El carisma del mal: cómo los rasgos psicopáticos se han normalizado en la cultura del éxito

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Dolores Fernández Pérez, Profesora Ayudante Doctora. Departamento de Psicología, Universidad de Castilla-La Mancha

Kevin Spacey encarnó al turbio y despiadado Frank Underwood, vicepresidente de Estados Unidos, en la serie _House of Cards_. Melinda Sue Gordon / Knight Takes King Prod.

Vivimos en una sociedad que premia la audacia y la frialdad. Lo vemos en series como House of Cards, donde Frank Underwood asciende pisando a quien haga falta. En Succession, Logan Roy domina su imperio familiar a base de miedo y control. Incluso en El lobo de Wall Street el exceso se celebra como si fuera genialidad.

Estas historias no han inventado nada: reflejan una idea extendida, que “el fin justifica los medios”. Y ese mismo modo de actuar también aparece, a veces, en la vida real.

La psicopatía se ha estudiado durante décadas. En los años cuarenta se describió como encanto superficial, ausencia de culpa, frialdad emocional y conducta impulsiva. Más tarde, se crearon herramientas para medirla y se demostró que estos rasgos no solo aparecen en criminales. También están presentes, en menor grado, en personas aparentemente normales y exitosas. Algunas funcionan bien en la sociedad e incluso son capaces de alcanzar el poder.

Perfiles difíciles de detectar

No obstante, este tipo de perfiles oscuros son difíciles de detectar. Suelen convivir con buenas habilidades sociales. De manera que su encanto inicial puede ocultar sus fallos y su comportamiento dañino y peligroso. A corto plazo pueden parecer líderes ideales, pero a largo plazo dejan conflictos, miedo y desgaste.

En las empresas, sobre todo en la cúpula, el carisma frío, el gusto por el riesgo y la manipulación pueden vender un buen liderazgo. Muchas compañías persiguen resultados inmediatos, seguridad aparente, gestos firmes, decisiones rápidas. La empatía, en cambio, se ve como una debilidad. Incluso en las entrevistas se valora más el aplomo que la ética de la persona.

Así se cuelan máscaras bien pulidas, una apariencia de control que puede deslumbrar y ocultar señales de abuso o incompetencia. Después, esa frialdad y la ambición impulsan el ascenso, aunque a menudo acaban debilitando el entorno que los sostiene.

Dos grandes psicópatas

La historia reciente nos deja ejemplos claros. Bernie Madoff mantuvo durante años una imagen de respetabilidad mientras dirigía una enorme estafa piramidal que hizo perder 50 000 millones de dólares a miles de inversores. Madoff usaba el dinero que entraba de nuevos clientes para pagar a los antiguos y hacerles creer que estaban ganando rendimientos. En realidad, no había ninguna inversión detrás, solo movía dinero de unos a otros hasta que todo colapsó.

Kenneth Lay, de Enron, parecía un visionario mientras su empresa maquillaba cuentas y ocultaba deudas, hasta provocar una de las mayores quiebras de la historia y arruinar a miles de personas. Ambos mostraban carisma y sangre fría hasta que todo se derrumbó.

En política ocurren situaciones similares. Donald Trump ha construido su imagen en torno a la fuerza y la confrontación constante. Usa mensajes simples y combativos, domina el escenario y no muestra dudas. A muchos seguidores eso les inspira admiración, pese a su tono agresivo y a su escasa disposición al diálogo y el consenso.

Algo parecido pasa con líderes que impulsan guerras actuales. La invasión de Ucrania por Rusia o la ofensiva de Israel en Gaza, con decenas de miles de civiles muertos y desplazados y un caso por genocidio ante la Corte Internacional de Justicia, muestran cómo decisiones frías pueden destruir miles de vidas civiles. Quienes más sufren esas guerras rara vez son quienes las inician. Y, sin embargo, sus responsables suelen ser venerados como símbolos de fuerza.

La “tríada oscura” y el poder

Los psicólogos buscan entender por qué este tipo de personalidades prospera. Se habla de la “tríada oscura”: narcisismo, maquiavelismo y psicopatía. Combinadas, transmiten confianza, dominio y resistencia al estrés. Esto puede ayudar a alcanzar el poder, pero conlleva riesgos. Este metaanálisis muestra algo importante: tales rasgos ayudan a llegar arriba, pero no garantizan eficacia una vez allí. Algunos líderes logran resultados a corto plazo; otros hunden la moral de sus equipos y toman decisiones temerarias. Un poco de audacia ayuda en un momento de crisis. Pero un exceso de la misma rompe la confianza y la ética.

Hay rasgos que pueden frenar esos efectos. La responsabilidad, la amabilidad o la estabilidad emocional ayudan a regular la impulsividad. También favorecen decisiones justas. Sin ellos, la frialdad se convierte en temeridad. Además, los equipos con climas cooperativos y reglas claras resisten mejor a estos perfiles.

El problema es que, en entornos muy competitivos, esas cualidades suelen estar ausentes. Y cuando un líder frío asciende, tiende a rodearse de personas parecidas. Así se crean culturas que expulsan a quienes valoran la cooperación y el respeto.

La política debería aprender de esto. Un país no es una empresa, pero ambos comparten riesgos. El culto al líder erosiona los controles. La transparencia cede ante el relato heroico. La oposición se convierte en enemigo. Gobernar no es ganar siempre, es cuidar de todos.

Conviene matizar. No todos los líderes son psicópatas ni presentan rasgos de ese tipo. Tampoco todos los que muestran algunos de esos rasgos resultan dañinos.
La audacia, por ejemplo, puede ser valiosa en situaciones de emergencia. Sin embargo, la audacia sin empatía se convierte en temeridad. Por tanto, el problema surge cuando esos rasgos se combinan de forma desequilibrada.

Todo esto debería hacernos pensar: ¿qué estamos premiando cuando aplaudimos a un líder? ¿Su capacidad de imponerse o de cuidarnos? Cada vez que celebramos la frialdad, normalizamos que el poder pase por encima de las personas. Quizá sea hora de revisar nuestro ideal de éxito. El carisma del mal deslumbra, pero suele dejar tras de sí miedo, desgaste y daño colectivo.

The Conversation

Dolores Fernández Pérez no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. El carisma del mal: cómo los rasgos psicopáticos se han normalizado en la cultura del éxito – https://theconversation.com/el-carisma-del-mal-como-los-rasgos-psicopaticos-se-han-normalizado-en-la-cultura-del-exito-264655

Canada still lacks universal paid sick leave — and that’s a public health problem as we approach flu season

Source: The Conversation – Canada – By Alyssa Grocutt, Postdoctoral Associate at Haskayne School of Business, University of Calgary

As Canadians head into another flu and COVID season, many workers still face an impossible choice if they fall ill: stay home and lose pay, or clock in sick and risk spreading illness. This is more than an individual dilemma; it’s a predictable public health failure — one the government already knows how to fix.

Paid sick leave is good for both health and business, reducing the spread of illness while supporting workforce productivity, promoting better health outcomes and increasing labour force participation.

So why don’t all workers in Canada have it?

A lesson we’ve failed to learn

The costs of sick people going to work were starkly evident during the COVID-19 pandemic.

In 2021, Peel Region in Ontario became a hotspot for transmission. Research from Peel Public Health found that one in four employees went to work while showing symptoms of COVID-19, and about one per cent did so even after testing positive.

Mississauga Mayor Bonnie Crombie called these figures “evidence” that workers were being forced into a dangerous trade-off between “losing a paycheque and putting food on the table.”




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COVID-19 outbreaks in long-term care highlight the urgent need for paid sick leave


And yet, Canada still lacks a comprehensive paid sick leave system. Access remains patchy, depending on the province, sector or employer. The Canada Labour Code mandates 10 days of paid sick leave, but only for federally regulated employees.

At the provincial level, only British Columbia (five days per year), Québec (two days) and Prince Edward Island (one to three days, depending on tenure), have permanent paid sick leave. Ontario briefly offered three days during the pandemic but ended the program in 2023.

Even where these programs exist, they don’t cover everyone. Independent contractors and gig workers are excluded, and many low-wage and part-time employees still lack coverage altogether.

Gig workers, in particular, fall through the cracks. They’re classified as self-employed and left without the basic protections that most employees take for granted.

Canadian unionized workers are more likely to have paid sick days negotiated into their contracts, but coverage remains uneven and far from universal. In sectors with low union density, such as hospitality and agriculture, workers are least likely to have access to any form of paid sick leave at all.

The case for paid sick leave

Every year, workers bring colds, flu and other contagious illnesses to work because they cannot afford to stay home. Presenteeism — working while ill — harms recovery, spreads infection and increases workplace outbreaks.

Research shows that high job demands and low resources drive presenteeism, which in turn reduces job satisfaction and organizational effectiveness. It’s a lose-lose equation: employees suffer, productivity drops and illness spreads faster.

The evidence shows that paid sick leave improves both public health and business outcomes. A 2023 review of 43 studies found that paid sick leave is linked with higher job satisfaction, better retention, fewer workplace injuries, reduced contagion and even lower mortality.

Other research shows that employees without paid sick leave experience greater psychological distress, while simply knowing that such policies exist improves attitudes and trust toward employers.

Although some studies note short-term costs for organizations, the previously mentioned 2023 review found these costs are outweighed by long-term gains, including stronger employee loyalty, lower turnover and improved public health outcomes.

Building on what works

To address this, Canada should integrate paid sick leave into systems similar to workers’ compensation for workplace injuries and fatalities.

Canada already has well-established mechanisms, such as provincial Workers’ Compensation Boards and the Federal Workers’ Compensation Service, that provide income replacement and rehabilitation support for employees with work-related illnesses and injuries.

Extending this logic to illness, especially when it spreads through communities, would prevent workers from being penalized for following public health guidance while helping organizations avoid widespread disruption.

Governments and employers could draw lessons from the successes and shortcomings of existing compensation systems to design a program that is fair, efficient and responsive to routine illness and public health emergencies.

For instance, the workers’ compensation programs have long provided reliable, no-fault coverage for physical injuries, but they also struggle with uneven access, complex claims procedures and limited recognition of mental health conditions.

Leadership is also crucial. Leaders who prioritize employee well-being and model prosocial safety behaviours can reduce presenteeism and strengthen safety culture. They are also crucial for setting examples and encouraging employees to use sick leave without fear.

When leaders communicate that taking time off while sick is responsible, not risky, they help rewrite the social norms that keep people working through illness and ensure paid sick leave policies translate into healthier workplaces.

Paid sick leave is a public health imperative

Policymakers, business leaders, unions and the public need to support the creation of a paid sick leave system that is robust, fair and capable of protecting all workers and workplaces. The COVID-19 pandemic revealed the need for expanded sick leave policies, and it remains just as urgent today.

Paid sick leave is basic public health infrastructure. During the COVID-19 pandemic, paid sick leave enabled workers to stay home when they were exhibiting symptoms, which reduced transmissions, workplace outbreaks and worker absenteeism.

A universal sick leave system would help Canada better manage seasonal illnesses and future outbreaks, protect economic stability and prepare for emerging crises, from new pandemics to climate-related health shocks.

Lives depend on it. Organizational health rests on it. Society’s well-being requires it.

The Conversation

Alyssa Grocutt receives funding from the Social Sciences and Humanities Research Council of Canada.

Julian Barling receives funding from the Borden Chair of Leadership and the Social Sciences and Humanities Research Council of Canada (SSHRC).

Nick Turner receives research funding from Cenovus Energy Inc., Haskayne School of Business’s Future Fund, Mitacs, and the Social Sciences and Humanities Research Council of Canada (SSHRC).

ref. Canada still lacks universal paid sick leave — and that’s a public health problem as we approach flu season – https://theconversation.com/canada-still-lacks-universal-paid-sick-leave-and-thats-a-public-health-problem-as-we-approach-flu-season-266987

Raila Odinga: the man who changed Kenya without ever ruling it

Source: The Conversation – Africa (2) – By Justin Willis, Professor of History, Durham University

Raila Amollo Odinga, who has died at the age of 80, was something of a paradox in post-independence Kenyan politics.

A leader who repeatedly ran for president, he never won – in part due to the 2007 election being manipulated in favour of Mwai Kibaki. Despite this, Odinga will be remembered as a figure who profoundly shaped the country’s politics as much as any president.

The son of a famous anti-colonial leader, he was born into influence. Yet he became bitterly critical of Kenya’s enduring political and economic inequalities, speaking out on behalf of the county’s “have nots”, which earned him a place in the hearts of millions.

He was a fiercely nationalist politician who mobilised support across ethnic lines. But he was also the dominant leader of the Luo community – one of the country’s larger ethnic groups mainly based in Western Kenya – whose voters formed the core of his support.

Having self-identified as a revolutionary, Odinga later proved to be committed to institutional reform and democratisation. His greatest legacy is the 2010 constitution, which attempted to devolve power away from the “imperial presidency”, which he campaigned for over many years.

This was not the end of the contradictions. A leader who often spoke about economic development and deprivation, his agenda was typically more focused on political change. Odinga did so in part because he believed that rights and freedoms would anchor nation-building and development.

Perhaps most strikingly, although he scorned the elite power sharing deals that dominated Kenyan politics – he repeatedly made such agreements himself, often invoking the need for national stability.

Odinga embodied Kenya’s political contradictions, so the impact of his life and death will be debated. This article explores this contested legacy and what it means for Kenya’s future.

Early years

Born in western Kenya on 7 January 1945, Odinga – popularly known as Baba (father) – was the son of Jaramogi Oginga Odinga, the redoubtable community mobiliser who was a thorn in the side of the colonial state. Oginga famously insisted that he and other nationalists would make no deals with the British until Jomo Kenyatta was released.

When Kenyatta became prime minister in 1963, and later president in 1964, Oginga became Kenya’s first vice-president and minister of home affairs. However, he fell out with Kenyatta in 1966 over the government’s failure to overturn colonial inequalities. This meant that the Oginga family was excluded from the country’s powerful political elite. Oginga spent the following decades in and out of detention.

Raila Odinga spent his early years in Kenya before leaving in 1962 to study in East Germany. Returning in 1970, he became a university lecturer. Later, he joined the government standards agency – a job he lost abruptly in 1982 when he was linked to a failed coup against Daniel arap Moi. Charged with treason, he was detained until 1988, when he became active in the growing opposition to Moi’s rule. He was detained twice more during the turbulent years of protest that followed and fled briefly to Sweden.

Odinga returned before Kenya’s 1992 elections, the first multi-party polls since the 1960s, siding with his father when the opposition split. Aided by that division and state manipulation, Moi won, but Odinga’s role confirmed his status as a major political figure.

Blazing his own trail

When Oginga died in 1994, Odinga sought to take over his father’s party but, defeated, left to form his own. He ran for president in 1997, which Moi again won against a divided opposition.

When Moi did not seek re-election in 2002, it seemed Odinga’s moment had come. However, after briefly supporting Odinga as his successor Moi ultimately decided to back Uhuru Kenyatta, son of Jomo. In response, Odinga threw his weight behind Mwai Kibaki, a move which was critical to Kibaki’s victory in 2002.

Odinga’s support for Kibaki was conditional on major constitutional and political reforms. Yet where Odinga had expected widespread constitutional reforms to devolve power away from the executive, Kibaki offered limited changes. Refusing to simply prop up the administration, Odinga successfully campaigned against the government’s flawed draft constitution in the 2005 referendum.

Once again, Odinga seemed on the brink of power: he led a broad coalition into the 2007 elections on a promise of fundamental change. Early results put him ahead of Kibaki in the elections – but then Kibaki was declared the winner in a hasty process that raised widespread suspicions of malpractice and triggered Kenya’s greatest crisis, including ethnic clashes and state repression.

A power-sharing deal brought the violence to an end and made Odinga prime minister in a government of national unity. He focused his energy on political reform and constitutional changes, as well as other long standing concerns. In August 2010 a referendum approved a new constitution that devolved power to Kenya’s 47 counties. The constitution also reformed key institutions including the judiciary and electoral commission and expanded citizens’ rights.

A contested final act

The 2010 constitution remains Odinga’s signal achievement. Certainly, it created the potential for the country to forge a new and more democratic future.

Yet in its aftermath he struggled to find an equally compelling narrative. Constitutional reform had been a long-standing demand that allowed him to mobilise opposition around the promise of a new Kenya. Without this single over-arching “cause”, Odinga’s ability to sustain mass mobilisation became more fragile.

Furthermore, the progressive constitution did not prevent the continuation of older political logics. It proved no barrier against the rise to the presidency of Uhuru Kenyatta and his then deputy, William Ruto, who had faced charges of crimes against humanity at the International Criminal Court.

Odinga faced increasingly difficult choices, particularly after repeated presidential defeats in 2013, 2017 and 2022 amid allegations of electoral manipulation.

These losses convinced some that he would never win the presidency – and not only because of the use of state power to deny him. That recognition, coupled with advancing age and ill health, led Odinga to make compromises once unthinkable, revealing an increasingly pragmatic reasoning in his later years. This was starkly illustrated after the 2017 elections, when – having claimed he was rigged out and led mass protests – Odinga struck the “handshake” deal with Kenyatta in March 2018. This was framed as nation-building but viewed by some as a betrayal.

The handshake led Odinga to stand as Kenyatta’s preferred candidate in the 2022 elections. This backing proved doubly damaging, however. On the one hand, it undermined Odinga’s opposition credentials and lowered turnout in his Nyanza strongholds. On the other, it meant that his loss could not be blamed on a “deep state” conspiring against him.

The difficulties that followed were magnified when, after suggesting the 2022 results had been manipulated by those around Ruto, Odinga agreed to prop up Ruto’s struggling government in March 2025. The formation of what was billed as a “broad-based” administration was presented as nation-building, but critics saw it differently. Coming after mass youth-led protests – first against tax increases and later against corruption, state repression, and Ruto’s leadership – Odinga appeared to some to side with power against the people he once represented.

Not flawless, but consequential

These turns complicate how history, and Kenyans, will remember him – not as a flawless icon, but as a deeply consequential and sometimes contradictory figure. Yet those with longer memories will also understand what led Odinga there.

Imprisoned and tortured under Moi, sold out by Kibaki, and denied victory in 2007, Odinga endured more than a lifetime’s share of misfortune and betrayal. He made his own choices, but rarely under conditions of his own making, and arguably did more than any other Kenyan to make the country’s political system more responsive to its people.

His absence will generate a political vacuum that other leaders will struggle to fill. Ruto was banking on Odinga’s support to win the 2027 elections. He will now have to work harder to put together a winning coalition. Meanwhile those leaders who coalesced around Odinga – including those who depended on him for their positions – will need to decide how they can most effectively mobilise in his absence.

As they do so, Kenya’s leaders will all be operating in his shadow, and in a context in which the country’s marginalised people and communities will feel even less represented by those in power.

The Conversation

Justin Willis has previously received funding from the ESRC and the UK government for research on Kenyan politics

Gabrielle Lynch has previously received funding from the ESRC and the UK government for research on Kenyan politics.

Karuti Kanyinga has previously received funding from East Africa Research Fund on Kenyan politics and elections.

Nic Cheeseman has previously received funding from the ESRC and the UK government for research on Kenyan politics.

ref. Raila Odinga: the man who changed Kenya without ever ruling it – https://theconversation.com/raila-odinga-the-man-who-changed-kenya-without-ever-ruling-it-267643

“Lo estás haciendo bien”: un mensaje básico en matemáticas, sobre todo para las niñas

Source: The Conversation – (in Spanish) – By María Villarroya Gaudó, Profesora Titular de Universidad del área de Arquitectura y Tecnología de Computadores. Instituto de Investigación en Ingeniería de Aragón, Universidad de Zaragoza

BearFotos/Shutterstock

Niños y niñas comienzan su etapa académica, a los 5 años, con aptitudes matemáticas similares, pero tan pronto como un año después, a los 6, se observa que las niñas van tomando miedo a la asignatura y pierden confianza: piensan que se les da mal.

Si pensamos que una materia académica se nos da mal, lo que se denomina “baja autoconfianza”, es más probable que nuestros resultados sean peores y nuestro interés disminuya. Si nos estresamos ante a un examen de matemáticas (algo que ocurre a muchos niños ya a los seis años), también se notará en nuestro rendimiento.

Nuestro grupo de investigación hizo una encuesta a 2 000 escolares de primaria en Aragón para investigar qué papel juegan el miedo y la autoconfianza de niños y niñas a lo largo de la educación primaria, tanto en matemáticas como en lengua.

Encontramos que en el primer ciclo (entre 6 y 7 años, 1º y 2º de primaria) niñas y niños mostraban preferencias similares entre ambas asignaturas y además pensaban que eran igual de buenos en las dos. Sin embargo, en el segundo ciclo (8 y 9 años) ya aparecen diferencias: los niños se consideran mejores en matemáticas que las niñas, y estas se sienten más competentes en lengua.

En tercer ciclo (10-11 años) esta diferencia continúa creciendo. Por ejemplo, solo el 54,9 % de las niñas pensaban que se les dan bien o muy bien las matemáticas, frente al 71,5 % de los niños.

Pero curiosamente, en la asignatura de matemáticas no hay diferencias estadísticamente significativas entre los resultados académicos de las niñas y los niños en Aragón. Es decir, las niñas y niños tienen resultados igual de buenos, pero ellas sienten que se les da peor. Y este sentimiento les aleja de las matemáticas.

Ansiedad matemática

También observamos diferencias en la preocupación ante los exámenes. Ya las más pequeñas se preocupan más que ellos por las pruebas escolares de cualquier asignatura, especialmente en matemáticas.

Esta preocupación aumenta con los años en todos los estudiantes, pero la brecha de género persiste. En tercer ciclo, muchas declaran estar muy preocupadas con frecuencia. En cambio, en lengua, la preocupación es similar en ambos géneros, incluso entre los niños, que en general se sienten menos competentes en esa asignatura.




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Evitar la competitividad y las prisas

Está demostrado que cambiar la manera en la que enseñamos y examinamos las matemáticas tiene un gran impacto en los resultados, el miedo y la autoconfianza, particularmente de las alumnas. Se consigue, por ejemplo, quitando los límites de tiempo estresantes, haciendo actividades colaborativas en vez de competitivas y reduciendo la importancia de los errores.

Hay más factores que influyen, como ciertos estereotipos: las matemáticas se consideran para gente “brillante”, y desde muy pequeñas, las chicas se consideran más trabajadoras, pero menos inteligentes. Los estereotipos también hacen que a veces los profesores subestimen la capacidad matemática de sus alumnas. La opinión de las familias también puede tener un gran impacto sobre la autopercepción de los alumnos, incluso cuando obtienen buenas notas.

Por otro lado, muchas maestras de primaria sienten ansiedad por las matemáticas, y estos sentimientos se transmiten a las alumnas y no a los alumnos, probablemente porque se se ven reflejadas en ellas.

Desconocimiento de los docentes

En nuestro estudio, analizamos brevemente la opinión de los profesores. Queríamos saber si eran conscientes de la autopercepción negativa de sus alumnas. El 90 % del profesorado pensaba que las chicas nunca o casi nunca sentían que se les daban mal las matemáticas. Si los docentes no detectan esta situación, porque las niñas tienen buenos resultados o, al menos, resultados acordes con los que obtienen en otras asignaturas, es difícil que pueden aplicar medidas para reforzar la autoestima de las alumnas.

Recordemos que las matemáticas son importantes en el día a día, imprescindibles incluso para hacer un bizcocho de chocolate. Además son necesarias en un gran número de profesiones tecnológicas, muchas que ya conocemos y otras que ni siquiera somos capaces de imaginar. No podemos permitirnos que los miedos y falsas creencias alejen a muchas niñas de las matemáticas, y menos que condicionen su futuro profesional.




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Cambiar el método

Debemos darles a las niñas todas las oportunidades. Para ello hay que modificar la forma de enseñar y, sobre todo, de examinar las matemáticas. Hay que apoyar al profesorado, combatir los estereotipos y promover palabras de aliento desde las familias y la sociedad para cambiar esta tendencia. A nosotras alguien nos dijo que lo hacíamos bien y por ello disfrutamos tanto de nuestra profesión. Díganselo más a muchas más niñas. “Lo estáis haciendo bien”.

The Conversation

María Villarroya Gaudó es investigadora del Instituto de Investigación en Ingeniería de Aragón de la Universidad de Zaragoza. Ha recibido fondos de Instituto de las Mujeres, FECyT y Cátedra de Igualdad y Género de la Universidad de Zaragoza y el Gobierno de Aragón para el proyecto Una ingeniera en cada cole y el libro 10001 amigas ingenieras. Ella es Profesora Titular de la Universidad de Zaragoza y miembro de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas en Aragón.

Elena Fillola es miembro de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas, en la rama de Aragón.

ref. “Lo estás haciendo bien”: un mensaje básico en matemáticas, sobre todo para las niñas – https://theconversation.com/lo-estas-haciendo-bien-un-mensaje-basico-en-matematicas-sobre-todo-para-las-ninas-260762

Tres cambios cruciales en el sistema alimentario para no devorar el planeta

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Jaime Martínez Valderrama, Científico Titular, Estación Experimental de Zonas Áridas (EEZA – CSIC)

CC BY-NC-SA

Desde nuestra época como cazadores y recolectores, hemos ido transformando el territorio para lograr obtener los alimentos que necesitamos para subsistir. Hemos talado bosques, roturado tierras, amansado aguas y desarrollado diversas sustancias y materiales con el fin de ir enmendando a una naturaleza revoltosa que se resistía a nuestro apetito. Así, desbordamos las previsiones de Malthus, quien supuso que seríamos incapaces de seguir el ritmo de crecimiento demográfico y que no habría suficientes alimentos para todos.

Pero lo logramos. Tanto como para que en la actualidad haya la misma preocupación por la epidemia de obesidad que por las hambrunas.

Diversas tecnologías han permitido producir, conservar y distribuir un flujo continuo de alimentos por casi todo el planeta. El coste ambiental ha sido demoledor: a la agricultura y la ganadería se le achacan buena parte de nuestro variado surtido de problemas medioambientales.

Diferentes estudios calculan que el sistema alimentario global provoca el 26 % de gases de efecto invernadero, el 80 % de la deforestación y el 70 % del consumo de agua dulce, además de ser la mayor causa de pérdida de biodiversidad terrestre. A esto hay que sumar el impacto de las prácticas agrícolas no sostenibles, que erosionan y salinizan el suelo, agotan nutrientes y acuíferos y contaminan con agroquímicos ecosistemas terrestres y acuáticos.

Ante este panorama, en un reciente estudio publicado en Nature, un equipo internacional de investigadores proponemos revisar el modelo actual de producción de alimentos para mitigar su enorme impacto en el planeta.

Así, sugerimos una serie de estrategias dirigidas a conservar y recuperar los ecosistemas terrestres con el fin, precisamente, de proteger nuestra seguridad alimentaria. Nos referimos a elementos esenciales como son el suelo, el agua y la biodiversidad, tres víctimas de los procesos de desertificación.

Una tubería de agua y dos invernaderos en un paisaje montañoso.
El uso insostenible de los recursos hídricos en numerosas regiones áridas ha propiciado efímeros milagros económicos y una duradera inseguridad hídrica.
Jaime Martínez Valderrama, CC BY-NC-SA



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1. Reducir el desperdicio alimentario

La primera propuesta es bastante obvia y consiste en no tirar a la basura lo que tanto trabajo, energía y recursos cuesta producir. Puede resultar sorprendente, pero casi un tercio de lo que producimos no nos lo comemos. Es más, en ocasiones estos alimentos ni siquiera llegan a los circuitos comerciales por dos razones.

En primer lugar, la sobreproducción hace que el precio del producto sea inferior a su coste de producción y al agricultor no le merezca la pena recogerlo. La segunda razón es que los alimentos no sean lo suficientemente bonitos y homogéneos, lo que parece espantar a un consumidor más atento al aspecto que a los nutrientes.

Reducir el desperdicio alimentario en un 75 % para 2050 podría liberar más de 13 millones de kilómetros cuadrados de tierra, lo que supone ahorrar recursos y dejar de emitir 102 gigatoneladas (102 000 millones de toneladas) de CO₂-eq.

Sandías abiertas sobre un terreno agrícola seco
Sandías no cosechadas debido a su bajo precio pudriéndose bajo el sol (agosto de 2025).
Juan Vázquez Navarro, CC BY-NC-SA

2. Restaurar suelos degradados

Nuestra segunda propuesta es restaurar el 50 % de las tierras degradadas para 2050, con un enfoque particular en las áreas agrícolas. Con ello se podría recuperar la funcionalidad ecológica de 3 millones de kilómetros cuadrados de zonas agrícolas (con un potencial de mitigación de emisiones de 21 Gt CO₂-eq) y de casi otros 9 millones de km² de zonas naturales (con un potencial de mitigación de 128 Gt CO₂-eq).

Esta restauración no solo impulsa la recuperación de la biodiversidad y la fijación de carbono en los ecosistemas, sino que también fortalece a las comunidades locales y a los pequeños agricultores al promover prácticas sostenibles de gestión de la tierra.

3. Aumentar el consumo de alimentos marinos

La tercera vía destaca el enorme potencial de los alimentos marinos obtenidos de forma responsable, que requieren muchos menos recursos. Sustituir el 70 % de la carne roja producida de manera insostenible y el 10 % de los vegetales por algas y sus derivados podría liberar 17,5 millones km² de tierra destinada a pastos, forraje y piensos (como ocurre con la soja y el maíz forrajero por ejemplo). Al mismo tiempo, se reduciría de forma significativa el impacto del sistema alimentario global: desde las emisiones de gases de efecto invernadero (145 Gt CO₂-eq) hasta la degradación de la tierra, la deforestación, el uso excesivo de agua y la pérdida de biodiversidad.

Los peces pelágicos (aquellos que viven en el océano alejados de la costa), los salmónidos silvestres y los bivalvos de cultivo proporcionan más nutrientes con menos emisiones y una huella hídrica y química sintética casi nula en comparación con la mayoría de las fuentes de alimentos de origen animal terrestre.

Imagen aérea que muestra numerosos campos de cultivo
La transformación del territorio para alimentarnos ha creado diversos tipos de degradación que amenazan nuestra seguridad alimentaria e hídrica. Recuperar los recursos degradados es esencial revertir esta tendencia.
PNOA 2022, Instituto Geográfico Nacional, Fondo Español de Garantía Agraria, Comunidad Autónoma de Andalucía, Comunidad Autónoma de Extremadura y O.A. Centro Nacional de Información Geográfica, CC BY

Tres convenciones que deben ir en una misma dirección

Nuestra propuesta pretende de esta manera abordar conjuntamente los objetivos de las tres Convenciones de Naciones Unidas surgidas de la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro (1992) y dedicadas a los principales retos ambientales de la Tierra:

  • La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), enfocada en reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y mitigar el cambio climático.

  • El Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB), orientado a la conservación de la biodiversidad.

  • La Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CNULD), centrada en combatir la degradación de tierras áridas, semiáridas y subhúmedo secas, promoviendo prácticas de manejo sostenible del suelo y fomentando el desarrollo de comunidades afectadas.

A pesar de las claras interdependencias entre las tres convenciones y del papel central que desempeña la tierra para alcanzar sus objetivos, la mayor parte de la investigación sobre su implementación ha tratado los acuerdos de manera separada. En términos de inversiones financieras y de atención, los esfuerzos para combatir la degradación de la tierra son muy desiguales en el caso de los tres acuerdos.

A raíz de las Conferencias de las Partes (COP) de las tres convenciones de Río, celebradas en el último trimestre de 2024, se han impulsado iniciativas conjuntas como el Trío de Río para promover soluciones integradas y sistémicas.

Las COP mostraron un creciente interés en priorizar la tierra y su degradación, así como en reconocer el papel indispensable de los suelos y de la agricultura sostenible para resolver estas crisis.

Sin embargo, los sistemas alimentarios aún no se han incorporado plenamente a los acuerdos intergubernamentales ni reciben la atención suficiente. Las estrategias se centran más en restaurar ecosistemas degradados mediante iniciativas emblemáticas como la Gran Muralla Verde o el Desafío de Bonn.

Aprovechar el potencial de unos sistemas alimentarios sostenibles e integrados no solo ayudaría a alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible, sino que también permitiría a los países garantizar un derecho humano recientemente reconocido: el derecho a un medio ambiente limpio y saludable.

The Conversation

Jaime Martínez Valderrama recibe fondos de l Fundación Biodiversidad.

Emilio Guirado recibió fondos de Fundación Biodiversidad.

Fernando Tomás Maestre Gil no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. Tres cambios cruciales en el sistema alimentario para no devorar el planeta – https://theconversation.com/tres-cambios-cruciales-en-el-sistema-alimentario-para-no-devorar-el-planeta-263369

El infundado temor de volver a coger peso tras un cáncer de mama

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Cristina Roldán Jiménez, Profesora de Fisioterapia, Universidad de Málaga

La fisioterapia permite realizar un enfoque terapéutico y personalizado de la actividad física, incluido el ejercicio de fuerza, en las pacientes de cáncer de mama que han sufrido una intervención quirúrgica. Kaboompics.com/Pexels, CC BY

Cada año, más de 2 millones de personas reciben el diagnostico de cáncer de mama en el mundo. Aunque puede afectar a ambos sexos, es mucho más prevalente en mujeres; de hecho, es el tipo de cáncer más frecuente en la población femenina.

Gracias a los avances médicos, muchas pacientes superan la enfermedad, pero deben hacer frente a cambios físicos, psíquicos, sociales, familiares y laborales que les obligan a llevar una nueva vida en cuestión de semanas.

Y en el caso de haber sufrido una cirugía, hay que añadir una cicatriz interna: el miedo a coger peso con los brazos y realizar actividades cotidianas. ¿Está justificada esa aprensión?

El miedo al linfedema

La limitación del uso del brazo después de una operación por cáncer de mama ha sido un palo en la rueda en la recuperación de estas pacientes desde hace décadas. Su supuesta justificación era la posibilidad de que los tratamientos oncológicos dañen el sistema linfático, que podría entenderse como un sistema circulatorio independiente (a través de sus canales, vasos y capilares, repartidos por todo el organismo, circula la linfa).

En ciertas zonas, como la axila, encontramos ganglios linfáticos, una especie de pequeñas estaciones que depuran la linfa retirando sustancias que deben de ser eliminadas del organismo. Además, esos ganglios guardan relación con el sistema inmunitario. En algunas ocasiones, están afectados por el tumor y es necesario extirparlos, lo que afecta a la circulación del sistema linfático. Otras veces, la aplicación de radioterapia en la zona también puede alterar esa circulación, aumentando el riesgo de linfedema.

El linfedema es una acumulación de líquido (linfa) en la extremidad superior, lo que provoca síntomas como dolor y pesadez, así como alteraciones de la función y el aspecto externo del brazo.

Siempre se creyó que la actividad de la extremidad superior aumentaba el riesgo de padecer linfedema, por lo que se recomendaba no usarla. Por ejemplo, en los años 70 se aconsejaba evitar cualquier ejercicio que aumentase el flujo sanguíneo, y en los años 80 había una larga lista de cosas que no podía hacer la paciente con su brazo.

Del “reposo oncológico” al movimiento como motor de recuperación

Tales prohibiciones se sumaban a la prescripción de reposo, cuyo objetivo era aliviar el cansancio. De hecho, hasta 1989 no se publicó el primer estudio sobre los beneficios del ejercicio aeróbico en el paciente oncológico y, concretamente, en las mujeres con cáncer de mama.

A principios del siglo XXI empezaron a aparecer publicaciones que referían los posibles beneficios del ejercicio para la función física y el peso corporal en las pacientes. Además, caminar durante la quimioterapia o la radioterapia parecía mitigar el cansancio. Actualmente, las principales organizaciones oncológicas indican que la actividad física debe formar parte del tratamiento del cáncer.

Mujer haciendo ejercicio
Las principales guías oncológicas recomiendan que las pacientes con cáncer de mama realicen ejercicio físico adaptado desde el momento del diagnostico y a lo largo del tratamiento de la enfermedad.
Pexels

¿Qué ejercicio se puede hacer después de una cirugía por cáncer de mama?

Tanto el ejercicio aeróbico como el de fuerza están recomendados antes, durante y después de un cáncer de mama, lo que incluye el ejercicio con pesas en las extremidades superiores. Multitud de estudios indican que esta actividad no solo es segura, sino que además mejora los síntomas en aquellas pacientes que ya tienen linfedema. De hecho, también se aconseja para prevenir su aparición.

Pero sabemos que decir no es hacer: múltiples barreras dificultan la práctica de ejercicio en las pacientes. En un período de tiempo muy corto, han sufrido muchos cambios físicos: pérdida de masa muscular, pérdida de función, aumento de peso, cansancio, dolor… También ignoran qué hacer o cuándo empezar.

El papel de la fisioterapia

En primer lugar, debemos tener en cuenta que el ejercicio es recomendable siempre y cuando sea individualizado. Y aquí entra entra en juego la fisioterapia, imprescindible para realizar un enfoque terapéutico y personalizado del ejercicio.

De la mano de la fisioterapia, la paciente tiene que empezar a mover el brazo justo después de la cirugía. Poco a poco deben ir incluyéndose movimientos y actividades en el día a día, hasta comenzar a coger peso en torno a la cuarta o sexta semana tras la operación.




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Aunque es esperable dejar un período de recuperación e ir aumentando el peso paulatinamente, no hay tope en la cantidad que puede cogerse. Cualquier pauta que contemple una limitación está basada en el mito que relaciona esa actividad con la aparición de linfedema.

Un mito por desterrar

Hacer frente a una enfermedad como el cáncer de mama y sus secuelas es una experiencia difícil. Unirlo, además, a la falsa creencia de que la paciente ya no podrá volver a realizar actividades cotidianas, como coger a un nieto en brazos o ser independiente para hacer la compra, sólo conduce al miedo, a la fragilidad y a una privación de los beneficios que procura el ejercicio.

Aunque ya la ciencia nos ha mostrado que usar el brazo después de una cirugía por cáncer de mama es seguro y beneficioso, aún queda por difundir este mensaje que llegue a toda la sociedad.

The Conversation

Cristina Roldán Jiménez no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. El infundado temor de volver a coger peso tras un cáncer de mama – https://theconversation.com/el-infundado-temor-de-volver-a-coger-peso-tras-un-cancer-de-mama-265544

Hay tantos “idiomas del amor” como especies en el planeta

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Federico Zurita Martínez, Profesor del Departamento de Genética. Imparto docencia en Genética y en el Master en "Cultura de Paz, Conflictos, Educación y Derechos Humanos" en la Universidad de Granada., Universidad de Granada

Apareamiento de escarabajos de la especie _Rhagonycha fulva_. Wirestock Creators/Shutterstock

Nunca una termita subterránea como Reticulitermes grassei construirá el termitero de una especie que anida en la madera, como Kalotermes flavicollis. Tampoco una cigüeña levantará un nido de paloma ni una abeja fabricará un panal de avispa. A una cebra no hay que enseñarle a huir de una leona, ni a un ñu de un cocodrilo.

Son comportamientos que no se aprenden y forman parte del repertorio innato de cada especie. Están controlados por los genes y , por tanto, se heredan. Surgen de forma automática cuando aparece el estímulo específico, y todos los individuos de la especie responden de manera prácticamente idéntica.

Señales que seducen (y a quién)

Las diferencias anatómicas, fisiológicas y de comportamiento entre los dos sexos atraen al sexo contrario. El abanico de plumas de un pavo real “enamora” a las hembras de pavo real, pero las gallinas son insensibles a él. Se han descrito hasta 14 000 cantos distintos en pájaros: cada especie tiene su propio “idioma musical”. Para las hembras, el canto de un macho de su especie es afrodisíaco y el de un macho de otra, irrelevante.

La melena de un león atrae a las leonas, pero no a las tigresas. Además se ha descrito que la longitud de dicha pelambrera está relacionada con el éxito en la competencia con otros machos y con la esperanza de vida reproductiva del ejemplar que la porta. Se ha visto también que sus crías tienen una mayor tasa supervivencia.

El dorso plateado de un gorila surge tras una descarga notable de testosterona, indica madurez sexual y liderazgo, y resulta irresistible para las hembras de gorila, pero no para las de chimpancé.

El dorso plateado de los gorilas se relaciona con la descarga de testosterona.
Wikimedia Commons., CC BY

Los órganos que emiten señales en los machos, coevolucionan con los órganos receptores que poseen las hembras de esa especie al unísono: ellos emiten señales, ellas desarrollan sentidos que las interpretan y reaccionan en consecuencia a esas señales. Si la evolución concertada de los dos sexos se desacompasa, la especie se acaba extinguiendo, cosa que ha ocurrido infinidad de veces a lo largo de la evolución.

También ocurre que, a veces, esos sistemas no son perfectos. Un león puede rugir con fuerza, lucir una melena espléndida y defender con éxito su territorio, pero tener fertilidad reducida por un recuento bajo de espermatozoides o, incluso, esterilidad si no tiene espermatogénesis. La apariencia no siempre correlaciona exactamente con la salud reproductiva.

Feromonas teledirigidas

Junto a los estímulos visuales y sonoros, hay otro lenguaje químico: las feromonas. Las feromonas sexuales son moléculas que se liberan al medio por uno de los sexos y que no se ven, pero son detectadas por el sexo opuesto, y funcionan en este como seductoras.

También son específicas de especie, reforzando así el aislamiento reproductivo: evitan que hembras de una especie respondan a las feromonas emitidas por machos de otra, lo que supondría un gasto de energía inútil ya que, en caso de producirse, la cópula no sería productiva. Están ampliamente distribuidas en el reino animal, lo que evidencia un origen evolutivo muy antiguo.

Nosotros, los humanos

Nuestra especie no puede escapar por completo de su propia biología: emitimos y descodificamos señales constantemente. Por ejemplo, las secreciones de las glándulas areolares de la madre estimulan el reflejo de succión en los recién nacidos humanos. Está demostrado que los bebés responden a su olor incluso antes de haber sido alimentados previamente. Inducen respuestas como la orientación de la cabeza y movimientos orales en el bebé, facilitando la localización del pezón y el reflejo natural de succión.

Por otra parte, la androstadienona, una potencial feromona humana derivada de la testosterona que se encuentra en el sudor, el semen y otros fluidos corporales masculinos, parece estar implicada en el atractivo sexual, aunque su efecto depende del contexto.

Al igual que en otras especies, respondemos a estas señales, aunque en nosotros se añade una complejidad extraordinaria: la que aporta la cultura, esa segunda naturaleza que poseemos.

El tiempo no pasa en balde

De la misma manera que un león envejecido pierde parte de su melena y resulta menos atractivo para el sexo opuesto, en los humanos hay señales que evidencia la pérdida de vigor reproductivo. Un ejemplo evidente es la simetría facial, que suele asociarse a belleza y salud. Con la edad, el rostro refleja el paso del tiempo y esa percepción de atractivo tiende a disminuir. La pérdida de tersura en la piel y la flacidez muscular contribuyen también a ello.

De alguna manera el envejecimiento lanza señales de que nuestro potencial reproductivo decae. A todo eso se suman otros factores: la expresión, la voz, los recursos que posee cada individuo o la salud que proyecta.

Catherine Hakim, en su libro Capital erótico: el poder de fascinar a los demás, analiza cómo estos aspectos influyen en la percepción de atractivo. En los humanos, cortejo y elección de pareja combinan instintos, feromonas y cultura en una mezcla compleja y variable según el contexto social.

Lo fascinante es pensar que detrás de cada persona que nos atrae hay millones de años de evolución y siglos de cultura compartida, organizados en lo más recóndito de nuestro ser.

The Conversation

Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.

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Reparar la barrera cerebral: ¿una nueva vía para frenar el alzhéimer?

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Elisa Rodríguez Ortega, Profesor Contratado Doctor, UNIR – Universidad Internacional de La Rioja

El alzhéimer es el tipo de demencia más frecuente de todas las que existen, representando entre un 60 y un 70 % de los casos, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Solo en España, por ejemplo, unas 800 000 personas están diagnosticadas con este trastorno, que afecta sobre a todo a mujeres. Además, se estima que, para el 2050, el número de personas con alzhéimer podría triplicarse.

Un enemigo escurridizo

Desde el descubrimiento de la enfermedad, en 1901, se ha intentado sin éxito conseguir una cura. Una de las mayores dificultades para ello es que no tiene una única causa. Por el contrario, se han identificado muchos factores que pueden fomentar su desarrollo. Solo el 5 % de los casos se asocian a causas genéticas, el llamado alzhéimer familiar. En el 95 % restante, conocido como alzhéimer esporádico, no se sabe exactamente su causa.

Entre algunos de los factores identificados destaca la acumulación de placas de proteína beta-amiloide (capaces de alterar la comunicación entre neuronas), los ovillos neurofibrilares de proteína TAU (acumulaciones anómalas de esta proteína en las neuronas) y la neuroinflamación cerebral.

Además, se ha constatado que la barrera hematoencefálica, la estructura celular que protege el cerebro, puede jugar un papel fundamental en el inicio y progresión del alzhéimer. Y esa ha sido precisamente la diana de un reciente estudio que podría aportar nuevas armas en la lucha contra esta esta enfermedad.




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El papel clave de la barrera que protege el cerebro

Desde hace más de dos décadas, existen medicamentos para el alzhéimer leve o moderado. Así, la galantamina o el donepezilo pueden ser útiles para los déficits cognitivos y conductuales.

En los últimos años, se han aprobado fármacos basados en anticuerpos monoclonales que ayudan a reducir las placas de beta-amiolide y ralentizan la progresión de la enfermedad, aunque no la hacen desaparecer.

Nuestro sistema nervioso requiere de sistemas de protección especiales y uno de ellos es la citada barrera hematoencefálica, que se encuentra en el sistema nervioso central, incluyendo el encéfalo y la médula espinal.

Formada por vasos sanguíneos y diversos tipos de células, su principal función es no dejar que algunas moléculas pasen de la sangre al sistema nervioso central, especialmente las de gran tamaño, evitando que dañen el tejido. De esta forma, ayuda a controlar el entorno de las células, favoreciendo su supervivencia.

En personas sanas, esta muralla ayuda a eliminar proteínas como la beta-amiloide. Sin embargo, en pacientes con alzhéimer no realiza bien su función de limpieza, lo que conlleva a que la proteína se acumule en forma de placas. Un desajuste que, hasta ahora, no se sabía cómo ocurría.




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Reparar la barrera hematoencefálica en ratones: un primer paso

Como apuntábamos más arriba, el estudio que acaba de publicarse en la revista Nature ha explorado el papel de la barrera hematoencefálica en el alzhéimer. Los autores encontraron que los receptores LRP1, presentes en células de esta estructura, cumplen un rol importante en la eliminación de beta-amiloide. Así, la menor actividad de los receptores LRP1 está estrechamente relacionada con la disfunción de la barrera y el déficit cognitivo.

Los investigadores intentaron modular estos receptores con el fin de ver qué ocurría. Para ello, sintetizaron unas moléculas a las llamaron A40-POs y que ayudan a que se mantenga el equilibrio de receptores LRP1. El objetivo era “reprogramar” la barrera para que cumpliese con su función de eliminar beta-amiolide.

Para llevar a cabo su investigación usaron un modelo de ratón con alzhéimer (el APP/PS1) y tomaron ejemplares de roedores sanos como controles. El objetivo del experimento era comprobar si el tratamiento con A40-POs era capaz de eliminar beta-amiolide y restaurar la barrera en los ratones que presentaban la enfermedad. Además, evaluaron el aprendizaje y la memoria de los animales y su calidad de vida.

Los resultados fueron sorprendentes: el tratamiento produjo una rápida eliminación de casi la mitad del beta-amiolide, permitiendo recuperar la estructura de la barrera cerebral en un 78 %. Según apuntan los datos, este nuevo tratamiento consiguió mejoras cognitivas que perduraban hasta 6 meses después de su aplicación.




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Investigación para seguir avanzando

Este avance abre la puerta a investigar con más detalle cómo la barrera del cerebro se ve alterada en el alzhéimer y cómo se puede recuperar su funcionalidad, logrando la mejora de los pacientes.

Sin embargo, los resultados deben ser tomados con cautela. Recordemos que no todos los ensayos llevados a cabo con éxito en roedores son extrapolables al ser humano. Cada año se prueban cientos de moléculas que funcionan en animales pero no que no tienen los mismos resultados en personas, o los tienen acompañados de efectos secundarios graves. El tiempo medio requerido para comercializar un fármaco es de más de 10 años. En el caso del alzhéimer, han pasado periodos de más de 20 años sin que haya salido al mercado un tratamiento nuevo.

Después de más de un siglo de investigación alrededor de esta enfermedad, todavía nos queda mucho por saber de ella. Pero estudios como el que hemos comentado ayudan a entender mejor sus entresijos y tener un mejor conocimiento de los mecanismos involucrados en su desarrollo, lo que permite diseñar nuevas terapias. Solo continuando con la investigación se logrará algún día una cura o una forma de prevenir un trastorno con un impacto tan grande en nuestra sociedad.

The Conversation

Elisa Rodríguez Ortega no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. Reparar la barrera cerebral: ¿una nueva vía para frenar el alzhéimer? – https://theconversation.com/reparar-la-barrera-cerebral-una-nueva-via-para-frenar-el-alzheimer-267184

African languages for AI: the project that’s gathering a huge new dataset

Source: The Conversation – Africa – By Vukosi Marivate, Chair of Data Science, Professor of Computer Science, Director AfriDSAI, University of Pretoria

The African Next Voices project has started out with sites in Kenya, Nigeria and South Africa. Iuliia Anisimova/iStock

Artificial intelligence (AI) tools like ChatGPT, DeepSeek, Siri or Google Assistant are developed by the global north and trained in English, Chinese or European languages. In comparison, African languages are largely missing from the internet.

A team of African computer scientists, linguists, language specialists and others have been working on precisely this problem for two years already. The African Next Voices project, primarily funded by the Gates Foundation (with other funding from Meta) and involving a network of African universities and organisations, recently released what’s thought to be the largest dataset of African languages for AI so far. We asked them about their project, with sites in Kenya, Nigeria and South Africa.


Why is language so important to AI?

Language is how we interact, ask for help, and hold meaning in community. We use it to organise complex thoughts and share ideas. It’s the medium we use to tell an AI what we want – and to judge whether it understood us.

We are seeing an upsurge of applications that rely on AI, from education to health to agriculture. These models are trained from large volumes of (mostly) linguistic (language) data. These are called large language models or LLMs but are found in only a few of the world’s languages.




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Languages also carry culture, values and local wisdom. If AI doesn’t speak our languages, it can’t reliably understand our intent, and we can’t trust or verify its answers. In short: without language, AI can’t communicate with us – and we can’t communicate with it. Building AI in our languages is therefore the only way for AI to work for people.

If we limit whose language gets modelled, we risk missing out on the majority of human cultures, history and knowledge.

Why are African languages missing and what are the consequences for AI?

The development of language is intertwined with the histories of people. Many of those who experienced colonialism and empire have seen their own languages being marginalised and not developed to the same extent as colonial languages. African languages are not as often recorded, including on the internet.

So there isn’t enough high-quality, digitised text and speech to train and evaluate robust AI models. That scarcity is the result of decades of policy choices that privilege colonial languages in schools, media and government.




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Language data is just one of the things that’s missing. Do we have dictionaries, terminologies, glossaries? Basic tools are few and many other issues raise the cost of building datasets. These include African language keyboards, fonts, spell-checkers, tokenisers (which break text into smaller pieces so a language model can understand it), orthographic variation (differences in how words are spelled across regions), tone marking and rich dialect diversity.

The result is AI that performs poorly and sometimes unsafely: mistranslations, poor transcription, and systems that barely understand African languages.

In practice this denies many Africans access – in their own languages – to global news, educational materials, healthcare information, and the productivity gains AI can deliver.

When a language isn’t in the data, its speakers aren’t in the product, and AI cannot be safe, useful or fair for them. They end up missing the necessary language technology tools that could support service delivery. This marginalises millions of people and increases the technology divide.

What is your project doing about it – and how?

Our main objective is to collect speech data for automatic speech recognition (ASR). ASR is an important tool for languages that are largely spoken. This technology converts spoken language into written text.

The bigger ambition of our project is to explore how data for ASR is collected and how much of it is needed to create ASR tools. We aim to share our experiences across different geographic regions.

The data we collect is diverse by design: spontaneous and read speech; in various domains – everyday conversations, healthcare, financial inclusion and agriculture. We are collecting data from people of diverse ages, gender and educational backgrounds.

Every recording is collected with informed consent, fair compensation and clear data-rights terms. We transcribe with language-specific guidelines and a large range of other technical checks.

In Kenya, through Maseno Centre for Applied AI, we are collecting voice data for five languages. We’re capturing the three main language groups Nilotic (Dholuo, Maasai and Kalenjin) as well as Cushitic (Somali) and Bantu (Kikuyu).




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Through Data Science Nigeria, we are collecting speech in five widely spoken languages – Bambara, Hausa, Igbo, Nigerian Pidgin and Yoruba. The dataset aims to accurately reflect authentic language use within these communities.

In South Africa, working through the Data Science for Social Impact lab and its collaborators, we have been recording seven South African languages. The aim is to reflect the country’s rich linguistic diversity: isiZulu, isiXhosa, Sesotho, Sepedi, Setswana, isiNdebele and Tshivenda.

Importantly, this work does not happen in isolation. We are building on the momentum and ideas from the Masakhane Research Foundation network, Lelapa AI, Mozilla Common Voice, EqualyzAI, and many other organisations and individuals who have been pioneering African language models, data and tooling.

Each project strengthens the others, and together they form a growing ecosystem committed to making African languages visible and usable in the age of AI.

How can this be put to use?

The data and models will be useful for captioning local-language media; voice assistants for agriculture and health; call-centre and support in the languages. The data will also be archived for cultural preservation.




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Larger, balanced, publicly available African language datasets will allow us to connect text and speech resources. Models will not just be experimental, but useful in chatbots, education tools and local service delivery. The opportunity is there to go beyond datasets into ecosystems of tools (spell-checkers, dictionaries, translation systems, summarisation engines) that make African languages a living presence in digital spaces.

In short, we are pairing ethically collected, high-quality speech at scale with models. The aim is for people to be able to speak naturally, be understood accurately, and access AI in the languages they live their lives in.

What happens next for the project?

This project only collected voice data for certain languages. What of the remaining languages? What of other tools like machine translation or grammar checkers?

We will continue to work on multiple languages, ensuring that we build data and models that reflect how Africans use their languages. We prioritise building smaller language models that are both energy efficient and accurate for the African context.

The challenge now is integration: making these pieces work together so that African languages are not just represented in isolated demos, but in real-world platforms.

One of the lessons from this project, and others like it, is that collecting data is only step one. What matters is making sure that the data is benchmarked, reusable, and linked to communities of practice. For us, the “next” is to ensure that the ASR benchmarks we build can connect with other ongoing African efforts.




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We also need to ensure sustainability: that students, researchers, and innovators have continued access to compute (computer resources and processing power), training materials and licensing frameworks (Like NOODL or Esethu). The long-term vision is to enable choice: so that a farmer, a teacher, or a local business can use AI in isiZulu, Hausa, or Kikuyu, not just in English or French.

If we succeed, built-in AI in African languages won’t just be catching up. It will be setting new standards for inclusive, responsible AI worldwide.

The Conversation

Vukosi Marivate is a Co-Founder of Lelapa AI. DSFSI is funded by the Gates Foundation, Meta, Google.org, ABSA (for the ABSA UP Chair of Data Science). Vukosi is a co-founder of the Deep Learning Indaba and Masakhane Research Foundation. Vukosi is a board member of the Partnership on AI and the Council for Higher Education in South Africa.

Ife Adebara is a Co-Founder and Chief Technology Officer of EqualyzAI. She receives funding from Gates Foundation, Lacuna and the University of British Columbia and she is affiliated with Data Science Nigeria.

Lilian Wanzare receives funding from Gates Foundation. she is affiliated with Maseno University and Utavu AI Foundation. .

ref. African languages for AI: the project that’s gathering a huge new dataset – https://theconversation.com/african-languages-for-ai-the-project-thats-gathering-a-huge-new-dataset-266371

Les provocations de la Russie en Europe indiquent-elles un affaiblissement de sa position stratégique ?

Source: The Conversation – in French – By James Horncastle, Assistant Professor and Edward and Emily McWhinney Professor in International Relations, Simon Fraser University

On constate une importante augmentation des incursions russes en Europe ces derniers temps. Elles ont commencé à la mi-septembre, quand des drones russes ont violé l’espace aérien polonais, contraignant la Pologne à déployer son armée de l’air pour protéger sa souveraineté.

Par la suite, un drone russe a violé l’espace aérien roumain. Plus inquiétant encore, trois MiG-31 russes ont survolé le ciel estonien dans un acte clairement provocateur.

Ces incursions russes établies sont toutefois éclipsées par un phénomène troublant. Des aéroports européens, notamment ceux de Copenhague et de Munich, ont vu leurs opérations perturbées par des drones d’origine inconnue.

Les analystes sont de plus en plus convaincus que ces derniers sont pilotés par des agents russes dans le but de semer la peur et de faire monter la tension en Europe. L’avenir nous dira si cette théorie est fondée.




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Affaiblissement de l’offensive russe ?

Ces incidents peuvent sembler destinés à aggraver le conflit qui se déroule en Europe en menaçant d’entraîner l’Union européenne et l’OTAN dans l’affrontement, mais ils révèlent en réalité la faiblesse stratégique de la Russie à l’approche de l’hiver.

Tout au long de l’année 2025, la Russie a bénéficié de plusieurs avantages par rapport à l’Ukraine. Sa supériorité en matière de production d’armes et de mobilisation, renforcée par l’aide directe et indirecte de pays comme la Corée du Nord et la Chine, lui a conféré une position stratégique favorable.

La Russie a attaqué l’Ukraine sur de multiples fronts.

Pendant que ses forces avançaient vers des positions ukrainiennes, la Russie intensifiait le rythme et l’ampleur de ses frappes par drones et missiles contre des villes ukrainiennes. Néanmoins, même si ces armes ont causé d’importantes destructions et des pertes considérables en Ukraine en 2025, les Ukrainiens n’ont pas perdu leur volonté de résister.

Les forces russes ont profité de ce déséquilibre stratégique pour s’emparer de territoires ukrainiens. Si elles ont enregistré des gains, elles n’ont toutefois pas réussi à obtenir une percée décisive. Par ailleurs, les avancées minimes réalisées par la Russie en septembre indiquent que son offensive est au point mort.

L’arrivée de l’automne, avec ses pluies et ses températures froides, devrait encore ralentir les opérations militaires russes en Ukraine. Si l’année 2025 avait bien commencé pour la Russie, le bilan de Poutine s’avère en fin de compte plutôt décevant.

De plus, l’Ukraine n’est pas demeurée passive pendant cette période.

Exploiter les vulnérabilités russes

D’un point de vue numérique et matériel, la Russie possède un avantage considérable sur l’Ukraine. L’Ukraine cherche toutefois à affaiblir deux composantes étroitement liées de la situation en Russie : le soutien populaire dont bénéficie Poutine et l’économie du pays.

L’ampleur du soutien au président russe à l’échelle nationale fait l’objet de débats parmi les universitaires et les analystes. Cependant, les actions de Poutine donnent à penser qu’il est suffisamment inquiet pour chercher à protéger sa base électorale des effets de la guerre. Dans ce but, il entretient l’illusion d’une économie russe forte.

Elvira Nabiullina, présidente de la Banque centrale russe, a déclaré que l’économie du pays était en difficulté. Poutine a ignoré ses avertissements et a préféré répondre aux critiques par des répliques cinglantes.

Malgré la réaction désinvolte de Poutine face aux propos sur la faiblesse de l’économie russe, l’Ukraine est consciente de la fragilité de la position de son voisin. Et elle s’en prend désormais de manière répétée à la ressource qui est au cœur de la prospérité précaire de la Russie : le pétrole.

Le pétrole et le gaz naturel représentent au moins 30 pour cent du budget fédéral russe. Les innovations ukrainiennes dans le domaine de la technologie des drones et des missiles ont permis au pays de frapper à plusieurs reprises les infrastructures logistiques et de raffinage de pétrole et de gaz naturel russes.

La Russie a dû déclarer un moratoire total sur les exportations d’essence pour le reste de l’année. De plus, elle a récemment été contrainte d’étendre l’interdiction d’exportation au diesel.

Les pénuries de carburant ne feront qu’empirer à mesure que la demande en énergie augmentera durant le rude hiver russe. Et les partisans de Poutine finiront par souffrir des conséquences de ses politiques.

Escalader pour désescalader

Les échecs stratégiques russes en 2025, associés à la pression croissante exercée par l’Ukraine, expliquent en partie les actions subversives déployées par la Russie en Europe.


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Un élément souvent mal compris de la doctrine stratégique russe est le concept d’intensification de la tension pour obtenir un apaisement. Bien que cette tactique soit le plus souvent associée à la stratégie nucléaire, elle s’applique à tous les aspects de la doctrine stratégique russe.

Les politiciens et les généraux russes estiment que l’Europe n’est ni prête ni disposée à entrer en guerre contre la Russie. Ils sont également convaincus que les dirigeants européens, malgré leurs discours, feront tout leur possible pour éliminer la cause profonde des incursions russes récentes dans l’espace aérien européen, soit le conflit entre la Russie et l’Ukraine.

Après avoir donné l’impression de pousser l’Europe au bord de la guerre, Poutine devrait se tourner vers une politique encourageant une solution diplomatique en Ukraine. Il a suivi une stratégie similaire en se montrant plus enclin à la diplomatie pendant les hivers 2024 et 2025. Les leaders mondiaux, désireux de voir la guerre prendre fin, ont pris ces propositions plus au sérieux qu’elles ne le méritaient.

Les drones et les missiles russes ont peut-être eu des effets dévastateurs pour l’Ukraine, mais ils n’ont pas modifié l’équilibre stratégique.

Les frappes ukrainiennes, en revanche, semblent porter leurs fruits sur le plan stratégique à un moment critique où la Russie est vulnérable, obligeant Poutine à recourir à des moyens non conventionnels pour tenter de remporter la victoire contre l’Ukraine.

La Conversation Canada

James Horncastle ne travaille pas, ne conseille pas, ne possède pas de parts, ne reçoit pas de fonds d’une organisation qui pourrait tirer profit de cet article, et n’a déclaré aucune autre affiliation que son organisme de recherche.

ref. Les provocations de la Russie en Europe indiquent-elles un affaiblissement de sa position stratégique ? – https://theconversation.com/les-provocations-de-la-russie-en-europe-indiquent-elles-un-affaiblissement-de-sa-position-strategique-267512