Visitas a Auschwitz, selfies en Chernóbil: los atractivos del turismo oscuro

Source: The Conversation – (in Spanish) – By James Manuel Pérez-Morón, Profesor Escuela Internacional de Ciencias Económicas y Administrativas, Universidad de La Sabana

Mujer caminando por el suelo podrido en un gimnasio abandonado en Pripyat, Ucrania, después de la explosión de Chernóbil.

¿Cambiaría la comodidad de un hotel cinco estrellas por las frías paredes de una prisión abandonada, la suave brisa soplando en una playa paradisíaca por el silencio estremecedor de un antiguo campo de concentración?

¿Y si sus vacaciones incluyeran el recorrido por escenarios de masacres y batallas o escuchar relatos de muerte narrados por antiguos sicarios?

Aunque pueda parecer una elección imposible, hay personas que optan por destinos asociados con lo trágico o escabroso. Esta práctica tiene nombre, incluso varios. Se le llama turismo oscuro, turismo mórbido, turismo del dolor, turismo de nostalgia, turismo de tristeza o tanatoturismo.

El tamaño del fenómeno

En febrero de 2025, el mercado global del turismo oscuro ascendía a 3,7 mil millones de dólares, con proyecciones que indican que alcanzará los 40,2 mil millones en 2033, a un ritmo de crecimiento anual del 3 %.

Aunque la Organización Mundial del Turismo no ofrece estadísticas específicas para este tipo de turismo, permite inferir su auge el aumento del número de visitantes a:

Algunos países publican cifras precisas: el memorial del 11‑S en Nueva York ha recibido más de 20 millones de visitantes desde su apertura. El campo de concentración de Auschwitz, en Polonia, sigue siendo uno de los sitios más visitados de Europa con cerca de dos millones de personas al año. Hasta el inicio de la guerra, en 2022, Chernóbil había registrado más de 100 000 turistas por año.

¿Qué motiva al turista oscuro?

Algunos buscan comprender mejor el pasado, otros rendir homenaje a las víctimas o vivir experiencias emocionales profundas. Más allá de lo escabroso, puede haber una búsqueda de vivencias que conecten con el dolor y con la historia.

Este tipo de turistas no suelen ser los viajeros tradicionales, que buscan playas o descanso. Más bien mezclan el perfil del turista cultural con el aventurero. Rechazan el turismo masivo y prefieren lo experiencial, introspectivo y conmovedor.

El perfil más común del turista oscuro es el de personas adultas con alto poder adquisitivo que eligen, por ejemplo, recorrer ciudades marcadas por un conflicto armado o visitar monumentos conmemorativos que recuerdan a héroes o víctimas de conflictos.

De la guerra al turismo: territorios resignificados

Las guerras han dejado tras de sí un legado que muchos países han transformado en memoria y turismo. Hiroshima y Nagasaki, que en agosto de 1945 se vieron arrasadas por las bombas nucleares estadounidenses, son hoy “ciudades de paz”, integradas en asociación para contribuir a la consecución de una paz mundial duradera que promueven museos y parques conmemorativos y reciben entre 6 y 8 millones de visitantes anuales.

Alemania, Francia y Bélgica han convertido trincheras, bunkers y cementerios de guerra en atractivos turísticos, siempre bajo un enfoque educativo y de recuerdo.

Chernóbil, por su parte, se ha convertido en un símbolo del turismo de catástrofes. A pesar del peligro generado por las radiaciones, miles de personas pagan por caminar entre sus ruinas, impulsadas incluso por el éxito de series televisivas y películas.

Lo mismo ocurre con otros destinos afectados por desastres naturales, como Nueva Orleans (huracán Katrina, 2005) o Japón (terremoto y posterior tsunami, 2011), que han desarrollado rutas de interpretación del riesgo.

Turismo y crimen: una línea delicada

Otro componente del turismo oscuro es el turismo relacionado con el crimen y la violencia. En Italia, Mexico, Colombia, por ejemplo, existen recorridos por rutas relacionadas con la vida de extintos capos del narcotráfico, barrios donde operaban carteles o visitas teatralizadas a campamentos guerrilleros simulados.

El turismo sombrío también incluye sitios donde murieron de forma violenta personas famosas. Está el portal del edificio Dakota, en Nueva York, donde fue asesinado John Lennon en 1980. En Dallas es visita casi obligada la zona de la plaza Dealey, por donde pasaba la comitiva presidencial cuando, en noviembre de 1963, un francotirador hirió mortalmente al presidente Kennedy.

En París, en la entrada al túnel bajo el puente de Alma, en París, está la plaza Diana en memoria de Diana Spencer, Lady Di, que murió al chocar contra uno de los pilares del túnel el coche en el que huía de los paparazzis.

Otros lugares clásicos del turismo oscuro son la prisión de Alcatraz (que ahora Trump se ha propuesto recuperar para su uso original), las catacumbas de París o las ruinas de Pompeya. Todos estos lugares, además de por su valor histórico, despiertan un interés especial por haber sido lugares de muerte, encierro o destrucción.

Dolor que genera conciencia y crecimiento

El turismo oscuro no es una moda pasajera. Es una expresión compleja del deseo humano por conectar con los eventos más dolorosos de la historia.

Tampoco se trata de mercantilizar el dolor ni de banalizar el sufrimiento, sino de promover una forma de turismo que si es ético, respetuoso y responsable, puede cumplir una doble función: ofrecer una experiencia significativa al visitante y generar ingresos para comunidades que fueron víctimas de conflictos, catástrofes o de la violencia estructural.

Además de generar empleo local e impulsar el desarrollo económico de la zona, el turismo sombrío puede ser una oportunidad para el resarcimiento (aunque sea simbólico) de las víctimas, y para educar e intentar prevenir futuras tragedias.

Visitar estos lugares implica un llamado a la conciencia: antes de tomarse una selfie o buscar la mejor foto para publicar en redes sociales, recuerde que está pisando escenarios marcados por el sufrimiento humano. La empatía debe guiar cada paso del recorrido.

Mirar este turismo con seriedad, evitar conductas inapropiadas y asegurar su gestión ética es el primer paso para transformar la tristeza en conciencia y el pasado en posibilidad de un presente y futuro más justo.

The Conversation

James Manuel Pérez-Morón no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. Visitas a Auschwitz, selfies en Chernóbil: los atractivos del turismo oscuro – https://theconversation.com/visitas-a-auschwitz-selfies-en-chernobil-los-atractivos-del-turismo-oscuro-261488

TotalEnergies : Objectif Wall Street

Source: The Conversation – in French – By Rémi Janin, Maître de conférences – Reporting financier et extra financier des organisations à Grenoble IAE INP – Chaire Impacts & RSE, Université Grenoble Alpes (UGA)

Les investisseurs des États-Unis détiennent déjà près de 40 % du capital de TotalEnergies en 2024, contre 25,3 % pour les actionnaires français. Jean-Luc Ichard/Shutterstock

La société TotalEnergies souhaite être cotée aux États-Unis. Cette décision interroge : pourquoi un fleuron du CAC 40 tourne-t-il son regard vers Wall Street ? Quels bénéfices en attend-il ? Que révèle cette opération sur le fonctionnement des marchés, des régulations et du capitalisme énergétique européens ?


Le projet de double cotation de TotalEnergies aux États-Unis questionne sur ses motivations profondes et ses implications financières. Si l’entreprise insiste sur le fait que « TotalEnergies est déjà cotée à New York » et qu’elle souhaite « transformer les certificats American Depositary Receipt, qui sont aujourd’hui la base de [sa] cotation aux États-Unis, en actions ordinaires », cette décision n’en reste pas moins stratégique.

La double cotation permet à une entreprise d’être cotée directement sur deux places boursières. Dans le cas de TotalEnergies, il ne s’agirait plus de maintenir les American Depositary Receipts (ADR) – actuellement utilisés pour accéder au marché états-unien –, mais de coter ses actions ordinaires à la Bourse de New York, tout en conservant leur cotation sur Euronext Paris. Cela permettrait aux mêmes actions d’être échangées en euros en Europe et en dollars aux États-Unis.

Double cotation

L’objectif immédiat du projet est de convertir les certificats ADR, qui représentent environ 9 % du capital de l’entreprise, en actions ordinaires cotées sur le New York Stock Exchange (NYSE). Les ADR sont des certificats négociables, émis par une banque américaine, représentant la propriété d’une action d’une société étrangère, et permettant leur négociation sur les marchés du pays de l’Oncle Sam. La conversion des ADR permettrait aux investisseurs états-uniens d’acheter des titres TotalEnergies directement, sans passer par des véhicules intermédiaires. Elle réduit les coûts d’intermédiation et facilite la liquidité.

Cette mutation est d’autant plus crédible que les investisseurs des États-Unis détiennent déjà près de 40 % du capital de TotalEnergies, en 2024, contre 25,3 % pour les actionnaires français. La part des fonds d’investissement états-uniens y est déterminante, en particulier le fonds BlackRock qui, avec 6,1 % du capital, est le premier actionnaire du groupe). De plus, les valorisations des majors américaines restent généralement supérieures à celles de leurs homologues européens. Le titre TotalEnergies se négocie ainsi à Paris à environ 3,5 fois l’Ebitda (soldes intermédiaires de gestion, ndlr), contre 6,5 fois pour ExxonMobil. En clair, tout en conservant une cotation à Paris, le « centre de gravité » boursier de l’entreprise se déplacerait mécaniquement.

Arbitrage entre Paris et New York

L’arbitrage entre NYSE et Euronext Paris consisterait, en théorie, à acheter des actions à un prix plus bas sur un marché (Paris), puis à les revendre à un prix plus élevé sur un autre (New York), tirant profit du différentiel de valorisation. Dans les faits, cette stratégie est très difficile à mettre en œuvre pour une entreprise comme TotalEnergies. Plusieurs obstacles s’y opposent :

  • Il existe des délais de règlement entre les deux marchés, empêchant une exécution instantanée.

  • Les fiscalités et régulations diffèrent selon les juridictions, complexifiant les transferts d’actions.

  • Les fuseaux horaires et la structure des marchés rendent difficile la synchronisation des opérations.

  • Les volumes de marché et la liquidité ne sont pas strictement équivalents sur les deux places.

  • Les programmes de rachat d’actions sont encadrés par des règles strictes : prix maximum, période autorisée, finalités déclarées (rémunération, annulation, etc.).

TotalEnergies ne peut donc pas légalement racheter massivement ses actions à Paris pour les revendre sous une autre forme à New York. Autrement dit, la double cotation vise moins à exploiter un arbitrage immédiat qu’à créer un accès direct et stable au marché américain, dans l’objectif d’attirer les investisseurs, d’améliorer la liquidité du titre et, à terme, d’obtenir une meilleure valorisation.

Mise en conformité

Techniquement, ce transfert nécessite une mise en conformité avec les règles de l’autorité de marchés américaine, la Securities and Exchange Commission (SEC) :

  • Un reporting financier aux normes comptables du pays, l’United States Generally Accepted Accounting Principles (US GAAP).

  • Une application drastique de la loi Sarbanes-Oxley qui oblige toutes les sociétés publiques à faire rapport de leurs contrôles comptables internes à la SEC.

  • La nomination d’un représentant légal aux États-Unis.

  • L’adaptation des structures internes à cette nouvelle configuration réglementaire et boursière.

L’exemple de TotalEnergies renvoie à celui de STMicroelectronics, dont la double cotation (Paris et NYSE) existe depuis son introduction en bourse, en 1994. Dans les années 2000, la liquidité du titre s’est déplacée progressivement vers New York, en raison d’une valorisation plus favorable et d’une structure actionnariale influencée par les fonds d’investissements états-uniens.

Maximisation de la valeur actionnariale

Le choix d’une double cotation répond à une logique bien ancrée depuis la révolution libérale des années 1980, impulsée par Milton Friedman et l’école de Chicago : celle de la maximisation de la valeur actionnariale.




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TotalEnergies s’illustre avec un retour sur capitaux employés de 19 %, le plus élevé de toutes les majors pétrolières. Le groupe offre un rendement exceptionnel pour ses actionnaires : un dividende de 3,22 euros par action en 2024, soit une progression de 7 %. Le rendement moyen est de 5,74 % sur les cinq dernières années, contre 3 % pour l’ensemble des valeurs du CAC 40.

Son président-directeur général Patrick Pouyanné défend le choix d’une politique de distribution de dividendes soutenue lors de son discours à l’assemblée générale du groupe du 23 mai 2025 :

« Je sais aussi ce qui vous tient le plus à cœur, à travers ces échanges, c’est la pérennité de la politique du retour à l’actionnaire et notamment du dividende. Laissez-moi vous rassurer tout de suite, TotalEnergies n’a pas baissé son dividende depuis plus de quarante ans, même lorsque votre compagnie a traversé des crises violentes comme celle liée à la pandémie de Covid-19, et ce n’est pas aujourd’hui ni demain que cela va commencer. »

Les résolutions sur l’approbation des comptes et l’affectation du résultat soumises à l’assemblée générale du 23 mai 2025 ont recueilli plus de 99 % de votes favorables. Ces scores confortent la direction dans sa trajectoire conforme aux principes de la gouvernance actionnariale.

Prime de valorisation

Dans cette optique, la cotation à New York est d’autant plus attrayante qu’elle s’accompagne d’une prime de valorisation. En 2024, les certificats ADR TotalEnergies ont progressé de 8,6 % en dollars contre 1,4 % pour l’action à Paris).

Les gains de valeur boursière générés par une double cotation sont clairement avérés. Dans une étude publiée en 2010, la Federal Reserve Bank of New York démontre que les entreprises cotées qui s’introduisent sur un marché de prestige supérieur (comme Wall Street) « enregistrent des gains de valorisation significatifs durant les cinq années suivant leur introduction en bourse ».

La littérature académique met en évidence que la cotation croisée favorise une couverture accrue par les analystes financiers, en particulier américains. Cette visibilité renforcée améliore la diffusion de l’information, réduit l’asymétrie d’information entre l’entreprise et les investisseurs et renforce ainsi la confiance des marchés. Elle influence directement le coût du capital : les investisseurs sont prêts à financer l’entreprise à un taux réduit, car ils perçoivent un risque moindre. En d’autres termes, une entreprise mieux suivie, plus claire et mieux valorisée sur les marchés peut obtenir des financements à des conditions avantageuses.

Green Deal européen

TotalEnergies justifie son projet par des considérations économiques et financières. Mais ce repositionnement intervient dans un contexte réglementaire européen tendu, marqué par une montée en puissance des exigences de transparence, de durabilité et de prise en compte des parties prenantes au-delà des seuls actionnaires. Cette logique, inspirée de l’approche dite de la stakeholder value, est promue, notamment, par R. Edward Freeman (1984).

Cette dynamique est aujourd’hui remise en question. Les débats se cristallisent autour de la législation Omnibus, qui cherche à assouplir certaines exigences du cadre ESG, issu du Green Deal (pacte vert) européen, souvent critiqué pour ses répercussions possibles sur la compétitivité des entreprises européennes.

Dans le cadre du Green Deal, la directive Corporate Sustainability Reporting et les normes ESRS E1 (European Sustainability Reporting Standards) renforcent la transparence des grandes entreprises de plus de 1 000 salariés, selon la dernière proposition de la Commission européenne, en matière de risques climatiques et de leurs impacts environnementaux. En ce sens, ces directives offrent des leviers de contrôle supplémentaires aux parties prenantes désireuses d’interroger certaines stratégies de grandes entreprises comme TotalEnergies, notamment climatiques.

ESG et monde décarboné

Selon les deux derniers rapports de durabilité de TotalEnergies, la part des investissements durables du groupe (au sens de la taxonomie verte européenne mise en place dans le cadre du Green Deal) est tombée à 20,9 % en 2024, contre 28,1 % en 2023.

Lors de la dernière assemblée générale, Patrick Pouyanné a défendu cette orientation en soulignant notamment :

« Tant que nous n’aurons pas construit un système énergétique mondial décarboné, fiable et abordable, nous devrons continuer à investir dans les énergies traditionnelles. »

En déplaçant partiellement son centre de gravité vers les États-Unis, TotalEnergies consoliderait de facto son ancrage à un marché financier américain globalement moins en attente en matière d’ESG. Ainsi, lors de son audition au Sénat en avril 2024, Patrick Pouyanné soulignait :

« Du fait notamment du poids des critères environnementaux, sociaux et de gouvernance en Europe, la base d’actionnaires européens de TotalEnergies diminue […] alors que les actionnaires américains achètent TotalEnergies. »

The Conversation

Les auteurs ne travaillent pas, ne conseillent pas, ne possèdent pas de parts, ne reçoivent pas de fonds d’une organisation qui pourrait tirer profit de cet article, et n’ont déclaré aucune autre affiliation que leur organisme de recherche.

ref. TotalEnergies : Objectif Wall Street – https://theconversation.com/totalenergies-objectif-wall-street-258086

Qu’est-ce que l’arsenalisation de l’espace extra-atmosphérique ?

Source: The Conversation – in French – By Katia Coutant, Chercheuse associée à la chaire Espace de l’ENS-PSL, Université Paris Nanterre – Université Paris Lumières

L’humanité a longtemps connu deux terrains de conflictualité : la terre et la mer. L’air est venu s’y ajouter au début du XXe siècle ; cent ans plus tard est venu le temps du cyber… mais quid de l’espace ? Si les affrontements armés entre vaisseaux spatiaux relèvent encore de la science-fiction, l’arsenalisation de l’espace est déjà en cours. Mais de quoi parle-t-on exactement quand on emploie cette expression de plus en plus en vogue ?


À première vue, on pourrait définir l’arsenalisation de l’espace comme l’ensemble des technologies, des activités et des capacités qui visent à permettre le combat et les actions offensives dans l’espace extra-atmosphérique, par exemple à travers le placement d’armes en orbite.

Pourtant, le terme et son champ exact restent sujets à débat, et l’expression de « course à l’armement dans l’espace » pourrait lui être préférée.

« Arsenalisation » ou « militarisation » ?

L’usage croissant de l’expression « arsenalisation » reflète la conception grandissante de l’espace extra-atmosphérique comme étant un terrain de conflictualité. La définition même de l’arsenalisation est débattue, et soulève l’enjeu de la distinction entre l’arsenalisation et la militarisation de l’espace.

La militarisation couvrirait l’utilisation des moyens spatiaux en soutien à des opérations militaires et aurait ainsi un objet différent de l’arsenalisation. Prenons des exemples : un satellite d’observation utilisé pour surveiller des mouvements de troupes au sol relève a minima de la militarisation. Un dispositif en orbite capable de détruire un satellite adverse, au moyen d’un laser ou d’un missile, relève à coup sûr de l’arsenalisation.

Le groupe d’experts gouvernementaux chargé d’étudier de nouvelles mesures concrètes de prévention d’une course aux armements dans l’espace, rattaché à l’Organisation des Nations unies (ONU), prend en compte toutes les menaces liées aux infrastructures spatiales, y compris les vecteurs « Terre-espace, espace-Terre, espace-espace, et Terre-Terre ». Cette conception large permet de mieux identifier les risques liés à la prolifération d’armes en lien avec le secteur spatial, sans se limiter au piège de la cible géographique parfois associé à l’arsenalisation.

Quelles sont les menaces existantes ?

Il existe différents types de systèmes ou armes ciblant les infrastructures spatiales. Les tests antisatellitaires à ascension directe, dont la légalité est questionnée à l’ONU actuellement, consistent en la capacité pour un État de tirer sur ses propres satellites depuis la Terre.

Si, jusqu’ici, les tirs réalisés par les États ont consisté en des tests sur leurs propres satellites, ces tirs soulèvent toutefois le problème de la création de débris et des risques de collision de ceux-ci avec des satellites, et prouvent que ces États sont capables de viser (et d’atteindre) un satellite ennemi.

La question « Existe-t-il des armes positionnées dans l’espace qui pourraient viser la Terre ? » est souvent posée. Bien que ce soit en théorie envisageable, en pratique, les États n’ont pas recours à ce type de projets.

Les coûts de développement et de maintenance ainsi qu’une efficacité questionnable expliquent la préférence pour les techniques terrestres.

Surtout, de nombreuses technologies duales – c’est-à-dire d’utilisation civile et militaire – existent. Un satellite d’observation peut aussi bien servir à surveiller la déforestation qu’à repérer des infrastructures militaires. Ce flou complique considérablement la mise en place de règles claires.

Si l’on se limite aux technologies visant des cibles dans l’espace depuis l’espace, quelques exemples d’armes existent.

Déjà, en 1962, les États-Unis ont mené un essai d’explosion nucléaire dans l’espace, appelé Starfish Prime. Il a rendu inopérables de nombreux satellites, et les États ont par la suite décidé d’interdire les essais d’armes nucléaires dans l’espace. À ce jour, il n’y a donc pas d’armes nucléaires dans l’espace.

Au-delà des armes nucléaires, différentes technologies ont été essayées. Du côté soviétique, dès les années 1970, la station Almaz avait expérimenté l’installation d’un canon en orbite sur un satellite. Puis, en 2018, un satellite russe a été repéré très près d’un satellite franco-italien. Cette technologie, dite satellite « butineur », peut interférer avec le fonctionnement de la cible.

En réponse à cette situation, la France développe le système Laser Toutatis qui vise à équiper des satellites de défense d’un laser capable de neutraliser tout objet suspect qui s’en approcherait.

Guerre et paix dans l’espace

Cette présence d’armes confirme que l’espace est un lieu de conflictualité. Pourtant, dès 1967, grâce au Traité de l’espace, le principe de l’utilisation pacifique de l’espace a été acté.

Cette expression ne signifie pas que les armes sont illégales dans l’espace : leur présence n’est pas interdite tant qu’elles ne sont pas utilisées. Une nuance : en vertu de ce traité, si l’espace extra-atmosphérique peut accueillir certaines armes, les corps célestes, eux, demeurent entièrement exempts de toute arme, quelle qu’en soit la nature.

Ainsi, si l’on se limite à l’orbite autour de la Terre, l’arsenalisation est (pour l’instant) permise sauf pour les armes nucléaires et de destruction massive. Cela ne veut pas pour autant dire que le recours à la force armée est autorisé dans l’espace.

La Charte des Nations unies, également applicable dans l’espace, interdit le recours à la force ; en revanche est permise la légitime défense. C’est la raison pour laquelle les acteurs présentent leurs nouvelles technologies sous le nom de « technologie de défense active ».

Des initiatives visant à encadrer davantage ces pratiques existent, et des négociations sont en cours dans le cadre de la Conférence du désarmement à Genève.


La série « L’envers des mots » est réalisée avec le soutien de la Délégation générale à la langue française et aux langues de France du ministère de la culture.

The Conversation

Katia Coutant a reçu des financements du ministère de l’enseignement supérieur et de la recherche.

ref. Qu’est-ce que l’arsenalisation de l’espace extra-atmosphérique ? – https://theconversation.com/quest-ce-que-larsenalisation-de-lespace-extra-atmospherique-260465

La surprenante indépendance des femmes du Moyen Âge : ce que nous apprennent leurs testaments

Source: The Conversation – in French – By Joëlle Rollo-Koster, Professor of Medieval History, University of Rhode Island

Les testaments des femmes donnent une image plus nuancée de la vie au Moyen Âge que celle que les stéréotypes véhiculent, comme le montre _la Mort et la Prostituée_, de la duchesse de Lorraine [Philippe de Gueldre (1464-1547)](https://fr.wikipedia.org/wiki/Philippe_de_Gueldre), entrée dans les ordres après le décès de son époux. Gallica/BNF

Dans les villes européennes du début du Moyen Âge, les droits des femmes s’étendent même s’ils sont encore limités. Des cadeaux pour l’Au-delà, des corsages pour les plus pauvres ou des fonds pour la réparation de ponts : les testaments des femmes dans la France médiévale donnent un aperçu surprenant de leur quête d’indépendance.


Dans l’Europe du Moyen Âge, l’image de la femme se résumait souvent en deux mots : pécheresse ou sainte.

En tant qu’historienne du Moyen Âge, je donne cet automne un cours intitulé « Entre Ève et Marie : les femmes au Moyen Âge ». Le but du cours tente d’éclairer sur la façon dont les femmes du Moyen Âge se voyaient elles-mêmes.

Selon le récit biblique, Ève est la cause de l’expulsion des humains du jardin d’Éden, car elle n’a pas su résister à l’envie de croquer dans le fruit défendu par Dieu. Marie, quant à elle, réussit à concevoir le Fils de Dieu sans aucune relation charnelle.

Ces deux modèles sont écrasants. Le patriarcat considère dans les deux cas que les femmes ont forcément besoin de protection, qu’elles sont incapables de se prendre en main ou de se maîtriser, voire qu’elles sont attirées par le mal et doivent par conséquent être dominées et contrôlées. Mais comment savoir ce que pensent les femmes à l’époque médiévale ? Acceptent-elles réellement cette vision d’elles-mêmes ?

Je ne crois pas que l’on puisse totalement comprendre quelqu’un qui a vécu et qui est mort il y a plusieurs centaines d’années. Cependant, nous pouvons tenter de reconstituer partiellement son état d’esprit à partir des éléments dont nous disposons, comme les registres de recensement de population et les testaments.

Les documents datant de l’Europe médiévale à avoir été écrits ou même dictés par des femmes sont peu nombreux à nous être parvenus. Le manuel de Dhuoda et les écrits de Christine de Pisan sont de rares exceptions. Nous avons plus souvent accès à des documents administratifs, comme les registres de recensements ou les testaments. Il s’agit en général de formulaires rédigés dans un jargon juridique ou religieux par des scribes ou des notaires masculins.

Ces testaments et registres de recensement sont l’objet de mes recherches et ils nous ouvrent, même s’ils n’ont pas été rédigés par des femmes, une fenêtre sur la vie et l’esprit des femmes de l’époque. Ces documents suggèrent que les femmes du Moyen Âge disposaient bien au minimum d’une certaine forme de pouvoir pour décider de leur vie – et de leur mort.

Un recensement vieux de plusieurs siècles

En 1371, la ville d’Avignon (Vaucluse) organise un recensement de sa population. Le registre liste les noms de plus de 3 820 chefs de foyer. Parmi eux, 563 sont des femmes – des femmes responsables de leur propre foyer et qui n’hésitent pas à l’affirmer publiquement.

Ces femmes ne sont pas d’un statut social élevé, et l’histoire ne s’en souvient guère ; elles n’ont laissé de traces que dans ces registres administratifs. Célibataires ou mariées, un cinquième d’entre elles déclarent avoir une profession : de l’ouvrière non qualifiée à la servante, en passant par l’aubergiste, la libraire ou la tailleuse de pierre.

Près de 50 % de ces femmes déclarent un lieu d’origine. La majorité d’entre elles vient de la région d’Avignon et d’autres régions du sud de la France, mais environ 30 % viennent de ce qui est aujourd’hui le nord de la France, du sud-ouest de l’Allemagne et de l’Italie. Ainsi, l’immigration joue déjà un rôle substantiel à l’époque.

Illustration d’une femme blonde en robe rose portant un récipient en bois sur la tête
Illustration tirée du traité Taqwīm al-Ṣiḥḥa, ou Tacuinum sanitatis, (Tableau de santé), du médecin irakien Ibn Butlân, datant du XIᵉ siècle.
Bibliothèque nationale de France

La majorité des femmes venues de régions lointaines arrivent seules, ce qui tend à montrer que les femmes du Moyen Âge n’étaient pas nécessairement « coincées à la maison » sous la coupe d’un père, frère, cousin, oncle ou mari. Même si certaines finissent par se retrouver dans cette situation, il leur en a fallu du cran pour décider de partir.

Nouvelles villes, nouvelles vies

Dans des villes comme Avignon, où la proportion d’immigrants est élevée, les lignées de familles tendent à disparaître. Comme le suggère l’historien Jacques Chiffoleau, la plupart des Avignonnais de la fin du Moyen Âge sont des « orphelins », sans réseau familial étendu dans leur nouvel environnement – ce qui se reflète dans leur façon de vivre.

Depuis le XIIe siècle, les femmes du sud de la France sont considérées comme sui iuris – c’est-à-dire autonomes, capables de gérer leurs affaires juridiques –, si elles ne sont pas sous la tutelle d’un père ou d’un mari. Elles peuvent disposer de leurs biens comme elles l’entendent et les transmettre à leur gré, aussi bien de leur vivant qu’après leur mort. Les dots des filles mariées les empêchent souvent d’hériter des biens parentaux, car en principe la dot remplace l’héritage. Mais en l’absence d’héritier de sexe masculin, elles aussi peuvent hériter.

À la fin du Moyen Âge, les droits juridiques des femmes s’élargissent, car l’anonymat de la ville et l’immigration transforment les relations sociales. Elles peuvent devenir tutrices légales de leurs enfants. Mieux encore, à en juger par les testaments féminins, les veuves et les filles aînées prennent parfois seules des décisions juridiques, sans le tuteur masculin « requis ».

Un vieux manuscrit avec des lignes de caractères et une illustration aux couleurs vives d’hommes et de femmes dans un champ, tandis que d’autres grimpent aux arbres
Une page du livre d’Heures, d’Alelaïde de Savoie, artiste du XVᵉ siècle, montre la récolte des poires et des pommes.
PHAS/Universal Images Group via Getty Images

De plus, les femmes mariées peuvent aussi prendre des décisions juridiquement contraignantes tant que leurs maris sont présents avec elles devant un notaire. Bien que les maris soient techniquement considérés comme les « tuteurs » de leurs épouses, ils peuvent les déclarer juridiquement affranchies de la tutelle. Les épouses peuvent alors nommer leurs témoins testamentaires, désigner un héritier universel et établir des dons et legs à des particuliers ou à l’Église, dans l’espoir de sauver leur âme.

Des voix d’outre-tombe

Les archives européennes débordent littéralement de documents juridiques encore à découvrir, conservés dans des boîtes poussiéreuses. Ce qui manque, c’est une nouvelle génération d’historiens capables de les analyser et de paléographes capables de lire les écritures manuscrites. Pour y remédier, des journées d’études internationales ont eu lieu en jui 2025 à Paris-Évry, consacrées à la transmission patrimoniale en France et en Italie, à travers des testaments datant de la fin du Moyen Âge à l’époque moderne. Richissimes ou issus de classes populaires, hommes et femmes, religieux et laïcs, tout le monde ou presque fait un testament.

En Avignon, des hommes et des femmes de toutes conditions font appel aux services de notaires pour établir des actes contractuels : fiançailles, mariages, ventes de biens, transactions commerciales ou donations. Dans cette masse de documents, les testaments donnent une perspective rafraîchissante sur l’autonomie et les émotions des femmes médiévales à l’approche de la fin de leur vie.

Dans la soixantaine de testaments féminins conservés à Avignon, les femmes indiquent où et avec qui elles souhaitent être enterrées, choisissant souvent leurs enfants ou leurs parents plutôt que leur mari. Elles désignent les œuvres de charité, ordres religieux, hôpitaux pour les pauvres, paroisses et couvents qui bénéficieront de leur générosité – y compris des legs destinés à la réparation du célèbre pont d’Avignon.

Ces femmes ont peut-être exprimé leurs dernières volontés allongées dans leur lit, au seuil de la mort, guidées dans leurs décisions par le notaire. Pourtant, au vu de ce qu’elles dictent – que ce soit des dons pour les dots de jeunes filles pauvres, leurs proches et amis, ou pour que leur nom soit prononcé lors de messes catholiques pour les morts –, je soutiens que ce sont bien leurs propres voix que nous entendons.

Chapelets, réparations et fourrures

En 1354, Gassende Raynaud d’Aix demande à être enterrée auprès de sa sœur Almuseta. Elle lègue une maison à son amie Aysseline, tandis que Douce Raynaud – peut-être une autre sœur – reçoit six assiettes, six pichets, deux plats, une cruche en étain, un chaudron, son meilleur pot de cuisson, une cape de fourrure doublée de mousseline, une grande couverture, deux grands draps, son plus beau corsage, un petit coffret, ainsi que tous les fils à repriser et le chanvre qu’elle possède. Gassende Raynaud d’Aix lègue également un coffret, un chauffe-main en cuivre, le meilleur trépied de la maison et quatre draps neufs à son amie Alasacia Boete.

La générosité de Gassende ne s’arrête pas là. Jacobeta, fille d’Alasacia, reçoit un chapelet d’ambre ; Georgiana, la belle-fille d’Alasacia, un corsage ; et Marita, la petite-fille d’Alasacia, une tunique. On constate ici que les liens d’amitié remplacent les liens de famille. Ainsi, la lignée de Gassande se confond avec celle de son amie. À son autre amie Alasacia Guillaume, Gassende lègue, en plus d’une couverture brodée, un cadeau peu commun : un autel portatif pour la prière. À Dulcie Marine, une autre amie encore, elle donne un livre de chœur appelé antiphonaire et sa plus belle cape ou fourrure. On voit que Gassende donne surtout à d’autres femmes, ses amies, devenues comme sa famille.

Dans un autre testament avignonnais rédigé en 1317, Barthélemie Tortose fait des dons à plusieurs frères dominicains, dont son propre frère. On peut imaginer le contentement que peut ressentir une femme à soutenir financièrement un religieux. Elle laisse des fonds au supérieur de son frère, le prieur de l’ordre (peut-être pour s’assurer que celui-ci soit bien disposé à l’égard de son frère). Elle donne à des œuvres de charité et pour la réparation de deux ponts sur le Rhône tumultueux, et elle offre aussi une somme substantielle pour nourrir et habiller toutes les religieuses de tous les couvents de la ville.

Illustration dans les tons verts et rouges montrant deux villes reliées par un pont enjambant une rivière avec quelques petites îles
Illustration du Rhône au XVIᵉ siècle, avec Avignon (Vaucluse) à droite.
Wikimedia

Elle soutient les femmes de sa famille, léguant notamment un revenu locatif à sa nièce, une religieuse bénédictine. Elle demande ensuite que ses vêtements soient transformés en habits pour les religieuses et en tuniques liturgiques.

On voit bien ici à quel point ces legs sont éminemment personnels : ces femmes se disent que ce qu’elles ont touché, ce qui a été en contact avec leur peau, pourra toucher d’autres personnes. Ce sont des dons charnels, tactiles. Elles espèrent que leurs possessions pourront transmettre un peu de leur mémoire, de leur existence, de leur identité. Et je dirais même, un peu de leur odeur.

De plus, les femmes médiévales peuvent aussi être sacrément radicales, sans être Jeanne d’Arc pour autant.

Au moins dix femmes dont j’ai lu les testaments demandent à être enterrées dans des habits de moines, dont Guimona Rubastenqui. Veuve d’un marchand de poisson d’Avignon – un métier souvent lucratif – elle demande au frère carme Johannes Aymerici de lui donner un de ses vieux habits pour être enterrée avec. Elle paye pour cela le prix relativement élevé de six florins.

Affirmer leur volonté

Alors, que retenir de tout cela ?

Il est impossible de reconstituer entièrement la façon dont les gens vivaient, aimaient et mouraient il y a des siècles. J’ai passé ma vie d’adulte à penser « médiéval », tout en sachant que je n’y parviendrai jamais vraiment. Mais nous avons des indices – et ce que j’appelle une intuition éclairée.

Selon nos critères modernes, ces femmes font face à de réelles limites en matière de pouvoir et d’indépendance, autrement dit, elles se heurtent à des murs. Pourtant, je soutiens qu’elles se libèrent à leur mort : leurs testaments leur offrent une rare occasion de prendre des décisions juridiques personnelles et de survivre dans des archives écrites.

Les femmes du Moyen Âge ont eu le pouvoir d’agir. Pas toutes et pas tout le temps. Mais cet échantillon même réduit montre qu’elles récompensaient et aidaient selon leurs choix.

Quant à leur souhait d’être enterrées dans des vêtements d’hommes, je n’ai aucun moyen de vérifier et de savoir s’il a été respecté. Mais de mon point de vue, il y a quelque chose de profondément satisfaisant de savoir qu’au moins, elles ont essayé.

The Conversation

Joëlle Rollo-Koster ne travaille pas, ne conseille pas, ne possède pas de parts, ne reçoit pas de fonds d’une organisation qui pourrait tirer profit de cet article, et n’a déclaré aucune autre affiliation que son organisme de recherche.

ref. La surprenante indépendance des femmes du Moyen Âge : ce que nous apprennent leurs testaments – https://theconversation.com/la-surprenante-independance-des-femmes-du-moyen-age-ce-que-nous-apprennent-leurs-testaments-260257

Coming out, amours et amitiés : le rôle des séries télé

Source: The Conversation – in French – By Mélanie Bourdaa, Professeure en Sciences de l’Information et de la Communication, Université Bordeaux Montaigne

Distribution de la série musicale états-unienne _Glee_ (2009-2015) qui a réalisé, en 2011, en France, le meilleur score d’audience (5,2 %) pour une série inédite. Keith McDuffee/Wikimedia Commons, CC BY

La variété de personnages représentés dans les séries télévisées s’est beaucoup étoffée, permettant aux adolescents en pleine éducation sentimentale de mieux se projeter dans les intrigues, et d’y trouver un appui pour affronter leurs questionnements voire, dans certains cas, faire leur coming out.


Les séries télévisées constituent des laboratoires des expériences adolescentes en matière de sexualité, d’éducation sentimentale, de consentement, de cyberharcèlement, ou d’échanges entre pairs ou amis, comme le fait ressortir l’enquête menée dans l’ouvrage Teen series. Genre, sexe et séries pour ados (2024).

Présentant des problématiques adolescentes, avec des adolescents comme personnages principaux, ces séries constituent des œuvres culturelles cruciales pour analyser à la fois les représentations des sexualités adolescentes mais également pour comprendre comment les adolescents se saisissent de ces représentations pour en faire un levier de discussions dans leurs communautés.

Des personnages non binaires plus présents dans les intrigues

Les Teen series ont vu leur importance grandir dans le paysage sériel actuel, notamment dans un contexte d’éclatement des audiences sur divers supports de diffusion. Si, durant les années 1990, nombre d’entre elles, Dawson’s Creek (1998-2003) ou Beverly Hills (1990-2000), étaient déjà produites et diffusées, elles contribuaient souvent à véhiculer des personnages stéréotypés et monolithiques : le « sexy quarterback », la « mean girl », la « popular girl » et souvent une « cheerleader » qui sortait avec le « quaterback ».

Dans ces séries, l’hétéronormativité était la sexualité dominante, voire la seule sexualité montrée. Par exemple dans Dawson’s Creek, le personnage de Jack fait son coming out, mais il n’y a aucun développement autour de ce récit ni aucune réflexion sur les conséquences pour le personnage et son entourage.

Aujourd’hui, les Teen series offrent une diversité des représentations et une nuance dans le développement et dans la psychologie des personnages qui permettent d’amener des pluralités de représentations. Par exemple, la série Glee (2009-2015) tordait les représentations genrées et sexuelles. Plus récemment, dans Heartstopper (2022-2025), le quarterback fait son coming out bisexuel déjouant ainsi les représentations classiques de la masculinité hétérosexuelle.

Les personnages non binaires ont des rôles beaucoup plus décisifs dans le développement de l’intrigue et bénéficient d’une visibilité et d’une temporalité à l’écran beaucoup plus importantes. Nous pensons au personnage de Sid, la petite amie d’Elena, dans la série One Day At a Time (2017) sur Netflix qui a reçu un écho positif auprès des fans. Il en va de même pour les personnages transgenres dans Sex Education (2019), Euphoria (2019), Heartstopper, Gossip Girl nouvelle version (2021-2023) ou bien The Chilling Adventure of Sabrina (2018-2020) pour n’en citer que quelques-unes.

Le personnage étant une figure familière, avec lequel les téléspectateurs vont créer une relation émotionnelle, il est essentiel pour les séries de leur proposer des variétés de représentations auxquelles s’identifier. Le personnage accompagne alors les téléspectateurs et leur fournit des modèles de représentations sur lesquelles ils et elles peuvent s’appuyer ou rejeter pour se construire leur propre identité.

L’importance de l’identification aux personnages

Les adolescents regardent ces séries, mais ils ne sont pas passifs. Pour ainsi dire, ils et elles se les approprient. La recherche s’est d’ailleurs beaucoup penchée sur la façon dont ils et elles investissent les thématiques inhérentes aux séries (harcèlement, première fois, homophobie…), mais aussi comment ils et elles s’identifient aux personnages, en parlent ensemble, les critiquent et les mettent à distance.

Les publics adolescents s’emparent des narrations, de récits, d’imaginaires, pour se construire des communautés de pratiques, des réseaux également. Ils mènent des actions culturelles, sociales et politiques sous forme de partage de contenus numériques et de créations (fanfictions, fan arts, edits vidéo, cosplay) notamment. Le personnage et les narrations provoquent des discussions autour des sexualités et des identités genrées. Ce sont aussi des leviers d’engagement concret pour de jeunes fans qui mettent alors à contribution leur identité de fans, mais également leur identité sexuelle au service de la collectivité.

Casting de Pretty Little Liars : Summer School (Chandler Kinney, Zaria Simone, Malia Pyles, and Mallory Bechtel) au ATX TV Festival, en 2024
Distribution de Pretty Little Liars : Summer School (Chandler Kinney, Zaria Simone, Malia Pyles, and Mallory Bechtel) au ATX TV Festival, en 2024.
Chris Roth, via Wikimedia, CC BY-SA

Par exemple, lorsque Emily Fields, dans Pretty Little Liars (2010-2017) fait son coming out et qu’il nous est donné à voir la réaction de ses deux parents, plusieurs fans ont réagi sur les réseaux sociaux ou dans leur communauté en ligne. Sur YouTube, une fan poste ce commentaire en lien avec les scènes spécifiques de coming out :

« C’est tellement ça pour moi. J’ai 13 ans. Il y a un mois, mon père a découvert que j’étais gay et il m’a hurlé dessus pendant des heures me disant que ce n’était pas normal et que ce n’était qu’une phase. Il m’a dit que si je continuais à être comme ça, il allait me jeter de la maison. Ma mère a dit qu’elle était OK avec le fait que je sois gay et qu’elle continuerait à m’aimer quoi qu’il arrive. »

Une autre déclare que ce que vit le personnage va l’aide dans son processus :

« Je suis bisexuelle. Cela signifie que j’aime les hommes et les femmes. Personne ne le sait encore, puisque j’ai 11 ans. Cela paraît simple pour moi, mais en réalité ma famille est homophobe. Je ne pense pas que ce sera facile, mais je vais leur annoncer bientôt. Emily m’en a donné le courage. Merci beaucoup, Shay (nom de l’actrice, ndlr). »

Et cela crée des relations, des identifications. On se confie, on se découvre avec les séries.

Anna a 18 ans. Elle se souvient qu’au lycée elle regardait Heartstopper avec une amie. Au-delà de la série, ce fut surtout l’occasion pour les deux jeunes filles d’évoquer leur homosexualité et de faire leur coming out ensemble.

« On a suivi les héroïnes lesbiennes de la série et c’est comme si elles nous ouvraient la voie une peu ».

Anna poursuit :

« Évidemment, lorsque dans la série on voit des parents exclure leur fille lesbienne, j’ai immédiatement dit à mes parents : “Vous ne feriez pas ça vous ?”, et j’en ai profité pour leur faire aussi mon coming out ».

La série rassure par ses personnages, par sa quotidienneté : elle accompagne.

Des créations de fans

Outre cette expression de soi dans les communautés en ligne, les publics fans et, en particulier, les jeunes publics créent des œuvres « transformatrices » écrites, visuelles ou audiovisuelles à partir de la narration et des personnages.

Ces créations, nombreuses, polymorphes, leur permettent de mettre en avant différents aspects de la série et notamment en ce qui concerne les représentations de la sexualité : développer des histoires autour de couples, en particulier homosexuels, présents dans le récit ou fantasmés par les fans, réparer des erreurs genrées (cela a été vu par exemple dans les fanfictions Twilight (2008-2012) qui replaçaient Bella dans un rôle central) ou de continuer à faire vivre des personnages, éliminés dans la série.

Les jeunes publics s’appuient alors sur le récit officiel, mais également sur leur imagination et leur propre expérience pour produire ces œuvres. Ces créations partagées dans les communautés de fans et dans la sphère publique contribuent à une meilleure visibilité des sexualités adolescentes, en les replaçant dans un écosystème médiatique multiplateforme.

Au total, si on assiste à une transformation de l’« imaginaire du coming out » (de la chose impossible, de l’épreuve traversée de violences, à la non-obligation, presque au non-événement dans certaines séries), c’est le fait aussi de fans qui demandent à ce que l’homosexualité et le drame ne soient pas toujours jumelés dans les scénarios.

La réception par les jeunes, notamment homosexuels, des Teen series, n’est donc pas anodine. Par l’attention que lui apportent les diffuseurs et les scénaristes, elle oriente les visibilités et les récits de jeunes… et de leur entourage !

The Conversation

Mélanie Bourdaa a reçu des financements de la Région Nouvelle Aquitaine pour le projet Sexteen.

Arnaud Alessandrin ne travaille pas, ne conseille pas, ne possède pas de parts, ne reçoit pas de fonds d’une organisation qui pourrait tirer profit de cet article, et n’a déclaré aucune autre affiliation que son organisme de recherche.

ref. Coming out, amours et amitiés : le rôle des séries télé – https://theconversation.com/coming-out-amours-et-amities-le-role-des-series-tele-259826

Iranian Canadians watch the Israel-U.S. war in Iran from afar

Source: The Conversation – Canada – By Fateme Ejaredar, PhD candidate in Sociology, University of Calgary, University of Calgary

Iranian Canadians have been following the news in Iran carefully. Sadaf Vakilzadeh/Unsplash, CC BY

The recent war waged by Israel and the United States on Iran killed at least 935 people and wounded another 5,332. There’s currently a ceasefire, but the conflict shocked the world and has had unique impacts on Iranians in the diaspora.

Many Iranians in Canada were glued to their media feeds to stay close to Iran and their friends and families.

Based on preliminary interviews with 30 Iranian activists in Canada, many in the diaspora have experienced what they call “survivor’s guilt.”

The interviews are part of a PhD study conducted online or in person by one of the authors of this story, Fateme Ejaredar, and supervised by co-author Pallavi Banerjee. The information from these interviews helps to untangle the roots of political tensions and evolving solidarities in the Iranian diaspora in Canada. For this research, 30 interviews were conducted, with seven followups after the conflict began on June 13, 2025.

A large share of the Iranian diaspora in Canada is comprised of activists who disavow the Islamic Republic. According to The New York Times, the Iranian diaspora includes “exiled leftists, nationalists, secular democrats, former prisoners, journalists, human rights advocates and artists.” This population of diasporic Iranians has been supporting progressive change in Iran.

There are also those who oppose the Islamic Republic in support of the deposed shah, a movement currently swayed by Reza Pahlavi, the son of Iran’s last shah. They see the U.S. and Israel as liberators of the Iranian people. The current war resurfaced many of these tensions that continue to divide the diaspora.

The war has left Iranian activists in the diaspora contending with contradictions about both their standing as activists while mourning the assaults on their country, both from within and outside.

Living in between homeland and hostland

Canada has the second largest Iranian diaspora in the world. Iran’s tumultuous political climate has kept the diaspora on edge and divided since the 1979 revolution that deposed the shahs.

After the revolution, many left-wing and other opposition activists who resisted both the pre- and post-revolutionary regimes went into exile. Continued political repression and economic hardship later forced even more Iranians, including activists, to leave the country. Strife peaked again in 2022 during the “Woman, Life, Freedom” protests which deeply impacted the diaspora.

Matin, a participant in her 30s from Alberta (all names of interviewees are pseudonyms), said:

“I’m sad that my home is being bombed. And you don’t have the energy to argue in this situation. For a soul that’s already tired, its wounds from 2022 aren’t healed yet, it can’t go into this again. It’s a dead end.”




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Sociological research on migration and transnationalism has explained how those exiled from their homelands and living in diaspora reside in the “in-between lands.”

This is heightened when the homeland is in a state of political disarray, producing what sociologists have called “exogenous shocks” for the diaspora.

This is the unsettled feeling Iranians in the diaspora have been contending with for the last 45 years. They are constantly navigating life in between the homeland and hostland.

Fragmented nationalism

People’s fragmented sense of nationalism can shape responses to upheavals in the homeland.

Many we spoke with struggle with their own interpretations of Iranian nationalism that clash with their disdain for the Islamic Republic. Their disdain is rooted in their own lived experiences under the regime — ranging from the loss of basic rights and freedoms, to harsh repression including imprisonment and torture for some, or simply an unfulfilled desire of living in a peaceful and free society.

Vida, an interviewee in her 30s who lives in Saskatchewan, said even though she despised the politics of the Islamic Republic and in the past had celebrated the death of key officials like Qasem Soleimani, the recent war has invoked some conflicting feelings about the death of military leaders.

She took pride in solidarities forged among the diaspora due to the war and interpreted it as nationalism. Vida said:

“I never was a nationalist, and I hate nationalism. But there were moments these days that I felt proud. Seeing all the solidarity between people, seeing how they helped each other…”

Even as the activists feel protective of their country because of the war, they also experience a deep sense of loss and guilt they have always felt in exile.

Tensions in the diaspora

Iran’s relationship with the West has continued to be fraught.

The West, particularly the U.S., has leveraged Iran’s repression of women to economically disable Iran through sanctions, breaking down possibilities of diplomacy between Iran and the U.S. But feminist scholars have argued this stance has only further empowered the authoritarian and patriarchal political forces in Iran..

Iranian activists in the diaspora contend with both resisting the Islamic Republic’s role in oppression of Iranians in Iran and the American role in marginalizing Iranians in Iran.

The ‘Iran of our dreams’

The in-between spaces are precarious and unpredictable. But they also bring new possibilities and in this case, as many interviewees have indicated, acts of resistance from afar.

This can be further activated in moments of upheaval. And those living in the in-between spaces can often form new alliances and solidarities.

For many activist Iranians, the resistance in Palestine has been a source of inspiration since before the revolution of 1979. Many participants in this study mentioned in their interviews how they have long felt solidarity with Palestinians, but they say since June 13, they have an even deeper understanding of their situation.

Zara, in her 40s from Ontario, said she now understands more deeply how the world could be indifferent towards those critiquing the actions of Israel, saying she feels:

“… a sense of helplessness and desperation against all that illogical violent power.”

Despite the desolation expressed by our interviewees about the war, many activists also expressed faith in resistance for freedom and justice that allows them to envision a different future.

Jamshid, in his 60s in British Columbia, shared his future vision of Iran. It is:

“ … an Iran that lives in peace. There is social justice in it and no one is injured. It takes care of itself. It’s very kind, immensely kind… Maybe one day it will happen and we’re not here to see it.”

The Conversation

Pallavi Banerjee receives funding from the Social Sciences and Humanities Research Council and Immigration, Refugees and Citizenship Canada.

Fateme Ejaredar does not work for, consult, own shares in or receive funding from any company or organisation that would benefit from this article, and has disclosed no relevant affiliations beyond their academic appointment.

ref. Iranian Canadians watch the Israel-U.S. war in Iran from afar – https://theconversation.com/iranian-canadians-watch-the-israel-u-s-war-in-iran-from-afar-259866

How do politicians view democracy? It depends on whether they win or lose

Source: The Conversation – Canada – By Valere Gaspard, Research Fellow, Leadership and Democracy Lab, Western University

There is a heightened concern about the current state of democracy around the globe. These include worries about a decrease in freedom, the growing number of autocracies around the world and citizens’ dissatisfaction with democracy or government.

A 2022 survey of Canadians found that one-third have little to no trust in democracy and close to half don’t feel represented by government. These concerns aren’t unique to Canada.

A lot of public opinion research on views about democracy focuses on citizens. Surely this is understandable, since they are the ones choosing who is in power in a democratic state.

But what do the people in power or those running for office think about democracy? Surprisingly, for all the attention we place on politicians, we don’t know much about how they regard the democratic systems they operate in.

Why it matters

Why should we care about what politicians think about democracy? Because politicians can influence the views of citizens, and if they’re elected, they can affect or change democratic processes from within major institutions like legislatures.

Therefore, to understand the contemporary health of democracies across the globe, we need to factor in politicians’ satisfaction with the way democracy works.

While there are growing concerns about the current state of democracy around the globe, new open-access research I’ve conducted has hopeful findings, at least from the perspective of politicians. The analysis covers 49 elections in 21 countries — including Canada — from 2005 to 2021.

The results show that politicians’ democratic satisfaction in a country will be higher when:

  • Elections in their country have high electoral integrity; in other words, when elections are free and fair
  • Electoral management bodies have sufficient resources to administer elections.

This is good news from the perspective of maintaining a healthy democracy, since the people seeking the power of elected office are more satisfied when their democratic system is working well.

But these findings become convoluted once we consider some attributes of politicians. Specifically, politicians’ democratic satisfaction begins to vary once we consider:

  • Whether their political party formed the government (winner) or is not part of government (loser)
  • Whether they identify with the ideological left or right.

Winning and losing

Nobody likes to lose, so it’s natural that a winner will be more satisfied with democracy.

Although, the view that may be surprising — or troubling — is the extent to which politicians who won tolerate low electoral integrity, at least in terms of their democratic satisfaction.

As illustrated above, when electoral integrity is low in a country, politicians who lose will be much less satisfied with democracy than winners. When electoral integrity is high, there is no noticeable difference between politicians that won or lost.

The difference between winners’ and losers’ democratic satisfaction is problematic, but what is most troubling is that winners’ satisfaction with democracy does not significantly change across different levels of electoral integrity.

When it comes to citizens, previous research has shown that when electoral integrity is low, democratic satisfaction among citizens will also be low, regardless of whether their preferred politician or political party won or lost.

Politicians therefore differ from their citizen counterpart — those who won are much more tolerant of lower electoral integrity (at least in terms of their democratic satisfaction).

In a stable democracy with free and fair elections, this might not matter much. However, if a country begins to experience democratic decline, then these attitudes could become detrimental.

If politicians who win are not concerned with low electoral integrity, then they might lack the incentive needed to make necessary changes to electoral processes. Those concerned about electoral processes in these kinds of circumstances may therefore need to find alternative routes or incentives to encourage change.

Left-to-right political ideology

While the contrast between winners and losers may be discouraging, there are more similarities between those on the ideological left and right. Electoral management bodies having sufficient resources to administer elections matters to both leftist and rightist politicians in terms of their democratic satisfaction.

However, as shown above, having sufficient resources to administer elections matters more to politicians on the ideological right. This may surprise some readers given past claims that right-leaning groups or people might advocate for more restrictive voting processes and laws.

For those concerned with democratic stability, it’s promising to note that politicians across the ideological spectrum will generally be more satisfied with democracy when there are more resources to administer elections.




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Overall, politicians on average tend to be more satisfied with democracy when it is working well — specifically, when elections are free and fair, and when electoral management bodies have the capacity to administer well-run elections. This is good news given concerns surrounding the current global state of democracy.

However, policymakers and practitioners in Canada and abroad focusing on democratic stability and elections should take note of these findings. The attitudes of politicians in democratic countries may not be concerning when everything is working as intended, but if democratic processes begin to weaken or fail, the indifference of winners towards electoral integrity could be troublesome.

At this moment of heightened concern about the current state of democracy around the globe, researchers and practitioners alike need to better understand the attitudes and motivations of the people who lead our systems of government.

The Conversation

Valere Gaspard is a PhD candidate at the University of Ottawa and a Research Fellow at Western University and Trent University’s Leadership and Democracy Lab. His research is supported in part by funding from the Social Sciences and Humanities Research Council (CGS Doctoral award). His views do not reflect those of any employer(s).

ref. How do politicians view democracy? It depends on whether they win or lose – https://theconversation.com/how-do-politicians-view-democracy-it-depends-on-whether-they-win-or-lose-261647

There’s enough natural hydrogen in the Earth’s crust to help power the green energy transition

Source: The Conversation – Canada – By Omid Haeri Ardakani, Research scientist at Natural Resources Canada; Andjunct associate professor, University of Calgary

Since their formation billions of years ago, the oldest parts of the Earth’s continental rocks have generated natural hydrogen in massive amounts. Some of this hydrogen may have accumulated within accessible traps and reservoirs under the Earth’s surface. This store has the potential to contribute to the global hydrogen economy for hundreds of years.

This has been demonstrated by the production of near-pure hydrogen from a single gas field in Mali, attracting the attention of governments in the United States, Canada, Australia, the United Kingdom and Europe.

There is also interest from major venture capital investors and international resource companies. By the end of 2023, 40 companies were exploring natural hydrogen globally. That has likely doubled since 2024.




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Hydrogen as a resource

Hydrogen resources have long been a multi-billion-dollar market, even before recent interest in hydrogen as a contributor to the green energy transition. The environments and conditions that result in natural hydrogen accumulation occur globally. But one of the barriers to investment in many jurisdictions is regulatory, as hydrogen had not previously been considered as a resource.

Natural hydrogen can be used to decarbonize hard-to-abate but globally critical industries. Industries that use hydrogen include fuel refining (about 44 per cent), ammonia and fertilizer production for food sustainability (about 34 per cent), and steel manufacturing (about five per cent).

According to a recent British government policy briefing document, addressing this requires governments to include hydrogen as a listed natural resource. Future uses for hydrogen may include long-distance transportation and contributions to the decarbonization of the mining industry.

High carbon footprint

Most of the hydrogen used today is produced from fossil fuels. Because of this, hydrogen production contributes about 2.5 per cent of global carbon dioxide emissions. Efforts to produce low-carbon (green) hydrogen from renewable electricity and carbon capture and storage technologies remain expensive.

Natural hydrogen has a carbon footprint comparable to or below that of green hydrogen. The two will likely be complementary, but estimates are uncertain as natural hydrogen is as yet an unproven resource.

Developing strategies could determine whether hydrogen from any source is an economically viable resource. For natural hydrogen, exploration strategies have to be developed to find and extract natural deposits of hydrogen at an economically feasible cost. This also needs incentives that include natural hydrogen in exploration or production licenses.




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Hydrogen and helium

The U.S. Geological Survey recently estimated there’s enough accessible natural hydrogen to supply global hydrogen demand for about 200 years.

Hydrogen forms in the Earth’s crust through two natural geological processes: chemical reactions between natural groundwaters and iron-rich minerals and water radiolysis. Water molecules are broken by natural background radioactivity in rocks releasing hydrogen — and helium, a valuable element included in Canada’s Critical Minerals Strategy — as a byproduct.

The search for helium began in Canada in the 1920s, but it is only recently that systematic commercial exploration for helium has restarted. By the 1980s, systematic studies of natural hydrogen began in Canada, Finland and parts of Africa as part of research on subsurface microbial life.

Renewed interest

An unusual coincidence sparked the current global interest in hydrogen. An accidental discovery of the small natural hydrogen gas field in Mali coincided with the publication of extensive historical data from the former Soviet Union, drawing attention to hydrogen’s immense potential as a clean power resource. Australia, France and the U.S. were among the first countries to re-investigate historical natural hydrogen.

Natural hydrogen and helium systems have similarities to petroleum systems, requiring a source rock, a migration pathway and accumulation in a reservoir. The infrastructure for natural hydrogen wells would be comparable to hydrocarbon wells, albeit with changes in well completion and drilling methods.

The footprint of a natural hydrogen production project would take up much less space to deliver the same amount of energy compared to a green hydrogen production facility, which requires solar or wind farms and electrolyzers.

Similarly, natural hydrogen projects do not need to draw on surface water resources, which are scarce in many parts of the world.

bubbles moving through a grey tunnel
Surface release of hydrogen bubbles from the Canadian Shield.
(Stable Isotope Lab/University of Toronto), CC BY

Future policies

Some jurisdictions lack policies regulating hydrogen exploration. In others, regulation falls under existing mining or hydrocarbon policies. The lack of clear regulations in areas with high potential for natural hydrogen exploration — such as the U.S., Canada, India and parts of Africa and Europe — is a major obstacle for exploration.

An absence of regulation slows down exploration and land acquisition, and prevents the decision-making required for developing infrastructure. And critically, it means that no community consultations are undertaken to ensure the social acceptance essential for the success of such projects.

A project in South Australia demonstrates what legislation can accomplish. Once regulation of natural hydrogen exploration and capture was implemented, the government received dozens of applications from companies interested in natural hydrogen exploration.

The appetite for exploration is clearly there, but policy and regulatory solutions are required. New exploration projects will provide critical new data to understand natural hydrogen’s potential to provide green energy.

The Conversation

Omid Haeri Ardakani has received funding from Natural Resources Canada (NRCan).

Barbara Sherwood Lollar receives funding from the Natural Sciences and Engineering Research Council of Canada and the Nuclear Waste Management Organization.

Chris Ballentine is founder of and owns shares in Snowfox Discovery Ltd, a hydrogen exploration company. He receives research funding from the Natural Environment Research Council (U.K.) and the National Science Foundation (U.S.), in a joint grant, as well as the Canadian Nuclear Waste Management Organization and the Canadian Institute For Advanced Research.

ref. There’s enough natural hydrogen in the Earth’s crust to help power the green energy transition – https://theconversation.com/theres-enough-natural-hydrogen-in-the-earths-crust-to-help-power-the-green-energy-transition-256936

How Marvel’s Fantastic Four discovered the human in the superhuman

Source: The Conversation – Canada – By J. Andrew Deman, Professor of English, University of Waterloo

The Fantastic Four: First Steps is the second cinematic reboot of the Fantastic Four franchise, and there’s a lot riding on this film.

While cinema-goers have responded enthusiastically to many of the films in the Marvel Cinematic Universe, the history of the Fantastic Four on the silver screen is less heralded.

All the previous Fantastic Four films have been “commercial and critical failures,” with the 2015 film being an infamous box office bomb.

Yet in comics history, the Fantastic Four have been up to the challenge of driving a popular media enterprise forward — something that the film producers and Marvel fans alike are both now hoping for.

‘The Fantastic Four: First Steps’ trailer.

In the 1960s — the era in which Fantastic Four: First Steps, is notably set — the comics presented a new class of superhero.

From their 1961 debut, Reed Richards/Mr. Fantastic, Sue Storm/the Invisible Girl, Johnny Storm/the Human Torch and Ben Grimm/the Thing were celebrities who rented office space in a Manhattan highrise and found themselves variously beloved and reviled by both the public and the government.

Comic book cover titled the Fantastic Four showing a large green monster grasping a woman while passerby look alarmed and a few figures try to intervene.
Cover of ‘The Fantastic Four’ No. 1, 1961.
(Marvel)

The team also rejected secret identities. Until the third issue of their series, they even eschewed superhero costumes (in part because of a restriction imposed by the owner of Marvel’s then-distributor, DC Comics).

Pushed representational boundaries

The Fantastic Four comics of the 1960s also pushed boundaries in a number of significant ways. They featured the first pair of married superheroes (Reed and Sue wed in 1965) and the first superhero pregnancy (Sue gave birth to her son Franklin in 1968).

In 1966, Fantastic Four No. 52 introduced the Black Panther, who is widely recognized as the first high-profile Black superhero.




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*Black Panther* roars. Are we listening?


And though not canonical until 2002, it has been suggested by scholars that Ben Grimm was always envisioned as a Jewish superhero by Stan Lee and Jack Kirby, offering another milestone in representation (at least for those readers attuned to the character’s Jewish coding).

These milestones emphasize a dedicated concern for the human aspects of superheroes.

A family with relatable issues

Set amid fittingly fantastic science-fiction landscapes inspired by Space Age optimism was a story about a family who “fought among themselves, sometimes over petty jealousies and insults,” in the words of Christopher Pizzino, an American scholar of contemporary literature, film and television.

This approach of building character dynamics out of internal conflict proved deeply influential.

Famed comics writer Grant Morrison argues that through the example of Fantastic Four, “the Marvel superhero was born: a hero who tussled not only with monsters and mad scientists but also with relatable personal issues.”

In his bestselling book All the Marvels, comics critic and historian Douglas Wolk concurs that the “first hundred issues of Fantastic Four are Marvel’s Bible and manual,” establishing the style, theme, genre and approach of the company’s comics for decades to come.

A crowd of superhero figures.
Marvel’s universe continued to expand following the Fantastic Four debut.
(Marvel)

Defining personal conflicts

In contrast to moral paragons such as Superman, Batman and Wonder Woman (all published by rival DC Comics), each member of Marvel’s Fantastic Four had defining personal conflicts.

Reed Richards, the team’s patriarch, was a world-altering genius who often fell victim to his own hubristic ambition.

Two years before American feminist author Betty Friedan identified “the problem that has no name” in The Feminine Mystique (that post-war suburban housewives faced social expectations of being fully fulfilled as wives and mothers, the Fantastic Four gave audiences Sue Storm, with the superpower to render herself — and others — invisible at will.

Storm, according to scholar Ramzi Fawaz, “made the concept of women’s social invisibility an object of visual critique by making invisible bodies and objects conspicuous on the comic book page.”

Her younger brother, Johnny Storm, a playboy and showboat, had a lot of growing up to do, a journey that was frustrated by his flashy powers.

Ben Grimm, Reed’s college roommate turned best friend turned rock monster, oscillated between childlike rage and world-weary depression, his rocky hide granting him super-strength and invulnerability while burdening him with social isolation.

While none of us are likely to acquire superpowers through exposure to cosmic rays like the Four, we’ve all dealt with anxiety and grief like these heroes.

Origin of the Marvel universe

The world of the Fantastic Four didn’t just feel unusually human. It also felt unusually lived in, partly because the Fantastic Four comics of the 1960s weren’t just the origin of the Marvel style of storytelling — they were also the origin of the Marvel universe.

Fantastic Four began and became the model for Marvel’s shared continuity universe, in which dozens of superheroes passed in and out of each other’s stories and occasionally intersected long enough for whole crossover story arcs and events. For a time, Marvel’s superheroes even aged alongside their readers, with teenage characters like Johnny Storm graduating high school and enrolling in college.

Previous superhero comics hadn’t embraced this shared continuity in a meaningful way, tending to prioritize discrete stories that had no effect on future tales. But Fantastic Four pitched what comics scholar Charles Hatfield calls “intertitle continuity,” which quickly became “Marvel’s main selling tool.”

Case in point, the Fantastic Four shared the cover of 1963’s Amazing Spider-Man No. 1, helping sell the newly created wall-crawler to their adoring readers.

Voluminous, chaotic universe

The 1965 wedding of Reed and Sue in Fantastic Four Annual No. 3 showcased how quickly the Marvel comics universe became vibrantly voluminous and charmingly chaotic.

This event featured at least 19 superheroes fighting 28 supervillains and foregrounded the Fantastic Four’s symbolic mother and father as the progenitors of an extended super-family.

It also featured a cameo by the Fantastic Four’s creators, Stan Lee and Jack Kirby, previously introduced in 1963’s Fantastic Four No. 10 as the official creators of imaginary adventures starring the “real” Fantastic Four, further blurring the boundary between fiction and reality.

Decades later, this sprawling comics universe would become a sprawling cinematic universe. This informs the pressure facing the latest Fantastic Four adaptation.

Phase 6 of universe

Fantastic Four: First Steps marks the start of what Marvel calls “Phase Six” of the Marvel Cinematic Universe, which began in 2008 with the first Marvel Studios film, Iron Man.

Essentially, Fantastic Four: First Steps is meant to launch a new cluster of shared universe stories, just as Fantastic Four No. 1 did for Marvel Comics in the 1960s.

This cluster will culminate in the release of Avengers: Secret Wars in December 2027. Will Marvel’s first family deliver?

This article is co-authored by Anna Peppard, an independent scholar and editor of ‘Supersex: Sexuality, Fantasy, and the Superhero.’

The Conversation

J. Andrew Deman does not work for, consult, own shares in or receive funding from any company or organisation that would benefit from this article, and has disclosed no relevant affiliations beyond their academic appointment.

ref. How Marvel’s Fantastic Four discovered the human in the superhuman – https://theconversation.com/how-marvels-fantastic-four-discovered-the-human-in-the-superhuman-260883

Women’s rugby is booming, but safety relies on borrowed assumptions from the men’s game

Source: The Conversation – Canada – By Kathryn Dane, Postdoctoral associate, University of Calgary

Rugby union, commonly known as just rugby, is a fast-paced and physical team sport. More girls and women in Canada and around the world are playing it now than ever before.

As of 2021, women’s rugby reached a record 2.7 million players globally, a 25 per cent increase over four years, and by 2023, women’s rugby participation was growing at a rate of 38 per cent year-over-year.

Countries including Australia, England, Ireland and the United States offer professional contracts for women’s teams. While these remain modest compared to the men’s game, they still represent a clear step forward.

Canada’s senior women’s XVs team is currently ranked second in the world and heading into the 2025 Rugby World Cup, which kicks off on Aug. 22 in England. The national sevens team also captured silver at the 2024 Paris Olympics — further evidence of the game’s growing competitiveness in Canada.

However, many systems, including coaching and medical support, have not kept pace with the demands of elite competition. With visibility increasing ahead of the 2025 World Cup, stronger institutional support is needed to match the sports’ growing professionalism and popularity.

Safety concerns

Often described as a “game for all”, rugby builds confidence, resilience and lifelong friendships. For girls and women especially, rugby can be empowering in ways few sports can match. It embraces the physicality of tackling, pushes back against traditional gender expectations and fosters solidarity and inclusion by valuing all body shapes and abilities.

But rugby is also a collision sport, and as such, it carries inherent risks. Tackling is the top cause of injury in rugby, and it has one of the highest concussion rates among youth girls’ sports in Canada. Concussions can have long-term effects on players’ health.




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These concerns are especially urgent as the women’s game becomes more physical and professionalized, and players are hit harder and more often. Unlike men’s rugby, women’s teams often operate with fewer medical or coaching support resources, which can lead to inconsistent or absent injury prevention programs.

Compounding the risk is the fact that many women also come to rugby later in life, often with less experience in contact sports. This delayed exposure restricts proper tackle skill development and player confidence in contact. This means safe tackling is even more important.

Without proper supports, the physical risks of the game may outweigh its benefits.

Science is still playing catch-up

While women’s rugby is growing rapidly, the science behind it is has not kept pace. Most of what we know about rugby safety — how to tackle, how much to train or when it’s safe to return to play after injury — largely comes from research on men.

Decisions around coaching and player welfare have been based on male data, leaving female players under-served and potentially at greater risk. While these foundations may well apply to girls and women, the problem is we don’t yet know for sure.

Only four per cent of rugby tackle research has focused on women. Much of the early evidence on girls rugby comes from Canada, underscoring the country’s leadership in this space. Still, most coaches and clinicians rely on a “one-size-fits-all” approach that may not account for menstrual cycles, pregnancy, different injury profiles or later sport entry.

The differences matter because strength, speed and injury risk all vary. Women are 2.6 times more likely than men to sustain a concussion. Gender also shapes access to training, care and facilities, often limiting opportunities for women to develop safe tackling skills, receive adequate support and train in safe, well-resourced environments, factors that impact both performance and safety.




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Even safety tools reflect this gap. World Rugby’s Tackle Ready and contact load guidelines were designed around male athletes. While well-intentioned, we know little about how they work for girls and women. Instead of discarding these tools, we need to adapt and evaluate them in female contexts to ensure they support injury prevention and provide equal protection.

Women’s rugby needs better data

Change is underway. More research and tools are being designed specifically for girls and women. A search of PubMed, a database of published biomedical research, reveals a steep rise in studies on women’s rugby over the past decade, especially in injury surveillance, injury prevention, performance, physiology and sociocultural contexts.

New rule trials, such as testing lower tackle heights, are being evaluated on women athletes. New technologies like instrumented mouthguards and video analysis are also helping researchers understand how girls and women tackle, how head impacts happen and how they can be prevented.

Much of this new research is led by our team at the Sport Injury Prevention Research Centre, a pan-Canadian, multidisciplinary group focused on moving upstream to prevent concussions in adolescent girls’ rugby.

The women’s game is also driving its own innovations. Resources like World Rugby’s Contact Confident help girls and women safely build tackle skills, particularly those new to contact sport.

Researchers are analyzing injury patterns, interviewing players and coaches and studying return-to-play pathways that reflect girls’ and women’s physiology and life stages.

The scope of research is also expanding to pelvic health, breast protection and more tailored injury prevention. Global collaboration is making this work more inclusive, spanning different countries, skill levels and age groups, not just elite competitions.

But this is just the start.

A golden opportunity lies ahead

Girls’ and women’s rugby is experiencing unprecedented growth. Rising participation, media attention and new sponsorships are fuelling momentum. It’s a golden opportunity to build strong, sustainable foundations.

Gold-standard support requires focused, ongoing research and a commitment to sharing that evidence with players, coaches, health-care providers and policymakers. It’s time to build systems for women’s rugby based on women’s data, not borrowed assumptions from the men’s game.

But challenges remain. Some national teams still have to raise funds to attend World Cups. Others train without consistent access to medical or performance staff — clear signs that the women’s game is still catching up.

To sustain and accelerate the growth of girls’ and women’s rugby, the sport deserves more resources and research tailored specifically to participants. A “one-size-fits-all” model no longer works. By investing in systems that are safer, focused on prevention, more inclusive and grounded in evidence, we can build a thriving future for women’s rugby that lasts for generations to come.

The Conversation

Isla Shill has received funding from World Rugby.

Stephen West has previously received funding from World Rugby

Kathryn Dane does not work for, consult, own shares in or receive funding from any company or organisation that would benefit from this article, and has disclosed no relevant affiliations beyond their academic appointment.

ref. Women’s rugby is booming, but safety relies on borrowed assumptions from the men’s game – https://theconversation.com/womens-rugby-is-booming-but-safety-relies-on-borrowed-assumptions-from-the-mens-game-261055