¿Y si la IA fuera capaz de ayudarnos a la desconexión y el bienestar digital?

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Iván Fernández Suárez, Profesor en el máster en Prevención de Riesgos Laborales. Consultor PRL para Fraternidad Muprespa. Grupo de investigación TR3S-i, Trabajo Líquido y Riesgos Emergentes en las Sociedad de la Información., UNIR – Universidad Internacional de La Rioja

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En 2022, casi dos tercios de la población mundial era usuaria de internet. En términos absolutos, eso son 5 280 millones de personas que, además, pasan de media casi siete horas diarias frente a una pantalla.

Vivimos, pues, en un mundo hiperconectado en el que el entorno laboral se ha vuelto flexible. Pero esa flexibilidad, que tiene un lado positivo en aspectos como la conciliación y la igualdad de oportunidades, también ha generado amenazas. Ahora que podemos trabajar en cualquier lugar y en cualquier momento, separar la vida profesional de la vida privada se ha vuelto cada vez más complicado.




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Tecnoestrés, fatiga informática y el derecho a la desconexión digital en el ámbito laboral


Este cambio ha hecho que cada vez más países incorporen en su normativa el derecho a la desconexión digital de los trabajadores. Pese a que este es un paso necesario para el bienestar digital de las personas, estas normas solo establecen los límites legales y deben ser mejoradas.

España dispone desde 2018 de una Ley de Protección de Datos Personales y garantía de derechos digitales. Sin embargo, las legislaciones establecen mínimos, las empresas deben ser más ambiciosas. No sirve con evitar situaciones que generen daño, hay que buscar bienestar digital y salud. Por ello debemos avanzar más allá de lo legalmente exigido. Implementando estrategias que fomenten un uso adecuado de las tecnologías.

¿Cómo hacer un uso más racional de las tecnologías y optimizar el binomio productividad y salud? El reto que supone la desconexión digital en un mundo hiperconectado puede tener su respuesta en la inteligencia artificial, que ofrece opciones en diferentes categorías.

Autoconciencia y monitoreo

Más allá del mero conteo del tiempo de uso, se pueden integrar sistemas inteligentes en los dispositivos para detectar patrones de utilización y obtener información sobre qué usos, y en qué momentos, generan más estrés o ansiedad.

Luego, los datos obtenidos a través del monitoreo de uso se correlacionan con los datos sobre patrones de sueño, actividad física y constantes vitales que proporcionan dispositivos como los relojes, las pulseras y los anillos inteligentes. Así, se obtiene una visión integral del impacto de la conexión digital en las personas y emitir alertas a nivel individual.

Desconexión consciente

Ya en 2021, investigadores de la Universidad de Stanford advertían que los estadounidenses miraban su móvil entre 50 y 80 veces al día para revisar sus notificaciones. La IA puede definir los horarios y momentos con mayor tráfico para filtrar esos avisos y reducir el tiempo de conexión. También puede crear modos de desconexión inteligente en los que filtra la información no relevante.

Para fomentar una desconexión digital más efectiva, la IA puede detectar los momentos óptimos para sugerir actividades offline (actividad física, meditación, atención plena o desconexión digital).

Uso intencional

Los modelos de inteligencia artificial pueden obtener los patrones de productividad de los trabajadores y, a partir de allí, sugerir tiempos de pausa y actividad en función de las características del individuo. Un ejemplo es la monitorización de la fatiga mediante herramientas que sean capaces de medir el ritmo de trabajo a través de indicadores como el parpadeo, el movimiento, la tasa de acierto o incluso la sudoración.

Muchos relojes y pulseras de actividad ya presentan funciones similares para activar nuestra movilidad y vencer el sedentarismo. Hemos pasado de sistemas que detectan la somnolencia en un conductor a sistemas de conducción asistida por inteligencia artificial.

La IA también puede filtrar información para optimizar la comunicación online y offline, reducir el ruido y evitar el exceso de información y el tecnoestrés.

El desarrollo de la inteligencia artificial permite analizar grandes cantidades de datos y determinar cómo las interfaces y algoritmos afectan a nuestra atención y generan comportamientos adictivos. Esta información podría ayudar a llevar a cabo intervenciones individuales, ajustadas a las necesidades de cada quien.

Aprovechar los datos

Donde surge una amenaza también surge una oportunidad. La aparición de estas herramientas pueden permitir avances en dos aspectos fundamentales:

  1. La optimización de los recursos para disminuir el tiempo dedicado a tareas tediosas y aumentar la eficacia de los trabajadores.

  2. La autoconciencia, el poder de atracción de las nuevas tecnologías es tan alto que se pierde la noción del tiempo. En un mundo en el que todo se mide, no se han incorporado herramientas efectivas que controlen los tiempos de exposición a este riesgo emergente.

Es el momento de ser reflexivos en el uso de las tecnologías de la información y las comunicaciones para que su uso aumente la eficiencia y el bienestar en el trabajo. Quizás el primer paso sea tomar conciencia del tiempo que se pasa frente a las pantallas.

The Conversation

Iván Fernández Suárez no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. ¿Y si la IA fuera capaz de ayudarnos a la desconexión y el bienestar digital? – https://theconversation.com/y-si-la-ia-fuera-capaz-de-ayudarnos-a-la-desconexion-y-el-bienestar-digital-254549

Cada vez más personas buscan formarse durante toda la vida

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Francisco Javier Gago Valiente, Profesor en el Departamento de Enfermería de la Facultad de Enfermería de la Universidad de Huelva., Universidad de Huelva

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La educación ha sido históricamente uno de los pilares fundamentales para el desarrollo de las sociedades, evolucionando constantemente para adaptarse a los cambios sociales, económicos y culturales de cada época.
En las últimas décadas, la aceleración de las transformaciones tecnológicas y la globalización han generado un nuevo paradigma educativo que trasciende las concepciones clásicas sobre cuándo y cómo se produce el aprendizaje. La sociedad del conocimiento ha impulsado una reconceptualización de los procesos formativos, donde la adquisición de saberes ya no puede limitarse a etapas específicas de la vida.

Educación formal, no formal e informal

La formación a lo largo de la vida supera las fronteras tradicionales de la educación formal y la integra con el aprendizaje no formal e informal.

En este sentido, cualquier actividad que realizamos “con el objetivo de mejorar los conocimientos, las competencias y las aptitudes con una perspectiva personal, cívica, social o relacionada con el empleo” es un aprendizaje a lo largo de toda la vida.

Formación continua en la educación formal

Existen múltiples alternativas para quienes buscan continuar su formación. Dentro de la educación formal, existen programas de formación continua como los programas universitarios para adultos que proporcionan titulaciones específicas adaptadas a perfiles con experiencia profesional; la formación profesional de grado superior que permite una especialización técnica avanzada vinculada al sector productivo; y los másteres y posgrados que aportan formación especializada que combina teoría y práctica profesional.

Todos ellos han experimentado un incremento del 32 % en su matrícula durante el último quinquenio, destacando especialmente las áreas tecnológicas y sanitarias.

Educación no formal: MOOC y Certificados de Profesionalidad

La educación no formal se compone de MOOC (Massive Open Online Courses). Plataformas como Coursera, edX o Udemy han democratizado el acceso a contenidos de calidad. En el año 2021 se registraron unos 220 millones de estudiantes que hicieron uso de MOOC y una oferta de unos 19400 cursos.

Asimismo existen certificaciones profesionales, es decir, acreditaciones específicas reconocidas por la industria en ámbitos como tecnología, gestión o marketing digital. Ejemplo de ello son los Certificados de Profesionalidad como “Desarrollo de aplicaciones con tecnologías web”, “Actividades de gestión administrativa” o “Gestión comercial inmobiliaria”.

También forma parte de la educación no formal la formación en empresas: programas de desarrollo profesional internos que representan una inversión aproximada del 2.8 % de la masa salarial en empresas europeas.

Aprendizaje informal

El aprendizaje informal puede obtenerse en comunidades de práctica o grupos de profesionales que comparten conocimientos y experiencias. También a través de la autoformación mediante recursos digitales como podcasts, tutoriales, blogs especializados y otras fuentes de acceso libre. Sin olvidarnos de la mentoría de expertos en áreas específicas.

Cada vez más demanda de formación

Hay que destacar que la demanda de formación continua ha experimentado un crecimiento exponencial en los últimos años. Un 54 % de los trabajadores participaron en alguna actividad formativa durante el último año, frente al 38 % registrado en 2015. Este aumento responde a diversos factores:

  • Automatización y transformación digital: según el Foro Económico Mundial (2023), el 50 % de los empleados necesitarán recualificarse significativamente antes de 2027 debido a la integración de nuevas tecnologías en los procesos productivos.

  • Cambios en los modelos de carrera profesional: la media de cambios profesionales ha aumentado a 12 a lo largo de la vida laboral, frente a los 7 registrados hace una década.

  • Mayor esperanza de vida y carreras más largas: el envejecimiento activo ha incrementado la necesidad de actualización continua para mantener la empleabilidad en etapas avanzadas.




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¿Cómo encontrar trabajo a partir de los 50 años? Formándose


Lo que ofrece la tecnología

En este sentido, el mercado de la formación continua ha respondido a esta creciente demanda con una expansión significativa. Ejemplo de ello son las siguientes modalidades de formación, en la actualidad cada vez en un mayor auge:

  • Hiperpersonalización formativa: plataformas que utilizan inteligencia artificial para crear itinerarios formativos individualizados según necesidades específicas, habilidades previas y objetivos profesionales. Un ejemplo muy representativo de este tipo de plataformas sería la de Coursera, la cual utiliza algoritmos de inteligencia artificial y machine learning para crear rutas de aprendizaje personalizadas que se adaptan a las necesidades específicas, habilidades previas y objetivos profesionales.

  • Micro-credenciales: certificaciones de corta duración centradas en competencias específicas, con un crecimiento anual del 83 %. Este formato está orientado tanto a la inserción de las personas egresadas en el mercado laboral como a personas trabajadoras que desean garantizar su empleabilidad y la progresión en sus carreras, con o sin titulación universitaria previa. Esta formación se oferta dentro de las secciones de títulos propios de las universidades.

  • Formación inmersiva: utilización de realidad virtual y aumentada que ha mostrado resultados de aprendizaje un 76 % superiores respecto a métodos tradicionales en determinadas áreas técnicas.




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Un nuevo aliado en la educación superior: las microcredenciales


Un mercado en crecimiento

En conjunto, la formación a lo largo de la vida representa actualmente un mercado global valorado en aproximadamente 350 000 millones de dólares, con una proyección de crecimiento anual del 14 % hasta 2028. En Europa, la inversión en programas de upskilling y reskilling (mejora de habilidades profesionales) ha aumentado un 27 % en los últimos tres años.

España muestra una tendencia similar, con un incremento del 41 % en la participación en actividades de formación continua desde 2020, aunque sigue por debajo de la media europea.

Los datos evidencian un crecimiento sostenido tanto en la demanda como en la oferta de estas alternativas formativas, impulsado principalmente por la transformación digital, los cambios en el mercado laboral y la necesidad de adaptación constante.

El futuro apunta hacia modelos formativos cada vez más flexibles, personalizados y orientados a resultados concretos, donde la capacidad de aprender a aprender constituirá la competencia fundamental para navegar en un entorno en permanente evolución.

The Conversation

Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.

ref. Cada vez más personas buscan formarse durante toda la vida – https://theconversation.com/cada-vez-mas-personas-buscan-formarse-durante-toda-la-vida-259111

Tras utilizar la IA generativa en ‘El Eternauta’, Netflix corre el riesgo de dejar atrás a espectadores y creadores

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Edward White, PhD Candidate in Psychology, Kingston University

El reciente uso de la IA generativa por parte de Netflix para escenificar el derrumbe de un edificio en la serie de ciencia ficción El Eternauta supone mucho más que un hito tecnológico. Revela una tensión psicológica fundamental sobre la autenticidad del entretenimiento.

La secuencia representa el primer uso oficial de esta tecnología en el metraje final por parte del gigante del streaming. Según Netflix, se completó diez veces más rápido de lo que habrían permitido los métodos tradicionales.

Sin embargo, esta ganancia en eficiencia pone de relieve una cuestión más profunda, arraigada en la psicología humana. Cuando los espectadores descubren que su entretenimiento contiene IA, ¿desencadena esta revelación de la autoría algorítmica la misma disonancia cognitiva que experimentamos cuando descubrimos que hemos sido seducidos por la desinformación?

El paso del CGI (las imágenes generadas por ordenador) tradicional a la IA generativa es el cambio más significativo en los efectos visuales (VFX) desde que los gráficos por ordenador sustituyeron a los efectos físicos.

Los VFX tradicionales requieren legiones de artistas que crean meticulosamente modelos basados en mallas y pasan semanas perfeccionando la geometría, la iluminación y la animación de cada elemento. Incluso el uso de CGI con pantallas verdes exige que los artistas construyan cada elemento digital a partir de modelos 3D y programen las simulaciones. Tienen que crear manualmente fotogramas clave para cada momento, estableciendo puntos que muestren cómo se mueven o cambian las cosas.

Con la IA generativa, los artistas simplemente describen lo que quieren y los algoritmos generan secuencias completas al instante. Esto convierte un trabajo lento y laborioso en algo más parecido a una conversación creativa. Pero también plantea preguntas difíciles. ¿Estamos asistiendo a una nueva etapa de la tecnología o a la sustitución de la creatividad humana por conjeturas algorítmicas?

La escena del derrumbe del edificio de El Eternauta demuestra claramente esta transformación. Lo que antes habría requerido meses de trabajo de modelado, rigging y simulación, se ha logrado mediante la generación de texto a vídeo en una fracción del tiempo.

Los factores económicos que impulsan esta transformación van mucho más allá de las ambiciones creativas de Netflix.

Se prevé que el mercado de la IA de texto a vídeo alcance un valor de más de 1 500 millones de euros en 2029. Esto refleja una industria que busca recortar gastos tras 2022, cuando el presupuesto para contenidos de Netflix descendió un 4,6 %, mientras que Disney y otros grandes estudios implementaron medidas generalizadas de recortes.

La disrupción en costes es desconcertante. Las secuencias tradicionales de efectos visuales pueden costar miles de dólares por minuto. Como resultado, el presupuesto medio para CGI y efectos visuales en las películas estadounidenses alcanzó los 33,7 millones de dólares por película en 2018. La IA generativa podría suponer una reducción de costes del 10 % en toda la industria de los medios de comunicación y de hasta un 30 % en televisión y cine. Esto permitirá a los cineastas independientes hacer realidad visiones creativas que antes eran imposibles. Pero esta mayor accesibilidad también conlleva pérdidas.

El tráiler de El Eternauta.

La OCDE informa de que el 27 % de los puestos de trabajo en todo el mundo corren un “alto riesgo de automatización” debido a la IA. Por otra parte, encuestas realizadas por la Alianza Internacional de Empleados de Teatro han revelado que el 70 % de los trabajadores de efectos visuales realizan horas extras no remuneradas y solo el 12 % tiene seguro médico. Es evidente que la industria ya se encuentra bajo presión.

Poder frente a precisión

Si bien la IA ofrece a los cineastas un acceso sin precedentes a la fabricación de imágenes complejas, al mismo tiempo les priva del control minucioso que define la visión del director.

A modo de experimento, el director de cine Ascanio Malgarini dedicó un año a crear un cortometraje generado por IA titulado Kraken (2025). Utilizó herramientas de IA como MidJourney, Kling, Runway y Sora, pero descubrió que “el control total sobre cada detalle” era “simplemente imposible”.

Malgarini describió su trabajo como el de un editor de documentales. En lugar de dirigir tomas precisas, reunió “una gran cantidad de material de diferentes fuentes”.

Kraken, el cortometraje experimental de IA de Ascanio Malgarini.

Y no solo los cineastas prefieren el toque humano. En el mundo del arte, los estudios han demostrado que los espectadores prefieren claramente las obras originales a las copias perfectas generadas por IA. Los participantes citaron la sensibilidad hacia el proceso creativo como fundamental para la apreciación.

Cuando se aplica al contenido generado por IA, este sesgo crea contradicciones fascinantes. Una investigación reciente publicada en Frontiers in Psychology descubrió que, cuando los participantes desconocían el origen, preferían significativamente las obras de arte generadas por IA a las creadas por humanos. Sin embargo, una vez revelada la autoría de la IA, el mismo contenido sufrió una reducción en la percepción de autenticidad y creatividad.

El ajuste de cuentas de Hollywood con la IA

Los avances en IA se están produciendo en un vacío normativo. Aunque el Congreso de los Estados Unidos celebró múltiples audiencias sobre IA en 2023, no existe una legislación federal integral que regule su uso en Hollywood. La ley estadounidense sobre divulgación de derechos de autor de la IA generativa, actualmente paralizada, deja a los creadores sin protección jurídica, ya que las empresas utilizan sistemas de IA entrenados con materiales que pueden estar protegidos por derechos de autor.

Las huelgas de Hollywood de 2023 cristalizaron estos temores de la industria. Los guionistas consiguieron protecciones que garantizan que la IA no pueda escribir ni reescribir material, mientras que los actores negociaron la necesidad de pedir consentimiento para las réplicas digitales. Sin embargo, estos acuerdos cubren principalmente a los directores, productores e intérpretes principales, que son los que tienen más poder de negociación, mientras que los trabajadores de efectos visuales siguen siendo vulnerables.

Los litigios por derechos de autor están empezando a dominar el panorama: desde 2020 se han presentado más de 30 demandas por infracción contra empresas de IA. La histórica demanda de Disney y Universal en junio de 2025 contra Midjourney representa el primer desafío importante de los grandes estudios en materia de derechos de autor, alegando que la empresa de IA creó un “pozo sin fondo de plagio” al entrenar sin permiso a sus modelos con personajes protegidos por derechos de autor.

Mientras tanto, los tribunales federales de Estados Unidos han dictado sentencias contradictorias. Un juez de Delaware falló en contra de la empresa de IA Ross Intelligence por entrenar a su tecnología con contenido legal protegido por derechos de autor, mientras que otros se han inclinado parcialmente a favor de las defensas del uso legítimo.

El sector se enfrenta a un problema de aceleración: los avances en IA superan las negociaciones contractuales y la adaptación psicológica. Esta tecnología está remodelando las demandas de la industria, pero el 96 % de los artistas de efectos visuales afirman no haber recibido formación específica, y el 31 % citan esto como un obstáculo para incorporar la IA en su trabajo.

La integración de la IA en Netflix demuestra que Hollywood se enfrenta a cuestiones fundamentales sobre la creatividad, la autenticidad y el valor humano en el mundo del entretenimiento. Sin una regulación integral y programas de reciclaje profesional, la industria corre el riesgo de un futuro en el que los avances tecnológicos sean más rápidos que los marcos legales, los trabajadores y la aceptación pública.

A medida que el público empieza a reconocer la mano invisible de la IA en el entretenimiento, la industria debe hacer frente no solo a la disrupción económica, sino también a los sesgos cognitivos que determinan cómo percibimos y valoramos el trabajo creativo.


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The Conversation

Edward White no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. Tras utilizar la IA generativa en ‘El Eternauta’, Netflix corre el riesgo de dejar atrás a espectadores y creadores – https://theconversation.com/tras-utilizar-la-ia-generativa-en-el-eternauta-netflix-corre-el-riesgo-de-dejar-atras-a-espectadores-y-creadores-262449

Israel’s opposition: against Benjamin Netanyahu but not yet for peace with the Palestnians

Source: The Conversation – UK – By John Strawson, Emeritus Professor of Law, University of East London

Sunday is the first day of the working week in Israel – but the upcoming Sunday August 17 promises to be a day of strikes and demonstrations. There’s a groundswell of public opposition to prime minister Benjamin Netanyahu’s promised all-out offensive against Gaza city as well as a growing sense of desperation at the plight of the remaining hostages.

The question is how will these actions on the streets translate into a coherent political alternative to Netanyahu in Knesset elections? The next election must take place by October 2026 – but it might well happen sooner.

Netanyahu has presided over the most right-wing government in the country’s history. During his current term from October 2022, mass protests have been a feature of Israeli society. Initially they were against the government’s attack on the powers of the supreme court, which many saw as a more general attack on democracy.

Now, with the failure of the military operation in Gaza to secure the release of all the October 7 hostages, the need to secure a ceasefire or a more permanent end to the war to bring the hostages home has become the focus of public protests. August 17 is likely to involve the largest national mobilisation yet.

But despite the mass action on the streets, Israel’s opposition parties have remained divided on policy and largely united only in their dislike of Netanyahu. Only the left: the Labor Party and Meretz seem to have grasped that the time has come to offer the country a clear political alternative.

After decades of rivalry, they’ve merged into one party, the Democrats, under the leadership of charismatic former deputy chief of staff of the Israel Defense Forces, Yair Golan.

Yesh Atid (which translates as There is a Future) led by Yair Lapid offer a broadly centrist political platforms. Like the Democrats, Yesh Atid has been active in the campaign for securing the release of the hostages but is largely silent on any resolution of the conflict with the Palestinians.

The rest of the opposition: Benny Gantz’s Blue and White and Avigdor Leiberman’s Yisrael Beitenu are firmly on the centre-right. Gantz’s party places security as its main policy but has been open to compromise with Netanyahu on the judicial reforms. Leiberman’s party is rooted among Russian immigrants and maintains a nationalist position. Once a Netanyahu associate, he is now a major critic.

Israel’s electoral system requires parties to work together to forge coalitions. Netanyahu did so in November 2022 with the support of the most right-wing parties in the Knesset. Now the polls are predicting that it is Naftali Bennet, who served as prime minister from June 2021 to June 2022, who is shaping up as the most likely candidate to lead the opposition bloc into the next election.

Bennett led a broad coalition which briefly interrupted Netanyahu’s second period in office. Consequentially, his government was supported by Mansour Abbas’s Ra’am, or United Arab List. Abbas’s presence in the coalition underlines the significance of the role that Arab parties potentially play in Israeli politics, representing, as they do, 20% of Israel’s population in a system where lawmakers are chosen by proportional representations.

But Israel’s Arab parties, which range across different shades of Islamism, Arab nationalism and socialism, are as factionalised and divided as the Jewish parties.

What the public want

A lot will depend on how the parties handle the war and hostage questions. Opinion polls consistently show there is a large majority of Israelis (74%) in favour of ending the war in Gaza and bringing the hostages home.

A majority of people, 55%, now think that Netanyahu is handling the war badly . This level of approval, together with mass action on Israel’s streets, presents an opportunity for Israel’s opposition parties to paint themselves as a viable alternative government.

Now, nearly two years after the October 7 attack, with the unresolved hostage situation, mounting settler violence on the West Bank and Israel becoming ever more isolated internationally, this issue has become even more acute. People want the war to end.

But this doesn’t translate into support for a two-state solution, which has fallen since October 7 to a small minority of 21% of voters.

It’s not what will bring people on to the streets on August 17. During the last major period of public unrest – the pro-democracy protests of two years ago – the organisers of the marches actively discouraged comparisons between the attack on democracy in Israel and the decidedly undemocratic Israeli occupation of the West Bank and Gaza.

While today there are groups such as Jewish-Arab Standing Together who make that case, especially after the course of the Gaza war, these forces are far from the mainstream of even the most activist opponents against Netanyahu’s war.

Sunday’s demonstrations will be a significant moment for Israel and a real challenge to Netanyahu’s government. It is possible that in the next few months his government will fall over the withdrawal of the ultra-orthodox parties who are angry about the goverment’s decision to revoke the exemption for ultra-orthodox Jews from the armed forces.

This is likely to make passing a budget problematic and may well trigger an elections much earlier than scheduled. Netanyahu could well face an electorate exhausted by the trauma of October 7, wars on many fronts and rising Israeli casualties in Gaza.

If the opinion polls are right, and an anti-Netanyahu bloc wins a majority, there could even be a new government in the next six months.

But to dismiss a more permanent settlement with Palestine cannot be viable in the long term. Any government committed to defending Israeli democracy will find that it is incompatible with continuing denial of Palestinian democracy. Unless there is peace with its Palestinian neighbours, Israel will not be at peace with itself.

The Conversation

John Strawson does not work for, consult, own shares in or receive funding from any company or organisation that would benefit from this article, and has disclosed no relevant affiliations beyond their academic appointment.

ref. Israel’s opposition: against Benjamin Netanyahu but not yet for peace with the Palestnians – https://theconversation.com/israels-opposition-against-benjamin-netanyahu-but-not-yet-for-peace-with-the-palestnians-262975

US presidents have always used transactional foreign policy – but Trump does it differently

Source: The Conversation – UK – By Patrick E. Shea, Senior Lecturer in International Relations and Global Governance, University of Glasgow

The US president, Donald Trump, watched on recently as the leaders of Armenia and Azerbaijan shook hands in the White House. They had just signed what Trump called a “peace deal” to end nearly four decades of conflict.

The deal grants the US exclusive rights to develop a transit corridor through southern Armenia, linking Azerbaijan to its exclave of Nakhchivan. The White House says the corridor will be named the Trump Route for International Peace and Prosperity.

Trump has positioned the US as the guarantor of security in the South Caucasus, packaging this as a commercial opportunity for American companies. This exemplifies what researchers call transactional foreign policy, a strategy that offers rewards or threatens costs to get others to act rather than persuading them through shared values.

US presidents have long mixed economic incentives with diplomacy. But Trump’s approach represents something very different. It’s a foreign policy that operates outside institutional constraints and targets democratic allies. It exploits American power for personal gain in ways no previous president has attempted.

US presidents have commonly used transactional approaches in their foreign policy. In the early 20th century, Theodore Roosevelt promised to protect Latin American governments from internal rebels and external European intervention to ensure debt payments to American bankers.

This sometimes required the US military to take control of customhouses, as happened in Dominican Republic in 1905 and Cuba in 1906. Presidents Howard Taft, Woodrow Wilson and Calvin Coolidge ordered similar military interventions in Nicaragua in 1911, Honduras in 1911 and 1912, Haiti in 1915 and Panama in 1926.

In the mid-20th century, presidents Harry Truman and John F. Kennedy innovated foreign aid policy in an attempt to dampen the appeal of communism. They did so specifically through land reform policies.

American officials viewed rural poverty in developing countries as fertile ground for communist recruitment during the cold war. So US aid was used to promote food price stabilisation and facilitate land distribution.

Around the same time, Dwight Eisenhower applied financial pressure on the UK during the 1956 Suez crisis. Britain and France, coordinating with Israel, invaded Egypt to retake the critical Suez Canal waterway after it was nationalised. The US blocked British access to financial assistance from the International Monetary Fund (IMF) to force the withdrawal of its troops.

More recently, Barack Obama’s 2015 Iran nuclear deal bundled sanctions relief with nuclear limits. And Trump’s predecessor, Joe Biden, coupled export controls with subsidies and tax credits to pull allies into a shared tech-security posture. As a result, Japan and the Netherlands limited the sale of semiconductor equipment to China.

The Armenia-Azerbaijan peace negotiations also began under the Biden administration. It is not hard to imagine that a similar deal, without the Trump branding, would have occurred under a Kamala Harris presidency.

Trump’s undemocratic approach

While a transactional approach isn’t unique in American foreign policy, Trump’s strategy marks a shift. Particularly in his second term, it resembles that of a typical authoritarian leader. Trump is carrying out his approach with minimal congressional or judicial constraint, with policies shaped by personal whims rather than institutional consistency.

This manifests in four key ways. First, Trump operates outside international and domestic legal frameworks. His tariff policies, for example, probably violate international and US domestic laws.

Second, Trump systematically targets democratic allies while embracing authoritarian partners. The US has had strained relationships with its allies before. But there has never been this level of animosity towards them. Trump has threatened to annexe Canada, while praising authoritarian leaders like Vladimir Putin, Xi Jinping, Viktor Orbán and Recep Tayyip Erdoğan.

Third, Trump prioritises domestic political enemies over traditional foreign adversaries. He has gutted institutions that he views as politically hostile like the United States Agency for International Development (USAid) and the State Department. He has even deployed federal forces in US cities under dubious legal reasoning.

And fourth, Trump exploits American foreign policy for personal gain in ways no previous US president has attempted. He receives more gifts from foreign governments, including a US$400 million (£295 million) Boeing 747-8 jumbo jet from Qatar. The jet was expected to serve as Air Force One during his presidency, but was transferred to Trump’s presidential library foundation.

Trump’s own company, the Trump Organization, has also signed deals to build luxury towers in Saudi Arabia, Qatar and the United Arab Emirates. And Trump’s son-in-law Jared Kushner secured US$2 billion from Saudi Arabia’s sovereign wealth fund just six months after leaving the White House. Kushner has denied the investment represented a conflict of interest.

Authoritarian approaches lead to authoritarian outcomes. Research consistently shows that authoritarian systems produce weaker alliances, underinvestment in public goods and non-credible promises.

They also decrease state capacity as professional institutions are hollowed out in favour of personal loyalty networks. Trump’s weakening of career diplomatic services and development agencies sacrifices institutional competence for direct presidential control. This undermines the very capabilities needed to implement international agreements effectively.

Trump’s style further encourages flattery over mutual interests. The naming of the Armenian transit corridor mirrors earlier examples: Poland’s 2018 proposal for a US military base named “Fort Trump”, foreign nominations for a Nobel peace prize and overt flattery at diplomatic meetings. These are all designed to sway a leader with personal praise rather than emphasising American interests.

Previous US presidents usually embedded transactional bargains within larger institutional projects such as Nato, the IMF, non-proliferation regimes or the liberal trade system. While those arrangements disproportionately benefited the US, they also produced global gains.

Trump’s deals may yield benefit. The Armenia-Azerbaijan peace agreement, for instance, could reduce the risk of conflict and unlock trade in the South Caucasus. But his approach represents a fundamentally different kind of American leadership – one that is undemocratic.

The Conversation

Patrick E. Shea does not work for, consult, own shares in or receive funding from any company or organisation that would benefit from this article, and has disclosed no relevant affiliations beyond their academic appointment.

ref. US presidents have always used transactional foreign policy – but Trump does it differently – https://theconversation.com/us-presidents-have-always-used-transactional-foreign-policy-but-trump-does-it-differently-262920

Cutting waiting lists for mental healthcare would save money – and people’s jobs

Source: The Conversation – UK – By Roger Prudon, Lecturer in Economics, Lancaster University

There are more than 1 million people on NHS waiting lists for mental healthcare in the UK. Many of them have to wait weeks or months before treatment can begin for conditions such as depression and anxiety.

And according to recent figures from the BBC, there are 12 times more patients waiting longer than 18 months for mental health treatment compared to those with physical conditions.

My research suggests that being on these waiting lists can have a detrimental impact not just on a person’s mental health, but also on their employment prospects and financial security.

This is because every extra month that a patient has to wait for treatment significantly increases the total amount of care they will need. And it also increases the likelihood that they will end up losing their job because of their condition.

The majority of those who lose their job after languishing on a waiting list remain unemployed for years. Many never return to work.

Among those who become unemployed, I found that approximately half end up receiving disability benefits. The other half will rely on different kinds of state benefits such as income support or depend financially on family members.

So providing speedier access to mental healthcare could have a significant economic impact, personally, and for the state. In the Netherlands where I collected my data (it’s not openly available in the UK), I calculated that a one-month reduction in average waiting time would save that country more than €300 million (£261 milllion) each year in unemployment related costs, such as benefits payments and income taxes.

For the UK, with its larger population, this would translate into an annual saving of more than £1 billion.

Recruitment savings

My calculations also show that approximately 3,000 additional full-time psychiatrists and psychologists would be needed to reduce the NHS mental healthcare waiting list by one month. With annual salaries coming to less than £300 million, this would leave £700 million to spend on recruitment and training.

The NHS knows it needs to do something about these waiting lists. Health minister Stephen Kinnock has commented: “For far too long people have been let down by the mental health system and that has led to big backlogs.”

And there is a plan to hire more mental healthcare professionals and increase training opportunities, which could substantially shorten waiting times for mental healthcare in the long run.

Door open to waiting room.
Wait and see.
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In May 2025, the government said it would be opening specialist mental health crisis centres. Starting off with six pilots centres throughout the UK, these are meant to alleviate pressure from A&E departments and treat individuals in acute mental distress.

But while ensuring timely access to care for those with the most severe and acute mental health problems, these plans are unlikely to reduce waiting times for those waiting for non-emergency pre-planned care. Total funding for the new crisis centres is budgeted at £26 million, thereby increasing the NHS mental healthcare budget of around £18 billion by less than 0.2%.

Concerns have also been raised by the Royal College of Psychiatrists, which has stated that the new plans are unlikely to benefit the majority of patients as many of them also suffer from physical health problems. These people require fully integrated services, rather than separate mental health crisis centres.

Reducing the waiting lists for mental healthcare will not be easy and will come at a considerable financial cost. But my study shows that an economic case can be made for the increased investment.

Shorter waiting lists will speed up care and help more people to remain in work. The potential benefits, in terms of both health and economics would be substantial, helping patients, the healthcare system and society as a whole.

The Conversation

Roger Prudon receives funding from the Dutch Research Council
(NWO).

ref. Cutting waiting lists for mental healthcare would save money – and people’s jobs – https://theconversation.com/cutting-waiting-lists-for-mental-healthcare-would-save-money-and-peoples-jobs-258352

A new way of thinking about empathy could cool Britain’s migration rows

Source: The Conversation – UK – By Georgios Karyotis, Professor of Security Politics, University of Glasgow

Recent protests at asylum hotels in Epping, Essex, have prompted calls from the hotel’s residents for something rare in UK migration debates: understanding. This is something that has been clearly lacking in the conversations fuelling anti-immigrant protests, from Southport in summer 2024 to Ballymena in Northern Ireland and Essex this year.

Protesters denounce asylum seekers as “criminals”, while authorities dismiss protests as “mindless violence” and “thuggery”. These labels stick because neither side really understands the other.

Our recent study illustrates this, showing how far imagination outruns knowledge when it comes to migration. People tend to overestimate refugees’ negative feelings and underestimate their positive feelings.

We asked Britons what they thought Syrian refugees in the UK felt. But only 15% of Britons guessed that “hopeful” – not “afraid”, “desperate” or “angry” – was their most commonly reported emotion.

That mismatch between reality and perception is what researchers call an “empathy gap”: our inability to accurately recognise the emotions of people outside our own group. This gap is where fear and misinformation can take hold. But a new way of thinking about empathy could help close it.

The trouble with empathy

Empathy is often celebrated in liberal democracies as vital towards peaceful coexistence between groups, critical to democratic functioning and conflict resolution.

Evidence suggests that empathy can promote more inclusive behaviour toward refugees by making citizens more aware of refugees’ experiences. Similarly, training that emphasises the importance of empathy in police officers has been shown to reduce the risk of confrontation between protesters and officers.

Empathy research often asks people to imagine another’s feelings and then rate their own level of concern. However, self-reported empathy measures are prone to socially desirable responding and gender biases. They also assume we know what “others” feel without ever checking with them. This means that what we record as “empathy” may, in fact, be inaccurate guesswork – filtered through our own biases – rather than a genuine understanding of the other’s reality.

How can we be sure that the version of the world we see through another’s eyes is valid, if we haven’t asked the “other” in the first place how they see the world?

Instead, we propose the concept of “intersubjective empathy”. This approach is about accurately recognising how others feel, as reported by them. It is a cognitive ability, not a moral badge, necessitating that we first ask others what they feel, rather than assume it.

This boils the empathy exercise down to just two short questions: The out-group is asked: “How do you feel?” The in-group is asked separately: “How do you think the out-group feels?” Comparing these responses gives us a similarity score – our measure of empathic accuracy.

We surveyed 1,534 British citizens and 484 young Syrian refugees (aged 18-32) in 2017, shortly after the Brexit referendum and the peak of Europe’s refugee crisis.

The results showed that British citizens significantly underestimated the positive emotions refugees reported – especially happiness and hope – and overestimated their negative emotions.

Is this really a problem, you might ask? Surely it’s enough to feel that someone is going through a difficult time? But this paternalistic empathy – imagining a group as being worse off than they are – can produce negative stereotypes of the pitied group and be deeply disempowering. Accurate emotion recognition is important.

Our analysis shows that intersubjective empathy can indeed help dispel public fears over immigration. We found that people with higher levels of intersubjective empathy (greater understanding of the other group’s emotions) were not only less likely to see refugees as threatening, but also more likely to be motivated to care for them.

But empathy, even the accurate kind, has limits. At very high levels of empathic accuracy (high intersubjective empathy), support for helping refugees actually declined. Why? One possibility is that people concluded refugees were coping well and didn’t need help. Another is that high empathy triggered a sense of competition or resentment – perceiving refugee wellbeing as coming at the expense of one’s own group.

While the belief that refugees are benefiting while locals lose out does appear in the current protests, we know that this can be fuelled by misinformation, partial truths or far right ideology, not understanding. Intersubjective empathy means recognising a group’s complex and diverse realities, without reducing refugees to either helpless victims or undeserving beneficiaries.

Us v them

In a polarised society, empathy must go beyond imagining suffering and recognise people’s real experiences. That includes recognising refugees not just as victims, but as people with resilience, agency and emotional complexity. This should involve amplifying refugee voices and agency in all their diversity.

But it also means listening to those who express fear or anger about immigration, without rushing to moral judgement. Automatically branding protesters as racist or far-right thugs, without seeking to recognise their emotions, may only shift the divide from “citizens v migrants” to “good v bad citizens”.

If we want to move beyond the current (and seemingly permanent) conflicts around migration, we need tools that help reduce fear without scapegoating anyone. Intersubjective empathy is one such tool, usable in schools, policy and community work. Sometimes, the most important thing we can do isn’t feel for others, but to truly hear and understand them.

The Conversation

Georgios Karyotis was the Principal Investigator for the project ‘Building Futures: Aspirations of Syrian Youth Refugees and Host Population Responses in Lebanon, Greece & the UK’, funded jointly through the ESRC and AHRC, Forced Displacement Urgency Call, Global Challenges Research Fund, (ES/P005179/1).

Andrew McNeill and Dimitris Skleparis do not work for, consult, own shares in or receive funding from any company or organisation that would benefit from this article, and have disclosed no relevant affiliations beyond their academic appointment.

ref. A new way of thinking about empathy could cool Britain’s migration rows – https://theconversation.com/a-new-way-of-thinking-about-empathy-could-cool-britains-migration-rows-259490

Qu’est-ce que le « trait de côte » des cartes géographiques ?

Source: The Conversation – France (in French) – By Eric Chaumillon, Chercheur en géologie marine, La Rochelle Université

On pense bien connaître le trait de côte des cartes géographiques. Sa définition est pourtant plus complexe qu’il n’y paraît, car il ne s’agit pas d’une référence immuable au cours du temps. Le changement climatique, sans surprise, vient encore compliquer la donne.


Tout le monde pense connaître le trait de côte qui est représenté sur les cartes géographiques. Il occupe une place importante dans nos représentations et semble correspondre à une ligne de référence stable dans le temps. Nous allons voir qu’il n’en est rien.

Commençons par le définir. Selon le service hydrographique et océanographique de la Marine nationale (SHOM) et l’Institut géographique national (IGN), il s’agit de la « limite de laisse » (c’est-à-dire, jusqu’où peuvent s’accumuler les débris déposés par la mer) des plus hautes mers, dans le cas d’une marée astronomique de coefficient 120 et dans des conditions météorologiques normales (pas de vent du large et pas de dépression atmosphérique susceptible d’élever le niveau de la mer).

Il faut encore ajouter à ces conditions « pas de fortes vagues », car elles peuvent aussi faire s’élever le niveau de l’eau. De façon pragmatique toutefois, on peut se limiter aux marées hautes de vives-eaux dans des conditions météorologiques normales pour définir le trait de côte.

Les marées de grandes vives-eaux se produisant selon un cycle lunaire de 28 jours et les très grandes vives-eaux se produisant lors des équinoxes deux fois par an (en mars et en septembre).

Entre accumulation de sédiments et érosion

Le trait de côte est situé à l’interface entre l’atmosphère, l’hydrosphère (mers et océans) et la lithosphère (les roches et les sédiments), ce qui en fait un lieu extrêmement dynamique. Le trait de côte peut reculer, quand il y a une érosion des roches ou des sédiments, ou avancer, quand les sédiments s’accumulent.

Par conséquent il est nécessaire de le mesurer fréquemment. Il existe tout un arsenal de techniques, depuis l’utilisation des cartes anciennes, l’interprétation des photographies aériennes et des images satellitaires, les mesures par laser aéroporté, les mesures topographiques sur le terrain et les mesures par drones.

Les évolutions des côtes sont très variables et impliquent de nombreux mécanismes. En France, selon des estimations du CEREMA, 19 % du trait de côte est en recul.

Un indicateur très sensible aux variations du niveau de la mer

Le principal problème est que l’évolution du trait de côte est très sensible aux variations du niveau de la mer. En raison du réchauffement climatique d’origine humaine, la mer monte, du fait de la fonte des glaces continentales et de la dilation thermique des océans, et ce phénomène s’accélère.

Pour les côtes sableuses, cela conduit à une aggravation des phénomènes d’érosion déjà existants. Avec l’élévation du niveau des mers, des côtes stables, voire même des côtes en accrétion pourraient changer de régime et subir une érosion chronique. Sur un horizon de quelques décennies, il est impossible de généraliser, car la position du trait de côte dépend aussi des apports sédimentaires qui sont très variables d’une région à une autre.

Le Centre d’études et d’expertise sur les risques, l’environnement, la mobilité et l’aménagement (Cerema) estime que d’ici 2050, 5 200 logements et 1 400 locaux d’activité pourraient être affectés par le recul du trait de côte, pour un coût total de 1,2 milliard d’euros. La dynamique et le recul du trait de côte sont un sujet majeur, dont l’intérêt dépasse les seuls cercles spécialisés, avec des implications très concrètes, notamment en matière de droit de la construction. En premier lieu parce que le trait de côte est utile pour définir le domaine public maritime (DPM).

Ses limites ont été précisées en 1681 par une ordonnance de Colbert qui précise que le DPM naturel ne peut être cédé et qu’une occupation ou une utilisation prolongée par des particuliers qui se succèdent sur cette zone ne leur confère aucun droit réel ou droit de propriété.

Protéger le trait de côte sans construire des digues

La législation française relative au trait de côte a récemment évolué. En témoigne par exemple la loi Climat et résilience de 2021, qui renforce l’adaptation des territoires littoraux. La stratégie nationale de gestion intégrée du trait de côte insiste sur la mise en place de solutions durables pour préserver le littoral, tout en assurant la préservation des personnes et des biens.

Concrètement, comment faire ? L’approche la plus connue est la défense de côte en dur, souvent en béton ou en roches. Cette stratégie est chère, nécessite un entretien, elle est inesthétique et entraîne une forte dégradation, voire une disparition, des écosystèmes littoraux. Surtout, on ne pourrait généraliser cette stratégie sur les milliers de kilomètres de côtes en France et dans le monde (on parle de 500 000 km de côte).

Sans rentrer dans le détail de toutes les solutions existantes, on peut noter que la communauté scientifique qui étudie les littoraux appelle à davantage recourir aux solutions fondées sur la nature (SFN). En simplifiant, on peut dire qu’il s’agit de tirer parti des propriétés des écosystèmes sains pour protéger les personnes, tout en protégeant la biodiversité.

Ces approches ont fait leurs preuves, particulièrement en ce qui concerne les prés salés, les mangroves ou les barrières sédimentaires en général (constituées par la plage sous-marine, la plage et la dune). On peut assimiler ces écosystèmes littoraux à des « zones tampons » qui absorbent l’énergie des vagues et limitent les hauteurs d’eau tout en préservant la biodiversité et les paysages.


La série « L’envers des mots » est réalisée avec le soutien de la Délégation générale à la langue française et aux langues de France du ministère de la Culture.

The Conversation

Eric Chaumillon a reçu des financements de l’ANR et du Département de Charente-Maritime.

ref. Qu’est-ce que le « trait de côte » des cartes géographiques ? – https://theconversation.com/quest-ce-que-le-trait-de-cote-des-cartes-geographiques-261604

Biodiversité : pourquoi ce mot est souvent mal compris

Source: The Conversation – France (in French) – By Thierry Gauquelin, Professeur émérite, Institut méditerranéen de biodiversité et d’écologie marine et continentale (IMBE), Aix-Marseille Université (AMU)

Créé à la fin des années 1980, ce mot a immédiatement connu un grand succès. Mais ce qu’il désigne est bien plus vaste qu’on le pense souvent. Aujourd’hui, de nouvelles notions émergent également pour nous permettre de mieux penser la diversité du vivant comme la biodiversité fantôme ou la biodiversité potentielle.


Demandez à un enfant de huit ans, à un homme politique ou à une mère de famille, quel organisme symbolise, pour eux, la biodiversité… À coup sûr, ce sera un animal et plutôt un gros animal. Ce sera le panda, le koala, la baleine, l’ours, le loup, présent aujourd’hui dans nombre de départements français. Ce sera rarement un arbre, même si la déforestation ou les coupes rases sont dans tous les esprits, encore plus rarement une fleur… Et jamais un insecte, une araignée, un ver, ou une bactérie ou un champignon microscopique… qui pourtant constituent 99 % de cette biodiversité.

Raconter l’évolution de ce terme c’est donc à la fois évoquer un grand succès mais aussi des incompréhensions et certaines limites.

Mais pour prendre la mesure de tout cela, commençons par revenir sur ses débuts.

Biodiversité, un terme récent 

Le terme biodiversité traduction de l’anglais biodiversity est issu de la contraction de deux mots diversité biologique (biological diversity). Il est relativement récent, datant seulement de la fin des années 1980, mais il a connu depuis un intérêt croissant.

Ainsi, en 2012, la Plateforme Intergouvernementale Scientifique et Politique sur la Biodiversité et les Services Ecosystèmiques (IPBES), équivalent, pour la biodiversité du Groupe d’experts intergouvernemental sur l’évolution du climat (GIEC) a été lancée par le programme des Nations unies pour l’environnement.

L’IPBES a publié depuis nombre de rapports dont, par exemple, en 2023, un rapport sur les espèces exotiques envahissantes (EEE) qui constituent l’une des cinq principales pressions sur la biodiversité.

Courbe montrant l’évolution de l’utilisation du mot biodiversité dans la base des livres disponibles sur Google Books
Courbe montrant l’évolution de l’utilisation du mot biodiversité dans la base des livres disponibles sur Google Books.
Capture d’écran de l’outil Google Ngram, Fourni par l’auteur

La progression spectaculaire de l’utilisation de ce terme depuis sa création témoigne de l’intérêt croissant pour cette notion, notamment depuis le sommet de la Terre de Rio en 1992 où la biodiversité et sa préservation ont été considérés comme un des enjeux principaux du développement durable.

L’herbe de la Pampa (Cortaderia selloana), une espèce exotique envahissante, dans le Pays Basque
L’herbe de la Pampa (Cortaderia selloana), une espèce exotique envahissante, dans le Pays Basque.
Fourni par l’auteur

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Les 3 principaux niveaux d’organisation de la biodiversité

Mais dès qu’on s’intéresse à ce que cette notion tâche de décrire, on voit rapidement qu’il existe différents critères complémentaires pour mesurer la richesse du monde vivant, avec au moins trois niveaux de biodiversité retenus par les scientifiques. :

  • la diversité spécifique, soit la richesse en espèces d’un écosystème, d’une région, d’un pays donné. Elle correspond par exemple, concernant les espèces de plantes natives, à près de 5000 espèces pour la France hexagonale pour seulement 1700 pour la Grande-Bretagne.

  • la diversité génétique, soit la diversité des gènes au sein d’une même espèce. C’est, par exemple, la très faible diversité génétique de la population de Lynx boréal de France, issue de quelques réintroductions à partir des Carpates slovaques.

  • la diversité des écosystèmes, soit la diversité, sur un territoire donné, des communautés d’êtres vivants (biocénose) en interaction avec leur environnement (biotope), ces interactions constituant aussi un autre niveau de biodiversité, tant elles façonnent le fonctionnement de ces écosystèmes.

Ces différents niveaux tranchent avec la représentation que peuvent se faire nos concitoyens de cette biodiversité, souvent limitée à la diversité spécifique mais surtout à une fraction particulière de cette biodiversité, celle qui entretient des relations privilégiées ou affectives avec l’homme. Ces espèces sont d’ailleurs aussi celles que l’on voit incarnée dans les principaux organismes de défense de la nature, par exemple le panda du WWF. Mais c’est un peu l’arbre qui cache la forêt.

Une biodiversité trop mal connue… concentrée dans les sols et dans les océans

Car à ce jour, seulement environ 2 millions d’espèces ont pu être inventoriées et on estime qu’il en existe entre 8 et 20 millions.




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Cette méconnaissance affligeante et paradoxale, à une époque où l’on veut conquérir Mars, est liée au fait que cette biodiversité se trouve pour une grande partie dans deux endroits, les sols d’une part, les océans d’autre part. Soit deux milieux encore trop peu investigués et pourtant recélant l’essentiel de la biodiversité spécifique de notre planète.

Concernant les sols, si l’on s’intéresse simplement à sa faune on sait qu’elle correspond à environ 80 % de la biodiversité animale. Plus de 100000 espèces ont déjà été identifiées (notamment collemboles, acariens, vers de terre…), alors qu’il n’existe que 4500 espèces de mammifères. Mais, rien que pour les nématodes, ces vers microscopiques au rôle capital pour le fonctionnement du sol, il y aurait en réalité entre 300000 et 500000 espèces.

Il faut aussi avoir en tête tous les micro-organismes (bactéries et champignons) dont on ne connait environ que 1 % des espèces et dont on peut retrouver un milliard d’individus dans un seul gramme de sol forestier.

Ainsi, dans une forêt, et d’autant plus dans une forêt tempérée où la biodiversité floristique reste faible, c’est donc bien dans le sol que cette biodiversité, pour l’essentielle cachée, s’exprime.

Elle demeure enfin indispensable au fonctionnement des écosystèmes, indispensable au fonctionnement de la planète, marqué par les échanges de matière et d’énergie.


Fourni par l’auteur



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Darwin, en 1881, nous disait à propos des vers de terre qu’il avait beaucoup étudié, on le sait peu : « Dieu sait comment s’obtient la fertilité du sol, et il en a confié le secret aux vers de terre » il ajoutait ensuite « Il est permis de douter qu’il y ait beaucoup d’autres animaux qui aient joué dans l’histoire du globe un rôle aussi important que ces créatures d’une organisation si inférieure ».

Concernant maintenant la biodiversité des océans, et notamment celle des écosystèmes profonds, il est frappant de voir comment les chiffres avancés restent très approximatifs. On connait moins la biodiversité, notamment marine, de notre planète que les étoiles dans notre univers.




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À ce propos, Evelyne Beaulieu, l’héroïne océanographe du dernier prodigieux roman de Richard Powers, Un Jeu sans fin, s’exclame, après une plongée dans l’archipel indonésien Raja Ampat :

« C’est presque absurde des compter les espèces. Rien que pour les cnidaires, il y a sans doute au moins un millier de variétés, dont un bon nombre qu’aucun humain n’a jamais vu. Combien d’espèces encore à découvrir ? autant qu’on en veut ! je pourrais passer ma vie à donner à des créatures ton nom et le mien. »

La diversité génétique

La diversité génétique demeure ensuite la deuxième manière d’aborder la biodiversité. Elle est fondamentale à considérer, étant garante de la résilience des espèces comme des écosystèmes. Dans une forêt de hêtres présentant une diversité génétique importante des individus, ce sont bien les arbres qui génétiquement présentent la meilleure résistance aux aléas climatiques ou aux ravageurs qui permettront à cette forêt de survivre. Si, à l’inverse, la forêt ou le plus souvent la plantation est constituée d’individus présentant un patrimoine génétique identique, une sécheresse exceptionnelle ou encore une attaque parasitaire affectant un arbre les affecterait tous et mettra en péril l’ensemble de la plantation.




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Tous les chênes pubescents marcescents de Provence n’ont pas conservé leurs feuilles mortes en hiver : conditions stationnelles différentes ou diversité génétique ?
Fourni par l’auteur

La diversité des écosystèmes

Les écosystèmes sont également définis comme des ensembles où des organismes vivants (la biocénose) se trouvent en interaction avec leur environnement physique (le biotope) dans un espace délimité. Écosystèmes et biodiversité sont ainsi indissociables d’une part parce que la diversité d’écosystèmes va de pair avec la diversité spécifique mais surtout parce que les interactions qui définissent ces écosystèmes se réalisent au travers des organismes vivants constituant cette même biodiversité spécifique. Maintenir dans un espace donné des écosystèmes diversifiés, c’est en même temps favoriser la biodiversité et le fonctionnement de chacun de ces écosystèmes. Les paysages méditerranéens du Sud de la France, présentent ainsi une diversité d’écosystèmes où se côtoient pelouses sèches, garrigue ou maquis, forêts de pins, forêts de chênes verts, blancs ou liège, s’inscrivant tous dans une dynamique successionnelle, auxquels s’ajoutent oliveraies, champs de céréales ou de légumineuses, etc.

Raoul Dufy, Vue des remparts de Saint-Paul-de-Vence, 1919 : une diversité d’écosystèmes
Raoul Dufy, Vue des remparts de Saint-Paul-de-Vence, 1919 : une diversité d’écosystèmes.

Pallier au manque de connaissances ?

Pour dépasser la difficulté à inventorier complètement et partout ces différentes facettes de la biodiversité, a pu se développer le concept d’une biodiversité potentielle. Des forestiers ont ainsi développer l’Indice de Biodiversité Potentielle (IBP), un outil scientifique particulièrement intéressant et pédagogique permettant d’évaluer le potentiel d’accueil d’un peuplement forestier par les êtres vivants (faune, flore, champignons), sans préjuger de la biodiversité réelle qui ne pourrait être évaluée qu’avec des inventaires complexes, non réalisables en routine.

La forêt d’exception de la Sainte-Baume : un IBP très élevé.
Fourni par l’auteur

Cet IBP permet donc d’identifier les points d’amélioration possibles lors des interventions sylvicoles. Cet indicateur indirect et « composite », repose sur la notation d’un ensemble de dix facteurs qui permettent d’estimer les capacités d’accueil de biodiversité de la forêt.

Ainsi sera noté, par exemple, la présence ou non dans l’écosystème forestier de différentes strates de végétation, de très gros arbres, d’arbres morts sur pied ou au sol mais aussi de cavités, blessures, excroissances se trouvant au niveau des arbres et susceptibles d’abriter des organismes très divers, des coléoptères aux chiroptères.

La forêt de pins maritimes des landes : un IBP faible.
Fourni par l’auteur

Enfin, cette biodiversité peut aussi s’exprimer au travers de la biodiversité fantôme c’est-à-dire la biodiversité des espèces qui pourraient naturellement occuper un environnement du fait de leurs exigences écologiques mais qui en sont absentes du fait des activités humaines.

De fait, chaque écosystème a, par les caractéristiques climatiques, géographiques, géologiques de son biotope, un potentiel de biodiversité, potentiel entravé par la main de l’homme ancienne ou récente. Dans les régions fortement affectées par les activités humaines, les écosystèmes ne contiennent que 20 % des espèces qui pourraient s’y établir, contre 35 % dans les régions les moins impactées, un écart causé par la fragmentation des habitats, favorisant la part de la diversité fantôme.

Inventoriée, cachée, potentielle ou fantôme, la biodiversité n’en reste pas moins la clé du fonctionnement des écosystèmes et la clé de notre résilience au changement climatique. En témoignent toutes les publications scientifiques qui s’accumulent montrant l’importance de cette diversité pour nos efforts d’atténuation et d’adaptation. De plus en plus menacée dans toutes ses composantes sur la planète, la biodiversité doit donc plus que jamais être explorée et décrite, notamment là où elle est la plus riche mais la moins connue.

The Conversation

Thierry Gauquelin ne travaille pas, ne conseille pas, ne possède pas de parts, ne reçoit pas de fonds d’une organisation qui pourrait tirer profit de cet article, et n’a déclaré aucune autre affiliation que son organisme de recherche.

ref. Biodiversité : pourquoi ce mot est souvent mal compris – https://theconversation.com/biodiversite-pourquoi-ce-mot-est-souvent-mal-compris-255522

L’opéra en Asie : entre héritage colonial, soft power et appropriation locale

Source: The Conversation – France (in French) – By Frédéric Lamantia, Docteur en géographie et maître de conférences, UCLy (Lyon Catholic University)

L’opéra national de Pékin a été conçu par Paul Andreu, architecte de l’aéroport parisien de Roissy Trey Ratcliff / Flickr, CC BY-NC-ND

De la Chine à l’Indochine, en passant par Hongkong et la Corée du Sud, l’art lyrique occidental s’est implanté en Asie dans des contextes très variés. Héritage colonial ou outil de distinction sociale, il révèle bien plus que des goûts musicaux : une géographie du pouvoir, des hiérarchies culturelles, et des trajectoires d’appropriation locale.

Second épisode de la série « L’opéra : une carte sonore du monde ».


L’implantation de l’art lyrique en Asie ne fut ni spontanée ni universellement répartie dans le temps et l’espace. Elle s’intègre dans un processus lent de greffes culturelles débutées dès la fin du XVIe siècle par des missionnaires jésuites, notamment en Chine. Toutefois, ce n’est qu’au XIXe siècle, dans un contexte de domination coloniale, que l’art lyrique occidental s’inscrit dans les paysages urbains de l’Asie du Sud-Est. L’opéra occidental devient alors un marqueur d’urbanité à l’Européenne à travers son architecture et sa place centrale dans la cité, mais aussi grâce à l’image qu’il véhicule urbi et orbi. Objet de distinction sociale à l’origine réservé aux colons, il sera peu à peu adopté par les nouvelles générations ouvertes aux influences véhiculées par la mondialisation.

En Chine, une partition à plusieurs voix

L’art lyrique occidental co-existe avec l’opéra de Pékin, un genre populaire autochtone chinois, né à la fin du XVIIIe siècle, qui propose des spectacles mêlant musique, danse acrobatique et théâtre présentés avec des costumes colorés traditionnels.

Le répertoire européen sera timidement importé à partir des années 1980, comme en témoignent les représentations de Carmen à Pékin, en 1982, à destination d’un public chinois parfois un peu perdu face à cet art si éloigné de la tradition culturelle locale. Le Parti communiste chinois avait d’ailleurs distribué des cassettes audio aux spectateurs pour leur expliquer l’œuvre et les prévenir de la moralité de Carmen…

Sur le plan architectural, le recours à l’architecte Paul Andreu, concepteur de l’aéroport de Roissy (Paris), pour réaliser la maison d’opéra (à l’architecture futuriste) de Pékin, en 2007, est significatif. Il témoigne d’une volonté politique d’utiliser l’opéra comme un outil à plusieurs dimensions. D’un côté, cette forme musicale est pensée comme un loisir destiné aux nouvelles classes sociales chinoises, davantage perméables à la musique classique ou contemporaine occidentale. De l’autre, elle est mobilisée comme un symbole de puissance ouverte sur le monde, l’innovation et la créativité. (Dix-sept nouveaux opéras ont ainsi été commandés à des compositeurs chinois entre 2007 et 2019).

La maison d’opéra devient, comme en Europe, un lieu central, dont la fréquentation s’inscrit dans un processus de distinction sociale prisé des classes sociales supérieures. Ce bâtiment futuriste a ainsi remplacé une partie de la ville composée de petites maisons traditionnelles et d’habitants souvent âgés, montrant une volonté politique forte d’inscrire la Chine dans la modernité. Ce phénomène rappelle mutatis mutandis, les opérations d’urbanisme menées sous la houlette du baron Haussmann à Paris, destinées à mettre en scène l’opéra dans la ville et à structurer l’urbanisme autour de sa centralité.

En Indochine française, un théâtre d’apparat pour la bonne société coloniale puis l’élite hanoïenne

Au début du XXe siècle, l’implantation lyrique en Indochine reste strictement coloniale et sous le contrôle étroit de la censure. À Saïgon, à Haïphong ou à Hanoï, les colons français importent l’art théâtral et dans une moindre mesure l’opérette et les grandes œuvres du répertoire pour recréer les sociabilités parisiennes dont ils sont nostalgiques. Ces villes deviennent les vitrines culturelles de l’empire français reproduisant, ici comme dans d’autres colonies, les signes urbains de la centralité métropolitaine à travers le triptyque « cathédrale, théâtre et Palais du gouverneur ».

Dès les années 1880, ces édifices accueillent des troupes venues de France, renforçant ainsi le lien affectif avec la métropole. Les représentations d’art lyrique s’intègrent dans des activités culturelles variées avec le recours fréquent d’orchestres militaires. Ces activités lyriques restent destinées à la population coloniale dont le territoire lyrique demeure hermétique à la population autochtone.

Bien que parfois initiée à la culture française, celle-ci demeure le plus souvent exclue des pratiques musicales européennes, pour des raisons tant culturelles qu’économiques. Utilisé par les communistes lors de la révolution d’août 1945, l’opéra conserve aujourd’hui une activité culturelle réservée à une élite. Il est devenu le lieu où l’on accueille les délégations internationales et bientôt des touristes…

À Pondichéry, une implantation lyrique franco-indienne aidée par l’armée

L’expérience coloniale française liée à l’art lyrique en Inde, notamment à Pondichéry, propose un modèle plus mixte. Comptoir commercial et place forte militaire de longue date (1674–1954), la ville s’organise selon un urbanisme à l’européenne.

Le théâtre, propriété de l’armée, devient au début du XXe siècle un lieu culturel diffusant entre autres de l’art lyrique, chanté en français et destiné à un public mêlant colons, fonctionnaires, militaires et élite tamoule francophone. Cette appropriation partielle du répertoire par certains groupes locaux témoigne d’un ancrage culturel plus diffus, bien que toujours limité à une élite cultivée. Les musiciens militaires jouent un rôle essentiel dans l’entretien de cette vie lyrique, participant parfois aux représentations.

Aujourd’hui, le lieu tente de conserver une activité culturelle variée malgré de nombreuses difficultés, notamment financières.

Hongkong, plaque tournante d’un art lyrique mondialisé

À la croisée des routes commerciales entre l’Europe et l’Asie, Hongkong développe, dès le XIXe siècle, un territoire lyrique singulier. Sous domination britannique depuis 1841, cette cité cosmopolite accueille des troupes itinérantes diffusant majoritairement le répertoire italien – Verdi, Rossini, Donizetti –, assez populaire dans ce lieu. L’opéra s’implante le long des circuits du négoce et s’ancre dans un paysage urbain en mutation, où la culture devient vitrine de réussite sociale.

À partir des années 1970, les élites locales s’approprient l’opéra occidental. Si l’italien reste la langue dominante utilisée, des artistes chinois, comme Ella Kiang, s’imposent désormais sur scène. Par la suite, les représentations sont sous-titrées en caractères chinois, et certaines œuvres françaises traduites dans la langue locale. À partir de 1973, le festival de Hongkong devient un espace de dialogue entre cultures, tandis que l’influence française décline au profit de celle de l’Italie et du Royaume-Uni.

Le centre culturel de Hongkong, dans le quartier de Tsim Sha Tsui
Le centre culturel de Hongkong, dans le quartier de Tsim Sha Tsui.
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En 1989, lors de l’inauguration du centre culturel Tsim Sha Tsui, Louis Vuitton offre le rideau de scène peint par Olivier Debré, symbole d’un soft power français à travers l’industrie du luxe…

En Corée du Sud, un art lyrique marqué par le répertoire italien et ascenseur social pour jeunes artistes

La Corée du Sud, qui échappe aux influences coloniales occidentales directes mais pas à la mondialisation culturelle récente, adopte l’opéra comme outil de distinction sociale. L’Opéra national est inauguré en 1959, avec un répertoire dominé par Verdi, chanté en coréen.

Le chant devient un moyen d’ascension sociale pour une jeunesse ambitieuse dont les meilleurs éléments s’exporteront dans les grandes scènes lyriques mondiales. Cependant, l’opéra français peine à s’imposer, tant pour des raisons linguistiques (difficultés de prononciation de la langue française et notamment du e muet pour les larynx des chanteurs coréens). Le répertoire français reste donc marginal face à l’italien.

Le National Opera adapte aussi des récits coréens dans un style lyrique mêlant musique traditionnelle et instruments occidentaux, ce qui témoigne d’une appropriation du genre à travers une esthétique hybride.

L’art lyrique en Asie, un indicateur géopolitique et culturel

À travers ces différents cas, l’art lyrique en Asie apparaît comme un révélateur des rapports de domination, de circulation culturelle et de hiérarchies linguistiques.

Si la colonisation a été un vecteur d’importation de formes lyriques européennes, elle a également été une force de sélection et de segmentation. En effet, l’art lyrique occidental n’a réellement pris racine que là où les élites – coloniales ou nationales – y ont trouvé un intérêt social ou politique. Plus récemment, la montée de classes moyennes et cultivées dans les grandes métropoles asiatiques a transformé le rapport à l’opéra, qui devient désormais un bien culturel universalisé, affranchi de ses origines européennes, adapté aux langues et aux esthétiques locales.

Ainsi, l’art lyrique, autrefois outil de cohésion entre colons, devient aujourd’hui un symbole de puissance et d’ouverture des sociétés asiatiques en quête de reconnaissance sur la scène internationale.

The Conversation

Frédéric Lamantia ne travaille pas, ne conseille pas, ne possède pas de parts, ne reçoit pas de fonds d’une organisation qui pourrait tirer profit de cet article, et n’a déclaré aucune autre affiliation que son organisme de recherche.

ref. L’opéra en Asie : entre héritage colonial, soft power et appropriation locale – https://theconversation.com/lopera-en-asie-entre-heritage-colonial-soft-power-et-appropriation-locale-262238