¿Puede la digitalización acelerar la transición hacia una economía circular?

Source: The Conversation – France – By Mercedes Gil-Lamata, Assistant Professor of Business and Management, Universidad de La Rioja

FAMILY STOCK/Shutterstock

Cada vez consumimos y agotamos más rápidamente los recursos del planeta. Con el fin de abordar este problema, a lo largo de los últimos años se ha planteado la necesidad de abandonar el tradicional modelo lineal basado en producir, usar y tirar, y sustituirlo por un nuevo modelo productivo, la economía circular, basada en la reducción de la cantidad de recursos empleados y en la reutilización de los mismos. Pero ¿qué papel juega la digitalización en este cambio de paradigma?

Una investigación reciente analiza cómo las tecnologías digitales pueden ayudar a los países europeos a avanzar hacia un modelo más sostenible. Los resultados son reveladores: los países con mayor desarrollo digital tienden a mejorar su desempeño circular. Es decir, digitalización y circularidad van de la mano.




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El reto: usar los recursos sin agotarlos

El problema de la sobreproducción requiere de una solución urgente. La demanda global de recursos naturales crece sin freno, y buena parte de ellos no se regeneran. Para 2030, se espera que más de 9 000 millones de personas compartan un planeta con límites físicos muy claros.

En este contexto, la economía circular propone un modelo económico que reduzca los residuos, prolongue la vida útil de los productos y reincorpore materiales al ciclo productivo. Frente al despilfarro del modelo tradicional, se apuesta por la eficiencia, la sostenibilidad y la regeneración.

En consecuencia, iniciativas como el Pacto Verde Europeo o el Plan de Acción para la Economía Circular de la UE han cobrado protagonismo. Pero, más allá de las políticas, es necesario entender qué factores facilitan –o dificultan– la transición hacia este nuevo modelo.

¿Puede ayudarnos la tecnología?

Aunque podría parecer que la sostenibilidad y la tecnología son conceptos antagónicos, la realidad es bien distinta. La digitalización –entendida como la integración de las tecnologías digitales en los procesos sociales y económicos– puede ser una poderosa aliada de la economía circular. Desde sensores que permiten rastrear materiales hasta plataformas de reutilización, pasando por sistemas de inteligencia artificial que optimizan procesos de producción o consumo, las aplicaciones digitales abren nuevas vías para cerrar los ciclos productivos y reducir residuos.

Pero ¿cómo se refleja esta relación en la práctica? ¿De verdad los países más digitalizados están más cerca de alcanzar una economía circular?




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Cuatro tipos de países, cuatro niveles de circularidad

Para responder a estas preguntas, el estudio analizó los 27 países de la Unión Europea, agrupándolos en función de su comportamiento en las siguientes áreas clave para la economía circular: producción y consumo, gestión de residuos, uso de materias primas secundarias e innovación. A partir de esta clasificación, se identificaron cuatro grupos de países:

  • Generadores: se trata de economías con bajo nivel de circularidad y escasa inversión en reciclaje o innovación. En este grupo se integran gran parte de los países del sur y este de Europa (como Grecia, Rumanía o Bulgaria).

  • Recicladores: presentan buenos niveles de reciclaje y algo más de innovación. Aquí se sitúan países como España, Austria o los países nórdicos.

  • Realizadores: destacan especialmente por su uso de materias primas recicladas. Es el caso de Bélgica y los Países Bajos.

  • Innovadores: lideran en todas las áreas, especialmente en innovación. Francia, Alemania e Italia forman este grupo.




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¿Qué papel juega la digitalización?

A continuación, los investigadores analizaron el grado de digitalización de cada país, usando indicadores como el capital humano digital, la integración de tecnología en las empresas, los servicios públicos digitales y la conectividad. Los resultados muestran que hay una clara relación entre economía circular y digitalización. En concreto, tres factores digitales marcaron la diferencia:

  • Capital humano: los países con más personas formadas en competencias digitales tienen más capacidad para aplicar estrategias circulares.

  • Integración tecnológica: las empresas que usan tecnologías como el big data o el comercio electrónico tienden a operar de manera más eficiente y circular.

  • Servicios públicos digitales: la digitalización de los gobiernos facilita procesos como la gestión de residuos o la trazabilidad de los materiales.

Curiosamente, la conectividad –como tener acceso a internet– no marcó diferencias significativas. Esto se explica seguramente porque, dentro de la UE, dicho acceso está bastante generalizado y no es ya un factor diferenciador.




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No hay economía circular sin digitalización

Aunque no se establece una relación causal directa, los datos muestran una sólida asociación: los países con mayores niveles de digitalización tienden a presentar un mejor desempeño en economía circular. La digitalización ofrece herramientas, habilidades y plataformas que permiten a gobiernos, empresas y la sociedad avanzar hacia modelos más sostenibles. De hecho, avanzar en economía circular sin apostar por la digitalización puede dejar a muchos países atrás.




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¿Y ahora qué?

Para acelerar la transición hacia una economía circular, las políticas públicas deberían tener en cuenta esta conexión. Fomentar la formación digital, apoyar la innovación tecnológica en las empresas y digitalizar los servicios públicos no solo mejora la competitividad: también es una inversión en sostenibilidad.

Además, las empresas que integran principios circulares en su estrategia –apoyadas en herramientas digitales– pueden reducir costes, atraer talento y diferenciarse en un mercado cada vez más consciente de su trascendencia.

En resumen, la digitalización no es solo un complemento de la economía circular: es una de sus condiciones fundamentales. Avanzar hacia un futuro sostenible exige entender que la digitalización no es opcional, sino parte esencial del cambio.

The Conversation

Mercedes Gil-Lamata recibe fondos del Gobierno de Aragón y Fondo Social Europeo (convocatoria de grupos de investigación (S64_23R) y del Ministerio de Ciencia e Innovación (AEI/10.13039/501100011033, ECO2020-113265GB-C22). Ambas convocatorias lo son para la realización de investigación básica y no suponen condicionante de ningún tipo acerca del tipo de investigación a realizar.

Lucio Fuentelsaz recibe fondos del Gobierno de Aragón y Fondo Social Europeo (convocatoria de grupos de investigación (S64_23R) y del Ministerio de Ciencia e Innovación (AEI/10.13039/501100011033, ECO2020-113265GB-C22). Ambas convocatorias lo son para la realización de investigación básica y no suponen condicionante de ningún tipo acerca del tipo de investigación a realizar.

Mª Pilar Latorre Martínez recibe fondos del Gobierno de Aragón y Fondo Social Europeo (convocatoria de grupos de investigación (S64_23R) y del Ministerio de Ciencia e Innovación (CPP2021-008997). Ambas convocatorias lo son para la realización de investigación básica y no suponen condicionante de ningún tipo acerca del tipo de investigación a realizar.

ref. ¿Puede la digitalización acelerar la transición hacia una economía circular? – https://theconversation.com/puede-la-digitalizacion-acelerar-la-transicion-hacia-una-economia-circular-258023

¿Puede la inteligencia artificial salvar a los menores del acoso sexual en las redes?

Source: The Conversation – France – By Marc Salat Paisal, Profesor Agregado Serra Húnter de Derecho Penal, Universitat de Lleida

Entre un 10 y un 20 % de los menores de edad en España ha sufrido ‘grooming’. SB Arts Media/Shutterstock

Cada año, más de 300 millones de niños, niñas y adolescentes –aproximadamente uno de cada doce menores de todo el planeta– sufren explotación o abuso sexual en internet. En el caso español los datos no son mejores. De hecho, las investigaciones científicas apuntan que este es un problema que afecta a entre un 10 y un 20 % de los menores de edad en España. El número de casos es alto y la policía no tiene herramientas suficientes para poder investigarlos todos.

La legislación actual permite a los investigadores rastrear las fuentes digitales abiertas, incluidas las redes sociales, para identificar indicios de delito relevantes. También admite incorporar en la investigación las pruebas obtenidas por particulares, como puede ser el registro de chats que posibles víctimas de grooming (acoso sexual a menores a través de las redes) puedan aportar.

La inteligencia artificial (IA) permite a la policía analizar grandes cantidades de datos en segundos, detectar patrones sospechosos y localizar posibles delincuentes con mayor rapidez. También facilita la revisión de miles de archivos en investigaciones complejas. Sin la IA, este trabajo sería casi imposible. No obstante, su uso plantea un dilema: ¿hasta qué punto estas herramientas pueden intervenir sin vulnerar derechos fundamentales como la privacidad?

El uso de la IA en España, de hecho, no es nuevo. La policía la utiliza, por ejemplo, para analizar el riesgo de reincidencia en casos de violencia de género.

Cuando la IA revisa conversaciones y busca imágenes

En algunos países, aunque no en España, se utilizan herramientas con IA para perseguir delitos sexuales contra menores en internet. Algunas revisan conversaciones y priorizan denuncias, y otras buscan imágenes ilegales en la web. En todos los casos, su objetivo es facilitar el trabajo de la policía.

La clave del debate es determinar si el uso de la IA en la investigación policial de delitos, especialmente en casos de grooming, se ajusta a la legalidad. Hasta hace poco, la normativa era fragmentaria y ofrecía pocas garantías sobre el uso de estas tecnologías.

En 2016 se aprobó una Directiva europea que prohibía basar las decisiones legales solo en el análisis automático de datos. Posteriormente, en 2021, el Parlamento Europeo permitió el uso de la IA, aunque con limitaciones. Entre ellas, que los algoritmos debían ser transparentes, comprensibles y verificables. Y, sobre todo, que las decisiones finales debían ser tomadas por personas, no por máquinas.

Recientemente, se ha aprobado el Reglamento Europeo sobre IA de 2024, que permite el uso de estas herramientas en la justicia penal. Sin embargo, el reglamento califica su uso de alto riesgo. Ello implica que, entre otras exigencias, estas herramientas deben ser seguras, transparentes y supervisadas por humanos. Por su parte, en España no existen normas específicas sobre el uso de la IA en la justicia penal, por lo que el marco normativo de referencia es el europeo.

Ante este panorama, el Estado español debe aprovechar el marco legal para desarrollar herramientas que faciliten la investigación de delitos sexuales contra menores en la red. Por ejemplo, para filtrar y priorizar el gran volumen de casos que llega a manos de la policía española. Más difícil sería admitir el uso de chatbots que se hiciesen pasar por menores de edad, a modo de potenciales víctimas, para “cazar” a agresores sexuales. Ello está expresamente prohibido por la legislación española.

Con todo, los expertos han alertado de los problemas que plantea el uso de la IA en el ámbito penal. Aunque esta es capaz de detectar patrones, no es infalible. Un algoritmo mal diseñado podría generar falsos positivos, señalando como sospechosos a usuarios que no han cometido ningún delito.

Análisis previo del fenómeno

Para evitar estos y otros problemas propios de las herramientas basadas en algoritmos o en IA, es muy importante realizar un análisis previo del fenómeno de la delincuencia sexual online. Además, los sistemas deben alimentarse con datos completos para garantizar que sus resultados superen los de un análisis humano.

Si se tiene en cuenta lo anterior, la implementación de IA puede ofrecer una oportunidad para identificar y corregir estos sesgos. De hecho, los prejuicios atribuidos a la IA provienen de los datos con que son alimentados por parte de los humanos.

Por eso, el Estado español debe acompañar la implementación de estas herramientas con un marco legal sólido que proteja los derechos fundamentales. También es clave entender que la IA debe complementar el trabajo humano, aportando análisis y datos para una toma de decisiones más informada y precisa.

En resumen, la IA puede transformar significativamente la gestión de los casos policiales de delitos de grooming. No obstante, debe usarse de manera complementaria, con una comprensión clara de sus limitaciones y riesgos para reforzar el papel de los agentes del sistema de justicia.

The Conversation

Marc Salat Paisal recibe fondos de del Ministerio de Ciencia, Innovacción y Universidades a través de los proyectos de investigación Derecho penal y comportamiento humano (MICINN-RTI2018-097838-B-100) y Ciberacoso sexual a menores: perfiles linguísticos para el desarrollo de herramientas digitales forenses para prevención, detección y priorización en España (PID2020-117964RB-I00).

ref. ¿Puede la inteligencia artificial salvar a los menores del acoso sexual en las redes? – https://theconversation.com/puede-la-inteligencia-artificial-salvar-a-los-menores-del-acoso-sexual-en-las-redes-252474

La luz que no podemos ver

Source: The Conversation – France – By Pedro Francisco Almaida Pagán, Investigador Ramón y Cajal, IMIB, CIBERFES, Universidad de Murcia

Sergey Nivens/Shutterstock

Seguro que algunos lectores habrán captado al vuelo la similitud del título de este artículo con el de la serie de Netflix La luz que no puedes ver, basada en la novela homónima de Anthony Doerr, premio Pulitzer 2015 de ficción. La historia transcurre durante la Segunda Guerra Mundial, y en ella se alude a todas aquellas formas de luz que existen más allá de lo visible o de lo evidente.

Una de las protagonistas de la historia es Marie-Laure Leblanc, una chica francesa ciega que se refugia con su padre en Saint-Malo. A pesar de la ceguera, Marie-Laure percibe el mundo con una aguda sensibilidad. A través de su experiencia, la historia explora cómo la verdadera percepción no depende exclusivamente de la vista, y cómo existen formas de conocimiento y comprensión que trascienden lo visible. Ella misma es una encarnación de esa “luz” que no se ve, pero se siente, se intuye o se comprende por otros caminos.

Invidentes que perciben luz (pero no la “ven”)

No hemos venido aquí a hablar de series de televisión, pero no podíamos dejar pasar esta hermosa analogía a la hora de introducir el tema de la vía circadiana de la luz, cuya existencia, si bien había sido propuesta desde hacía décadas, no fue demostrada hasta hace unos veinte años. Fue entonces cuando unos investigadores de la Universidad de Brown, en Providence (Estados Unidos), descubrieron en la retina de mamíferos la existencia de un tipo de células ganglionares con fotosensibilidad propia. Sus axones conformaban un canal directo de información que conectaba la retina con una región del hipotálamo muy especializada: los núcleos supraquiasmáticos, el reloj central que pone en hora nuestros ritmos biológicos.

Aquello confirmaba que la sincronización de nuestros relojes internos no dependía únicamente de conos y bastones, es decir, de las células de la retina responsables de la vía visual de la luz. De hecho, ya en los noventa se había detectado que algunas personas que han perdido totalmente la visión (ceguera bilateral completa) pueden conservar la capacidad de sincronizar los ritmos con la luz. Existe, por tanto, un tipo de percepción de la luz que trasciende lo visible.

Estudiar a personas ciegas para entender el ritmo sueño/vigilia

Esto permite que, en personas ciegas, la producción de melatonina, la hormona del sueño, se inhiba durante la noche. Cuando el ritmo de melatonina de las personas ciegas no se sincroniza con el de sueño/vigilia, sufren alteraciones del sueño y desajustes que impactan muy negativamente su calidad de vida. Es por esto que esta población resulta especialmente interesante para los cronobiólogos: su estudio nos permite conocer mejor cómo funciona nuestro reloj biológico y, además, podemos contribuir de forma significativa a mejorar la calidad de vida y el sueño de una parte vulnerable de la sociedad.

Las estadísticas más recientes (2024) hablan de 71 444 personas con ceguera legal en España –esto es, con una agudeza visual igual o inferior a 0,1 en el mejor ojo con la mejor corrección óptica posible y/o un campo visual reducido a 10 grados o menos–, de las cuales 9 288 son ciegas totales. La cifra podría ir en aumento en los próximos años como consecuencia del envejecimiento de la población y por el aumento de la prevalencia de enfermedades como la diabetes.

La mayoría de estas personas presentan alteraciones de los ritmos circadianos, particularmente del sueño/vigilia. La Clasificación Internacional de Alteraciones del Sueño (ICSD-3) de la Academia Americana de Medicina del Sueño dice que un 50-80 % de las personas ciegas presentan dificultades para dormir, despertares nocturnos y somnolencia diurna, entre otras alteraciones.

En un proyecto recientemente concedido a nuestro laboratorio por la prestigiosa fundación VELUX Stiftung, que llevaremos a cabo durante los próximos cuatro años en colaboración con la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE), nos hemos propuesto desarrollar un método ambulatorio y no invasivo basado en la utilización de dispositivos vestibles de monitorización circadiana desarrollados por nuestro grupo de investigación. Con ellos pretendemos medir la exposición y sensibilidad de las personas ciegas a la luz ambiental y el grado de conservación de la vía circadiana de la luz, así como el funcionamiento del sistema circadiano para establecer la propensión de cada sujeto a sufrir alteraciones de sus ritmos circadianos, incluido el sueño.

Conociendo esta información, será posible diseñar de forma personalizada estrategias para fortalecer los ritmos circadianos de las personas ciegas y, de ese modo, minimizar los efectos adversos de la ceguera en esta población.

The Conversation

Pedro Francisco Almaida Pagán recibe fondos del Ministerio de Ciencia e Innoación a través de los programas “Ramón y Cajal” (RYC2020-028642-I) y Proyectos de Generación de Conocimiento (projecto LIGHTyEAr, PID2022-136577OB-I00), el Ministerio de Economía y Competitividad y el Instituto de Salud Carlos III a través de CIBERFES (CB16/10/00239), la Universidad de Murcia a través del programa “Excelence-UM” (modalidad “Attract-RyC” 2021), la Fundación Robles Chillida y La VELUX STIFTUNG (proyecto LIGHTSPAN, nº2428), todos co-financiados con fondos FEDER de la Unión Europea. .

Jesús Vicente Martínez recibe fondos de la Agencia de Ciencia y Tecnología de la Región de Murcia (Fundación Séneca), gracias a una ayuda “21610/FPI/21. Fundación Séneca. Región de Murcia (Spain)”.

María de los Ángeles Rol de Lama recibe fondos del Ministerio de Ciencia Innovación y Universidades y la Agencia Estatal de Investigación (PID2022-136577OB-I00), financiado por MCIN/AEI/10.13039/501100011033, FEDER, UEy por “ERDF A way of making Europe”, por European Union NextGenerationEU/PRTR”, y del Ministerio de Economía y Competitividad, mediante el Instituto de Salud Carlos III (CIBERFES, CB16/10/00239), todos ellos cofinanciados con Fondos FEDER, así como de la VELUX STIFTUNG (proyecto LightSpan). Es socia fundadora de Kronohealth SL (2017), empresa de base tecnológica participada por la Universidad de Murcia (spin-off) .

Pedro González Romero recibe fondos del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades a través de la convocatoria Generación de Conocimiento (proyecto PID2022-136577OB-I00, MCIN /AEI /10.13039/501100011033 / FEDER, UE) y su contrato predoctoral (FPU22/03854). Su investigación está también financiada por el Ministerio de Economía y Competitividad y el Instituto de Salud Carlos III a tráves de CIBERFES (CB16/10/00239), todos ellos cofinanciados por FEDER.

ref. La luz que no podemos ver – https://theconversation.com/la-luz-que-no-podemos-ver-258938

¿Qué se hace con los residuos radioactivos de hospitales o centrales nucleares?

Source: The Conversation – France – By Luis Montenegro Pérez, CICA. Profesor Titular Universidad – Docencia en Ingeniería de la Energía e Ingeniería Energética., Universidade da Coruña

Mark_Kostich/Shutterstock

A mi abuelo Xoel le acaban de dar su primera sesión de radioterapia contra un cáncer de huesos. Le han irradiado con estroncio-89 (Sr-89), que es un isótopo radiactivo del estroncio que emite radiación beta, con gran capacidad de penetración en el cuerpo humano. Fantástico para aplicar en un tumor maligno, pero muy peligroso en cualquier otra parte del organismo de un ser vivo.

Después de unos dos meses de ser usado en el hospital, el Sr-89 tiene que ser sustituido y pasa a ser un desecho. Pero no es como los que nosotros generamos en nuestra casa: es radiactivo y necesita un tratamiento adecuado. ¿Cómo?

Primero, se almacena en el propio hospital hasta que es recogido por Enresa, que es la empresa que se encarga en España de la gestión de esta clase de residuos. Este isótopo, junto a otros desechos radiactivos generados en el hospital, se lleva por carretera en un transporte especial al centro de almacenamiento de El Cabril, en Córdoba.

Bajo toneladas de hormigón

En esta instalación, reciben un tratamiento y acondicionamiento específico. Luego, se guardan en bidones metálicos de 220 litros de capacidad, en los que un tercio son residuos y los dos tercios restantes hormigón. Estos bidones se meten en unos contenedores de hormigón, se les inyecta cemento para obtener un bloque compacto y se cubren con una tapa de hormigón.

Finalmente los contenedores –de unas 24 toneladas– se introducen en las celdas de almacenamiento, que una vez llenas con 320 contenedores se cubren también con una tapa de hormigón.

En este centro, que funciona desde 1992, no solo se almacenan restos radiactivos que provienen de hospitales, sino también de otros sectores: industria, investigación, eléctrico, alimentación, minería, hidrología, arte o medio ambiente. Todos tienen una emisión de radiación baja, no generan calor y su actividad radioactiva disminuirá a la mitad en menos de 30 años. Para entendernos mejor, son todos los residuos radiactivos que no provienen del combustible que se utiliza en las centrales nucleares. Tanto en España como en otros países del mundo, se utiliza esta solución para su gestión definitiva desde hace más de 40 años.

Vista aérea de las instalaciones de Enresa en El Cabril, 2020.
Enresa.

Los de las centrales nucleares, más peligrosos

En España tenemos cinco centrales nucleares con siete reactores. Y cada 18 a 24 meses es necesario cambiar parte del combustible, que son unas barras metálicas rellenas de pastillas de dióxido de uranio. Aquí, en estas pastillas, se producen cientos de isótopos radiactivos que emiten dosis de radiación muy elevadas, generan muchísimo calor y seguirán siendo radiactivos cientos de miles de años después. Y no, no se pueden llevar a El Cabril.

¿Qué se hace entonces? El combustible gastado en España se almacena de forma temporal en las piscinas que existen dentro de los reactores nucleares. El agua de estas piscinas sirve para refrigerar y proteger contra la radiación. El objetivo es que, después de unos 50 años, el combustible se pueda manejar con mayor seguridad.

El problema es que la capacidad de las piscinas en España se ha agotado, por lo que se ha recurrido también a un almacenamiento temporal en contenedores especiales colocados en el exterior de las centrales nucleares, como se hace también en muchos otros países.

Otra solución temporal es almacenar el combustible gastado de todas las centrales en una instalación centralizada. En España, se intentó en Villar de Cañas (Cuenca), pero por diferentes motivos está opción no salió adelante. En otros países, como en Holanda, una instalación de este tipo en superficie funciona desde hace años en un polígono industrial de Nieuwdorp.

Hacia una solución definitiva

Todas estas soluciones para el combustible gastado son temporales. Entonces, ¿qué se hace para su gestión definitiva? La solución adoptada a nivel internacional es el almacenamiento profundo en una formación geológica adecuada (granitos o arcillas). Esto ha requerido muchos años de investigación y de financiación en todo el mundo.

La idea es muy sencilla y está basada en la naturaleza. Se trata de interponer diferentes barreras entre los residuos y nosotros, como se hace en las matrioshkas, las muñecas rusas tradicionales.

Hoy en día, no funciona todavía ninguna de estas instalaciones, pero algunos países como Finlandia, Suecia o Francia ya han decidido dónde construirán estos almacenamientos en profundidad. Pero en España no: llevamos un poco de retraso.

En 2073, debería estar en funcionamiento en España una instalación de este tipo. ¿Por qué tan tarde? El problema es que se trata de un tema político muy delicado que no es nada rentable en términos electorales a corto plazo. Ya lo harán otros. Lo más complicado es encontrar un lugar que cumpla con todos los requisitos técnicos y de seguridad, que son muchos, para su construcción. Y, sobre todo, que exista la aceptación de la ciudadanía.

En ocasiones se nos olvida que, durante los últimos 20 años, la generación de electricidad de origen nuclear en España ha sido del 20-25 %. Con esta electricidad, además de la generada con otro tipo de energías renovables o no renovables, hemos cargado la batería de nuestros móviles, hemos encendido las luces o la lavadora en nuestra casa, y se ha fabricado el coche que conducimos. Y sea cual sea la decisión que se tome sobre la utilización de las centrales nucleares, sus residuos habrá que recogerlos y gestionarlos adecuadamente. ¿O le vamos a dejar este problema a nuestros hijos y nietos?

Por cierto, gracias al Sr-89, que ahora debe de estar en El Cabril, mi abuelo Xoel está curado y disfrutando de la vida.

The Conversation

Luis Montenegro Pérez, como parte de un grupo de investigación del Centro Interdisciplinar de Química y Biología de la Universidade da Coruña, ha recibido financiación para su trabajo en temas relacionados con la gestión de los residuos radioativos. Se trata de convocatorias de proyectos de investigación nacionales e internacionales, así como de contratos a través de la normativa de la UDC.

ref. ¿Qué se hace con los residuos radioactivos de hospitales o centrales nucleares? – https://theconversation.com/que-se-hace-con-los-residuos-radioactivos-de-hospitales-o-centrales-nucleares-257990

‘Blokecore’: vestir una camiseta de fútbol como manifiesto cultural

Source: The Conversation – France – By Sandra Bravo Durán, Socióloga y Doctora en Creatividad Aplicada, UDIT – Universidad de Diseño, Innovación y Tecnología

De izquierda a derecha, la ‘influencer’ Sofia Coelho, la marca 3.PARADIS, el futbolista australiano Jackson Irvine y Kim Kardashian también se han apuntado a la estética ‘blokecore’. Collage creado a partir de imágenes de Instagram.

En las últimas temporadas, no deja de repetirse una escena: jóvenes que pasean por las ciudades con camisetas del Real Madrid de los 2000, del Betis noventero o incluso del Deportivo de la Coruña cuando ganaba ligas. No van al estadio. No es día de partido. Pero llevan la camiseta como si fuera una declaración personal. Y lo es.

Lo que estamos viendo no es solo una moda, sino un fenómeno sociocultural: el auge del blokecore, un estilo que fusiona camisetas de fútbol vintage, moda urbana y nostalgia generacional. Esta tendencia ha ganado protagonismo especialmente entre la generación Z, una cohorte que está redefiniendo el consumo, la estética y los códigos de identidad.

Aunque hoy nos parezca novedosa, la relación entre fútbol y moda no es nueva. En los años 70, figuras como Johan Cruyff no solo transformaron el juego en el terreno de juego, sino también fuera de él. Su estilo sobrio, moderno y europeo marcó una nueva forma de entender al futbolista como figura pública con estética propia. En España, Cruyff fue icono de una elegancia alternativa: una mezcla de deportividad, inteligencia y carisma que conectaba con una juventud en busca de referentes diferentes.

Lo que cambia con el blokecore es el sentido. Ya no se trata de demostrar fidelidad a un club, sino de construir una estética personal a través de símbolos futboleros. Para muchos jóvenes, la camiseta del Barça de 1998 o del Atlético de Madrid con publicidad de Marbella no representa solo un equipo, sino una era, una emoción, un relato visual.

El estudio: fútbol, moda y valores juveniles

El profesor Jorge del Río, de la Universidad de Navarra , y yo llevamos a cabo una investigación –recientemente presentada en el congreso FACTUM25 y de próxima publicación– con más de 150 jóvenes españoles entre 14 y 30 años para entender mejor este fenómeno. Analizamos cómo variables como el interés por el fútbol, la importancia de la moda como expresión personal, el uso de redes sociales y la nostalgia influyen en la adopción del blokecore.

Los resultados son reveladores: más del 60 % de los encuestados asocian estas camisetas a recuerdos (propios o imaginados), y más del 50 % valora especialmente las colaboraciones entre clubes y marcas de moda por su autenticidad. Además, se confirma una correlación clara entre el uso intensivo de plataformas como TikTok o Instagram y el interés por este estilo.

Lo que emerge es un patrón claro: el blokecore no es un simple revival estético, sino un código cultural que permite a la juventud expresar quién es, qué valores tiene y cómo quiere ser vista.

De la grada a la pasarela (y viceversa)

En los últimos años, varios clubes han sabido aprovechar este cruce entre fútbol y moda. El París Saint-Germain fue pionero al aliarse con la marca Jordan y equipos como el Manchester United lo han hecho con Balenciaga, pero también ha llegado a los campos españoles: Yohji Yamamoto ha diseñado equipaciones para el Real Madrid, la Real Sociedad hizo lo propio con Loreak Mendian, el Sevilla colabora con Scalpers y el Barça ha coqueteado con diseñadores como Thom Browne.

Estas estrategias buscan algo más que vender camisetas: quieren construir marca, conectar con públicos más jóvenes y expandirse fuera del campo. La camiseta ya no es solo merchandising, sino símbolo de pertenencia, estilo y cultura pop.

Blockcore: una respuesta a la identidad líquida

Desde la sociología, el blokecore puede entenderse como una respuesta estética a una identidad fragmentada. En un mundo acelerado, hiperconectado y plagado de estímulos, las camisetas de fútbol ofrecen algo sólido: una historia, un escudo, un símbolo colectivo. Vestir una camiseta retro permite anclarse a algo, aunque sea de forma irónica o estilizada.

No hablamos solo de moda, sino de una forma de estar en el mundo. La camiseta de fútbol actúa como lo que Pierre Bourdieu llamaría un “signo distintivo”, pero también como un refugio emocional. En este contexto, el fútbol se transforma: ya no es solo deporte, sino lenguaje simbólico.

¿Moda pasajera o fenómeno duradero?

Todo apunta a que el blokecore no es un simple capricho estético. Su arraigo en valores clave para la generación Z –como la autenticidad, la autoexpresión y la sostenibilidad– lo convierte en un fenómeno con recorrido. Las marcas y los clubes que lo entiendan conectarán con una audiencia que ya no responde solo a goles y títulos, sino también a relatos y emociones.

En definitiva, la camiseta de fútbol se ha convertido en mucho más que un uniforme. Es una prenda que condensa memoria, estética y pertenencia; una forma de tejer comunidad y narrarse en un presente inestable. En un tiempo marcado por la aceleración, la hiperconectividad y la fragmentación de la identidad, recuperar una camiseta del pasado no es solo un acto de estilo: es una forma de anclarse, de reclamar una narrativa propia, de sostenerse en algo que aún nos emociona.

Porque quizá lo verdaderamente importante no sea a qué equipo pertenece esa camiseta, sino qué historia queremos contar cuando decidimos llevarla.


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Sandra Bravo Durán no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. ‘Blokecore’: vestir una camiseta de fútbol como manifiesto cultural – https://theconversation.com/blokecore-vestir-una-camiseta-de-futbol-como-manifiesto-cultural-258343

Así podemos aprovechar los huesos de aceituna para producir biocombustibles

Source: The Conversation – France – By María Luz Sánchez Silva, Catedrática de Universidad en el Área de Ingeniería Química, Universidad de Castilla-La Mancha

Sebra/Shutterstock

En un mundo donde la lucha contra el cambio climático se ha convertido en una carrera contrarreloj, la búsqueda de soluciones sostenibles es más urgente que nunca. Una de ellas consiste en convertir el dióxido de carbono (CO₂) en metano (CH₄), un combustible útil. Una de las estrategias más prometedoras para lograrlo es la metanación de CO₂, técnica innovadora que podría revolucionar nuestra industria energética.

Sin embargo, la implementación a gran escala de este proceso ha sido limitada por la falta de materiales catalíticos –es decir, que aceleran las reacciones químicas– sostenibles y rentables. Aquí es donde entra en juego el biochar o biocarbón derivado de huesos de aceituna.

La conversión del dióxido de carbono en metano no solo ayuda a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero sino que también proporciona una fuente de energía renovable. Este proceso tiene el potencial de transformar la industria energética, pero para que sea viable se necesitan catalizadores eficientes y sostenibles. El uso de biochar derivado de residuos agrícolas, como los huesos de aceituna, ofrece una solución prometedora.

El potencial de los huesos de aceituna

Los olivares no solo son un símbolo del paisaje mediterráneo, sino también una fuente invaluable de biomasa renovable. España, líder mundial en la producción de aceitunas, dedica aproximadamente 2,75 millones de hectáreas al cultivo de olivos.

Regiones como Andalucía y Extremadura destacan por su alta producción, con la primera representando el 80 % del total nacional.

Este cultivo genera una gran cantidad de residuos, entre ellos los huesos de aceituna, que tradicionalmente se consideraban desechos. Sin embargo, estos huesos tienen un enorme potencial como materia prima para aplicaciones sostenibles.

Al igual que las cáscaras de frutos secos, los huesos de aceituna pueden transformarse en biochar, un material con múltiples usos, desde la mejora del suelo hasta la producción de energía.




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¿Qué es el biochar y por qué es importante?

La producción del biocarbón implica la pirólisis –descomposición por calor en ausencia de oxígeno– de biomasa, como los huesos de aceituna, a altas temperaturas. El resultado es un material poroso ideal para aplicaciones catalíticas, por ejemplo, en la producción de metano a partir de dióxido de carbono.

La producción de biocarbones activos está ganando tracción a nivel mundial debido a sus múltiples aplicaciones en la agricultura, la purificación de agua y la mitigación del cambio climático.

Se espera que el mercado de biocarbones activos crezca a una tasa compuesta anual del 3,5 % entre 2023 y 2030, alcanzando un valor proyectado de 3 500 millones de dólares estadounidenses para el final de este periodo.

El proceso de activación química

Para aprovechar al máximo el potencial del biochar, es necesario someterlo a un proceso conocido como activación química, que mejora sus propiedades y lo convierte en un soporte más eficaz para catalizadores. En un estudio reciente, evaluamos tres métodos de activación utilizando distintos agentes: hidróxido de potasio (KOH), cloruro de zinc (ZnCl₂) y ácido fosfórico (H₃PO₄).

El biochar activado con hidróxido de potasio fue el que ofreció mejores resultados. Este tratamiento incrementó notablemente su superficie específica, es decir, la cantidad de área disponible para que ocurran las reacciones químicas. Además, introdujo grupos funcionales que facilitaron una mejor dispersión de las partículas de níquel –empleado como catalizador para acelerar las reacciones– sobre la superficie del biochar. Estos grupos funcionales, pequeñas partes de una molécula con ciertas propiedades, son clave porque favorecen la activación del CO₂, lo que permite convertirlo en metano de forma más eficiente.

Gracias a estas mejoras, el material logró convertir el 72 % del CO₂ en metano, con una selectividad del 95,5 %, lo que significa que casi todo el CO₂ transformado terminó convertido en metano (rozando lo ideal).

Biochar activado en las tecnologías para producir metano

Las tecnologías Power-to-Methane (P2M) son una solución innovadora para producir metano a partir de dióxido de carbono con dos etapas principales. La primera consiste en la electrólisis del agua utilizando electricidad renovable para dividir el agua en hidrógeno (H₂) y oxígeno (O₂). Luego, en la segunda etapa, el hidrógeno se combina con CO₂ produciendo metano y agua.

Es en esta segunda etapa donde la incorporación de materiales como el biochar activado derivado del hueso de aceituna dopado con níquel puede mejorar sustancialmente el rendimiento y la viabilidad económica de estos procesos.

El metano generado puede ser inyectado en la red de gas natural existente o utilizado como combustible para generar electricidad y calor. Las tecnologías P2M no solo ayudan a reducir las emisiones de CO₂, sino que también permiten almacenar energía renovable de manera eficiente. Esto es especialmente útil para fuentes de energía intermitentes como la solar y la eólica, que no siempre producen electricidad cuando se necesita.

Al convertir el exceso de electricidad en metano, las tecnologías P2M permiten almacenar esta energía y utilizarla en momentos de alta demanda. Cuando sea necesario, el metano se quema para producir electricidad, igual que se hace con el gas natural. Se puede usar en centrales eléctricas, turbinas o motores. También hay tecnologías más modernas, como las pilas de combustible, que lo transforman en electricidad sin necesidad de llamas.

Esquema que muestra cómo los residuos agrícolas pueden emplearse en la producción de metano
Esquema de las tecnologías Power-to-Methane para valorizar residuos agrícolas.
María Luz Sánchez Silva, CC BY-SA

Impacto ambiental y económico

El uso de residuos agrícolas como los huesos de aceituna ofrece una solución sostenible para la gestión de desechos y promueve una economía circular. Al convertir estos residuos en materiales de alto valor añadido, se reduce la dependencia de recursos no renovables y se minimiza el impacto ambiental. Además, genera ingresos adicionales para los agricultores, mejorando la economía de las zonas rurales.




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El potencial del biochar no se limita a la metanación de CO₂. Sus aplicaciones pueden extenderse a otros procesos catalíticos y de adsorción, como la purificación de agua y aire. La investigación continua en este campo podría abrir nuevas oportunidades para su uso en diversas industrias, contribuyendo aún más a la sostenibilidad global.

The Conversation

María Luz Sánchez Silva recibe fondos del Programa de Energía e Hidrógeno Renovable Incluido dentro de los Planes Complementarios de I+D+i del MICIN, y Financiado por la Unión Europea NextGeneracionEU en el Marco del Componente 17 del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. C17.I01.P01. Además, este trabajo es parte del proyecto de investigación SBPLY/23/180225/000036, financiado por la UE a través del FEDER y por la JCCM a través de INNOCAM y del proyecto 2022-GRIN-34344 “Tecnología química para la sostenibilidad y economía circular en el contexto de Castilla La Mancha”. También agradecemos al Ministerio de Ciencia e Innovación español (Proyecto PID2022-142502OB-I00) financiado por MCIN/AEI/10.13039/ 501100011033 y por «ERDF A way of making Europe.

Alba Villardón Pérez recibe fondos del proyecto SBPLY/23/180225/000036, financiado por la UE a través del FEDER y por la JCCM a través de INNOCAM y del proyecto 2022-GRIN-34344 “Tecnología química para la sostenibilidad y economía circular en el contexto de Castilla La Mancha”. Agradece a la Universidad de Castilla-La Mancha el contrato predoctoral en el marco del Plan Propio I+D+i (2025-PRED-22666) financiado por la Unión Europea a través del Fondo Social Europeo Plus (FSE+)

Fernando Dorado Fernández recibe fondos del Programa de Energía e Hidrógeno Renovable Incluido dentro de los Planes Complementarios de I+D+i del MICIN, y Financiado por la Unión Europea NextGeneracionEU en el Marco del Componente 17 del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. C17.I01.P01. Además, este trabajo es parte del proyecto de investigación SBPLY/23/180225/000036, financiado por la UE a través del FEDER y por la JCCM a través de INNOCAM y del proyecto 2022-GRIN-34344 “Tecnología química para la sostenibilidad y economía circular en el contexto de Castilla La Mancha”. También agradecemos al Ministerio de Ciencia e Innovación español (Proyecto PID2022-142502OB-I00) financiado por MCIN/AEI/10.13039/ 501100011033 y por ERDF A way of making Europe.

ref. Así podemos aprovechar los huesos de aceituna para producir biocombustibles – https://theconversation.com/asi-podemos-aprovechar-los-huesos-de-aceituna-para-producir-biocombustibles-257835

Cinco maneras distintas de evaluar en tiempos de la inteligencia artificial

Source: The Conversation – France – By Francisco Javier Ulloa Cortez, Maestro en Tecnologías de la Información, Profesor de tiempo completo del depto. de Ingenierias del Centro Universitario de los Altos, Universidad de Guadalajara

La generalización del uso de la IA hace mirar con otros ojos los trabajos de los alumnos. Nicoleta Ionescu/Shutterstock

En los últimos años han surgido muchísimas herramientas de inteligencia artificial generativa que hacen sencillísimo el uso de esta tecnología para cualquier persona sin conocimientos informáticos. Las más populares son ChatGPT, MidJourney, Claude AI, Synthesia, DALL-E, Perplexity y DeepSeek.

La facilidad de acceder a estas herramientas ha planteado importantes desafíos éticos y de autoría, que generan intensos debates y temas de regulación. Por ejemplo, en cuanto a la “ayuda” que podamos recibir de la IA para la redacción de tareas o incluso tesis y el uso no ético, sin revisar ni editar lo generado, que le pueden dar los estudiantes.

El uso –y a veces abuso– constante de la inteligencia artificial por parte de los estudiantes nos obliga a replantear los métodos de enseñanza, pero sobre todo los de evaluación. Tenemos que reconsiderar qué es lo que se debe de aprender y con qué fin, además de cómo vamos a evaluar el aprendizaje.

Cambios en el proceso educativo

La inteligencia artificial ha modificado el acceso a la información y la elaboración de contenidos. Es más sencillo buscar, escribir, resumir o resolver problemas matemáticos, aunque esto también nos plantea la cuestión de si estamos realmente adquiriendo habilidades o simplemente dejando la responsabilidad a la IA.

A menudo, los resultados entregados por los estudiantes nos hacen dudar. Antes de la IA, un trabajo con buena redacción, buena sintaxis y sin faltas de ortografía era bien visto o bien valorado; actualmente, algunos preferimos encontrarnos y corregir trabajos con errores ortográficos o limitados en cuanto ideas, porque son señales de que puede ser un trabajo auténtico del alumno.

Las universidades y los docentes hemos transitado rápidamente por varias etapas y reaccionado de diferentes maneras: desde la prohibición, pasando por el rechazo y llegando al uso crítico y aprovechamiento de las ventajas que ofrece esta tecnología.

Impacto en los métodos de evaluación

Cada día es más común encontrarnos a estudiantes que presentan buenos trabajos pero que no entienden realmente lo que entregaron. Esto no significa que el uso de la IA deba prohibirse, sino que es necesario replantear la forma de evaluar.

A continuación, se presentan algunas metodologías y actividades recomendadas para evaluar y aprender con la inteligencia artificial:

  1. Aprendizaje basado en proyectos: los estudiantes trabajan en un proyecto real o simulado; implica resolver una situación compleja, fomenta la creatividad. Se sugiere una evaluación continua, no solo del producto final.

  2. Portafolios: son una recopilación de trabajos, productos o actividades realizadas por los estudiantes a lo largo del curso. Se utilizan para dar seguimiento al proceso de aprendizaje. Permiten verificar la autenticidad y el desarrollo personal y académico.

  3. Coevaluación: incorporación de dinámicas de evaluación entre iguales a lo largo del proceso de trabajo, incluyendo valoraciones y reflexiones cualitativas. Por ejemplo, realizar una presentación de avances de un proyecto en equipos, cada equipo muestra el avance a otro equipo y el segundo debe ser quien evalúe.

  4. Exámenes orales: ayudan a comprobar el conocimiento auténtico del estudiante y ofrecen una medición real del nivel de aprovechamiento. No obstante, debemos identificar a los estudiantes que sí saben pero se ponen nerviosos.

  5. Gamificación: aporta actividades lúdicas con niveles, retos o insignias. Presenta una competencia amistosa, estimula la participación y mejora la atención de los estudiantes, haciendo más dinámica la clase. Además, ofrece retroalimentación inmediata, lo que les ayuda a identificar aciertos y errores en tiempo real. Si bien la gamificación no es exactamente una evaluación, puede ayudar a complementarla.

Encontrar el equilibrio

La inteligencia artificial no puede ni debe ser prohibida o eliminada del aula, sino que la respuesta debe ser reflexiva y de adaptación por parte de los profesores. Es importante encontrar un equilibrio para usarla como herramienta que no reemplace los roles de profesor y estudiante en el proceso educativo.

Evaluar hoy en día no implica solo medir las tareas o resultados que presentan los alumnos, sino también acompañar el proceso completo. Es necesario valorar los errores más que los trabajos perfectos. Para la UNESCO, la alfabetización básica, la aritmética elemental y la alfabetización científica básica seguirán siendo claves en la educación del futuro.

Contexto y sentido

La labor del docente no será sustituida siempre que su didáctica sea innovadora, que aporte valor al contexto del estudiante y le dé sentido a la enorme cantidad de información a la que se tiene acceso.

Una de las responsabilidades de los profesores de hoy consiste en crear entornos de aprendizaje significativo. Aunque siempre han existido herramientas para buscar información y datos, lo que realmente ayuda a aprender es reflexionar, conectar lo que ya sabemos con lo nuevo y saber aplicar lo aprendido.

The Conversation

Francisco Javier Ulloa Cortez no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. Cinco maneras distintas de evaluar en tiempos de la inteligencia artificial – https://theconversation.com/cinco-maneras-distintas-de-evaluar-en-tiempos-de-la-inteligencia-artificial-257837

‘La interpretación de los sueños’: el libro que cambió cómo nos conocemos

Source: The Conversation – France – By Fernando Díez Ruiz, Professor, Faculty of Education and Sport, Universidad de Deusto

Retrato de Sigmund Freud, autor de ‘La interpretación de los sueños’. ArtLage22/Shutterstock
Libros que cuentan

Este artículo pertenece a la sección ‘Libros que cuentan’, donde expertos y expertas de distintos ámbitos diseccionan los libros divulgativos que más están dando que hablar.


En 1900, mientras el siglo XX despertaba, Sigmund Freud publicó una obra que cambiaría la forma en que la humanidad se sueña a sí misma: La interpretación de los sueños (Die Traumdeutung). Con este libro, inició una revolución en el campo de la psicología: la posibilidad de que los sueños tengan sentido y de que el inconsciente dirija gran parte de nuestra vida.

Más de un siglo después, las ideas de Freud sirven de base a gran parte del pensamiento contemporáneo, no sólo en el ámbito de la psicología, sino en la forma en que la humanidad se entiende a sí misma.

Un deseo reprimido

Durante siglos, los sueños fueron vistos como meras fantasías sin sentido o como presagios. La revolución freudiana consistió en afirmar que los sueños tienen un significado, y que descifrarlo nos permite asomarnos al inconsciente, ese territorio oculto donde se guardan nuestros deseos, miedos y conflictos más profundos.

Freud escribió: “El sueño es la realización (disfrazada) de un deseo reprimido”“. Esta idea, simple en apariencia, sacudió los cimientos de la psicología y la filosofía occidentales.

Acceder al inconsciente

La interpretación de los sueños no sólo introdujo el concepto de inconsciente como categoría científica, sino que también ofreció una metodología para acceder a él: el análisis de símbolos, la asociación libre, y el reconocimiento de que nuestros impulsos más íntimos se expresan a menudo de forma indirecta.

Este enfoque abrió caminos no sólo en el campo de la clínica psicoanalítica, sino también en la literatura, el arte, el cine y la crítica cultural.

Desafío a la racionalidad

El valor del libro no radica únicamente en su teoría, sino también en su coraje intelectual. Freud, médico de formación, se atrevió a desafiar los dogmas científicos de su tiempo, proponiendo que no somos seres plenamente racionales y conscientes, sino que estamos gobernados, en gran medida, por fuerzas invisibles. Hoy puede parecer obvio, pero en la Viena de finales del siglo XIX era una idea casi subversiva.

La interpretación de los sueños marca el punto de partida del psicoanálisis como disciplina y establece el método de exploración del inconsciente a través del contenido onírico.

Riqueza literaria

Además, es un texto que sorprende por su riqueza literaria. Freud no solo explica conceptos: narra, argumenta, se confiesa. Mezcla observaciones clínicas con sus propios sueños, incluyendo el famoso “sueño de la inyección de Irma”, inaugurando así un estilo de escritura que combina la precisión científica con la introspección humanista.

Su influencia fue inmediata en algunos círculos y resistida en muchos otros. Como suele ocurrir con los grandes innovadores, Freud fue ridiculizado, combatido y, finalmente, aceptado. Años después, sus ideas no sólo impregnaban la psicología, sino también la literatura de Kafka, el arte de Dalí o la arquitectura conceptual de las ciencias humanas.

Hoy, La interpretación de los sueños sigue siendo un libro que interroga, provoca y estimula. En un tiempo donde la velocidad y la superficialidad dominan, Freud nos recuerda que comprendernos requiere detenernos, escuchar nuestros propios relatos oníricos y aceptar que somos más complejos –y más fascinantes– de lo que parece.

Freud y la neurociencia moderna

A pesar de las críticas que ha recibido desde algunos sectores científicos, especialmente por la falta de verificación empírica de muchas de sus tesis, Freud no ha sido del todo desacreditado por la neurociencia moderna. Si bien es cierto que hoy se reconoce que los sueños no son exclusivamente realizaciones de deseos reprimidos, estudios recientes han confirmado que durante el sueño REM –fase donde los sueños son más vívidos– se activan áreas del cerebro relacionadas con la emoción, la memoria y el procesamiento simbólico.

Investigadores como Mark Solms, pionero en el campo de la neuropsicoanálisis, han defendido que ciertas intuiciones freudianas –como la existencia de conflictos inconscientes o la función emocional del soñar– tienen correlatos en la neurobiología. Así, aunque muchas teorías han evolucionado o sido reformuladas, la idea de que el sueño revela aspectos profundos de la mente humana sigue vigente, ahora en diálogo con la ciencia del cerebro.

Nuestro yo oculto

La trascendencia de La interpretación de los sueños no reside únicamente en su ambición de descifrar el significado de los sueños, sino en algo mucho más profundo: fue el primer gran texto que se atrevió a postular, con argumentos clínicos y teóricos, la existencia de una dimensión psíquica no racional, invisible y poderosa.

Freud no sólo interpretó sueños, sino que abrió una puerta a lo que hasta entonces se ignoraba: que dentro de nosotros actúan fuerzas inconscientes que influyen en nuestra conducta, nuestras decisiones y hasta en nuestras enfermedades.

El mérito del libro fue convertir esa hipótesis en un corpus articulado, capaz de poner sobre la mesa la complejidad del alma humana más allá de la razón, invitando a prestar atención a lo que no decimos, a lo que reprimimos y a lo que se escapa de nuestra voluntad.

Más de un siglo después, Freud nos recuerda que cada sueño es un recuerdo inacabado de lo que somos… y también una promesa de lo que podríamos llegar a ser.

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Fernando Díez Ruiz no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. ‘La interpretación de los sueños’: el libro que cambió cómo nos conocemos – https://theconversation.com/la-interpretacion-de-los-suenos-el-libro-que-cambio-como-nos-conocemos-256243

Algoritmos en los juzgados, ¿una ayuda o un peligro?

Source: The Conversation – France – By Gema Marcilla Córdoba, Profesora Titular de Filosofía del Derecho, Universidad de Castilla-La Mancha

Alexander Limbach/Shutterstock

¿Y si la próxima sentencia que decida nuestro futuro la escribiera un programa tan complejo que ni sus creadores saben explicar del todo cómo razona?

El derecho ha ido siempre de la mano de la tecnología. Muchos hitos jurídicos han sido posibles debido a previos hitos tecnológicos: la escritura hizo posible la publicidad normativa; la imprenta multiplicó el acceso a las fuentes jurídicas; la informatización y digitalización han marcado a las profesiones jurídicas desde finales del siglo pasado. Y hoy en día, la inteligencia artificial –sobre todo, los grandes modelos de lenguaje– se sienta en el estrado.

Esta nueva “colaboradora” es poderosa: resume miles de folios en segundos e identifica patrones de decisión en la legislación, ka jurisprudencia y la doctrina con un celo y rapidez extraordinarios. También puede revisar las pruebas; por ejemplo, las grabaciones de testimonios, encontrando matices que pasan desapercibidos al humano.

Pero su entrada en la sala de vistas no es inocua.

La jurisdicción es, junto al legislador, un órgano vital del Estado de derecho. Su legitimidad descansa en resolver los casos particulares sobre la base exclusiva de normas jurídicas (normas preestablecidas). “El juez es la boca que pronuncia las palabras de la ley; seres inanimados que no pueden moderar ni la fuerza ni el rigor de las leyes”, escribía Montesquieu en 1748, en su obra El espíritu de las leyes.

La inevitable subjetividad humana

Pese al ideal de juez neutral, el juez real inevitablemente adolece de subjetividad. No hablamos aquí ni de politización de la justicia, ni mucho menos de prevaricación. Por más virtuoso que sea, interpretará la realidad jurídica desde sus esquemas cognitivos.

Los juristas, teóricos y prácticos, se han esforzado por preservar el principio de legalidad, es decir, por salvaguardar la imparcialidad y la independencia de los jueces. Aunque este objetivo sea inalcanzable al cien por cien debido a la irremediable subjetividad humana.

Resulta por ello paradójico que ahora, que gracias a la IA estamos cada vez más cerca de que un ser verdaderamente inanimado e impasible (un algoritmo) pueda hacer justicia, la Unión Europea no dude en calificar de “alto riesgo” a cualquier sistema de IA que ayude a los jueces y magistrados a interpretar hechos o normas (según recoge el artículo 6 del Reglamento 2024/1689 de Inteligencia Artificial).

El mensaje es contundente: la tecnología puede asistir, jamás sustituir a la decisión de un juez humano.

Sistemas de alto riesgo

La IA genera tanto entusiasmo como inquietudes y dudas. Ya en 2014, el filósofo sueco Nick Bostrom resaltaba que la automatización del aprendizaje, aspecto clave en la IA, puede conducir a una “explosión de inteligencia”.

La “superinteligencia artificial” implicaría no solo nuevos esquemas conceptuales incomprensibles para el humano, sino algoritmos libres, desvinculados de nuestros valores, de manera que las máquinas pudieran dirigir toda su actuación a objetivos absurdos o perjudiciales para la humanidad.

Sin necesidad de plantear un escenario a largo plazo o futurista como el que indica Bostrom, los riesgos presentes son palpables. En lo que respecta a la IA jurisdiccional, los modelos, a menudo, “alucinan”, llegando a inventar resoluciones de tribunales inexistentes. Asimismo, operan como “cajas negras”, sin trazabilidad ni explicabilidad de sus respuestas. E interactúan con quien los usa sin dejar rastro del legal prompting –preguntas introducidas, aplicando el procesamiento del lenguaje natural– que haya tenido lugar.

Además, heredan sesgos ideológicos de los datos con los que fueron entrenados. Es decir, conforman sus respuestas sobre la base del aprendizaje de premisas o patrones infundados en relación con la raza, el género, las tendencias sexuales, la capacidad adquisitiva, el nivel de endeudamiento, etc.

Junto con los problemas que suponen estos sesgos, es consustancial a la IA el sesgo estadístico, entendiendo por tal la prevalencia de los datos que estadísticamente tienen más peso. En lo que respecta al derecho, ello puede suponer una suerte de “clonación” del pasado jurisprudencial, congelando la evolución en la interpretación de las normas.

La última palabra para el juez

¿La solución? Diseño consciente y responsable de tales problemas y supervisión humana. Para ello resulta esencial un marco de trabajo pluridisciplinar, de estrecha colaboración entre expertos en sistemas de IA y expertos en derecho.

El Reglamento de IA exige documentación técnica exhaustiva, auditorías de sesgo y la posibilidad de recrear cada paso del razonamiento jurídico algorítmico. La Carta de la Comisión Europea por la Eficacia en la Justicia (CEPEJ), de 2018, o el Dictamen XXIV de la Comisión Iberoamericana de Ética Judicial recuerdan que toda recomendación generada por un sistema automático debe ser revisada críticamente por el juez, quien conserva la última palabra y la carga de motivar su decisión.

Nada de esto significa demonizar la tecnología. Bien gobernada, la inteligencia artificial libera tiempo, tan necesario para que la tutela judicial sea verdaderamente efectiva. Pero si se despliega sin salvaguardas, la promesa de efectividad puede mutar en una justicia algorítmica “mecanicista” en el peor de los sentidos, pues no por ser una máquina sería objetiva, sino aleatoria y opaca en la elección de las normas que aplica.

Un cerebro sintético que nunca se cansa no es preferible a un juez de carne y hueso –con la experiencia de las complejidades de la práctica jurídica–. Más bien el juez de nuestros días debe ser tanto un experto en el derecho como en el algoritmo que le ayuda a aplicarlo.

The Conversation

Gema Marcilla Córdoba no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. Algoritmos en los juzgados, ¿una ayuda o un peligro? – https://theconversation.com/algoritmos-en-los-juzgados-una-ayuda-o-un-peligro-257746

En las redes sociales, los bulos sobre salud corren mucho más rápido que los hechos

Source: The Conversation – France – By Ivan Herrera Peco, Profesor e Investigador en Salud., Universidad Camilo José Cela

Los profesionales de la salud pueden contrarrestar la desinformación lanzando mensajes claros y cercanos. Nattakorn_Maneerat/Shutterstock

El conocimiento de la salud ha sufrido grandes cambios, pasando de la visión del médico como única fuente de información a la inmediatez del acceso a internet. Confiamos en la red para buscar una respuesta acorde a nuestras expectativas, ya sea en un vídeo corto, un tuit viral o una historia de Instagram.

Sin embargo, esta inmediatez tiene su lado oscuro –y a veces siniestro– cuando ayuda a difundir información no contrastada, o directamente mal intencionada. Tengamos en cuenta que los bulos corren mucho más rápido que los hechos.

Al hablar de desinformación en temas de salud, nos referimos a esos mensajes falsos, incompletos o engañosos que circulan por internet. A veces son intencionados, por intereses políticos o económicos, y otras nacen de malentendidos o bien se aprovechan de la falta de cultura digital de su público.

Graves consecuencias

Pero, en cualquier caso, pueden tener consecuencias muy graves: hay personas que dejan tratamientos, retrasan ir al médico, se automedican o prueban cosas peligrosas por lo que han visto en un vídeo.

Por ejemplo, en agosto de 2021, las llamadas por intoxicación con ivermectina a los centros de toxicología de EE. UU. aumentaron más del 200 % en solo cuatro semanas, tras viralizarse vídeos que la presentaban como un tratamiento definitivo contra el coronavirus.

La vacunación es precisamente un blanco favorito de la desinformación. Durante la pandemia se observó que más del 25 % de los vídeos más vistos sobre covid en YouTube contenían información falsa.

Y otro exponente ilustrativo son los vídeos sobre la llamada real food (comida real), que, como revela un estudio, llegan a proponer la dieta como única “cura”. En este caso también, la desinformación se propaga más rápido que los desmentidos.

La salud mental, en el punto de mira

Un capítulo aparte merece la salud mental. Aunque las redes funcionen como espacios de apoyo que facilitan el acceso a herramientas que permiten mejorar el autocuidado y el contacto con otras personas en un entorno seguro, también son caldo de cultivo para ideas erróneas y estigmas.

Es algo muy tangible en temas como la esquizofrenia. YouTube está plagado de testimonios que suenan convincentes, pero cuidado: un análisis de 100 vídeos en español revela que solo el 39 % cita estudios de verdad, y la nota media de fiabilidad apenas pasa del aprobado.

Y si revisamos TikTok o X, veremos que la mitad de los posts asocia esquizofrenia con “peligro”, dramatiza voces homicidas o se burla de las personas diagnosticadas de esquizofrenia.

Los algoritmos alimentan los bulos

De hecho, lo que se hace viral rara vez es lo más fiable, y muchas veces es justo lo contrario. Además, hay que añadir que los algoritmos de búsqueda están diseñados para mostrar contenidos con los que estamos más de acuerdo, obviando otros más auténticos.

En nuestras observaciones hemos visto que lo que arrasa en redes no es lo más riguroso, sino lo que más emociona, impacta o genera polémica. Por ejemplo, quienes difunden “zumos milagro” suelen esgrimir estudios preliminares sacados de contexto.

Muy significativo es el caso de un ensayo publicado en 2018 que circula de modo recurrente. Según sus conclusiones, 20 personas con diabetes tipo 2 que tomaron dos miligramos de zumo de noni por kilo de peso corporal al día durante ocho semanas lograron reducciones modestas pero significativas de glucemia. El propio artículo remarca que fue un estudio piloto, sin grupo placebo y con seguimiento breve. Insuficiente, por lo tanto, para afirmar que un zumo cure la diabetes.

Resulta complicado que se difundan este tipo de matizaciones. Un estudio reciente analizó cómo se habla de las dietas detox en internet y encontró que menos del 10 % de los mensajes intentan desmentir sus supuestos beneficios.

Muchos de esos contenidos echan mano de palabras como “toxinas” sin explicar bien a qué se refieren, lo que genera confusión. Mientras que quienes defienden estas prácticas la usan para justificar tratamientos sin evidencia, los expertos en salud lo critican por no tener base científica.

Esta mezcla de conceptos hace que muchas personas no sepan diferenciar entre información fiable y pseudociencia. Y mientras tanto, los vídeos y mensajes confusos o falsos tienen millones de visitas antes de que nadie lo desmienta. Para cuando los profesionales intentan corregir el error, el bulo ya ha echado raíces y su propagación es enorme y casi imparable.

Supuestos expertos sin formación

Además, mucho de este contenido no viene de expertos, sino de personas sin formación en salud.
Algunos solo buscan fama, y otros, dinero. ¿El resultado? Gente que confía en consejos peligrosos porque suenan fáciles y están bien presentados.

Los números lo dejan claro. Un análisis de 676 publicaciones de las cuentas de nutrición más influyentes de Australia detectó que el 44,7 % contenía errores y que las procedentes de marcas o “gurús” del fitness –sin formación sanitaria– lograban un 70 % más de interacciones pese a ser mucho menos rigurosas que las gestionadas por nutricionistas.

También ayuda la irresponsabilidad de algunas celebridades. Un estudio del año 2024 se centró en valorar como ciertos famosos pueden ayudar a la difusión de la desinformación “reinterpretando” los términos médicos o, incluso, a través de la ideología política.

En definitiva, existe una primacía de la rentabilidad y el aumento del tráfico sobre el rigor. De acuerdo con un revelador trabajo que revisó 22 experimentos, basta un lenguaje coloquial y una foto cuidada para que la audiencia otorgue credibilidad, incluso si el autor no tiene ningún tipo de formación o titulación relacionada con la salud.

La ciencia, en un segundo plano

Los profesionales del ámbito sanitario también están en las redes sociales, pero su voz no llega tan lejos. ¿Por qué? Porque no tienen formación en comunicación digital, ni el apoyo que necesitan de sus instituciones. Muchos hospitales aún no entienden cómo funcionan las redes ni qué tipo de contenido conecta con la gente.

Y claro, los mensajes médicos suelen ser largos, fríos o muy técnicos, mientras que los bulos se transmiten con una frase pegadiza, música de fondo y testimonios emotivos. No hace falta que haya evidencia científica real detrás porque apelan a las emociones o a discursos que suenan científicos pero no lo son.

No es que falte la verdad, es que falta saber cómo contarla.

La importancia de la educación y el pensamiento crítico

No podemos dejar que los bulos ocupen el hueco que la ciencia no ha sabido llenar. No se trata de competir con la mentira, sino de ofrecer una información mejor: clara, cercana y humana.

Es básico aprender a detectar esa información perjudicial. La educación en salud y el pensamiento crítico tienen que empezar desde pequeños. Y los profesionales, además de curar, deben estar preparados para informar.

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Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.

ref. En las redes sociales, los bulos sobre salud corren mucho más rápido que los hechos – https://theconversation.com/en-las-redes-sociales-los-bulos-sobre-salud-corren-mucho-mas-rapido-que-los-hechos-255893