crecimiento sin precedentes, alcanzando un valor de 353 000 millones de euros en 2022 y con estimaciones que prevén un aumento del mercado hasta un rango de 540 000 a 580 000 millones de euros para 2030.

Factores como la globalización, los cambios en los patrones de consumo, la digitalización de los mercados, la proliferación de nuevos canales de distribución como el comercio electrónico y el crecimiento de la clase media han impulsado este cambio, permitiendo que marcas emblemáticas como Gucci, Prada y Louis Vuitton amplíen su alcance hacia públicos más amplios y diversos.

Este fenómeno, conocido como “democratización del lujo”, está reconfigurando profundamente la industria, haciendo que bienes y servicios históricamente exclusivos sean cada vez más accesibles.

Esta transformación del mercado ha desempeñado un papel clave en el crecimiento de numerosas marcas de lujo y las ha consolidado como los gigantes globales que conocemos hoy en día. Por ejemplo, los ingresos globales de LVMH, el mayor conglomerado de marcas de lujo mundial, superan los 86 000 millones de facturación anual y se ha multiplicado por siete en las últimas dos décadas (según informes de la compañía). Una parte de este crecimiento, entre otros factores, puede atribuirse a la democratización del lujo.

Un reflejo claro de esta tendencia se observa en la proliferación de outlets de lujo. En estos espacios, marcas tradicionales de prestigio ofrecen productos de alta gama a precios más asequibles, atrayendo a una creciente clase media aspiracional y transformando el mercado del lujo en un espacio más inclusivo.

¿Oportunidad o amenaza?

Para las marcas de lujo el reto está en expandir su alcance –y con ello, en principio, su rentabilidad– sin comprometer la exclusividad que define su identidad. Para los consumidores aspiracionales, esta mayor accesibilidad representa una oportunidad para adquirir bienes que simbolizan estatus y aspiraciones.

Sin embargo, estudios recientes revelan que los consumidores tradicionales de lujo (en contraste con los nuevos consumidores aspiracionales) perciben esta estrategia como una amenaza o “traición” simbólica.

Esta percepción surge de la idea de que las marcas democratizadas ya no reflejan los valores, el estatus o la exclusividad con los que estos consumidores solían identificarse. Por tanto, este fenómeno plantea un nuevo reto estratégico para las marcas, que deben equilibrar la atracción hacia los consumidores aspiracionales sin alienar su base de clientes tradicionales.

Lograr este equilibrio requiere una gestión cuidadosa que contemple las tensiones inherentes entre accesibilidad y exclusividad. Pero ¿es posible satisfacer las expectativas de ambos segmentos de consumidores sin diluir la esencia del lujo?

El desafío de equilibrar exclusividad y accesibilidad

Estas compañías se enfrentan, por tanto, a una paradoja compleja: cómo ampliar su base de clientes sin comprometer la esencia de exclusividad que las define. Ampliar su alcance puede generar nuevas oportunidades de crecimiento de mercado y potencial rentabilidad, pero también conlleva el riesgo de erosionar su valor de marca y atractivo simbólico entre aquellos consumidores que siempre han percibido estos bienes como únicos.

Por otro lado, hay que tener en cuenta que aunque la democratización del lujo se ha implementado en mercados tanto desarrollados como emergentes, es en estos últimos donde la tensión entre exclusividad y accesibilidad se intensifica. En las economías emergentes, caracterizadas en general por ser sociedades marcadamente jerarquizadas, el consumo de bienes ostentosos prevalece como forma clave de expresión de estatus. Esto plantea un desafío adicional, ya que las estrategias de democratización pueden diluir el poder de señalización social que caracteriza a las marcas de lujo en estos mercados.

Por esta razón, investigaciones recientes desaconsejan a las marcas globales de lujo aplicar estrategias homogeneizadas de democratización en mercados internacionales. En su lugar, recomiendan que contemplen las complejidades contextuales de cada mercado y adapten las estrategias de democratización a las particularidades locales de los mismos. Este enfoque no solo permite un desempeño óptimo, sino que también evita la posible erosión de su posicionamiento y atractivo global.

En resumen, alcanzar el equilibrio entre accesibilidad y exclusividad requiere estrategias cuidadosamente seleccionadas y un enfoque continuo en la innovación. Estrategias como ediciones limitadas, colaboraciones estratégicas o experiencias personalizadas pueden ser efectivas en determinados casos, pero encontrar el balance adecuado sigue siendo un desafío.

En última instancia, las marcas de lujo deberán explorar nuevas formas de preservar su atractivo distintivo, adaptándose a las dinámicas cambiantes de un mercado cada vez más inclusivo.

The Conversation

Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.

ref. ¿Sigue siendo lujo si todos pueden tenerlo? El dilema de las marcas exclusivas – https://theconversation.com/sigue-siendo-lujo-si-todos-pueden-tenerlo-el-dilema-de-las-marcas-exclusivas-247521

UK to recognise Palestinian statehood unless Israel agrees to ceasefire – here’s what that would mean

Source: The Conversation – UK – By Malak Benslama-Dabdoub, Lecturer in law, Royal Holloway University of London

The UK will formally recognise the state of Palestine in September unless Israel acts to end the “appalling situation” in Gaza. After an emergency cabinet meeting, Downing Street released a statement saying the UK would recognise Palestine unless Israel committed to a long-term sustainable peace, allowed the UN to restart humanitarian support, agreed to a ceasefire, and made clear there would be no annexations in the West Bank.

The statement also reiterated the UK’s demand for Hamas to release all remaining Israeli hostages, accept a ceasefire, disarm and play no further part in the government of Gaza.

The UK’s decision follows a pledge by French president Emmanuel Macron on July 24 to formally recognise Palestinian statehood statehood in September. If this is acted upon, France and the UK would be the first G7 members and the first members of the UN security council to recognise the state of Palestine.

Recognition of statehood is not merely symbolic. The Montevideo convention of 1933 established several criteria which must apply before an entity can be recognised as a sovereign state. These are a permanent population, a defined territory, an effective government and the ability to conduct international relations.

The process involves the establishment of formal diplomatic relations, including the opening of embassies, the exchange of ambassadors, and the signing of bilateral treaties. Recognition also grants the recognised state access to certain rights in international organisations. For Palestinians, such recognition will strengthen their claim to sovereignty and facilitate greater international support.

This decision by France and the UK is significant. It signals a departure from the western consensus, long shaped by the US and the EU, that any recognition of Palestinian statehood must be deferred until after final-status negotiations. The move also highlights growing frustration in parts of Europe with the ongoing violence in Gaza and the failure of peace talks over the past two decades.

Yet questions remain: what does this recognition actually entail? Will it change conditions on the ground for Palestinians? Or is it largely symbolic?

So far, the French and British governments have offered no details on whether recognition would be accompanied by concrete measures. There has been no mention of sanctions on Israel, no indication of halting arms exports, no pledges of increased humanitarian aid or support for Palestinian governance institutions. France and the UK remain key military and economic partners of Israel, and the pledges do not appear to alter that relationship.

Nor is this the first time western countries have taken a symbolic stance in support of Palestinian statehood. Sweden recognised the state of Palestine in 2014, becoming the first western European country to do so. It was followed by Spain in 2024.

However, both moves were largely symbolic and did not significantly alter the political or humanitarian situation on the ground. The risk is that recognition, without action, becomes a gesture that changes little.

Macron’s statement also raised eyebrows for another reason: his emphasis on a “demilitarised Palestinian state” living side-by-side with Israel in peace and security. While such language is common in diplomatic discourse, it also reflects a deeper tension.

Palestinians have long argued that their right to self-determination includes the right to defend themselves against occupation. Calls for demilitarisation are often seen by critics as reinforcing the status quo, where security concerns are framed almost exclusively in terms of Israeli needs.

In the absence of a genuine political process, some analysts have warned that recognition of this kind risks formalising a state in name only – a fragmented, non-sovereign entity without control over its borders, resources or defence. Without guarantees of territorial continuity, an end to the expansion of Israeli settlements and freedom of movement, statehood may remain an abstract concept.

What would meaningful support look like?

If the UK and France want to go beyond symbolism, they have options. They could suspend arms exports to Israel or call for an independent international investigation into alleged war crimes. They could use the influence on the world stage to push for greater accountability regarding illegal settlements and the blockade of Gaza. They could also support Palestinian institutions directly and engage with Palestinian civil society.

Without such steps, recognition risks being viewed as a political message more than a policy shift. For Palestinians, the daily realities of occupation, displacement and blockade will not change with diplomatic announcements alone. What is needed, many argue, is not just recognition but support for justice, rights and meaningful sovereignty.

The pledged recognition of Palestine by France and the UK marks a shift in diplomatic tone and reflects broader unease with the status quo in the Middle East. It has stirred debate at home and abroad, and raised expectations among those hoping for more robust international engagement with the conflict.

Whether this recognition leads to meaningful changes in policy or conditions on the ground remains to be seen. Much will depend on the steps the UK and France take next – both at the United Nations and through their actions on trade, security and aid.

This article has been updated to include the UK’s pledge to recognise Palestine as well as France’s.

The Conversation

Malak Benslama-Dabdoub does not work for, consult, own shares in or receive funding from any company or organisation that would benefit from this article, and has disclosed no relevant affiliations beyond their academic appointment.

ref. UK to recognise Palestinian statehood unless Israel agrees to ceasefire – here’s what that would mean – https://theconversation.com/uk-to-recognise-palestinian-statehood-unless-israel-agrees-to-ceasefire-heres-what-that-would-mean-262095

Ontario’s forest management is falling short on key sustainability test

Source: The Conversation – Canada – By Jay R. Malcolm, Professor Emeritus, Forestry, University of Toronto

Forest degradation is increasingly recognized as a major global threat. Such degradation refers to the gradual erosion of a forest’s ability to store carbon, support biodiversity and sustain livelihoods, including those of Indigenous Peoples.

International frameworks such as the United Nations Convention on Biological Diversity and the UN Framework Convention on Climate Change now address degradation alongside deforestation.

While tropical forests have long been the focus, attention is also turning to temperate and boreal forests, where forest management is widespread and the potential for degradation is growing.

Some scientists have argued that if forest management is designed to be “ecologically sustainable,” then there should be little concern about degradation. But is this principle being upheld in practice? Our recent study in Ontario suggests otherwise.

Emulating natural forest disturbances

A widely used strategy to support ecological sustainability is to emulate natural disturbances; that is, to design human-caused disturbances so they fall within the range of variation observed in nature.

The ecological theory behind this approach is that species are adapted to cope with, or even benefit from, natural disturbances. In Canada’s managed boreal forests, for example, harvesting is explicitly designed to mimic natural fires, both in individual cutblocks and across the broader landscape.

In fact, this principle is enshrined in Ontario’s 1994 Crown Forest Sustainability Act that states:

“The long-term health and vigour of Crown forests should be provided for by using forest practice…that emulates natural disturbances and landscape patterns…”

The ecological sustainability of forest management is not a given: it is a hypothesis, and like any hypothesis, it must be tested. Are we actually managing forests in ecologically sustainable ways, or are we witnessing gradual forest degradation?

Our study examined the state of a 7.9 million hectare area of boreal forest in northeastern Ontario from 2012 to 2021 to test whether the provincial management regime was emulating natural disturbances, as required by law, or was instead prioritizing timber harvesting.

We used three indicators:

1) The rate at which forest was disturbed (including harvesting and fire).

2) The amount of relatively old forest (greater than 100 years old).

3) Modelled habitat for two species that have been used as indicators of sustainability: America marten and boreal caribou.

Our research did not find evidence that current practices in northeastern Ontario are emulating natural disturbances across the boreal landscape. Rather, the observed disturbance patterns appear to reflect strategies primarily focused on timber harvesting priorities.

What we found

A particular risk for boreal forests is a focus on timber production and economic returns over ecological goals. Such an approach is fundamentally at odds with the idea of emulating nature.

In particular, forests older than 100 years old have high ecological value in natural systems. They keep large amounts of carbon out of the atmosphere and provide habitat for myriad species. But if one is prioritizing timber, they are viewed as wasteful because they do not produce timber as rapidly as younger forests and are often targeted for removal. In that perspective, they are labelled “decadent.”

We found that the amount of forest disturbed per year was often higher than expected under natural fire regimes and, in some coniferous forest types, even exceeded the rates expected under a strategy that prioritized timber harvesting.

Relatively old forests were also much rarer than in natural landscapes: only 22 per cent of the forest in the study area was more than 100 years old compared to an average of 54 per cent in natural landscapes.

This amount was lower than even the most conservative threshold of natural variability.

Habitats for marten and caribou were similarly degraded and fragmented. Marten habitat covered just 36 per cent of the study landscape, compared to 76 per cent in a reconstructed natural landscape. For boreal caribou, habitat was even more compromised, covering only four per cent of the study area compared to 53 per cent in the natural landscape.

Strikingly, for caribou, levels of habitat disturbance — including disturbances from harvesting, fire and roads — exceeded 70 per cent of the landscape, jeopardizing the sustainability of the two caribou populations.

Surprisingly, the clearest evidence of forest management prioritizing timber occurred within zones meant explicitly to sustain caribou. Our modelling showed that such areas will contain even less caribou habitat in the future than they do today.

A path to an ecologically sustainable future

The Ontario government is currently revisiting its boreal management strategy — a welcome and timely development. But rather than relying solely on a virtual reality model (Boreal Forest Landscape Disturbance Simulator) to define natural landscapes as is currently the case, it is evident that policy must be grounded in empirical data from real, unmanaged forests.

Scientific research over the past several decades has identified forest management approaches that can deliver timber while also sustaining ecological services within natural bounds.

These strategies, however, rely on tools the province has yet to embrace, including longer harvest rotations, increased use of partial harvesting instead of over-relying on clearcutting, expanded areas set aside from logging, and explicit targets for amounts of forest up to 200 years of age or older.

Our findings indicate that forest degradation is already underway in the boreal forests of Ontario. Substantial changes to forest management are required to reverse this trend and safeguard the ecosystem services on which people and wildlife depend.

The Conversation

Jay R. Malcolm has received funding from the Natural Sciences and Engineering Research Council of Canada and Wahkohtowin Development GP Inc. (WDGP). The research also benefited from research on American marten habitat funded by Mitacs
and WDGP. WDGP played a role in defining the study area, but otherwise funders were not involved in the study design; in the collection, analysis, and interpretation of data; in the writing of the manuscript; or in the decision to submit the article for publication.

Justina C. Ray is President and Senior Scientist of Wildlife Conservation Society Canada.

ref. Ontario’s forest management is falling short on key sustainability test – https://theconversation.com/ontarios-forest-management-is-falling-short-on-key-sustainability-test-261054