Reanimación cardiopulmonar al alcance de cualquier persona: cómo salvar una vida paso a paso

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Jaime Barrio Cortes, Médico de familia e investigador senior en Fundación para la Investigación e Innovación Biosanitaria en Atención Primaria (FIIBAP). Director del Máster en Salud Escolar y docente en Facultad de Salud, Universidad Camilo José Cela

Maniobras de reanimación cardiopulmonar. PanuShot/Shutterstock

La vida es un viaje con un inicio y un final. Aunque la mayoría de las muertes se deben a causas naturales o enfermedades crónicas, hay situaciones en que llega de forma repentina. Una de las más críticas es la parada cardiorrespiratoria (PCR): el momento en que el corazón deja de latir y, por tanto, de bombear sangre al organismo. Pero es potencialmente reversible.

Cuando esto ocurre, los órganos vitales dejan de recibir oxígeno. Si la circulación no se restablece pronto, el daño cerebral comienza en apenas 5 minutos y se vuelve irreversible en 10-15 minutos. Saber actuar en esos primeros instantes puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.

¿Por qué se produce una PCR?

Puede presentarse a cualquier edad y en distintas circunstancias.

En adultos, las causas más habituales son:

  • Enfermedad cardiaca: a partir de los 50 años, las arterias coronarias pueden obstruirse por placas de colesterol. Si se bloquean por completo, el corazón puede sufrir un infarto que derive en arritmias graves y acabe en PCR. En menores de 50, las cardiopatías congénitas también son relevantes.

  • Traumatismos graves: accidentes de tráfico o laborales.

  • Otras causas: ahogamientos, atragantamientos, intoxicaciones o electrocuciones.

En la infancia, la PCR suele deberse a problemas respiratorios (asfixia, ahogamientos o infecciones respiratorias graves), aunque los traumatismos y las intoxicaciones también son causas importantes.

En todos los casos, la interrupción del latido cardiaco provoca un fallo rápido del organismo. Si nadie inicia maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP) inmediata, las posibilidades de supervivencia caen en picado.

Un problema de salud pública

En Europa se producen hasta unas 700 000 PCR al año (una cada 45 segundos) y en España más de 50 000. Sin embargo, solo en un 12,5 % de los casos se inicia la reanimación antes de que lleguen los servicios de emergencia y apenas un 10 % de las personas afectadas logra recuperarse sin secuelas importantes.

Si toda la población supiera realizar RCP, esta supervivencia podría duplicarse o incluso triplicarse. Por eso, aprenderlo no debería considerarse un conocimiento opcional, sino un deber ciudadano y una herramienta esencial de salud pública.

La cadena de supervivencia

La respuesta ante una parada cardiorrespiratoria debe ser rápida, precoz y ordenada, siguiendo la llamada cadena de supervivencia, que describe los eslabones sucesivos que aumentan la probabilidad de supervivencia.

La cadena de supervivencia.
SeMicyuc

Estas actuaciones se basan en guías internacionales de organizaciones como la American Heart Association (AHA) y el European Resuscitation Council (ERC)

Aunque existen diferencias entre adultos y la infancia, los primeros eslabones siempre requieren la intervención inmediata del testigo de la parada.

1. Reconocer la PCR y alertar a los servicios de emergencias

Una persona en PCR suele estar inconsciente y no respira o lo hace de forma anormal (gasping o boqueos). Ante esta situación:

  • Compruebe que el entorno es seguro.

  • Llame al número de emergencias local (112 en Europa, 911 en EE. UU.) indicando que hay una persona inconsciente que no respira y su ubicación.

  • Si hay más de una persona, una puede llamar y la otra iniciar la RCP. Si solo hay una, se debe poner el teléfono en manos libres e iniciar la reanimación sin demora.

Reconocer la PCR.
European Resuscitation Council

2. RCP básica

Tiene un doble objetivo: sustituir temporalmente la función del corazón y los pulmones para mantener el oxígeno circulando hasta que llegue ayuda profesional mediante:

a) Compresiones torácicas:

  • Arrodíllese junto al pecho desnudo de la víctima.

  • Coloque el talón de una mano en el centro del pecho y la otra mano encima, entrelazando los dedos.

  • Con los brazos rectos, comprima con fuerza y rapidez (a un ritmo de 100-120 compresiones por minuto). Puede seguir el ritmo de canciones como “Stayin’ Alive”, de los Bee Gees, o “Macarena”, de Los del Río.

  • Comprima unos 5 cm en adultos, usando el peso del cuerpo y dejando que el pecho se reexpanda entre compresiones.

b) Ventilaciones:

Alternar 30 compresiones con 2 ventilaciones para las personas entrenadas. Sin embargo, si hubiera algún problema para realizar esas ventilaciones por falta de entrenamiento u otros riesgos o dificultades, se recomienda realizar las compresiones torácicas de forma continua.

3. Uso del desfibrilador

Los desfibriladores externos semiautomáticos (DESA) están disponibles cada vez en más lugares como aeropuertos y centros comerciales o deportivos, entre otros muchos. Estos aparatos pueden restablecer el ritmo cardiaco en algunos casos de arritmia (como, por ejemplo, la fibrilación ventricular).

Son fáciles y seguros de usar: guían con instrucciones de voz y aplican la descarga solo cuando está indicada. Cuanto antes se usen, mayores son las probabilidades de supervivencia. Tras la descarga, continúe la RCP siguiendo las indicaciones del desfibrilador.

Particularidades en la infancia y lactantes

El origen de la parada cardiorrespiratoria en este colectivo suele ser respiratorio. Es esencial prevenir accidentes (asfixias, atragantamientos) y usar siempre cinturones de seguridad.

Si ocurre una PCR, la reanimación cardiorrespiratoria debe iniciarse con 5 ventilaciones de rescate antes de las compresiones torácicas, especialmente cuando solo hay una persona reanimadora. Hay diferentes maneras de realizar las compresiones según la edad:

  • Lactantes: con los dedos medio y anular o ambos pulgares en el centro del pecho.

  • Niño/as pequeño/as: con el talón de una mano.

  • Niño/as mayores: similares a las de la persona adulta, con ambas manos.

La frecuencia recomendada es la misma que en adultos: 100-120 por minuto, con ciclos de 30 compresiones y 2 ventilaciones.

Si la persona está sola, se aconseja iniciar la RCP durante 1 minuto antes de llamar a los servicios de emergencias, priorizando mantener la oxigenación.

La importancia de saber actuar

Cada minuto sin realizar la RCP reduce un 7-10 % la probabilidad de supervivencia. Actuar con rapidez, iniciar las maniobras básicas y usar pronto el desfibrilador aumentan significativamente las posibilidades de recuperación.

Más que un conocimiento útil, aprender a realizar RCP es una responsabilidad y una herramienta crucial. La formación continua desde las escuelas y en todos los entornos para saber actuar ante una parada cardiorrespiratoria resulta clave para que la cadena de supervivencia funcione y cumpla su objetivo: salvar una vida.

The Conversation

Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.

ref. Reanimación cardiopulmonar al alcance de cualquier persona: cómo salvar una vida paso a paso – https://theconversation.com/reanimacion-cardiopulmonar-al-alcance-de-cualquier-persona-como-salvar-una-vida-paso-a-paso-265823

¿Quién (no) usa ChatGPT en la universidad? El papel de la brújula ética

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Silvia Ortiz-Bonnin, Profesora titular laboral de Psicología del trabajo, Universitat de les Illes Balears

Drazen Zigic/Shutterstock

La inteligencia artificial ya forma parte de las aulas universitarias. Herramientas como ChatGPT se han convertido en compañeras habituales de estudio: ayudan a redactar textos, generar ideas o entender conceptos complejos. ¿Quiénes no la usan todavía, y por qué?

En nuestro estudio con 737 estudiantes de grado comprobamos que un 70 % de ellos ya lo están usando cotidianamente. Aprecian especialmente la rapidez y la facilidad de la herramienta. Les ayuda a organizar ideas, aclarar dudas y ahorrar tiempo en tareas que de otro modo serían más largas o tediosas. La perciben como un tutor disponible las 24 horas, capaz de explicar de otra manera lo que no entienden en clase.

Los riesgos que frenan su uso

La mayoría del alumnado que participó en la encuesta percibe riesgos en el uso de ChatGPT, tanto a ser acusado de plagio como a recibir información dudosa o falsa o infringir las normas académicas de su universidad. Otras cuestiones que preocupan en menor medida a los estudiantes son el hecho de que la utilización de esta herramienta no esté regulada y la falta de protección de datos y privacidad.

Estos riesgos percibidos resultan decisivos a la hora de optar por usar o no usar ChatGPT. Para el alumnado más consciente de los riesgos, la herramienta deja de percibirse como una ayuda y se convierte en algo que prefieren mantener a distancia. Cuanto más conscientes son de los riesgos, menos la utilizan.




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La importancia de la honestidad académica

¿Por qué hay estudiantes que son más sensibles a estos riesgos? En la universidad española, por ejemplo, todavía no existen normas claras ni formación específica sobre el uso de la IA, como hemos analizado en un trabajo reciente. Sin embargo, nuestra hipótesis es que la diferencia no se explica solo por factores externos como la falta de regulación, sino también por algo más interno: la propia percepción del alumnado sobre lo que es honesto y lo que no lo es en el ámbito académico.

La llamada percepción de deshonestidad académica se refiere a las creencias éticas del alumnado sobre qué comportamientos consideran aceptables o inaceptables en su vida universitaria. Estos serían, por ejemplo, hacer trampa en un examen (con chuletas o dispositivos electrónicos), mentir para obtener ventajas académicas (como pedir una prórroga con una excusa falsa) o presentar como propio un trabajo que en realidad ha sido elaborado por otra persona.




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El 83 % del alumnado considera deshonesto o muy deshonesto este tipo de comportamientos académicos. Y dentro de este grupo, se observa una correlación llamativa: quienes más desaprueban prácticas poco éticas en el ámbito universitario como copiar en un examen o entregar como propio el trabajo de otra persona, tienden a percibir más riesgos en el uso de ChatGPT. Y esa percepción se traducía en una menor frecuencia de uso y en una baja intención de seguir utilizándolo en el futuro.

El uso de ChatGPT como una decisión ética

Nuestros resultados muestran que, antes de decidir si usar ChatGPT, el alumnado sopesa ventajas y riesgos. En un lado de la balanza colocan la rapidez y la facilidad; en el otro, la privacidad, la calidad de las respuestas o el temor a sanciones académicas. Lo que inclina la balanza no es solo el peso de cada argumento, sino la mirada con que se juzgan. La brújula ética de cada estudiante amplifica los riesgos o, por el contrario, los minimiza, y acaba orientando la decisión final.

Este hallazgo conduce a una conclusión importante: el reto de las universidades será acompañar esa brújula ética individual con normas institucionales claras y formación específica. Esto puede traducirse, por ejemplo, en protocolos sobre el uso de la IA en las diferentes asignaturas y trabajos académicos o en cursos y talleres que enseñen a emplear estas herramientas de manera crítica y responsable.

Elaborar normas colaborativamente

Para ilustrar cómo puede abordarse este reto en la práctica, diseñamos un taller sobre inteligencia artificial generativa para alumnado universitario. Se llevaron a cabo encuestas en vivo, debates sobre mitos y la elaboración colectiva de normas de uso responsable. El 72,8 % afirmó sentirse más preparado para usar la IA de manera correcta y responsable.

Este tipo de iniciativas no solo informan al alumnado y le enseñan a usar mejor la herramienta, sino que también fortalecen su brújula ética. Le ayudan a aprovechar el potencial de la inteligencia artificial sin perder de vista la integridad académica que sostiene la vida universitaria. Lo importante no es tanto lo que la IA es capaz de hacer, sino las decisiones que tomamos sobre cómo queremos usarla en la universidad.

The Conversation

Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.

ref. ¿Quién (no) usa ChatGPT en la universidad? El papel de la brújula ética – https://theconversation.com/quien-no-usa-chatgpt-en-la-universidad-el-papel-de-la-brujula-etica-265226

¿En qué se diferencia la adicción a los videojuegos de otras adicciones en la adolescencia?

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Manuel Alcaraz Iborra, Profesor Titular en el área de Psicología Evolutiva y de la educación, Universidad de Zaragoza

AnnaStills/Shutterstock

¿Con cuál de estas afirmaciones se siente más identificado? “Cuando estoy realmente animado o enfadado, no suelo pensar en las consecuencias de mis acciones” o “Cuando estoy cabreado, intento no reaccionar de manera irreflexiva”. La primera de ellas muestra rasgos de “urgencia” (que podríamos definir como impulsividad emocional) y es una respuesta propia de una persona impulsiva, todo lo contrario que la segunda.

La impulsividad es un rasgo de la personalidad que se ha relacionado, desde hace décadas, con las adicciones a sustancias como el alcohol y otras drogas, especialmente en la adolescencia. En la actualidad, algunos componentes de la impulsividad también se vinculan con las adicciones “comportamentales” (a las redes sociales, a los videojuegos, a comprar). Aunque más que de adicciones, en estos casos se suele hablar de “uso problemático” dado que, al contrario que con las sustancias, existe un uso moderado que no supone ninguna consecuencia negativa para la salud.

La impulsividad y las adicciones

La impulsividad se mide a través de cuatro componentes: la “urgencia” (actuar sin pensar cuando se sienten emociones positivas o negativas intensas: es decir, ser impulsivo en las emociones), la búsqueda de nuevas sensaciones, la falta de constancia en una tarea y la falta de premeditación. Y no tienen por qué darse todas a la vez. Por ejemplo, una persona puede mostrarse impulsiva buscando nuevas sensaciones o dejando tareas sin acabar, y sin embargo controlar bien sus reacciones emocionales y las consecuencias que tienen.

Lo interesante es que las distintas combinaciones de estos componentes de la impulsividad se relacionan con diferentes tipos de adicciones. Por ejemplo, cuando un adolescente muestra mayores niveles de urgencia o impulsividad emocional, presenta más probabilidades de ser adicto al alcohol, incluso aunque muestre bajos niveles de búsqueda de sensaciones, falta de constancia o falta de premeditación.

La urgencia y el uso de videojuegos

Resultados recientes de nuestro grupo de investigación muestran que menores niveles de urgencia en chicos y chicas de entre 15 y 17 años se relacionan con mayor frecuencia de uso problemático de videojuegos. Que es exactamente lo contrario que sucede en la adicción al alcohol.




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En cierto modo, lo natural es que si un adolescente se enfada o se alegra, actúe de forma un tanto irreflexiva en ese momento. Es algo común hasta que alcanzan la edad adulta, necesario para aprender a regular mejor sus emociones. Y lo que indica nuestro estudio es que precisamente cuando los adolescentes no se “dejan llevar” ante una situación emocional intensa –como un suspenso o un regalo inesperado–, tienen más probabilidades de hacer un uso abusivo de los videojuegos.

Además, en esta correlación entre bajos niveles de urgencia y mayor uso problemático de videojuegos influye mucho la existencia de problemas emocionales. Es decir, que cuando los adolescentes muestran algunos síntomas emocionales –como por ejemplo síntomas depresivos– y tienen bajos niveles urgencia, es cuando el uso problemático de videojuegos es más probable.

¿Cómo explicamos estos resultados?

Si a un chaval de 15 años le regalan sin esperarlo entradas para ver el partido de la final de su equipo favorito, su euforia debería llevarle a hacer algo inusual en él, como abrazar a su padre de manera efusiva. Nuestros resultados nos hacen pensar que, cuando los adolescentes no se emocionan ni reaccionan de manera impulsiva, tienden a sustituir esas reacciones espontáneas e irreflexivas por dedicarse actividades monótonas pero motivadoras como los videojuegos. Por eso, síntomas emocionales en la adolescencia como desgana y la falta de iniciativa deberían hacer saltar nuestras alertas. Especialmente si observamos una tendencia a “refugiarse” en las videoconsolas.




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No se trata de evitar que usen los videojuegos: el reto es lograr que estos chavales encuentren actividades alternativas que los activen emocionalmente. Por ejemplo, escuchar un buen grupo de la música que les guste, unirse a un deporte colectivo o practicar ejercicio físico con algo de riesgo como la escalada. Necesitan encontrar las actividades que activen sus emociones para dejar de refugiarse en los videojuegos.

Consecuencias del uso problemático de videojuegos

La adicción a los videojuegos está incluida en los principales manuales sobre diagnóstico sobre salud mental bajo el nombre de Trastorno del Juego Online (inicialmente sólo contemplaba el juego online pero hoy se refiere a todo tipo de videojuegos, también no conectados a internet). Aunque aún son objeto de estudio, estos trastornos se relacionan con depresión, problemas de sueño, bajos resultados académicos y agresividad en la adolescencia, que es el periodo en el que más se utiliza este tipo de tecnología lúdica.

El porcentaje de adolescentes (tanto chicos como chicas) que presentan esta problemática ronda el 5 %. Entender por qué unos caen y otros no es fundamental para poder prevenir un uso excesivo que les perjudique.

Además de la importancia incuestionable del contexto –las horas de acceso u otros hábitos familiares como la lectura–, existen ciertos rasgos temperamentales, expresados desde el nacimiento, como la impulsividad que podrían ser precursores de esta adicción. Conocer los rasgos temperamentales, facilita identificar sobre qué y sobre quién prevenir antes de que el uso de videojuegos se convierta en un problema.

El objetivo, como casi siempre, no debe ser prohibir, sino educar.

The Conversation

Los autores han recibido fondos del Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030 para la ejecución de este proyecto durante los años 2024 y 2025.

Marta Modrego Alarcón no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. ¿En qué se diferencia la adicción a los videojuegos de otras adicciones en la adolescencia? – https://theconversation.com/en-que-se-diferencia-la-adiccion-a-los-videojuegos-de-otras-adicciones-en-la-adolescencia-264093

Del hipertexto a la inteligencia artificial: viajes por la literatura digital

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Yolanda De Gregorio Robledo, Profesora del área de Filología Inglesa, Universidad de Cádiz

_Diffracted Hemispheres_, una muestra de arte digital interactivo. © Jason Nelson.

La literatura digital no consiste en trasladar un libro a una pantalla, como ocurre con los libros electrónicos. Es un laboratorio artístico donde texto, imagen, sonido e interacción se entremezclan. En la década de 1950, los primeros ordenadores ya comenzaron a despertar la imaginación de personas que empezaron a experimentar buscando la cooperación del ser humano con las matemáticas, las ciencias y la creatividad. Ya en 1952, Christopher S. Strachey desarrolló un programa de ordenador denominado [Love Letters](https://www.gingerbeardman.com/loveletter/): generaba cartas de amor, mostrando cómo las máquinas podían crear.

Hoy, la irrupción de la inteligencia artificial (IA) continúa este viaje en el que la tecnología impulsa nuevas formas de expresar y contar.

Cuando el código empezó a rimar

Poco después de aquellas cartas de amor automáticas, el filósofo y poeta alemán Max Bense animó al informático Theo Lutz a desarrollar un programa capaz de generar versos a partir de cálculos probabilísticos, al que llamaron Stochastische Texte(“Textos estocásticos”, 1959).

Los poemas estocásticos de Theo Lutz.
Theo Lutz.

A partir de 1960, la poesía aleatoria se transformó en un terreno de experimentación, como muestran algunos ejemplos: I Am that I Am (1960), de Brion Gysin, Tape Mark Made (1961), de N. Balestrini, o La Machine à écrire (1964), de Jean Baudot. En esa misma década, los poetas concretos y visuales emplearon los ordenadores como una herramienta para experimentar con la materialidad del lenguaje, creando versos y representaciones gráficas estáticas y animadas.

La máquina comenzó a convertirse en un cómplice creativo que mostraba que el acto de escribir podía ser también un diálogo con la tecnología, capaz de ampliar lo que se entendía por “escritura”.

Una lectura laberíntica, el hipertexo

Si la poesía generativa mostró cómo se podía experimentar con los ordenadores, el hipertexto abrió la literatura a una nueva forma de leer, no lineal. Gracias a la mayor accesibilidad de los ordenadores personales y el desarrollo de software que ayudaban a crear textos hipertextuales, en las décadas de 1980 y 1990 se publicaron importantes narraciones hipertextuales, donde los enlaces desplegaban la narración más allá de una única línea narrativa.

El lector ya no avanza de la primera a la última página, sino que va escogiendo la ruta a seguir a través de los hiperenlaces. Entre los ejemplos más influyentes están Afternoon, a Story, de Michael Joyce, publicada en 1990, y Patchwork Girl (1995), de Shelley Jackson.

Estas obras desafiaron la noción de relato cerrado y lanzaron la posibilidad real de que la literatura saliera de la forma impresa hacia formas narrativas inéditas. Con el clic, se pasaría a una mayor participación por parte del lector.

Cuando la palabra empezó a moverse

Con el inicio del nuevo siglo, internet llegó a muchos hogares y los ordenadores personales se volvieron más potentes y económicos. Programas como Flash pusieron al alcance de los artistas nuevas herramientas. Con una programación sencilla, permitían combinar texto, imagen y animación.

En este nuevo contexto, la literatura ya no se limitaba a la página o al hiperenlace. Se permitió al lector convertirse en una parte activa de la experiencia, al ser las obras animadas e interactivas. Ejemplos significativos son Birds Singing Other Birds’ Songs (2001), de María Mencía, que fusiona la poesía concreta tipográfica con la experimentación sonora, y Fitting the Pattern (2008), de Christine Wilks, quien a través de la metáfora de la costura invita al lector a coser un patrón de memorias.

Estos años se caracterizaron por la proliferación de obras digitales en la red, donde programar, escribir y leer se entrelazaban.

Cuando la literatura trabaja con la IA

Pronto, el avance tecnológico incorporó a un nuevo actor, que entró con fuerza, capaz no solo de animar textos, sino de generarlos. Artistas como Jason Nelson, con sus obras que combinan el juego, el texto y una estética caótica, o Alinta Krauth, que explora la interacción entre humanos, máquinas y otros seres vivos, muestran la diversidad de la literatura digital actual.

Mechanical Treehouse.
©Alinta Krauth y Jason Nelson

Estos autores utilizan la IA para ampliar sus posibilidades creativas. En el caso de Alinta Krauth, los modelos de aprendizaje automático permiten reconocer e interpretar sonidos de animales, como en The (m)Otherhood of Meep. Por su parte, Jason Nelson genera movimiento e imágenes nuevas a partir de una inicial, como en [Mechanical Treehouse]. Otros, como David (Jhave) Johnston, emplean órdenes o prompts para generar junto a la máquina diferentes obras artísticas, como vídeos, imágenes o animaciones.

Son artistas que, desde los años 1960 hasta la actualidad, se han beneficiado y han experimentado con las posibilidades que la tecnología les ofrecía. Hoy, en la mayoría de las ocasiones, la IA es empleada como una herramienta de trabajo o una colaboración que les acompaña en la exploración de nuevas posibilidades y horizontes creativos.

The Conversation

Yolanda De Gregorio Robledo no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

ref. Del hipertexto a la inteligencia artificial: viajes por la literatura digital – https://theconversation.com/del-hipertexto-a-la-inteligencia-artificial-viajes-por-la-literatura-digital-265993

Gentrificación climática: la demanda de la vivienda aumenta en las provincias más frescas

Source: The Conversation – (in Spanish) – By Simón Sosvilla-Rivero, Catedrático de Análisis Económico, Universidad Complutense de Madrid

España sufrió la segunda mayor ola de calor desde que existen registros en agosto de 2025. Este hecho refuerza la creencia de que el cambio climático ya no es una amenaza lejana: está aquí y está afectando las ciudades, la salud… y también el precio de las viviendas españolas.

Un estudio académico que hemos realizado recientemente ofrece una mirada reveladora sobre cómo las altas temperaturas están afectando el mercado inmobiliario español y transformando el valor de la vivienda.

Calor extremo y valor inmobiliario

A través de un análisis riguroso de los precios de venta y alquiler publicados en idealista.com en las 47 capitales de provincia peninsulares entre 2009 y 2024, encontramos que el calor extremo afecta el valor de los inmuebles.

Cada día adicional con temperaturas máximas superiores a 35°C se traduce en una caída de 1,40 € por metro cuadrado en el precio de venta y de 0,0059 € por metro cuadrado en el precio de alquiler dentro de la misma provincia. Si lo traducimos a cifras más concretas, para una vivienda media de unos 120 metros cuadrados –y teniendo en cuenta que en España había unas 700 000 casas en oferta de venta o alquiler en 2024–, esto supondría una pérdida aproximada de 117,6 millones de euros al año en ventas y medio millón de euros anuales en alquileres para los propietarios.

¿Quién gana con el calor?

Según nuestro estudio, la respuesta está fuera de las provincias más sofocantes. Las regiones vecinas, especialmente las más frescas, se benefician del calor ajeno: los precios de venta suben hasta 2,80 € por metro cuadrado y los alquileres en torno a 0,012 €, generando un beneficio de alrededor de 235 millones de euros al año en ventas y un millón en rentas para los propietarios. En resumen, el calor resta valor en unas zonas, pero lo multiplica en otras.

Las regiones españolas más frescas se benefician de las olas de calor de otras, pues los precios de venta y alquiler de sus inmuebles suben.

Este desplazamiento de valor, que vinculamos con patrones de migración climática interna, tiene implicaciones profundas para el futuro del urbanismo, la inversión inmobiliaria y la planificación territorial. ¿Estamos ante una nueva forma de gentrificación climática? ¿Se convertirán las regiones más frescas en los nuevos polos de atracción residencial? El estudio sugiere que sí, y que este proceso ya está en marcha.

Vivienda, cambio climático y economías locales

El mercado inmobiliario es un barómetro sensible al riesgo climático. En países como Estados Unidos o China ya se han documentado caídas de valor en zonas expuestas a huracanes, incendios o inundaciones. En España, el calor extremo emerge como un factor silencioso pero persistente: no destruye viviendas de forma inmediata, pero erosiona su atractivo y su valor a medio plazo.

Este hallazgo conecta con la idea de que los mercados financieros e inmobiliarios no son inmunes al clima. Al contrario, son el puente por el que el riesgo climático se filtra hacia la economía real y acaba impactando directamente en los bolsillos de los ciudadanos. Cuando los precios de la vivienda caen en una región por exceso de calor, no solo pierden los propietarios, también se resienten los ingresos fiscales municipales, la inversión en infraestructuras y la cohesión social.

El desplazamiento de la demanda hacia provincias más frescas refleja un fenómeno que los investigadores denominan “migración climática”. Aunque solemos asociar este concepto a movimientos internacionales, lo cierto es que también ocurre dentro de un mismo país. En España, el calor extremo puede acelerar la salida de población de zonas del sur y del interior hacia regiones del norte o de mayor altitud, donde la calidad de vida se percibe como más sostenible.

Nuestro estudio subraya que estos movimientos no son sólo demográficos sino también económicos: los flujos de capital inmobiliario siguen la misma lógica. Allí donde se prevé un clima más benigno también se anticipa una mayor inversión, lo que puede generar presión sobre los precios y, con ello, dificultar el acceso a la vivienda para la población local, reduciendo, en última instancia, la equidad social.

El futuro de la vivienda en España

El futuro del mercado inmobiliario será resiliente y sostenible o simplemente no será. El calor extremo ya está dejando huella en los precios de la vivienda en España, y lo seguirá haciendo con mayor intensidad en los próximos años.

La pregunta no es si el clima afectará al mercado, sino cómo responder a este reto: si con políticas adaptativas, que promuevan la equidad y la sostenibilidad, o con una inacción que profundice las desigualdades y genere pérdidas económicas.

Nuestro estudio advierte que el cambio climático transformará el mercado inmobiliario español, afectando precios, inversión y acceso a la vivienda.

Integrar el riesgo climático en las políticas urbanas y en las estrategias financieras será esencial para garantizar la sostenibilidad, la equidad y la resiliencia en un contexto de calor creciente y desigualdad territorial.

Como sus ciudades, el mercado inmobiliario español está en la primera línea del cambio climático. Y lo que se haga hoy marcará la diferencia en el valor económico, social y humano, de las viviendas mañana.

The Conversation

Nada que declarar

Adrian Fernandez-Perez y Marta Gómez-Puig no reciben salarios, ni ejercen labores de consultoría, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del puesto académico citado.

ref. Gentrificación climática: la demanda de la vivienda aumenta en las provincias más frescas – https://theconversation.com/gentrificacion-climatica-la-demanda-de-la-vivienda-aumenta-en-las-provincias-mas-frescas-267128

A digital twin could help Canada beat wildfires, fix commutes and save tax dollars

Source: The Conversation – Canada – By Ehsan Noroozinejad Farsangi, Visiting Senior Researcher, Smart Structures Research Group, University of British Columbia

Canada is facing larger wildfires, rising flood risks and worsening traffic congestion. The federal government’s infrastructure plan budgets at least $180 billion over 12 years, yet insured disaster losses hit a record $8.5 billion in 2024.

Despite these massive investments, too often problems are only discovered after construction begins. One way to address this is to model risks and impacts before they occur using a digital replica that mirrors how real systems work.

A “digital twin” — essentially a live virtual model of roads, transit, energy, water and public buildings — would let policymakers and planners test ideas and spot risks ahead of time. It blends maps and 3D models with data (some live, some updated regularly), so policymakers and planners can run “what-if” scenarios.




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For example, policymakers could use a digital twin to see how a lane closure, new bus route or wildfire evacuation order might ripple through a city before making a decision. Singapore already uses this approach to test planning and emergency responses and its documented efficiency gains are clear.

As researchers, we see a national, federated digital twin improving Canada’s resilience and efficiency in three practical ways.

Benefit #1: Safer wildfire evacuations

Canada’s 2023 wildfire season was the worst on record, with more than 18 million hectares burned, and 2025 has already been called the second-worst on record.

When fires move fast, evacuation routes can become jammed and communication can break down. During the 2016 Fort McMurray wildfire, for instance, residents received “mixed messages” about the threat and proximity of the wildfire. Thousands of people ended up jamming Highway 63, the sole road in and out of the city.

Similarly, during Yellowknife’s 2023 evacuation, an after-action review found there was a lack of clear and transparent communication to the public about an evacuation plan, leading to “significant confusion and stress.”

A national digital twin could help emergency teams rehearse evacuations in advance. They could test detours, traffic signal plans, one-way controls, signage and reception-centre capacity; check if ambulances can reach hospitals when smoke closes a route; and push clear routes to navigation apps in real time.

Benefit #2: Faster, more reliable commutes

Traffic congestion and transit delays cost Canadians time, productivity and peace of mind. We all know what it’s like when a construction project snarls traffic or a crowded station slows trains.

A 2024 report from the Canadian Centre for Economic Analysis estimated that congestion cost Ontario $56.4 billion in total economic and social impacts. Of that, about $43.6 billion was linked to reduced quality of life, including stress, health impacts and time lost to delays.

A digital twin could help. With this technology, transit agencies could test bus-only lanes, signal timing, platform-crowding fixes and construction plans before rolling them out.

Vancouver International Airport has already built a real-time digital twin to optimize passenger flows. The same principles can also be applied to transit hubs and busy corridors, helping cities identify problems early, reduce disruption and move people more efficiently.

Benefit #3: Better use of tax dollars

Cost overruns and rework continue to drain public budgets across Canada. Major infrastructure projects frequently exceed their initial pricetags, like the Trans Mountain pipeline expansion, which is now projected to cost nearly $34 billion — almost six times the original $5.3 billion estimate.

Montréal’s Réseau express metropolitain light-rail project has faced multiple cost increases as wells, rising from an initial estimate of $6.3 billion to more than $7.9 billion as of 2023.

Digital twins can reduce these losses by identifying design conflicts early, comparing options side-by-side and improving transparency with the public.

Evidence suggests the savings can be substantial. A technical report from the National Research Council of Canada found that using digital design tools to resolve design conflicts early saved roughly 20 per cent of a project’s contract value.

The potential returns are equally clear abroad. The U.K. government estimates that applying digital twins to network management could deliver 856 million pounds in benefits over 10 years.

Canada is already testing these possibilities. Ontario’s $5 million digital twin pilot is exploring how they can be used to deliver hospitals, highways and transit projects on time and on budget.

Similarly, the federal government is exploring using a digital twin to improve infrastructure maintenance and planning. Public Services and Procurement Canada has issued a Request for Information on a digital twin platform for its building portfolio.

From scattered projects to a national framework

Canada already has a strong foundation to build on for a national digital twin. Many Canadian cities already publish detailed base spatial data, such as Toronto’s 3D massing models and Vancouver’s public LiDAR data that captures its urban form in high resolution.

Canadian universities are already leading the way. Researchers at Carleton University have been the first to model a digital twin at a national scale, and plan to release the project’s code as an open-source project and the platform for free.

Infrastructure Ontario and Toronto Metropolitan University have signed a two-year partnership to apply digital-twin technology to modernize provincial infrastructure planning. Meanwhile, four other Canadian universities are involved in a project to explore how these tools can improve development approvals and regulatory decision-making.

The challenge is not to start from scratch, but to connect these existing initiatives under a coherent national framework.

This means agreeing on a few shared rules: common formats so maps and assets line up, clear privacy and security standards that prohibit personal tracking (only anonymous or aggregated data) and a small federal team to maintain standards and allow the different systems to work together.

Transparency about how the digital twin models work will be essential. The government should publish the methods and test results online for communities, journalists and independent experts to check. Routine audits and a quick way to fix mistakes should also be added.

A practical first step is to focus on projects that address urgent, tangible issues, namely wildfire evacuation routes and commute reliability. Early successes in these areas would demonstrate value quickly while proving the model’s effectiveness.

Learning from global leaders

Canada does not need to invent its own rule book. It can adopt existing frameworks like the U.K.’s plain-English Gemini Principles and information-management playbook, which focuses on public benefit, openness and safety.

Singapore, the U.K. and the European Union have all developed, implemented and tested digital twin programs, showing how to set standards, protect privacy and deliver public benefits.

If Canada borrows their templates and lessons, it can move faster and at a lower cost. It will be able to link early adopters, focus on high-impact uses like wildfire evacuations and commute reliability, publish results for review and then expand.

By doing so, Canada would shift from fragmented projects to a national digital twin that strengthens resilience, protects privacy and improves everyday life.

The Conversation

Dr. Ehsan Noroozinejad has received funding from both national and international organizations to support research addressing housing and climate crises. His most recent funding for integrated housing and climate policy comes from the APPI. He has also been involved in securing funding from NSERC and Mitacs. He is also affiliated with Western Sydney University.

Professor T.Y. Yang secures funding from national and international organizations to develop innovative solutions for housing and climate crises, with a focus on modern methods of construction.

ref. A digital twin could help Canada beat wildfires, fix commutes and save tax dollars – https://theconversation.com/a-digital-twin-could-help-canada-beat-wildfires-fix-commutes-and-save-tax-dollars-266460

Pardonner à l’assassin de son époux : Enjeux spirituels et politiques du geste d’Erika Kirk

Source: The Conversation – France in French (3) – By Frédérique Sandretto, Adjunct assistant professor, Sciences Po

« That man… that young man… I forgive him. » Ces mots prononcés par la veuve de Charlie Kirk à propos de l’assassin de son époux s’inscrivent dans une tradition chrétienne du pardon mais, aussi, dans un contexte spécifique aux États-Unis, où le pardon individuel et collectif, d’une part, et la grâce présidentielle, de l’autre, ont historiquement été mêlés de façon étroite et ont toujours eu un impact profond sur les débats politiques et moraux.


Le 21 septembre 2025, lors de la cérémonie d’hommage à son mari Charlie Kirk, Erika Kirk a prononcé un discours très remarqué dans lequel elle a déclaré qu’elle accordait son pardon à Tyler Robinson, le jeune homme accusé d’avoir assassiné son époux le 10 septembre précédent.

Elle a expliqué que son pardon découlait de sa foi chrétienne et de l’héritage spirituel de Charlie, proclamant « The answer to hate is not hate » (« la réponse à la haine n’est pas la haine »). Dans un entretien publié le même jour par le New York Times, elle a dit qu’elle ne souhaitait pas qu’une éventuelle exécution de Robinson pèse sur sa conscience, et qu’elle laissait à la justice le soin de décider de son sort.

Le pardon personnel…

Ce geste pose une question vertigineuse : comment une épouse peut-elle pardonner à l’assassin de son mari ? Le pardon, ici, est revendiqué comme un choix volontaire – non un oubli, mais une libération intérieure. Il s’inscrit dans une logique religieuse forte, où la foi chrétienne (et plus encore, la conviction que le pardon est un commandement moral) légitime l’abolition intérieure de la vengeance.

Erika Kirk a mis en avant le modèle du Christ – « Père, pardonne-leur, car ils ne savent pas ce qu’ils font » – pour donner à son acte une justification transcendante. En analysant ce cas, on peut avancer que son pardon est doublement « surhumain » : surhumain parce qu’il exige de dépasser les émotions légitimes (colère, douleur, désir de vengeance) ; surhumain aussi parce qu’il prétend s’adresser non seulement à l’acte criminel, mais à l’auteur en tant que personne, dans un geste d’amour ou de miséricorde.

Mais un tel pardon ne peut être compris que dans le cadre d’un engagement religieux préexistant. C’est bien le point essentiel : ce pardon ne se décrète pas dans le vide. Il s’appuie sur une histoire de foi, sur une disposition spirituelle. Erika Kirk s’affiche comme chrétienne fervente, et sa vie publique se teinte de références religieuses. Sans cette assise, un acte aussi radical de pardon immédiat paraît presque invraisemblable.

On pourrait donc formuler la première grande leçon : le pardon d’un crime extrême s’enracine d’abord dans une anthropologie religieuse, qui suppose une vision de l’homme, du péché, de la rédemption, du mal et de la grâce. Le pardon devient une performance morale, au-delà du droit, qui témoigne de la supériorité de l’amour sur la justice stricte. Mais cette position n’est pas sans tension. Elle entre en conflit avec les exigences de la justice, de la réparation, de la mémoire et de la légitime colère des victimes.

… et le pardon institutionnel

Erika Kirk n’est pas la première à effectuer ce geste public de pardon envers un criminel. Dans l’histoire des États-Unis, plusieurs exemples célèbres illustrent des formes de pardon religieux ou politique offert à des auteurs de crimes graves.

Aux États-Unis, la grâce (executive clemency) est une institution constitutionnelle. Le président peut, pour des motifs de justice ou de miséricorde, gracier un condamné. L’article II, section 2, alinéa 1 de la Constitution des États-Unis définit le pouvoir de la grâce présidentielle. Il y est stipulé que le président « aura le pouvoir d’accorder des sursis et des grâces pour les offenses contre les États-Unis, sauf en cas d’impeachment ». Ce pouvoir s’applique donc uniquement aux crimes fédéraux, et non aux infractions relevant des États fédérés.

La grâce présidentielle peut prendre la forme d’un pardon complet, d’une commutation de peine ou d’un sursis. Elle est considérée comme l’un des attributs majeurs de l’autorité exécutive. Historiquement, ce pouvoir a été utilisé pour corriger des injustices ou pour apaiser des tensions politiques. La seule limite explicite demeure son inapplicabilité dans les procédures d’impeachment. Ainsi, la grâce présidentielle illustre la concentration de prérogatives dans la fonction exécutive, mais encadrée par le texte constitutionnel. C’est un pardon « légal » dans lequel l’État lui-même, au sommet de la hiérarchie, exerce une forme de miséricorde. Le plus souvent, ce type de pardon ne correspond pas à un pardon moral de la victime, mais à une révision de la peine (réhabilitation, reconnaissance de circonstances atténuantes, etc.).

Plusieurs présidents des États-Unis ont gracié des figures politiques controversées. En septembre 1974, le président Gerald Ford a accordé une grâce complète à son prédécesseur Richard Nixon, dont il avait été le vice-président et dont la démission lui avait permis d’accéder à la fonction suprême un mois plus tôt. Cette décision couvrait toutes les infractions fédérales liées au scandale du Watergate. Ford expliqua que ce pardon visait à mettre fin à une crise politique et morale sans précédent.

Le président Ford annonce sa décision de gracier Richard Nixon, 8 septembre 1974.
Gerald R. Ford Presidential Library

Plus récemment, Joe Biden, juste avant de quitter la Maison Blanche, a gracié son fils Hunter, condamné pour détention illégale d’arme à feu et fraude fiscale, affirmant que ce dernier avait été victime d’une « erreur judiciaire ». Peu après, dès le lendemain de sa seconde investiture, Donald Trump a gracié la quasi-totalité des insurgés du 6 janvier 2021, qu’il a qualifiés d’« otages de Joe Biden » dont la grâce « met fin à une grave injustice nationale infligée au peuple américain ».

De tels pardons suscitent souvent la polémique, ne serait-ce que parce qu’ils soulèvent la question de l’équité envers d’autres condamnés.

Au-delà du cadre pénal institutionnel, l’histoire américaine a parfois vu des victimes ou des proches pardonner publiquement à des auteurs de violences collectives, au nom de la réconciliation de la société. Dans le cadre du mouvement des droits civiques, des figures comme Martin Luther King ont prôné le pardon au nom du principe de non-violence, invitant à pardonner moralement les injures et les violences, sans pour autant nier les injustices et sans appeler à ce que les auteurs d’actes haineux ne soient pas traduits en justice et, le cas échéant, condamnés.

Mais ces pardons personnels, s’ils sont symboliquement puissants, restent souvent marginaux face à la masse des crimes non résolus ou non pardonnés. Le contexte social, médiatique, politique joue un rôle déterminant dans leur réception.

Le pardon, pour être crédible, doit se situer dans une tension entre la mémoire de la victime, la justice (y compris la peine), et le geste de miséricorde. La philosophie morale, la théologie et la théorie politique débattent du pardon extrême. Hannah Arendt a soutenu que le pardon ne peut s’appliquer à l’« extrême crime et au mal volontaire ». Certains actes seraient au-delà de la possibilité de pardon sans effacement de la responsabilité. Le pardon ne doit pas conduire à l’oubli, mais rester conditionné à une reconnaissance du tort, à une repentance et à une action réparatrice. Ainsi, même dans l’histoire américaine, le geste de pardon est rare, souvent contesté, et toujours porteur de tensions : entre justice et miséricorde, entre mémoire et réconciliation, entre gratitude divine et exigences humaines.

Le poids symbolique du pardon dans l’arène politique

Le pardon d’Erika Kirk n’est pas seulement personnel. Il s’adresse immédiatement au champ politique et symbolique. En pardonnant publiquement au meurtrier de son mari, Erika Kirk se pose comme une figure de hauteur morale. Elle transcende la spirale de vengeance, incarne le « modèle chrétien » et se présente comme l’héritière spirituelle et politique de son mari – un rôle qu’elle assume d’ailleurs officiellement puisqu’elle a été nommée à la tête de Turning Point USA, l’organisation tentaculaire que son mari avait fondée et qu’il avait dirigée jusqu’à son assassinat. La jeune veuve gagne une légitimité morale qui la distingue du « camp d’en face », mais aussi des commentateurs politiques. Ce geste peut renforcer son aura : celui ou celle qui pardonne même l’invraisemblable se veut dépositaire d’un message ici chrétien, conservateur, de miséricorde.

Ce pardon est un acte performatif : il produit du sens public. Il modifie le récit médiatique du crime, impose un cadre discursif (celui du pardon, non de la vendetta), et oriente la réception de l’événement dans la sphère politique. On pourrait dire que le pardon lui-même devient une arme symbolique. Il témoigne d’un pouvoir non coercitif, mais moral et, en sa qualité de discours unificateur, sert de pivot pour les alliances, les campagnes, la rhétorique.

Il détourne aussi une potentielle atmosphère vindicative ou punitive vers un récit de réconciliation. Mais ce pari est périlleux. Le pardon public peut être perçu comme un « adoucissement » du crime, un affaiblissement de la pression judiciaire, une concession au discours du criminel. Il peut être assimilé à une forme de naïveté, voire de complicité morale. Ainsi, certaines familles de victimes de la fusillade commise par un suprémaciste blanc dans une église afro-américaine de Charleston en 2015 ont dit pardonner au tireur, une position qui leur a valu des critiques.

En politique, le pardon est rarement neutre : il engage et il polarise. Il peut aussi être instrumentalisé. Certains y verront un moyen de neutraliser les contestations. Pardonner n’est jamais un acte purement moral ou individuel. C’est un geste qui a des effets sociaux, symboliques et parfois idéologiques.

Enfin, le pardon public d’un crime politique peut devenir un modèle (ou une norme implicite) : si l’on attend des victimes qu’elles pardonnent toujours, on fragilise la position des victimes dans le débat public. Le risque est celui d’un « pardon obligatoire », d’un impératif moral imposé aux victimes, ou d’une normalisation du pardon politique.

Peut-on pardonner à un criminel, même à celui qui vient de tuer votre mari ? Le cas d’Erika Kirk illustre à quel point le pardon peut devenir un acte spirituel, moral et politique, mais aussi une tension constante entre la miséricorde et l’exigence de justice.

Le pardon est d’abord une option intérieure, enracinée dans une foi et une vision théologique de l’homme. Il est aussi un geste qui emprunte les codes du pouvoir symbolique : il engage, il performe, il construit une légitimité. Mais ce geste ne dispense aucunement de la justice ni de la mémoire ni de la réparation. Le pardon trop rapide ou trop spectaculaire court le risque d’effacer la souffrance ou de masquer les responsabilités. En politique, le pardon devient un acte à la fois puissant et risqué.

The Conversation

Frédérique Sandretto ne travaille pas, ne conseille pas, ne possède pas de parts, ne reçoit pas de fonds d’une organisation qui pourrait tirer profit de cet article, et n’a déclaré aucune autre affiliation que son organisme de recherche.

ref. Pardonner à l’assassin de son époux : Enjeux spirituels et politiques du geste d’Erika Kirk – https://theconversation.com/pardonner-a-lassassin-de-son-epoux-enjeux-spirituels-et-politiques-du-geste-derika-kirk-267034

La liberté académique dans le monde et en France : un bien de première nécessité

Source: The Conversation – France in French (2) – By Stéphanie Balme, Director, CERI (Centre de recherches internationales), Sciences Po

Stéphanie Balme a mené pour France Universités une étude intitulée « Défendre et promouvoir la liberté académique : un enjeu mondial, une urgence pour la France et l’Europe. Constats et 65 propositions d’action ». Elle en livre ici quelques enseignements.


Dévoilé officieusement le 2 octobre 2025, le Compact for Academic Excellence in Higher Education de Donald Trump illustre de manière paroxystique la politisation du savoir et la volonté de contrôle idéologique de la production scientifique aux États-Unis. Derrière le discours de « restauration de l’excellence » se profile une nouvelle étape dans l’institutionnalisation du sciento-populisme : la défiance envers la science y est exploitée de manière stratégique afin de flatter les affects populistes et de transformer les universitaires en boucs émissaires, rendus responsables du « déclin » de l’hégémonie civilisationnelle américaine.

Ce phénomène, bien que caricatural, n’est pas isolé. Simultanément à l’annonce de Donald Trump, l’édition 2025 du Global Innovation Index (GII) révèle que la Chine intègre pour la première fois le top 10 des nations les plus innovantes, tandis que les États-Unis, encore troisièmes, montrent des fragilités structurelles. Huit pays européens, fait trop peu connu, figurent parmi les quinze premiers de ce classement. La France, quant à elle, est rétrogradée mais conserve néanmoins la treizième place, celle qu’occupait la Chine trois ans auparavant.

Les quatre-vingts indicateurs du GII, couvrant près de cent quarante pays, ne se limitent pas à mesurer la performance technologique ou scientifique : ils évaluent également la capacité des États à garantir un environnement politico-institutionnel, économique et financier complet, libre et sûr. En croisant ces données avec celles de l’Academic Freedom Index, principal outil de référence élaboré depuis 2019, on constate que la liberté académique n’est plus uniquement menacée dans les régimes autoritaires. Elle se fragilise désormais au cœur même des démocraties, affectant à parts égales les sciences humaines et sociales et les sciences expérimentales.

L’attribution du prix Nobel d’économie 2025 à Philippe Aghion, Peter Howitt et Joel Mokyr rappelle opportunément que la croissance et l’innovation reposent sur un écosystème fondé sur la liberté de recherche et la circulation des idées. Leurs travaux sur les conditions historiques et structurelles du progrès technologique montrent qu’aucune économie ne peut prospérer durablement lorsque la connaissance est contrainte ou soumise à un contrôle idéologique.

Régimes autoritaires et techno-nationalisme

Paradoxalement, les régimes autoritaires comptent aujourd’hui parmi les principaux investisseurs dans la recherche, dont ils orientent néanmoins strictement les finalités selon leurs priorités politiques. Engagés dans une phase ascendante de développement techno-nationaliste, ils investissent massivement dans la science et la technologie comme instruments de puissance, sans encore subir les effets corrosifs de la défiance envers le savoir.

Les démocraties, à l’inverse, peinent à financer la recherche tout en soutenant leurs dépenses de défense et doivent affronter la montée de mouvements contestant la légitimité même de la science telle qu’elle se pratique. C’est afin de mieux comprendre ces dynamiques que j’ai conduit pour France Universités une étude intitulée « Défendre et promouvoir la liberté académique : un enjeu mondial, une urgence pour la France et l’Europe. Constats et 65 propositions d’action ».

Des atteintes multiples en France

La France illustre particulièrement les vulnérabilités décrites plus haut. En 2024‑2025, les atteintes à la liberté académique y ont pris des formes multiples : ingérences étrangères accrues, conditionnement des financements publics régionaux à des chartes aux critères flous, pressions idéologiques sur les contenus d’enseignement et de recherche, annulations de conférences, campagnes de stigmatisation d’enseignants-chercheurs sur les réseaux sociaux, interventions de responsables politiques jusque dans les conseils d’administration d’universités, restrictions d’accès aux terrains ou à des bourses de recherche, et enfin, multiplication des procédures-bâillons.

Contrairement à d’autres droits fondamentaux, la liberté académique en France se distingue par l’absence d’une culture politique, professionnelle et citoyenne solidement enracinée. Les universitaires victimes d’atteintes dans leur liberté d’exercer leur métier se retrouvent souvent isolés, tandis que la capacité institutionnelle des universités à jouer un rôle de contre-pouvoir demeure limitée.

Cette vulnérabilité est aggravée par la dépendance aux financements publics, la précarisation des carrières, la surcharge administrative et l’absence d’autonomie institutionnelle réelle. Néanmoins, cette fragilité actuelle pourrait se transformer en levier de refondation, favoriser l’émergence d’une culture solide de la liberté académique et, ce faisant, renforcer la position de la France dans la géopolitique scientifique mondiale.

Une stratégie multi dimensionnelle

L’étude pour France Universités propose une stratégie proactive articulée autour de plusieurs axes complémentaires, visant quatre catégories d’acteurs : l’État, les universités, la société civile et l’échelon européen.

Le premier axe concerne le renforcement du socle juridique : constitutionnaliser la liberté académique, réaffirmer l’autonomie des établissements et l’indépendance des personnels ; enfin, reconnaître le principe du secret des sources comme pour les journalistes et intégrer un régime spécifique dans le Code de la recherche pour les données sensibles. Il est également proposé d’étendre le dispositif de protection du potentiel scientifique et technique de la nation (PPST) aux sciences humaines et sociales en intégrant les risques d’ingérence pour concilier sécurité et liberté scientifiques.

Le deuxième axe porte sur l’action des universités : coordonner les initiatives à l’échelle nationale via un organisme indépendant, généraliser les chartes de liberté académique dans l’ensemble des établissements et organismes de recherche, renforcer la protection fonctionnelle des enseignants grâce à un fonds national dédié et instaurer des protocoles d’assistance rapide. Il prévoit également la création d’un observatoire indépendant des atteintes à la liberté académique, la formation des directions et des référents à ces enjeux, ainsi que la coordination d’un soutien juridique, psychologique et numérique pour les universitaires pris pour cibles. Enfin, cet axe vise à favoriser une collaboration croisée entre fonctionnaires sécurité‑défense et chercheurs et enseignants-chercheurs.

Le troisième axe vise à promouvoir une véritable culture de la liberté académique dans l’espace public : lancer une campagne nationale de sensibilisation, encourager les initiatives étudiantes, transformer la Fête de la science en Fête de la science et de la liberté académique, organiser des États généraux pour définir un plan d’action participatif, et déployer une vaste campagne de valorisation de la recherche en partenariat avec l’ensemble des opérateurs, à commencer par le CNRS. Cette campagne, appuyée sur des supports visuels, affiches, dessins et un hashtag fédérateur, doit célébrer la recherche dans tous les médias et rappeler son rôle essentiel au service d’une société démocratique.

Le quatrième et dernier axe vise à inscrire ces mesures dans la diplomatie scientifique européenne, en rétablissant un classement européen des universités du monde entier intégrant un indice de liberté académique, et en œuvrant à son inclusion dans les grands classements internationaux ; renforcer la coopération entre l’Association européenne des universités et les alliances universitaires européennes ; instaurer un observatoire européen de la liberté académique ; créer un passeport européen des talents pour les chercheurs réfugiés ; faire de l’Europe un espace-refuge pour les scientifiques en danger, jusqu’à obtenir, à terme, une reconnaissance sous la forme d’un Prix Nobel de la paix dédié à la liberté académique.

La condition d’une démocratie vivante

Défendre la liberté académique n’est pas un réflexe corporatiste : c’est, au contraire, protéger un bien commun précieux et la condition même d’une démocratie vivante. Ce droit n’appartient qu’à un petit nombre, certes, mais il profite à toutes et à tous, à l’instar de la liberté de la presse, garantie par la loi de 1881. Contrairement à une idée reçue, les universitaires sont souvent les derniers à défendre leur droit professionnel, quand les journalistes, à juste titre, protègent activement le leur.

Le système universitaire français, tel qu’il s’est construit depuis 1945, et plus encore après 1968, n’a pas été pensé pour affronter l’autoritarisme. Aujourd’hui, les établissements français ne seraient pas en mesure de résister très longtemps à des attaques systématiques en cas d’arrivée au pouvoir d’un régime populiste et/ou autoritaire. Puissantes, riches et autonomes, les universités de l’Ivy League ont elles-mêmes vacillé face au mouvement MAGA et peinent encore à s’en relever. De nombreux scientifiques américains rejoignent aujourd’hui l’Europe, le Japon ou la Corée du Sud.

Comment, dès lors, les universités françaises, à la fois financièrement et institutionnellement dépendantes, et ne disposant que d’associations d’alumni encore récentes, pourraient-elles faire face à un tel assaut ? Sans compter que ce serait, à terme, la fin de l’ambition portée par le programme Choose Europe for Science.

Malgré la gravité de la situation, celle-ci ouvre un espace inédit pour l’action collective, l’innovation démocratique et la construction de solutions concrètes. Il est désormais temps d’agir collectivement, de coordonner les acteurs et de lancer une vaste campagne nationale et européenne en faveur de la liberté académique : tel est l’objet de ce rapport.

The Conversation

Stéphanie Balme ne travaille pas, ne conseille pas, ne possède pas de parts, ne reçoit pas de fonds d’une organisation qui pourrait tirer profit de cet article, et n’a déclaré aucune autre affiliation que son organisme de recherche.

ref. La liberté académique dans le monde et en France : un bien de première nécessité – https://theconversation.com/la-liberte-academique-dans-le-monde-et-en-france-un-bien-de-premiere-necessite-267450

Pardonner à son meurtrier : Enjeux spirituels et politiques du geste d’Erika Kirk

Source: The Conversation – in French – By Frédérique Sandretto, Adjunct assistant professor, Sciences Po

« That man… that young man… I forgive him. » Ces mots prononcés par la veuve de Charlie Kirk à propos de l’assassin de son époux s’inscrivent dans une tradition chrétienne du pardon mais, aussi, dans un contexte spécifique aux États-Unis, où le pardon individuel et collectif, d’une part, et la grâce présidentielle, de l’autre, ont historiquement été mêlés de façon étroite et ont toujours eu un impact profond sur les débats politiques et moraux.


Le 21 septembre 2025, lors de la cérémonie d’hommage à son mari Charlie Kirk, Erika Kirk a prononcé un discours très remarqué dans lequel elle a déclaré qu’elle accordait son pardon à Tyler Robinson, le jeune homme accusé d’avoir assassiné son époux le 10 septembre précédent.

Elle a expliqué que son pardon découlait de sa foi chrétienne et de l’héritage spirituel de Charlie, proclamant « The answer to hate is not hate » (« la réponse à la haine n’est pas la haine »). Dans un entretien publié le même jour par le New York Times, elle a dit qu’elle ne souhaitait pas qu’une éventuelle exécution de Robinson pèse sur sa conscience, et qu’elle laissait à la justice le soin de décider de son sort.

Le pardon personnel…

Ce geste pose une question vertigineuse : comment une épouse peut-elle pardonner à l’assassin de son mari ? Le pardon, ici, est revendiqué comme un choix volontaire – non un oubli, mais une libération intérieure. Il s’inscrit dans une logique religieuse forte, où la foi chrétienne (et plus encore, la conviction que le pardon est un commandement moral) légitime l’abolition intérieure de la vengeance.

Erika Kirk a mis en avant le modèle du Christ – « Père, pardonne-leur, car ils ne savent pas ce qu’ils font » – pour donner à son acte une justification transcendante. En analysant ce cas, on peut avancer que son pardon est doublement « surhumain » : surhumain parce qu’il exige de dépasser les émotions légitimes (colère, douleur, désir de vengeance) ; surhumain aussi parce qu’il prétend s’adresser non seulement à l’acte criminel, mais à l’auteur en tant que personne, dans un geste d’amour ou de miséricorde.

Mais un tel pardon ne peut être compris que dans le cadre d’un engagement religieux préexistant. C’est bien le point essentiel : ce pardon ne se décrète pas dans le vide. Il s’appuie sur une histoire de foi, sur une disposition spirituelle. Erika Kirk s’affiche comme chrétienne fervente, et sa vie publique se teinte de références religieuses. Sans cette assise, un acte aussi radical de pardon immédiat paraît presque invraisemblable.

On pourrait donc formuler la première grande leçon : le pardon d’un crime extrême s’enracine d’abord dans une anthropologie religieuse, qui suppose une vision de l’homme, du péché, de la rédemption, du mal et de la grâce. Le pardon devient une performance morale, au-delà du droit, qui témoigne de la supériorité de l’amour sur la justice stricte. Mais cette position n’est pas sans tension. Elle entre en conflit avec les exigences de la justice, de la réparation, de la mémoire et de la légitime colère des victimes.

… et le pardon institutionnel

Erika Kirk n’est pas la première à effectuer ce geste public de pardon envers un criminel. Dans l’histoire des États-Unis, plusieurs exemples célèbres illustrent des formes de pardon religieux ou politique offert à des auteurs de crimes graves.

Aux États-Unis, la grâce (executive clemency) est une institution constitutionnelle. Le président peut, pour des motifs de justice ou de miséricorde, gracier un condamné. L’article II, section 2, alinéa 1 de la Constitution des États-Unis définit le pouvoir de la grâce présidentielle. Il y est stipulé que le président « aura le pouvoir d’accorder des sursis et des grâces pour les offenses contre les États-Unis, sauf en cas d’impeachment ». Ce pouvoir s’applique donc uniquement aux crimes fédéraux, et non aux infractions relevant des États fédérés.

La grâce présidentielle peut prendre la forme d’un pardon complet, d’une commutation de peine ou d’un sursis. Elle est considérée comme l’un des attributs majeurs de l’autorité exécutive. Historiquement, ce pouvoir a été utilisé pour corriger des injustices ou pour apaiser des tensions politiques. La seule limite explicite demeure son inapplicabilité dans les procédures d’impeachment. Ainsi, la grâce présidentielle illustre la concentration de prérogatives dans la fonction exécutive, mais encadrée par le texte constitutionnel. C’est un pardon « légal » dans lequel l’État lui-même, au sommet de la hiérarchie, exerce une forme de miséricorde. Le plus souvent, ce type de pardon ne correspond pas à un pardon moral de la victime, mais à une révision de la peine (réhabilitation, reconnaissance de circonstances atténuantes, etc.).

Plusieurs présidents des États-Unis ont gracié des figures politiques controversées. En septembre 1974, le président Gerald Ford a accordé une grâce complète à son prédécesseur Richard Nixon, dont il avait été le vice-président et dont la démission lui avait permis d’accéder à la fonction suprême un mois plus tôt. Cette décision couvrait toutes les infractions fédérales liées au scandale du Watergate. Ford expliqua que ce pardon visait à mettre fin à une crise politique et morale sans précédent.

Le président Ford annonce sa décision de gracier Richard Nixon, 8 septembre 1974.
Gerald R. Ford Presidential Library

Plus récemment, Joe Biden, juste avant de quitter la Maison Blanche, a gracié son fils Hunter, condamné pour détention illégale d’arme à feu et fraude fiscale, affirmant que ce dernier avait été victime d’une « erreur judiciaire ». Peu après, dès le lendemain de sa seconde investiture, Donald Trump a gracié la quasi-totalité des insurgés du 6 janvier 2021, qu’il a qualifiés d’« otages de Joe Biden » dont la grâce « met fin à une grave injustice nationale infligée au peuple américain ».

De tels pardons suscitent souvent la polémique, ne serait-ce que parce qu’ils soulèvent la question de l’équité envers d’autres condamnés.

Au-delà du cadre pénal institutionnel, l’histoire américaine a parfois vu des victimes ou des proches pardonner publiquement à des auteurs de violences collectives, au nom de la réconciliation de la société. Dans le cadre du mouvement des droits civiques, des figures comme Martin Luther King ont prôné le pardon au nom du principe de non-violence, invitant à pardonner moralement les injures et les violences, sans pour autant nier les injustices et sans appeler à ce que les auteurs d’actes haineux ne soient pas traduits en justice et, le cas échéant, condamnés.

Mais ces pardons personnels, s’ils sont symboliquement puissants, restent souvent marginaux face à la masse des crimes non résolus ou non pardonnés. Le contexte social, médiatique, politique joue un rôle déterminant dans leur réception.

Le pardon, pour être crédible, doit se situer dans une tension entre la mémoire de la victime, la justice (y compris la peine), et le geste de miséricorde. La philosophie morale, la théologie et la théorie politique débattent du pardon extrême. Hannah Arendt a soutenu que le pardon ne peut s’appliquer à l’« extrême crime et au mal volontaire ». Certains actes seraient au-delà de la possibilité de pardon sans effacement de la responsabilité. Le pardon ne doit pas conduire à l’oubli, mais rester conditionné à une reconnaissance du tort, à une repentance et à une action réparatrice. Ainsi, même dans l’histoire américaine, le geste de pardon est rare, souvent contesté, et toujours porteur de tensions : entre justice et miséricorde, entre mémoire et réconciliation, entre gratitude divine et exigences humaines.

Le poids symbolique du pardon dans l’arène politique

Le pardon d’Erika Kirk n’est pas seulement personnel. Il s’adresse immédiatement au champ politique et symbolique. En pardonnant publiquement au meurtrier de son mari, Erika Kirk se pose comme une figure de hauteur morale. Elle transcende la spirale de vengeance, incarne le « modèle chrétien » et se présente comme l’héritière spirituelle et politique de son mari – un rôle qu’elle assume d’ailleurs officiellement puisqu’elle a été nommée à la tête de Turning Point USA, l’organisation tentaculaire que son mari avait fondée et qu’il avait dirigée jusqu’à son assassinat. La jeune veuve gagne une légitimité morale qui la distingue du « camp d’en face », mais aussi des commentateurs politiques. Ce geste peut renforcer son aura : celui ou celle qui pardonne même l’invraisemblable se veut dépositaire d’un message ici chrétien, conservateur, de miséricorde.

Ce pardon est un acte performatif : il produit du sens public. Il modifie le récit médiatique du crime, impose un cadre discursif (celui du pardon, non de la vendetta), et oriente la réception de l’événement dans la sphère politique. On pourrait dire que le pardon lui-même devient une arme symbolique. Il témoigne d’un pouvoir non coercitif, mais moral et, en sa qualité de discours unificateur, sert de pivot pour les alliances, les campagnes, la rhétorique.

Il détourne aussi une potentielle atmosphère vindicative ou punitive vers un récit de réconciliation. Mais ce pari est périlleux. Le pardon public peut être perçu comme un « adoucissement » du crime, un affaiblissement de la pression judiciaire, une concession au discours du criminel. Il peut être assimilé à une forme de naïveté, voire de complicité morale. Ainsi, certaines familles de victimes de la fusillade commise par un suprémaciste blanc dans une église afro-américaine de Charleston en 2015 ont dit pardonner au tireur, une position qui leur a valu des critiques.

En politique, le pardon est rarement neutre : il engage et il polarise. Il peut aussi être instrumentalisé. Certains y verront un moyen de neutraliser les contestations. Pardonner n’est jamais un acte purement moral ou individuel. C’est un geste qui a des effets sociaux, symboliques et parfois idéologiques.

Enfin, le pardon public d’un crime politique peut devenir un modèle (ou une norme implicite) : si l’on attend des victimes qu’elles pardonnent toujours, on fragilise la position des victimes dans le débat public. Le risque est celui d’un « pardon obligatoire », d’un impératif moral imposé aux victimes, ou d’une normalisation du pardon politique.

Peut-on pardonner à un criminel, même à celui qui vient de tuer votre mari ? Le cas d’Erika Kirk illustre à quel point le pardon peut devenir un acte spirituel, moral et politique, mais aussi une tension constante entre la miséricorde et l’exigence de justice.

Le pardon est d’abord une option intérieure, enracinée dans une foi et une vision théologique de l’homme. Il est aussi un geste qui emprunte les codes du pouvoir symbolique : il engage, il performe, il construit une légitimité. Mais ce geste ne dispense aucunement de la justice ni de la mémoire ni de la réparation. Le pardon trop rapide ou trop spectaculaire court le risque d’effacer la souffrance ou de masquer les responsabilités. En politique, le pardon devient un acte à la fois puissant et risqué.

The Conversation

Frédérique Sandretto ne travaille pas, ne conseille pas, ne possède pas de parts, ne reçoit pas de fonds d’une organisation qui pourrait tirer profit de cet article, et n’a déclaré aucune autre affiliation que son organisme de recherche.

ref. Pardonner à son meurtrier : Enjeux spirituels et politiques du geste d’Erika Kirk – https://theconversation.com/pardonner-a-son-meurtrier-enjeux-spirituels-et-politiques-du-geste-derika-kirk-267034

Thug culture in Nigerian politics: the links between state governors, funding and violent armed groups

Source: The Conversation – Africa (2) – By Maureen Fubara, PhD candidate, University of Amsterdam

Since Nigeria’s return to democracy in 1999, elections have consistently been marred by violence. The elections between 1999 and 2019 and in 2023 saw party clashes, physical attacks, assassinations and intimidation.

As Nigeria prepares for the 2027 elections, the threat of violence lurks again. Already, reports have emerged of clashes between supporters of the ruling All Progressives Congress and the opposition African Democratic Congress in northern states like Jigawa, Kogi and Kebbi.

The violence is largely carried out by hired thugs, party supporters and members, gangs and militias. But the issue is not only that politicians are willing to use violence, it is that they can afford to fund it.

My research across Lagos, Rivers, Plateau and Nasarawa States shows that the perpetrators are different across states. This difference is linked to how much funding governors control, in the form of resource rents or state fiscal allocations.

In a recently published paper based on my PhD research on the political economy of electoral violence in Nigeria, I argue that the distinction in electoral violence perpetrators is driven by governors’ financial capacity to “rent” violence. While those with access to more resource rents or state fiscal allocations hire armed groups, others rely on ordinary citizens.

In both cases, the implication is that democracy is undermined, but the organised violence of high-rent states is especially harmful because it embeds one-party dominance and long-term insecurity.




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‘Rents’ and the political marketplace

At the heart of Nigeria’s political and economic system are natural “resource rents” – public funds allocated to states by the federal government under the Federation Account. They are mostly from oil revenues and value added tax. The allocations are based on a formula that includes factors like population size, landmass, and natural resource wealth. This sharing results in uneven distribution across states. Although intended to fund development, “rents” have become a tool for politicians to finance their aspiration to stay in power.

Where governors have high rents, they engage expensive organised groups like transport unions, who in some instances are illegally armed, and cult groups to manipulate elections in their favour.

Where rents are limited, they rely on ordinary citizens, offering cash, food, or alcohol in exchange for violence.

This creates two outcomes:

  • in high-rent states (Lagos and Rivers), incumbents can sustain long-term alliances with armed groups

  • in low-rent states (Nasarawa and Plateau), violence is carried out by ordinary citizens in the form of party and ethnic supporters.




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Why this matters for democracy

Not all violence perpetrators are the same. Armed groups are organised, feared, and able to systematically intimidate and harm voters. Their alliances with ruling parties go beyond elections. They spill into extortion in the transport sector, oil bunkering, piracy and crime.

In Lagos, much of the election violence is linked to the National Union of Road Transport Workers. This is a powerful trade union with close ties to the ruling All Progressives Congress. During elections, street touts known as agberos, who are affiliated with the union, perpetrate violence on behalf of the ruling party. In return, they receive payments from commercial bus drivers and maintain control over parts of Lagos’s lucrative public transport system.

For instance, during Nigeria’s 2023 elections, some voters in Lagos, especially those from minority ethnic groups, reported being attacked or threatened by members of the National Union of Road Transport Workers. These incidents were allegedly aimed at pressuring them to vote for the All Progressives Congress. The group’s strong influence in the transport sector gives it unrivalled access to neighbourhoods, making violence both effective and difficult to resist.

Similarly, in Rivers, cult groups such as the Icelanders and Deewell have become political instruments.

Financed with millions of naira, sometimes even equipped with sophisticated weapons, armed groups are deployed to silence rivals and scare voters. Their reputations for violence mean that just the rumour of their presence can keep voters at home.

In “low-rent” states, perpetrators of violence look different. To recruit citizens for election violence in Nasarawa State, politicians often offer as little as ₦5,000 (about US$4), well below Nigeria’s minimum monthly wage of ₦70,000 ($47). They also compensate them with alcohol or hard drugs. Similarly, in Plateau State, north central Nigeria, unemployed young people are promised small cash rewards, sometimes alongside drugs, to disrupt rival rallies or attack opposition neighbourhoods.




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‘Rents’ and one-party dominance

The risk of “renting” violence is that it becomes self-sustaining. Governors splurge resources on armed groups while granting them access to lucrative criminal markets such as oil bunkering (crude oil theft).

These alliances secure ruling parties’ dominance across elections. In Lagos and Rivers, violence has become a permanent feature of politics, not a temporary campaign strategy.

In Nasarawa and Plateau, violence is cheaper and ad hoc. Citizens involved in violence return to farming, hustling or unemployment once elections end. Competition remains more open, but insecurity at the polls still undermines elections.




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Why 2027 may not be different

There are warning signs that the 2027 elections are likely to be violent. There have been incidents of attacks and intimidation in several states. Governors with high “rents” are likely to strengthen ties with armed groups, given the prevalent impunity in Nigeria’s political space.

In previous elections, Human Rights Watch flagged the lack of accountability for political violence. Politicians have no reason to stop when the risks are low and the rewards, such as political, economic and social power, are so high.

Since many Nigerians have low trust in the government and democratic institutions, another violent election risks pushing citizens further away from the polling units and closer to apathy. When voters expect violence, many will stay at home, leaving elections to be decided not by choice but by violence.

Next steps

Nigeria is not unique; other resource-rich countries like Tanzania also struggle with electoral violence.

Breaking the cycle requires more than election monitoring. It demands fiscal reforms that limit governors’ control over rents, and institutions strong enough to prosecute sponsors and perpetrators of violence.

Nigerians deserve elections where voters’ choices, not violence, decide winners.

The Conversation

Maureen Fubara receives funding from the European Research Council (ERC) Starting Grant #852439..

ref. Thug culture in Nigerian politics: the links between state governors, funding and violent armed groups – https://theconversation.com/thug-culture-in-nigerian-politics-the-links-between-state-governors-funding-and-violent-armed-groups-265695